Explotación de hidrocarburos y acumulación por medios extraeconómicos en la Patagonia argentina.
El caso de las comunidades mapuche Kaxipayiñ y Paynemil

Exploita­tion of Hydro­car­bons and Accu­mu­la­tion by Extra-Eco­nom­ic Means in Argen­tine Patag­o­nia. The Case of the Kax­i­pay­iñ and Payne­mil Mapuche Com­mu­ni­ties

Diego Pérez Roig*

Recibido: 21 de sep­tiem­bre de 2017
Acep­ta­do: 11 de mayo de 2018

Resumen

En el pre­sente artícu­lo abor­damos el caso de las comu­nidades mapuche Kax­i­pay­iñ y Payne­mil. A par­tir de la segun­da mitad de los noven­ta, ambas comu­nidades cobraron noto­riedad públi­ca tan­to por sus denun­cias respec­to de los graves impactos medioam­bi­en­tales y socio-cul­tur­ales debidos a la operación y ampliación de activi­dades den­tro del yacimien­to Loma La Lata, como por sus enfrentamien­tos con YPF y las autori­dades de la Provin­cia del Neuquén. El obje­ti­vo de este tra­ba­jo es analizar el caso en cuan­to pro­ce­so de dis­olu­ción de rela­ciones sociales no-cap­i­tal­is­tas oca­sion­a­do por la dinámi­ca de acu­mu­lación de cap­i­tal. Con­sid­er­amos que esta es una dimen­sión aún poco tra­ba­ja­da des­de la pre­sentación de evi­den­cia empíri­ca que supone, a su vez, un aporte para la reflex­ión teóri­ca. En este sen­ti­do, el estu­dio se inscribe y abre una dis­cusión respec­to del reciente debate acer­ca de la vigen­cia de mecan­is­mos extrae­conómi­cos en el pro­ce­so de acu­mu­lación de cap­i­tal.

Pal­abras clave: comu­nidades Kax­i­pay­iñ y Payne­mil – explotación de hidro­car­buros – acu­mu­lación de cap­i­tal

Abstract

In this arti­cle, we analyse the case of the Kax­i­pay­iñ and Payne­mil Mapuche com­mu­ni­ties. From the mid-nineties, both com­mu­ni­ties gained pub­lic con­sid­er­a­tion due to their denounces regard­ing seri­ous envi­ron­men­tal and socio-cul­tur­al impacts caused by the exploita­tion of hydro­car­bons in Loma La Lata field, as for their con­fronta­tion with YPF and the Neuquén Province author­i­ties. Our objec­tive is to analyse this case as a process of non-cap­i­tal­ists rela­tions dis­so­lu­tion caused by the dynam­ics of cap­i­tal accu­mu­la­tion. We con­sid­er this an under-addressed aspect from the empir­i­cal point of view, which may pro­vide ele­ments for the pro­pos­al of con­cep­tu­al hypoth­e­sis. In this sense, this study is part of the recent debate about the per­ma­nence of extra-eco­nom­ic means in the process of cap­i­tal accu­mu­la­tion.

Key words: Kax­i­pay­iñ and Payne­mil Mapuche com­mu­ni­ties – oil and gas indus­try – cap­i­tal accu­mu­la­tion

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Introducción

En per­spec­ti­va históri­ca, uno de los ras­gos que sin­gu­lar­izan el desar­rol­lo del sec­tor hidro­car­burífero argenti­no durante las últi­mas dos décadas se encuen­tra dado por la emer­gen­cia de numerosos con­flic­tos pro­tag­on­i­za­dos por comu­nidades indí­ge­nas. De acuer­do a dis­tin­tos rel­e­vamien­tos [SERPAJ 2008; CELS et al. 2011; Sal­ga­do et al. 2013], la may­or parte de ellos se reg­is­tra en el norte de la Patag­o­nia, espe­cial­mente en la Provin­cia del Neuquén. En tér­mi­nos gen­erales, este hecho se expli­ca tan­to por el vol­u­men de recur­sos y la con­cen­tración de la indus­tria en la zona, como por un pro­ce­so de reafir­ma­ción étni­ca, cul­tur­al y políti­ca del pueblo mapuche [Hernán­dez 2003; Boc­cara 2006; Vitar 2010], que supu­so, en las últi­mas décadas, una may­or capaci­dad rel­a­ti­va de orga­ni­zación y resisten­cia. En este mar­co, un caso par­a­dig­máti­co de con­flic­to men­ciona­do o abor­da­do por dis­tin­tos autores es el de las comu­nidades Kax­i­pay­iñ y Payne­mil [Sánchez 1999; Bal­a­zote y Radovich 2001; Falaschi et al. 2005; Valiente y Radovich 2016].

Los Kax­i­pay­iñ y Payne­mil se encuen­tran asen­ta­dos en el norte del depar­ta­men­to Con­flu­en­cia, en una fran­ja com­pren­di­da entre el Río Neuquén y el Lago Bar­ri­ales. Bajo su ter­ri­to­rio se extiende parte del yacimien­to Loma La Lata, corazón del abastec­imien­to gasífero del país des­de el ini­cio de su explotación por parte de YPF en 1977. A par­tir de la segun­da mitad de los noven­ta, ambas comu­nidades cobraron noto­riedad públi­ca tan­to por sus denun­cias respec­to de los graves impactos medioam­bi­en­tales y socio-cul­tur­ales debidos a la operación y ampliación de activi­dades den­tro del yacimien­to, como por sus enfrentamien­tos con la empre­sa y las autori­dades provin­ciales. El obje­ti­vo del pre­sente artícu­lo es analizar este caso en cuan­to pro­ce­so de dis­olu­ción de rela­ciones sociales no-cap­i­tal­is­tas oca­sion­a­do por la dinámi­ca de acu­mu­lación de cap­i­tal. Con­sid­er­amos que esta es una dimen­sión aún poco tra­ba­ja­da des­de la pre­sentación de evi­den­cia empíri­ca que supone, a su vez, un aporte para la reflex­ión teóri­ca. Tratán­dose de un caso par­a­dig­máti­co, enten­demos que con­tiene ele­men­tos que lo vuel­ven útil para la pro­duc­ción de hipóte­sis con­cep­tuales y de tra­ba­jo.

A tal fin, la exposi­ción se encuen­tra orga­ni­za­da en dos partes. En primer lugar, recon­stru­ire­mos el caso toman­do como base la pre­sentación de prue­bas con moti­vo de la denun­cia rad­i­ca­da, en rep­re­sentación de las comu­nidades, por la Defen­soría Ofi­cial de Menores de la Provin­cia del Neuquén ante la Comisión Inter­amer­i­cana de Dere­chos Humanos (CIDH).[1] Este tra­ba­jo ha sido parte de una inves­ti­gación más amplia, acer­ca del dis­eño y la imple­mentación de políti­cas de pro­mo­ción de la activi­dad hidro­car­burífera en la Argenti­na post­con­vert­ibil­i­dad [Pérez Roig 2015]. Des­de el pun­to de vista metodológi­co, dicha recon­struc­ción supu­so un tra­ba­jo con fuentes pri­marias y secun­darias, a par­tir de la tri­an­gu­lación de téc­ni­cas cuan­ti­ta­ti­vas y cual­i­ta­ti­vas de recolec­ción y análi­sis de datos.

En segun­do lugar, rela­cionare­mos nue­stro estu­dio con la con­cep­tu­al­ización de Marx y Lux­em­bur­go respec­to de la acu­mu­lación que se pro­duce por medios extrae­conómi­cos. En este sen­ti­do, el tra­ba­jo se inscribe en el debate sus­ci­ta­do a raíz de la per­viven­cia de mecan­is­mos de “acu­mu­lación orig­i­nar­ia” en la dinámi­ca con­tem­poránea de repro­duc­ción cap­i­tal­ista. En la déca­da del seten­ta, las reflex­iones de Marx y Lux­em­bur­go fueron recogi­das por los tra­ba­jos de var­ios autores inscrip­tos en la escuela del sis­tema-mun­do, así como por otros que par­tic­i­paron de los debates acer­ca del inter­cam­bio desigual. Pos­te­ri­or­mente, entre fines de los ochen­ta y prin­ci­p­ios de los noven­ta, la prob­lema­ti­zación fue recu­per­a­da para dar cuen­ta, des­de el “marx­is­mo abier­to”, de la ofen­si­va cap­i­tal­ista canal­iza­da a través de las políti­cas neolib­erales. En sep­tiem­bre de 2001, la dis­cusión fue relan­za­da por el segun­do número de la revista ingle­sa The Com­mon­er. Poco tiem­po después, trib­u­taria de todas estas con­tribu­ciones, la cat­e­goría “acu­mu­lación por despos­esión” [Har­vey 2007a], instaló defin­i­ti­va­mente la prob­lemáti­ca en la agen­da de dis­cusión académi­ca.

En esta opor­tu­nidad, el estu­dio nos per­mi­tirá abrir el exa­m­en de —a nue­stro juicio— dos prob­le­mas que atraviesan actual­mente el debate y sus diver­sas apropia­ciones: el “esti­ramien­to” de la cat­e­goría “acu­mu­lación orig­i­nar­ia” (o “prim­i­ti­va”) y la intro­duc­ción de un nue­vo con­cep­to que tiende a desar­tic­u­lar “despos­esión” de “explotación”. Aquí pre­sentare­mos estos grandes ejes y, con moti­vo de la base empíri­ca del caso, comen­zare­mos a con­trastar­los con las for­mu­la­ciones con­cep­tuales de Marx y Lux­em­bur­go. Esta primera aprox­i­mación nos per­mi­tirá dejar planteadas, a modo de con­clusión, una serie de dis­cu­siones a ser abor­dadas in exten­so en un futuro tra­ba­jo de inda­gación teóri­ca.

Las comunidades Kaxipayiñ y Paynemil en Loma La Lata

La denom­i­na­da “Con­quista del desier­to” cer­ró un ciclo de décadas de ampliación de la propiedad lat­i­fun­di­aria en Argenti­na. Las guer­ras de expan­sión y apropiación con­sti­tuyeron un monop­o­lio sobre la tier­ra que definió el mar­co estruc­tur­al en el que pos­te­ri­or­mente se inte­graría la fuerza de tra­ba­jo prove­niente del exte­ri­or. Aunque no adop­tó una for­ma “clási­ca”, se trató “de un ver­dadero pro­ce­so de acu­mu­lación orig­i­nar­ia de cap­i­tal” [Cue­va 1986: 75]. La con­tracara de las tier­ras ganadas para la pro­duc­ción agrí­co­la-ganadera, fun­da­men­to de la inser­ción argenti­na en el mer­ca­do mundi­al, fue el exter­minio y con­fi­namien­to de las pobla­ciones orig­i­nar­ias a zonas de poco interés por su esca­so val­or económi­co e impli­can­cia en “la con­struc­ción de la sociedad y el desar­rol­lo del cap­i­tal­is­mo argenti­nos” [Oszlak 1982: 545]. El asen­tamien­to actu­al de las comu­nidades Kax­i­pay­iñ y Payne­mil, ocur­ri­do entre fines del siglo XIX y prin­ci­p­ios del siglo XX, obe­dece ini­cial­mente a este pro­ce­so. En la Patag­o­nia, el mod­e­lo de ocu­pación exten­si­va de la mese­ta para la pro­duc­ción lanar se com­binó con la explotación paisajís­ti­ca de la región and­i­na [Galafas­si 2008]. El carác­ter sub­sidiario de las tier­ras de Loma La Lata respec­to de ambos fines, per­mi­tió que, en 1904, la comu­nidad Payne­mil obtu­viera un per­miso de parte del gob­ier­no del Ter­ri­to­rio Nacional del Neuquén para ocu­par 6.000 has.[2]

Esta situación de rel­a­ti­va esta­bil­i­dad comen­zaría a mod­i­fi­carse drás­ti­ca­mente a par­tir de medi­a­dos de siglo, cuan­do con moti­vo de la cre­ciente deman­da energéti­ca de la —común­mente denom­i­na­da— “Indus­tri­al­ización por Susti­tu­ción de Importa­ciones”, se ampli­arían las zonas ded­i­cadas a la pro­duc­ción hidro­car­burífera y el aprovechamien­to de otras fuentes de energía. En 1966, a raíz de la insta­lación de Hidronor S.A. y el desar­rol­lo del proyec­to El Chocón-Cer­ros Col­orados, se pro­du­jo una apropiación “legal” de las tier­ras,[3] que pasaron a ser con­sid­er­adas “libres para todo efec­to” por el Esta­do nacional.[4] Des­de entonces, se sub­di­vidirían y quedarían bajo dominio o explotación de dis­tin­tos actores: el Esta­do nacional y provin­cial, YPF, Gas del Esta­do, Gen­darmería, Ter­moeléc­tri­ca Cen­tral Puer­to S.A. y otros pri­va­dos menores. A par­tir de la con­struc­ción del com­ple­jo hidroeléc­tri­co, comen­zó un pro­gre­si­vo pro­ce­so de daño socio-ecológi­co, cuyo cénit se alcan­zaría con el des­cubrim­ien­to y explotación de Loma La Lata a manos de YPF —luego YPF S.A. y Rep­sol YPF [Trinchero y Leguiza­món 1996].

La explotación hidrocarburífera en el yacimiento loma la lata

A prin­ci­p­ios de 1977, luego de dis­tin­tos inten­tos explorato­rios fal­li­dos, se per­foró el pozo des­cubri­dor YPF.Nq.LLL.x‑1, dan­do lugar al hal­laz­go del yacimien­to Loma La Lata, uno de los “más impor­tantes de la his­to­ria de YPF y de la activi­dad petrol­era en gen­er­al” [Hechem 2010: 10]. Loma La Lata incre­men­tó un 133% las reser­vas com­pro­badas de gas nat­ur­al, que en pocos años lle­garon a duplicar a las de petróleo y alcan­zaron un “hor­i­zonte de vida” de 45 años.[5] Asimis­mo, se tra­ta de un yacimien­to rico en el que abun­dan otros hidro­car­buros como etanol, propano, butano, gasoli­nas y con­den­sa­dos, cuyo pre­cio de ven­ta en el mer­ca­do es supe­ri­or al del crudo. Su pues­ta en opera­ciones per­mi­tió un salto cual­i­ta­ti­vo en la políti­ca nacional de estí­mu­lo a la uti­lización de gas nat­ur­al, que se tradu­jo en una may­or “gasi­fi­cación” de la matriz energéti­ca. A par­tir de la real­ización de dis­tin­tas obras de infraestruc­tura —en espe­cial el gaso­duc­to NEUBA II, que parte del yacimien­to—, el gas nat­ur­al incre­men­tó notable­mente su par­tic­i­pación en la ofer­ta inter­na de energía pri­maria, pasan­do de un 24% en 1976 a un 44% en 1996.[6] Este últi­mo año —inmedi­ata­mente ante­ri­or al ini­cio de las exporta­ciones—, el área Loma La Lata-Sier­ra Bar­rosa alcanzó una pro­duc­ción de 8.423 MMm3, equiv­a­lente a un 25% del total a niv­el nacional.[7]

A los fines del pre­sente tra­ba­jo, es pri­mor­dial reten­er, entonces, que esta riqueza colocó a Loma La Lata en un lugar cen­tral des­de su des­cubrim­ien­to, tan­to por su cre­ciente grav­itación en el abastec­imien­to energéti­co del mer­ca­do inter­no, como debido a su impor­tan­cia en los proyec­tos de expan­sión empre­saria de YPF S.A.[8] En los noven­ta, el yacimien­to fue el leit­mo­tiv del “Plan Estratégi­co 2000” de la com­pañía con­duci­da por José Estenssoro, con­vir­tién­dose en cabecera del Gaso­duc­to del Pací­fi­co con ter­mi­nal en Chile, al tiem­po que en provee­dor de otros con des­ti­no a Brasil y Uruguay. En 2000, ape­nas asum­i­do el man­age­ment de YPF S.A., Rep­sol nego­ció una prór­ro­ga antic­i­pa­da por diez años de la con­ce­sión Loma La Lata-Sier­ra Bar­rosa. Ase­gu­rar el con­trol del yacimien­to era condi­ción sine qua non para cer­rar nuevos acuer­dos de largo pla­zo con el deman­dante mer­ca­do brasileño,[9] así como para el proyec­to MEGA, inver­sión de cap­i­tal con­jun­ta con Petro­bras y Dow Chem­i­cal des­ti­na­da a la indus­tri­al­ización y la com­er­cial­ización de parte de la pro­duc­ción.

Si bien los impactos que ver­e­mos en detalle en los próx­i­mos aparta­dos son resul­ta­do acu­mu­la­do de décadas de explotación de Loma La Lata, resul­ta una hipóte­sis suma­mente plau­si­ble que la may­or parte se pro­du­jera a raíz de la lóg­i­ca de val­orización y explotación de los noven­ta, con­fig­u­ra­da por la pri­va­ti­zación y desreg­u­lación de la activi­dad. En primer lugar, existe una com­pro­ba­da cor­relación entre el “sig­ni­fica­ti­vo aumen­to de pro­duc­ción de hidro­car­buros” y la “mag­nifi­cación del impacto ambi­en­tal gen­er­a­do por esa activi­dad” [Direc­ción Provin­cial de Hidro­car­buros y Com­bustibles 1998: 120; cita­do en Saint-Lary 2000]. En segun­do lugar, un estu­dio más abar­cador[10] elab­o­ra­do por el Pro­gra­ma de Naciones Unidas para el Desar­rol­lo [Sejen­ovich 1998], estimó que prác­ti­ca­mente la mitad del daño ambi­en­tal glob­al cuan­tifi­ca­do a niv­el provin­cial entre 1920–1996, se cor­re­spondía con el perío­do 1991–1996.

Judicialización del caso, conflicto y represión

En octubre de 1995, una famil­ia de la comu­nidad Payne­mil real­izó un pozo en la napa freáti­ca con el obje­ti­vo de abaste­cerse de agua para uso cor­ri­ente. El líqui­do extraí­do con­tenía una con­cen­tración de con­den­sa­dos de gasoli­na de tal mag­ni­tud que ardía al acer­cárse­le un fós­foro. Si bien la Sub­sec­re­taría de Salud neuquina ini­ció estu­dios clíni­cos a fines de ese año, la pres­en­cia de met­ales pesa­dos en los organ­is­mos de los comuneros se cono­ció recién en mar­zo de 1997, a par­tir de la difusión del caso en la pren­sa local. La inves­ti­gación pos­te­ri­or, encabeza­da por la Defen­soría del Niño y el Ado­les­cente de la provin­cia, rev­eló que la intox­i­cación se debía a la con­t­a­m­i­nación de los sue­los y las napas por der­rames y fal­las de infraestruc­tura. Las respon­s­abil­i­dades apunt­a­ban direc­ta­mente a YPF, por un modus operan­di osten­si­ble­mente neg­li­gente, así como a las autori­dades ofi­ciales de apli­cación por la fal­ta abso­lu­ta de con­trol.

El caso se judi­cial­izó tem­prana­mente, ape­nas se conocieron los primeros estu­dios. El 24 de mar­zo de 1997, la Defen­soría pre­sen­tó una acción de amparo con­tra el Poder Ejec­u­ti­vo provin­cial por no garan­ti­zar el dere­cho a la salud de los niños y ado­les­centes de las comu­nidades. Si bien la deman­da fue aval­a­da en dos instan­cias ante las apela­ciones del Ejec­u­ti­vo, el incumplim­ien­to de lo pre­scrip­to y el ago­tamien­to de la vía judi­cial inter­na, deter­minó que, en mar­zo de 1998, la Defen­soría y las comu­nidades for­malizaran una pre­sentación ante la CIDH.

Pese a que el Esta­do argenti­no solic­itó la inad­mis­i­bil­i­dad del caso en diver­sas opor­tu­nidades, el recur­so pros­peró y motivó la real­ización de varias audi­en­cias entre las partes. En estas instan­cias, se realizaron reclam­os respec­to del mon­i­toreo con­tin­uo de la salud, la cal­i­dad del agua —que, a prop­ues­ta de la empre­sa y del Esta­do, sería sum­in­istra­da por una plan­ta pota­bi­lizado­ra a con­stru­irse en el lugar—[11] y la activi­dad cada vez más inten­si­va del yacimien­to. Por otro lado, se solic­itó el reconocimien­to de una may­or exten­sión a la propiedad de las tier­ras comu­ni­tarias. Bajo las fig­uras de áreas “restringi­das”, “con­tro­ladas” o “pro­te­gi­das”, la defen­sa buscó garan­ti­zar la exis­ten­cia de un espa­cio sin con­t­a­m­i­nación o mín­i­ma­mente expuesto. Sólo así los mapuch­es podrían con­tin­uar con sus prác­ti­cas ances­trales y con­tarían con autonomía económi­ca respec­to de la explotación del yacimien­to. Los pedi­dos, en este sen­ti­do, se cor­re­spondían con los lugares históri­ca­mente ocu­pa­dos y uti­liza­dos por las comu­nidades Payne­mil y Kax­i­pay­iñ.[12]

Según la recon­struc­ción que hemos hecho, un dato sig­ni­fica­ti­vo de las suce­si­vas audi­en­cias cel­e­bradas es la osten­si­ble con­sus­tan­ciación de intere­ses entre la empre­sa y el Esta­do provin­cial. De acuer­do a la entonces tit­u­lar de la Defen­soría, Dra. Nara Osés, cuan­do la CIDH real­izó una visi­ta al lugar en agos­to de 2002, los per­i­tos de parte apor­ta­dos por el Esta­do neuquino eran en real­i­dad per­son­al con­trata­do por Rep­sol YPF.[13] La dis­pari­dad de recur­sos y argu­mentación téc­ni­ca, así como el carác­ter no vin­cu­lante de las res­olu­ciones de la CIDH, deter­mi­naron que el reclamo en esta instan­cia se fuera diluyen­do a par­tir de la con­struc­ción de la plan­ta pota­bi­lizado­ra de agua a car­go de la empre­sa. A pesar de que todavía qued­a­ban numerosos pun­tos en dis­cor­dia, prin­ci­pal­mente rela­ciona­dos con la reme­diación de los pasivos ambi­en­tales y el uso del ter­ri­to­rio, tan­to el recur­so ante la CIDH como el amparo pre­sen­ta­do en la jus­ti­cia local se dieron por final­iza­dos en 2011.[14]

Mien­tras la deman­da ante la CIDH seguía su cur­so, en el ter­ri­to­rio la relación entre la petrol­era y las comu­nidades se fue dete­ri­o­ran­do y alcanzó un pico de ten­sión durante el año 2001. A la par de la real­ización de los estu­dios de impacto, los comuneros comen­zaron a sosten­er sus deman­das con una may­or capaci­dad orga­ni­za­ti­va y de lucha, razón por la cual la zona de opera­ciones de la com­pañía fue pro­gre­si­va­mente “ase­gu­ra­da” con la pres­en­cia de guardias pri­vadas y policía provin­cial. En abril de 2001, un comu­ni­ca­do de la Con­fed­eración de Orga­ni­za­ciones Mapuch­es (COM) advir­tió esta situación —“prác­ti­ca­mente han con­ver­tido nues­tra casa en cam­po de con­cen­tración”— y la rela­cionó con el obje­ti­vo, com­par­tido por Rep­sol YPF y el gob­ier­no provin­cial, de max­i­mizar la explotación del yacimien­to.

Al mes sigu­iente, la COM denun­ció der­rames oca­sion­a­dos por incumplim­ien­tos de las medi­das de seguri­dad y anun­ció la pre­sentación de un recur­so de amparo para que la provin­cia con­tro­lara la can­ti­dad de hidro­car­buros extraí­dos e hiciera cumplir las nor­mas de cuida­do del medio ambi­ente. La clausura del diál­o­go y las nego­cia­ciones por parte de la empre­sa deter­minó que, a par­tir de junio, los mapuch­es blo­quear­an per­iódica­mente los acce­sos al yacimien­to. Hacia fines de octubre, la activi­dad de Loma La Lata se redu­jo a un mín­i­mo y se impi­dieron tra­ba­jos de ampliación de infraestruc­tura.

En ese momen­to, Rep­sol YPF denun­ció que a lo largo del año se habían pro­duci­do una serie de inci­dentes de menor a may­or gravedad y advir­tió que la situación “ya no [daba] para más”. Medi­ante una nota de pren­sa, la com­pañía señaló que las reit­er­adas acciones de fuerza impedían el cumplim­ien­to de con­tratos con­traí­dos para la pro­duc­ción de gas y ame­nazó a la provin­cia con “par­alizar obras y sus­pender inver­siones” com­pro­meti­das.[15] Tan sólo doce horas más tarde, el grupo anti­motines de la policía provin­cial reprim­ió a los man­i­fes­tantes y detu­vo a los lonkos de ambas comu­nidades —Gra­ciela Mén­dez Payne­mil y Juan Gabriel Cherqui. Guiller­mo Labate, juez fed­er­al que inter­venía en la causa, negó que la orden de desa­lo­jo hubiese par­tido de su despa­cho. La respon­s­abil­i­dad fue asum­i­da por el jefe de la fuerza, Juan Car­los Lez­cano, en un reconocimien­to tác­i­to de que la direc­ti­va había emana­do direc­ta­mente del Poder Ejec­u­ti­vo provin­cial.[16]

Aunque este episo­dio cer­ró el momen­to más agu­do del con­flic­to, durante los años sigu­ientes los Kax­i­pay­iñ y Payne­mil con­tin­uaron mov­i­lizán­dose y denun­cian­do la fal­ta de reme­diación de sus ter­ri­to­rios, los per­juicios oca­sion­a­dos por la con­t­a­m­i­nación y la imbri­cación orgáni­ca de intere­ses entre la com­pañía y el Esta­do provin­cial. Entre los hechos más graves, sigu­ieron reg­istrán­dose per­iódi­cas pér­di­das de gana­do y se pro­du­jeron casos de embara­zos invi­ables y enfer­medades oncológ­i­cas.[17] En agos­to de 2011, en el mar­co de un nue­vo plan de lucha, Gabriel Cherqui, werken de la comu­nidad Kax­i­pay­iñ sostenía:

Salimos a manifestarnos y a exigir que se remedie Loma La Lata, que se den los procesos de saneamiento acordes a la necesidad de una cultura diferente y de poblaciones de crianceros afectados por esta actividad extractiva (…) Sabemos que las fiscalías y quienes deberían seguir este proceso son parte de este sistema y parte de lo que es la política del Estado (…) En la provincia de Neuquén no existe un control dentro de los yacimientos y, por ende, de las instalaciones y los malos manejos de la operadora (...) En Loma La Lata hemos podido reclamar por esta situación, sin tener respuesta, pero hay muchos yacimientos en Neuquén que no tienen voz (…) Nosotros venimos reclamando desde hace años, saliendo a la ruta a manifestarnos y a exigir el saneamiento. La única respuesta que tuvimos fue represión policial (...) Los mejores gerentes que tiene YPF son [el Gobernador, Jorge] Sapag, [el Secretario de Energía] Guillermo Coco y el juez, que es el que ejecuta después, en complicidad de todo este sistema, la orden de desalojo.[18]
 La disolución de relaciones sociales no-capitalistas

A par­tir de dis­tin­tos informes téc­ni­cos prepara­dos durante la inter­ven­ción de la CIDH y en el mar­co de un momen­tá­neo entendimien­to entre las partes,[19] puede adver­tirse que el fenó­meno sub­y­a­cente a este con­flic­to es el desar­rol­lo de un pau­lati­no pro­ce­so de dis­olu­ción de las rela­ciones ances­trales-comu­ni­tarias. El mis­mo es resul­ta­do de una serie de impactos de la activi­dad hidro­car­burífera que oper­an en for­ma inte­gral y acu­mu­la­ti­va.

En primer lugar, los impactos sobre el ambi­ente físi­co. Los estu­dios deter­mi­naron que habían sido afec­tadas más de 9 mil hec­táreas del ter­ri­to­rio indí­ge­na, de las cuales alrede­dor del 25% pre­senta­ba daños entre “severos” e “irre­versibles”. Entre otras con­se­cuen­cias, alrede­dor del 50% del agua sub­ter­ránea con­cor­dante al área pref­er­en­cial de ocu­pación y uso agrí­co­la de las comu­nidades con­tenía con­cen­tra­ciones de met­ales e hidro­car­buros muy por enci­ma de los val­ores de ref­er­en­cia estable­ci­dos por la nor­ma­ti­va provin­cial.

En segun­do lugar, los impactos sobre el ambi­ente biológi­co. En el caso de la veg­etación, se reg­is­traron afecta­ciones físi­cas direc­tas por la con­struc­ción de infraestruc­tura; impactos por pro­ce­sos ero­sivos que provo­caron la pér­di­da de la capaci­dad pro­duc­ti­va nat­ur­al del sue­lo; e impactos quími­cos, resul­tantes de der­rames, absor­ción por raíces de agua con­t­a­m­i­na­da, roci­amien­to aéreo y rega­do de caminos con dese­chos. Asimis­mo, el carác­ter cada vez más inten­si­vo de la activi­dad, se tradu­jo en una notable dis­min­u­ción de la abun­dan­cia de fau­na y en la desapari­ción de especies rel­e­vantes para la obten­ción de ali­men­tos y mate­rias pri­mas. Tan­to éstos como los impactos sobre el ambi­ente físi­co, redun­daron en una pro­gre­si­va “arti­fi­cial­ización” del paisaje y el ter­ri­to­rio. Como con­se­cuen­cia, se cor­royeron prác­ti­cas y saberes ances­trales que otor­ga­ban proyec­ción de sen­ti­do e iden­ti­dad y resulta­ban fun­da­men­tales para la recreación de los lazos de vida comu­ni­taria.

En ter­cer lugar, los impactos sobre la salud de las comu­nidades. Los dis­tin­tos análi­sis tox­i­cológi­cos hechos a los Payne­mil y Kax­i­pay­iñ arro­jaron ele­vadas con­cen­tra­ciones de met­ales pesa­dos. En los estu­dios clíni­cos, estos resul­ta­dos se expre­saron en dis­tin­tas man­i­festa­ciones neu­rológ­i­cas, psíquicas, diges­ti­vas, der­ma­tológ­i­cas, res­pi­ra­to­rias, ósteo-artícu­lo-mus­cu­lares y gineco-obstétri­c­as, que evi­den­cia­ban una sin­toma­tología típi­ca de intox­i­cación cróni­ca.

En cuar­to lugar, los impactos socio-cul­tur­ales, dimen­sión en la que todos los ante­ri­ores con­vergían y resulta­ban ampli­fi­ca­dos por el ejer­ci­cio de dis­tin­tos tipos de vio­len­cias. Como señalam­os al prin­ci­pio del tra­ba­jo, el desem­bar­co de YPF estu­vo pre­ce­di­do por una pro­lon­ga­da his­to­ria de dis­lo­camien­tos. La apropiación fis­cal y el uso dis­cre­cional dado a las tier­ras a par­tir de la déca­da del sesen­ta, posi­bil­itó que YPF se insta­lara en la zona y se posi­cionara en un lugar de poder den­tro del ter­ri­to­rio y en relación a las comu­nidades. Hemos vis­to que, en los momen­tos de may­or con­flic­tivi­dad, esta asimetría se expresó en una notable mil­i­ta­rización del ter­ri­to­rio, omnipresente en la vida comu­ni­taria como ame­naza per­ma­nente de apelación a la fuerza.

A largo pla­zo, la pres­en­cia y activi­dad económi­ca de YPF pro­du­jo un cam­bio rad­i­cal en el vín­cu­lo que los pobladores orig­i­nar­ios habían man­tenido ances­tral­mente con la tier­ra. La degradación ambi­en­tal afec­tó sev­era­mente la base de repro­duc­ción económi­ca de las comu­nidades, así como sus prác­ti­cas cul­tur­ales y reli­giosas. Cuan­do estos impactos se man­i­fes­taron en la propia salud de los comuneros, sus efec­tos acu­mu­la­tivos con­virtieron a la pér­di­da de per­spec­ti­va de repro­duc­ción en un prob­le­ma per­en­to­rio. Ante esta situación, la úni­ca fuente estable de ingre­sos capaz de garan­ti­zar la super­viven­cia de los Payne­mil y Kax­i­pay­iñ pasó a ser el pago de servidum­bres, la per­cep­ción de com­pen­sa­ciones o, inclu­sive, la pro­le­ta­rización como fuerza de tra­ba­jo con­trata­da por YPF. En suma, la repro­duc­ción de las famil­ias quedó estrechamente lig­a­da a la propia activi­dad extrac­ti­va del yacimien­to.

En este mar­co, la intro­duc­ción de con­sid­er­ables sumas de dinero en un ámbito dom­i­na­do por la baja mon­e­ti­zación tendió tan­to a dis­olver las rela­ciones comu­ni­tarias basadas en la mutua rec­i­pro­ci­dad, como a “sub­al­t­ernizar” la posi­ción de la tier­ra en cuan­to ele­men­to estruc­turante de la cul­tura y del psiquis­mo indi­vid­ual de los mapuch­es. Por un lado, el ter­ri­to­rio pasó a ser trata­do cada vez más de acuer­do a pau­tas mer­can­tiles, a la sazón úni­co lengua­je de val­o­ración posi­ble en la relación y las nego­cia­ciones entabladas con YPF. Por el otro, el pro­gre­si­vo debili­ta­mien­to y desapari­ción de la orga­ni­zación comu­ni­taria, supu­so, como con­tra­parti­da, un reforza­mien­to de lóg­i­cas de com­por­tamien­to indi­vid­u­al­is­tas; la asim­i­lación de patrones de la sociedad de con­sumo; y pro­ce­sos de difer­en­ciación al inte­ri­or y entre los Payne­mil y Kax­i­pay­iñ.

Quizás el hecho que mejor ilus­tra estas trans­for­ma­ciones y la pre­pon­der­an­cia alcan­za­da por la propiedad pri­va­da en la lóg­i­ca de los vín­cu­los sociales, sea la delim­itación de los respec­tivos ter­ri­to­rios comu­ni­tar­ios medi­ante un cer­camien­to. Si bien se trató de una deter­mi­nación insti­ga­da por Rep­sol YPF como parte de una estrate­gia de dividir y nego­ciar con cada grupo por sep­a­ra­do,[20] no deja de ser sig­ni­fica­ti­va por tratarse de una decisión com­ple­ta­mente aje­na a las modal­i­dades tradi­cionales de rela­cionamien­to inter­co­mu­ni­tario.

¿“Acumulación por desposesión”?

En la diver­si­dad de ele­men­tos empíri­cos pre­sen­ta­dos has­ta aquí se con­den­sa, pues, el desar­rol­lo de una pro­lon­ga­da y mul­ti­di­men­sion­al lóg­i­ca expropi­a­to­ria. Por tal moti­vo, enten­demos que el caso puede inscribirse en el reciente debate acer­ca de la vigen­cia de los mecan­is­mos extrae­conómi­cos en la dinámi­ca de la acu­mu­lación, posi­bil­i­tan­do la aper­tu­ra de una polémi­ca sobre —a nue­stro juicio— dos tipos de prob­le­mas. Como ade­lan­ta­mos en la intro­duc­ción, aquí vamos a pre­sen­tar­los esquemáti­ca­mente con el úni­co obje­ti­vo de plantear­los y comen­zar a exam­i­nar­los a la luz de los aportes de Marx y Lux­em­bur­go. A par­tir de las con­clu­siones de este artícu­lo, podremos dar­les un abor­da­je in exten­so en un futuro tra­ba­jo de inda­gación teóri­ca.

En primer lugar, nos encon­tramos con el prob­le­ma del “esti­ramien­to con­cep­tu­al” y la iden­ti­fi­cación entre “acu­mu­lación orig­i­nar­ia” y “sep­a­ración”. Para autores y colec­tivos afines a las per­spec­ti­vas del marx­is­mo abier­to, el nudo prob­lemáti­co de esta dis­cusión es la fetichización del cap­i­tal como prin­ci­pio orga­ni­zador de las acciones de los suje­tos, que se expre­sa, en los hechos, como una dis­o­ciación entre estruc­tura y agen­cia. Por este moti­vo, las dis­tin­tas relec­turas de la cat­e­goría “acu­mu­lación prim­i­ti­va” [ver Bone­feld 2012; De Ange­lis 2012] se ocu­paron de señalar la frag­ili­dad de la sep­a­ración entre pro­duc­tores direc­tos y medios de pro­duc­ción, en cuan­to fun­da­men­to lógi­co y supuesto con­sti­tu­ti­vo de las rela­ciones de explotación per­ma­nen­te­mente dis­puta­do en la lucha de clases. Como sostiene Marx, la sep­a­ración es el “pro­ce­so real del cap­i­tal”, en la medi­da en que debe ser con­tin­u­a­mente repro­duci­da y ampli­a­da para atraer y man­ten­er a los tra­ba­jadores lig­a­dos al ámbito de la relación salar­i­al y la pro­duc­ción de plus­val­or. Este pun­to de par­ti­da, a nue­stro juicio cor­rec­to, los llevó a sosten­er, sin embar­go, que la “acu­mu­lación prim­i­ti­va” con­tendría un sig­nifi­ca­do dual: no sólo referiría a la géne­sis de las rela­ciones sociales cap­i­tal­is­tas, sino tam­bién a la propia sep­a­ración que sub­siste a través de la for­ma mer­cancía. Es decir, no nom­braría úni­ca­mente un fenó­meno históri­co, sino que además supon­dría un momen­to tan con­sus­tan­cial a la repro­duc­ción cap­i­tal­ista en todas las épocas, como “reac­tu­al­iz­able” por medio de una amplia gama de mecan­is­mos de “despo­jo”. En con­se­cuen­cia, si bien en estos enfo­ques sub­siste la dis­tin­ción entre ena­je­nación de medios de pro­duc­ción y acu­mu­lación medi­a­da por la relación salar­i­al, la homolo­gación entre “acu­mu­lación prim­i­ti­va” y “sep­a­ración” tiende a suplan­tar la difer­en­ciación lóg­i­ca e históri­ca entre ambas por otra cuyos cri­te­rios serían las “condi­ciones” y los “medios”.

Esta con­ver­sión de la “acu­mu­lación prim­i­ti­va” en una cat­e­goría tran­shistóri­ca indu­jo a errores en el análi­sis. Vista a través de este pris­ma, la mer­can­tilización propia de las políti­cas neolib­erales fue inter­pre­ta­da como una nue­va ola de “cer­camien­tos” expropi­a­to­rios insti­ga­da por la bur­guesía a través del Esta­do. El incon­ve­niente es que esta per­spec­ti­va entraña una doble con­fusión. Por un lado, las rela­ciones sociales “estatal­izadas” y en diver­so gra­do sus­traí­das a la val­orización de cap­i­tal durante la vigen­cia del “pacto” fordista-key­ne­siano, son con­cep­tu­al­izadas como “bienes comunes”, cuan­do, en rig­or, “lo estatal” ya ha sido fru­to de una despos­esión [ver Hol­loway y Pic­ciot­to 1978]. Por el otro, el corazón de la ofen­si­va glob­al de la bur­guesía fue el some­timien­to de los tra­ba­jadores a la dis­ci­plina del mer­ca­do. Su mecan­is­mo priv­i­le­gia­do no residió en la vio­len­cia extrae­conómi­ca car­ac­terís­ti­ca de la “acu­mu­lación orig­i­nar­ia” sino en la políti­ca mon­e­taria [Bon­net 2007].

El segun­do prob­le­ma que iden­ti­fi­camos se rela­ciona con la intro­duc­ción de una novedad con­cep­tu­al que tiende a des­gar­rar la lig­azón orgáni­ca entre “despos­esión” y “explotación” sobre la que se fun­da la cat­e­goría acu­mu­lación. The New Impe­ri­al­ism [2007a] supone una con­tinuidad del tra­ba­jo de Har­vey [2005; 2007b; 2008] respec­to del cróni­co prob­le­ma de sobreacu­mu­lación que, des­de medi­a­dos de los seten­ta, aque­ja al cap­i­tal­is­mo a niv­el mundi­al. Har­vey tam­bién asume que, en las últi­mas décadas, los exce­dentes ociosos de cap­i­tal han podi­do ser par­cial­mente canal­iza­dos en for­ma rentable gra­cias a una masi­va lib­eración y apropiación de activos sociales medi­ante prác­ti­cas sim­i­lares a las enu­mer­adas por Marx en el análi­sis de la acu­mu­lación orig­i­nar­ia. Sin embar­go, dada la vigen­cia de estos mecan­is­mos, el autor opta por susti­tuir los tér­mi­nos “orig­i­nar­ia” o “prim­i­ti­va” por el con­cep­to de “acu­mu­lación por despos­esión”. De esta man­era, pre­tende dis­tin­guir los pro­ce­sos históri­cos de tran­si­ción entre mod­os de pro­duc­ción, de aque­l­los mecan­is­mos que oper­an tan­to al inte­ri­or como en los már­genes de rela­ciones cap­i­tal­is­tas ple­na­mente con­sti­tu­idas.

Es posi­ble obser­var el des­gar­ramien­to pro­duci­do por la cat­e­goría “acu­mu­lación por despos­esión” en dos planos com­ple­men­tar­ios. En la con­sid­eración de la dinámi­ca glob­al de la acu­mu­lación, el análi­sis de Har­vey tiende a dar cen­tral­i­dad a los fenó­menos de apropiación extrae­conómi­ca, en lugar de inte­grar­los sub­or­di­nada­mente a la pri­macía lóg­i­ca de la explotación económi­ca cap­i­tal­ista y a la gen­er­al­ización de la relación salar­i­al como fenó­meno dom­i­nante de la mundi­al­ización del cap­i­tal [Astari­ta 2004]. La con­tracara de la sobrees­ti­mación de las “prác­ti­cas preda­to­rias” de acu­mu­lación es la subes­ti­mación del antag­o­nis­mo de clase como fun­da­men­to de las grandes ten­den­cias que dom­i­nan el movimien­to de la sociedad cap­i­tal­ista. En efec­to, por momen­tos el planteo parece desplazar el eje cen­tral de con­flic­to des­de la con­tradic­ción capital/trabajo hacia la con­frontación entre el cap­i­tal­is­mo y las for­mas que le son “exte­ri­ores”.

Acumulación originaria y acumulación por medios extraeconómicos

La deri­va común de estos dos prob­le­mas es el obscurec­imien­to del núcleo del planteo de Marx y Lux­em­bur­go. En la per­spec­ti­va de ambos autores, los medios extrae­conómi­cos se rela­cio­nan orgáni­ca­mente con la lóg­i­ca de la pro­duc­ción de plus­val­or y, en vir­tud de tal relación, asumen un carác­ter extra­or­di­nario en la dinámi­ca de la acu­mu­lación. Con­sid­er­amos que esta con­cep­tu­al­ización se ve refle­ja­da en la base empíri­ca de nue­stro caso, por cuan­to allí se obser­va que el pro­ce­so que tiende a dis­olver las rela­ciones ances­trales-comu­ni­tarias es la explotación cap­i­tal­ista de Loma La Lata.

En el capí­tu­lo XXIV del tomo I de El Cap­i­tal, Marx anal­iza el pro­ce­so históri­co de escisión entre pro­duc­tores y medios de pro­duc­ción, géne­sis del pro­le­tari­a­do eman­ci­pa­do de las ataduras feu­dales vis-à-vis la con­ver­sión de los medios de repro­duc­ción de la vida en cap­i­tal val­oriz­able. Esta acu­mu­lación primera o prim­i­ge­nia se denom­i­na “orig­i­nar­ia”, pre­cisa­mente, porque se encuen­tra en la “pre­his­to­ria del cap­i­tal” y con­sti­tuye su pun­to de par­ti­da y pre­supuesto nece­sario.

[L]a acumulación del capital presupone el plusvalor, el plusvalor la producción capitalista, y ésta la preexistencia de masas de capital relativamente grandes en manos de los productores de mercancías. Todo el proceso, pues, parece suponer una acumulación “originaria” previa a la acumulación capitalista (…), una acumulación que no es el resultado del modo de producción capitalista, sino su punto de partida [2006: 891].

La acu­mu­lación orig­i­nar­ia tomó su for­ma “clási­ca” en Inglater­ra entre los sig­los XV y XVIII. En el mar­co del sis­tema colo­nial, la guer­ra com­er­cial y el desar­rol­lo de los mecan­is­mos de crédi­to y endeu­damien­to, la pecu­liar estruc­tura de rela­ciones de propiedad de la campiña ingle­sa no sólo indu­jo a ter­rate­nientes y campesinos a la pro­duc­ción com­pet­i­ti­va sobre la base de la espe­cial­ización, la inno­vación y la acu­mu­lación de cap­i­tal, sino que tam­bién desató un masi­vo y pro­lon­ga­do pro­ce­so de despos­esión y cer­camien­to de tier­ras [Bren­ner 1976]. Con la expan­sión de la propiedad pri­va­da y la pro­le­ta­rización fru­to de este despo­jo, se con­sol­i­daron tan­to las modal­i­dades “pura­mente económi­cas” de extrac­ción de exce­dentes en la pro­duc­ción agraria e indus­tri­al, como el Esta­do mod­er­no en cuan­to for­ma políti­ca del cap­i­tal e instan­cia par­tic­u­lar­iza­da del ejer­ci­cio de la coer­ción arma­da [Wood 2002].

Con­cep­tual­mente, entonces, la acu­mu­lación por medios extrae­conómi­cos puede enten­der­se en dos sen­ti­dos. Por un lado, como momen­to de la géne­sis de las rela­ciones sociales cap­i­tal­is­tas. La acu­mu­lación orig­i­nar­ia es con­sti­tu­ti­va de la cat­e­goría “cap­i­tal”, pues ella “pre­supone cier­ta acu­mu­lación, que ya está implíci­ta en la antíte­sis autóno­ma entre el tra­ba­jo obje­ti­va­do y el tra­ba­jo vivo” [Marx 2009: 260]. Como pre­supuesto, la escisión vio­len­ta pertenece al pasa­do del cap­i­tal “y por tan­to a la his­to­ria de su for­ma­ción, pero de ningún modo a su his­to­ria con­tem­poránea, es decir, no pertenecen al sis­tema real del modo de pro­duc­ción dom­i­na­do por el cap­i­tal” [2009: 420]. Marx es bas­tante pre­ciso, en este sen­ti­do, respec­to de los alcances de la cat­e­goría. Antes del capí­tu­lo XXIV, advierte que podemos “denom­i­narla acu­mu­lación orig­i­nar­ia, porque en vez de resul­ta­do históri­co es fun­da­men­to históri­co de la pro­duc­ción especí­fi­ca­mente cap­i­tal­ista” [2006: 776]. Luego, al tratar este prob­le­ma, insiste en que se la denom­i­na “‘orig­i­nar­ia’ porque con­figu­ra la pre­his­to­ria del cap­i­tal y del modo de pro­duc­ción cor­re­spon­di­ente al mis­mo” [2006: 893].

Aho­ra bien, de esto no se deduce “que teng­amos que con­sid­er­ar al pro­ce­so de sep­a­ración entre los tra­ba­jadores y los medios de pro­duc­ción, que con­sti­tuye la esen­cia de esa acu­mu­lación, como un hecho con­clu­i­do de una vez y para siem­pre” [Ros­dol­sky 2004: 317]. La apelación a la vio­len­cia como medio de acu­mu­lación puede pre­sen­tarse, al mis­mo tiem­po, como resul­ta­do del cap­i­tal que, “par­tien­do de sí mis­mo, pro­duce los supuestos de su con­ser­vación y crec­imien­to” [Marx 2009: 421]. Se tra­ta, sin embar­go, de un resul­ta­do extra­or­di­nario. Cuan­do el cap­i­tal ya es su pro­pio pre­supuesto, la sep­a­ración se repro­duce pri­mari­a­mente bajo la lóg­i­ca del fetichis­mo de la mer­cancía, la relación salar­i­al y las com­pul­siones del mer­ca­do.

...la coerción sorda de las relaciones económicas pone su sello a la dominación del capitalista sobre el obrero. Sigue usándose, siempre, la violencia directa, extraeconómica, pero sólo excepcionalmente. Para el curso usual de las cosas es posible confiar el obrero a las “leyes naturales de la producción” [Marx 2006: 950].

Por esta razón, la acu­mu­lación prim­i­ti­va, nece­saria para el devenir del cap­i­tal e incor­po­ra­da como un momen­to de su con­cep­to, “ha de dis­tin­guirse rad­i­cal­mente de la acu­mu­lación de cap­i­tal que ha lle­ga­do a ser cap­i­tal, para la cual tienen que exi­s­tir cap­i­tales pre­vi­a­mente (el resalta­do me pertenece) [Marx 2009: 261]. Una vez exis­tente el cap­i­tal, el “cur­so usu­al de las cosas” con­ser­va y amplía la escisión, pero en vir­tud de la propia explotación cap­i­tal­ista y la cap­i­tal­ización del plus­val­or. Lo que en la acu­mu­lación orig­i­nar­ia es un fenó­meno históri­co par­tic­u­lar, se trans­for­ma así, medi­ante otra lóg­i­ca, en un “pro­ce­so recur­rente”.

Si (…) la transformación del dinero en capital supone un proceso histórico, que ha separado las condiciones objetivas del trabajo, que las ha autonomizado contra los trabajadores, por otra parte, el efecto del capital, una vez que él ya ha surgido, y su proceso, consisten en someter toda la producción y en desarrollar y extender por todas partes la separación (…) entre el trabajo y las condiciones objetivas del trabajo. Se verá en el desarrollo posterior cómo el capital aniquila el trabajo artesanal, a la pequeña propiedad de la tierra en la que el propietario trabaja, etc., y a sí mismo en aquellas formas en que no aparece en oposición al trabajo (…) y en las especies intermedias, híbridas, situadas entre los modos de producción antiguos (…) y el modo de producción clásico, adecuado, del capital mismo [Marx 2009: 475].

En este sen­ti­do, la sep­a­ración es la relación de cap­i­tal y su per­pet­uación es el pro­ce­so de acu­mu­lación. Por un lado, no resul­ta per­ti­nente “esti­rar” la cat­e­goría de “acu­mu­lación orig­i­nar­ia” para dar cuen­ta de la repro­duc­ción con­tin­ua de la sep­a­ración en cuan­to que fun­da­men­to de la relación social; por el otro, parece super­fluo intro­ducir un nue­vo con­cep­to para apre­hen­der fenó­menos extra­or­di­nar­ios de expropiación, pues éstos se encuen­tran supuestos y con­tenidos en la propia “acu­mu­lación de cap­i­tal”.

Esta escisión entre las condiciones de trabajo, por una parte, y los productores, por la otra, es lo que constituye el concepto del capital: se inaugura con la acumulación originaria, aparece luego como proceso constante en la acumulación y concentración del capital y se manifiesta aquí finalmente como centralización de capitales ya existentes en pocas manos y descapitalización de muchos (...) La acumulación del capital, verdadero fundamento del capital, presupone, por consiguiente, la relación capital-trabajo asalariado. Reproduce en una escala cada vez más amplia la separación y la fijación de la riqueza enfrentada al trabajo [Marx (Engels) 2007: 316].

Como se desprende del capí­tu­lo XXV del tomo I de El Cap­i­tal —“La teoría mod­er­na de la col­o­nización”—, Marx no resul­ta indifer­ente ante la posi­bil­i­dad de que, par­tien­do de sí mis­mo, el cap­i­tal abra nuevos espa­cios para la val­orización medi­ante mecan­is­mos vio­len­tos. Aho­ra bien, encon­trán­dose él ya pre­supuesto, el pro­ce­so mis­mo no puede estar sino dom­i­na­do por la lóg­i­ca de la val­orización, y, en vir­tud de tal dominio, adop­tar un carác­ter extra­or­di­nario.

Aunque en el mar­co de una críti­ca a los esque­mas de repro­duc­ción que resultó final­mente des­men­ti­da, Lux­em­bur­go pre­sen­ta una cor­rec­ta com­pren­sión con­cep­tu­al de este prob­le­ma. La auto­ra sostiene que la acu­mu­lación de cap­i­tal requiere tan­to de gru­pos sociales dis­tin­tos al cap­i­tal y al tra­ba­jo, como de espa­cios geográ­fi­cos no cap­i­tal­is­tas que for­men nuevos mer­ca­dos de mate­rias pri­mas y mano de obra. En este sen­ti­do,

...la producción capitalista ha estado calculada, en cuanto a sus formas de movimiento y leyes, desde el principio sobre la base de la tierra entera como almacén de fuerzas productivas. En su impulso hacia la apropiación de fuerzas productivas para fines de explotación, el capital recorre el mundo entero (el resaltado me pertenece) [Luxemburgo 1968: 323].

Así pues, la repro­duc­ción ampli­a­da bajo el dominio de la ley del val­or en los país­es cen­trales sólo sería posi­ble recre­an­do la escisión en el mun­do no cap­i­tal­ista. Inde­pen­di­en­te­mente de la per­ti­nen­cia actu­al de la división del mun­do entre metrópo­lis y regiones per­iféri­c­as, lo medu­lar del planteo es que aquí “no se tra­ta ya de la acu­mu­lación prim­i­ti­va, sino de una con­tin­uación del pro­ce­so has­ta hoy”, pues, ante los obstácu­los que impo­nen las modal­i­dades no cap­i­tal­is­tas de repro­duc­ción social, “el cap­i­tal no tiene (…) más solu­ción que la vio­len­cia, que con­sti­tuye un méto­do con­stante de acu­mu­lación de cap­i­tal en el pro­ce­so históri­co, no sólo en su géne­sis, sino en todo tiem­po, has­ta el día de hoy” (el resalta­do me pertenece) [ibíd.: 336–337].

Para Lux­em­bur­go, existe un vín­cu­lo indi­vis­i­ble entre “despos­esión” y explotación económi­ca. En con­se­cuen­cia, la reit­eración y pro­lif­eración de fenó­menos de apropiación vio­len­ta de fuerzas pro­duc­ti­vas, no con­duce a su “auton­o­mización” en cuan­to lóg­i­ca de acu­mu­lación, sino que supone y parte de un entre­laza­mien­to orgáni­co con la explotación que se desar­rol­la bajo la “coer­ción sor­da” de las rela­ciones económi­cas.

Por consiguiente, la acumulación capitalista tiene, como todo proceso histórico concreto, dos aspectos distintos. De un lado, tiene lugar en los sitios de producción de la plusvalía (…) Considerada así, la acumulación es un proceso puramente económico, cuya fase más importante se realiza entre los capitalistas y los trabajadores asalariados, pero que en ambas partes, en la fábrica como en el mercado, se mueve exclusivamente dentro de los límites del cambio de mercancías, del cambio de equivalencias. Paz, propiedad e igualdad reinan aquí como formas, y era menester la dialéctica afilada de un análisis científico para descubrir, cómo en la acumulación, el derecho de propiedad se convierte en apropiación de propiedad ajena, el cambio de mercancías en explotación, la igualdad en dominio de clases. El otro aspecto de la acumulación del capital se realiza entre el capital y las formas de producción no capitalistas. Este proceso se desarrolla en la escena mundial. Aquí reinan como métodos, la política colonial, el sistema de empréstitos internacionales, la política de intereses privados, la guerra. Aparecen aquí, sin disimulo, la violencia, el engaño, la opresión, la rapiña (el resaltado me pertenece) [ibíd.: 420-421].
Relectura conceptualmente informada

Entonces, en cuan­to que dimen­sión de la acu­mu­lación cap­i­tal­ista, los mecan­is­mos “extrae­conómi­cos” no son sino resul­ta­do de la lóg­i­ca de la relación social del cap­i­tal. Este es un vín­cu­lo que, espe­cial­mente a par­tir del planteo de Har­vey, puede ten­der a debil­i­tarse. Des­de la per­spec­ti­va de Marx y Lux­em­bur­go, en cam­bio, el análi­sis de la dis­olu­ción de rela­ciones sociales alter­na­ti­vas —así como de otros fenó­menos de apropiación vio­len­ta— es ine­scindible de la con­sid­eración su otro momen­to, el pro­ce­so económi­co de pro­duc­ción de plus­val­or. Especi­fique­mos este planteo en la sigu­iente reposi­ción.

En nue­stro caso, el con­fi­namien­to espa­cial ini­cial de los Kax­i­pay­iñ y Payne­mil tiene su ori­gen en la propia con­sol­i­dación del Esta­do y el cap­i­tal­is­mo argenti­nos a través del ejer­ci­cio de la coer­ción, el ase­gu­ramien­to de las fron­teras y el cer­camien­to de tier­ras. Con la Con­quista del Desier­to, cul­mi­na la “acu­mu­lación orig­i­nar­ia” en cuan­to tal. Luego, lo que se obser­va es que un fac­tor inmedi­a­to de la dis­olu­ción de las rela­ciones comu­ni­tarias en la “boca del pozo” está dado por la propia acu­mu­lación de YPF en cuan­to que cap­i­tal indi­vid­ual. Debido a las pecu­liari­dades de la indus­tria petrol­era, la pro­duc­ción de una masa acre­cen­ta­da de val­or en esta rama supone tan­to la expan­sión como la inten­si­fi­cación de las activi­dades en los yacimien­tos. Como hemos plantea­do, resul­ta una hipóte­sis plau­si­ble que la may­or parte de los impactos socio-ambi­en­tales reseña­dos se debiera, par­tic­u­lar­mente, a la lóg­i­ca de val­orización de las con­ce­siones abier­ta por las refor­mas neolib­erales. Si existe una ver­i­fi­ca­da cor­relación entre el aumen­to de la pro­duc­ción de hidro­car­buros y la mag­nifi­cación del daño ambi­en­tal, es posi­ble con­sid­er­ar, en efec­to, que la apropiación de la nat­u­raleza con­sus­tan­cial a la activi­dad de YPF como cap­i­tal, tendió a ampli­ar, a través de dis­tin­tos medios más o menos vio­len­tos e inmedi­atos, la “sep­a­ración” entre los comuneros mapuche y sus medios de pro­duc­ción y sub­sis­ten­cia.

El segun­do fac­tor de sep­a­ración, en cam­bio, refiere a la dinámi­ca gen­er­al de repro­duc­ción de las rela­ciones sociales cap­i­tal­is­tas, y nos colo­ca especí­fi­ca­mente en el planteo de Lux­em­bur­go. La apropiación de los recur­sos de Loma La Lata —así como el con­jun­to de la activi­dad petrol­era— debe con­sid­er­arse fun­cional al man­ten­imien­to de las “condi­ciones mate­ri­ales gen­erales de la pro­duc­ción” [Hirsch 1978]. Por efec­to del antag­o­nis­mo de clase y las com­pul­siones del mer­ca­do, la orga­ni­zación cap­i­tal­ista del tra­ba­jo avan­za hacia un per­fec­cionamien­to de su base cien­tí­fi­co-téc­ni­ca, así como hacia una acel­eración de la pro­duc­ción y cir­cu­lación de obje­tos de uso. Ello supone que, en cuan­to pro­ce­so “ter­mod­inámi­co”, la total­i­dad de la repro­duc­ción cap­i­tal­ista tien­da a una cre­ciente incor­po­ración de mate­ria y energía [Pérez Roig 2016]. En Argenti­na, como men­cionamos, la sat­is­fac­ción de este pre­rreq­ui­si­to mate­r­i­al implicó, en parte, una pro­gre­si­va “gasi­fi­cación” de la matriz energéti­ca para la cual Loma La Lata fue, indud­able­mente, “un almacén de fuerzas pro­duc­ti­vas para fines de explotación”. En este sen­ti­do, si la dis­olu­ción de rela­ciones comu­ni­tarias fue resul­ta­do inmedi­a­to de la activi­dad de YPF como cap­i­tal indi­vid­ual, a su vez, tam­bién es cier­to que, especí­fi­ca­mente medi­a­da por la inter­ven­ción del Esta­do en cuan­to que “garante” de los pre­rreq­ui­si­tos mate­ri­ales de la pro­duc­ción, aque­l­la rup­tura de vín­cu­los sociales tam­bién resultó insti­ga­da a través de dis­tin­tos medios por la sat­is­fac­ción de las necesi­dades energéti­cas gen­erales del “modo de acu­mu­lación” de cap­i­tal.

Conclusiones

A lo largo del pre­sente tra­ba­jo hemos abor­da­do un caso par­a­dig­máti­co de nue­stro cam­po de estu­dio, a par­tir de cuya base empíri­ca con­sid­er­amos posi­ble plantear una serie de hipóte­sis con­cep­tuales y de inves­ti­gación.

En primer lugar, vimos que el desem­bar­co y la activi­dad económi­ca de YPF en ter­ri­to­rio comu­ni­tario supusieron una rup­tura y una trans­for­ma­ción del vín­cu­lo ances­tral que los Kax­i­pay­iñ y Payne­mil man­tenían con sus medios de pro­duc­ción y sub­sis­ten­cia. Más allá de la adop­ción de dis­tin­tas medi­das com­pen­sato­rias, este pro­ce­so cobró una deci­di­da lóg­i­ca expropi­a­to­ria. Por un lado, los mecan­is­mos más “sutiles” de dis­olu­ción y difer­en­ciación social vehi­culiza­dos a través del dinero, fueron posi­bil­i­ta­dos por el pro­gre­si­vo dete­ri­oro del ambi­ente, base de sus­tentación económi­ca y artic­u­lación políti­ca, cul­tur­al e iden­ti­taria de las comu­nidades. Por el otro, todo ello supu­so un desconocimien­to de la ocu­pación ter­ri­to­r­i­al orig­i­nar­ia de los mapuche, cuya ulti­ma ratio fue la ame­naza o la coac­ción direc­ta del Esta­do. Vimos que, en su ver­sión más desem­boza­da, esta garan­tía se expresó en la mil­i­ta­rización del ter­ri­to­rio y en el ase­gu­ramien­to por vía repre­si­va de la “nor­mal” explotación del yacimien­to.

En segun­do lugar, inscribi­mos este caso en el debate acer­ca de la vigen­cia de los medios extrae­conómi­cos como mecan­is­mos de acu­mu­lación. Nue­stro interés aquí fue abrir una polémi­ca respec­to de la iden­ti­fi­cación de dos prob­le­mas: la con­ver­sión de la “acu­mu­lación orig­i­nar­ia” en una cat­e­goría tran­shistóri­ca y la intro­duc­ción de un nue­vo con­cep­to que tiende a gener­ar una dis­con­tinuidad entre las lóg­i­cas com­pren­di­das por la acu­mu­lación de cap­i­tal. Como primera aprox­i­mación a esta dis­cusión, tra­ba­jamos con las con­cep­tu­al­iza­ciones de Marx y Lux­em­bur­go. En ambos casos, vimos que la “acu­mu­lación orig­i­nar­ia” refiere a un pro­ce­so históri­co com­ple­jo de con­sti­tu­ción de las rela­ciones sociales cap­i­tal­is­tas y sus for­mas. Sin embar­go, ello no impli­ca que, una vez pro­duci­da esa géne­sis, deban con­sid­er­arse per­im­i­dos los pro­ce­sos de acu­mu­lación por medios extrae­conómi­cos. En real­i­dad, debe­mos reten­er que el núcleo de las argu­menta­ciones de Marx y Lux­em­bur­go sobre este tema es que dichos mecan­is­mos se entre­lazan orgáni­ca­mente con la pro­duc­ción de plus­val­or, es decir, con la lóg­i­ca especí­fi­ca­mente cap­i­tal­ista de pro­duc­ción y apropiación de exce­dentes económi­cos. Es en vir­tud de tal entre­laza­mien­to que se encuen­tran sub­or­di­na­dos y adquieren un carác­ter extra­or­di­nario.

Enten­demos que esta hipóte­sis con­cep­tu­al se ha vis­i­bi­liza­do en el desar­rol­lo del caso. En efec­to, resul­ta posi­ble afir­mar que la dis­olu­ción de las rela­ciones comu­ni­tarias en la “boca del pozo” se encuen­tra insti­ga­da por la explotación cap­i­tal­ista de Loma La Lata en dos sen­ti­dos com­ple­men­tar­ios. En un modo direc­to, debido a la acu­mu­lación de YPF en cuan­to cap­i­tal indi­vid­ual. No es casu­al, a propósi­to, que exis­tan indi­cios acer­ca de la gen­eración de may­ores impactos ambi­en­tales con pos­te­ri­or­i­dad a la pri­va­ti­zación de la com­pañía, ni que el con­flic­to se agudizara en el mar­co de nuevos planes de desar­rol­lo que bus­ca­ban max­i­mizar la extrac­ción de hidro­car­buros. En un sen­ti­do más amplio, asimis­mo, la apropiación de los recur­sos de Loma La Lata debe con­sid­er­arse parte de las condi­ciones mate­ri­ales gen­erales de la pro­duc­ción de cap­i­tal. En Argenti­na, como hemos señal­a­do, la sat­is­fac­ción de este pre­rreq­ui­si­to mate­r­i­al derivó en una pro­gre­si­va “gasi­fi­cación” de la matriz energéti­ca, para la cual adquir­ió un carác­ter espe­cial­mente grav­i­tante la explotación de Loma La Lata.

Esta primera con­clusión resul­ta pro­duc­ti­va de cara a nue­stro futuro abor­da­je teóri­co. Allí, además de desar­rol­lar in exten­so las lec­turas y prob­le­mas esquemáti­ca­mente pre­sen­ta­dos, podremos eval­u­ar de qué man­era han inci­di­do en la “recep­ción lati­noamer­i­cana” del debate. No son pocos quienes, en el mar­co de una inter­pretación que —genéri­ca­mente— define como “neoex­trac­tivista” el cur­so económi­co asum­i­do por los país­es de la región des­de comien­zos del siglo XXI, han apela­do de una u otra for­ma a la noción de despo­jo [Gudy­nas 2009; Acos­ta 2012; Macha­do Aráoz 2013; Svam­pa 2013; entre otros]. Pri­ma facie, en esta per­spec­ti­va pare­cen exas­per­arse las aporías de las con­cep­tu­al­iza­ciones ante­ri­ores: la despos­esión ocu­paría defin­i­ti­va­mente el lugar de la explotación económi­ca como lóg­i­ca dom­i­nante de la acu­mu­lación; el cen­tro de gravedad del con­flic­to se desplazaría des­de la con­tradic­ción capital/trabajo tan­to hacia la expropiación/defensa de los “bienes comunes” —enten­di­dos en un sen­ti­do amplio—, como hacia la gestación/ruptura de vín­cu­los “neo­colo­niales” entre Esta­dos; y la pre­sun­ción de una inser­ción region­al homogénea en el mer­ca­do mundi­al en base a la exportación a gran escala de diver­sos com­modi­ties, con­duciría a una lec­tura del “rég­i­men de acu­mu­lación” basa­da en la esfera de la cir­cu­lación, en lugar de par­tir de la con­for­ma­da por la pro­duc­ción.

En este sen­ti­do, será per­ti­nente inda­gar y con­trastar cómo nues­tra con­clusión acer­ca de la exis­ten­cia de un vín­cu­lo orgáni­co entre explotación y despo­jo toma cuer­po ya no en un caso o en un sec­tor especí­fi­co de la pro­duc­ción, sino en una con­cep­ción más amplia del desar­rol­lo cap­i­tal­ista con­tem­porá­neo. Ello supon­drá abrir y enrique­cer el debate medi­ante la incor­po­ración de otro tipo de con­sid­era­ciones, tan­to metodológ­i­cas, respec­to de las rela­ciones sociales de pro­duc­ción como pun­to de par­ti­da analíti­co y sus con­se­cuen­cias para el recorte de la unidad de análi­sis, como con­cep­tuales, a propósi­to de la relación abstrac­ta e históri­co-conc­re­ta entre Esta­do y cap­i­tal.

 Citas

* Licen­ci­a­do en Cien­cia Políti­ca, Magíster en Inves­ti­gación en Cien­cias Sociales y Doc­tor en Cien­cias Sociales. UBA (Uni­ver­si­dad de Buenos Aires), Argenti­na. Coor­di­nador Académi­co e Interin­sti­tu­cional de la Maestría en Desar­rol­lo Ter­ri­to­r­i­al y Urbano UNQ (Uni­ver­si­dad Nacional de Quilmes), Argenti­na. Direc­ción de con­tac­to: diegoperezroig@gmail.com

[1] CIDH, causa Nº 12.010.

[2] En el caso de los Kax­i­pay­iñ, el reconocimien­to como comu­nidad y propi­etar­ios de las tier­ras se pro­duciría recién en la déca­da del noven­ta, en el mar­co del con­flic­to por la insta­lación del proyec­to MEGA [Sánchez 1999; Radovich y Bal­a­zote 2001].

[3] Decre­to-ley Nº 1.307 y Ley Nº 17.574.

[4] Ello pese a que, en 1964, el Decre­to provin­cial Nº 737 había esta­tu­i­do un rég­i­men de “reser­vas indí­ge­nas” que reconocía poco menos de 5.000 has. a las famil­ias de la comu­nidad Payne­mil.

[5] Fuente: Min­is­te­rio de Energía y Min­ería de la Nación.

[6] Fuente: Bal­ance Energéti­co Nacional, Sec­re­taría de Energía de la Nación.

[7] Fuente: Sub­sec­re­taría de Com­bustibles de la Nación.

[8] Entre 1990–1993, en el mar­co de la desreg­u­lación y aper­tu­ra a la com­pe­ten­cia inter­na­cional del sec­tor hidro­car­burífero argenti­no, YPF atrav­esó un pro­ce­so glob­al de reestruc­turación y pri­va­ti­zación, sim­i­lar al que tran­si­taron otras com­pañías petrol­eras estatales lati­noamer­i­canas. Pos­te­ri­or­mente, acu­ci­a­do por los dese­qui­lib­rios del Plan de Con­vert­ibil­i­dad, el Esta­do fue desprendién­dose pro­gre­si­va­mente de su par­tic­i­pación accionar­ia. En 1999, luego de suce­si­vas ofer­tas públi­cas, YPF quedó bajo con­trol de la españo­la Rep­sol.

[9] A los seis meses de for­mal­iza­da la prór­ro­ga de la con­ce­sión, el Direc­tor Gen­er­al de Explo­ración y Explotación para Améri­ca Lati­na de Rep­sol-YPF rev­eló que el obje­ti­vo de la com­pañía era trip­licar la exportación del gas neuquino al sur de Brasil [Río Negro 21/7/2001].

[10] Las esti­ma­ciones se basaron en el rel­e­vamien­to de los depar­ta­men­tos Pehuench­es y Añe­lo, sien­do este últi­mo en el que se ubi­ca la por­ción norte del yacimien­to Loma La Lata.

[11] La pro­visión de agua en bidones estu­vo vigente has­ta sep­tiem­bre de 2009, ya que recién entonces pudo demostrarse la cal­i­dad del agua de la plan­ta.

[12] CIDH: La Causa Nº 12.010 Comu­nidades mapuche Payne­mil y Kax­i­pay­iñ – Neuquén, Argenti­na. Reseña de los hechos, Dra. Nara Osés y Dr. Car­los Falaschi.

[13] Entre­vis­tas real­izadas en la ciu­dad de Neuquén en noviem­bre de 2009 y diciem­bre de 2013.

[14] Para­le­la­mente, en abril de 2002, la Con­fed­eración Indí­ge­na Neuquina y las comu­nidades radi­caron una denun­cia civ­il con­tra YPF en la jus­ti­cia provin­cial. En la actu­al­i­dad, luego de suce­si­vas apela­ciones e inter­ven­ciones de la jus­ti­cia fed­er­al y la propia Corte Supre­ma de Jus­ti­cia de la Nación, la causa trami­ta en el Juz­ga­do Fed­er­al de Primera Instan­cia Nº 1 de Neuquén.

[15] Río Negro 30/10/2001.

[16] Río Negro 31/10/2001.

[17] Ver, por ejem­p­lo, Río Negro 16/5/2002; 3/8/2012.

[18] Entre­vista real­iza­da en ter­ri­to­rio comu­ni­tario en agos­to de 2011.

[19] “Eval­u­ación del impacto socio-ambi­en­tal de la activi­dad hidro­car­burífera en las comu­nidades mapuch­es y sus ter­ri­to­rios. Loma de La Lata, Neuquén, Argenti­na”, coor­di­na­do por el docente e inves­ti­gador de la Uni­ver­si­dad Nacional del Com­ahue, Dr. Car­los Falaschi. “Eval­u­ación del daño cultural/ambiental por la activi­dad petrol­era en la región Loma La Lata/Neuquén. Ter­ri­to­rio Payne­mil y Kax­i­pay­iñ”, real­iza­do por la con­sul­to­ra ale­m­ana Umweltschutz. Ambos fueron resul­ta­do de un acta-acuer­do fir­ma­da por Rep­sol YPF y las comu­nidades el 7 de sep­tiem­bre de 2000. En el actu­al aparta­do nos basamos en los datos pre­sentes en ambos informes.

[20] El obje­ti­vo era sacar prove­cho de las difer­en­cias exis­tentes entre las comu­nidades en relación al Esta­do. Mien­tras los Payne­mil con­ta­ban con un reconocimien­to estatal de más larga data, títu­lo de propiedad y delim­itación cat­a­stral del ter­ri­to­rio, los Kax­i­pay­iñ habían sido recien­te­mente recono­ci­dos como comu­nidad y no disponían de títu­los ni delim­itación de su espa­cio ter­ri­to­r­i­al.

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Cómo citar ¬

Diego Pérez Roig, «Explotación de hidrocarburos y acumulación por medios extraeconómicos en la Patagonia argentina. El caso de las comunidades mapuche Kaxipayiñ y Paynemil», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-13/dossier-lopez-flores/
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