Sustentabilidad social en la vivienda de producción estatal: construcción de indicadores de evaluación a partir del proyecto Quinta Monroy (estudio Elemental, 2002, Iquique, Chile)

Social sus­ten­ta­bi­lity in sta­te-pro­du­ced hou­sing: cons­truc­tion of eva­lua­tion indi­ca­tors through the Social Hou­sing Pro­ject Quin­ta Mon­roy (Ele­men­tal, 2002, Iqui­que, Chile)

Micae­la Toma­do­ni*
María José Díaz Vare­la**

Reci­bi­do: 27 de mar­zo de 2018
Acep­ta­do: 2 de octu­bre de 2018

Resumen

En gene­ral, la pro­ble­má­ti­ca del défi­cit habi­ta­cio­nal que acon­te­ce a los paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos, tie­ne como res­pues­ta del Esta­do la cons­truc­ción de vivien­da de inte­rés social. Sin embar­go, en estos pro­yec­tos no siem­pre se con­si­de­ran aspec­tos socia­les de impor­tan­cia. El obje­ti­vo de este tra­ba­jo resi­de en pro­fun­di­zar el con­cep­to de sus­ten­ta­bi­li­dad social en la vivien­da de pro­duc­ción esta­tal para la cons­truc­ción de cri­te­rios de eva­lua­ción de pro­yec­tos, bus­can­do a su vez com­ple­men­tar los indi­ca­do­res para la eva­lua­ción de la sus­ten­ta­bi­li­dad desa­rro­lla­dos por las auto­ras en estu­dios ante­ce­den­tes. Para ello se plan­tea la obser­va­ción de las carac­te­rís­ti­cas prin­ci­pa­les de sus­ten­ta­bi­li­dad social pre­sen­tes en el pro­yec­to pro­fe­sio­nal “Quin­ta Mon­roy” rea­li­za­do por el estu­dio Ele­men­tal lide­ra­do por el arqui­tec­to Ale­jan­dro Ara­ve­na (2002, Iqui­que, Chi­le), sig­ni­fi­ca­ti­vo en el con­tex­to lati­no­ame­ri­cano por haber obte­ni­do resul­ta­dos satis­fac­to­rios en la vida de las fami­lias que las habi­tan. El pro­ce­di­mien­to meto­do­ló­gi­co fue el estu­dio de fuen­tes biblio­grá­fi­cas que des­cri­ben sus prin­ci­pa­les carac­te­rís­ti­cas y la expe­rien­cia de los habi­tan­tes del con­jun­to, así como el aná­li­sis de su docu­men­ta­ción grá­fi­ca. Se des­ta­ca que de la obser­va­ción de la expe­rien­cia post-ocu­pa­cio­nal en casos emble­má­ti­cos de vivien­das de inte­rés social se obtie­nen impor­tan­tes apor­tes para la cons­truc­ción de indi­ca­do­res de eva­lua­ción de la sus­ten­ta­bi­li­dad, espe­cial­men­te en su esfe­ra social.

Pala­bras cla­ve: sus­ten­ta­bi­li­dad urba­na — défi­cit habi­ta­cio­nal — indi­ca­do­res de sus­ten­ta­bi­li­dad — pro­yec­tos urbanos

Abstract

In gene­ral, the state’s res­pon­se to the hou­sing shor­ta­ge in Latin Ame­ri­can coun­tries is the cons­truc­tion of the so-called social hou­sing pro­jects. Howe­ver, the­se pro­jects do not always take into account impor­tant social aspects. The goal of this research is to go dee­per into the con­cept of social sus­tai­na­bi­lity in sta­te-pro­du­ced hou­sing in order to build cri­te­ria for the eva­lua­tion of social hou­sing pro­jects, aiming at the same time at impro­ving the sus­tai­na­bi­lity eva­lua­tion indi­ca­tors deve­lo­ped by the authors in pre­vious stu­dies. The approach to achie­ve the­se goals was the obser­va­tion of the main cha­rac­te­ris­tics of social sus­tai­na­bi­lity found in the pro­fes­sio­nal pro­ject Quin­ta Mon­roy desig­ned by Ele­men­tal stu­dio led by archi­tect Ale­jan­dro Ara­ve­na (2002, Iqui­que, Chi­le), of sig­ni­fi­cant inter­est in the Latin Ame­ri­can con­text becau­se of the satis­fac­tory results expe­rien­ced among its inha­bi­tants. The pro­po­sed research metho­do­logy is the study of biblio­graphic refe­ren­ces that analy­ze its main cha­rac­te­ris­tics and the expe­rien­ce of the fami­lies who inha­bit them, as well as the obser­va­tion of the archi­tec­tu­re dra­wings. It is empha­si­zed that from the eva­lua­tion of the post occu­pancy expe­rien­ce in outs­tan­ding cases of social hou­sing pro­jects impor­tant infor­ma­tion can be acqui­red for the cons­truc­tion of indi­ca­tors for sus­tai­na­bi­lity eva­lua­tion, espe­cially in its social dimension.

Key words: urban sus­tai­na­bi­lity — hou­sing shor­ta­ge — sus­tai­na­bi­lity indi­ca­tors — urban project

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Introducción

La situa­ción habi­ta­cio­nal en Lati­noa­mé­ri­ca mues­tra un défi­cit que se ve refle­ja­do en la dife­ren­cia entre hoga­res con­for­ma­dos y la can­ti­dad de vivien­das cons­trui­das exis­ten­tes [Nie­to 1999]. Ante esta pro­ble­má­ti­ca, los paí­ses de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be acor­da­ron en las Nacio­nes Uni­das “aumen­tar sus­tan­cial­men­te las solu­cio­nes habi­ta­cio­na­les para hacer fren­te a las caren­cias de alo­ja­mien­to, en espe­cial de las fami­lias de meno­res recur­sos, en un núme­ro que debe­ría ser, por lo menos, igual al de los nue­vos hoga­res que se for­man anual­men­te, para así evi­tar que el défi­cit cuan­ti­ta­ti­vo con­ti­núe incre­men­tán­do­se” [Nie­to 1999: 7]. Este acon­te­ci­mien­to infie­re en las polí­ti­cas habi­ta­cio­na­les que influ­ye­ron en nues­tra región.

La situa­ción de défi­cit habi­ta­cio­nal se ve refle­ja­da en Argen­ti­na, agra­va­da por la cri­sis social que alcan­zó un pun­to máxi­mo en el 2001. A par­tir de este pun­to de infle­xión, la cons­truc­ción de vivien­das se con­si­de­ró no sólo para sol­ven­tar el défi­cit, sino tam­bién como reac­ti­va­dor eco­nó­mi­co. La pro­duc­ción esta­tal se ve refle­ja­da entre las dis­tin­tas ope­ra­to­rias de vivien­da rea­li­za­das, entre las cua­les se des­ta­can: (i) el Plan Fede­ral de Vivien­da, Terreno y Pro­yec­to, PFV (TyP), de cober­tu­ra nacio­nal; (ii) el Pro­gra­ma Fede­ral de Emer­gen­cia Habi­ta­cio­nal (PFEH), cono­ci­do como “Techo y Tra­ba­jo”, de cober­tu­ra nacio­nal; y (iii) el Plan Dig­ni­dad (PD), de cober­tu­ra nacio­nal y pro­vin­cial [Toma­do­ni y Díaz Vare­la 2017]. Sien­do que estas ope­ra­to­rias no logra­ron resol­ver los pro­ble­mas habi­ta­cio­na­les, debi­do prin­ci­pal­men­te a que no con­tem­pla­ban la inte­gra­ción urba­na, el com­ple­ta­mien­to de equi­pa­mien­tos, y en muchas oca­sio­nes no cum­plían con los reque­ri­mien­tos bási­cos cons­truc­ti­vos, como des­ta­can Torres Cano et al. [2001], se pre­ten­de pro­fun­di­zar en los con­cep­tos de sus­ten­ta­bi­li­dad apli­ca­dos a la vivien­da de inte­rés social.

Se defi­ne a la vivien­da de inte­rés social como aque­lla cons­trui­da con recur­sos del Esta­do y des­ti­na­da a la pobla­ción de meno­res recur­sos y en con­di­cio­nes vul­ne­ra­bles [Asis 2014]. Com­ple­men­ta­ria­men­te a este con­cep­to se debe men­cio­nar la noción de hábi­tat digno, de gran impor­tan­cia al momen­to de gene­rar los cri­te­rios a apli­car en el aná­li­sis de la vivien­da. Este concepto,

incluye a las condiciones habitacionales, pero incluye también condiciones para el ámbito barrial, su relación con la ciudad y los diversos factores que hacen a la integración de estos hogares a la sociedad: la tenencia segura de la vivienda, el acceso al trabajo decente y los recursos económicos necesarios para la reproducción adecuada de la vida, las protecciones sociales para acceder a la salud, la educación, la participación en la vida social y política, la identidad social positiva y las posibilidades de disfrutar del ocio y la cultura, etc., que es necesario que queden lo más especificadamente posible como metas para el diseño de las soluciones de los proyectos integrales a elaborarse para la intervención de dichas áreas [Barreto 2010: 176].

Estas defi­ni­cio­nes per­mi­ten pro­fun­di­zar en la con­cep­tua­li­za­ción de la vivien­da de inte­rés social y a su vez apor­tan a la cons­truc­ción de indi­ca­do­res de sustentabilidad.

Se pro­po­ne como obje­ti­vo de esta publi­ca­ción esta­ble­cer indi­ca­do­res de sus­ten­ta­bi­li­dad social, que com­ple­men­ten los desa­rro­lla­dos en estu­dios ante­ce­den­tes por Toma­do­ni y Díaz Vare­la [2017], par­ti­cu­lar­men­te para los ejes Implan­ta­ción y Empla­za­mien­to, y Fun­cio­na­bi­li­dad y Dura­bi­li­dad.  Como defi­ni­ción de indi­ca­do­res de sus­ten­ta­bi­li­dad se con­si­de­ra lo expues­to por [Singh et al. 2009] quie­nes los defi­nen como herra­mien­tas úti­les para la for­mu­la­ción de polí­ti­cas debi­do a que per­mi­ten visua­li­zar cla­ra­men­te fenó­me­nos y des­ta­car ten­den­cias hacia obje­ti­vos de sus­ten­ta­bi­li­dad; ade­más, tie­nen la capa­ci­dad de sin­te­ti­zar, cuan­ti­fi­car y comu­ni­car infor­ma­ción com­ple­ja de una mane­ra sim­ple que faci­li­te la toma de deci­sio­nes. A par­tir de la cons­truc­ción de los mis­mos, se pre­ten­de cons­ti­tuir una herra­mien­ta de eva­lua­ción de la sus­ten­ta­bi­li­dad en vivien­da de inte­rés social posi­ble de apli­car tan­to en la eta­pa de gene­ra­ción del pro­yec­to como su a vez en una eta­pa post-ocu­pa­cio­nal. Como obje­ti­vo espe­cí­fi­co se plan­tea pro­fun­di­zar en el con­cep­to de sus­ten­ta­bi­li­dad social a par­tir del aná­li­sis de un caso pro­fe­sio­nal de vivien­da de inte­rés social, el pro­yec­to Quin­ta Mon­roy rea­li­za­do en Iqui­que, Chi­le por el estu­dio Ele­men­tal. Como meto­do­lo­gía se pro­po­ne el estu­dio de fuen­tes biblio­grá­fi­cas que des­cri­ben las carac­te­rís­ti­cas y la expe­rien­cia post-ocu­pa­cio­nal de los habi­tan­tes del con­jun­to Quin­ta Mon­roy, así como la obser­va­ción y aná­li­sis de docu­men­ta­ción grá­fi­ca del pro­yec­to en cues­tión, hacien­do énfa­sis en aque­llos aspec­tos que refie­ren a la sus­ten­ta­bi­li­dad, en su esfe­ra social prin­ci­pal­men­te. Mon­ta­ner [2015] des­ta­ca que este es uno de los pro­yec­tos de vivien­da de inte­rés social en situa­cio­nes peri­fé­ri­cas que “han con­se­gui­do dig­ni­fi­car dichas rea­li­za­cio­nes con la cali­dad de la vivien­da, de la estruc­tu­ra urba­na y de los espa­cios libres que la mor­fo­lo­gía va crean­do” [Mon­ta­ner 2015: 235].

Sustentabilidad: conceptualización

Para alcan­zar el desa­rro­llo sus­ten­ta­ble es nece­sa­rio eva­luar dis­tin­tas varia­bles que influ­yen en las deci­sio­nes pro­yec­tua­les. A fines de la rea­li­za­ción de este tra­ba­jo se tomó de refe­ren­cia el desa­rro­llo del con­cep­to de sus­ten­ta­bi­li­dad rea­li­za­do por Evans [2010], que pro­po­ne tres pila­res don­de la socie­dad debie­ra desa­rro­llar­se: el eco­ló­gi­co, el eco­nó­mi­co y el social. Estos pila­res en su con­jun­to dan sopor­te al con­cep­to de sus­ten­ta­bi­li­dad (Figu­ra 1). Al pro­fun­di­zar en estas cate­go­rías, el pilar sus­ten­ta­bi­li­dad ambien­tal se sub­di­vi­de a su vez en dos sub­ca­te­go­rías: “con­ser­va­ción” y “uso sus­ten­ta­ble de los recur­sos”. La pri­me­ra tie­ne como prin­ci­pio apun­tar a la diver­si­dad en los sis­te­mas de sopor­tes y pre­ser­va­ción de ambien­tes cul­tu­ra­les e his­tó­ri­cos. El segun­do, uso sus­ten­ta­ble de los recur­sos, pre­ten­de poten­ciar el apro­ve­cha­mien­to inte­gral de los recur­sos reno­va­bles y la mini­mi­za­ción de los recur­sos no reno­va­bles, la polu­ción, daños ambien­ta­les y daños a la salud. Con res­pec­to al pilar sus­ten­ta­bi­li­dad eco­nó­mi­ca, se com­po­ne de las sub­ca­te­go­rías “equi­dad” y “via­bi­li­dad”. La pri­me­ra sub­ca­te­go­ría refie­re a la equi­dad entre nacio­nes y gene­ra­cio­nes, bus­car evi­tar los inter­cam­bios des­pa­re­jos y en la dis­tri­bu­ción del cos­to-bene­fi­cio. Otro de los aspec­tos al que apun­ta este pilar es la via­bi­li­dad de pro­pues­tas, la cual ase­gu­ra cos­tos reales y apun­ta al apo­yo de las eco­no­mías loca­les y pro­mue­ve polí­ti­cas éti­cas. El últi­mo pilar, la sus­ten­ta­bi­li­dad social, se sub­di­vi­de en las sub­ca­te­go­rías “bene­fi­cios” y “orga­ni­za­ción”. Res­pec­to a la sub­ca­te­go­ría bene­fi­cios, refie­re a aque­llas cues­tio­nes que per­mi­tan la mejo­ra de la cali­dad de vida, la equi­dad social y la inte­gra­ción cul­tu­ral; y en cuan­to a la orga­ni­za­ción, refie­re a defen­der la inde­pen­den­cia y auto­de­ter­mi­na­ción, la par­ti­ci­pa­ción y la coope­ra­ción [Evans 2010].

Figura 1. Concepto de sustentabilidad

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción pro­pia sobre la base de Evans 2010

Pro­fun­di­zan­do en la noción de sus­ten­ta­bi­li­dad social, se con­si­de­ra rele­van­te incor­po­rar el con­cep­to de Desa­rro­llo Humano Sus­ten­ta­ble que, de acuer­do con Taks [2017] con­sis­te en no solo en dejar un mejor ambien­te a las gene­ra­cio­nes futu­ras, sino en legar mejo­res gene­ra­cio­nes para el ambien­te, resal­tan­do la nece­si­dad de dis­mi­nuir y abo­lir las pro­fun­das dife­ren­cias entre paí­ses, entre cla­ses, entre géne­ros, entre gru­pos étni­cos y entre eda­des. Intere­sa des­ta­car en este pun­to, cómo los aspec­tos men­cio­na­dos influ­yen en la con­cep­ción del pro­yec­to arqui­tec­tó­ni­co y su rela­ción con la vivien­da de inte­rés social. A prio­ri, esta idea pue­de ver­se refle­ja­da en el hecho de que un pro­yec­to sus­ten­ta­ble es una solu­ción inte­gral terri­to­rial y social­men­te, acce­si­ble físi­ca y eco­nó­mi­ca­men­te, ade­cua­da fun­cio­nal­men­te, segu­ra jurí­di­ca­men­te y esti­mu­lan­te psi­co­ló­gi­ca­men­te [Nahoum 2017]. A lo men­cio­na­do pue­de agre­gar­se que la sus­ten­ta­bi­li­dad debe­ría incluir al acce­so al sue­lo, la “no segre­ga­ción”, que las solu­cio­nes satis­fa­gan las nece­si­da­des físi­cas, cul­tu­ra­les de recrea­ción y tra­ba­jo de los habi­tan­tes y a su vez, que las ope­ra­to­rias de vivien­da res­pe­ten el terri­to­rio don­de se implantan.

Otro de los aspec­tos con­si­de­ra­do de sig­ni­fi­can­cia para la cons­truc­ción de una meto­do­lo­gía de eva­lua­ción de la sus­ten­ta­bi­li­dad social es la habi­ta­bi­li­dad urba­na como uno de los fac­to­res de cali­dad de vida. Para acce­der a con­di­cio­nes satis­fac­to­rias de habi­ta­bi­li­dad, los desa­rro­llos habi­ta­cio­na­les, debe­rían con­te­ner áreas urba­nas habi­ta­bles [Moreno Olmos 2008]. Con res­pec­to a la habi­ta­bi­li­dad se con­si­de­ra nece­sa­rio cum­plir con están­da­res de salu­bri­dad, tér­mi­cos y acús­ti­cos, con­tem­plan­do las pro­tec­cio­nes corres­pon­dien­tes y agre­gan­do otro aspec­to sig­ni­fi­ca­ti­vo como el aho­rro energético.

Estos con­cep­tos desa­rro­lla­dos a lo lar­go de este apar­ta­do per­mi­ten la rea­li­za­ción de un aná­li­sis del caso del con­jun­to Quin­ta Mon­roy, per­mi­tien­do así, visua­li­zar la ejem­pli­fi­ca­ción con­cep­tual en un pro­yec­to pro­fe­sio­nal cons­trui­do. Lo men­cio­na­do con­tri­bui­rá con la cons­truc­ción de cri­te­rios e indi­ca­do­res para la eva­lua­ción de la sus­ten­ta­bi­li­dad social.

Sustentabilidad social en Quinta Monroy de Elemental

El pro­yec­to Quin­ta Mon­roy, con­ce­bi­do por el estu­dio Ele­men­tal enca­be­za­do por el arqui­tec­to Ale­jan­dro Ara­ve­na, fue rea­li­za­do en la ciu­dad de Iqui­que en Chi­le (2002–2004). El estu­dio fue con­tac­ta­do en el 2002 por el Pro­gra­ma Chi­le-Barrio del Gobierno chi­leno, para tra­ba­jar en el cam­pa­men­to Quin­ta Mon­roy de Iqui­que en el desier­to chi­leno. El obje­ti­vo era radi­car a 100 fami­lias que duran­te 30 años ocu­pa­ron un terreno de media hec­tá­rea en el cen­tro de la ciudad.

A con­ti­nua­ción, se brin­dan las carac­te­rís­ti­cas más sig­ni­fi­ca­ti­vas obser­va­das en este pro­yec­to que influ­yen en la sus­ten­ta­bi­li­dad social, en rela­ción a dos cues­tio­nes fun­da­men­ta­les que per­mi­ti­rán cons­truir los indi­ca­do­res que con­for­ma­rán la herra­mien­ta de eva­lua­ción: la inte­gra­ción urba­na y la par­ti­ci­pa­ción e iden­ti­dad en el pro­ce­so de proyecto.

Una de las pre­mi­sas del estu­dio Ele­men­tal fue pro­po­ner una nue­va tipo­lo­gía de vivien­da social, bus­can­do una vivien­da popu­lar cre­ce­de­ra, y con res­pec­to a su loca­li­za­ción, no situar­la en la peri­fe­ria sino en par­ce­las de una hec­tá­rea apro­xi­ma­da­men­te, den­tro de un teji­do urbano ade­cua­da­men­te equi­pa­do [Mon­ta­ner 2015]. Este pro­yec­to per­mi­te inda­gar la vivien­da de inte­rés social no como un ente ais­la­do de su implan­ta­ción urba­na, sino impli­can­do la urba­ni­dad de un con­jun­to que no pue­de cons­ti­tuir­se des­de cero, des­ta­can­do la impor­tan­cia de los con­di­cio­nan­tes del con­tex­to como la cer­ca­nía a equi­pa­mien­tos (escue­las, hos­pi­ta­les, espa­cios depor­ti­vos, etc.), cer­ca­nía a medios de trans­por­te y a su vez a la fuen­te de tra­ba­jo de los habitantes.

Una de las cla­ves en la imple­men­ta­ción de la pro­pues­ta fue selec­cio­nar como terreno para las nue­vas vivien­das el mis­mo sitio don­de se encon­tra­ban enton­ces habi­tan­do las fami­lias, per­mi­tien­do con esta loca­li­za­ción man­te­ner la cer­ca­nía a las redes de opor­tu­ni­da­des rela­cio­na­das con el tra­ba­jo, trans­por­te, edu­ca­ción, salud, etc. [Ara­ve­na et al. 2004]. En la Figu­ra 2 se encuen­tra pri­me­ro el asen­ta­mien­to ori­gi­nal y al lado la pro­pues­ta de inter­ven­ción arqui­tec­tó­ni­ca, en la cual la inten­ción de no per­der la urba­ni­dad y la con­si­de­ra­ción de la fra­gi­li­dad de los víncu­los y el con­tex­to cul­tu­ral sub­ya­cen­te se des­ta­can como con­cep­tos cen­tra­les. Esta res­pues­ta a inser­tar la vivien­da en la ciu­dad tenien­do en cuen­ta el con­tex­to social y la cul­tu­ra como pre­mi­sa, per­mi­te que se con­tem­plen las defi­ni­cio­nes desa­rro­lla­das por Rapa­port [1969] de la vivien­da como “uni­dad espa­cial social”.

Es impor­tan­te des­ta­car a su vez, que el pro­yec­to Quin­ta Mon­roy con­ta­ba con con­di­cio­nes de ini­cio par­ti­cu­la­res, don­de el pre­su­pues­to para poder rea­li­zar las vivien­das era muy ajus­ta­do y per­mi­tía cons­truir sola­men­te una super­fi­cie míni­ma. Ante esta con­di­ción de ini­cio el estu­dio Ele­men­tal pro­pu­so desa­rro­llar una solu­ción habi­ta­cio­nal que se con­vir­tie­ra en una vivien­da dig­na con el tiem­po. En la Figu­ra 2, en la ima­gen infe­rior, se pue­de obser­var el pro­yec­to en su eta­pa ini­cial de con­cep­ción del pro­to­ti­po “inaca­ba­do”. Esta solu­ción habi­ta­cio­nal comen­zó a tener otro carác­ter con el avan­ce en el desa­rro­llo de sus premisas.

Figura 2. Implantación antes y después e Imagen del proyecto del Prototipo de vivienda Quinta Monroy, por el equipo Elemental

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción pro­pia sobre la base de Ara­ve­na 2004

Otro de los aspec­tos a des­ta­car en el desa­rro­llo de este pro­yec­to es la con­si­de­ra­ción de la crí­ti­ca his­tó­ri­ca de la vivien­da de inte­rés social por su inca­pa­ci­dad de res­pon­der a la diver­si­dad de con­for­ma­cio­nes de gus­tos y sen­si­bi­li­da­des de las dis­tin­tas fami­lias [Ara­ve­na 2004]. Los pro­yec­tis­tas ana­li­zan esta crí­ti­ca a par­tir de la con­cep­ción de que la vivien­da es posi­ble de ampliar a tra­vés de la auto­cons­truc­ción de los habi­tan­tes, que apor­tan su mira­da e inten­cio­nes en la idea del con­jun­to, mejo­ran­do así la apro­pia­ción de la vivien­da y del barrio. La Figu­ra 3 mues­tra la inves­ti­ga­ción pro­yec­tual de la evo­lu­ción en la con­cep­ción del pro­to­ti­po y la eva­lua­ción que se rea­li­za de las dis­tin­tas tipo­lo­gías volu­mé­tri­cas posi­bles has­ta el resul­ta­do final. Las varia­bles con­si­de­ra­das por el equi­po de pro­yec­to fue­ron: vivien­da por lote con perí­me­tro libre, vivien­da com­pac­ta entre media­ne­ras, y edi­fi­cio en torre. Todas ellas, suma­das al pre­su­pues­to y a las dimen­sio­nes del terreno, repre­sen­ta­ban dis­tin­tas pro­ble­má­ti­cas, es por ello que pro­pu­sie­ron una nue­va tipo­lo­gía que per­mi­te a la vivien­da crecer.

Figura 3. Experiencias tipológicas

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción pro­pia sobre la base de Ara­ve­na 2004 y Pérez 2011

La pro­pues­ta de lograr que cada fami­lia pue­da cre­cer cons­tru­yen­do y dán­do­le sen­ti­do de per­te­nen­cia a su uni­dad de vivien­da, se mani­fes­tó en la reali­dad ya que actual­men­te pue­den obser­var­se los cre­ci­mien­tos rea­li­za­dos por los habi­tan­tes. En la Figu­ra 4, que mues­tra una foto actual del con­jun­to, se obser­va el com­ple­ta­mien­to de lo pro­yec­ta­do por los arqui­tec­tos. El modo de amplia­ción que pro­po­nen las vivien­das posi­bi­li­ta a los habi­tan­tes brin­dar­les a los espa­cios los usos que nece­si­ten per­mi­tien­do, entre otras cues­tio­nes, adap­tar­las para el desa­rro­llo de su tra­ba­jo y sus­ten­to. Ade­más, la elec­ción del mobi­lia­rio, la ima­gen y for­ma final de la uni­dad, que­dó deter­mi­na­da por cada habi­tan­te a par­tir de la auto­cons­truc­ción, logran­do otor­gar una iden­ti­dad pro­pia al con­jun­to que faci­li­ta la apro­pia­ción efec­ti­va, refle­jan­do las cos­tum­bres y cul­tu­ra de las per­so­nas para las que fue proyectado.

Figura 4. Fotografías de las viviendas adaptadas

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción pro­pia sobre la base de https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02–2794/quinta-monroy-elemental

Criterios e indicadores para la evaluación de la sustentabilidad social

A par­tir del desa­rro­llo e inda­ga­ción de los con­cep­tos y cri­te­rios de eva­lua­ción de la sus­ten­ta­bi­li­dad social, suma­do a la obser­va­ción del caso Quin­ta Mon­roy como refe­ren­te de una expe­rien­cia lati­no­ame­ri­ca­na, fue posi­ble incor­po­rar una nue­va pers­pec­ti­va corres­pon­dien­te a esta esfe­ra de la sus­ten­ta­bi­li­dad al con­jun­to de indi­ca­do­res defi­ni­dos en tra­ba­jos publi­ca­dos pre­via­men­te en Revis­ta I+A, en el artícu­lo “Sus­ten­ta­bi­li­dad en la vivien­da de inte­rés social en Mar del Pla­ta: una meto­do­lo­gía para su eva­lua­ción a par­tir de indi­ca­do­res” [Toma­do­ni y Díaz Vare­la 2017]. Se tra­ba­jó en la incor­po­ra­ción de estos cri­te­rios en los ejes “Implan­ta­ción y empla­za­mien­to” y “Pro­yec­to y Par­ti­ci­pa­ción”. Al pri­mer eje, se agre­gó el cri­te­rio refe­ri­do a la Inte­gra­ción Urba­na, y al segun­do eje se incor­po­ró el cri­te­rio Par­ti­ci­pa­ción e Iden­ti­dad. A con­ti­nua­ción, se desa­rro­lla el méto­do de cons­truc­ción de los indi­ca­do­res, por cada uno de los ejes considerados.

Implan­ta­ción y Emplazamiento

En la con­for­ma­ción de este eje, fue nece­sa­rio con­si­de­rar las carac­te­rís­ti­cas del sitio de implan­ta­ción, uti­li­zan­do como refe­ren­cia la nor­ma IRAM 1160, que esta­ble­ce las con­di­cio­nes cli­má­ti­cas, posi­bi­li­tan­do apre­ciar como el pro­yec­to de la vivien­da apro­ve­cha el aso­lea­mien­to en los meses fríos y cáli­dos. A su vez se ana­li­zan los vien­tos pre­do­mi­nan­tes para con­fi­gu­rar la implan­ta­ción de la vivien­da [Czaj­kow­ki y Gómez 2009]. Estos ítems son desa­rro­lla­dos en los temas de eva­lua­ción pro­pues­tos “Sitio y pai­sa­je” y “Orien­ta­ción y vientos”.

Al desa­rro­llar el tema “Inte­gra­ción Urba­na”, se pre­ten­de obser­var el impac­to de la ubi­ca­ción del con­jun­to. Para poder rele­var y ana­li­zar estos datos se con­for­ma­ron tres indi­ca­do­res. El pri­mer indi­ca­dor, “Gra­do de cer­ca­nía a equi­pa­mien­tos”, tie­ne en cuen­ta y eva­lúa cuan­ti­ta­ti­va­men­te la dis­tan­cia del con­jun­to a los dife­ren­tes equi­pa­mien­tos, con­tem­plan­do tam­bién ana­li­zar la posi­bi­li­dad de los habi­tan­tes de las vivien­das a acce­der a los equi­pa­mien­tos pri­ma­rios. Para poder obser­var estas dis­tan­cias se tie­nen en cuen­ta radios en metros. Se con­tem­pla para:

  • Equi­pa­mien­tos de ense­ñan­za: Jar­di­nes de infan­tes y ense­ñan­za pri­ma­ria, dis­tan­cia máxi­ma 500m, y ense­ñan­za secun­da­ria, dis­tan­cia máxi­ma 1000m.
  • Equi­pa­mien­tos socio­cul­tu­ra­les: biblio­te­cas y museos, dis­tan­cia maxi­ma 1000m, cines y tea­tros, dis­tan­cia máxi­ma 5000m.
  • Equi­pa­mien­tos comer­cia­les: de abas­te­ci­mien­to dia­rio, dis­tan­cia máxi­ma 500m.
  • Equi­pa­mien­tos de salud: Uni­dad sani­ta­ria peri­fé­ri­ca, dis­tan­cia máxi­ma 500m.
  • Equi­pa­mien­tos de ser­vi­cio a la comu­ni­dad: come­do­res muni­ci­pa­les, socie­da­des de fomen­to, des­ta­ca­men­tos poli­cia­les, dis­tan­cia máxi­ma 1000m, des­ta­ca­men­tos de bom­be­ros, dis­tan­cia máxi­ma 2000m.

En la medi­da que el con­jun­to cum­pla con más cer­ca­nía a los equi­pa­mien­tos mejor será su implan­ta­ción e inte­gra­ción urbana.

Como segun­do indi­ca­dor se eva­lúa “Gra­do de inclu­sión de redes de ser­vi­cios”, que tie­ne como obje­ti­vo deter­mi­nar cómo se cum­plen las nece­si­da­des de las vivien­das con res­pec­to a las redes de ser­vi­cios urba­nos. En este ítem se eva­lua­rá si el con­jun­to cuen­ta con: Sumi­nis­tro de agua pota­ble; Des­agües plu­via­les; Des­agües cloa­ca­les; Sumi­nis­tro de gas; Sumi­nis­tro de ener­gía eléc­tri­ca; Alum­bra­do públi­co; Vías de cir­cu­la­ción; Esta­cio­na­mien­to y Reco­lec­ción de resi­duos. Se con­si­de­ra que a medi­da que el con­jun­to inclu­ye más redes de ser­vi­cio, mejor es su desem­pe­ño sustentable.

El últi­mo indi­ca­dor pro­pues­to es “Gra­do de cer­ca­nía a fuen­tes labo­ra­les y medios de trans­por­te”, tenien­do como obje­ti­vo visua­li­zar la rela­ción de los habi­tan­tes con el lugar en la ciu­dad don­de se encuen­tren sus fuen­tes labo­ra­les. Tenien­do en cuen­ta lo que con­si­de­ra Nie­to [1999] para la CEPAL, se entien­de que:

sí a los costos asumidos por el Estado se agregan los verdaderos costos que ha debido experimentar la población “beneficiaria” de los proyectos de viviendas sociales, (…) a vivir permanentemente en un lugar muy distante de su lugar de trabajo, se podría llegar a la conclusión que se han adoptado decisiones francamente irracionales. Además, los supuestos beneficios sociales del proyecto de viviendas pueden verse neutralizados por los costos de las molestias y privaciones de servicios indispensables, gasto de tiempo y dinero en transporte y frustración de expectativas [Nieto 1999: 10].

Por este moti­vo se con­si­de­ra que la implan­ta­ción de los con­jun­tos no debie­ra estar a mayor dis­tan­cia de 35 minu­tos en hora pico del lugar de tra­ba­jo, y los medios de trans­por­te a una dis­tan­cia máxi­ma de 300m. Si el con­jun­to habi­ta­cio­nal cum­ple en su tota­li­dad con estas con­di­cio­nes se con­si­de­ra mayor la res­pues­ta a la sus­ten­ta­bi­li­dad social, obje­ti­vo de este artícu­lo (Tabla 1).

Para la poder lle­var a cabo la apli­ca­ción de los indi­ca­do­res de eva­lua­ción de la “Inte­gra­ción Urba­na” será nece­sa­rio con­tar pre­via­men­te con el aná­li­sis de la implan­ta­ción den­tro de la ciu­dad del con­jun­to de vivien­das a eva­luar, a par­tir de la cons­truc­ción de una Estruc­tu­ra Urba­na [Cas­tells 1979] que per­mi­ta visua­li­zar la inte­gra­ción del con­jun­to con la ciu­dad y con el barrio. Otra docu­men­ta­ción nece­sa­ria serán las pla­ni­me­trías de las redes de ser­vi­cios y trans­por­te, infor­ma­ción que per­mi­te el aná­li­sis de los aspec­tos labo­ra­les de los habi­tan­tes, que ayu­da­rá a eva­luar la cer­ca­nía a los sec­to­res urba­nos don­de se desa­rro­llan las acti­vi­da­des laborales.

Tabla 1. Eje 1: Implantación y emplazamiento
EJE 1: IMPLANTACIÓN Y EMPLAZAMIENTO
TEMAS VARIABLES INDICADORES VALORACIÓN
Sitio y Paisaje. Rela­ción con el entorno. 1) Gra­do de con­ti­nui­dad de la tra­ma y el tejido. ALTO: Total con­ti­nui­dad de la tra­ma y el tejido.
MEDIO: Par­cial con­ti­nui­dad de la tra­ma y / o del tejido.
BAJO: Ausen­cia con­ti­nui­dad de la tra­ma y el tejido.
Impac­to sobre el paisaje. 2) Gra­do de trans­for­ma­ción del entorno natural. ALTO: Total con­ser­va­ción de la vege­ta­ción pre exis­ten­te / Leve modi­fi­ca­ción de la topo­gra­fía natu­ral del sitio.
MEDIO: Par­cial con­ser­va­ción de la vege­ta­ción pre exis­ten­te / Par­cial modi­fi­ca­ción de la topo­gra­fía natu­ral del sitio.
BAJO: Eli­mi­na­ción total de la vege­ta­ción pre exis­ten­te / Total modi­fi­ca­ción de la topo­gra­fía natu­ral del sitio.
Cono de sombra.

 

3) Inci­den­cia de la som­bra pro­yec­ta­da sobre espa­cios públicos. ALTO: Leve o nula inci­den­cia de som­bra pro­yec­ta­da sobre espa­cios públicos.
MEDIO: Par­cial inci­den­cia de som­bra pro­yec­ta­da espa­cios públicos.
BAJO: Alta inci­den­cia de som­bra pro­yec­ta­da sobre espa­cios públicos.
Orien­ta­ción y Vientos. Implan­ta­ción en rela­ción al asoleamiento. 4) Gra­do de ganan­cia solar de las aber­tu­ras en los ambien­tes prin­ci­pa­les (estar-come­dor, dor­mi­to­rios). (INVIERNO) ALTO: Mayo­ría de las aber­tu­ras de los ambien­tes prin­ci­pa­les orien­ta­das hacia el N — NE / Posi­bi­li­dad del ingre­so de rayos sola­res a tra­vés de las aber­tu­ras al medio­día duran­te invierno (ángu­lo de inci­den­cia 28.55°).
MEDIO: Algu­nas de las aber­tu­ras de los ambien­tes prin­ci­pa­les orien­ta­das hacia el N — NE / Obs­truc­ción par­cial del ingre­so de rayos sola­res a tra­vés de las aber­tu­ras al medio­día duran­te invierno (ángu­lo de inci­den­cia 28.55°).
BAJO: Nin­gu­na de las aber­tu­ras de los ambien­tes prin­ci­pa­les orien­ta­das hacia el N — NE / Obs­truc­ción total del ingre­so de rayos sola­res a tra­vés de las aber­tu­ras al medio­día duran­te invierno (ángu­lo de inci­den­cia solar 28.55°).
Meca­nis­mos de pro­tec­ción solar. 5) Gra­do de pro­tec­ción del aso­lea­mien­to sobre las aber­tu­ras. (VERANO) ALTO: Total obs­truc­ción del paso de los rayos sola­res del medio­día sobre aven­ta­na­mien­tos en verano (ángu­lo de inci­den­cia solar 75.45°) / Nin­gún aven­ta­na­mien­to orien­ta­do al O.
MEDIO:  Par­cial obs­truc­ción del paso de los rayos sola­res del medio­día sobre aven­ta­na­mien­tos en verano (ángu­lo de inci­den­cia solar 75.45°) / Pocos aven­ta­na­mien­tos orien­ta­do al O.
BAJO: Nula obs­truc­ción del paso de los rayos sola­res del medio­día sobre aven­ta­na­mien­tos en verano (ángu­lo de inci­den­cia solar 75.45°) / Mayo­ría de aven­ta­na­mien­tos orien­ta­dos al O.
Estra­te­gias de defen­sa de vien­tos predominantes. 6) Gra­do de expo­si­ción del perí­me­tro a los vien­tos predominantes.

(INVIERNO)

ALTO: Leve o nula expo­si­ción del perí­me­tro de las vivien­das fren­te a los vien­tos pre­do­mi­nan­tes / Uti­li­za­ción de recur­sos para su protección.
MEDIO: Par­cial expo­si­ción del perí­me­tro de las vivien­das fren­te a los vien­tos pre­do­mi­nan­tes / Algu­nos recur­sos para su protección.
BAJO: Total expo­si­ción del perí­me­tro de las vivien­das fren­te a los vien­tos pre­do­mi­nan­tes / Nin­gún recur­so para pro­tec­ción fren­te al viento.
Inte­gra­ción urbana. Implan­ta­ción del con­jun­to y estruc­tu­ra urbana. 7) Gra­do de cer­ca­nía a equipamientos. ALTO: Mayo­ría de equi­pa­mien­tos cer­ca­nos (reúne entre 4 y 5 tipos de equipamientos).
MEDIO: Algu­nos equi­pa­mien­tos cer­ca­nos (reúne entre 2 y 3 tipos de equi­pa­mien­tos, sien­do prio­ri­dad salud y educación).
BAJO:  Nin­guno de los equi­pa­mien­tos cer­ca­nos (alcan­za entre 1 tipo de equi­pa­mien­to, o ninguno).
Redes de abastecimiento. 8) Gra­do de inclu­sión de redes de servicio. ALTO: Mayo­ría de ser­vi­cios en el con­jun­to (de 8 a 10 servicios).
MEDIO: Algu­nos ser­vi­cios en el con­jun­to (de 4 a 7 servicios).
BAJO: Nin­gún / Pocos ser­vi­cios en el con­jun­to (de 0 a 3 servicios).
Fuen­tes labo­ra­les y trans­por­te público. 9) Gra­do de cer­ca­nía a fuen­tes labo­ra­les y medios de transporte. ALTO: Leve leja­nía de las fuen­tes labo­ra­les (has­ta 20min de tras­la­do) y cer­ca­nía a medios de transporte.
MEDIO: Par­cial leja­nía de las fuen­tes labo­ra­les (entre 20min y 35min de tras­la­do) y cer­ca­nía a medios de transporte.
BAJO: Alta leja­nía de las fuen­tes labo­ra­les (mayor a 35min de tras­la­do) y leja­nía a medios de transporte.

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción propia

Pro­yec­to y participación

Median­te este eje se tie­ne como obje­ti­vo pro­fun­di­zar en la eva­lua­ción de la tipo­lo­gía de la vivien­da y su capa­ci­dad de adap­tar­se a sus habi­tan­tes. Por este moti­vo, en el tra­ba­jo pre­via­men­te rea­li­za­do por Toma­do­ni y Díaz Vare­la [2017] se plan­teó la nece­si­dad de que el pro­yec­to de vivien­da sea sus­ten­ta­ble a tra­vés del tiem­po. La vivien­da debe­ría poder cre­cer y adap­tar­se, y es por este moti­vo que se con­for­ma­ron los temas de eva­lua­ción “Cre­ci­mien­tos y amplia­cio­nes” y “Adap­ta­bi­li­dad fun­cio­nal”, que per­mi­ten eva­luar su tipología.

A par­tir del aná­li­sis de los con­cep­tos de sus­ten­ta­bi­li­dad social y la obser­va­ción del caso Quin­ta Mon­roy, sur­gió la nece­si­dad de incor­po­rar un ter­cer tema al eje Pro­yec­to y par­ti­ci­pa­ción, el tema “Par­ti­ci­pa­ción e iden­ti­dad”. Para la cons­truc­ción de este tema, se plan­tea­ron dos indi­ca­do­res cua­li­ta­ti­vos que per­mi­ten eva­luar la cali­dad de la vivien­da con res­pec­to a la apro­pia­ción de la mis­ma en el sen­ti­do social.

Como pri­mer indi­ca­dor de eva­lua­ción se pro­pu­so “Gra­do de iden­ti­fi­ca­ción con la vivien­da”, tenien­do en cuen­ta lo expues­to por Her­nán­dez [2014] quien plan­tea que la nece­si­dad del ser humano de que lo iden­ti­fi­quen y lo dife­ren­cien es impor­tan­te para la sus­ten­ta­bi­li­dad de la vivien­da. Para poder medir el gra­do de afi­ni­dad con la vivien­da se tomó en cuen­ta la eva­lua­ción de cua­tro varia­bles a par­tir de la rea­li­za­ción de entre­vis­tas a los habi­tan­tes: Sen­ti­do de arrai­go; Esta­tus; Iden­ti­dad; Per­te­nen­cia e Indi­vi­dua­li­dad. A par­tir del aná­li­sis de estas varia­bles es posi­ble eva­luar si es mejor la apro­pia­ción de la vivienda.

El segun­do indi­ca­dor pro­pues­to para este tema es “Gra­do de par­ti­ci­pa­ción” en la con­cep­ción de la vivien­da. Para con­for­mar este indi­ca­dor se toman como pun­to de par­ti­da las defi­ni­cio­nes de los prin­ci­pa­les acto­res socia­les par­ti­ci­pan­tes en el pro­yec­to de vivien­da de inte­rés social: el arqui­tec­to, el comi­ten­te y el usua­rio Pelli [2007]. Com­pren­der las rela­cio­nes de poder entre los dis­tin­tos acto­res socia­les que inter­vie­nen en la con­cep­ción de la vivien­da per­mi­te esta­ble­cer cómo son las rela­cio­nes que con­flu­yen en el pro­ce­so de pro­yec­to, y obser­var dón­de posi­cio­nar­se para el aná­li­sis del mis­mo. Tener en cuen­ta el rol del habi­tan­te en el pro­ce­so de pro­yec­to es suma­men­te impor­tan­te y per­mi­te que la iden­ti­fi­ca­ción con la vivien­da sea mayor. El aná­li­sis de estas cues­tio­nes será posi­ble a par­tir de la rea­li­za­ción de entre­vis­tas (Tabla 2).

Para poder eva­luar este indi­ca­dor se entien­de enton­ces la nece­si­dad de tener pri­me­ro que rele­var en el sitio las con­di­cio­nes de vida de los habi­tan­tes de la vivien­da, median­te la imple­men­ta­ción de entre­vis­tas, comen­zan­do con datos gene­ra­les de los mis­mos, para poder obte­ner su con­di­ción eco­nó­mi­ca y cul­tu­ral, géne­ro, edad, edu­ca­ción, etc. A su vez, den­tro de la mis­ma será nece­sa­rio incor­po­rar cues­tio­nes sobre su gra­do de par­ti­ci­pa­ción en la con­cep­ción de la vivien­da y su sen­ti­do de apropiación.

Tabla 2. Eje 2: Proyecto y participación
EJE 2: PROYECTO Y PARTICIPACIÓN
TEMAS VARIABLES INDICADORES VALORACIÓN
Cre­ci­mien­tos y ampliaciones. Cre­ci­mien­tos sobre el terreno. 7) Exis­ten­cia de cre­ci­mien­tos pro­pues­tos por el pro­yec­to sobre el terreno. ALTO: Pre­vi­sión de diver­sas posi­bi­li­da­des de cre­ci­mien­tos pro­pues­tos des­de el pro­yec­to sobre el terreno.
MEDIO: Posi­bi­li­dad limi­ta­da de cre­ci­mien­tos pro­pues­tas des­de el pro­yec­to sobre el terreno.
BAJO: Impo­si­bi­li­dad de cre­ci­mien­tos a par­tir del pro­yec­to plan­tea­do sobre el terreno.
Cre­ci­mien­tos en altura. 8)  Exis­ten­cia de cre­ci­mien­tos pro­pues­tos por el pro­yec­to en altura. ALTO: Pre­vi­sión de diver­sas posi­bi­li­da­des de cre­ci­mien­tos pro­pues­tos des­de el pro­yec­to en altura.
MEDIO: Posi­bi­li­dad limi­ta­da de cre­ci­mien­tos pro­pues­tas des­de el pro­yec­to en altura.
BAJO: Impo­si­bi­li­dad de cre­ci­mien­tos a par­tir del pro­yec­to plan­tea­do en altura.
Dis­po­si­ción de cir­cu­la­cio­nes y núcleo húmedo. 9) Posi­bi­li­da­des de cre­ci­mien­tos a par­tir de la pro­pues­ta tipológica. ALTO: Diver­sas posi­bi­li­da­des de orga­ni­za­ti­vas y de cre­ci­mien­tos a par­tir de la pro­pues­ta tipo­ló­gi­ca en rela­ción a dis­po­si­ción de cir­cu­la­cio­nes y del núcleo húmedo.
MEDIO: Algu­na posi­bi­li­dad de cre­ci­mien­tos a par­tir de la pro­pues­ta tipo­ló­gi­ca en rela­ción a dis­po­si­ción de cir­cu­la­cio­nes y del núcleo húmedo.
BAJO: Nin­gu­na posi­bi­li­dad de cre­ci­mien­tos a par­tir de la pro­pues­ta tipo­ló­gi­ca en rela­ción a dis­po­si­ción de cir­cu­la­cio­nes y del núcleo húmedo.
Adap­ta­bi­li­dad

Fun­cio­nal.

Diver­si­dad de funciones. 10)  Exis­ten­cia de espa­cios neu­tra­les con posi­bi­li­dad de adaptabilidad. ALTO: Exis­ten­cia de diver­sos espa­cios neu­tra­les con posi­bi­li­dad de adap­ta­bi­li­dad y/o cam­bio de uso.
MEDIO: Limi­ta­dos espa­cios neu­tra­les con posi­bi­li­dad de adap­ta­bi­li­dad y/o cam­bio de uso.
BAJO: Ausen­cia de espa­cios neu­tra­les con posi­bi­li­dad de adap­ta­bi­li­dad y/o cam­bio de uso.
Adap­ta­bi­li­dad a más de un gru­po familiar. 11)  Gra­do de pri­va­ti­za­ción de los ambien­tes (estar-come­dor; coci­na-come­dor; dor­mi­to­rios; etc.) ALTO: Posi­ble pri­va­ti­za­ción de todos los ambientes.
MEDIO: Posi­bi­li­dad limi­ta­da de pri­va­ti­za­ción de los ambientes.
BAJO: Impo­si­bi­li­dad de pri­va­ti­za­ción de los ambientes.
Adi­ción de acti­vi­da­des labo­ra­les complementa-rias. 12)  Gra­do de posi­bi­li­da­des de incor­po­ra­ción de una acti­vi­dad laboral. ALTO: Diver­sas posi­bi­li­da­des de incor­po­ra­ción de acti­vi­da­des laborales.
MEDIO: Posi­bi­li­dad limi­ta­da de incor­po­ra­ción de una acti­vi­dad laboral.
BAJO: Impo­si­bi­li­dad de incor­po­ra­ción de una acti­vi­dad laboral.
Par­ti­ci­pa­ción e identidad. Iden­ti­dad en la vivienda. Gra­do de iden­ti­fi­ca­ción con la vivienda. ALTO: Total iden­ti­fi­ca­ción por par­te de los habi­tan­tes con la vivienda.
MEDIO: Par­cial iden­ti­fi­ca­ción por par­te de los habi­tan­tes con la vivienda.
BAJO: Nula iden­ti­fi­ca­ción por par­te de los habi­tan­tes con la vivienda.
Par­ti­ci­pa­ción en la con­cep­ción y cons­truc­ción de la vivienda. Gra­do de participación. ALTO: Total par­ti­ci­pa­ción de los habi­tan­tes en la con­cep­ción de la vivienda.
MEDIO: Par­cial par­ti­ci­pa­ción de los habi­tan­tes en la con­cep­ción de la vivienda.
BAJO: Nula par­ti­ci­pa­ción de los habi­tan­tes en la con­cep­ción de la vivienda.

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción propia

Consideraciones finales

El estu­dio rea­li­za­do per­mi­te sos­te­ner que la incor­po­ra­ción de los aspec­tos ten­dien­tes a la sus­ten­ta­bi­li­dad para la eva­lua­ción de con­jun­tos habi­ta­cio­na­les, tan­to en su eta­pa de pro­yec­to como en su eta­pa post-ocu­pa­cio­nal, es fun­da­men­tal para la socie­dad. A par­tir de este tra­ba­jo fue posi­ble la revi­sión y ela­bo­ra­ción de indi­ca­do­res de sus­ten­ta­bi­li­dad (espe­cí­fi­ca­men­te en su dimen­sión social) apli­ca­bles a la vivien­da de inte­rés social. Enten­de­mos esen­cial la incor­po­ra­ción de los con­cep­tos de Desa­rro­llo Humano Sus­ten­ta­ble y Habi­ta­bi­li­dad Urba­na, como amplia­ción del mar­co teó­ri­co que per­mi­te cues­tio­nar las deci­sio­nes toma­das en los con­jun­tos de vivien­da de inte­rés social. La obser­va­ción de los resul­ta­dos obte­ni­dos en con­jun­tos cons­trui­dos, como el caso de “Quin­ta Mon­roy” en Chi­le, rea­li­za­do por Ele­men­tal, com­ple­men­ta y sus­ten­ta el pro­ce­so de defi­ni­ción de los pará­me­tros acer­ca de “para qué” y “cómo” medir aspec­tos cua­li­ta­ti­vos de la sus­ten­ta­bi­li­dad social.

Para la con­for­ma­ción de los cri­te­rios del tema “Inte­gra­ción Urba­na”, se tuvie­ron en cuen­ta los aspec­tos de la habi­ta­bi­li­dad, per­mi­tien­do incor­po­rar indi­ca­do­res que posi­bi­li­tan visua­li­zar la rela­ción entre la ciu­dad y los con­jun­tos habi­ta­cio­na­les. Este apor­te apun­ta a con­si­de­rar las cues­tio­nes de la impor­tan­cia de la implan­ta­ción del con­jun­to, incor­po­ran­do el con­tex­to físi­co y cul­tu­ral para su mejor fun­cio­na­mien­to. Con res­pec­to al tema “Par­ti­ci­pa­ción e Iden­ti­dad”, los indi­ca­do­res pro­pues­tos pre­ten­den cues­tio­nar los mode­los de ges­tión a la hora de con­ce­bir los con­jun­tos habi­ta­cio­na­les y con­si­de­ran, a su vez, la rela­ción del pro­yec­to y los habi­tan­tes, sien­do par­tí­ci­pes esen­cia­les en el fun­cio­na­mien­to correc­to del con­jun­to y la vivien­da. Estos cri­te­rios inte­gra­dos en el aná­li­sis de la sus­ten­ta­bi­li­dad social, poten­cian el ins­tru­men­to de evaluación.

Con­si­de­ra­mos que el ins­tru­men­to cons­trui­do es fac­ti­ble aún de ser ajus­ta­do y mejo­ra­do, incor­po­ran­do cri­te­rios e indi­ca­do­res para la eva­lua­ción de la sus­ten­ta­bi­li­dad eco­nó­mi­ca, y tam­bién median­te la pro­fun­di­za­ción de la obser­va­ción de la rela­ción entre el pro­yec­to arqui­tec­tó­ni­co y mode­los de ges­tión urba­nos y polí­ti­cas públi­cas de acce­so a la vivien­da. Final­men­te, se des­ta­ca la fun­ción que cum­plen los indi­ca­do­res apli­ca­dos a la eva­lua­ción de la sus­ten­ta­bi­li­dad, como mode­los para el diag­nós­ti­co de pro­yec­tos arqui­tec­tó­ni­cos que per­mi­ten eva­luar, iden­ti­fi­car, revi­sar y corre­gir cri­te­rios duran­te las eta­pas del pro­ce­so de dise­ño y gene­rar median­te la eva­lua­ción post-ocu­pa­cio­nal reco­men­da­cio­nes para el mejo­ra­mien­to de con­jun­tos construidos.

 Citas

* Inves­ti­ga­do­ra en el Ins­ti­tu­to del Hábi­tat y del Ambien­te (IHAM), Facul­tad de Arqui­tec­tu­ra, Urba­nis­mo y Dise­ño, Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Mar del Pla­ta. m_tomadoni@yahoo.com.ar

** Beca­ria del Con­se­jo Nacio­nal de Inves­ti­ga­cio­nes Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas (CONICET), Cen­tro de Estu­dios de Dise­ño, Facul­tad de Arqui­tec­tu­ra, Urba­nis­mo y Dise­ño, Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Mar del Pla­ta. mjdiazvarela@gmail.com

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  Cómo citar ¬

Micaela Tomadoni y María José Díaz Varela, «Sustentabilidad social en la vivienda de producción estatal: construcción de indicadores de evaluación a partir del proyecto Quinta Monroy (estudio Elemental, 2002, Iquique, Chile)», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-14/dossier-tomadoni/
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