Crítica del libro Trabajadores y sindicatos en Latinoamérica♣
Laura Caruso*
Recibido: 27 de noviembre de 2018
Aceptado: 23 de diciembre de 2018
En los últimos años la reflexión en torno a los y las trabajadoras y sus organizaciones ha experimentado una fuerte reanimación en el campo de las ciencias sociales en general, y la historia en particular, en la Argentina. Tal dinamismo gira en gran medida en torno la revisión de las escalas, experiencias y sujetos. Ese es el marco de producción del cual da cuenta el libro compilado recientemente por Silvia Simonassi y Daniel Dicósimo, Trabajadores y sindicatos en Latinoamérica y editado por Imago Mundi.
La compilación reúne quince trabajos surgidos del workshop “Trabajadores, empresarios y comunidades obreras: conceptos, problemas y escalas de análisis”, el cuarto en su tipo, que nucleó a diversos investigadores, investigadoras y tesistas de universidades de la Provincia de Buenos Aires, Rosario, Patagonia y países limítrofes como Uruguay, Brasil y Chile. Continuando en la línea del trabajo colectivo y múltiple vertido en una primera publicación,[1] este nuevo libro consolida un proceso de diálogo formativo, resultando una obra verdaderamente coral, en palabras de sus compiladores, e interdisciplinaria, donde desde la historia, la sociología y la antropología se aborda la experiencia de diversos grupos obreros y sindicatos latinoamericanos desde fines del XIX hasta el siglo XXI.
Una de las primeras apuestas identificables de la compilación es la de reponer la escala regional latinoamericana, reforzando diálogos y puentes entre los estudios al interior de nuestra región, los que lejos de estar agotados, se desdibujan o subsumen en las propuestas sugerentes de la historia global o trasnacional. Los trabajos aquí reunidos muestran en cambio lo mucho que puede aportar la historia social del trabajo pensada desde y en América Latina a aquellas perspectivas. En esa redimensionada aproximación regional, el libro estructura la región y la reflexión corriendo a la Ciudad de Buenos Aires y su producción historiográfica del centro de enunciación, generando otros diálogos entre espacios y experiencias. Esto no implica por caso excluir a dicha ciudad del análisis; el corrimiento consiste en todo caso en colocarla como un espacio más en la geografía que recorre el libro.
La apuesta general del libro –y el desafío de reseñarlo- puede medirse en la cantidad de capítulos que contiene, en las regiones y casos revisados, y sobre todo, en el tiempo extenso que recorre, que va desde la problematización del no-trabajo y la construcción estatal y estadística del desocupado en Chile y Argentina a fines de siglo XIX hasta la conformación de sindicatos globales en el marco de cadenas productivas mundiales de la siderurgia del siglo XXI. Por cierto, tal apuesta se concreta en una particular estructura, que guía y ordena la lectura ya desde la introducción: cuatro apartados temáticos agrupan al conjunto de los trabajos, estableciendo ciertos diálogos — por sobre otros posibles- entre ellos. El primer apartado, compuesto por cuatro trabajos que navegan desde la historia social por la política en torno al desocupado y por diversas comunidades obreras en momentos de crisis y desestructuración. En el primer capítulo, Ángela Vergara problematiza la definición, medición y políticas desarrolladas sobre la figura / categoría del desocupado en Chile y Argentina desde los inicios del siglo XX, identificando un momento de estabilización o consenso sobre quien es desocupado, como se concibió estatal, estadística y políticamente dicha condición desde los estados nacionales. El capítulo ensaya una suerte de historia del desempleo desde la óptica estatal, una de las múltiples voces desde las cuales puede pensarse el problema, para mostrarnos en principio tres cuestiones centrales: evidenciar como la experiencia de la desocupación preexiste a su categorización, como la inicial forma estatal de abordarlo fue a través de la medición, cuantificación y control, focalizando en las agencias de colocación y el seguro de desempleo. Tercero, dar lugar a un denso entramado de agencias estatales, expertos y organismos internacionales como la OIT que participaron en la conceptualización y construcción de políticas para el desempleo. Advierte también sobre la vinculación en torno a los momentos de crisis mundial y la construcción de una mirada estatal sobre el desempleo, que en América Latina fue concebida de manera prevaleciente como un problema involuntario y social, pero coyuntural y pasajero.
Por su parte, Rodolfo Porrini analiza en el capítulo 2 la historia del barrio-comunidad de El Cerro en Montevideo en las décadas intermedias del siglo XX. A partir de testimonios, memorias y entrevistas, junto a boletines de empresa, prensa y fotografías, se piensa aquí la experiencia obrera y la movilización articulada ante la reestructuración y cierre del frigorífico local desde los años 50, su impacto en las formas de protesta barriales, en la organización gremial y en las demandas obreras, analizando las disputas intergremiales y la participación de las mujeres en ese proceso que transformó aquel barrio ya en los setentas, el cual dejó de ser el lugar de trabajo y de vida obrera, perdiendo su condición comunitaria. De esta forma el caso de El Cerro permite pensar la comunidad obrera conceptual, histórica y geográficamente situada, redefiniendo su ciclo histórico y el sujeto que la produce y habita, las y los trabajadores nucleados en torno al frigorífico, junto a vecinos, comerciantes y otros identificados ‑dentro y fuera del lugar de trabajo- con la protesta obrera y sus demandas.
En el capítulo 3 Raphael da Costa Lima se sitúa en la comunidad de Volta Redonda (RJ) configurada en torno a la Compañía Siderúrgica Nacional privatizada a comienzos de los 90, para pensar las reconfiguraciones identitarias y las demandas de los y las trabajadoras de la localidad. Desde el paradigma de las company town, el autor sostiene que aún tras la privatización, e incluso tras el divorcio aparente entre la ciudad y la compañía, entre el vivir y el trabajar, dicha ciudad pervivió bajo los aspectos simbólicos y la cultura de clase marcada por aquella industria, en tanto company town. Construida por criterios políticos en la segunda posguerra como compañía estatal, Allí en Volta Redonda se generó entonces un amplio movimiento de oposición, donde las instituciones tradicionales como el sindicato perdieron centralidad y dinamismo, para dar paso a nuevos sujetos y demandas: el derecho a la ciudad, al acceso a aquellos espacios privatizados junto con la compañía, donde funcionaban nodos comunitarios de sociabilidad como clubes y espacios verdes. De este reclamo colectivo por la devolución de tierras antes públicas surgió en 2015 el Colectivo Terras da Volta, nucleando otros movimiento desplegados en la “ciudad del acero”, compuesto por universitarios, profesionales, trabajadores y movimientos sociales locales, que constituye el corolario del proceso analizado.
Este primer apartado cierra con el capítulo 4, donde Daniel Cabral Márquez refiere a las comunidades petroleras de la Patagonia argentina en clave historiográfica y en el marco de la comparación con otras regiones de América Latina, también de la mano del concepto de company towns. En esta revisión se da cuenta de los diversos registros generados sobre las comunidades petroleras patagónicas, que van desde un relato periodístico histórico-conmemorativo, hasta su configuración en objeto / tema de las ciencias sociales, que dieron pie a diversas explicaciones paradigmáticas amparadas en la anormalidad, o desarraigo para caracterizarlas. Otro eje lo constituye la historia de las empresas estatales, como es el caso de YPF que está en el centro de las preocupaciones del autor, historia que por cierto ha tenido escaso desarrollo en nuestro campo. Sobre esta base el autor analiza el trauma social y comunitario del proceso privatizador de los años 90, la emergencia de nuevos movimientos y actores, y la posterior “petrolarización” de los años 2000, con la puesta en valor del petróleo desde lo histórico, económico, social y cultural en esas localidades, con marcas también en el registro de las ciencias sociales. Cierra el capítulo una reflexión inquietante sobre el estado de desprotección de los archivos de la empresa YPF, su fragmentación jurisdiccional /regional y el acceso inexistente a las empresas de carácter privado y su acervo documental.
El segundo apartado del libro reúne trabajos que reflexionan sobre la dimensión política de la experiencia obrera, en tres realidades espacio temporales diversas. Patricio Herrera González analiza en el capítulo 5 los supuestos y acciones que dieron forma al programa y organización de la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), durante la segunda posguerra. Siguiendo diversas instancias de construcción tales como el Congreso Indigenista de 1940, las reuniones de la propia central y su participación en las Conferencias Regionales del Trabajo impulsadas por la OIT, identifica actores y dinámicas diversas de construcción de la CTAL. Esto le permite a Herrera mostrar las múltiples dimensiones de esa experiencia regional, como la buscada participación y fortalecimiento de las centrales nacionales de los países participantes, las consideraciones del problema del campesinado y la cuestión indígena en el espacio latinoamericano y sus sujetos. Este argumento consolida su discusión historiográfica, central en el texto aunque no explicitada: discutir la lectura meramente política e instrumental de la CTAL como producto de la militancia partidaria comunista. Por el contrario, el trabajo muestra el arraigo profundo de la CTAL en relación al mundo del trabajo en la región, su conocimiento, y la articulación de políticas en función de su programa. El rescate histórico de esta experiencia plantea así una fuerte diferenciación de sus dimensiones políticas y sindicales, las que ni autónomas ni escindibles, ameritan una revisión para calibrar su vinculación y periodización, identificando momentos de mayor cercanía y direccionalidades cambiantes y mutuas.
Sobre la política gremial del PRT-ERP entre 1965 y 1976, Laura Scoppetta y Pablo Torres en el capítulo 6 focalizan en la relación existente entre la construcción del partido y la política sindical. Los autores reconstruyen la lectura de la realidad nacional producida por el partido para identificar allí posiciones sobre el sujeto revolucionario y el despliegue de una política propia en el frente sindical y sus transformaciones en cada coyuntura, por cierto vertiginosa y cambiante, de los primeros años 70 en Argentina. A partir de una revisión historiográfica, junto al análisis de ciertos documentos internos, los autores muestran los distintos desplazamientos en la línea política del partido, y su corrimiento desde el mundo obrero rural hacia el ámbito fabril urbano, sus formas y momentos. El PRT leyó la realidad nacional de una manera particular y desplegó en función de estas un vínculo con la clase trabajador; esta es la idea estructurante del trabajo que, en definitiva, quiere discutir la tesis de la plena autonomía del PRT en función de la clase trabajadora, mostrando que, entre el militarismo y el sindicalismo, existió una mirada atenta y reflexiva del partido sobre la clase, la dictadura, y el cambio de condiciones y etapas. Así, en contraste, el trabajo de Scoppetta y Torre busca reponer la centralidad y organicidad del vínculo de la experiencia obrera con las corrientes políticas, una relación clave basada en la politización y politicidad de dicha experiencia, que invita a revisar una vez más el vínculo partido-sindicatos, en sentido inverso al buscado en el capítulo anterior, donde se pensaba de manera más diluida la acción y agencia del Partido Comunista en la interpretación histórica de la CTAL.
En el capítulo 7 que da cierre a esta segunda parte Andrés Carminati pone en el foco a otro sujeto de la trama de relaciones constitutivas del mundo del trabajo: los empresarios y sus organizaciones corporativas, su acción desplegada en la configuración en distintos momentos y fases de un consenso político y civil a través de múltiples voces, incluídas ciertas dirigencias sindicales, políticos y gubernamentales a escala local y nacional, en torno al “enemigo interno” empresarial, entendido como la “subversión industrial” o guerrilla fabril, que, como efecto buscado o no, coloca en primer plano la responsabilidad empresarial y civil en la represión y perpetración del terrorismo de estado. En los años que van desde 1974 al momento del golpe, tomando como base sucesos, enunciaciones y enunciantes en torno a la UOM Villa Constitución en cruce con discursos, declaraciones y textos de este conjunto de actores, Carminati muestra la construcción y transformación de los argumentos y figuras que se tejen en torno al ausentismo antipatriótico en las fábricas, y culminan en la guerrilla o subversión industrial, figuras políticas producto de un coro de voces que confluyeron y sumaron elementos en la construcción pública de consenso sobre el terror estatal, voces rastreadas de manera cuidadosa por el autor incluso en documentos desclasificados del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Un juego explícito de escalas de análisis hilvana la tercera parte del libro, que contiene miradas sobre la conflictividad a escala micro, en el lugar del trabajo, en la localidad y la región en tres capítulos diversos. Laura Badaloni escudriña en el capítulo 8 las huelgas en el Ferrocarril Central Argentino en Rosario y Pérez, conflictos previos a la huelga general ferroviaria de septiembre de 1917. En el análisis se evidencia la riqueza de analizar la protesta en y desde el lugar de trabajo, visibilizando dirigentes, relaciones, realidades y dinámicas particulares. La autora logra cuantificar los despidos a consecuencia de la crisis de la Primera Guerra Mundial y su vinculación con la reestructuración del trabajo ferroviario. En este proceso se destaca la figura del ingeniero inglés Cruouch, quien ejecuta y personifica una particular cultura empresarial en esa coyuntura, y muestra las prácticas y formas diversas en las que se construye la autoridad patronal, sobre un juego de fragmentaciones vinculadas al proceso de trabajo, los grupos obreros y sus calificaciones y alianzas, para construir un mayor control y disciplinamiento en aquel mundo del riel sobre el que aún resta una densa y exhaustiva historia.
Luciano Barandiarán por su parte analiza históricamente la formación y composición de la clase obrera tandilense, y las maneras particulares en que allí se construyeron las huelgas generales de los años 20. El trabajo dota de visibilidad a dichas huelgas y su expresión en la ciudad, con una clara preocupación historiográfica en torno a restituir a los “tranquilos 20” una dimensión conflictiva, mostrando la movilización obrera en torno a coyunturas nacionales e internacionales, como fueron en 1923 el asesinato de Kurt Wilckens, en 1924 el paro en contra de Ley de Jubilaciones, y en 1927 el reclamo contra la ejecución de Sacco y Vanzetti. En el despliegue del capítulo el autor logra mostrar como el mirar “huelgas nacionales” desde una geografía distinta da cuenta de la heterogeneidad de tiempos y formas de la protesta obrera, repensando al mismo tiempo su carácter “nacional”. Cierra este tercer apartado el capítulo 10, en el cual Silvia Simonassi y Verónica Vogelmann analizan la conflictividad desatada en la ciudad de Rosario en el período 1955–62, coyuntura por demás conflictiva y relativamente poco estudiada en sus formas y experiencias locales. De manera novedosa y sugerente, el trabajo muestra momentos y espacios diversos de la protesta inmediata al golpe de 1955: si en un primer momento la calle y los barrios fueron el espacio privilegiado, con el cambio de año en 1956, el escenario y protagonismo se trasladó a los lugares de trabajo, con el despliegue de sus formas habituales ausentismo, sabotajes, huelgas, paros por secciones para resistir y combatir la reestructuración industrial y estatal municipal y provincial. Además de dar luz a la trama de experiencia local, el trabajo logra identificar y analizar las continuidades existentes entre las políticas racionalizadoras, materializadas en despidos, diversas reducciones de salario, condiciones y antigüedad, entre otras, sostenidas e implementadas por la dictadura y el desarrollismo desplegado por el gobierno de Frondizi, tanto en gremios industriales, como la industria frigorífica y metalúrgica, como en el estado, evidenciado en los casos del empleo municipal y la docencia. Tales conflictos derivan en una crisis política local y la intervención de la ciudad, lo cual permite a las autoras redimensionar las luchas obreras que confrontaron las políticas de racionalización y sus resultados diversos a nivel local y nacional.
El cuarto y último apartado, titulado “Transformaciones en el accionar sindical en la historia reciente: entre lo local, lo nacional y lo transnacional” se reflexiona sobre la historia del sindicalismo, sus transformaciones y agencias en las últimas décadas. En los cinco capítulos que lo componen toman pleno cuerpo y protagonismo las juventudes, la precariedad y la globalización. Es posible allí repensar el periodo iniciado en los años 90 en una escala que va de lo municipal a lo global. En el capítulo 11 Florencia Minardo aborda los programas de empleo desarrollados en la ciudad de Tandil entre 1994 y 2007, sus nuevas dinámicas, sujetos y respuestas de los sindicatos. Allí se ilumina una experiencia local de respuesta a transformaciones estructurales nacionales, cuando no mundiales, vistas desde el estado municipal: la reforma del estado y la precarización, formadoras de programas locales en los que emerge la flexibilización, las cesantías, los servicios comunitarios, y diversas formas en que el propio estado institucionaliza la precariedad del trabajo en esos años. Esta idea fuerte del análisis, la institucionalización del trabajo precario por parte del estado municipal, incluye al sindicato municipal; este último con posiciones ambiguas entre la solidaridad con los precarizados y su demanda de planta permanente, y la construcción de segmentaciones o fronteras en el propio mundo del trabajo y su exclusión, ambigüedad que caracterizó los conflictos en el período 2002–2007, con matices entre los casos de los trabajadores del cementerio y las trabajadoras becarias del área de minoridad. Entre otros, surge aquí el interrogante en torno al género como elemento constitutivo de la diversidad de esta experiencia dispar de la precarización, experiencia analizada tanto en su materialidad y condiciones objetivas como en su dimensión subjetiva, la huella presente en sentimientos de insatisfacción, incertidumbre, desconocimiento de representaciones sindicales.
Marina Adamini en el capítulo 12 titulado “En los márgenes de la revitalización sindical: acciones y organizaciones colectivas de jóvenes trabajadores precarizados durante el período kirchnerista”, aborda los casos de Jóvenes Científicos Precarizados y los trabajadores de los call-centers organizados en la Coordinadora de Trabajadores Precarizados, ambos afincados en la Ciudad de Buenos Aires. Desde la teoría de la acción colectiva la autora piensa la acción y organización de estos jóvenes como constitutivas de las márgenes del paradigma de la revitalización sindical, considerándolos como parte de una revitalización periférica, definida por la carencia de derechos y relaciones laborales básicas, y caracterizada por nuevas prácticas sindicales democráticas y autonomistas. Se muestra en definitiva un proceso de renovación del movimiento sindical desde sus márgenes, en un contexto de crecimiento sobre la base de la continuidad nodal del empleo precarizado. Esa renovación proviene de un mundo del trabajo juvenil, precario, con una fuerte segmentación e intersección etárea en la experiencia obrera, con organizaciones sindicales informales que suman repertorios de protesta novedosos, performances artísticas, que combinan un repertorio tradicional sindical con un fuerte activismo cultural.
En otra clave, el capítulo 13 a cargo de Santiago Duhalde, brinda una mirada teóricamente informada en torno a los recursos de poder y de organización, mostrando la centralidad de las relaciones y dinámicas internas de un sindicato a la hora de pensar su acción, su experiencia, y sobre todo, analizar la eficacia de su política. El caso analizado es la experiencia de la Junta Interna de delegados de base de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) del Ministerio Desarrollo Social de la Nación entre 1997 y 2009, a partir del cual se muestra su heterogeneidad política interna, las diversas trayectorias y formaciones de sus miembros, su dinámica y articulación en la definición de una estrategia y de su acción, y sobre todo, las etapas que atraviesa esa experiencia, no sólo en función de los cambios en el gobierno nacional y contexto ministerial, sino y sobre todo en función de las relaciones y posiciones al interior del gremio, sus dinámicas, disputas y afinidades.
Los últimos dos capítulos que cierran la compilación ponen el foco en temas claves del mundo laboral: la formación sindical y la organización globalizada. Daniel Dicósimo indaga en el capítulo 14 la experiencia de los centros de formación sindical como respuesta a la flexibilización en los años 90, una reacción o herramienta para informarse, prepararse, resistir y/o negociar, estrategia gremial ampliada y renovada ante la nueva etapa y la política laboral neoliberal. Esta estrategia supone una relación entre dos campos distintos, el de los expertos y profesionales y el mundo sindical, relación que data de comienzos de siglo XX y cuya genealogía Dicósimo recupera. En los diversos casos de la CGT, el MTA y la CTA en particular, se mira las formas y casos de incorporación de centros de estudio y formación gremial, la incorporación de sectores no obreros para articular una respuesta política a nivel local, nacional, e internacional a la situación estructural de flexibilización laboral, proceso que incluye a la OIT como arena de formación, legitimación y negociación. EL trabajo pasa revista de diversos casos, entre los que se destaca el Centro de Estudios de Formación Sindical creado en 1982 en Villa Constitución. Allí es posible identificar el pasaje de una función política a otra, de la trasmisión de una experiencia militante combativa en los años 80 al estudio e información profesional ante la reestructuración productiva y la necesidad de formarse e informarse de una nueva manera para las negociaciones colectivas en los 90.
En el último capítulo Julia Soul aborda las redes sindicales globales en este caso en el sector siderúrgico, dando cuenta de una nueva forma gremial que permite discutir de manera articulada ante las empresas multinacionales. Lejos de las federaciones internacionales por sector como las del transporte, que datan incluso de fines del siglo XIX y nucleaban a sindicatos nacionales, y lejos también de los espacios institucionales y la estructura que la propia empresa propone para incorporar la representación sindical, estas nuevas formas organizacionales surgen del desdibujamiento de la rama/sector y las fronteras nacionales en la configuración de la cadena productiva. El caso siderúrgico de Tenaris y Gerdau analizados muestra la imposibilidad de disputar condiciones de trabajo y salariales sobre antiguas bases industriales/sectoriales, y a la vez la diversidad de las experiencias desarrolladas. El capítulo nos para así frente a un fuerte proceso actual de reorganización de la clase trabajadora mundial y la configuración de nuevas formas sindicales en torno a las cadenas de procesos de trabajo y valorización globales. Desde los primeros años del siglo XXI se despliegan estas redes, con su propia agenda (en abierto dialogo con la OIT) centradas en cierto tipo de acciones globales como campañas en torno al trabajo femenino y juvenil.
Tras este no tan breve pero necesario repaso por los temas, capítulos y perspectivas desplegadas en la compilación, es posible afirmar que el libro coloca el foco en la trama social y sindical del mundo del trabajo en la región latinoamericana, a los estados nacional y municipal, a los empresarios, partidos y gremios nacionales y sindicatos de base, municipales, nacionales y regionales, y al mismo tiempo marca los tiempos y formas de la precarización y las márgenes de ese mundo obrero, la desocupación y la represión. En suma, identifica y ordena una serie de problemáticas nodales en la historiografía obrera.
También es posible identificar en el conjunto de trabajos momentos estructurantes globales de la experiencia obrera que son vistos desde otras latitudes y conexiones: coyunturas como las crisis de la primera guerra, la de inicios de los 30 o la segunda posguerra son delineadas en diversos trabajos. Con mayor énfasis pueden visualizarse los momentos de reorganización productiva en torno a los años 50, o a los 90, a través de procesos estructurales que globalmente han reconfigurado de manera diversa a amplios sectores del trabajo, generando demandas y activando subjetividades múltiples (obreras, estatales, empresariales) ante su impacto local y regional en las formas productivas, en las relaciones y experiencia laborales, en la organización y la formas de lucha. Dichos momentos que atraviesan el libro muestran una fuerte vinculación con los cambios en los procesos productivos, procesos de trabajo y estructuración de cada sector, y su impacto, respuestas, y las agencias de los trabajadores involucrados. Así lo muestra la protesta ferroviaria en Rosario durante la Primera Guerra Mundial, y las técnicas de racionalización del trabajo implementadas por Crouch, produciendo nuevos desocupados que están siendo medidos y catalogados por los estados nacionales. Otra muestra es la restructuración productiva y la racionalización ante la crisis en los años 60 tanto en la industria frigorífica, metalúrgica, como en la docencia y el empleo estatal en Rosario, pero también en El Cerro montevideano. Un nuevo momento se presenta ante la crisis y las políticas neoliberales en la década de 1990, cuando tanto en la Patagonia y las comunidades petroleras, la siderúrgica y privatizaciones en Volta Redonda en Brasil, en la reconfiguración del empleo público en Tandil, impacta una situación estructural que reconfigura sujetos y políticas gremiales y comunitarias.
Como propusimos en el inicio, pensar este libro como puerta de entrada al campo historiográfico y su producción, en cierto sentido permite identificar también las vacancias o sostenidas ausencias, que en este caso giran en torno al mundo del trabajo rural y a la mirada desde el género para interpretar los grandes procesos y experiencias a las que el libro refiere. Sobre el mundo obrero rural, hay huellas en diversos capítulos que permiten formular la pregunta, como la consideración del problema campesino e indígena por la CTAL en los años 40, por mencionar alguna de peso. Sobre cuestiones de género, hay referencias explícitas, como es el caso del trabajo de Porrini es donde aparece con más claridad la pregunta por la participación de las mujeres, su presencia en la industria frigorífica por sección ‑las friyeras -, mostrando al sindicato como un universo profundamente masculino, y el caso paradigmático de las hermanas Lordón, que llevan a interrogarse por las relaciones de género en el mercado de trabajo y sectores productivos, pero sobre todo, en las formas de las protesta y la organización sindical. Por sobre estas las ausencias, la preocupación por la generación de conocimiento en torno al mundo del trabajo latinoamericano, sus sujetos, sus transformaciones y tendencias actuales, y sobre todo, la recuperación de su centralidad histórica y social en la escena local y regional son el fuerte de esta nueva compilación, que coloca el foco de una manera renovada en las experiencias de la clase trabajadora. El libro ilumina así el mundo obrero desde el siglo XX y en el siglo XXI, abarca una multiplicidad de sujetos (empresas, técnicos, ingenieros, gremios, estados nacionales, municipales) y por supuesto, la clase trabajadora en su heterogeneidad (jóvenes, estudiantes, desocupados, precarizados), repensando experiencias político-sindicales en diversas escalas, países y sectores, visibilizando tramas internacionales, tanto intelectuales como organizativas, del mundo del trabajo, colocándonos así de una manera más reflexiva e informada ante las inquietudes e incertidumbres del presente laboral.
***
♣ Simonassi, Silvia y Daniel Dicósimo (comp.) 2018 Trabajadores y sindicatos en Latinoamérica. Imago Mundi, Buenos Aires. 320p. ISBN 978–950–793–295–3
* CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). IDAES-UNSAM (Instituto de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín). lauracaruso@gmail.com
[1] Simonassi, Silvia y Daniel Dicósimo 2011 Trabajadores y empresarios en la Argentina del Siglo XX: indagaciones desde la historia social. Prohistoria, Rosario.
~•~
Cómo citar ¬
Laura caruso, «Crítica del libro Trabajadores y sindicatos en Latinoamérica», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-14/resena-caruso/