Expansión urbana y cambios en el uso del suelo en la ciudad de Curuzú Cuatiá, Corrientes, Argentina, entre los años 1990 y 2016

Urban expan­sion and chan­ges in land use in the city of Curu­zú Cua­tiá, Corrien­tes, Argen­ti­na, bet­ween the years 1990 and 2016

Lau­ra Fabia­na Gómez*
Mir­ta Lilia­na Ramí­rez**

Reci­bi­do: 29 de mar­zo de 2018
Acep­ta­do: 24 de sep­tiem­bre de 2018

Resumen

Los estu­dios geo­grá­fi­cos han plan­tea­do des­de siem­pre la nece­si­dad de obser­var y des­cri­bir el terri­to­rio que habi­ta­mos, así como inda­gar acer­ca de los cam­bios y las rela­cio­nes entre sus com­po­nen­tes. El terri­to­rio es obje­to de inter­ven­ción y pla­ni­fi­ca­ción per­ma­nen­te y las admi­nis­tra­cio­nes nacio­na­les, pro­vin­cia­les, muni­ci­pa­les, loca­les, con­vi­ven con toma de deci­sio­nes nece­sa­rias para enca­mi­nar­se hacia un terri­to­rio sus­ten­ta­ble y efi­caz. En este con­tex­to, dis­po­ner de infor­ma­ción terri­to­rial actua­li­za­da y acce­si­ble es pri­mor­dial, es un recur­so que hace posi­ble la pla­ni­fi­ca­ción y la par­ti­ci­pa­ción de acto­res socia­les, polí­ti­cos, eco­nó­mi­cos y aca­dé­mi­cos. El obje­ti­vo de esta con­tri­bu­ción es gene­rar evi­den­cia, infor­ma­ción y cono­ci­mien­to sobre las carac­te­rís­ti­cas de la expan­sión urba­na de la ciu­dad de Curu­zú Cua­tiá, pro­vin­cia de Corrien­tes, para lo cual se deter­mi­na­ron y ana­li­za­ron los cam­bios en los usos del sue­lo entre 1990 y 2016. Como fuen­te de datos se uti­li­za­ron imá­ge­nes del saté­li­te Land­sat 5 ‑sen­sor TM- y Land­sat 8 ‑sen­sor OLI- para cada uno de estos momen­tos, las que se cla­si­fi­ca­ron en cin­co cate­go­rías. Los resul­ta­dos mues­tran par­ti­cu­la­ri­da­des de la expan­sión urba­na recien­te, el cre­cien­te con­su­mo de sue­lo urbano, los cam­bios y la varia­bi­li­dad en el uso del sue­lo y la con­so­li­da­ción de una ciu­dad de bajas densidades.

Pala­bras cla­ve: expan­sión urba­na — con­so­li­da­ción urba­na — cam­bios de uso del suelo

Abstract

Geo­graphi­cal stu­dies have always rai­sed the need to obser­ve and des­cri­be the terri­tory we inha­bit as well as to inqui­re about the chan­ges and rela­tionships bet­ween its com­po­nents. The terri­tory is the object of per­ma­nent inter­ven­tion and plan­ning and the, natio­nal, pro­vin­cial, muni­ci­pal, local admi­nis­tra­tions coexist with deci­sion-making neces­sary to move towards a sus­tai­na­ble and effec­ti­ve terri­tory. In this con­text, having upda­ted and acces­si­ble terri­to­rial infor­ma­tion is para­mount sin­ce it enables the plan­ning and par­ti­ci­pa­tion of social, poli­ti­cal, eco­no­mic and aca­de­mic actors. The aim of this con­tri­bu­tion is to gene­ra­te evi­den­ce, infor­ma­tion and know­led­ge about the cha­rac­te­ris­tics of the urban expan­sion of the city of Curu­zú Cua­tiá, pro­vin­ce of Corrien­tes, for which the chan­ges in land use were deter­mi­ned and analy­sed bet­ween 1990 and 2016. As a data sour­ce, ima­ges from the Land­sat 5 sate­lli­te — sen­sor TM — and Land­sat 8 — sen­sor OLI — were used for each of the­se moments, which were clas­si­fied into five cate­go­ries. The results show par­ti­cu­la­ri­ties of recent urban expan­sion, the increa­sing con­sum­ption of urban land, the chan­ges and the varia­bi­lity in land use and the con­so­li­da­tion of a city of low densities.

Key words: urban expan­sion — urban con­so­li­da­tion — chan­ges in land use

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Introducción

El fenó­meno del cre­ci­mien­to urbano exce­de amplia­men­te el incre­men­to pobla­cio­nal en las ciu­da­des, se tra­ta de un fenó­meno que ini­cial­men­te ha sido con­si­de­ra­do como una señal de pros­pe­ri­dad eco­nó­mi­ca; sin embar­go, en la actua­li­dad esos bene­fi­cios están sien­do con­ti­nua­men­te deba­ti­dos y balan­cea­dos con­tra los impac­tos ambien­ta­les que pro­du­ce, entre ellos, los que inclu­yen los cam­bios de usos del sue­lo [Yuan et al. 2005, cit. en López Váz­quez et al. 2008].

Según el Pro­gra­ma de Nacio­nes Uni­das para los Asen­ta­mien­tos Huma­nos (ONU- Hábi­tat), la urba­ni­za­ción rápi­da ‑espe­cial­men­te en ciu­da­des de paí­ses en vías de desa­rro­llo- plan­tea nume­ro­sos desa­fíos en la dis­tri­bu­ción espa­cial de per­so­nas y recur­sos, así como en el uso y con­su­mo de sue­lo. En algu­nas regio­nes como en la Argen­ti­na, el sue­lo urbano ha cre­ci­do mucho más rápi­do que la pobla­ción urba­na, lo que ha dado lugar a mode­los de uso del sue­lo menos den­sos y menos efi­cien­tes [Cfr. Lan­fran­chi et al. 2018]. En este sen­ti­do, la expan­sión urba­na y las den­si­da­des de pobla­ción bajas gene­ran preo­cu­pa­ción, por ejem­plo en el infor­me sobre “Cre­ci­mien­to urbano opor­tu­ni­da­des y acce­so: un desa­fío para Amé­ri­ca Lati­na” se expre­sa que mien­tras la pobla­ción urba­na en Amé­ri­ca Lati­na ha aumen­ta­do alre­de­dor del 10% des­de fina­les de la déca­da pasa­da, en el mis­mo perío­do la flo­ta de auto­mó­vi­les ha cre­ci­do más del 40% y la de moto­ci­cle­tas casi se tri­pli­có [CAF 2017]. Como con­se­cuen­cia, los mode­los urba­nos cen­tra­dos en el auto­mó­vil, o vehícu­lo par­ti­cu­lar, siguen sien­do la nor­ma gene­ral según la cual, polí­ti­cas de zoni­fi­ca­ción estric­tas, divi­den el espa­cio urbano en zonas resi­den­cia­les, comer­cia­les e indus­tria­les [ONU 2017]. En 2014 la ONU seña­ló que el 54% de la pobla­ción mun­dial resi­día en áreas urba­nas y se pre­vé que para 2050 lle­ga­rá al 66% [ONU 2014], sin embar­go el con­ti­nen­te ame­ri­cano es el más urba­ni­za­do con por­cen­ta­jes que, en muchos paí­ses de Amé­ri­ca del Sur, supe­ran el 80% [Bellet 2000] e inclu­so exce­den el 90% [Ban­co Mun­dial 2017].

Pero el cre­ci­mien­to y la expan­sión urba­na no son pro­pias de las gran­des ciu­da­des, metró­po­lis o mega­ciu­da­des, es un fenó­meno que des­de fina­les del siglo pasa­do se ha tras­la­da­do a las deno­mi­na­das ciu­da­des inter­me­dias, cuya defi­ni­ción no se aco­ta en la noción de can­ti­dad, ya que tan o más impor­tan­te que la can­ti­dad, es el papel y la fun­ción que la ciu­dad jue­ga en su terri­to­rio más o menos inme­dia­to, la influen­cia y rela­ción que ejer­ce y man­tie­ne en éste, así como los flu­jos y rela­cio­nes que gene­ra hacia el exte­rior [UNESCO 1999]. Las “ciu­da­des inter­me­dias” cons­ti­tu­yen nodos de la red terri­to­rial que con­fi­gu­ran el sis­te­ma urbano mun­dial, hoy en día fuer­te­men­te diri­gi­do por la diná­mi­ca de la glo­ba­li­za­ción eco­nó­mi­ca. En una red terri­to­rial con­so­li­da­da, éstas pue­den ser cen­tros regio­na­les de equi­li­brio y de regu­la­ción, tan­to des­de el pun­to de vis­ta demo­grá­fi­co como des­de el eco­nó­mi­co, lo que pue­de tener un impac­to sobre la reduc­ción de la pobre­za, la vio­len­cia y los per­jui­cios eco­ló­gi­cos en las gran­des ciu­da­des [UNESCO 1999].

La defi­ni­ción fun­cio­nal de ciu­dad inter­me­dia es com­ple­men­ta­da, nece­sa­ria­men­te, con la noción cuan­ti­ta­ti­va. En Argen­ti­na se defi­ne a la ciu­dad inter­me­dia como aque­lla que alber­ga entre los 50.000 y el 1.000.000 de habi­tan­tes [Bellet 2000]; en el año 2010, 114 asen­ta­mien­tos huma­nos regis­tra­ron pobla­ción com­pren­di­da entre esos umbra­les, lo que repre­sen­ta un 10,5% del total de ciu­da­des de más de 2000 habi­tan­tes que se cen­sa­ron en ese año; asi­mis­mo la mitad de ese con­jun­to de urbes regis­tró entre 50.000 y 100.000 habi­tan­tes, es decir que la red de ciu­da­des inter­me­dias de nues­tro país es lo sufi­cien­te­men­te den­sa como para arti­cu­lar acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas y finan­cie­ras entre pro­vin­cias o regio­nes del país pero no lo sufi­cien­te­men­te fuer­te como para sus­ti­tuir la cen­tra­li­dad ejer­ci­da por la Área Metro­po­li­ta­na Bue­nos Aires (AMBA). Estos cen­tros han cre­ci­do, des­de los años ’90, a un rit­mo más ace­le­ra­do que las gran­des metró­po­lis y pre­ci­sa­men­te por esta carac­te­rís­ti­ca de “inter­me­dias”, no reci­ben aún la debi­da aten­ción de las auto­ri­da­des nacio­na­les, regio­na­les o juris­dic­cio­na­les ya que no tie­nen la impor­tan­cia demo­grá­fi­ca, polí­ti­ca, finan­cie­ra, eco­nó­mi­ca y téc­ni­ca como lo tie­nen las gran­des ciu­da­des y es por ello que care­cen de una pla­ni­fi­ca­ción urba­na adecuada.

En un recien­te tra­ba­jo refe­ri­do a la expan­sión de los gran­des aglo­me­ra­dos urba­nos argen­ti­nos (GAUs), se estu­dia­ron trein­ta y tres de ellos y se con­clu­yó que, excep­tuan­do el AMBA que está urba­ni­za­do prác­ti­ca­men­te en su tota­li­dad, entre 2003 y 2016 las ciu­da­des argen­ti­nas cre­cie­ron en pro­me­dio el doble en terri­to­rio que en habi­tan­tes, con picos de has­ta seis veces [Lan­fran­chi et al. 2018], esta cir­cuns­tan­cia iden­ti­fi­ca­da en la mayo­ría de las capi­ta­les pro­vin­cia­les no es dife­ren­te en ciu­da­des del inte­rior de las pro­vin­cias que actúan como cen­tros regio­na­les. En los últi­mos años se han ana­li­za­do un núme­ro intere­san­te de ciu­da­des de la región [Cfr. Ramí­rez y Pér­ti­le 2017, Ramí­rez y Pér­ti­le 2015, Ramí­rez y Pér­ti­le 2013a, Ramí­rez y Pér­ti­le 2013b] en las que se detec­tó el sos­te­ni­mien­to y avan­ce de ciu­da­des con bajas den­si­da­des for­ta­le­cien­do el mode­lo de ciu­dad dis­per­sa o difu­sa, moto­ri­za­do por el fuer­te empu­je del mer­ca­do inmo­bi­lia­rio que ejer­ce pre­sión sobre el terri­to­rio y los recur­sos natu­ra­les. De este modo hay un con­ti­nuo cre­ci­mien­to y con­su­mo del sue­lo urbano que no se apo­ya en un incre­men­to demo­grá­fi­co acor­de con ese ascen­so; los pla­nes de vivien­da social lle­va­dos a cabo por el esta­do así como las polí­ti­cas públi­cas que impul­san pro­gra­mas que per­mi­ten acce­der a la vivien­da par­ti­cu­lar, con pre­fe­ren­cia por las resi­den­cias uni­fa­mi­lia­res, defi­nen mode­los de ciu­dad con pre­do­mino de bajas den­si­da­des. La pre­fe­ren­cia por este tipo de resi­den­cia, que defi­ne el mode­lo dis­per­so o difu­so de ciu­dad, con­lle­va con­se­cuen­cias o cos­tos de tipo social, ambien­tal y eco­nó­mi­co que han sido muy bien reco­gi­dos por Magrin­yà y Her­ce en su tra­ba­jo “Los cos­tes ambien­ta­les de la ciu­dad de baja den­si­dad” [Cfr. Magrin­yà y Her­ce 2007]. Para­le­la­men­te otros auto­res han abo­na­do acer­ca de las bon­da­des de la ciu­dad difu­sa como por ejem­plo la cali­dad del entorno o un menor cos­to eco­nó­mi­co del sue­lo [Este­ban 2006 cit. en Mayor Far­guell 2007].

El inte­rés de este tra­ba­jo se cen­tra en la nece­si­dad de gene­rar evi­den­cia res­pec­to de la expan­sión urba­na y de los cam­bios en el uso del sue­lo en la ciu­dad de Curu­zú Cua­tiá entre los años 1990 y 2016, enten­dien­do que se tra­ta de una ven­ta­na tem­po­ral de alre­de­dor de un cuar­to de siglo que pue­de ser sufi­cien­te para ana­li­zar los dos aspec­tos antes seña­la­dos y por­que ade­más 1990 coin­ci­de con el ini­cio del pro­ce­so de cre­ci­mien­to urbano en ciu­da­des inter­me­dias deter­mi­na­do por la expul­sión de la pobla­ción rural debi­do a la  adop­ción del mode­lo agro­ex­por­ta­dor de la últi­ma déca­da del siglo pasa­do. Esta ciu­dad for­ma par­te del con­jun­to de ciu­da­des inter­me­dias del sis­te­ma urbano corren­tino en el nor­des­te argen­tino y como tal enfren­ta las pro­ble­má­ti­cas deri­va­das del cre­ci­mien­to urbano con esca­sa pla­ni­fi­ca­ción. La idea fuer­za o la hipó­te­sis que sos­te­ne­mos es que en Curu­zú Cua­tiá, al igual que otros asen­ta­mien­tos urba­nos de la región, a la vez que se con­so­li­da el área urba­na exis­ten­te se incre­men­ta el con­su­mo de sue­lo urbano en una pro­por­ción mayor res­pec­to del aumen­to pobla­cio­nal; en este sen­ti­do se for­ta­le­ce la con­fi­gu­ra­ción de una ciu­dad dis­per­sa que se opo­ne al desa­rro­llo de ciu­da­des equi­ta­ti­vas, sos­te­ni­bles y con ges­tión de ser­vi­cios efi­cien­te. Con­si­de­ra­mos que la pro­duc­ción de esta evi­den­cia y su cono­ci­mien­to es rele­van­te para la toma de deci­sio­nes de los acto­res invo­lu­cra­dos en la pla­ni­fi­ca­ción urbana.

Los obje­ti­vos de esta con­tri­bu­ción se pue­den sin­te­ti­zar del siguien­te modo: a) cuan­ti­fi­car el cre­ci­mien­to de la pobla­ción y la expan­sión del sue­lo urbano en Curu­zú Cua­tiá (pro­vin­cia de Corrien­tes, Argen­ti­na) entre 1990 y 2016; b) iden­ti­fi­car los cam­bios en el uso del sue­lo dis­cri­mi­nan­do las cate­go­rías: área urba­na con­so­li­da­da (AUC), área periur­ba­na (AP), infra­es­truc­tu­ra (INF), cuer­pos y cur­sos de agua (CCA), áreas ver­des y cober­tu­ra vege­tal urba­na (AVCVU); c) carac­te­ri­zar las cubier­tas según per­sis­ten­cia, ganan­cias, pér­di­das, cam­bio neto y cam­bio total del sue­lo en cada una de ellas y, d) detec­tar las cubier­tas que pre­sen­tan mayor varia­bi­li­dad en el lap­so con­si­de­ra­do. Todo ello nos per­mi­ti­rá reco­ger evi­den­cia res­pec­to de la con­fi­gu­ra­ción y del tipo de ciu­dad que corres­pon­de a Curu­zú Cuatiá.

El asen­ta­mien­to urbano obje­to de estu­dio (figu­ra 1‑derecha) for­ma par­te de la pro­vin­cia de Corrien­tes que se loca­li­za en la región Nor­des­te de la Repú­bli­ca Argen­ti­na[1] (figu­ra 1‑izquierda) se ubi­ca en el cen­tro-sur de la juris­dic­ción cita­da (29°47′30″LS y 58°03′16″LW) a 328 kiló­me­tros al sudoes­te de la capi­tal corren­ti­na. Es la cabe­ce­ra del depar­ta­men­to y del muni­ci­pio de nom­bre homó­ni­mo que ade­más inclu­ye las loca­li­da­des de Caza­do­res Corren­ti­nos y Peru­go­rría, (Figu­ra 1‑derecha). En el año 2010 el muni­ci­pio de Curu­zú Cua­tiá con­ta­ba con una pobla­ción de 39.319, ubi­cán­do­se en cuar­to lugar según su pobla­ción, des­pués de Corrien­tes, Goya y Paso de los Libres. Asi­mis­mo en base a las pro­yec­cio­nes y esti­ma­cio­nes del Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Esta­dís­ti­ca y Cen­sos, al año 2017, el muni­ci­pio esta­ría alcan­zan­do una pobla­ción total de 42.500 habi­tan­tes [INDEC 2017].

Figura 1. División política de la República Argentina y de la Provincia de Corrientes

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción pro­pia sobre la base de archi­vos vec­to­ria­les del Ins­ti­tu­to Geo­grá­fi­co Nacio­nal (IGN)

Curu­zú Cua­tiá pre­sen­ta una posi­ción geo­grá­fi­ca estra­té­gi­ca ya que, como diji­mos, está ubi­ca­da en el cen­tro-sur de la pro­vin­cia, esta ubi­ca­ción la con­vier­te en un paso obli­ga­do en el reco­rri­do des­de la capi­tal corren­ti­na hacia sur­es­te y tam­bién, dadas las con­di­cio­nes natu­ra­les de la pro­vin­cia,[2] hacia el este de este terri­to­rio; de este modo se con­vier­te en un nodo orga­ni­za­dor del sec­tor cen­tro-sur, impri­mién­do­le carac­te­rís­ti­cas de ciu­dad inter­me­dia. Es un asen­ta­mien­to urbano que for­ma par­te de un con­jun­to de 37 ciu­da­des de más de 2000 habi­tan­tes que cons­ti­tu­yen el sis­te­ma urbano de Corrien­tes (Grá­fi­co 1) en el que des­ta­ca la pri­ma­cía que, por su tama­ño pobla­cio­nal, ejer­ce la ciu­dad capi­ta­li­na ya que alber­ga alre­de­dor de un ter­cio de los habi­tan­tes de la pro­vin­cia y tie­ne cua­tro veces más pobla­ción que la segun­da ciu­dad de la red urba­na que es Goya y diez veces más pobla­ción que Curu­zú Cuatiá.

Gráfico 1. Cantidad de habitantes en ciudades de más de 2.000 habitantes de la Provincia de Corrientes

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción pro­pia en base a datos del Cen­so Nacio­nal de Pobla­ción, Hoga­res y Vivien­das (2010) pro­ce­sa­do con Retadam+SP

La plan­ta urba­na de la ciu­dad se situó entre los arro­yos Saran­dí al nor­te y nores­te y Cas­ti­llo al sur (Figu­ra 2), eri­gién­do­se a par­tir de la pla­za cen­tral y dejan­do a los arro­yos Maro­te y Curu­zú Cua­tiá como lími­tes natu­ra­les al nor­te. Esta situa­ción geo­grá­fi­ca nos per­mi­te dedu­cir que la direc­ción que siguió ‑y sigue- la expan­sión urba­na es hacia el occi­den­te, el cre­ci­mien­to hacia los otros sec­to­res requie­re de una mayor inver­sión de infra­es­truc­tu­ra para poder vin­cu­lar al área urba­na con­so­li­da­da con los terre­nos ubi­ca­dos más allá de los arro­yos que la deli­mi­tan. Se pue­de apre­ciar que actual­men­te, aun­que de for­ma frag­men­ta­da, el espa­cio urbano alcan­zó la ruta nacio­nal nº 119 en el oeste.

Figura 2. Planta urbana de Curuzú Cuatiá

Fuen­te: Inte­gra­ción en base a SIG 250-IGN y Goo­gle Earth

Metodología

Según San­tos Pre­cia­do “un cono­ci­mien­to geo­grá­fi­co del terri­to­rio requie­re, en bue­na par­te, de la dis­po­ni­bi­li­dad de ins­tru­men­tos car­to­grá­fi­cos pre­ci­sos, que per­mi­tan un acer­ca­mien­to e inter­pre­ta­ción del com­ple­jo y cam­bian­te mun­do en el que vivi­mos” [San­tos Pre­cia­do et al. 2014: 664]. Con­si­de­ra­mos que las imá­ge­nes de saté­li­te for­man par­te de este con­jun­to de ins­tru­men­tos o recur­sos indis­pen­sa­bles al momen­to de dise­ñar y lle­var a cabo una inves­ti­ga­ción o estu­dio sobre expan­sión urba­na. El aná­li­sis, iden­ti­fi­ca­ción e inter­pre­ta­ción de la infor­ma­ción temá­ti­ca que se deri­va de las imá­ge­nes es el insu­mo que se ha emplea­do con mayor fre­cuen­cia para detec­tar los cam­bios en las dife­ren­tes cubier­tas terres­tres, así ha sido posi­ble detec­tar con ade­cua­da pre­ci­sión la diná­mi­ca de la cubier­ta urba­na en nume­ro­sas ciu­da­des [Cfr. Anzoá­te­gui Mer­ca­do et al. 2006, Nava­rro et al. 2009, San­do­val Ver­du­go 2009, Ramí­rez y Pér­ti­le 2013a y 2013b, Rome­ro Rojas 2015, Ramí­rez y Pér­ti­le 2015, Jara­mi­llo Maga­ña 2016, Tiba­qui­ra Cas­tro 2016, OFU 2017, Ramí­rez y Pér­ti­le 2015].

En tér­mi­nos gene­ra­les las imá­ge­nes adqui­ri­das por sen­so­res remo­tos son de fácil acce­so a tra­vés de ser­vi­do­res gra­tui­tos ya que un gran núme­ro de misio­nes espa­cia­les de diver­sos paí­ses las ponen a dis­po­si­ción de los usua­rios intere­sa­dos; en caso de tener que abo­nar por ellas el cos­to es cada vez más bajo, tie­nen alta perio­di­ci­dad, ade­cua­da reso­lu­ción espa­cial y espec­tral para los aná­li­sis de tipo urbano, de modo que todo ello las con­vier­te en un recur­so que actual­men­te no se pue­de des­es­ti­mar cuan­do se tra­ta de ana­li­zar espa­cios urba­nos. Treitz y Rogan sos­tie­nen que los méto­dos basa­dos en la tele­de­tec­ción han demos­tra­do ser una herra­mien­ta efi­caz para la detec­ción de los cam­bios en el uso del sue­lo y los oca­sio­na­dos en el medio físi­co, los cua­les cuan­ti­fi­can el eco­sis­te­ma natu­ral y urbano, pro­por­cio­nan­do una visión inte­gral de la diná­mi­ca espa­cio-tem­po­ral de la cober­tu­ra y los patro­nes del uso del sue­lo, con­tri­bu­yen­do con ello a la for­mu­la­ción de polí­ti­cas de desa­rro­llo regio­nal [Jimé­nez-Moreno 2011].

En esta con­tri­bu­ción las imá­ge­nes que se uti­li­za­ron se refie­ren al path/row 225/081 de los días 08/06/1990 y 15/06/2016. La que corres­pon­de al año 1990 es una ima­gen de la pla­ta­for­ma Land­sat 5, sen­sor TM (The­ma­tic Map­per) que posee reso­lu­ción espa­cial de 30 metros en seis ban­das mul­ti­es­pec­tra­les y 120 metros en la ban­da tér­mi­ca. Para el año 2016 se uti­li­zó una ima­gen pro­por­cio­na­da por la pla­ta­for­ma Land­sat 8, sen­sor OLI (Ope­ra­tio­nal Land Ima­ger), con nue­ve ban­das espec­tra­les de las cua­les ocho poseen reso­lu­ción espa­cial de 30 metros y una pan­cro­má­ti­ca de 15 metros.

A las imá­ge­nes como prin­ci­pal fuen­te de datos se aña­die­ron otras fuen­tes tales como el impres­cin­di­ble mate­rial biblio­grá­fi­co que per­mi­tió pro­fun­di­zar el enten­di­mien­to del fenó­meno glo­bal de la expan­sión urba­na y adver­tir las diver­sas meto­do­lo­gías que se emplean para ana­li­zar este hecho con base en imá­ge­nes de saté­li­te. Asi­mis­mo se han uti­li­za­do datos esta­dís­ti­cos pro­por­cio­na­dos por el Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Esta­dís­ti­ca y Cen­sos (INDEC) de la Argen­ti­na que per­mi­tie­ron ana­li­zar el cre­ci­mien­to pobla­cio­nal de Curu­zú Cua­tiá y ade­más se emplea­ron geo­da­tos de acce­so libre y gra­tui­to dis­po­ni­bles en el sitio web del Ins­ti­tu­to Geo­grá­fi­co Nacio­nal (IGN) de la Argen­ti­na, lo que per­mi­tió con­tex­tua­li­zar espa­cial­men­te el área de estudio.

Los datos pro­por­cio­na­dos por las fuen­tes fue­ron tra­ta­dos con recur­sos, soft­wa­re o apli­ca­cio­nes que per­mi­ten, en pri­mer lugar, su tra­ta­mien­to y, en segun­do lugar, obte­ner nue­va infor­ma­ción, en este caso des­ta­ca­mos el uso de Sis­te­mas de Infor­ma­ción Geo­grá­fi­ca (SIG/GIS) y, en par­ti­cu­lar, del Mode­la­dor de Cam­bios del Terreno dis­po­ni­ble en el soft­wa­re Idrisi.

La meto­do­lo­gía segui­da en esta con­tri­bu­ción se des­cri­be a con­ti­nua­ción a modo de fases que per­mi­ten apre­ciar la secuen­cia de labo­res realizadas.

Pri­me­ra fase: lec­tu­ra de ante­ce­den­tes refe­ri­dos al cre­ci­mien­to pobla­cio­nal de la ciu­dad de Curu­zú Cua­tiá que se com­ple­men­tó con la lec­tu­ra de biblio­gra­fía refe­ri­da al estu­dio y aná­li­sis de la expan­sión urba­na median­te el uso de imá­ge­nes de satélite.

Segun­da fase: adqui­si­ción de las imá­ge­nes para ambos años con­si­de­ra­dos (1990 y 2016) a tra­vés de la pági­na del Ser­vi­cio Geo­ló­gi­co de los Esta­dos Uni­dos. (www.earthexplorer.usgs.gov, fecha de visi­ta: 28 de junio de 2016).

Ter­ce­ra fase: recor­te y obten­ción del sub­set del eji­do urbano de la ciu­dad y sus alre­de­do­res en ambos momen­tos. Para lograr esta deli­mi­ta­ción se usó una más­ca­ra basa­da en el polí­gono urbano pro­vis­to por el IGN (www.ign.gob.ar, fecha de visi­ta: agos­to de 2015), y con el fin de evi­tar que en el segun­do perío­do ana­li­za­do la man­cha urba­na exce­da la exten­sión deli­mi­ta­da por el IGN, se amplió su exten­sión en 1 kiló­me­tro uti­li­zan­do para ello un buf­fer[3] de polígono.

Cuar­ta fase: mejo­ra­mien­to visual de las imá­ge­nes, en ese caso se ensa­ya­ron nume­ro­sas com­po­si­cio­nes y se alcan­zó el mejor deta­lle y dis­cri­mi­na­ción de las cubier­tas en las com­po­si­cio­nes 453-Land­sat 5‑TM y la 543-Land­sat 8‑OLI. Las imá­ge­nes resul­tan­tes con­ser­van una reso­lu­ción espa­cial de 30 m.

Quin­ta fase: iden­ti­fi­ca­ción de cubier­tas y ela­bo­ra­ción de la leyen­da. Esta eta­pa con­sis­tió en esta­ble­cer las cate­go­rías o cubier­tas con­si­de­ra­das las más repre­sen­ta­ti­vas del área de estu­dio. Para alcan­zar la leyen­da defi­ni­ti­va (Tabla 1) se con­sul­ta­ron nume­ro­sos tra­ba­jos pre­vios cuyos ante­ce­den­tes han sido rele­van­tes; asi­mis­mo se con­si­de­ra­ron las par­ti­cu­la­ri­da­des de Curu­zú Cua­tiá, que tie­nen que ver, por ejem­plo, con la pre­sen­cia de cuer­pos y cur­sos de agua, estas apre­cia­cio­nes sur­gen del reco­no­ci­mien­to o ins­pec­ción visual de imá­ge­nes de alta reso­lu­ción que actua­ron como fuen­tes com­ple­men­ta­rias y tam­bién de la obser­va­ción en terreno.

Tabla 1. Categorías presentes en la clasificación supervisada (leyenda)
Área Urba­na Consolidada.

AUC

El área urba­na com­pren­de todo aquel frac­cio­na­mien­to en man­za­nas o uni­da­des equi­va­len­tes, deter­mi­na­das total o par­cial­men­te por calles, como asi­mis­mo aque­llas par­ce­las que no estan­do frac­cio­na­das estén rodea­das par­cial o total­men­te por frac­cio­na­mien­to en man­za­nas o uni­da­des equi­va­len­tes, des­ti­na­das a asen­ta­mien­tos huma­nos inten­si­vos, en los que se desa­rro­llan usos vin­cu­la­dos con la resi­den­cia, las acti­vi­da­des ter­cia­rias y de pro­duc­ción com­pa­ti­bles.[4]

Área Periur­ba­na.

AP

- Área a con­so­li­dar: Aqué­llas con ser­vi­cio de alum­bra­do públi­co o de agua pota­ble, como mínimo.

- De expan­sión: Aqué­lla con­ti­gua a las ante­rio­res con posi­bi­li­da­des de cone­xión a redes de pro­vi­sión de ser­vi­cios, vin­cu­la­dos con vía o calle públi­ca exis­ten­te.[5]

Infra­es­truc­tu­ra.

INF

Con­si­de­ra las rutas pro­vin­cia­les y nacio­na­les, vías férreas, aero­puer­tos e infra­es­truc­tu­ra rela­cio­na­da con las acti­vi­da­des urba­nas y rurales.

Cuer­pos y cur­sos de agua.

CCA

Cur­sos de agua per­ma­nen­te y no permanente.

Áreas o espa­cios ane­ga­bles e inundables.

Áreas ver­des y cober­tu­ra vege­tal urbana.

AVCVU

Espa­cio con pre­do­mi­nio de par­ques, pla­zas, jar­di­nes, paseos, par­te­rres (espa­cios ver­des linea­les y jar­di­nes cen­tra­les en vías públi­cas) plan­tíos, vege­ta­ción arbórea.

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción propia

Sex­ta fase: adqui­si­ción de mues­tras y cla­si­fi­ca­ción de imá­ge­nes. Las mues­tras espec­tra­les de cada cate­go­ría infor­ma­cio­nal, para cada momen­to de aná­li­sis, fue­ron reco­gi­das en múl­ti­ples oca­sio­nes has­ta alcan­zar una ade­cua­da dis­cri­mi­na­ción entre ellas. Esta labor se apo­yó en la com­pa­ra­ción reite­ra­da de las fir­mas espec­tra­les que, en cada oca­sión, arro­ja­ron las mues­tras. Esta eta­pa del pro­ce­so resul­tó con­clu­yen­te, tan­to para con­so­li­dar la leyen­da emplea­da (Tabla 1) como para avan­zar hacia la cla­si­fi­ca­ción supervisada.

La cla­si­fi­ca­ción se apo­yó en un cla­si­fi­ca­dor auto­ma­ti­za­do de tipo super­vi­sa­do que emplea el cri­te­rio de máxi­ma pro­ba­bi­li­dad, “el cual per­mi­te ajus­tar con mayor robus­tez la dis­po­si­ción ori­gi­nal de los datos” [Moli­na 1998 cit. en López Váz­quez et al. 2009: 89]. Dicho cla­si­fi­ca­dor auto­ma­ti­za­do usa como base a las fir­mas espec­tra­les obte­ni­das de las mues­tras adqui­ri­das y asig­na cada píxel a la cate­go­ría a la cual es más pro­ba­ble que pertenezca.

En esta fase se uti­li­za­ron como apo­yo para la obten­ción de mues­tras imá­ge­nes de Goo­gle Earth con mayor reso­lu­ción espa­cial a fin de lograr una mejor adqui­si­ción de mues­tras de cada categoría.

Sép­ti­ma fase: medi­ción de cam­bios y cálcu­lo de varia­bi­li­dad de las cubier­tas. Se cuan­ti­fi­có la super­fi­cie que abar­ca cada cate­go­ría en cada momen­to, tras lo cual fue posi­ble iden­ti­fi­car el cam­bio neto de cada cla­se, las ganan­cias, pér­di­das y per­sis­ten­cia que mani­fies­ta cada cate­go­ría, todo ello es lo que deri­va en el cam­bio total. Por otro lado tam­bién se reco­no­cen los inter­cam­bios, es decir la super­fi­cie que sien­do de una cate­go­ría pasa a otra y de esta últi­ma a la pri­me­ra. Con el pro­pó­si­to de ser más explí­ci­tos a con­ti­nua­ción se defi­nen cada uno de estos con­cep­tos (Tabla 2).

Tabla 2. Definición de conceptos clave en el análisis de cambios de uso del suelo
Cam­bio neto Res­pec­to de una cate­go­ría de aná­li­sis Xi:

Valor abso­lu­to de la sus­trac­ción entre la super­fi­cie de la cate­go­ría  en un tiem­po  (segun­do momen­to con­si­de­ra­do), res­pec­to de un tiem­po ante­rior  (pri­mer momen­to considerado).

CN (Xi ) = | Sup (Xi)T2 — Sup (Xi)T1 |

Per­sis­ten­cia Res­pec­to de una cate­go­ría de aná­li­sis Xi :

Pers(Xi): Por­ción de super­fi­cie de la cate­go­ría de aná­li­sis Xi que se man­tu­vo cons­tan­te entre T1 (pri­mer momen­to con­si­de­ra­do) y T2 (segun­do momen­to considerado).

Ganan­cia Res­pec­to de una cate­go­ría de aná­li­sis Xi:

Gan(Xi): Por­ción de super­fi­cie de la cate­go­ría de aná­li­sis Xi en el tiem­po T2 (segun­do momen­to con­si­de­ra­do) que en el tiem­po T1 (pri­mer momen­to con­si­de­ra­do) fue de algu­na otra super­fi­cie X1, X2, …Xj, …Xn, con i≠j.

El valor de la mis­ma se cal­cu­la­rá median­te la diferencia:

Sup (Xi)T2 — Pers (xi )

Pér­di­da Res­pec­to de una cate­go­ría de aná­li­sis Xi:

Perd(Xi): Por­ción de super­fi­cie de la cate­go­ría de aná­li­sis Xi en el tiem­po T1 (pri­mer momen­to con­si­de­ra­do) que en el tiem­po T2 (segun­do momen­to con­si­de­ra­do) fue de algu­na super­fi­cie X1, X2, …Xj, …Xn, con i≠j.

El valor de la mis­ma se cal­cu­la­rá median­te la diferencia:

Sup (Xi)T1 — Pers (xi )

Cam­bio total Res­pec­to de una cate­go­ría de aná­li­sis Xi:

Suma­to­ria de super­fi­cie gana­da por la cate­go­ría Xi y la super­fi­cie per­di­da por la cate­go­ría Xi entre el T2 (segun­do momen­to con­si­de­ra­do) y el T1 (pri­mer momen­to considerado).

CT (Xi) = Gan(Xi ) + Perd(Xi)

Inter­cam­bio Res­pec­to de una cate­go­ría de aná­li­sis Xi:

Doble pro­duc­to entre el valor míni­mo de la super­fi­cie gana­da por la cate­go­ría Xi y la super­fi­cie per­di­da por la cate­go­ría Xi entre el T2 (segun­do momen­to con­si­de­ra­do) y el T1 (pri­mer momen­to considerado).

Inter(Xi) = 2 ∙ mín {Gan(Xi); Perd(Xi)}

Tran­si­cio­nes a una categoría  Res­pec­to de una cate­go­ría de aná­li­sis Xi:

Super­fi­cie de la cate­go­ría Xi en T1 (pri­mer momen­to con­si­de­ra­do) que se trans­for­mó en otra cate­go­ría X1, X2, …Xj, …Xn, con i≠j, en el T2 (segun­do momen­to considerado).

Trans (Xi)T1 = (Xi)T2; i≠j

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción pro­pia basa­do en Pon­tius et al. (2004)

En sín­te­sis, el esque­ma meto­do­ló­gi­co segui­do es el que se mues­tra en la Figu­ra 3.

Figura 3. Esquema metodológico (síntesis)

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción Propia

Resultados

Acer­ca del cre­ci­mien­to de la pobla­ción y expan­sión del área urba­na consolidada

En oca­sión del cen­so de pobla­ción 1991, la ciu­dad de Curu­zú Cua­tiá con­ta­ba con 28.806 habi­tan­tes, pos­te­rior­men­te en 2001 el con­teo arro­jó 31.875 per­so­nas y en el últi­mo cen­so de 2010 alcan­zó a 34.470 habi­tan­tes [INDEC 2010]. Si con­si­de­ra­mos las pro­yec­cio­nes y esti­ma­cio­nes del INDEC, como apun­ta­mos ante­rior­men­te, la ciu­dad ya habría supe­ra­do los 37.000 habi­tan­tes apro­xi­ma­da­men­te, repre­sen­ta­do así un incre­men­to total entre 1991 y 2016 del 28,4%, en tér­mi­nos abso­lu­tos se tra­ta de unas 8.194 per­so­nas. En otro sen­ti­do tenien­do como apo­yo las imá­ge­nes cla­si­fi­ca­das para los años 1990 y 2016[6] (Figu­ra 4), se pudo deter­mi­nar que el AUC en el año 1990 ocu­pa­ba una exten­sión de 500,76 hec­tá­reas mien­tras que en 2016 alcan­za­ba a 668,07 hec­tá­reas apro­xi­ma­da­men­te, esto sig­ni­fi­có un incre­men­to del 33,4%, repre­sen­tan­do, en tér­mi­nos abso­lu­tos, unas 167,31 hec­tá­reas. En defi­ni­ti­va el incre­men­to del sue­lo urbano superó al cre­ci­mien­to pobla­cio­nal en con­cor­dan­cia con la inves­ti­ga­ción rea­li­za­da en los GAUs (up. supra).

De la rela­ción entre pobla­ción y área urba­na con­so­li­da­da pode­mos obte­ner un regis­tro apro­xi­ma­do de la den­si­dad de pobla­ción para ambos momen­tos con­si­de­ra­dos; en 1990 Curu­zú Cua­tiá alcan­zó un valor de 57,5 habi­tan­tes por hec­tá­rea, mien­tras que en 2016 se regis­tró alre­de­dor de 59,9 habi­tan­tes por hec­tá­rea. En ambos casos esta­mos fren­te a den­si­da­des muy bajas que repre­sen­tan más de 150 metros cua­dra­dos por per­so­na, defi­nien­do una ciu­dad dis­per­sa, exten­di­da en sen­ti­do hori­zon­tal, una par­ti­cu­la­ri­dad que casi no se ha modi­fi­ca­do en un cuar­to de siglo.

Figura 4. Clasificación supervisada de la Ciudad de Curuzú Cuatiá, 1990 y 2016

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción propia

La apre­cia­ción visual de las imá­ge­nes cla­si­fi­ca­das nos mues­tra, ade­más de una cla­ra expan­sión hacia el oes­te has­ta alcan­zar, y en algu­nos casos sobre­pa­sar, la ruta nacio­nal Nº 119, una fuer­te con­so­li­da­ción en el cen­tro y en el orien­te, sitios en los que dejan de obser­var­se nume­ro­sos inters­ti­cios o aber­tu­ras en la cate­go­ría urba­na con­so­li­da­da. La expan­sión de esta cla­se se desa­rro­lla res­pe­tan­do un con­ve­nio fir­ma­do en 1985 entre el muni­ci­pio de la ciu­dad y la direc­ción de pla­nea­mien­to del Minis­te­rio de Obras y Ser­vi­cios Públi­cos de la pro­vin­cia, a tra­vés del cual se limi­ta la expan­sión tenien­do en cuen­ta las áreas de ane­ga­mien­to que pue­den oca­sio­nar los des­bor­des de los arro­yos Curu­zú Cua­tiá al nor­te y Cas­ti­llo al sur (Figu­ra 2). Asi­mis­mo, ini­cial­men­te, esta “expan­sión se reali­zó median­te la cons­truc­ción de barrios FONAVI (fon­do nacio­nal de vivien­das) y villas mili­ta­res en el sec­tor noroes­te de la ciu­dad dotán­do­los de todos los ser­vi­cios” [Mari 2000: 139], en la actua­li­dad los “nue­vos” espa­cios cla­si­fi­ca­dos como área urba­na con­so­li­da­da se aso­cian a emer­gen­tes áreas resi­den­cia­les de ini­cia­ti­va par­ti­cu­lar, pla­nes de vivien­da social, cons­truc­cio­nes vin­cu­la­das a diver­sas acti­vi­da­des y ser­vi­cios urba­nos. La infra­es­truc­tu­ra que apa­re­ce como un ani­llo externo al AUC se aso­cia, ade­más de la red vial y ferro­via­ria, a la acti­vi­dad del comer­cio mayo­ris­ta que requie­re, entre otras ins­ta­la­cio­nes, de depó­si­tos y gal­po­nes. Aná­lo­ga­men­te se inclu­yen en esta cate­go­ría a los esta­ble­ci­mien­tos e equi­pa­mien­tos aso­cia­dos a las labo­res rura­les que pro­veen bie­nes y ser­vi­cios para satis­fa­cer las nece­si­da­des de tal actividad.

Varia­bi­li­dad de las cubier­tas según per­sis­ten­cia, ganan­cias, pér­di­das, cam­bio neto y cam­bio total

El mode­la­dor de cam­bios del terreno (TerrSet Land Chan­ge Mode­ller de Idri­si©), per­mi­tió obte­ner la matriz de tabu­la­ción cru­za­da (Tabla 3) que com­pa­ra imá­ge­nes cla­si­fi­ca­das en dos momen­tos, así es posi­ble cono­cer la diná­mi­ca o com­por­ta­mien­to de las cubier­tas o cate­go­rías ana­li­za­das. Los valo­res que se ubi­can en la dia­go­nal de la tabla 3 indi­can la super­fi­cie que fue cla­si­fi­ca­da con idén­ti­ca cate­go­ría en ambos momen­tos, es decir la per­sis­ten­cia. Fue­ra de la dia­go­nal, hacia la dere­cha, se pue­de apre­ciar la can­ti­dad de hec­tá­reas que regis­tra­ron cam­bios en cada categoría.

Tabla 3. Matriz de tabulación cruzada (valores en hectáreas)
  2016
INF CCA AUC AVCVU AP Total
1990 INF 213,84 30,96 175,23 35,91 82,89 538,83
CCA 124,92 155,16 89,01 49,14 75,15 493,38
AUC 49,68 5,49 287,82 29,07 4,05 376,11
AVCVU 22,77 18,72 27,81 27,09 7,38 103,77
AP 256,23 92,25 88,20 33,12 333,63 803,43
Total 667,44 302,58 668,07 174,33 503,10 2315,52

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción Propia

Si con­si­de­ra­mos el año ini­cial, el 43,9% del área de estu­dio se man­tie­ne esta­ble, en este sen­ti­do, la mayor per­sis­ten­cia en tér­mi­nos rela­ti­vos de super­fi­cie, corres­pon­de al AUC (76,53%) segui­da por el AP (41,52%); la INF, los CCA y las AVCVU per­ma­ne­cen esta­bles en menos del 50% de la super­fi­cie que ocu­pa­ban en 1990. Tam­bién es posi­ble visua­li­zar cuán­to ha gana­do y per­di­do cada cate­go­ría (Grá­fi­co 2). Así vemos que el AP, la INF y los CCA son las cate­go­rías que pier­den mayor can­ti­dad de super­fi­cie. No obs­tan­te, la INF tam­bién es la que más ha gana­do super­fi­cie, razón por la cual es impor­tan­te ana­li­zar tam­bién el cam­bio neto como se verá a con­ti­nua­ción (Tabla 4).

Gráfico 2. Ganancias y pérdidas por categorías entre 1990 y 2016 (valor expresados en hectáreas)

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción propia

El cam­bio neto per­mi­te cono­cer cuán varia­ble es una cate­go­ría de uso de sue­lo en el lap­so con­si­de­ra­do, en ese sen­ti­do, las cober­tu­ras que se incre­men­ta­ron en los 26 años que se ana­li­zan fue­ron la INF (128,61 hec­tá­reas, o sea un 19,27% de aumen­to), el AUC (291,96 hec­tá­reas, lo que sig­ni­fi­ca un 43,7% de cre­ci­mien­to) y AVCVU (70,56 hec­tá­reas, es decir un 40,47%). En opo­si­ción, las cate­go­rías CCA y AP dis­mi­nu­ye­ron su super­fi­cie en 190,80 hec­tá­reas (63,03%) y 300,33 hec­tá­reas (59,70%) en cada caso (Tabla 4).

Tabla 4. Cambios y transiciones entre Categorías (valores en hectáreas)
Cam­bio total Cam­bio neto Ganan­cia Pér­di­da Inter­cam­bio
INF 778,59 128,61 453,6 324,99 649,98
CCA 485,64 190,80 147,42 338,22 294,84
AUC 468,54 291,96 380,25 88,29 176,58
AVCVU 223,92 70,56 147,24 76,68 153,36
AP 639,27 300,33 169,47 469,8 338,94
Total 2595,96 982,26 1297,98 1297,98 1613,7

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción Propia

Sin embar­go, si ana­li­za­mos los inter­cam­bios de super­fi­cie entre cubier­tas adver­ti­mos que no exis­te coin­ci­den­cia entre la cober­tu­ra de mayor cam­bio neto y la cober­tu­ra de mayor inter­cam­bio, ya que, como vimos, la cate­go­ría AP es la de mayor cam­bio neto, mien­tras que la cate­go­ría INF es la de mayor inter­cam­bio (Tabla 4). Se debe tomar en cuen­ta que el inter­cam­bio, dada su defi­ni­ción, expre­sa el doble de la ganan­cia o la pér­di­da de una cate­go­ría (el míni­mo), es decir, que para un deter­mi­na­do valor de ganan­cia (o pér­di­da) de una cate­go­ría se gana (o se pier­de) la mis­ma can­ti­dad (up supra, Tabla 2).

En efec­to, el cam­bio total es un con­cep­to rele­van­te al momen­to de cono­cer la diná­mi­ca o varia­bi­li­dad de las cubier­tas, ya que la uti­li­za­ción ais­la­da del cam­bio neto per se no per­mi­te apre­ciar las muta­cio­nes que se pro­du­cen entre las cubier­tas. En efec­to el aná­li­sis del cam­bio total y del inter­cam­bio son métri­cas que enri­que­cen el cono­ci­mien­to de las trans­for­ma­cio­nes (cam­bio neto  inter­cam­bio) ocu­rri­das. En este caso es tam­bién la infra­es­truc­tu­ra (INF) la que pre­sen­ta mayor cam­bio total 778,59 hec­tá­reas, segui­da por la cate­go­ría periur­ba­na (AP) 639,27 hec­tá­reas, lue­go los cuer­pos y cur­sos de agua (CCA) 485,64 hec­tá­reas, y final­men­te el área urba­na con­so­li­da­da (AUC) y el área ver­de y cober­tu­ra vege­tal urba­na (AVCVU) con 468,54 y 223,92 hec­tá­reas res­pec­ti­va­men­te (Tabla 4).

Siguien­do con este aná­li­sis, si se toma­ra en cuen­ta solo el aná­li­sis del cam­bio neto sufri­do por la tota­li­dad del área de estu­dio que fue de poco menos de 1.000 hec­tá­reas apro­xi­ma­da­men­te, se esta­ría sub­es­ti­man­do en más de 1600 hec­tá­reas la diná­mi­ca de cam­bio real refle­ja­das por el cam­bio total que es de 2.595,96 hectáreas.

Diná­mi­ca del área urba­na con­so­li­da­da (AUC)

Entre 1990 y 2016 el cam­bio neto del AUC fue de 291,96 hec­tá­reas, este valor sur­ge a par­tir de la dis­mi­nu­ción, des­cen­so o pér­di­da de super­fi­cie en las otras cla­ses o cate­go­rías que se han con­si­de­ra­do en este aná­li­sis. En este orden de inda­ga­ción las cate­go­rías que apor­ta­ron en mayor medi­da al incre­men­to de la cla­se urba­na con­so­li­da­da fue­ron la INF (125,55 hec­tá­reas), el AP (84,15 hec­tá­reas) y los CCA (83,52 hec­tá­reas). La úni­ca cate­go­ría que no apor­tó al incre­men­to del AUC fue el AVCVU (Grá­fi­co 3).

Gráfico 3. Contribución de cada categoría al cambio neto del Área Urbana Consolidado entre 1990 y 2016 (valores en hectáreas)

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción Propia

En cuan­to a la espa­cia­li­dad de este cam­bio (Figu­ra 5) es posi­ble seña­lar, en tér­mi­nos gene­ra­les, que el área de mayor varia­bi­li­dad es el sec­tor peri­fé­ri­co que envuel­ve la super­fi­cie de per­sis­ten­cia de AUC apre­cián­do­se mayo­res expan­sio­nes en el sec­tor sur y oes­te y tam­bién una fran­ja de alta con­ti­nui­dad de ganan­cias en el lími­te nores­te en con­tac­to con el arro­yo Curu­zú Cua­tiá. En cuan­to a las pér­di­das de AUC no se dis­tin­gue un patrón espe­cí­fi­co, sino que son espa­cios e inters­ti­cios dis­per­sos en el área que se analiza.

Figura 5. Espacialidad de las ganancias y pérdidas en la categoría Área Urbana Consolidada (AUC)

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción Propia

Sin­te­ti­zan­do, la cate­go­ría AUC regis­tra un cam­bio total de 468,54 hec­tá­reas que supera amplia­men­te la mitad de lo refle­ja­do por el valor de cam­bio neto que es de 291,96 hec­tá­reas (Tabla 4). Esto sig­ni­fi­ca que el AUC tuvo inter­cam­bios con las res­tan­tes cate­go­rías ana­li­za­das que no se ven refle­ja­dos en el dato brin­da­do por el cam­bio neto ni en el valor que apor­ta cada una de las otras cate­go­rías, razón por la cual esta infor­ma­ción esta­dís­ti­ca y espa­cial es rele­van­te al momen­to de pla­ni­fi­car ya que, por ejem­plo, el AUC y el AVCVU se ven mutua­men­te influen­cia­das modi­fi­cán­do­se recí­pro­ca­men­te en casi el 100%. En menor mag­ni­tud, el AUC y la INF son influen­cia­das entre sí y se modi­fi­can recí­pro­ca­men­te en más del 75% (Tabla 5).

Tabla 5: Transiciones entre categorías que involucran al AUC
Leyen­da ha Leyen­da ha Dife­ren­cia en ha 
INFAUC 175,23 AUCINF 49,68 125,55
CCAAUC 89,01 AUCCCA 5,49 83,52
AVCVUAUC 27,81 AUCAVCVU 29,07 -1,26
APAUC 88,20 AUCAP 4,05 84,15
380,25 88,29 291,96

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción propia

La Figu­ra 6 nos per­mi­te visua­li­zar la espa­cia­li­dad de estas tran­si­cio­nes, advir­tién­do­se cuá­les son los espa­cios de INF que pasan a for­mar par­te del AUC, se tra­ta de áreas cir­cun­dan­tes que ori­gi­nal­men­te for­ma­ban par­te de ins­ta­la­cio­nes o ser­vi­cios des­ti­na­dos a acti­vi­da­des tan­to urba­nas como rura­les, es decir gal­po­nes, alma­ce­nes, depó­si­tos, que en el segun­do momen­to se adi­cio­nan al AUC. En cuan­to a los CCA son tam­bién tri­bu­ta­rios; en este caso es intere­san­te apre­ciar que estos espa­cios se ubi­can en la peri­fe­ria ence­rran­do al AUC, se tra­ta de sec­to­res ane­ga­di­zos que son recu­pe­ra­dos para urba­ni­za­ción pero con las poten­cia­les con­se­cuen­cias de ries­go por inun­da­ción debi­do al des­bor­de de los arro­yos. En cuan­to a la super­fi­cie que apor­ta el AP se tra­ta de sec­to­res que corres­pon­den al sur, sur­oes­te y oes­te coin­ci­dien­do con el área de mayor expan­sión de Curu­zú Cua­tiá (up. supra Figu­ra 4).

Figura 6. Espacialidad de los intercambios de las distintas categorías al AUC entre 1990 y 2016

Fuen­te: Ela­bo­ra­ción Propia

Dis­cu­sión de los resultados

Las fuen­tes emplea­das y el pro­ce­di­mien­to meto­do­ló­gi­co segui­do en esta con­tri­bu­ción han per­mi­ti­do arri­bar a resul­ta­dos que res­pon­den a los obje­ti­vos o pre­gun­tas que guia­ron el desa­rro­llo de este apor­te. En tér­mi­nos gene­ra­les se pue­de afir­mar que la ciu­dad de Curu­zú Cua­tiá, a nues­tro jui­cio ciu­dad inter­me­dia den­tro del sis­te­ma urbano corren­tino, pre­sen­ta un mode­lo de ciu­dad dis­per­sa, afir­ma­ción que se apo­ya, entre otras par­ti­cu­la­ri­da­des, en la pre­sen­cia de den­si­da­des de pobla­ción muy bajas, infe­rio­res a 60 habi­tan­tes por hec­tá­rea (apro­xi­ma­da­men­te 160 m2 por habi­tan­te), y en un con­su­mo de sue­lo urbano exce­si­vo ya que si con­si­de­ra­mos los datos del perío­do ana­li­za­do, vemos que la rela­ción entre el incre­men­to pobla­cio­nal (8.194 habi­tan­tes) y el aumen­to del AUC (291,96 hec­tá­reas), deter­mi­na que esta cate­go­ría se incre­men­te a razón de una hec­tá­rea por cada 28 habitantes.

Otros resul­ta­dos mues­tran el cre­ci­mien­to del AUC como con­se­cuen­cia del apor­te des­de del área periur­ba­na, la infra­es­truc­tu­ra y los cuer­pos y cur­sos de agua que, a su vez, son las de mayor inter­cam­bio, cam­bio total y cam­bio neto. A su vez el AP es la de mayor pér­di­da y la INF la de mayor ganan­cia. Por lo tan­to son estas últi­mas dos cubier­tas men­cio­na­das las de mayor varia­bi­li­dad sobre las cua­les el incre­men­to del AUC se sos­tie­ne.  Tam­bién es de rele­van­cia con­si­de­rar como un resul­ta­do impor­tan­te el dato de la dis­mi­nu­ción de CCA a favor del AUC, esta infor­ma­ción esta­ría dan­do cuen­ta del avan­ce de la urba­ni­za­ción sobre sec­to­res ane­ga­di­zos poten­cial­men­te inundables.

En cuan­to a la espa­cia­li­za­ción de las métri­cas cal­cu­la­das se apre­cia, en tér­mi­nos gene­ra­les, un for­ta­le­ci­mien­to de la expan­sión urba­na en ani­llos con­cén­tri­cos que rodean al AUC, con una asi­me­tría de mayor cre­ci­mien­to hacia el oes­te superan­do a la ruta nacio­nal N° 119 y tam­bién hacia el sur sobre­pa­san­do la barre­ra de la red ferro­via­ria e inclu­so exce­dien­do el arro­yo Cas­ti­llo que duran­te mucho tiem­po fue el lími­te natu­ral de la ciudad.

Conclusiones

En la Argen­ti­na, de acuer­do con datos del Cen­so 2010, nue­ve de cada diez habi­tan­tes eran urba­nos y solo una pro­vin­cia (sobre un total de vein­ti­cua­tro) regis­tró menos del 70% de pobla­ción urba­na; en el caso de Corrien­tes el 82% de sus habi­tan­tes resi­dían en ciu­da­des. En el con­tex­to local que ana­li­za­mos, la pobla­ción urba­na del muni­ci­pio de Curu­zú Cua­tiá alcan­zó en 2010, como se ha comen­ta­do ante­rior­men­te, el 87,7%. Estos comen­ta­rios nos ayu­dan a for­ta­le­cer la idea de que el pro­ce­so de urba­ni­za­ción es inde­pen­dien­te de las esca­las geo­grá­fi­cas, ya que se mani­fies­ta en todas ellas: glo­bal, regio­nal, nacio­nal, pro­vin­cial, municipal.

Sin dudas el cre­ci­mien­to de la pobla­ción y la pre­fe­ren­cia de ésta por áreas urba­nas es un fenó­meno que no men­gua­rá y es por esta razón que con­si­de­ra­mos que la selec­ción y uti­li­za­ción del con­jun­to de métri­cas cuyos resul­ta­dos se pre­sen­ta­ron suma­dos a las repre­sen­ta­cio­nes car­to­grá­fi­cas deri­va­das, resul­tan de uti­li­dad para inter­pre­tar y expli­car las for­mas de expan­sión y se pue­den con­ver­tir en poten­tes ins­tru­men­tos de obser­va­ción de los cam­bios y de la diná­mi­ca urba­na. De este modo se apor­ta infor­ma­ción terri­to­rial de tipo local, otor­gan­do cono­ci­mien­to para que los dife­ren­tes acto­res invo­lu­cra­dos pue­dan rea­li­zar una mejor y más efi­caz pla­ni­fi­ca­ción territorial.

En otro orden de comen­ta­rios fina­les tam­bién cree­mos que acce­der a este tipo de cono­ci­mien­tos que brin­da infor­ma­ción de tipo local, pue­de orien­tar las accio­nes de cara al cum­pli­mien­to de los Obje­ti­vos de Desa­rro­llo Sos­te­ni­ble –ODS- en par­ti­cu­lar al ODS 11: Lograr que las ciu­da­des y los asen­ta­mien­tos huma­nos sean inclu­si­vos, segu­ros, resi­lien­tes y sos­te­ni­bles, entre cuyas metas se encuen­tra la nece­si­dad de aumen­tar la urba­ni­za­ción inclu­si­va y sos­te­ni­ble y la capa­ci­dad para la pla­ni­fi­ca­ción y la ges­tión par­ti­ci­pa­ti­vas. En este sen­ti­do con­si­de­ra­mos que el tra­ba­jo rea­li­za­do es un apor­te sig­ni­fi­ca­ti­vo para que los dis­tin­tos acto­res, polí­ti­cos, socia­les, aca­dé­mi­cos y eco­nó­mi­cos, pue­dan cono­cer las carac­te­rís­ti­cas y la diná­mi­ca de la expan­sión urba­na de la ciu­dad de Curu­zú Cua­tiá y pro­ce­der en con­se­cuen­cia hacia una ciu­dad y comu­ni­dad sostenible.

 Citas

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[1] El Nor­des­te Argen­tino –NEA- es una región que se encuen­tra con­for­ma­da por cua­tro pro­vin­cias: Cha­co, For­mo­sa, Misio­nes y Corrientes.

[2] En el cen­tro-nor­te se empla­zan los Este­ros del Ibe­rá, exten­so hume­dal inter­na­cio­nal que abar­ca entre 15.000 y 25.000 km², que cons­ti­tu­yen una barre­ra para las infra­es­truc­tu­ras y para el asen­ta­mien­to de la población.

[3] “Las áreas cubier­tas por estos polí­go­nos refle­jan las zonas de influen­cia de cada enti­dad, influen­cia que se con­si­de­ra la ejer­ce has­ta una dis­tan­cia dada. Pue­den ver­se tam­bién en de for­ma inver­sa, como una influen­cia reci­bi­da, de tal modo que todos los ele­men­tos den­tro de la zona de influen­cia afec­tan a la enti­dad que la gene­ra” [Ola­ya 2014: 846].

[4] Ley Orgá­ni­ca de las Muni­ci­pa­li­da­des / Ley N° 4752

[5] Ley Orgá­ni­ca de las Muni­ci­pa­li­da­des / Ley N° 4752

[6] Las imá­ge­nes que se inclu­yen son el resul­ta­do de la cla­si­fi­ca­ción super­vi­sa­da con un pos­te­rior pos­pro­ce­so de fil­tra­do o sua­vi­za­do para mejo­rar la visua­li­za­ción de las mismas.

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Laura Fabiana Gómez y Mirta Liliana Ramírez, «Expansión urbana y cambios en el uso del suelo en la ciudad de Curuzú Cuatiá, Corrientes, Argentina, entre los años 1990 y 2016», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-14/dossier-gomez/
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