Práctica de la investigación en el marxismo argentino contemporáneo. Entrevistas

Prac­ti­ce of research in con­tem­po­rary Argen­ti­ne Mar­xism. Interviews

Rodol­fo Elbert*
Agus­tín San­te­lla**

Reci­bi­do: 16 de noviem­bre de 2018
Acep­ta­do: 5 de diciem­bre de 2018

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Vivi­mos en una épo­ca en la cual la mayo­ría de los científicos/as socia­les des­car­tó al mar­xis­mo como enfo­que teó­ri­co gene­ral para enmar­car sus inves­ti­ga­cio­nes. Si bien las des­igual­da­des socia­les en el capi­ta­lis­mo son cada vez más pro­fun­das y las diná­mi­cas vin­cu­la­das a la explo­ta­ción son cada vez más poten­tes, el aná­li­sis mar­xis­ta de la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta y las pers­pec­ti­vas socia­lis­tas son mar­gi­na­les en el mun­do aca­dé­mi­co. Por ello, con­vo­ca­mos a un con­jun­to de investigadores/as que tra­ba­ja den­tro del pro­gra­ma mar­xis­ta de inves­ti­ga­ción, a con­tes­tar una entre­vis­ta auto-admi­nis­tra­da sobre las estra­te­gias teó­ri­co-meto­do­ló­gi­cas que desa­rro­llan en sus investigaciones.

Envia­mos por e‑mail a todos/as ellos/as las mis­mas pre­gun­tas, deta­lla­das a con­ti­nua­ción: ¿Qué sig­ni­fi­ca para vos empren­der una inves­ti­ga­ción des­de una pers­pec­ti­va mar­xis­ta? ¿Podrías des­cri­bir bre­ve­men­te el tema o pro­ble­ma cen­tral que abor­das en tus inves­ti­ga­cio­nes?  ¿Cómo selec­cio­nas­te el tema de inves­ti­ga­ción? ¿Qué autores/as, deba­tes y/o expe­rien­cias bio­grá­fi­cas tuyas influ­ye­ron en la deci­sión? ¿Qué lugar tie­ne este tema en el pro­gra­ma de inves­ti­ga­ción mar­xis­ta? ¿Cómo defi­nis­te el con­cep­to cen­tral en tu inves­ti­ga­ción? ¿Qué lugar tie­ne este con­cep­to en un pro­gra­ma mar­xis­ta de inves­ti­ga­ción? ¿Pro­pu­sis­te modi­fi­ca­cio­nes a los con­cep­tos clá­si­cos en base a los hallaz­gos de la inves­ti­ga­ción o duran­te el desa­rro­llo y plan­teo de la mis­ma? ¿Qué méto­dos y téc­ni­cas de inves­ti­ga­ción de las cien­cias socia­les uti­li­zas en tus pro­yec­tos? ¿Cómo arti­cu­las tu prác­ti­ca de mili­tan­cia polí­ti­ca y/o gre­mial con tu prác­ti­ca de inves­ti­ga­ción? ¿Cuá­les son las ten­sio­nes y las con­ti­nui­da­des que hay entre ambas?

El obje­ti­vo de la publi­ca­ción es com­par­tir estas refle­xio­nes para, de ese modo, mos­trar dife­ren­tes abor­da­jes y líneas de inves­ti­ga­ción den­tro del pro­gra­ma mar­xis­ta en el con­tex­to de las cien­cias socia­les. Esta serie de entre­vis­tas se ori­gi­na en un panel de deba­te sobre la prác­ti­ca de inves­ti­ga­ción en el mar­xis­mo, orga­ni­za­do por el equi­po docen­te de la mate­ria Mar­xis­mo Socio­ló­gi­co en el mar­co de las Jor­na­das “Marx 2018. El Bicen­te­na­rio” de la carre­ra de Socio­lo­gía de la Uni­ver­si­dad de Bue­nos Aires. Aquel panel con­tó con la par­ti­ci­pa­ción de Ceci­lia Fei­joo, Agus­tín San­te­lla y Adrián Piva y la coor­di­na­ción de Rodol­fo Elbert. A par­tir de esa acti­vi­dad, Agus­tín pro­pu­so con­ver­tir el deba­te en una serie de entre­vis­tas a un gru­po más amplio de investigadores/as, y la revis­ta REMS acep­tó gene­ro­sa­men­te publi­car­las. Espe­ra­mos que estos obje­ti­vos se cum­plan median­te la lec­tu­ra y dis­cu­sión abier­ta de las res­pues­tas, así como aspi­ra­mos a con­ti­nuar con la publi­ca­ción de nue­vas entre­vis­tas en las siguien­tes edi­cio­nes de la revis­ta. En este núme­ro publi­ca­mos las repues­tas de Maria­na Gia­ret­to, San­tia­go Rog­ge­ro­ne, Fer­nan­do Aizic­zon y Ricar­do Donaire.

Mariana Giaretto[1]
¿Qué significa para vos emprender una investigación desde una perspectiva marxista?

Empren­der una inves­ti­ga­ción des­de una pers­pec­ti­va mar­xis­ta para mi sig­ni­fi­ca dar­le con­ti­nui­dad y cohe­ren­cia a un posi­cio­na­mien­to teó­ri­co y polí­ti­co que inten­to sos­te­ner coti­dia­na­men­te.  Ese posi­cio­na­mien­to impli­ca des­au­to­ri­zar cier­tas visio­nes domi­nan­tes a tra­vés de una crí­ti­ca radi­cal que des­tru­ya sus supues­tos bási­cos y visi­bi­li­ce sus impli­can­cias prác­ti­cas. Ese posi­cio­na­mien­to inten­ta iden­ti­fi­car pro­ble­mas cuya urgen­cia tras­cien­da la coyun­tu­ra, es decir, que sus nexos con lo estruc­tu­ral sean tan evi­den­tes como inelu­di­bles. Ese posi­cio­na­mien­to impli­ca tam­bién, y fun­da­men­tal­men­te, tra­ba­jar en la cons­truc­ción de un cono­ci­mien­to con­tex­tua­li­za­do que apor­te a cier­ta arti­cu­la­ción de las luchas socia­les con­tra el capital.

¿Podrías describir brevemente el tema o problema central que abordas en tus investigaciones? 

El pro­ble­ma cen­tral que abor­do en mis inves­ti­ga­cio­nes son las rela­cio­nes entre luchas socia­les y Esta­do. Una pri­me­ra línea de inves­ti­ga­ción se cen­tró en las rela­cio­nes entre con­flic­tos por tomas de tie­rras urba­nas y los modos de inter­ven­ción del Esta­do capi­ta­lis­ta, y una segun­da línea de inves­ti­ga­ción, en la que esta­mos tra­ba­jan­do actual­men­te, es acer­ca de las rela­cio­nes entre luchas terri­to­ria­les y pro­ce­sos de cri­mi­na­li­za­ción en el nor­te de la Patagonia.

 ¿Cómo seleccionaste el tema de investigación? ¿Qué autores/as, debates y/o experiencias biográficas tuyas influyeron en la decisión? ¿Qué lugar tiene este tema en el programa de investigación marxista?

Más que una selec­ción de estos temas de inves­ti­ga­ción, pien­so que han sido el resul­ta­do de cier­ta inter­pe­la­ción polí­ti­ca a la tarea aca­dé­mi­ca, en todo caso el apor­te es jus­ta­men­te encua­drar­los y abor­dar­los des­de una pers­pec­ti­va y enfo­que mar­xis­ta. Cuan­do empe­cé con el tema sobre tomas de tie­rras no había estu­dios pre­vios en la región, no solo que los abor­da­ran como pro­ble­ma cen­tral (y no como con­tex­to en el que se sitúan otros pro­ble­mas) sino que ade­más ana­li­za­ran crí­ti­ca­men­te sus rela­cio­nes con el Esta­do en un sen­ti­do amplia­do. En ese momen­to, está­ba­mos hacien­do un semi­na­rio sobre Grams­ci con Hugo Cale­llo, y cla­ra­men­te las dis­cu­sio­nes sobre las rela­cio­nes entre sec­to­res subal­ter­nos y esa for­ma amplia­da del Esta­do capi­ta­lis­ta fue­ron pun­ta­piés cen­tra­les para repen­sar una pro­ble­má­ti­ca que esta­lla­ba en las ciu­da­des de la región. La pro­xi­mi­dad espa­cial y polí­ti­ca con expe­rien­cias de tomas de tie­rras tam­bién fue cen­tral para la apro­pia­ción del tema de inves­ti­ga­ción.  Y lo curio­so es que lo terri­to­rial es un tema bas­tan­te mar­gi­nal en el pro­gra­ma de inves­ti­ga­ción mar­xis­ta, aun­que sin duda exis­ten ante­ce­den­tes impres­cin­di­bles como los de Lefev­bre, Topa­lov, Mil­ton San­tos, Har­vey –el de los 70’-.

Pien­so que los con­flic­tos terri­to­ria­les han sido des­cui­da­dos por el pro­gra­ma de inves­ti­ga­ción mar­xis­ta, que en nues­tro país se ha cen­tra­do en una con­cep­ción bas­tan­te clá­si­ca de los con­flic­tos vin­cu­la­dos a la explo­ta­ción del tra­ba­jo asa­la­ria­do en con­tex­tos labo­ra­les tam­bién clá­si­cos. Este des­cui­do posi­bi­li­tó que la terri­to­ria­li­dad de los con­flic­tos, tan cla­ra­men­te pre­do­mi­nan­te en la segun­da mitad de los años 90’ y post-cri­sis 2001, fue­ra abor­da­da por diver­sas expre­sio­nes de la ‘pro­tes­to­lo­gía’; que, sal­vo con­ta­das excep­cio­nes, sig­ni­fi­có un des­pla­za­mien­to de la lucha de cla­ses cuan­do no su nega­ción, des­pla­za­mien­to sin­te­ti­za­do en la idea que sos­tie­ne que el locus del con­flic­to se había tras­la­da­do de la fábri­ca al barrio. Sin embar­go, con­si­de­ro que en los últi­mos años este corri­mien­to de lo terri­to­rial está sien­do revi­sa­do des­de los aná­li­sis más crí­ti­cos, fun­da­men­tal­men­te a par­tir de la cen­tra­li­dad polí­ti­ca que han adqui­ri­do las luchas de comu­ni­da­des indí­ge­nas en la recu­pe­ra­ción de terri­to­rios, y en menor medi­da, pero no por eso menos impor­tan­tes, luchas socio­am­bien­ta­les y luchas por tie­rra y vivienda.

No ten­go dudas que en Marx es cla­ra la preo­cu­pa­ción por lo terri­to­rial, en sus diver­sas esca­las y dimen­sio­nes, en tér­mi­nos geo­po­lí­ti­cos y tam­bién de sub­je­ti­va­ción polí­ti­ca. Sabe­mos que las con­di­cio­nes de posi­bi­li­dad de la explo­ta­ción por par­te del capi­tal son el des­po­jo, la vio­len­cia y la domi­na­ción. Sabe­mos que no hay explo­ta­ción sin domi­na­ción y que el Esta­do es la for­ma gene­ral de orga­ni­zar la domi­na­ción polí­ti­ca. Por eso, inves­ti­ga­mos lo terri­to­rial como are­na de luchas, ana­li­zan­do las rela­cio­nes entre for­mas de resis­ten­cia y pro­ce­sos de criminalización.

¿Cómo definiste el concepto central en tu investigación? ¿Qué lugar tiene este concepto en un programa marxista de investigación? ¿Propusiste modificaciones a los conceptos clásicos en base a los hallazgos de la investigación o durante el desarrollo y planteo de la misma? 

El con­cep­to cen­tral que esta­mos tra­ba­jan­do es el de cri­mi­na­li­za­ción de las resis­ten­cias, un con­cep­to que sur­gió del aná­li­sis sobre las rela­cio­nes entre tomas de tie­rras y Esta­do y ha sido resi­tua­do y resig­ni­fi­ca­do en la coyun­tu­ra actual. Cla­ra­men­te es una deri­va­ción de nocio­nes clá­si­cas del mar­xis­mo, ya que en el pro­ce­so de cri­mi­na­li­za­ción encon­tra­mos al Esta­do capi­ta­lis­ta inter­vi­nien­do en con­flic­tos que expre­san la lucha de cla­ses, para con­ver­tir­los en ‘deli­tos’ sus­cep­ti­bles de ser tri­tu­ra­dos por la maqui­na­ria repre­si­va: agen­cias poli­cia­les, judi­cia­les y de encar­ce­la­mien­to. La sis­te­ma­ti­ci­dad de estos pro­ce­sos de cri­mi­na­li­za­ción, jun­to a otros ras­gos que esta­mos ana­li­zan­do, los vuel­ven polí­ti­cas de Esta­do. En este sen­ti­do, ha sido cen­tral recu­pe­rar los apor­tes de Pashu­ka­nis en rela­ción con una teo­ría mar­xis­ta del dere­cho y su influen­cia en el deba­te de los deri­va­cio­nis­tas para abor­dar las fun­cio­nes del Esta­do en la repro­duc­ción del capi­tal. En eso estamos.

¿Qué métodos y técnicas de investigación de las ciencias sociales utilizas en sus proyectos? 

Por el tipo de pro­ble­mas que abor­da­mos, nues­tra estra­te­gia meto­do­ló­gi­ca tien­de a arti­cu­lar nive­les macro y micro social, por eso tra­ba­ja­mos tan­to con fuen­tes secun­da­rias como pri­ma­rias des­de un enfo­que cua­li­ta­ti­vo, aun­que si es per­ti­nen­te y nece­sa­rio trian­gu­la­mos con cier­tos datos cuan­ti­ta­ti­vos. Sin lugar a duda, nues­tra prin­ci­pal téc­ni­ca es la entre­vis­ta en pro­fun­di­dad en com­bi­na­ción con tra­ba­jo de aná­li­sis de expe­dien­tes judi­cia­les y otras fuen­tes documentales.

¿Cómo articulas tu práctica de militancia política y/o gremial con tu práctica de investigación? ¿Cuáles son las tensiones y las continuidades que encontras entre ambas?

Per­so­nal­men­te no mili­to orgá­ni­ca­men­te en nin­gún espa­cio político/gremial, es más, la idea mis­ma de ‘mili­tar’ me repe­le. Sí inten­to ser par­te de cier­to acti­vis­mo polí­ti­co ‘suel­to, tira pie­dras’ en todxs los espa­cios en los que tran­si­to: des­de las aulas, pasan­do por los barrios, has­ta los juz­ga­dos. La prin­ci­pal arti­cu­la­ción con­cre­ta con mi prác­ti­ca de inves­ti­ga­ción se da en los casos de judi­cia­li­za­ción, con una com­pa­ñe­ra abo­ga­da par­ti­ci­pa­mos de audien­cias y otras ins­tan­cias en las que a veces somos par­te acti­va de los pro­ce­sos, ya sea acom­pa­ñan­do jurí­di­ca y polí­ti­ca­men­te y/o como tes­ti­gos con­cep­tua­les; y escri­bien­do des­de esas experiencias.

Las ten­sio­nes y con­ti­nui­da­des tie­nen que ver con las deri­vas de los pro­ce­sos de resis­ten­cia, ver cómo son dis­ci­pli­nadxs en algunxs casos y en otros no, cómo son ani­qui­ladxs en algu­nos casos y en otrxs no… Una de las prin­ci­pa­les ten­sio­nes es entre el tra­ba­jo más aca­dé­mi­co-inte­lec­tual y sus for­ma­tos, con las urgen­cias de las expe­rien­cias de luchas terri­to­ria­les. Es real­men­te inso­por­ta­ble tran­si­tar los labe­rin­tos buro­crá­ti­cos de las ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les, des­de la mis­ma uni­ver­si­dad has­ta los juz­ga­dos y minis­te­rios. Son tem­po­ra­li­da­des opues­tas, la de la urgen­cia y la de la neu­tra­li­za­ción de la urgen­cia, y en eso nada­mos todo el tiempo.

Santiago Roggerone[2]
¿Qué significa para vos emprender una investigación desde una perspectiva marxista?

A mi enten­der, empren­der una inves­ti­ga­ción des­de una pers­pec­ti­va mar­xis­ta impli­ca, pri­me­ro que nada, guar­dar fide­li­dad al pro­pó­si­to gene­ral de aque­llo que –para bien o para mal– nos empe­ci­na­mos en con­ti­nuar deno­mi­nan­do mar­xis­mo: la crí­ti­ca radi­cal del esta­do de cosas exis­ten­te –esto es, una crí­ti­ca que, en tan­to que tal, supo­ne no sólo un diag­nós­ti­co de dicho esta­do de cosas sino tam­bién la mili­tan­cia por su supre­sión y con­se­cuen­te supera­ción. Esto ante y por sobre todo. Cum­pli­da esta con­di­ción de posi­bi­li­dad, el desa­rro­llo de una inves­ti­ga­ción en cla­ve mar­xis­ta invo­lu­cra, en un segun­do nivel, la inter­ven­ción en por lo menos uno de esos pro­yec­tos u obje­ti­vos a tra­vés de los que el mar­xis­mo se arti­cu­la o des­plie­ga más con­cre­ta­men­te –unos obje­ti­vos espe­cí­fi­cos estruc­tu­ran­tes del pro­pó­si­to gene­ral de la crí­ti­ca, que se encuen­tran entre­la­za­dos a la mane­ra de un nudo borromeo pero que, en lo fun­da­men­tal, dis­po­nen de una cier­ta auto­no­mía rela­ti­va. A saber, el obje­ti­vo cien­tí­fi­co o teó­ri­co del mate­ria­lis­mo his­tó­ri­co; el obje­ti­vo meto­do­ló­gi­co, téc­ni­co o (anti)filosófico del mate­ria­lis­mo dia­léc­ti­co; y el obje­ti­vo prác­ti­co o polí­ti­co de la lucha por la con­se­cu­ción del socia­lis­mo y/o el comu­nis­mo. Digo que inves­ti­gar hacien­do algo pro­duc­ti­vo con el lega­do de Marx y otros –en defi­ni­ti­va, eso es ser mar­xis­ta– entra­ña inter­ve­nir en al menos uno de estos tres regis­tros pues­to que toda inter­ven­ción supo­ne tan­to ana­li­zar refle­xi­va­men­te los pre­su­pues­tos y lógi­cas de un pro­yec­to –pre­gun­tar­se, por ejem­plo, por la antro­po­lo­gía o la filo­so­fía de la his­to­ria que infor­man a la con­cep­ción mate­ria­lis­ta– como apli­car en el estu­dio de un deter­mi­na­do obje­to –el movi­mien­to obre­ro, las izquier­das, los desa­rro­llos teó­ri­cos de la pro­pia tra­di­ción, etc.– los sabe­res for­ja­dos, nue­va­men­te, en el mar­co de una de las tres tares cons­ti­tu­ti­vas de la crítica.

¿Podrías describir brevemente el tema o problema central que abordas en tus investigaciones?  ¿Cómo seleccionaste el tema de investigación? ¿Qué autores/as, debates y/o experiencias biográficas tuyas influyeron en la decisión? ¿Qué lugar tiene este tema en el programa de investigación marxista?

En mis pro­pias inves­ti­ga­cio­nes, los temas o pro­ble­mas que abor­do bas­cu­lan siem­pre entre el aná­li­sis refle­xi­vo de las pre­mi­sas teó­ri­co-filo­só­fi­cas del mar­xis­mo y la apli­ca­ción de los sabe­res for­ja­dos en el mar­co de la con­cep­ción mate­ria­lis­ta al desa­rro­llo de una his­to­ria inte­lec­tual o de las ideas. Por lo gene­ral, en mi caso, una y otra cosa se encuen­tran conec­ta­das, pues las inda­ga­cio­nes his­to­rio­grá­fi­co-inte­lec­tua­les que inten­to efec­tuar me con­du­cen al escru­ti­nio meta­teó­ri­co-filo­só­fi­co de la pro­pia tra­di­ción mar­xis­ta (y vice­ver­sa). Por ejem­plo, en el con­tex­to de la inves­ti­ga­ción que dio como resul­ta­do mi tesis doc­to­ral, par­tí pre­gun­tán­do­me por la situa­ción del mar­xis­mo en la actua­li­dad y diag­nos­ti­can­do, ense­gui­da, un deter­mi­na­do esta­do de cri­sis. Acto segui­do, ope­ra­cio­na­li­cé el obje­ti­vo de deter­mi­nar cuán pro­fun­do e inclu­so ter­mi­nal es ese esta­do de cri­sis situa­da e inma­nen­te­men­te, ana­li­zan­do cier­tas pro­duc­cio­nes inte­lec­tua­les con­tem­po­rá­neas. Creo haber logra­do, de esa mane­ra, no sólo dar cuen­ta de las espe­ci­fi­ci­da­des de algu­nas nue­vas teo­rías crí­ti­cas de la socie­dad sino tam­bién esta­ble­cer en qué medi­da las mis­mas con­ti­núan sien­do mar­xis­tas –o, en cuan­to menos, man­te­nien­do una rela­ción pro­duc­ti­va con Marx. Pude, por con­si­guien­te, apor­tar algu­nas pre­ci­sio­nes sobre la tan dis­cu­ti­da cues­tión de la cri­sis del mar­xis­mo y, así, decir algo sobre la actua­li­dad (y efi­ca­cia) que dis­po­ne la tra­di­ción en lo que refie­re a la tarea fun­da­men­tal de una crí­ti­ca radi­cal del esta­do de cosas existente.

Como pue­de apre­ciar­se, no fue éste un tema de inves­ti­ga­ción que sim­ple­men­te selec­cio­né sino más bien algo que se me impu­so, lue­go de toda de una serie de rodeos cuyo pun­to de par­ti­da fue una preo­cu­pa­ción bien con­cre­ta –a saber, nue­va­men­te, ¿cuál es el esta­do o la situa­ción del mar­xis­mo en la actua­li­dad? De hecho, no con­si­de­ro que los temas o pro­ble­mas de inves­ti­ga­ción sean algo que pue­da selec­cio­nar­se sin más, como si la labor del inves­ti­ga­dor o la inves­ti­ga­do­ra equi­va­lie­ra a la del con­su­mi­dor que se hace de la mer­can­cía más con­ve­nien­te en la gón­do­la del super­mer­ca­do. Los temas o pro­ble­mas de inves­ti­ga­ción, por el con­tra­rio, son –o al menos creo que debe­rían ser– cues­tio­nes ínti­ma­men­te rela­cio­na­das con las pro­pias expe­rien­cias vita­les y, por lo tan­to, de las que uno tie­ne que hacer­se car­go, asu­mien­do toda la res­pon­sa­bi­li­dad corres­pon­dien­te. En mi caso par­ti­cu­lar, como par­te de una gene­ra­ción que no pro­ta­go­ni­zó direc­ta­men­te los acon­te­ci­mien­tos insu­rrec­cio­na­les de 2001 pero a la que éstos mar­ca­ron a fue­go –una gene­ra­ción, vale decir, des­fa­sa­da o fue­ra de tiem­po, que siem­pre pare­ce­ría estar lle­gan­do tar­de a la cita–, me gene­ró muchos inte­rro­gan­tes el perío­do de recom­po­si­ción o impas­se abier­to a par­tir de 2002–2003, sobre todo en rela­ción a la mer­ma de los impul­sos auto­no­mis­tas, el for­ta­le­ci­mien­to de las pers­pec­ti­vas nacio­nal-popu­la­res o popu­lis­tas y –un poco pos­te­rior­men­te– cier­to rena­ci­mien­to de los trots­kis­mos. La pre­gun­ta por el esta­do del mar­xis­mo en la actua­li­dad acom­pa­ñó todo esto expe­ri­men­ta­do en el mun­do de las izquier­das loca­les –en tan­to me des­per­tó expec­ta­ti­vas y gene­ró entu­sias­mo, fue de par­ti­cu­lar impor­tan­cia para mí el men­cio­na­do relan­za­mien­to trots­kis­ta (es decir, la expe­rien­cia del FIT). Al tiem­po, me vi guia­do por el tra­ba­jo de mar­xis­tas con­tem­po­rá­neos como Perry Ander­son o Daniel Ben­saïd, quie­nes en los años noven­ta, en medio de un cli­ma de derro­ta bru­tal para las izquier­das, resis­tie­ron rea­lis­ta e intran­si­gen­te­men­te y tra­ba­ja­ron en pos de un nue­vo comien­zo. Asi­mis­mo, en otro regis­tro, fue muy influ­yen­te para mí el libro Ver­da­des y sabe­res del mar­xis­mo, publi­ca­do en 2005 por Elías J. Pal­ti. Si bien no es éste un tra­ba­jo mar­xis­ta, con­si­de­ro que es una con­tri­bu­ción fun­da­men­tal, que no sólo habla de la actua­li­dad de la filo­so­fía y teo­ría mar­xis­tas sino tam­bién –a su sin­gu­lar modo– de una eta­pa his­tó­ri­ca en la que está­ba­mos entran­do, carac­te­ri­za­da no tan­to –como sí había suce­di­do en los años ochen­ta y noven­ta– por las expe­rien­cias de la derro­ta y el fra­ca­so de los pro­yec­tos eman­ci­pa­to­rios sino más bien por lo que sigue a las mis­mas –aun­que no exac­ta­men­te en el mis­mo sen­ti­do, algo pare­ci­do es lo que pue­de decir­se sobre El mar­xis­mo en la encru­ci­ja­da, otro libro cru­cial, escri­to por Ariel Petruccelli.

Por últi­mo, vale la pena men­cio­nar que los temas y pro­ble­mas que me intere­san ocu­pan un lugar mar­gi­nal en el pro­gra­ma de inves­ti­ga­ción mar­xis­ta real­men­te exis­ten­te, el cual, en lo esen­cial, se encuen­tra hege­mo­ni­za­do por los estu­dios del tra­ba­jo, la his­to­ria del movi­mien­to obre­ro y –en menor medi­da– la de las izquier­das. El mar­xis­mo, lamen­ta­ble­men­te, no es ajeno a cier­ta divi­sión del tra­ba­jo inte­lec­tual impe­ran­te en el mun­do, de acuer­do con la cual los inves­ti­ga­do­res de los paí­ses cen­tra­les se dedi­can a la pro­duc­ción (y dis­cu­sión) de la teo­ría y los de los peri­fé­ri­cos a su apli­ca­ción ins­tru­men­tal en estu­dios de caso. En efec­to, entien­do que, actual­men­te, no hay dema­sia­do lugar en el espa­cio de inves­ti­ga­ción mar­xis­ta con­for­ma­do en la aca­de­mia (pero tam­bién, inclu­so, fue­ra de ella) para las inda­ga­cio­nes que toman como obje­to de estu­dio la pro­pia teo­ría y filo­so­fía mar­xis­tas, ponién­do­las en diá­lo­go con otras tra­di­cio­nes polí­ti­co-inte­lec­tua­les. Lo que seño­rea, más bien, es el mode­lo de la caja de herra­mien­tas. Es por eso que sue­lo sen­tir mayor afi­ni­dad e inclu­so empa­tía por lo hecho en ámbi­tos de inves­ti­ga­ción aca­dé­mi­cos como el de la his­to­rio­gra­fía inte­lec­tual o la teo­ría polí­ti­ca, en don­de el pen­sa­mien­to sue­le estar exen­to de los impe­ra­ti­vos tec­no­crá­ti­cos de su uso o apli­ca­ción para dar cuen­ta de lo que –un tan­to absur­da­men­te– se dife­ren­cia como el terreno de la reali­dad.

¿Cómo definiste el concepto central en tu investigación? ¿Qué lugar tiene este concepto en un programa marxista de investigación? ¿Propusiste modificaciones a los conceptos clásicos en base a los hallazgos de la investigación o durante el desarrollo y planteo de la misma? 

Podría decir­se que el con­cep­to cen­tral de mi inves­ti­ga­ción fue –y con­ti­núa sien­do– el de obra. La pers­pec­ti­va de tra­ba­jo que me intere­sa es aque­lla que, como afir­ma Hora­cio Tar­cus en las pri­me­ras pági­nas de Marx en la Argen­ti­na, atien­de a las encar­na­cio­nes tem­po­ra­les y con­tex­tos bio­grá­fi­cos de las ideas; la que abor­da en tér­mi­nos amplios a los suje­tos de ellas –esto es, a los que son sus pro­duc­to­res, difu­so­res, etc.: los inte­lec­tua­les. En tal sen­ti­do, sigo a Ander­son (y a tra­vés de él a Isaac Deu­ts­cher) en que la mejor for­ma de apro­xi­mar­se al tra­ba­jo de un deter­mi­na­do pen­sa­dor es recons­tru­yén­do­lo sis­te­má­ti­ca­men­te como una uni­dad inten­cio­nal, situán­do­lo en el con­tex­to polí­ti­co e inte­lec­tual del cual pro­ce­de, e iden­ti­fi­can­do los pun­tos de ten­sión que exis­tan en la argu­men­ta­ción que en él se desa­rro­lla. En otras pala­bras, lo que tra­to de lle­var a cabo es algo así como una his­to­ria de las ideas en cla­ve mate­ria­lis­ta, algo cier­ta­men­te impen­sa­do por el pro­pio Marx –quien siem­pre se demar­có del plano ideal(ista) e inten­tó poner en pie una his­to­ria real(ista)– y, por con­si­guien­te, algo cuya con­cre­ción cons­ti­tu­ye todo un desa­fío para aque­llos que aún, para bien o para mal, nos recla­ma­mos marxistas.

Aho­ra bien, pues­to que la idea de obra auto­ral como una uni­dad nece­sa­ria­men­te inten­cio­nal es muy pro­ble­má­ti­ca –a fin de cuen­tas, es el mar­xis­mo mis­mo el que ha demos­tra­do que los acto­res socia­les jamás están al tan­to o cono­cen del todo sus pro­pias inten­cio­nes–, tra­to de emplear una suer­te de correc­ti­vo dia­léc­ti­co del enfo­que deu­ts­che­ro-ander­so­niano. En lo fun­da­men­tal, este correc­ti­vo con­sis­te en poner en prác­ti­ca, al mis­mo tiem­po que recons­tru­yo sis­te­má­ti­ca­men­te el tra­ba­jo de un deter­mi­na­do autor, lo que –Louis Althus­ser median­te– podría deno­mi­nar­se lec­tu­ra sin­to­má­ti­ca –esto es, un tipo de aná­li­sis que siga las líneas argu­men­ta­les has­ta sus últi­mas con­se­cuen­cias y pue­da poner de mani­fies­to, así, las pre­mi­sas implí­ci­tas y even­tual­men­te nega­das; un recur­so, vale decir, que haga posi­ble leer lo que no ha sido escri­to.

Nue­va­men­te, para ter­mi­nar, no con­si­de­ro que el con­cep­to alu­di­do ni el pro­ce­di­mien­to meto­do­ló­gi­co cuyos con­tor­nos aca­bo de deli­near ocu­pen un lugar des­ta­ca­do en el pro­gra­ma de inves­ti­ga­ción mar­xis­ta real­men­te exis­ten­te en nues­tro ámbi­to aca­dé­mi­co. Qui­zás, la idea de obra tie­ne una rela­ti­va impor­tan­cia en el con­tex­to de aque­llas pers­pec­ti­vas socio­ló­gi­cas e his­to­rio­grá­fi­cas de los inte­lec­tua­les que ana­li­zan las tra­yec­to­rias de las izquier­das. Sin embar­go, no sólo es que el empleo de tal con­cep­to se encuen­tra, por lo gene­ral, exen­to de un correc­ti­vo como el que he men­cio­na­do sino tam­bién, y fun­da­men­tal­men­te, que sue­le remi­tir a auto­res loca­les o, en mejor de los casos, lati­no­ame­ri­ca­nos. De por sí ello no cons­ti­tu­ye un pro­ble­ma, pero entien­do que repro­du­ce acrí­ti­ca­men­te los cáno­nes y pau­tas de la divi­sión del tra­ba­jo aca­dé­mi­co-inte­lec­tual ya mencionada.

¿Qué métodos y técnicas de investigación de las ciencias sociales utilizas en tus proyectos? 

Nin­guno. Para­fra­sean­do a Her­mann Göring, podría decir que cuan­do oigo hablar de “meto­do­lo­gía y téc­ni­cas de inves­ti­ga­ción de las cien­cias socia­les” le saco el segu­ro a mi pis­to­la… A mi enten­der, las cien­cias socia­les en su con­jun­to cons­ti­tu­yen una reac­ción al mar­xis­mo (es decir, una reac­ción a la inter­ven­ción de Marx y lo que ella supu­so para sus con­tem­po­rá­neos y los que hubie­ron de venir des­pués); un inten­to de neu­tra­li­za­ción por par­te de la bur­gue­sía (mejor dicho, de aque­llos que defien­den vela­da o abier­ta­men­te los intere­ses de la cla­ses domi­nan­tes e inclu­so actúan como sus voce­ros en el mun­do de las ideas) de lo que él mis­mo, muy pro­duc­ti­va­men­te, había hecho con (y a par­tir de) la filo­so­fía moder­na y por tan­to bur­gue­sa –es decir, con (y a par­tir de) Hegel. Es a cau­sa de ello que una idea como la de mar­xis­mo socio­ló­gi­co –pero lo mis­mo vale para la de uno que sea his­to­rio­grá­fi­co, etno­grá­fi­co, poli­to­ló­gi­co, etc.– me pare­ce suma­men­te pro­ble­má­ti­ca. Adje­ti­var cali­fi­ca­ti­va­men­te al mar­xis­mo por medio de una cien­cia social bur­gue­sa como la socio­lo­gía –tan afec­ta como ella está a las defi­ni­cio­nes uní­vo­cas y segu­ras, a una racio­na­li­dad ins­tru­men­tal que orde­na y cla­si­fi­ca, hace inven­ta­rio y rea­li­za con­teos– es un des­pro­pó­si­to. Socio­ló­gi­co o cien­tí­fi­co-social, de hecho, no podrían o debe­rían ser jamás pre­di­ca­dos del mar­xis­mo –por lo demás, el sen­ti­do hege­liano de deu­ts­che Wis­sens­chaft que en él se halla en jue­go nada tie­ne que ver con el anglo-fran­cés posi­ti­vis­ta que impe­ra en el con­tex­to de dis­ci­pli­nas como la socio­lo­gía o la cien­cia polí­ti­ca. El mar­xis­mo es, en lo fun­da­men­tal, una anti, no-cien­cia social o cien­cia social nega­da que no pue­de redu­cir­se a una empre­sa de des­po­li­ti­za­ción como la socio­lo­gía –es decir, al antí­do­to de la lucha de cla­ses que ella encar­na. Esto no quie­re decir, des­de ya, que des­de, en y a par­tir de las cien­cias socia­les pue­da ser uno fiel a Marx y al mar­xis­mo. En otras pala­bras, si bien creo que una idea como la de mar­xis­mo socio­ló­gi­co supo­ne un con­tra­sen­ti­do –una con­tra­dic­tio in adjec­to–, entien­do, al mis­mo tiem­po, que la de socio­lo­gía mar­xis­ta es por demás con­ce­bi­ble. Hay lugar para una cien­cia social mar­xis­ta o un pro­gra­ma de inves­ti­ga­ción mar­xis­ta socio­ló­gi­co o en cien­cias socia­les –a fin de cuen­tas, yo mis­mo me con­si­de­ro tri­bu­ta­rio de una suer­te de his­to­rio­gra­fía-inte­lec­tual mar­xis­ta– por­que aque­llos que, pre­ci­sa­men­te, nos recla­ma­mos mar­xis­tas pode­mos –e inclu­so debe­mos– inter­ve­nir en todos y cada uno de los cam­pos de la lucha de cla­ses –y el de la cien­cia o, más espe­cí­fi­ca­men­te, el de la cien­cia social es, por supues­to, uno de ellos. Sólo en el sen­ti­do que la cien­cia social adquie­re cuan­do el mar­xis­mo se vuel­ve su adje­ti­vo cali­fi­ca­ti­vo –y no a la inver­sa– es que uno pue­de lidiar pro­duc­ti­va­men­te con sus “meto­do­lo­gías y téc­ni­cas de inves­ti­ga­ción”. En mi caso par­ti­cu­lar –y esto ya lo he suge­ri­do–, lo hago con algu­nos supues­tos epis­te­mo­ló­gi­cos y algu­nas herra­mien­tas de la dis­ci­pli­na de la his­to­ria intelectual.

¿Cómo articulas tu práctica de militancia política y/o gremial con tu práctica de investigación? ¿Cuáles son las tensiones y las continuidades que encontras entre ambas?

No creo que se tra­te tan­to de arti­cu­lar la prác­ti­ca polí­ti­ca con la prác­ti­ca de la inves­ti­ga­ción como de reco­no­cer a la últi­ma como algo que, de por sí, cons­ti­tu­ti­va­men­te, es un hecho polí­ti­co. Más allá de la auto­no­mía rela­ti­va de la que cada una pue­da dis­po­ner, no me pare­ce que este­mos ante dos esfe­ras que se encuen­tren sepa­ra­das sin más. Por eso, más que arti­cu­lar dos prác­ti­cas, creo que lo que hay que hacer es reco­no­cer la prác­ti­ca de uno como un acto nece­sa­ria­men­te polí­ti­co. Y esto no sólo en el sen­ti­do que las cosas adquie­ren cuan­do se inter­vie­ne en el pro­yec­to estric­ta­men­te polí­ti­co del mar­xis­mo –es decir, en uno de los tres pro­yec­tos median­te los cua­les se estruc­tu­ra el obje­ti­vo gene­ral de la crí­ti­ca, de la pues­ta en cues­tión e impug­na­ción de lo que es– y se da lugar, así, a una inves­ti­ga­ción mili­tan­te sobre, por ejem­plo, las ideas del socia­lis­mo y el comu­nis­mo, la cues­tión del pro­gra­ma, el asun­to más amplio de la orga­ni­za­ción, las dimen­sio­nes de la estra­te­gia y la tác­ti­ca, etc. Tam­po­co en el exclu­si­vo sen­ti­do de lo que pue­de hacer­se a nivel for­ma­ti­vo o inclu­so inves­ti­ga­ti­vo en los con­tex­tos espe­cí­fi­cos de un gru­po polí­ti­co o un gre­mio. Reco­no­cer la pro­pia prác­ti­ca como un acto polí­ti­co, dotar­la del esta­tu­to que vie­ne dado con ese acto, entra­ña, por sobre todo, asu­mir que el inves­ti­ga­dor o la inves­ti­ga­do­ra esta­ble­ce siem­pre una posi­ción en un cam­po que no sólo es de fuer­zas sino tam­bién –como recor­da­ba Althus­ser citan­do a Kant– de bata­llas (Kampf­platz). En efec­to, hay que reco­no­cer que toda inves­ti­ga­ción es polí­ti­ca quie­re decir que lo que uno siem­pre hace, por más que no lo quie­ra y se ocul­te tras la facha­da asép­ti­ca de la obje­ti­vi­dad, inclu­so de la dis­tan­cia y la rigu­ro­si­dad cien­tí­fi­ca, es tomar par­ti­do y librar un com­ba­te. Lo quie­ra o no, se haga car­go o no de ello, quien inves­ti­ga, quien lle­va ade­lan­te un deter­mi­na­do tra­ba­jo inte­lec­tual –y no impor­ta aho­ra si se tra­ta espe­cí­fi­ca­men­te de alguien que es mar­xis­ta– lo que hace es invo­lu­crar­se –inclu­so yen­do con­tra lo que él o ella es– en la lucha de cla­ses. Como pue­de apre­ciar­se, en lo que a esto res­pec­ta, creo que Althus­ser –para quien, como es sabi­do, la filo­so­fía repre­sen­ta­ba la lucha de cla­ses en la teo­ría– sigue gozan­do de muchí­si­ma actualidad.

Fernando Aiziczon[3]
¿Qué significa para vos emprender una investigación desde una perspectiva marxista?

Supon­go que sig­ni­fi­ca varias cosas: en prin­ci­pio, un obje­to, que posea poten­cia­les pro­pie­da­des de crí­ti­ca radi­cal al sis­te­ma capi­ta­lis­ta, y que pue­de ser el des­plie­gue de la lucha de cla­ses, la diná­mi­ca de la “valo­ri­za­ción del valor”, for­mas de domi­na­ción polí­ti­ca basa­das en la explo­ta­ción de cla­se, cues­tio­nes vin­cu­la­das al aná­li­sis ideo­ló­gi­co, cul­tu­ral, etc.; en segun­do lugar, un dis­cur­so, que indi­que y denun­cie lo ante­rior en ese len­gua­je dis­tin­ti­vo del mar­xis­mo; y ter­ce­ro, una pra­xis que arti­cu­le la inves­ti­ga­ción en el terreno polí­ti­co, cues­tión que deli­mi­ta este tipo de inves­ti­ga­ción del uso del mar­xis­mo como mero obje­to de estu­dio. Pero, tam­bién se pue­de pres­cin­dir de todas esas señas par­ti­cu­la­res, que gene­ral­men­te sue­len trans­for­mar­se en poses inte­lec­tua­les (alguien dijo que el mar­xis­mo fue la gran “buro­cra­cia inte­lec­tual” del siglo XX), y tra­ba­jar con obje­tos menos explí­ci­tos que den cuen­ta de lo mis­mo, es decir, la cons­ti­tu­ción cla­sis­ta de nues­tras socie­da­des, la simi­li­tud lógi­ca con los efec­tos de la “ley del valor” en otros cam­pos menos for­ma­li­za­dos, como por ejem­plo el de la repre­sen­ta­ción polí­ti­ca, etc. Me inclino más por esta segun­da varian­te de “hacer mar­xis­mo”, no sólo por ser menos espec­ta­cu­lar, menos obvia, sino por­que per­mi­te salir­se de ese tedio­so careo poli­cía­co en que sue­len caer los mar­xis­tas cuan­do se iden­ti­fi­can entre sí.

¿Podrías describir brevemente el tema o problema central que abordas en tus investigaciones?  ¿Cómo seleccionaste el tema de investigación? ¿Qué autores/as, debates y/o experiencias biográficas tuyas influyeron en la decisión? ¿Qué lugar tiene este tema en el programa de investigación marxista?

Mi tema cen­tral diría que es la diná­mi­ca de la movilización/desmovilización, man­te­nien­do siem­pre la pre­gun­ta que dice: ¿para qué la acción? Creo que el cómo uno selec­cio­na su tema tie­ne que ver, sin dudas, con su tra­yec­to­ria polí­ti­ca, bio­grá­fi­ca, su ubi­ca­ción al momen­to de deci­dir­lo. Cuan­do esta­ba por ter­mi­nar mis estu­dios de gra­do en His­to­ria, vivía en Neu­quén y esta­ba invo­lu­cra­do en diver­sos colec­ti­vos polí­ti­co-cul­tu­ra­les que par­ti­ci­pa­ban de movi­li­za­cio­nes jun­to con acto­res de nota­ble tra­di­ción de lucha calle­je­ra: tra­ba­ja­do­res esta­ta­les, docen­tes de ATEN, la Uni­ver­si­dad, movi­mien­tos de des­ocu­pa­dos, de DDHH, comu­ni­da­des mapu­che, femi­nis­tas, par­ti­dos de izquier­da, y los obre­ros de Zanón (hoy FASINPAT), que comen­za­ron a des­ta­car­se de todo ese espec­tro y los ele­gí como obje­to de inves­ti­ga­ción. Allí en Zanón encon­tré todo: explo­ta­ción patro­nal, buro­cra­cia sin­di­cal, esta­do, acti­vis­mo, resis­ten­cia en los már­ge­nes, lue­go ofen­si­va obre­ra, izquier­da, auto­ges­tión, redes mili­tan­tes, par­la­men­ta­ris­mo, auge y cri­sis de la movi­li­za­ción, etc. Me asom­bra­ba enton­ces tan­to la capa­ci­dad de sos­te­ner un esta­do de movi­li­za­ción calle­je­ra casi per­ma­nen­te, como la con­ti­nua­ción de ese esta­do en otros espa­cios de socia­bi­li­dad. Y más me asom­bra­ba, exce­dien­do esta expe­rien­cia de lucha, la diver­si­dad de for­mas que adquie­re lo que deno­mi­na­mos “mili­tan­te”, o “acti­vis­ta”, y el rol que juga­ban incen­ti­van­do la acción o nom­bran­do las cosas que ocu­rrían. Los inte­rro­gan­tes los for­ma­li­cé así: ¿en qué con­di­cio­nes es posi­ble el pasa­je a la acción colec­ti­va?, ¿cuá­les son los fac­to­res que favo­re­cen y pre­dis­po­nen a la acción?, ¿cómo se sos­tie­ne la movi­li­za­ción?, ¿qué es y para qué (o por qué) exis­ten los mili­tan­tes? Estos inte­rro­gan­tes los he des­ple­ga­do en sin­di­ca­tos, par­ti­dos y orga­ni­za­cio­nes (como los movi­mien­tos de des­ocu­pa­dos, por ejem­plo) y en colec­ti­vos y expe­rien­cias menos ins­ti­tu­cio­na­li­za­das como comi­sio­nes inter­nas, fábri­cas recu­pe­ra­das, pue­bla­das. En el mis­mo sen­ti­do, la esca­la de aná­li­sis sobre la que tra­ba­jo osci­la entre una orga­ni­za­ción sin­di­cal (su tra­yec­to­ria con­ten­cio­sa) y una bio­gra­fía militante.

Lenin no es un “autor”, sin embar­go, su “¿Qué hacer?” sigue sien­do para mí uno de los tex­tos más lúci­dos sobre el acu­cian­te pro­ble­ma de la direc­ción de la acción, y por­que enfren­ta y resuel­ve (a su modo) la “cues­tión mili­tan­te” (pro­fe­sio­na­li­za­ción de cua­dros), entre otros aspec­tos. Pero cla­ro, la pues­ta en prác­ti­ca del socia­lis­mo, el tema de la “con­cien­cia” (la idea de “fal­se­dad”), la supues­ta “exte­rio­ri­dad” del socia­lis­mo para con la cla­se obre­ra, la noción de van­guar­dia, han sido (has­ta hoy) desas­tro­sas, y se cho­can de fren­te con el dic­tum según el cual “la eman­ci­pa­ción de los tra­ba­ja­do­res será obra de los tra­ba­ja­do­res mis­mos”. Para esa crí­ti­ca, en mi caso, fue­ron fun­da­men­ta­les Gorz y Cas­to­ria­dis. Por otra par­te, hay investigadores/militantes que recons­tru­yen diver­sas expe­rien­cias de lucha y per­mi­ten estu­diar la com­ple­ji­dad de estos asun­tos, por ejem­plo, la obra de EP Thom­pson (en espe­cial “Cos­tum­bres en común”), o de Ran­cie­re (“La noche de los pro­le­ta­rios”), y más de modo aca­dé­mi­co para la cla­se obre­ra argen­ti­na me gus­tan las inves­ti­ga­cio­nes de D. James, la recons­truc­ción his­tó­ri­ca de J. Bren­nan en torno al Cor­do­ba­zo. En el medio, me ha sido de uti­li­dad cono­cer la lite­ra­tu­ra sobre acción colec­ti­va y la socio­lo­gía del acti­vis­mo (o los casos que abor­dan), y que en nues­tro país cir­cu­la aún bas­tan­te (Tarrow, Tilly), pero fran­ca­men­te des­pués de leer­las me gene­ran un vacío inex­pli­ca­ble. En defi­ni­ti­va, creo que los inte­rro­gan­tes que me plan­teo se resuel­ven en gran par­te con una rigu­ro­sa recons­truc­ción his­tó­ri­ca, en el sen­ti­do más clá­si­co del tér­mino. Un ejem­plo: la tri­lo­gía sobre Trotsky que escri­bió Isaac Deutscher.

¿Cómo definiste el concepto central en tu investigación? ¿Qué lugar tiene este concepto en un programa marxista de investigación? ¿Propusiste modificaciones a los conceptos clásicos en base a los hallazgos de la investigación o durante el desarrollo y planteo de la misma? 

No ten­go un con­cep­to cen­tral, sino temas/objetos que remi­ten a expe­rien­cias his­tó­ri­cas y sobre ellas giran con­cep­tos. Por ejem­plo, cuan­do inves­ti­gué las movi­li­za­cio­nes duran­te los años ’90 en Neu­quén tra­ba­jé la idea de habi­tus mili­tan­te y cam­po de pro­tes­tas socia­les, que me sur­gió en gran medi­da tras leer el con­cep­to de “capi­tal mili­tan­te” en un tex­to muy bre­ve de F. Pou­peau (dis­cí­pu­lo de Bour­dieu), y cul­tu­ra polí­ti­ca de pro­tes­ta, tam­bién muy poco for­ma­li­za­dos en las cien­cias socia­les en gene­ral. Pen­sar un habi­tus mili­tan­te es fas­ci­nan­te, pon­go un ejem­plo pro­ble­má­ti­co: la pro­le­ta­ri­za­ción de mili­tan­tes. Otro: el entrismo.

Excep­to algu­nos auto­res den­tro de lo que des­pec­ti­va­men­te se nom­bra cul­tu­ra­lis­mo, diría que el mar­xis­mo con­ti­núa sien­do esqui­vo a estos temas, los con­si­de­ra secun­da­rios, ambi­guos, regi­dos por el “indi­vi­dua­lis­mo meto­do­ló­gi­co”, y has­ta “pos­mo­der­nos” (lo cual, por supues­to, refor­zó mi atrac­ción hacia ellos). Para mí la idea de habitus/campo en la obra de Bour­dieu (en espe­cial “La Dis­tin­ción” y “Las reglas del arte”) ha sido muy fruc­tí­fe­ra, en espe­cial para inte­rro­gar­me sobre las lógi­cas que rigen las deli­mi­ta­cio­nes entre orga­ni­za­cio­nes mili­tan­tes y que están muy ale­ja­das de lo que los mili­tan­tes pue­den lle­gar a decir de sí; por otra par­te, el cam­po como espa­cio de com­pe­ten­cias entre quie­nes lo domi­nan (esta­ble­cien­do lega­li­da­des) y los domi­na­dos sigue sien­do muy útil para com­pren­der las lógi­cas inter­sin­di­ca­les, las estra­te­gias de cons­truc­ción de iden­ti­da­des, el uso de prác­ti­cas com­ba­ti­vas y has­ta los modos de cons­truc­ción y trans­mi­sión de tra­di­cio­nes de lucha (de ahí la pre­gun­ta por cómo se cons­tru­ye una cul­tu­ra de pro­tes­ta, de quié­nes son sus “guar­dia­nes”, diría Bour­dieu). Todo lo ante­rior se pone en jue­go en cada mar­cha, en cada movi­li­za­ción, en toda dis­cu­sión sobre la con­for­ma­ción de un colec­ti­vo mili­tan­te. Con­si­de­ro que excluir este aná­li­sis de la com­pren­sión de la lucha de cla­ses es una for­ma de limi­tar­la y de impe­dir la refle­xi­vi­dad que toda lucha poten­cial­men­te contiene.

¿Qué métodos y técnicas de investigación de las ciencias sociales utilizas en sus proyectos? 

Siem­pre recuer­do a Car­lo Ginz­burg cuan­do dice en El que­so y los gusa­nos que su méto­do es un retorno al telar manual en la épo­ca del telar auto­má­ti­co. Tra­ba­jo reco­pi­lan­do de modo casi obse­si­vo todo tipo de tex­tos: actas sin­di­ca­les, bole­ti­nes de agru­pa­cio­nes, memo­rias y balan­ces, perió­di­cos y revis­tas de izquier­da, de orga­ni­za­cio­nes que ya no exis­ten, volan­tes, minu­tas, cir­cu­la­res inter­nas, car­tas, memo­rias y cua­der­nos per­so­na­les, entre­vis­tas ora­les, bio­gra­fías, etc. En mi caso, son las fuen­tes pri­ma­rias las que deter­mi­nan el modo de pro­duc­ción de un tex­to y su inter­pre­ta­ción (Ginz­burg dice que las Actas son impor­tan­tes no en tan­to que reve­lan hechos sino por­que per­mi­ten cier­to acce­so a la men­ta­li­dad de quien las escri­be, en una épo­ca deter­mi­na­da). Cuan­to más diver­sas sean las fuen­tes, más rigu­ro­sa y abier­ta será la recons­truc­ción. Encon­trar hue­llas, indi­cios, y des­de ahí recons­truir todo lo que se pue­da. Eso es para mí hacer Historia.

¿Cómo articulas tu práctica de militancia política y/o gremial con tu práctica de investigación? ¿Cuáles son las tensiones y las continuidades que encontrás entre ambas?

En mi expe­rien­cia diría que se pue­den arti­cu­lar ambas prác­ti­cas, pero de un modo muy limi­ta­do por­que política/investigación (o aca­de­mia) han desa­rro­lla­do gra­dos de espe­ci­fi­ci­dad enor­mes, len­gua­jes muy dis­tan­tes, obje­ti­vos casi incom­pa­ti­bles. Sin mili­tan­cia polí­ti­ca es impo­si­ble enten­der de qué va el mar­xis­mo (ni mucho menos las rabie­tas de Marx con su pro­pia acti­vi­dad mili­tan­te), quie­ro decir, sin mili­tan­cia no se sabe lo que sig­ni­fi­ca cho­car­se con­tra ese pare­dón que son los dile­mas orga­ni­za­ti­vos, las fron­te­ras ideo­ló­gi­cas, la furio­sa “deli­mi­ta­ción” de otros que dicen pelear por lo mis­mo, la volun­tad des­me­su­ra­da de expli­car toda, pero toda la reali­dad con­ven­cien­do a otros, y un sin­fín de mise­rias huma­nas por el esti­lo, varo­nil­men­te hablan­do. Ni qué decir lo que sig­ni­fi­ca hoy sos­te­ner la idea de comu­nis­mo, de inten­tar expli­car esa nece­si­dad, de eje­cu­tar accio­nes con ese fin. El for­ma­to dis­po­ni­ble y aún vigen­te sigue sien­do el de Par­ti­do leni­nis­ta, don­de la dis­ci­pli­na impli­ca no poder pen­sar por uno mis­mo, al menos públi­ca­men­te, y limi­tar­se a un res­trin­gi­do círcu­lo de ideas y nom­bres canó­ni­cos ya pre-inter­pre­ta­dos des­de arri­ba de la orga­ni­za­ción. Sé que sue­na bru­tal, pero increí­ble­men­te sigue sien­do así. Ojo: la nue­va izquier­da, por don­de tam­bién tuve mili­tan­cia y que ya no exis­te, resul­tó ser peor. Mien­tras, en el cam­po aca­dé­mi­co o de inves­ti­ga­ción rei­na un prag­ma­tis­mo esca­lo­frian­te que, según la coyun­tu­ra, pue­de girar hacia un macar­tis­mo feroz, tal como se vio cuan­do el ballo­ta­ge del 2016 hizo que la “comu­ni­dad cien­tí­fi­ca” tome par­ti­do por uno de los can­di­da­tos: la tozu­dez con la que se emban­de­ra­ron con Scio­li o Macri supe­ra­ba has­ta el mili­tan­te de izquier­das más con­ven­ci­do. Sé que pre­sen­to un pano­ra­ma deso­la­dor, pero jus­ta­men­te por­que par­to de ahí entien­do que no hay que aban­do­nar la tarea de pen­sar y cons­truir, a pesar de todo, nue­vas orga­ni­za­cio­nes que com­pren­dan que inves­ti­gar es hacer­se pre­gun­tas radi­ca­les (remar­co: no sólo hacer, sino hacer­se…), y a la inver­sa, que inves­ti­gar es una for­ma de tomar par­ti­do. No sé si eso se podrá lla­mar, en algún futu­ro pró­xi­mo, “mar­xis­mo”. Veremos.

Ricardo Donaire[4]
¿Qué significa para vos emprender una investigación desde una perspectiva marxista?

En prin­ci­pio, la inves­ti­ga­ción cien­tí­fi­ca, como en todo cam­po de cono­ci­mien­to, entra­ña la for­mu­la­ción de una pre­gun­ta o pro­ble­ma a par­tir de un cuer­po de cono­ci­mien­to teó­ri­co acu­mu­la­do. Ese cono­ci­mien­to per­mi­te cons­truir una serie de hipó­te­sis como posi­bles res­pues­tas y las herra­mien­tas meto­do­ló­gi­cas ade­cua­das para reca­bar la infor­ma­ción empí­ri­ca que per­mi­ta refu­tar o cons­ta­tar esas hipótesis.

Par­ti­cu­lar­men­te, en el cam­po de las cien­cias socia­les, entien­do que este pun­to de par­ti­da cien­tí­fi­co no pue­de ser sino una pers­pec­ti­va teó­ri­ca que reúna una serie de condiciones.

En pri­mer lugar, que inten­te dar cuen­ta del ámbi­to de las rela­cio­nes socia­les en cuan­to tal, sin redu­cir­lo a otros pla­nos de la reali­dad, como por ejem­plo el de la psi­co­lo­gía indi­vi­dual. En segun­do lugar, que inten­te dar cuen­ta de esas rela­cio­nes socia­les en su con­jun­to, como tota­li­dad, sin ses­gar la mira­da a una par­cia­li­dad de ellas. Y, ade­más, como una tota­li­dad en con­ti­nuo movi­mien­to, no está­ti­ca, y para la cual el aná­li­sis de lo exis­ten­te no se ago­te en lo inme­dia­to, sino que abar­que tan­to el desa­rro­llo his­tó­ri­co que con­du­jo a una deter­mi­na­da situa­ción como los ele­men­tos que per­mi­ten vis­lum­brar las poten­cia­les alter­na­ti­vas del deve­nir futu­ro. Es decir que pue­da dar cuen­ta de ese decur­so entre pasa­do, pre­sen­te y poten­cial futu­ro, en tér­mi­nos de su nece­si­dad y no como una serie de cir­cuns­tan­cias arbi­tra­ria­men­te arti­cu­la­das. Una ter­ce­ra cues­tión, rela­cio­na­da con la ante­rior, refie­re enton­ces a ver los pro­ce­sos no sólo como pro­duc­to de pro­ce­sos mera­men­te coyun­tu­ra­les, loca­les y for­tui­tos, sino como mani­fes­ta­ción de movi­mien­tos orgá­ni­cos, de lar­go alcan­ce, que tras­cien­den, pero a la vez se arti­cu­lan con esos movi­mien­tos cir­cuns­tan­cia­les. Esto quie­re decir, no adju­di­car­los ni a las deci­sio­nes de tal o cual gru­po diri­gen­te (y su con­tra­ca­ra, la mani­pu­la­ción de los diri­gi­dos), sino inten­tan­do dar cuen­ta de cómo estos movi­mien­tos expre­san y se orde­nan en deter­mi­na­das rela­cio­nes de fuer­za, rela­cio­nes de fuer­za que están ya pre­sen­tes en las rela­cio­nes socia­les y no son exter­nas a ellas. Por últi­mo, dado que el movi­mien­to de la socie­dad exce­de lo que cada suje­to pien­sa sobre la reali­dad que lo rodea, y está deter­mi­na­do por rela­cio­nes mate­ria­les, inde­pen­dien­tes de la volun­tad, resul­ta nece­sa­rio expli­car la reali­dad social sin cir­cuns­cri­bir­se, pero tam­po­co sub­es­ti­man­do, esas per­cep­cio­nes. En todo caso, se tra­ta de com­pren­der las rela­cio­nes mate­ria­les sobre las que esas per­cep­cio­nes se asien­tan y la mane­ra en que se rela­cio­nan ambos momen­tos, sean cua­les sean las for­mas o los gra­dos de con­cien­cia involucrados.

A pri­me­ra vis­ta, podría pen­sar­se que las carac­te­rís­ti­cas men­cio­na­das, o la mayor par­te de ellas, son com­par­ti­das entre dis­tin­tas corrien­tes hoy domi­nan­tes en el pen­sa­mien­to social. Sin embar­go, el ries­go de una mira­da reduc­cio­nis­ta, par­cial, está­ti­ca, coyun­tu­ral o idea­lis­ta, que nace con la pro­pia socio­lo­gía y otras dis­ci­pli­nas socia­les, hoy pare­ce haber­se desa­rro­lla­do considerablemente.

Pare­ce impe­rar un empe­ño en admi­nis­trar el orden social y regu­lar sus con­flic­tos, en par­te bajo una cober­tu­ra supues­ta­men­te téc­ni­ca o de ges­tión de la polí­ti­ca públi­ca, en la cual sub­ya­ce ya cier­ta natu­ra­li­za­ción más o menos táci­ta de aspec­tos para nada mar­gi­na­les de las rela­cio­nes socia­les fun­da­men­ta­les que deter­mi­nan todo el orden social, sin ir más lejos, la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta. Bue­na par­te de la socio­lo­gía hoy actúa dan­do por sen­ta­das estas rela­cio­nes, sin dar cuen­ta del desa­rro­llo de sus con­tra­dic­cio­nes y de su carác­ter his­tó­ri­ca­men­te tran­si­to­rio, como si se tra­ta­ran de un mero mar­co sobre el cual rea­li­zar medi­cio­nes téc­ni­cas o ase­so­rar en el dise­ño de polí­ti­cas públi­cas, en el mejor de los casos, para ali­viar los efec­tos de unas rela­cio­nes a las que no se lla­ma por su nombre.

Se podría decir que exis­te una suer­te de sobre­en­ten­di­do entre bue­na par­te de las diver­sas corrien­tes teó­ri­cas domi­nan­tes res­pec­to del carác­ter impe­re­ce­de­ro de las rela­cio­nes socia­les capi­ta­lis­tas. Y se tra­ta de un con­sen­so bas­tan­te alar­man­te, con­si­de­ran­do que esta­mos hablan­do de una cien­cia cuyo obje­ti­vo es pre­ci­sa­men­te inten­tar expli­car lo social. En todo caso, si que­re­mos dar cuen­ta de esas rela­cio­nes, que son las que orde­nan el meta­bo­lis­mo social hoy, otro debe ser el pun­to de partida.

¿Podrías describir brevemente el tema o problema central que abordas en tus investigaciones?  

Mi inves­ti­ga­ción abor­da fenó­me­nos rela­ti­vos al movi­mien­to de la estruc­tu­ra social, par­ti­cu­lar­men­te, cam­bios que se han pro­du­ci­do en las últi­mas déca­das en la Argentina.

Dos fenó­me­nos resal­tan en este movi­mien­to. Por un lado, los cam­bios al inte­rior de la peque­ña bur­gue­sía. Va per­dien­do peso el ele­men­to que podría­mos lla­mar carac­te­rís­ti­co, de peque­ños y media­nos patro­nes, y va cre­cien­do la cate­go­ría de pro­fe­sio­na­les, docen­tes y otros tra­ba­ja­do­res inte­lec­tua­les, los cua­les tra­di­cio­nal­men­te han sido asi­mi­la­dos con esa cla­se social. En este sen­ti­do, se ha pro­du­ci­do un cam­bio nota­ble en tér­mi­nos de la asa­la­ri­za­ción de la peque­ña bur­gue­sía. En algu­nos gru­pos espe­cí­fi­cos esto ha ido apa­re­ja­do con la adop­ción de cier­tas for­mas de orga­ni­za­ción y lucha pro­pias del movi­mien­to obre­ro, como el sin­di­ca­to y la huel­ga. El caso de los docen­tes es el más lla­ma­ti­vo. De hecho, se ha desa­rro­lla­do a un gra­do tal, que por lo menos ya para mi gene­ra­ción, era un aspec­to de la reali­dad cotidiana.

Has­ta la déca­da del ochen­ta, exis­tía bas­tan­te refle­xión teó­ri­ca sobre la exis­ten­cia de un pro­ce­so de pro­le­ta­ri­za­ción entre este gru­po. Pero tal vez en par­te por la inci­den­cia del dis­cur­so sobre la extin­ción del pro­le­ta­ria­do, que comen­zó a impo­ner­se a par­tir de enton­ces, esa refle­xión fue que­dan­do de lado: ¿qué sen­ti­do tenía con­si­de­rar la pro­le­ta­ri­za­ción de tal o cual gru­po si el pro­pio pro­le­ta­ria­do, como se decía enton­ces, esta­ba des­apa­re­cien­do? El con­cep­to comen­zó a ser reem­pla­za­do por otros, como los de “pre­ca­ri­za­ción”, “empo­bre­ci­mien­to” o varian­tes, como si cual­quier for­ma de degra­da­ción de las con­di­cio­nes labo­ra­les o de vida fue­ra sinó­ni­mo de pro­le­ta­ri­za­ción. La con­se­cuen­cia de este cam­bio con­cep­tual fue que la cues­tión comen­zó a girar más hacia la pre­gun­ta sobre si los docen­tes habían deve­ni­do, no ya par­te del pro­le­ta­ria­do, sino de una “cla­se media pobre”, “baja” o “empo­bre­ci­da”. Se asi­mi­la­ban así implí­ci­ta­men­te las figu­ras del pro­le­ta­rio y la del pobre. Pero la explo­ta­ción capi­ta­lis­ta no se basa en la pobre­za inme­dia­ta del tra­ba­ja­dor, sino en la rique­za que pro­du­ce y que no pue­de apro­piar­se. Y a nadie se le ocu­rre dudar de la con­di­ción pro­le­ta­ria de un obre­ro auto­mo­triz, aun­que no sea pobre, e inclu­so, aun­que gane más que un docen­te. Ade­más, esta mira­da no expli­ca cómo la mejo­ra cir­cuns­tan­cial de las con­di­cio­nes labo­ra­les y de vida inci­den en este pro­ce­so. Se deja­ban de lado así pre­gun­tas teó­ri­cas esen­cia­les tales como ¿qué cons­ti­tu­ye a deter­mi­na­dos gru­pos de inte­lec­tua­les como pro­le­ta­rios? ¿exis­te en sen­ti­do estric­to una fuer­za de tra­ba­jo cons­ti­tui­da en la ense­ñan­za? Y si no se tra­ta de un mero pro­ce­so de empo­bre­ci­mien­to, ¿cuá­les serían los indi­ca­do­res pro­pios de un pro­ce­so de proletarización?

El segun­do pro­ce­so remi­te al cam­bio en la con­for­ma­ción del pro­le­ta­ria­do, espe­cial­men­te, la con­so­li­da­ción de una par­te de los tra­ba­ja­do­res como pobla­ción sobran­te para las nece­si­da­des del capi­tal. Esta trans­for­ma­ción se pue­de seguir a tra­vés de la evo­lu­ción de las cifras de des­ocu­pa­ción, que con osci­la­cio­nes ha cre­ci­do en nues­tro país has­ta comien­zos de siglo y, a pesar de una fuer­te reduc­ción pos­te­rior, rápi­da­men­te se estan­có en nive­les que no lle­ga­ron per­fo­rar un piso que has­ta la déca­da del seten­ta cons­ti­tuían un techo muy excep­cio­nal­men­te supe­ra­do. El cam­bio en los már­ge­nes en que osci­la la tasa de des­em­pleo nos per­mi­te supo­ner un cam­bio estruc­tu­ral, pero no nos da cuen­ta del volu­men exis­ten­te de super­po­bla­ción y su com­po­si­ción, cues­tio­nes de muy difí­cil medi­ción direc­ta a par­tir de las cate­go­rías de la esta­dís­ti­ca ofi­cial, y que de nin­gu­na mane­ra se ago­ta en los desempleados.

Por caso, pen­se­mos que, si un des­ocu­pa­do en algún momen­to ayu­da a un fami­liar a pro­du­cir comi­da para ven­der en una feria, ya que­da con­sig­na­do como “ocu­pa­do”. Si una joven cui­da a un niño o anciano a cam­bio de una míni­ma remu­ne­ra­ción, tam­bién. Si un obre­ro sin empleo con­si­gue algu­na chan­ga de repa­ra­cio­nes domés­ti­cas, ya encuen­tra su lugar en el cla­si­fi­ca­dor de ocu­pa­cio­nes. Así una masa impor­tan­te de super­po­bla­ción pue­de apa­re­cer como ocu­pa­da, cuan­do en reali­dad, para el capi­ta­lis­mo su lugar en la divi­sión del tra­ba­jo social es… ser exce­den­te. Enton­ces, ¿qué volu­men alcan­za esta pobla­ción? ¿Cómo se com­po­ne? Un pri­mer inten­to de medi­ción dio como resul­ta­do que en un año como 2010, don­de la tasa de des­ocu­pa­ción no fue excep­cio­nal­men­te alta, la super­po­bla­ción rela­ti­va repre­sen­ta­ba, como míni­mo, poco más de un ter­cio de la pobla­ción urba­na y casi dos ter­cios del pro­le­ta­ria­do, con alta pre­do­mi­nan­cia de la moda­li­dad que la teo­ría deno­mi­na como “inter­mi­ten­te”, por­que per­ma­ne­ce estan­ca­da en esa con­di­ción y logra sobre­vi­vir irre­gu­lar­men­te en base a chan­gas y tra­ba­jos ocasionales.

¿Cómo seleccionaste el tema de investigación? ¿Qué autores/as, debates y/o experiencias biográficas tuyas influyeron en la decisión? ¿Qué lugar tiene este tema en el programa de investigación marxista?

Los temas son par­te de un pro­gra­ma de inves­ti­ga­ción más amplio, defi­ni­do colec­ti­va­men­te por inves­ti­ga­do­res agru­pa­dos en el Pro­gra­ma de Inves­ti­ga­ción sobre el Movi­mien­to de la Socie­dad Argen­ti­na (PIMSA). De hecho, las cues­tio­nes seña­la­das en la res­pues­ta a la pre­gun­ta ante­rior cons­ti­tu­yen movi­mien­tos que veni­mos obser­van­do des­de el pro­gra­ma en el aná­li­sis de este últi­mo medio siglo, y que pue­den sin­te­ti­zar­se en la repul­sión de pobla­ción des­de deter­mi­na­dos espa­cios socia­les. Esta repul­sión abar­ca tan­to la pro­le­ta­ri­za­ción de la peque­ña bur­gue­sía urba­na, espe­cial­men­te de deter­mi­na­dos gru­pos pro­fe­sio­na­les e inte­lec­tua­les, como el desa­rro­llo de una masa impor­tan­te de pobla­ción no pro­duc­ti­va y super­po­bla­ción rela­ti­va, hacia la cual es des­pla­za­da una par­te sig­ni­fi­ca­ti­va de la cla­se obrera.

Par­ti­cu­lar­men­te en nues­tro país, estos movi­mien­tos de repul­sión de pobla­ción son resul­ta­do, des­de la déca­da del seten­ta, del desa­rro­llo capi­ta­lis­ta pre­do­mi­nan­te­men­te en pro­fun­di­dad, es decir, de la inten­si­fi­ca­ción de las rela­cio­nes capi­ta­lis­tas en terri­to­rios socia­les don­de ya eran domi­nan­tes, y de la impo­si­ción de las con­di­cio­nes pro­pias del domi­nio del capi­tal finan­cie­ro. Aho­ra bien, des­de la teo­ría, el aná­li­sis del domi­nio del capi­tal finan­cie­ro ha esta­do clá­si­ca­men­te aso­cia­do de una mane­ra muy fuer­te con la noción de la des­com­po­si­ción del capi­ta­lis­mo como fase. Por lo menos, esto fue así has­ta las pri­me­ras déca­das del siglo XX. Lue­go, con la con­so­li­da­ción de un blo­que de paí­ses socia­lis­tas, la preo­cu­pa­ción teó­ri­ca sobre la des­com­po­si­ción que­dó sub­su­mi­da a la de la tran­si­ción entre capi­ta­lis­mo y socia­lis­mo. Des­de la déca­da del seten­ta, con la ofen­si­va capi­ta­lis­ta con­tra la cla­se obre­ra, ambos con­cep­tos que­da­ron rele­ga­dos. Pero si per­sis­te, e inclu­so se ha pro­fun­di­za­do a nivel mun­dial el domi­nio del capi­tal finan­cie­ro, ¿no se habría refor­za­do esa ten­den­cia a la des­com­po­si­ción? Y de ser así, ¿en qué aspec­tos se expresaría?

Lamen­ta­ble­men­te hoy ese aná­li­sis en las cien­cias socia­les en gene­ral sigue rele­ga­do. El carác­ter his­tó­ri­co de las rela­cio­nes socia­les supo­ne que la socie­dad orde­na­da en base a esas rela­cio­nes atra­vie­sa en algún pun­to un pro­ce­so de géne­sis, for­ma­ción, desa­rro­llo y, even­tual­men­te, des­com­po­si­ción. Pro­ce­sos que, como ha mos­tra­do ya el estu­dio de modos pro­duc­ti­vos ante­rio­res, pue­den lle­var siglos. Sin embar­go, la socio­lo­gía hoy actúa como si el capi­ta­lis­mo fue­ra eterno. Y las corrien­tes domi­nan­tes ni siquie­ra se atre­ven a expli­car o teo­ri­zar esta situa­ción. Los dis­tin­tos movi­mien­tos coyun­tu­ra­les que exa­cer­ban o miti­gan las con­se­cuen­cias de la repul­sión de pobla­ción son vis­tos a lo sumo en tér­mi­nos de una con­tra­po­si­ción entre un neo­li­be­ra­lis­mo exclu­yen­te y un capi­ta­lis­mo inclu­si­vo. Vol­ve­mos a lo seña­la­do más arri­ba, como cual­quier opción que no vea el carác­ter his­tó­ri­ca­men­te tran­si­to­rio de rela­cio­nes socia­les cae en una admi­nis­tra­ción de lo exis­ten­te en sus dife­ren­tes varian­tes, en estas visio­nes sub­ya­ce siem­pre la inten­ción de regu­lar y ges­tio­nar el desa­rro­llo capi­ta­lis­ta y sus antagonismos.

Pero inclu­so entre quie­nes com­par­ti­mos otra pers­pec­ti­va teó­ri­ca, tal vez en par­te como sobre­com­pen­sa­ción de una mira­da inme­dia­tis­ta que en cada cri­sis ve un derrum­be más o menos cer­cano, se sue­le enfa­ti­zar más en las posi­bi­li­da­des del capi­tal de resol­ver den­tro de sus pro­pios tér­mi­nos sus suce­si­vas cri­sis. Esta posi­bi­li­dad es cier­ta­men­te real y exis­ten­te, pero se olvi­da o se sub­es­ti­ma el hecho de que esa reso­lu­ción lle­va en ger­men el desa­rro­llo de con­tra­dic­cio­nes que siguen avan­zan­do y que nun­ca res­ti­tu­yen las con­di­cio­nes del pun­to de par­ti­da. Des­afor­tu­na­da­men­te, y pues­ta en com­pa­ra­ción con los apre­mian­tes pro­ble­mas que se pre­sen­tan en la reali­dad, la refle­xión con­tem­po­rá­nea sobre los lími­tes del desa­rro­llo capi­ta­lis­ta no tie­ne un lugar significativo.

¿Cómo definiste el concepto central en tu investigación? ¿Qué lugar tiene este concepto en un programa marxista de investigación? ¿Propusiste modificaciones a los conceptos clásicos en base a los hallazgos de la investigación o durante el desarrollo y planteo de la misma?

Por lo des­cri­to, la situa­ción es tal que, más que modi­fi­ca­ción de con­cep­tos, se tra­ta de cons­truir las con­di­cio­nes para poder avan­zar a par­tir de la recu­pe­ra­ción de con­cep­tos que fue­ron sien­do abandonados.

Duran­te bue­na par­te de las últi­mas déca­das, el aná­li­sis de cla­ses, des­de cual­quier pers­pec­ti­va, fue rele­ga­do de los ámbi­tos aca­dé­mi­cos. En un pri­mer momen­to, se pro­du­jo la avan­za­da del “fin del tra­ba­jo” y de la “des­apa­ri­ción” de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, y su reem­pla­zo por la noción de “exclui­dos” u otras simi­la­res. Pero estos exclui­dos ya no eran pro­le­ta­rios, sino que eran con­si­de­ra­dos como con­tra­pues­tos a ellos, ya que tan­to obre­ros asa­la­ria­dos ocu­pa­dos como capi­ta­lis­tas cons­ti­tuían los “inclui­dos”.

En años más recien­tes ese dis­cur­so tuvo cier­to retro­ce­so, y ganó espa­cio una pers­pec­ti­va que, si bien vuel­ve a poner cen­tra­li­dad en las cla­ses socia­les, tien­de a ver­las más bien como gru­pos de ocu­pa­cio­nes que com­pi­ten por recur­sos en el mer­ca­do. Den­tro de esta pers­pec­ti­va, se reco­no­ce la exis­ten­cia de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, pero redu­ci­da, en el mejor de los casos, al con­jun­to de los obre­ros manua­les. Como la aten­ción está pues­ta en la cla­si­fi­ca­ción de las ocu­pa­cio­nes, a lo sumo como expre­sión de dis­tin­tos tipos de rela­cio­nes con­trac­tua­les, pero no de las rela­cio­nes de explo­ta­ción en que se inser­tan, en esta pers­pec­ti­va ni un emplea­do de comer­cio ni un ofi­ci­nis­ta raso son vis­tos como par­te de esa cla­se. Así, la cla­se obre­ra se man­tie­ne, pero como una cate­go­ría pecu­liar entre otras, y todo desa­rro­llo de otras ocu­pa­cio­nes con­fir­ma su lugar res­trin­gi­do en la estruc­tu­ra social. Esto sin men­cio­nar que la bur­gue­sía ni siquie­ra es con­si­de­ra­da como cla­se y se omi­te a su cúpu­la con el argu­men­to de que no tie­ne un lugar sig­ni­fi­ca­ti­vo en la divi­sión del trabajo.

Lo que estas pers­pec­ti­vas tien­den a con­si­de­rar como un pro­le­ta­ria­do diez­ma­do y ais­la­do en un mar de cla­ses medias y exclui­dos, en reali­dad, es una expre­sión del estre­cha­mien­to de la base de obre­ros pro­duc­ti­vos, que pro­du­cen una rique­za cada vez mayor, la cual per­mi­te sos­te­ner a otra par­te de la pobla­ción, cada vez más incre­men­ta­da, des­pla­za­da hacia acti­vi­da­des no pro­duc­ti­vas para el capi­tal, don­de pue­de encon­trar­se a bue­na par­te de la peque­ña bur­gue­sía pro­le­ta­ri­za­da o en pro­ce­so de pro­le­ta­ri­za­ción, o  direc­ta­men­te repe­li­da de la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca bajo la for­ma de superpoblación.

Nin­guno de estos con­cep­tos, ni “pro­le­ta­ri­za­ción”, ni “super­po­bla­ción rela­ti­va” ni “des­com­po­si­ción” son nove­do­sos. Pero lla­ma­ti­va­men­te, hemos per­di­do capa­ci­dad de con­cep­tua­li­zar pro­ce­sos que, aun­que pre­vis­tos como posi­bles hace casi siglo y medio, hoy se pre­sen­tan ante nues­tros ojos de una for­ma más osten­si­ble.   Inclu­so en algu­nos casos, los pro­pios cien­tí­fi­cos socia­les pare­ce­mos que­dar reza­ga­dos res­pec­to de los pro­pios suje­tos socia­les:  los pro­pios “exclui­dos” tien­den a orga­ni­zar­se como tra­ba­ja­do­res (hoy se olvi­da que has­ta no hace tan­to tiem­po  esta posi­bi­li­dad fue abier­ta­men­te nega­da por la socio­lo­gía, cuan­do no vis­ta como un “mila­gro”) y tam­bién una par­te de los pro­fe­sio­na­les y otros gru­pos simi­la­res; a la vez, por caso, bue­na par­te de la ofen­si­va de la bur­gue­sía, expre­sa­da en la voz de sus cua­dros inte­lec­tua­les, sobre las con­di­cio­nes labo­ra­les de los docen­tes, pre­ten­de fun­da­men­tar­se en que se tra­ta­ría de “un tra­ba­jo más” que no mere­ce “pri­vi­le­gios” (léa­se un esta­tu­to espe­cial) dife­ren­te a la del res­to de los trabajadores.

De allí la nece­si­dad de recu­pe­rar crí­ti­ca­men­te con­cep­tos y, por supues­to, de inten­tar desa­rro­llar­los a par­tir de la inves­ti­ga­ción empí­ri­ca, para dar res­pues­ta teó­ri­ca sobre fenó­me­nos socia­les pre­sen­tes en la reali­dad con­tem­po­rá­nea, inclu­so per­ci­bi­dos por los pro­pios suje­tos involucrados.

¿Qué métodos y técnicas de investigación de las ciencias sociales utilizas en sus proyectos?

Repen­san­do la pre­gun­ta ante­rior, tal vez el mayor apor­te sea en el plano de la ope­ra­cio­na­li­za­ción de los conceptos.

Dado que las pre­gun­tas con las que ven­go tra­ba­jan­do inten­tan res­pon­der has­ta qué gra­do se han gene­ra­li­za­do deter­mi­na­do tipo de rela­cio­nes socia­les entre la pobla­ción, las téc­ni­cas prin­ci­pa­les uti­li­za­das son las que se cono­cen como cuan­ti­ta­ti­vas. En algu­nos casos, con datos pro­pios, en otros con otras fuen­tes. Pero, en cual­quier caso, no con­si­de­ran­do la teo­ría como un mero posi­cio­na­mien­to for­mal sino avan­zan­do des­de ella hacia la cons­truc­ción de herra­mien­tas ade­cua­das para la cons­truc­ción de los datos.

Por ejem­plo, en el caso de la inves­ti­ga­ción sobre pro­le­ta­ri­za­ción de docen­tes, tuve la opor­tu­ni­dad de ela­bo­rar un ins­tru­men­to de reco­lec­ción de datos pro­pio. Se tra­tó de una encues­ta apli­ca­da a una mues­tra repre­sen­ta­ti­va. El desa­rro­llo de un ins­tru­men­to espe­cí­fi­co me per­mi­tió bus­car la for­ma de ope­ra­cio­na­li­zar dimen­sio­nes cen­tra­les que no era posi­ble ver a tra­vés de otras fuen­tes. Sin dejar de lado aspec­tos refe­ri­dos a las con­di­cio­nes de vida y labo­ra­les y a la per­cep­ción sobre ellas, inten­té ope­ra­cio­na­li­zar una dimen­sión cen­tral rela­cio­na­da con la refle­xión teó­ri­ca sobre el pro­ce­so de pro­le­ta­ri­za­ción, refe­ri­da al gra­do de con­trol efec­ti­vo sobre el pro­ce­so de tra­ba­jo, y tan esqui­va que bue­na par­te de los estu­dios sobre tra­ba­jo docen­te la abor­da de mane­ra muy media­da, incom­ple­ta o impre­ci­sa. La apro­xi­ma­ción con­sis­tió en la rea­li­za­ción de pre­gun­tas sobre deter­mi­na­das situa­cio­nes con­flic­ti­vas en el pro­ce­so de tra­ba­jo, las cua­les sue­len cons­ti­tuir tópi­cos recu­rren­tes en la biblio­gra­fía sobre pro­le­ta­ri­za­ción.  Nota­ble­men­te, las des­crip­cio­nes obte­ni­das en las res­pues­tas daban cuen­ta de la pre­sen­cia de ele­men­tos de dicho pro­ce­so, pero en un gra­do mucho menos desa­rro­lla­do que el suge­ri­do por la lite­ra­tu­ra al res­pec­to. Por ejem­plo, un ele­men­to caro a la refle­xión sobre la lla­ma­da “des­ca­li­fi­ca­ción labo­ral” entre los docen­tes remi­te a la impo­si­ción de méto­dos, obje­ti­vos o con­te­ni­dos dise­ña­dos por ter­ce­ros y de los cua­les el docen­te sería un mero eje­cu­tor en el aula. La inves­ti­ga­ción mos­tró una baja pre­sen­cia de estas situa­cio­nes y la efec­ti­va posi­bi­li­dad de rele­gar o cam­biar aque­llos con los que ideo­ló­gi­ca­men­te el docen­te no acor­da­ra. Sin embar­go, esto no sig­ni­fi­ca­ba que no exis­tie­ran ele­men­tos de un pro­ce­so de pro­le­ta­ri­za­ción. Más bien, lo que mos­tra­ban estos resul­ta­dos era que el con­trol sobre este pro­ce­so de tra­ba­jo con­ti­núa sien­do fun­da­men­tal­men­te externo, vía el apa­ra­to de super­vi­sión, y en tér­mi­nos teó­ri­cos remi­te a una for­ma de subor­di­na­ción del tra­ba­jo al régi­men pro­pio del capi­tal que expre­sa, sí un pro­ce­so de pro­le­ta­ri­za­ción, pero aún en sus fases embrio­na­rias. La exis­ten­cia de estos ele­men­tos de pro­le­ta­ri­za­ción y su gra­do de desa­rro­llo se pier­den si sólo ana­li­za­mos la cues­tión de la posi­ción de deter­mi­na­dos gru­pos en la estruc­tu­ra social como una cues­tión cla­si­fi­ca­to­ria en tal o cual cate­go­ría. En todo caso, el aná­li­sis de dis­tin­tas dimen­sio­nes per­mi­tió obser­var cómo se arti­cu­lan las rela­cio­nes que deter­mi­nan his­tó­ri­ca­men­te a los docen­tes como par­te de la peque­ña bur­gue­sía y las rela­cio­nes que los van cons­ti­tu­yen­do como par­te de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, qué aspec­tos tien­den a alen­tar este pro­ce­so y cuá­les a limi­tar­lo y qué con­se­cuen­cias tie­ne esto en la con­for­ma­ción de una deter­mi­na­da fuer­za de trabajo.

En otros casos, el inten­to de ope­ra­cio­na­li­za­ción se reali­zó a par­tir de fuen­tes secun­da­rias, prin­ci­pal­men­te esta­dís­ti­cas y cen­sos ofi­cia­les.  En este tipo de situa­cio­nes, se tra­ta de cons­truir un ins­tru­men­to teó­ri­co meto­do­ló­gi­co que per­mi­ta detec­tar qué varia­bles o com­bi­na­ción de varia­bles pre­sen­tes en estas fuen­tes podrían fun­cio­nar como indi­ca­do­res de dimen­sio­nes rele­van­tes para la pers­pec­ti­va teó­ri­ca pro­pia. Por ejem­plo, en el caso de la medi­ción de la super­po­bla­ción rela­ti­va. En tér­mi­nos teó­ri­cos, ésta asu­me diver­sas moda­li­da­des cons­tan­tes: una for­ma flo­tan­te, que es suce­si­va­men­te atraí­da y repe­li­da por la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta y flu­ye según las dis­tin­tas alter­na­ti­vas del ciclo eco­nó­mi­co; una for­ma laten­te, pro­pia del cam­po, don­de el avan­ce de la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta repe­le a la pobla­ción rural y perió­di­ca­men­te la des­ago­ta hacia las ciu­da­des; final­men­te, la moda­li­dad inter­mi­ten­te, que que­da estan­ca­da y logra sobre­vi­vir en base a chan­gas y tra­ba­jos irre­gu­la­res. Gene­ral­men­te estas for­mas sue­len ser enten­di­das en tér­mi­nos des­crip­ti­vos antes que como cate­go­rías teó­ri­cas. El desa­fío fue esta­ble­cer una deli­mi­ta­ción pre­ci­sa en fun­ción de su ope­ra­cio­na­li­za­ción, de mane­ra tal de medir el volu­men que alcan­zan estas moda­li­da­des y de inten­tar con­cep­tua­li­zar qué expre­sa su peso y com­po­si­ción en tér­mi­nos de desa­rro­llo capitalista.

En gene­ral, en el ámbi­to aca­dé­mi­co se sue­le rei­vin­di­car la noción de “caja de herra­mien­tas”, supo­nien­do que la plu­ra­li­dad de ins­tru­men­tos toma­dos de dis­tin­tas teo­rías impli­ca una ven­ta­ja. Esta for­ma ins­tru­men­ta­lis­ta de abor­dar la inves­ti­ga­ción muchas veces encu­bre el pro­pio pun­to de par­ti­da teó­ri­co des­de el cual se admi­nis­tra la selec­ción de herra­mien­tas. Obvia­men­te, no se tra­ta de negar la nece­si­dad de incor­po­rar en la inves­ti­ga­ción desa­rro­llos efec­ti­vos pro­du­ci­dos des­de otras pers­pec­ti­vas, sino de lla­mar la aten­ción res­pec­to de que esa inte­gra­ción nun­ca se desa­rro­lla des­de un lugar neu­tral sino des­de una teo­ría deter­mi­na­da, que, si no se expli­ci­ta, corre el ries­go de deri­var en una mera yux­ta­po­si­ción de con­cep­tos, no nece­sa­ria­men­te cohe­ren­te, con la con­se­cuen­te impre­ci­sión en los resul­ta­dos a los que even­tual­men­te se arri­be. Por eso, más allá de la téc­ni­ca espe­cí­fi­ca, lo que me intere­sa des­ta­car es que, en ambos casos des­crip­tos, de lo que se tra­ta es de desa­rro­llar deter­mi­na­dos ins­tru­men­tos teó­ri­co-meto­do­ló­gi­cos que per­mi­tan cons­truir obser­va­bles para res­pon­der a las pre­gun­tas plan­tea­das pre­ci­sa­men­te des­de la pro­pia pers­pec­ti­va teórica.

¿Cómo articulas tu práctica de militancia política y/o gremial con tu práctica de investigación? ¿Cuáles son las tensiones y las continuidades que encontras entre ambas?

Muchas veces en el ámbi­to aca­dé­mi­co los posi­cio­na­mien­tos teó­ri­cos se pre­sen­tan como si no tuvie­ran una inci­den­cia efec­ti­va en la reali­dad. Así, por ejem­plo, la idea de la “des­apa­ri­ción de la cla­se obre­ra” que men­cio­na­ba antes, que alcan­zó pre­do­mi­nio en la déca­da del noven­ta, y que hoy per­sis­te, aun­que más debi­li­ta­da, tuvo una inci­den­cia polí­ti­ca fun­da­men­tal. Si pen­sa­mos que su auge se dio en momen­tos de una ofen­si­va gene­ra­li­za­da sobre los tra­ba­ja­do­res, su efec­to, deli­be­ra­da­men­te o no, fue el ais­la­mien­to de esta cla­se en sus luchas: ¿qué sen­ti­do tenía soli­da­ri­zar­se o aliar­se con un suje­to inexis­ten­te? En el plano ideo­ló­gi­co este ais­la­mien­to fue osten­si­ble. Y por eso se ha lle­ga­do a hablar de él en tér­mi­nos de una autén­ti­ca “acción psi­co­ló­gi­ca”.  Hoy, el hecho de que las ideas impe­ran­tes hagan que siga sien­do más sen­ci­llo pen­sar en fin del mun­do antes que en el fin del capi­ta­lis­mo, pue­de con­si­de­rar­se una exten­sión de esa situación.

En este sen­ti­do, no exis­te desa­rro­llo teó­ri­co y cien­tí­fi­co que, como todo fenó­meno social, no esté inser­to en una deter­mi­na­da rela­ción de fuer­zas socia­les. Y esto suce­de más allá de la inten­ción del suje­to que enun­cia estos desa­rro­llos. Pen­san­do en esto, y par­tien­do de la dis­tin­ción clá­si­ca entre lucha eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca y teó­ri­ca, y de que en la reali­dad exis­te una divi­sión fun­cio­nal entre dis­tin­tos gru­pos que asu­men el queha­cer espe­cí­fi­co refe­ri­do a cada una de ellas, es cla­ro que, en el plano inte­lec­tual, la prin­ci­pal prác­ti­ca refie­re a esta últi­ma.  En el plano cien­tí­fi­co supo­ne inten­tar dar res­pues­ta a los nue­vos pro­ble­mas con los que la reali­dad, siem­pre en movi­mien­to, nos va enfren­tan­do. Y esto sólo es posi­ble a tra­vés de la inves­ti­ga­ción empí­ri­ca. En este con­tex­to, la par­ti­ci­pa­ción en un colec­ti­vo autó­no­mo de inves­ti­ga­do­res agru­pa­dos en torno a una pers­pec­ti­va y un pro­gra­ma teó­ri­co brin­da un mar­co cohe­ren­te para el desa­rro­llo de la inves­ti­ga­ción. Y a la vez fle­xi­bi­li­dad, para des­ta­car los pro­ble­mas que hacen a los intere­ses orgá­ni­cos más gene­ra­les de los tra­ba­ja­do­res como cla­se por enci­ma de aspec­tos par­cia­les, cor­po­ra­ti­vos o coyun­tu­ra­les. Final­men­te, aun­que supo­ne el cos­to de cier­to ais­la­mien­to por no subor­di­nar­se a los temas en boga que son obje­to de más fácil reco­no­ci­mien­to, per­mi­te una inde­pen­den­cia difí­cil de equi­pa­rar en tér­mi­nos de la deci­sión sobre los pro­ble­mas de inves­ti­ga­ción a desarrollar.

 Citas

* Ins­ti­tu­to de Inves­ti­ga­cio­nes Gino Ger­ma­ni, Uni­ver­si­dad de Bue­nos Aires. CONICET (Con­se­jo Nacio­nal de Inves­ti­ga­cio­nes Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas). elbert.rodolfo@gmail.com

** Ins­ti­tu­to de Inves­ti­ga­cio­nes Gino Ger­ma­ni, Uni­ver­si­dad de Bue­nos Aires. CONICET (Con­se­jo Nacio­nal de Inves­ti­ga­cio­nes Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas). agustinsantella@gmail.com

[1] Licen­cia­da en Socio­lo­gía por la Uni­ver­si­dad Nacio­nal de La Pla­ta, Magís­ter en Teo­ría y Meto­do­lo­gía de las Cien­cias. Socia­les por CLACSO/FLACSO. Pro­fe­so­ra Adjun­ta Regu­lar del Dpto. de Cs. Polí­ti­cas y Socia­les, Facul­tad de Dere­cho y Cien­cias Socia­les, Uni­ver­si­dad Nacio­nal del Comahue. Direc­to­ra del Pro­yec­to de Inves­ti­ga­ción: “Luchas terri­to­ria­les y for­ma esta­tal en la pos­con­ver­ti­bi­li­dad (2002–2015)” Facul­tad de Dere­cho y Cien­cias Socia­les, UNCo. Miem­bro del Gru­po de Tra­ba­jo de CLACSO “Esta­dos lati­no­ame­ri­ca­nos: rup­tu­ra y res­tau­ra­ción”. Ha com­pi­la­do recien­te­men­te el libro Luchas terri­to­ria­les y Esta­do. Cri­mi­na­li­za­ción y resis­ten­cias en el sur (2018 Publi­fa­decs, Fis­ke Menuco).

[2] Lic. y Prof. en Socio­lo­gía, Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Bue­nos Aires (UBA); Mg. en Socio­lo­gía de la Cul­tu­ra, Ins­ti­tu­to de Altos Estu­dios Socia­les –UNSaM- y Dr. en Cien­cias Socia­les, UBA. Actual­men­te es beca­rio post­doc­to­ral del CONICET (Con­se­jo Nacio­nal de Inves­ti­ga­cio­nes Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas) con sede de tra­ba­jo en el Ins­ti­tu­to de Inves­ti­ga­cio­nes Gino Ger­ma­ni y se desem­pe­ña como docen­te en la Uni­ver­si­dad de Bue­nos Aires y la Uni­ver­si­dad de Bel­grano. Ade­más de varios artícu­los y capí­tu­los de libro, ha publi­ca­do ¿Alguien dijo cri­sis del mar­xis­mo? Axel Hon­neth, Sla­voj Žižek y las nue­vas teo­rías crí­ti­cas de la socie­dad (2018 Pro­me­teo, Bue­nos Aires) y edi­ta­do jun­to a Ariel Pen­ni­si, Dis­pa­ren con­tra Marx (2018 90 Inter­ven­cio­nes, Bue­nos Aires).

[3] Dr. en His­to­ria por la Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Cór­do­ba. Pro­fe­sor Adjun­to en la Cáte­dra de His­to­ria Social Argen­ti­na, Depar­ta­men­to de Antro­po­lo­gía, Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Cór­do­ba. Inves­ti­ga­dor del CONICET (Con­se­jo Nacio­nal de Inves­ti­ga­cio­nes Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas), sede IDH (Ins­ti­tu­to de Huma­ni­da­des). Su últi­mo libro es Cul­tu­ra polí­ti­ca, mili­tan­tes y movi­li­za­ción. Neu­quén en la déca­da de los ’90 (2017 Pro­me­teo, Bue­nos Aires).

[4] Lic. en Socio­lo­gía y Doc­tor en Cien­cias Socia­les. Coor­di­na­dor del área de estruc­tu­ra social del PIMSA (Pro­gra­ma de Inves­ti­ga­ción sobre el Movi­mien­to de la Socie­dad Argen­ti­na) e inves­ti­ga­dor adjun­to del CONICET (Con­se­jo Nacio­nal de Inves­ti­ga­cio­nes Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas). Uno de sus últi­mos artícu­los es Donai­re, Ricar­do, Rosa­ti, Ger­mán, Cava­lle­ri, Ste­lla y Mat­te­ra, Pablo (2016) “Super­po­bla­ción rela­ti­va en Argen­ti­na. Cons­truc­ción de un ins­tru­men­to para su rele­va­mien­to sis­te­má­ti­co y estan­da­ri­za­do”, PIMSA Docu­men­tos y Comu­ni­ca­cio­nes Nro. 17, Bs.As, http://www.pimsa.secyt.gov.ar/publicaciones/DT_2016_94.pdf

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  Cómo citar ¬

Rodolfo Elbert y Agustín Santella, «Práctica de la investigación en el marxismo argentino contemporáneo. Entrevistas», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-14/debates-elbert/
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