Práctica de la investigación en el marxismo argentino contemporáneo. Entrevistas

Prac­tice of research in con­tem­po­rary Argen­tine Marx­ism. Inter­views

Rodol­fo Elbert*
Agustín San­tel­la**

Recibido: 16 de noviem­bre de 2018
Acep­ta­do: 5 de diciem­bre de 2018

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Vivi­mos en una época en la cual la may­oría de los científicos/as sociales descartó al marx­is­mo como enfoque teóri­co gen­er­al para enmar­car sus inves­ti­ga­ciones. Si bien las desigual­dades sociales en el cap­i­tal­is­mo son cada vez más pro­fun­das y las dinámi­cas vin­cu­ladas a la explotación son cada vez más potentes, el análi­sis marx­ista de la explotación cap­i­tal­ista y las per­spec­ti­vas social­is­tas son mar­ginales en el mun­do académi­co. Por ello, con­vo­camos a un con­jun­to de investigadores/as que tra­ba­ja den­tro del pro­gra­ma marx­ista de inves­ti­gación, a con­tes­tar una entre­vista auto-admin­istra­da sobre las estrate­gias teóri­co-metodológ­i­cas que desar­rol­lan en sus inves­ti­ga­ciones.

Envi­amos por e‑mail a todos/as ellos/as las mis­mas pre­gun­tas, detal­ladas a con­tin­uación: ¿Qué sig­nifi­ca para vos empren­der una inves­ti­gación des­de una per­spec­ti­va marx­ista? ¿Podrías describir breve­mente el tema o prob­le­ma cen­tral que abor­das en tus inves­ti­ga­ciones?  ¿Cómo selec­cionaste el tema de inves­ti­gación? ¿Qué autores/as, debates y/o expe­ri­en­cias biográ­fi­cas tuyas influyeron en la decisión? ¿Qué lugar tiene este tema en el pro­gra­ma de inves­ti­gación marx­ista? ¿Cómo defin­iste el con­cep­to cen­tral en tu inves­ti­gación? ¿Qué lugar tiene este con­cep­to en un pro­gra­ma marx­ista de inves­ti­gación? ¿Pro­pu­siste mod­i­fi­ca­ciones a los con­cep­tos clási­cos en base a los hal­laz­gos de la inves­ti­gación o durante el desar­rol­lo y planteo de la mis­ma? ¿Qué méto­dos y téc­ni­cas de inves­ti­gación de las cien­cias sociales uti­lizas en tus proyec­tos? ¿Cómo artic­u­las tu prác­ti­ca de mil­i­tan­cia políti­ca y/o gremi­al con tu prác­ti­ca de inves­ti­gación? ¿Cuáles son las ten­siones y las con­tinuidades que hay entre ambas?

El obje­ti­vo de la pub­li­cación es com­par­tir estas reflex­iones para, de ese modo, mostrar difer­entes abor­da­jes y líneas de inves­ti­gación den­tro del pro­gra­ma marx­ista en el con­tex­to de las cien­cias sociales. Esta serie de entre­vis­tas se orig­i­na en un pan­el de debate sobre la prác­ti­ca de inves­ti­gación en el marx­is­mo, orga­ni­za­do por el equipo docente de la mate­ria Marx­is­mo Soci­ológi­co en el mar­co de las Jor­nadas “Marx 2018. El Bicen­te­nario” de la car­rera de Soci­ología de la Uni­ver­si­dad de Buenos Aires. Aquel pan­el con­tó con la par­tic­i­pación de Cecil­ia Fei­joo, Agustín San­tel­la y Adrián Piva y la coor­di­nación de Rodol­fo Elbert. A par­tir de esa activi­dad, Agustín pro­pu­so con­ver­tir el debate en una serie de entre­vis­tas a un grupo más amplio de investigadores/as, y la revista REMS acep­tó gen­erosa­mente pub­li­car­las. Esper­amos que estos obje­tivos se cum­plan medi­ante la lec­tura y dis­cusión abier­ta de las respues­tas, así como aspi­ramos a con­tin­uar con la pub­li­cación de nuevas entre­vis­tas en las sigu­ientes edi­ciones de la revista. En este número pub­li­camos las repues­tas de Mar­i­ana Gia­ret­to, San­ti­a­go Rog­gerone, Fer­nan­do Aiz­ic­zon y Ricar­do Don­aire.

Mariana Giaretto[1]
¿Qué significa para vos emprender una investigación desde una perspectiva marxista?

Empren­der una inves­ti­gación des­de una per­spec­ti­va marx­ista para mi sig­nifi­ca dar­le con­tinuidad y coheren­cia a un posi­cionamien­to teóri­co y políti­co que inten­to sosten­er cotid­i­ana­mente.  Ese posi­cionamien­to impli­ca desautor­izar cier­tas visiones dom­i­nantes a través de una críti­ca rad­i­cal que destruya sus supuestos bási­cos y vis­i­bil­ice sus impli­can­cias prác­ti­cas. Ese posi­cionamien­to inten­ta iden­ti­ficar prob­le­mas cuya urgen­cia tra­scien­da la coyun­tu­ra, es decir, que sus nex­os con lo estruc­tur­al sean tan evi­dentes como ine­ludi­bles. Ese posi­cionamien­to impli­ca tam­bién, y fun­da­men­tal­mente, tra­ba­jar en la con­struc­ción de un conocimien­to con­tex­tu­al­iza­do que aporte a cier­ta artic­u­lación de las luchas sociales con­tra el cap­i­tal.

¿Podrías describir brevemente el tema o problema central que abordas en tus investigaciones? 

El prob­le­ma cen­tral que abor­do en mis inves­ti­ga­ciones son las rela­ciones entre luchas sociales y Esta­do. Una primera línea de inves­ti­gación se cen­tró en las rela­ciones entre con­flic­tos por tomas de tier­ras urbanas y los mod­os de inter­ven­ción del Esta­do cap­i­tal­ista, y una segun­da línea de inves­ti­gación, en la que esta­mos tra­ba­jan­do actual­mente, es acer­ca de las rela­ciones entre luchas ter­ri­to­ri­ales y pro­ce­sos de crim­i­nal­ización en el norte de la Patag­o­nia.

 ¿Cómo seleccionaste el tema de investigación? ¿Qué autores/as, debates y/o experiencias biográficas tuyas influyeron en la decisión? ¿Qué lugar tiene este tema en el programa de investigación marxista?

Más que una selec­ción de estos temas de inves­ti­gación, pien­so que han sido el resul­ta­do de cier­ta inter­pelación políti­ca a la tarea académi­ca, en todo caso el aporte es jus­ta­mente encuadrar­los y abor­dar­los des­de una per­spec­ti­va y enfoque marx­ista. Cuan­do empecé con el tema sobre tomas de tier­ras no había estu­dios pre­vios en la región, no solo que los abor­daran como prob­le­ma cen­tral (y no como con­tex­to en el que se sitúan otros prob­le­mas) sino que además analizaran críti­ca­mente sus rela­ciones con el Esta­do en un sen­ti­do ampli­a­do. En ese momen­to, estábamos hacien­do un sem­i­nario sobre Gram­sci con Hugo Calel­lo, y clara­mente las dis­cu­siones sobre las rela­ciones entre sec­tores sub­al­ter­nos y esa for­ma ampli­a­da del Esta­do cap­i­tal­ista fueron pun­tapiés cen­trales para repen­sar una prob­lemáti­ca que estal­la­ba en las ciu­dades de la región. La prox­im­i­dad espa­cial y políti­ca con expe­ri­en­cias de tomas de tier­ras tam­bién fue cen­tral para la apropiación del tema de inves­ti­gación.  Y lo curioso es que lo ter­ri­to­r­i­al es un tema bas­tante mar­gin­al en el pro­gra­ma de inves­ti­gación marx­ista, aunque sin duda exis­ten antecedentes impre­scindibles como los de Lefevbre, Topalov, Mil­ton San­tos, Har­vey –el de los 70’-.

Pien­so que los con­flic­tos ter­ri­to­ri­ales han sido des­cuida­dos por el pro­gra­ma de inves­ti­gación marx­ista, que en nue­stro país se ha cen­tra­do en una con­cep­ción bas­tante clási­ca de los con­flic­tos vin­cu­la­dos a la explotación del tra­ba­jo asalari­a­do en con­tex­tos lab­o­rales tam­bién clási­cos. Este des­cui­do posi­bil­itó que la ter­ri­to­ri­al­i­dad de los con­flic­tos, tan clara­mente pre­dom­i­nante en la segun­da mitad de los años 90’ y post-cri­sis 2001, fuera abor­da­da por diver­sas expre­siones de la ‘protestología’; que, sal­vo con­tadas excep­ciones, sig­nificó un desplaza­mien­to de la lucha de clases cuan­do no su negación, desplaza­mien­to sin­te­ti­za­do en la idea que sostiene que el locus del con­flic­to se había traslada­do de la fábri­ca al bar­rio. Sin embar­go, con­sidero que en los últi­mos años este cor­rim­ien­to de lo ter­ri­to­r­i­al está sien­do revisa­do des­de los análi­sis más críti­cos, fun­da­men­tal­mente a par­tir de la cen­tral­i­dad políti­ca que han adquiri­do las luchas de comu­nidades indí­ge­nas en la recu­peración de ter­ri­to­rios, y en menor medi­da, pero no por eso menos impor­tantes, luchas socioam­bi­en­tales y luchas por tier­ra y vivien­da.

No ten­go dudas que en Marx es clara la pre­ocu­pación por lo ter­ri­to­r­i­al, en sus diver­sas escalas y dimen­siones, en tér­mi­nos geopolíti­cos y tam­bién de sub­je­ti­vación políti­ca. Sabe­mos que las condi­ciones de posi­bil­i­dad de la explotación por parte del cap­i­tal son el despo­jo, la vio­len­cia y la dom­i­nación. Sabe­mos que no hay explotación sin dom­i­nación y que el Esta­do es la for­ma gen­er­al de orga­ni­zar la dom­i­nación políti­ca. Por eso, inves­tig­amos lo ter­ri­to­r­i­al como are­na de luchas, anal­izan­do las rela­ciones entre for­mas de resisten­cia y pro­ce­sos de crim­i­nal­ización.

¿Cómo definiste el concepto central en tu investigación? ¿Qué lugar tiene este concepto en un programa marxista de investigación? ¿Propusiste modificaciones a los conceptos clásicos en base a los hallazgos de la investigación o durante el desarrollo y planteo de la misma? 

El con­cep­to cen­tral que esta­mos tra­ba­jan­do es el de crim­i­nal­ización de las resisten­cias, un con­cep­to que surgió del análi­sis sobre las rela­ciones entre tomas de tier­ras y Esta­do y ha sido resi­tu­a­do y resig­nifi­ca­do en la coyun­tu­ra actu­al. Clara­mente es una derivación de nociones clási­cas del marx­is­mo, ya que en el pro­ce­so de crim­i­nal­ización encon­tramos al Esta­do cap­i­tal­ista inter­vinien­do en con­flic­tos que expre­san la lucha de clases, para con­ver­tir­los en ‘deli­tos’ sus­cep­ti­bles de ser trit­u­ra­dos por la maquinar­ia repre­si­va: agen­cias poli­ciales, judi­ciales y de encar­ce­lamien­to. La sis­tem­ati­ci­dad de estos pro­ce­sos de crim­i­nal­ización, jun­to a otros ras­gos que esta­mos anal­izan­do, los vuel­ven políti­cas de Esta­do. En este sen­ti­do, ha sido cen­tral recu­per­ar los aportes de Pashuka­nis en relación con una teoría marx­ista del dere­cho y su influ­en­cia en el debate de los deriva­cionistas para abor­dar las fun­ciones del Esta­do en la repro­duc­ción del cap­i­tal. En eso esta­mos.

¿Qué métodos y técnicas de investigación de las ciencias sociales utilizas en sus proyectos? 

Por el tipo de prob­le­mas que abor­damos, nues­tra estrate­gia metodológ­i­ca tiende a artic­u­lar nive­les macro y micro social, por eso tra­ba­jamos tan­to con fuentes secun­darias como pri­marias des­de un enfoque cual­i­ta­ti­vo, aunque si es per­ti­nente y nece­sario tri­an­gu­lam­os con cier­tos datos cuan­ti­ta­tivos. Sin lugar a duda, nues­tra prin­ci­pal téc­ni­ca es la entre­vista en pro­fun­di­dad en com­bi­nación con tra­ba­jo de análi­sis de expe­di­entes judi­ciales y otras fuentes doc­u­men­tales.

¿Cómo articulas tu práctica de militancia política y/o gremial con tu práctica de investigación? ¿Cuáles son las tensiones y las continuidades que encontras entre ambas?

Per­sonal­mente no mil­i­to orgáni­ca­mente en ningún espa­cio político/gremial, es más, la idea mis­ma de ‘mil­i­tar’ me repele. Sí inten­to ser parte de cier­to activis­mo políti­co ‘suel­to, tira piedras’ en todxs los espa­cios en los que tran­si­to: des­de las aulas, pasan­do por los bar­rios, has­ta los juz­ga­dos. La prin­ci­pal artic­u­lación conc­re­ta con mi prác­ti­ca de inves­ti­gación se da en los casos de judi­cial­ización, con una com­pañera abo­ga­da par­tic­i­pamos de audi­en­cias y otras instan­cias en las que a veces somos parte acti­va de los pro­ce­sos, ya sea acom­pañan­do jurídi­ca y políti­ca­mente y/o como tes­ti­gos con­cep­tuales; y escri­bi­en­do des­de esas expe­ri­en­cias.

Las ten­siones y con­tinuidades tienen que ver con las derivas de los pro­ce­sos de resisten­cia, ver cómo son dis­ci­plinadxs en algunxs casos y en otros no, cómo son aniquiladxs en algunos casos y en otrxs no… Una de las prin­ci­pales ten­siones es entre el tra­ba­jo más académi­co-int­elec­tu­al y sus for­matos, con las urgen­cias de las expe­ri­en­cias de luchas ter­ri­to­ri­ales. Es real­mente inso­portable tran­si­tar los laber­in­tos buro­cráti­cos de las insti­tu­ciones estatales, des­de la mis­ma uni­ver­si­dad has­ta los juz­ga­dos y min­is­te­rios. Son tem­po­ral­i­dades opues­tas, la de la urgen­cia y la de la neu­tral­ización de la urgen­cia, y en eso nadamos todo el tiem­po.

Santiago Roggerone[2]
¿Qué significa para vos emprender una investigación desde una perspectiva marxista?

A mi enten­der, empren­der una inves­ti­gación des­de una per­spec­ti­va marx­ista impli­ca, primero que nada, guardar fidel­i­dad al propósi­to gen­er­al de aque­l­lo que –para bien o para mal– nos empeci­namos en con­tin­uar denom­i­nan­do marx­is­mo: la críti­ca rad­i­cal del esta­do de cosas exis­tente –esto es, una críti­ca que, en tan­to que tal, supone no sólo un diag­nós­ti­co de dicho esta­do de cosas sino tam­bién la mil­i­tan­cia por su supre­sión y con­se­cuente superación. Esto ante y por sobre todo. Cumpl­i­da esta condi­ción de posi­bil­i­dad, el desar­rol­lo de una inves­ti­gación en clave marx­ista involu­cra, en un segun­do niv­el, la inter­ven­ción en por lo menos uno de esos proyec­tos u obje­tivos a través de los que el marx­is­mo se artic­u­la o despl­ie­ga más conc­re­ta­mente –unos obje­tivos especí­fi­cos estruc­turantes del propósi­to gen­er­al de la críti­ca, que se encuen­tran entre­laza­dos a la man­era de un nudo bor­romeo pero que, en lo fun­da­men­tal, dispo­nen de una cier­ta autonomía rel­a­ti­va. A saber, el obje­ti­vo cien­tí­fi­co o teóri­co del mate­ri­al­is­mo históri­co; el obje­ti­vo metodológi­co, téc­ni­co o (anti)filosófico del mate­ri­al­is­mo dialéc­ti­co; y el obje­ti­vo prác­ti­co o políti­co de la lucha por la con­se­cu­ción del social­is­mo y/o el comu­nis­mo. Digo que inves­ti­gar hacien­do algo pro­duc­ti­vo con el lega­do de Marx y otros –en defin­i­ti­va, eso es ser marx­ista– entraña inter­venir en al menos uno de estos tres reg­istros puesto que toda inter­ven­ción supone tan­to analizar reflex­i­va­mente los pre­supuestos y lóg­i­cas de un proyec­to –pre­gun­tarse, por ejem­p­lo, por la antropología o la filosofía de la his­to­ria que infor­man a la con­cep­ción mate­ri­al­ista– como aplicar en el estu­dio de un deter­mi­na­do obje­to –el movimien­to obrero, las izquier­das, los desar­rol­los teóri­cos de la propia tradi­ción, etc.– los saberes for­ja­dos, nue­va­mente, en el mar­co de una de las tres tares con­sti­tu­ti­vas de la críti­ca.

¿Podrías describir brevemente el tema o problema central que abordas en tus investigaciones?  ¿Cómo seleccionaste el tema de investigación? ¿Qué autores/as, debates y/o experiencias biográficas tuyas influyeron en la decisión? ¿Qué lugar tiene este tema en el programa de investigación marxista?

En mis propias inves­ti­ga­ciones, los temas o prob­le­mas que abor­do bas­cu­lan siem­pre entre el análi­sis reflex­i­vo de las premisas teóri­co-filosó­fi­cas del marx­is­mo y la apli­cación de los saberes for­ja­dos en el mar­co de la con­cep­ción mate­ri­al­ista al desar­rol­lo de una his­to­ria int­elec­tu­al o de las ideas. Por lo gen­er­al, en mi caso, una y otra cosa se encuen­tran conec­tadas, pues las inda­ga­ciones his­to­ri­ográ­fi­co-int­elec­tuales que inten­to efec­tu­ar me con­ducen al escru­ti­nio metateóri­co-filosó­fi­co de la propia tradi­ción marx­ista (y vicev­er­sa). Por ejem­p­lo, en el con­tex­to de la inves­ti­gación que dio como resul­ta­do mi tesis doc­tor­al, partí pre­gun­tán­dome por la situación del marx­is­mo en la actu­al­i­dad y diag­nos­ti­can­do, ensegui­da, un deter­mi­na­do esta­do de cri­sis. Acto segui­do, opera­cional­icé el obje­ti­vo de deter­mi­nar cuán pro­fun­do e inclu­so ter­mi­nal es ese esta­do de cri­sis situ­a­da e inma­nen­te­mente, anal­izan­do cier­tas pro­duc­ciones int­elec­tuales con­tem­poráneas. Creo haber logra­do, de esa man­era, no sólo dar cuen­ta de las especi­fi­ci­dades de algu­nas nuevas teorías críti­cas de la sociedad sino tam­bién estable­cer en qué medi­da las mis­mas con­tinúan sien­do marx­is­tas –o, en cuan­to menos, man­te­nien­do una relación pro­duc­ti­va con Marx. Pude, por con­sigu­iente, apor­tar algu­nas pre­ci­siones sobre la tan dis­cu­ti­da cuestión de la cri­sis del marx­is­mo y, así, decir algo sobre la actu­al­i­dad (y efi­ca­cia) que dispone la tradi­ción en lo que refiere a la tarea fun­da­men­tal de una críti­ca rad­i­cal del esta­do de cosas exis­tente.

Como puede apre­cia­rse, no fue éste un tema de inves­ti­gación que sim­ple­mente selec­cioné sino más bien algo que se me impu­so, luego de toda de una serie de rodeos cuyo pun­to de par­ti­da fue una pre­ocu­pación bien conc­re­ta –a saber, nue­va­mente, ¿cuál es el esta­do o la situación del marx­is­mo en la actu­al­i­dad? De hecho, no con­sidero que los temas o prob­le­mas de inves­ti­gación sean algo que pue­da selec­cionarse sin más, como si la labor del inves­ti­gador o la inves­ti­gado­ra equiv­a­liera a la del con­sum­i­dor que se hace de la mer­cancía más con­ve­niente en la gón­dola del super­me­r­ca­do. Los temas o prob­le­mas de inves­ti­gación, por el con­trario, son –o al menos creo que deberían ser– cues­tiones ínti­ma­mente rela­cionadas con las propias expe­ri­en­cias vitales y, por lo tan­to, de las que uno tiene que hac­erse car­go, asum­ien­do toda la respon­s­abil­i­dad cor­re­spon­di­ente. En mi caso par­tic­u­lar, como parte de una gen­eración que no pro­tag­o­nizó direc­ta­mente los acon­tec­imien­tos insur­rec­cionales de 2001 pero a la que éstos mar­caron a fuego –una gen­eración, vale decir, des­fasa­da o fuera de tiem­po, que siem­pre pare­cería estar lle­gan­do tarde a la cita–, me gen­eró muchos inter­ro­gantes el perío­do de recom­posi­ción o impasse abier­to a par­tir de 2002–2003, sobre todo en relación a la mer­ma de los impul­sos auton­o­mis­tas, el for­t­alec­imien­to de las per­spec­ti­vas nacional-pop­u­lares o pop­ulis­tas y –un poco pos­te­ri­or­mente– cier­to renacimien­to de los trot­skismos. La pre­gun­ta por el esta­do del marx­is­mo en la actu­al­i­dad acom­pañó todo esto exper­i­men­ta­do en el mun­do de las izquier­das locales –en tan­to me des­pertó expec­ta­ti­vas y gen­eró entu­si­as­mo, fue de par­tic­u­lar impor­tan­cia para mí el men­ciona­do relan­za­mien­to trot­skista (es decir, la expe­ri­en­cia del FIT). Al tiem­po, me vi guia­do por el tra­ba­jo de marx­is­tas con­tem­porá­neos como Per­ry Ander­son o Daniel Ben­saïd, quienes en los años noven­ta, en medio de un cli­ma de der­ro­ta bru­tal para las izquier­das, resistieron real­ista e intran­si­gen­te­mente y tra­ba­jaron en pos de un nue­vo comien­zo. Asimis­mo, en otro reg­istro, fue muy influyente para mí el libro Ver­dades y saberes del marx­is­mo, pub­li­ca­do en 2005 por Elías J. Palti. Si bien no es éste un tra­ba­jo marx­ista, con­sidero que es una con­tribu­ción fun­da­men­tal, que no sólo habla de la actu­al­i­dad de la filosofía y teoría marx­is­tas sino tam­bién –a su sin­gu­lar modo– de una eta­pa históri­ca en la que estábamos entran­do, car­ac­ter­i­za­da no tan­to –como sí había suce­di­do en los años ochen­ta y noven­ta– por las expe­ri­en­cias de la der­ro­ta y el fra­ca­so de los proyec­tos eman­ci­pa­to­rios sino más bien por lo que sigue a las mis­mas –aunque no exac­ta­mente en el mis­mo sen­ti­do, algo pare­ci­do es lo que puede decirse sobre El marx­is­mo en la encru­ci­ja­da, otro libro cru­cial, escrito por Ariel Petruc­cel­li.

Por últi­mo, vale la pena men­cionar que los temas y prob­le­mas que me intere­san ocu­pan un lugar mar­gin­al en el pro­gra­ma de inves­ti­gación marx­ista real­mente exis­tente, el cual, en lo esen­cial, se encuen­tra hege­mo­niza­do por los estu­dios del tra­ba­jo, la his­to­ria del movimien­to obrero y –en menor medi­da– la de las izquier­das. El marx­is­mo, lam­en­ta­ble­mente, no es ajeno a cier­ta división del tra­ba­jo int­elec­tu­al imper­ante en el mun­do, de acuer­do con la cual los inves­ti­gadores de los país­es cen­trales se ded­i­can a la pro­duc­ción (y dis­cusión) de la teoría y los de los per­iféri­cos a su apli­cación instru­men­tal en estu­dios de caso. En efec­to, entien­do que, actual­mente, no hay demasi­a­do lugar en el espa­cio de inves­ti­gación marx­ista con­for­ma­do en la acad­e­mia (pero tam­bién, inclu­so, fuera de ella) para las inda­ga­ciones que toman como obje­to de estu­dio la propia teoría y filosofía marx­is­tas, ponién­dolas en diál­o­go con otras tradi­ciones políti­co-int­elec­tuales. Lo que señorea, más bien, es el mod­e­lo de la caja de her­ramien­tas. Es por eso que sue­lo sen­tir may­or afinidad e inclu­so empatía por lo hecho en ámbitos de inves­ti­gación académi­cos como el de la his­to­ri­ografía int­elec­tu­al o la teoría políti­ca, en donde el pen­samien­to suele estar exen­to de los imper­a­tivos tec­nocráti­cos de su uso o apli­cación para dar cuen­ta de lo que –un tan­to absur­da­mente– se difer­en­cia como el ter­reno de la real­i­dad.

¿Cómo definiste el concepto central en tu investigación? ¿Qué lugar tiene este concepto en un programa marxista de investigación? ¿Propusiste modificaciones a los conceptos clásicos en base a los hallazgos de la investigación o durante el desarrollo y planteo de la misma? 

Podría decirse que el con­cep­to cen­tral de mi inves­ti­gación fue –y con­tinúa sien­do– el de obra. La per­spec­ti­va de tra­ba­jo que me intere­sa es aque­l­la que, como afir­ma Hora­cio Tar­cus en las primeras pági­nas de Marx en la Argenti­na, atiende a las encar­na­ciones tem­po­rales y con­tex­tos biográ­fi­cos de las ideas; la que abor­da en tér­mi­nos amplios a los suje­tos de ellas –esto es, a los que son sus pro­duc­tores, difu­sores, etc.: los int­elec­tuales. En tal sen­ti­do, sigo a Ander­son (y a través de él a Isaac Deutsch­er) en que la mejor for­ma de aprox­i­marse al tra­ba­jo de un deter­mi­na­do pen­sador es recon­struyén­do­lo sis­temáti­ca­mente como una unidad inten­cional, situán­do­lo en el con­tex­to políti­co e int­elec­tu­al del cual pro­cede, e iden­ti­f­i­can­do los pun­tos de ten­sión que exis­tan en la argu­mentación que en él se desar­rol­la. En otras pal­abras, lo que tra­to de lle­var a cabo es algo así como una his­to­ria de las ideas en clave mate­ri­al­ista, algo cier­ta­mente impen­sa­do por el pro­pio Marx –quien siem­pre se demar­có del plano ideal(ista) e inten­tó pon­er en pie una his­to­ria real(ista)– y, por con­sigu­iente, algo cuya con­cre­ción con­sti­tuye todo un desafío para aque­l­los que aún, para bien o para mal, nos recla­mamos marx­is­tas.

Aho­ra bien, puesto que la idea de obra autoral como una unidad nece­sari­a­mente inten­cional es muy prob­lemáti­ca –a fin de cuen­tas, es el marx­is­mo mis­mo el que ha demostra­do que los actores sociales jamás están al tan­to o cono­cen del todo sus propias inten­ciones–, tra­to de emplear una suerte de cor­rec­ti­vo dialéc­ti­co del enfoque deutschero-ander­so­ni­ano. En lo fun­da­men­tal, este cor­rec­ti­vo con­siste en pon­er en prác­ti­ca, al mis­mo tiem­po que recon­struyo sis­temáti­ca­mente el tra­ba­jo de un deter­mi­na­do autor, lo que –Louis Althuss­er medi­ante– podría denom­i­narse lec­tura sin­tomáti­ca –esto es, un tipo de análi­sis que siga las líneas argu­men­tales has­ta sus últi­mas con­se­cuen­cias y pue­da pon­er de man­i­fiesto, así, las premisas implíc­i­tas y even­tual­mente negadas; un recur­so, vale decir, que haga posi­ble leer lo que no ha sido escrito.

Nue­va­mente, para ter­mi­nar, no con­sidero que el con­cep­to alu­di­do ni el pro­ced­imien­to metodológi­co cuyos con­tornos acabo de delin­ear ocu­pen un lugar desta­ca­do en el pro­gra­ma de inves­ti­gación marx­ista real­mente exis­tente en nue­stro ámbito académi­co. Quizás, la idea de obra tiene una rel­a­ti­va impor­tan­cia en el con­tex­to de aque­l­las per­spec­ti­vas soci­ológ­i­cas e his­to­ri­ográ­fi­cas de los int­elec­tuales que anal­izan las trayec­to­rias de las izquier­das. Sin embar­go, no sólo es que el empleo de tal con­cep­to se encuen­tra, por lo gen­er­al, exen­to de un cor­rec­ti­vo como el que he men­ciona­do sino tam­bién, y fun­da­men­tal­mente, que suele remi­tir a autores locales o, en mejor de los casos, lati­noamer­i­canos. De por sí ello no con­sti­tuye un prob­le­ma, pero entien­do que repro­duce acríti­ca­mente los cánones y pau­tas de la división del tra­ba­jo académi­co-int­elec­tu­al ya men­ciona­da.

¿Qué métodos y técnicas de investigación de las ciencias sociales utilizas en tus proyectos? 

Ninguno. Parafrase­an­do a Her­mann Göring, podría decir que cuan­do oigo hablar de “metodología y téc­ni­cas de inves­ti­gación de las cien­cias sociales” le saco el seguro a mi pis­to­la… A mi enten­der, las cien­cias sociales en su con­jun­to con­sti­tuyen una reac­ción al marx­is­mo (es decir, una reac­ción a la inter­ven­ción de Marx y lo que ella supu­so para sus con­tem­porá­neos y los que hubieron de venir después); un inten­to de neu­tral­ización por parte de la bur­guesía (mejor dicho, de aque­l­los que defien­den vela­da o abier­ta­mente los intere­ses de la clases dom­i­nantes e inclu­so actúan como sus voceros en el mun­do de las ideas) de lo que él mis­mo, muy pro­duc­ti­va­mente, había hecho con (y a par­tir de) la filosofía mod­er­na y por tan­to bur­gue­sa –es decir, con (y a par­tir de) Hegel. Es a causa de ello que una idea como la de marx­is­mo soci­ológi­co –pero lo mis­mo vale para la de uno que sea his­to­ri­ográ­fi­co, etno­grá­fi­co, poli­tológi­co, etc.– me parece suma­mente prob­lemáti­ca. Adje­ti­var cal­i­fica­ti­va­mente al marx­is­mo por medio de una cien­cia social bur­gue­sa como la soci­ología –tan afec­ta como ella está a las defini­ciones unívo­cas y seguras, a una racional­i­dad instru­men­tal que orde­na y clasi­fi­ca, hace inven­tario y real­iza con­teos– es un despropósi­to. Soci­ológi­co o cien­tí­fi­co-social, de hecho, no podrían o deberían ser jamás pred­i­ca­dos del marx­is­mo –por lo demás, el sen­ti­do hegeliano de deutsche Wis­senschaft que en él se hal­la en juego nada tiene que ver con el anglo-francés pos­i­tivista que impera en el con­tex­to de dis­ci­plinas como la soci­ología o la cien­cia políti­ca. El marx­is­mo es, en lo fun­da­men­tal, una anti, no-cien­cia social o cien­cia social nega­da que no puede reducirse a una empre­sa de despoli­ti­zación como la soci­ología –es decir, al antí­do­to de la lucha de clases que ella encar­na. Esto no quiere decir, des­de ya, que des­de, en y a par­tir de las cien­cias sociales pue­da ser uno fiel a Marx y al marx­is­mo. En otras pal­abras, si bien creo que una idea como la de marx­is­mo soci­ológi­co supone un con­trasen­ti­do –una con­tra­dic­tio in adjec­to–, entien­do, al mis­mo tiem­po, que la de soci­ología marx­ista es por demás con­ce­bible. Hay lugar para una cien­cia social marx­ista o un pro­gra­ma de inves­ti­gación marx­ista soci­ológi­co o en cien­cias sociales –a fin de cuen­tas, yo mis­mo me con­sidero trib­u­tario de una suerte de his­to­ri­ografía-int­elec­tu­al marx­ista– porque aque­l­los que, pre­cisa­mente, nos recla­mamos marx­is­tas podemos –e inclu­so debe­mos– inter­venir en todos y cada uno de los cam­pos de la lucha de clases –y el de la cien­cia o, más especí­fi­ca­mente, el de la cien­cia social es, por supuesto, uno de ellos. Sólo en el sen­ti­do que la cien­cia social adquiere cuan­do el marx­is­mo se vuelve su adje­ti­vo cal­i­fica­ti­vo –y no a la inver­sa– es que uno puede lidiar pro­duc­ti­va­mente con sus “metodologías y téc­ni­cas de inves­ti­gación”. En mi caso par­tic­u­lar –y esto ya lo he sug­eri­do–, lo hago con algunos supuestos epis­te­mológi­cos y algu­nas her­ramien­tas de la dis­ci­plina de la his­to­ria int­elec­tu­al.

¿Cómo articulas tu práctica de militancia política y/o gremial con tu práctica de investigación? ¿Cuáles son las tensiones y las continuidades que encontras entre ambas?

No creo que se trate tan­to de artic­u­lar la prác­ti­ca políti­ca con la prác­ti­ca de la inves­ti­gación como de recono­cer a la últi­ma como algo que, de por sí, con­sti­tu­ti­va­mente, es un hecho políti­co. Más allá de la autonomía rel­a­ti­va de la que cada una pue­da dispon­er, no me parece que este­mos ante dos esferas que se encuen­tren sep­a­radas sin más. Por eso, más que artic­u­lar dos prác­ti­cas, creo que lo que hay que hac­er es recono­cer la prác­ti­ca de uno como un acto nece­sari­a­mente políti­co. Y esto no sólo en el sen­ti­do que las cosas adquieren cuan­do se inter­viene en el proyec­to estric­ta­mente políti­co del marx­is­mo –es decir, en uno de los tres proyec­tos medi­ante los cuales se estruc­tura el obje­ti­vo gen­er­al de la críti­ca, de la pues­ta en cuestión e impu­gnación de lo que es– y se da lugar, así, a una inves­ti­gación mil­i­tante sobre, por ejem­p­lo, las ideas del social­is­mo y el comu­nis­mo, la cuestión del pro­gra­ma, el asun­to más amplio de la orga­ni­zación, las dimen­siones de la estrate­gia y la tác­ti­ca, etc. Tam­poco en el exclu­si­vo sen­ti­do de lo que puede hac­erse a niv­el for­ma­ti­vo o inclu­so inves­tiga­ti­vo en los con­tex­tos especí­fi­cos de un grupo políti­co o un gremio. Recono­cer la propia prác­ti­ca como un acto políti­co, dotar­la del estatu­to que viene dado con ese acto, entraña, por sobre todo, asumir que el inves­ti­gador o la inves­ti­gado­ra establece siem­pre una posi­ción en un cam­po que no sólo es de fuerzas sino tam­bién –como record­a­ba Althuss­er citan­do a Kant– de batal­las (Kampf­platz). En efec­to, hay que recono­cer que toda inves­ti­gación es políti­ca quiere decir que lo que uno siem­pre hace, por más que no lo quiera y se oculte tras la facha­da asép­ti­ca de la obje­tivi­dad, inclu­so de la dis­tan­cia y la rig­urosi­dad cien­tí­fi­ca, es tomar par­tido y librar un com­bate. Lo quiera o no, se haga car­go o no de ello, quien inves­ti­ga, quien lle­va ade­lante un deter­mi­na­do tra­ba­jo int­elec­tu­al –y no impor­ta aho­ra si se tra­ta especí­fi­ca­mente de alguien que es marx­ista– lo que hace es involu­crarse –inclu­so yen­do con­tra lo que él o ella es– en la lucha de clases. Como puede apre­cia­rse, en lo que a esto respec­ta, creo que Althuss­er –para quien, como es sabido, la filosofía rep­re­senta­ba la lucha de clases en la teoría– sigue gozan­do de muchísi­ma actu­al­i­dad.

Fernando Aiziczon[3]
¿Qué significa para vos emprender una investigación desde una perspectiva marxista?

Supon­go que sig­nifi­ca varias cosas: en prin­ci­pio, un obje­to, que posea poten­ciales propiedades de críti­ca rad­i­cal al sis­tema cap­i­tal­ista, y que puede ser el despliegue de la lucha de clases, la dinámi­ca de la “val­orización del val­or”, for­mas de dom­i­nación políti­ca basadas en la explotación de clase, cues­tiones vin­cu­ladas al análi­sis ide­ológi­co, cul­tur­al, etc.; en segun­do lugar, un dis­cur­so, que indique y denun­cie lo ante­ri­or en ese lengua­je dis­tin­ti­vo del marx­is­mo; y ter­cero, una prax­is que artic­ule la inves­ti­gación en el ter­reno políti­co, cuestión que delimi­ta este tipo de inves­ti­gación del uso del marx­is­mo como mero obje­to de estu­dio. Pero, tam­bién se puede pre­scindir de todas esas señas par­tic­u­lares, que gen­eral­mente sue­len trans­for­marse en pos­es int­elec­tuales (alguien dijo que el marx­is­mo fue la gran “buro­c­ra­cia int­elec­tu­al” del siglo XX), y tra­ba­jar con obje­tos menos explíc­i­tos que den cuen­ta de lo mis­mo, es decir, la con­sti­tu­ción cla­sista de nues­tras sociedades, la simil­i­tud lóg­i­ca con los efec­tos de la “ley del val­or” en otros cam­pos menos for­mal­iza­dos, como por ejem­p­lo el de la rep­re­sentación políti­ca, etc. Me incli­no más por esta segun­da vari­ante de “hac­er marx­is­mo”, no sólo por ser menos espec­tac­u­lar, menos obvia, sino porque per­mite salirse de ese tedioso careo policía­co en que sue­len caer los marx­is­tas cuan­do se iden­ti­f­i­can entre sí.

¿Podrías describir brevemente el tema o problema central que abordas en tus investigaciones?  ¿Cómo seleccionaste el tema de investigación? ¿Qué autores/as, debates y/o experiencias biográficas tuyas influyeron en la decisión? ¿Qué lugar tiene este tema en el programa de investigación marxista?

Mi tema cen­tral diría que es la dinámi­ca de la movilización/desmovilización, man­te­nien­do siem­pre la pre­gun­ta que dice: ¿para qué la acción? Creo que el cómo uno selec­ciona su tema tiene que ver, sin dudas, con su trayec­to­ria políti­ca, biográ­fi­ca, su ubi­cación al momen­to de decidir­lo. Cuan­do esta­ba por ter­mi­nar mis estu­dios de gra­do en His­to­ria, vivía en Neuquén y esta­ba involu­cra­do en diver­sos colec­tivos políti­co-cul­tur­ales que par­tic­i­pa­ban de mov­i­liza­ciones jun­to con actores de notable tradi­ción de lucha calle­jera: tra­ba­jadores estatales, docentes de ATEN, la Uni­ver­si­dad, movimien­tos de des­ocu­pa­dos, de DDHH, comu­nidades mapuche, fem­i­nistas, par­tidos de izquier­da, y los obreros de Zanón (hoy FASINPAT), que comen­zaron a destacarse de todo ese espec­tro y los elegí como obje­to de inves­ti­gación. Allí en Zanón encon­tré todo: explotación patronal, buro­c­ra­cia sindi­cal, esta­do, activis­mo, resisten­cia en los már­genes, luego ofen­si­va obr­era, izquier­da, auto­gestión, redes mil­i­tantes, par­la­men­taris­mo, auge y cri­sis de la mov­i­lización, etc. Me asom­bra­ba entonces tan­to la capaci­dad de sosten­er un esta­do de mov­i­lización calle­jera casi per­ma­nente, como la con­tin­uación de ese esta­do en otros espa­cios de socia­bil­i­dad. Y más me asom­bra­ba, exce­di­en­do esta expe­ri­en­cia de lucha, la diver­si­dad de for­mas que adquiere lo que denom­i­namos “mil­i­tante”, o “activista”, y el rol que juga­ban incen­ti­van­do la acción o nom­bran­do las cosas que ocur­rían. Los inter­ro­gantes los for­mal­icé así: ¿en qué condi­ciones es posi­ble el pasaje a la acción colec­ti­va?, ¿cuáles son los fac­tores que favore­cen y pre­dispo­nen a la acción?, ¿cómo se sostiene la mov­i­lización?, ¿qué es y para qué (o por qué) exis­ten los mil­i­tantes? Estos inter­ro­gantes los he desple­ga­do en sindi­catos, par­tidos y orga­ni­za­ciones (como los movimien­tos de des­ocu­pa­dos, por ejem­p­lo) y en colec­tivos y expe­ri­en­cias menos insti­tu­cional­izadas como comi­siones inter­nas, fábri­c­as recu­per­adas, puebladas. En el mis­mo sen­ti­do, la escala de análi­sis sobre la que tra­ba­jo oscila entre una orga­ni­zación sindi­cal (su trayec­to­ria con­tenciosa) y una biografía mil­i­tante.

Lenin no es un “autor”, sin embar­go, su “¿Qué hac­er?” sigue sien­do para mí uno de los tex­tos más lúci­dos sobre el acu­ciante prob­le­ma de la direc­ción de la acción, y porque enfrenta y resuelve (a su modo) la “cuestión mil­i­tante” (pro­fe­sion­al­ización de cuadros), entre otros aspec­tos. Pero claro, la pues­ta en prác­ti­ca del social­is­mo, el tema de la “con­cien­cia” (la idea de “falsedad”), la supues­ta “exte­ri­or­i­dad” del social­is­mo para con la clase obr­era, la noción de van­guardia, han sido (has­ta hoy) desas­trosas, y se chocan de frente con el dic­tum según el cual “la eman­ci­pación de los tra­ba­jadores será obra de los tra­ba­jadores mis­mos”. Para esa críti­ca, en mi caso, fueron fun­da­men­tales Gorz y Cas­to­ri­adis. Por otra parte, hay investigadores/militantes que recon­struyen diver­sas expe­ri­en­cias de lucha y per­miten estu­di­ar la com­ple­ji­dad de estos asun­tos, por ejem­p­lo, la obra de EP Thomp­son (en espe­cial “Cos­tum­bres en común”), o de Ranciere (“La noche de los pro­le­tar­ios”), y más de modo académi­co para la clase obr­era argenti­na me gus­tan las inves­ti­ga­ciones de D. James, la recon­struc­ción históri­ca de J. Bren­nan en torno al Cor­dobazo. En el medio, me ha sido de util­i­dad cono­cer la lit­er­atu­ra sobre acción colec­ti­va y la soci­ología del activis­mo (o los casos que abor­dan), y que en nue­stro país cir­cu­la aún bas­tante (Tar­row, Tilly), pero fran­ca­mente después de leer­las me gen­er­an un vacío inex­plic­a­ble. En defin­i­ti­va, creo que los inter­ro­gantes que me planteo se resuel­ven en gran parte con una rig­urosa recon­struc­ción históri­ca, en el sen­ti­do más clási­co del tér­mi­no. Un ejem­p­lo: la trilogía sobre Trot­sky que escribió Isaac Deutsch­er.

¿Cómo definiste el concepto central en tu investigación? ¿Qué lugar tiene este concepto en un programa marxista de investigación? ¿Propusiste modificaciones a los conceptos clásicos en base a los hallazgos de la investigación o durante el desarrollo y planteo de la misma? 

No ten­go un con­cep­to cen­tral, sino temas/objetos que remiten a expe­ri­en­cias históri­c­as y sobre ellas giran con­cep­tos. Por ejem­p­lo, cuan­do inves­tigué las mov­i­liza­ciones durante los años ’90 en Neuquén tra­ba­jé la idea de habi­tus mil­i­tante y cam­po de protes­tas sociales, que me surgió en gran medi­da tras leer el con­cep­to de “cap­i­tal mil­i­tante” en un tex­to muy breve de F. Pou­peau (dis­cípu­lo de Bour­dieu), y cul­tura políti­ca de protes­ta, tam­bién muy poco for­mal­iza­dos en las cien­cias sociales en gen­er­al. Pen­sar un habi­tus mil­i­tante es fasci­nante, pon­go un ejem­p­lo prob­lemáti­co: la pro­le­ta­rización de mil­i­tantes. Otro: el entris­mo.

Excep­to algunos autores den­tro de lo que despec­ti­va­mente se nom­bra cul­tur­al­is­mo, diría que el marx­is­mo con­tinúa sien­do esqui­vo a estos temas, los con­sid­era secun­dar­ios, ambigu­os, regi­dos por el “indi­vid­u­al­is­mo metodológi­co”, y has­ta “pos­mod­er­nos” (lo cual, por supuesto, reforzó mi atrac­ción hacia ellos). Para mí la idea de habitus/campo en la obra de Bour­dieu (en espe­cial “La Dis­tin­ción” y “Las reglas del arte”) ha sido muy fruc­tífera, en espe­cial para inter­rog­a­rme sobre las lóg­i­cas que rigen las delim­ita­ciones entre orga­ni­za­ciones mil­i­tantes y que están muy ale­jadas de lo que los mil­i­tantes pueden lle­gar a decir de sí; por otra parte, el cam­po como espa­cio de com­pe­ten­cias entre quienes lo dom­i­nan (estable­cien­do legal­i­dades) y los dom­i­na­dos sigue sien­do muy útil para com­pren­der las lóg­i­cas inter­sindi­cales, las estrate­gias de con­struc­ción de iden­ti­dades, el uso de prác­ti­cas com­bat­i­vas y has­ta los mod­os de con­struc­ción y trans­misión de tradi­ciones de lucha (de ahí la pre­gun­ta por cómo se con­struye una cul­tura de protes­ta, de quiénes son sus “guardianes”, diría Bour­dieu). Todo lo ante­ri­or se pone en juego en cada mar­cha, en cada mov­i­lización, en toda dis­cusión sobre la con­for­ma­ción de un colec­ti­vo mil­i­tante. Con­sidero que excluir este análi­sis de la com­pren­sión de la lucha de clases es una for­ma de lim­i­tar­la y de impedir la reflex­ivi­dad que toda lucha poten­cial­mente con­tiene.

¿Qué métodos y técnicas de investigación de las ciencias sociales utilizas en sus proyectos? 

Siem­pre recuer­do a Car­lo Ginzburg cuan­do dice en El que­so y los gusanos que su méto­do es un retorno al telar man­u­al en la época del telar automáti­co. Tra­ba­jo recopi­lan­do de modo casi obsesi­vo todo tipo de tex­tos: actas sindi­cales, boletines de agru­pa­ciones, memo­rias y bal­ances, per­iódi­cos y revis­tas de izquier­da, de orga­ni­za­ciones que ya no exis­ten, volantes, min­u­tas, cir­cu­lares inter­nas, car­tas, memo­rias y cuader­nos per­son­ales, entre­vis­tas orales, biografías, etc. En mi caso, son las fuentes pri­marias las que deter­mi­nan el modo de pro­duc­ción de un tex­to y su inter­pretación (Ginzburg dice que las Actas son impor­tantes no en tan­to que rev­e­lan hechos sino porque per­miten cier­to acce­so a la men­tal­i­dad de quien las escribe, en una época deter­mi­na­da). Cuan­to más diver­sas sean las fuentes, más rig­urosa y abier­ta será la recon­struc­ción. Encon­trar huel­las, indi­cios, y des­de ahí recon­stru­ir todo lo que se pue­da. Eso es para mí hac­er His­to­ria.

¿Cómo articulas tu práctica de militancia política y/o gremial con tu práctica de investigación? ¿Cuáles son las tensiones y las continuidades que encontrás entre ambas?

En mi expe­ri­en­cia diría que se pueden artic­u­lar ambas prác­ti­cas, pero de un modo muy lim­i­ta­do porque política/investigación (o acad­e­mia) han desar­rol­la­do gra­dos de especi­fi­ci­dad enormes, lengua­jes muy dis­tantes, obje­tivos casi incom­pat­i­bles. Sin mil­i­tan­cia políti­ca es imposi­ble enten­der de qué va el marx­is­mo (ni mucho menos las rabi­etas de Marx con su propia activi­dad mil­i­tante), quiero decir, sin mil­i­tan­cia no se sabe lo que sig­nifi­ca chocarse con­tra ese paredón que son los dile­mas orga­ni­za­tivos, las fron­teras ide­ológ­i­cas, la furiosa “delim­itación” de otros que dicen pelear por lo mis­mo, la vol­un­tad desmesura­da de explicar toda, pero toda la real­i­dad con­ven­cien­do a otros, y un sin­fín de mis­e­rias humanas por el esti­lo, varonil­mente hablan­do. Ni qué decir lo que sig­nifi­ca hoy sosten­er la idea de comu­nis­mo, de inten­tar explicar esa necesi­dad, de eje­cu­tar acciones con ese fin. El for­ma­to disponible y aún vigente sigue sien­do el de Par­tido lenin­ista, donde la dis­ci­plina impli­ca no poder pen­sar por uno mis­mo, al menos públi­ca­mente, y lim­i­tarse a un restringi­do cír­cu­lo de ideas y nom­bres canóni­cos ya pre-inter­pre­ta­dos des­de arri­ba de la orga­ni­zación. Sé que sue­na bru­tal, pero increíble­mente sigue sien­do así. Ojo: la nue­va izquier­da, por donde tam­bién tuve mil­i­tan­cia y que ya no existe, resultó ser peor. Mien­tras, en el cam­po académi­co o de inves­ti­gación reina un prag­ma­tismo escalofri­ante que, según la coyun­tu­ra, puede girar hacia un macar­tismo fer­oz, tal como se vio cuan­do el bal­lotage del 2016 hizo que la “comu­nidad cien­tí­fi­ca” tome par­tido por uno de los can­didatos: la tozudez con la que se emban­der­aron con Sci­oli o Macri super­a­ba has­ta el mil­i­tante de izquier­das más con­ven­ci­do. Sé que pre­sen­to un panora­ma des­o­lador, pero jus­ta­mente porque par­to de ahí entien­do que no hay que aban­donar la tarea de pen­sar y con­stru­ir, a pesar de todo, nuevas orga­ni­za­ciones que com­pren­dan que inves­ti­gar es hac­erse pre­gun­tas rad­i­cales (remar­co: no sólo hac­er, sino hac­erse…), y a la inver­sa, que inves­ti­gar es una for­ma de tomar par­tido. No sé si eso se podrá lla­mar, en algún futuro próx­i­mo, “marx­is­mo”. Ver­e­mos.

Ricardo Donaire[4]
¿Qué significa para vos emprender una investigación desde una perspectiva marxista?

En prin­ci­pio, la inves­ti­gación cien­tí­fi­ca, como en todo cam­po de conocimien­to, entraña la for­mu­lación de una pre­gun­ta o prob­le­ma a par­tir de un cuer­po de conocimien­to teóri­co acu­mu­la­do. Ese conocimien­to per­mite con­stru­ir una serie de hipóte­sis como posi­bles respues­tas y las her­ramien­tas metodológ­i­cas ade­cuadas para recabar la infor­ma­ción empíri­ca que per­mi­ta refu­tar o con­statar esas hipóte­sis.

Par­tic­u­lar­mente, en el cam­po de las cien­cias sociales, entien­do que este pun­to de par­ti­da cien­tí­fi­co no puede ser sino una per­spec­ti­va teóri­ca que reú­na una serie de condi­ciones.

En primer lugar, que intente dar cuen­ta del ámbito de las rela­ciones sociales en cuan­to tal, sin reducir­lo a otros planos de la real­i­dad, como por ejem­p­lo el de la psi­cología indi­vid­ual. En segun­do lugar, que intente dar cuen­ta de esas rela­ciones sociales en su con­jun­to, como total­i­dad, sin ses­gar la mira­da a una par­cial­i­dad de ellas. Y, además, como una total­i­dad en con­tin­uo movimien­to, no estáti­ca, y para la cual el análi­sis de lo exis­tente no se agote en lo inmedi­a­to, sino que abar­que tan­to el desar­rol­lo históri­co que con­du­jo a una deter­mi­na­da situación como los ele­men­tos que per­miten vis­lum­brar las poten­ciales alter­na­ti­vas del devenir futuro. Es decir que pue­da dar cuen­ta de ese decur­so entre pasa­do, pre­sente y poten­cial futuro, en tér­mi­nos de su necesi­dad y no como una serie de cir­cun­stan­cias arbi­trari­a­mente artic­u­ladas. Una ter­cera cuestión, rela­ciona­da con la ante­ri­or, refiere entonces a ver los pro­ce­sos no sólo como pro­duc­to de pro­ce­sos mera­mente coyun­tu­rales, locales y for­tu­itos, sino como man­i­festación de movimien­tos orgáni­cos, de largo alcance, que tra­scien­den, pero a la vez se artic­u­lan con esos movimien­tos cir­cun­stan­ciales. Esto quiere decir, no adju­di­car­los ni a las deci­siones de tal o cual grupo diri­gente (y su con­tracara, la manip­u­lación de los dirigi­dos), sino inten­tan­do dar cuen­ta de cómo estos movimien­tos expre­san y se orde­nan en deter­mi­nadas rela­ciones de fuerza, rela­ciones de fuerza que están ya pre­sentes en las rela­ciones sociales y no son exter­nas a ellas. Por últi­mo, dado que el movimien­to de la sociedad excede lo que cada suje­to pien­sa sobre la real­i­dad que lo rodea, y está deter­mi­na­do por rela­ciones mate­ri­ales, inde­pen­di­entes de la vol­un­tad, resul­ta nece­sario explicar la real­i­dad social sin cir­cun­scribirse, pero tam­poco subes­ti­man­do, esas per­cep­ciones. En todo caso, se tra­ta de com­pren­der las rela­ciones mate­ri­ales sobre las que esas per­cep­ciones se asien­tan y la man­era en que se rela­cio­nan ambos momen­tos, sean cuales sean las for­mas o los gra­dos de con­cien­cia involu­cra­dos.

A primera vista, podría pen­sarse que las car­ac­terís­ti­cas men­cionadas, o la may­or parte de ellas, son com­par­tidas entre dis­tin­tas cor­ri­entes hoy dom­i­nantes en el pen­samien­to social. Sin embar­go, el ries­go de una mira­da reduc­cionista, par­cial, estáti­ca, coyun­tur­al o ide­al­ista, que nace con la propia soci­ología y otras dis­ci­plinas sociales, hoy parece haberse desar­rol­la­do con­sid­er­able­mente.

Parece imper­ar un empeño en admin­is­trar el orden social y reg­u­lar sus con­flic­tos, en parte bajo una cober­tu­ra supues­ta­mente téc­ni­ca o de gestión de la políti­ca públi­ca, en la cual sub­y­ace ya cier­ta nat­u­ral­ización más o menos táci­ta de aspec­tos para nada mar­ginales de las rela­ciones sociales fun­da­men­tales que deter­mi­nan todo el orden social, sin ir más lejos, la explotación cap­i­tal­ista. Bue­na parte de la soci­ología hoy actúa dan­do por sen­tadas estas rela­ciones, sin dar cuen­ta del desar­rol­lo de sus con­tradic­ciones y de su carác­ter históri­ca­mente tran­si­to­rio, como si se trataran de un mero mar­co sobre el cual realizar mediciones téc­ni­cas o aseso­rar en el dis­eño de políti­cas públi­cas, en el mejor de los casos, para aliviar los efec­tos de unas rela­ciones a las que no se lla­ma por su nom­bre.

Se podría decir que existe una suerte de sobreen­ten­di­do entre bue­na parte de las diver­sas cor­ri­entes teóri­c­as dom­i­nantes respec­to del carác­ter impere­cedero de las rela­ciones sociales cap­i­tal­is­tas. Y se tra­ta de un con­sen­so bas­tante alar­mante, con­sideran­do que esta­mos hablan­do de una cien­cia cuyo obje­ti­vo es pre­cisa­mente inten­tar explicar lo social. En todo caso, si quer­e­mos dar cuen­ta de esas rela­ciones, que son las que orde­nan el metab­o­lis­mo social hoy, otro debe ser el pun­to de par­ti­da.

¿Podrías describir brevemente el tema o problema central que abordas en tus investigaciones?  

Mi inves­ti­gación abor­da fenó­menos rel­a­tivos al movimien­to de la estruc­tura social, par­tic­u­lar­mente, cam­bios que se han pro­duci­do en las últi­mas décadas en la Argenti­na.

Dos fenó­menos resaltan en este movimien­to. Por un lado, los cam­bios al inte­ri­or de la pequeña bur­guesía. Va per­di­en­do peso el ele­men­to que podríamos lla­mar car­ac­terís­ti­co, de pequeños y medi­anos patrones, y va cre­cien­do la cat­e­goría de pro­fe­sion­ales, docentes y otros tra­ba­jadores int­elec­tuales, los cuales tradi­cional­mente han sido asim­i­la­dos con esa clase social. En este sen­ti­do, se ha pro­duci­do un cam­bio notable en tér­mi­nos de la asalarización de la pequeña bur­guesía. En algunos gru­pos especí­fi­cos esto ha ido apare­ja­do con la adop­ción de cier­tas for­mas de orga­ni­zación y lucha propias del movimien­to obrero, como el sindi­ca­to y la huel­ga. El caso de los docentes es el más lla­ma­ti­vo. De hecho, se ha desar­rol­la­do a un gra­do tal, que por lo menos ya para mi gen­eración, era un aspec­to de la real­i­dad cotid­i­ana.

Has­ta la déca­da del ochen­ta, existía bas­tante reflex­ión teóri­ca sobre la exis­ten­cia de un pro­ce­so de pro­le­ta­rización entre este grupo. Pero tal vez en parte por la inci­den­cia del dis­cur­so sobre la extin­ción del pro­le­tari­a­do, que comen­zó a impon­erse a par­tir de entonces, esa reflex­ión fue quedan­do de lado: ¿qué sen­ti­do tenía con­sid­er­ar la pro­le­ta­rización de tal o cual grupo si el pro­pio pro­le­tari­a­do, como se decía entonces, esta­ba desa­pare­cien­do? El con­cep­to comen­zó a ser reem­plaza­do por otros, como los de “pre­carización”, “empo­brec­imien­to” o vari­antes, como si cualquier for­ma de degradación de las condi­ciones lab­o­rales o de vida fuera sinón­i­mo de pro­le­ta­rización. La con­se­cuen­cia de este cam­bio con­cep­tu­al fue que la cuestión comen­zó a girar más hacia la pre­gun­ta sobre si los docentes habían devenido, no ya parte del pro­le­tari­a­do, sino de una “clase media pobre”, “baja” o “empo­bre­ci­da”. Se asim­i­l­a­ban así implíci­ta­mente las fig­uras del pro­le­tario y la del pobre. Pero la explotación cap­i­tal­ista no se basa en la pobreza inmedi­a­ta del tra­ba­jador, sino en la riqueza que pro­duce y que no puede apropi­arse. Y a nadie se le ocurre dudar de la condi­ción pro­le­taria de un obrero auto­motriz, aunque no sea pobre, e inclu­so, aunque gane más que un docente. Además, esta mira­da no expli­ca cómo la mejo­ra cir­cun­stan­cial de las condi­ciones lab­o­rales y de vida inci­den en este pro­ce­so. Se deja­ban de lado así pre­gun­tas teóri­c­as esen­ciales tales como ¿qué con­sti­tuye a deter­mi­na­dos gru­pos de int­elec­tuales como pro­le­tar­ios? ¿existe en sen­ti­do estric­to una fuerza de tra­ba­jo con­sti­tu­i­da en la enseñan­za? Y si no se tra­ta de un mero pro­ce­so de empo­brec­imien­to, ¿cuáles serían los indi­cadores pro­pios de un pro­ce­so de pro­le­ta­rización?

El segun­do pro­ce­so remite al cam­bio en la con­for­ma­ción del pro­le­tari­a­do, espe­cial­mente, la con­sol­i­dación de una parte de los tra­ba­jadores como población sobrante para las necesi­dades del cap­i­tal. Esta trans­for­ma­ción se puede seguir a través de la evolu­ción de las cifras de des­ocu­pación, que con oscila­ciones ha cre­ci­do en nue­stro país has­ta comien­zos de siglo y, a pesar de una fuerte reduc­ción pos­te­ri­or, ráp­i­da­mente se estancó en nive­les que no lle­garon per­forar un piso que has­ta la déca­da del seten­ta con­sti­tuían un techo muy excep­cional­mente super­a­do. El cam­bio en los már­genes en que oscila la tasa de desem­pleo nos per­mite supon­er un cam­bio estruc­tur­al, pero no nos da cuen­ta del vol­u­men exis­tente de super­población y su com­posi­ción, cues­tiones de muy difí­cil medición direc­ta a par­tir de las cat­e­gorías de la estadís­ti­ca ofi­cial, y que de ningu­na man­era se ago­ta en los desem­plea­d­os.

Por caso, pense­mos que, si un des­ocu­pa­do en algún momen­to ayu­da a un famil­iar a pro­ducir comi­da para vender en una feria, ya que­da consigna­do como “ocu­pa­do”. Si una joven cui­da a un niño o anciano a cam­bio de una mín­i­ma remu­neración, tam­bién. Si un obrero sin empleo con­sigue algu­na changa de repara­ciones domés­ti­cas, ya encuen­tra su lugar en el clasi­fi­cador de ocu­pa­ciones. Así una masa impor­tante de super­población puede apare­cer como ocu­pa­da, cuan­do en real­i­dad, para el cap­i­tal­is­mo su lugar en la división del tra­ba­jo social es… ser exce­dente. Entonces, ¿qué vol­u­men alcan­za esta población? ¿Cómo se com­pone? Un primer inten­to de medición dio como resul­ta­do que en un año como 2010, donde la tasa de des­ocu­pación no fue excep­cional­mente alta, la super­población rel­a­ti­va rep­re­senta­ba, como mín­i­mo, poco más de un ter­cio de la población urbana y casi dos ter­cios del pro­le­tari­a­do, con alta pre­dom­i­nan­cia de la modal­i­dad que la teoría denom­i­na como “inter­mi­tente”, porque per­manece estanca­da en esa condi­ción y logra sobre­vivir irreg­u­lar­mente en base a changas y tra­ba­jos oca­sion­ales.

¿Cómo seleccionaste el tema de investigación? ¿Qué autores/as, debates y/o experiencias biográficas tuyas influyeron en la decisión? ¿Qué lugar tiene este tema en el programa de investigación marxista?

Los temas son parte de un pro­gra­ma de inves­ti­gación más amplio, definido colec­ti­va­mente por inves­ti­gadores agru­pa­dos en el Pro­gra­ma de Inves­ti­gación sobre el Movimien­to de la Sociedad Argenti­na (PIMSA). De hecho, las cues­tiones señal­adas en la respues­ta a la pre­gun­ta ante­ri­or con­sti­tuyen movimien­tos que ven­i­mos obser­van­do des­de el pro­gra­ma en el análi­sis de este últi­mo medio siglo, y que pueden sin­te­ti­zarse en la repul­sión de población des­de deter­mi­na­dos espa­cios sociales. Esta repul­sión abar­ca tan­to la pro­le­ta­rización de la pequeña bur­guesía urbana, espe­cial­mente de deter­mi­na­dos gru­pos pro­fe­sion­ales e int­elec­tuales, como el desar­rol­lo de una masa impor­tante de población no pro­duc­ti­va y super­población rel­a­ti­va, hacia la cual es desplaza­da una parte sig­ni­fica­ti­va de la clase obr­era.

Par­tic­u­lar­mente en nue­stro país, estos movimien­tos de repul­sión de población son resul­ta­do, des­de la déca­da del seten­ta, del desar­rol­lo cap­i­tal­ista pre­dom­i­nan­te­mente en pro­fun­di­dad, es decir, de la inten­si­fi­cación de las rela­ciones cap­i­tal­is­tas en ter­ri­to­rios sociales donde ya eran dom­i­nantes, y de la imposi­ción de las condi­ciones propias del dominio del cap­i­tal financiero. Aho­ra bien, des­de la teoría, el análi­sis del dominio del cap­i­tal financiero ha esta­do clási­ca­mente aso­ci­a­do de una man­era muy fuerte con la noción de la descom­posi­ción del cap­i­tal­is­mo como fase. Por lo menos, esto fue así has­ta las primeras décadas del siglo XX. Luego, con la con­sol­i­dación de un bloque de país­es social­is­tas, la pre­ocu­pación teóri­ca sobre la descom­posi­ción quedó sub­sum­i­da a la de la tran­si­ción entre cap­i­tal­is­mo y social­is­mo. Des­de la déca­da del seten­ta, con la ofen­si­va cap­i­tal­ista con­tra la clase obr­era, ambos con­cep­tos quedaron rel­e­ga­dos. Pero si per­siste, e inclu­so se ha pro­fun­diza­do a niv­el mundi­al el dominio del cap­i­tal financiero, ¿no se habría reforza­do esa ten­den­cia a la descom­posi­ción? Y de ser así, ¿en qué aspec­tos se expre­saría?

Lam­en­ta­ble­mente hoy ese análi­sis en las cien­cias sociales en gen­er­al sigue rel­e­ga­do. El carác­ter históri­co de las rela­ciones sociales supone que la sociedad orde­na­da en base a esas rela­ciones atraviesa en algún pun­to un pro­ce­so de géne­sis, for­ma­ción, desar­rol­lo y, even­tual­mente, descom­posi­ción. Pro­ce­sos que, como ha mostra­do ya el estu­dio de mod­os pro­duc­tivos ante­ri­ores, pueden lle­var sig­los. Sin embar­go, la soci­ología hoy actúa como si el cap­i­tal­is­mo fuera eter­no. Y las cor­ri­entes dom­i­nantes ni siquiera se atreven a explicar o teorizar esta situación. Los dis­tin­tos movimien­tos coyun­tu­rales que exac­er­ban o mit­i­gan las con­se­cuen­cias de la repul­sión de población son vis­tos a lo sumo en tér­mi­nos de una con­tra­posi­ción entre un neolib­er­al­is­mo excluyente y un cap­i­tal­is­mo inclu­si­vo. Volve­mos a lo señal­a­do más arri­ba, como cualquier opción que no vea el carác­ter históri­ca­mente tran­si­to­rio de rela­ciones sociales cae en una admin­is­tración de lo exis­tente en sus difer­entes vari­antes, en estas visiones sub­y­ace siem­pre la inten­ción de reg­u­lar y ges­tionar el desar­rol­lo cap­i­tal­ista y sus antag­o­nis­mos.

Pero inclu­so entre quienes com­par­ti­mos otra per­spec­ti­va teóri­ca, tal vez en parte como sobrec­om­pen­sación de una mira­da inmedi­atista que en cada cri­sis ve un der­rumbe más o menos cer­cano, se suele enfa­ti­zar más en las posi­bil­i­dades del cap­i­tal de resolver den­tro de sus pro­pios tér­mi­nos sus suce­si­vas cri­sis. Esta posi­bil­i­dad es cier­ta­mente real y exis­tente, pero se olvi­da o se subes­ti­ma el hecho de que esa res­olu­ción lle­va en ger­men el desar­rol­lo de con­tradic­ciones que siguen avan­zan­do y que nun­ca resti­tuyen las condi­ciones del pun­to de par­ti­da. Desafor­tu­nada­mente, y pues­ta en com­para­ción con los apremi­antes prob­le­mas que se pre­sen­tan en la real­i­dad, la reflex­ión con­tem­poránea sobre los límites del desar­rol­lo cap­i­tal­ista no tiene un lugar sig­ni­fica­ti­vo.

¿Cómo definiste el concepto central en tu investigación? ¿Qué lugar tiene este concepto en un programa marxista de investigación? ¿Propusiste modificaciones a los conceptos clásicos en base a los hallazgos de la investigación o durante el desarrollo y planteo de la misma?

Por lo descrito, la situación es tal que, más que mod­i­fi­cación de con­cep­tos, se tra­ta de con­stru­ir las condi­ciones para poder avan­zar a par­tir de la recu­peración de con­cep­tos que fueron sien­do aban­don­a­dos.

Durante bue­na parte de las últi­mas décadas, el análi­sis de clases, des­de cualquier per­spec­ti­va, fue rel­e­ga­do de los ámbitos académi­cos. En un primer momen­to, se pro­du­jo la avan­za­da del “fin del tra­ba­jo” y de la “desapari­ción” de la clase tra­ba­jado­ra, y su reem­pla­zo por la noción de “exclu­i­dos” u otras sim­i­lares. Pero estos exclu­i­dos ya no eran pro­le­tar­ios, sino que eran con­sid­er­a­dos como con­tra­puestos a ellos, ya que tan­to obreros asalari­a­dos ocu­pa­dos como cap­i­tal­is­tas con­sti­tuían los “inclu­i­dos”.

En años más recientes ese dis­cur­so tuvo cier­to retro­ce­so, y ganó espa­cio una per­spec­ti­va que, si bien vuelve a pon­er cen­tral­i­dad en las clases sociales, tiende a ver­las más bien como gru­pos de ocu­pa­ciones que com­piten por recur­sos en el mer­ca­do. Den­tro de esta per­spec­ti­va, se reconoce la exis­ten­cia de la clase tra­ba­jado­ra, pero reduci­da, en el mejor de los casos, al con­jun­to de los obreros man­uales. Como la aten­ción está pues­ta en la clasi­fi­cación de las ocu­pa­ciones, a lo sumo como expre­sión de dis­tin­tos tipos de rela­ciones con­trac­tuales, pero no de las rela­ciones de explotación en que se inser­tan, en esta per­spec­ti­va ni un emplea­do de com­er­cio ni un oficin­ista raso son vis­tos como parte de esa clase. Así, la clase obr­era se mantiene, pero como una cat­e­goría pecu­liar entre otras, y todo desar­rol­lo de otras ocu­pa­ciones con­fir­ma su lugar restringi­do en la estruc­tura social. Esto sin men­cionar que la bur­guesía ni siquiera es con­sid­er­a­da como clase y se omite a su cúpu­la con el argu­men­to de que no tiene un lugar sig­ni­fica­ti­vo en la división del tra­ba­jo.

Lo que estas per­spec­ti­vas tien­den a con­sid­er­ar como un pro­le­tari­a­do diez­ma­do y ais­la­do en un mar de clases medias y exclu­i­dos, en real­i­dad, es una expre­sión del estrechamien­to de la base de obreros pro­duc­tivos, que pro­ducen una riqueza cada vez may­or, la cual per­mite sosten­er a otra parte de la población, cada vez más incre­men­ta­da, desplaza­da hacia activi­dades no pro­duc­ti­vas para el cap­i­tal, donde puede encon­trarse a bue­na parte de la pequeña bur­guesía pro­le­ta­riza­da o en pro­ce­so de pro­le­ta­rización, o  direc­ta­mente repel­i­da de la activi­dad económi­ca bajo la for­ma de super­población.

Ninguno de estos con­cep­tos, ni “pro­le­ta­rización”, ni “super­población rel­a­ti­va” ni “descom­posi­ción” son nove­dosos. Pero lla­ma­ti­va­mente, hemos per­di­do capaci­dad de con­cep­tu­alizar pro­ce­sos que, aunque pre­vis­tos como posi­bles hace casi siglo y medio, hoy se pre­sen­tan ante nue­stros ojos de una for­ma más osten­si­ble.   Inclu­so en algunos casos, los pro­pios cien­tí­fi­cos sociales pare­ce­mos quedar reza­ga­dos respec­to de los pro­pios suje­tos sociales:  los pro­pios “exclu­i­dos” tien­den a orga­ni­zarse como tra­ba­jadores (hoy se olvi­da que has­ta no hace tan­to tiem­po  esta posi­bil­i­dad fue abier­ta­mente nega­da por la soci­ología, cuan­do no vista como un “mila­gro”) y tam­bién una parte de los pro­fe­sion­ales y otros gru­pos sim­i­lares; a la vez, por caso, bue­na parte de la ofen­si­va de la bur­guesía, expre­sa­da en la voz de sus cuadros int­elec­tuales, sobre las condi­ciones lab­o­rales de los docentes, pre­tende fun­da­men­tarse en que se trataría de “un tra­ba­jo más” que no merece “priv­i­le­gios” (léase un estatu­to espe­cial) difer­ente a la del resto de los tra­ba­jadores.

De allí la necesi­dad de recu­per­ar críti­ca­mente con­cep­tos y, por supuesto, de inten­tar desar­rol­lar­los a par­tir de la inves­ti­gación empíri­ca, para dar respues­ta teóri­ca sobre fenó­menos sociales pre­sentes en la real­i­dad con­tem­poránea, inclu­so percibidos por los pro­pios suje­tos involu­cra­dos.

¿Qué métodos y técnicas de investigación de las ciencias sociales utilizas en sus proyectos?

Repen­san­do la pre­gun­ta ante­ri­or, tal vez el may­or aporte sea en el plano de la opera­cional­ización de los con­cep­tos.

Dado que las pre­gun­tas con las que ven­go tra­ba­jan­do inten­tan respon­der has­ta qué gra­do se han gen­er­al­iza­do deter­mi­na­do tipo de rela­ciones sociales entre la población, las téc­ni­cas prin­ci­pales uti­lizadas son las que se cono­cen como cuan­ti­ta­ti­vas. En algunos casos, con datos pro­pios, en otros con otras fuentes. Pero, en cualquier caso, no con­sideran­do la teoría como un mero posi­cionamien­to for­mal sino avan­zan­do des­de ella hacia la con­struc­ción de her­ramien­tas ade­cuadas para la con­struc­ción de los datos.

Por ejem­p­lo, en el caso de la inves­ti­gación sobre pro­le­ta­rización de docentes, tuve la opor­tu­nidad de elab­o­rar un instru­men­to de recolec­ción de datos pro­pio. Se trató de una encues­ta apli­ca­da a una mues­tra rep­re­sen­ta­ti­va. El desar­rol­lo de un instru­men­to especí­fi­co me per­mi­tió bus­car la for­ma de opera­cionalizar dimen­siones cen­trales que no era posi­ble ver a través de otras fuentes. Sin dejar de lado aspec­tos referi­dos a las condi­ciones de vida y lab­o­rales y a la per­cep­ción sobre ellas, inten­té opera­cionalizar una dimen­sión cen­tral rela­ciona­da con la reflex­ión teóri­ca sobre el pro­ce­so de pro­le­ta­rización, referi­da al gra­do de con­trol efec­ti­vo sobre el pro­ce­so de tra­ba­jo, y tan esqui­va que bue­na parte de los estu­dios sobre tra­ba­jo docente la abor­da de man­era muy medi­a­da, incom­ple­ta o impre­cisa. La aprox­i­mación con­sis­tió en la real­ización de pre­gun­tas sobre deter­mi­nadas situa­ciones con­flic­ti­vas en el pro­ce­so de tra­ba­jo, las cuales sue­len con­sti­tuir tópi­cos recur­rentes en la bib­li­ografía sobre pro­le­ta­rización.  Notable­mente, las descrip­ciones obtenidas en las respues­tas daban cuen­ta de la pres­en­cia de ele­men­tos de dicho pro­ce­so, pero en un gra­do mucho menos desar­rol­la­do que el sug­eri­do por la lit­er­atu­ra al respec­to. Por ejem­p­lo, un ele­men­to caro a la reflex­ión sobre la lla­ma­da “descal­i­fi­cación lab­o­ral” entre los docentes remite a la imposi­ción de méto­dos, obje­tivos o con­tenidos dis­eña­dos por ter­ceros y de los cuales el docente sería un mero eje­cu­tor en el aula. La inves­ti­gación mostró una baja pres­en­cia de estas situa­ciones y la efec­ti­va posi­bil­i­dad de rel­e­gar o cam­biar aque­l­los con los que ide­ológi­ca­mente el docente no acor­dara. Sin embar­go, esto no sig­nifi­ca­ba que no existier­an ele­men­tos de un pro­ce­so de pro­le­ta­rización. Más bien, lo que mostra­ban estos resul­ta­dos era que el con­trol sobre este pro­ce­so de tra­ba­jo con­tinúa sien­do fun­da­men­tal­mente exter­no, vía el apara­to de super­visión, y en tér­mi­nos teóri­cos remite a una for­ma de sub­or­di­nación del tra­ba­jo al rég­i­men pro­pio del cap­i­tal que expre­sa, sí un pro­ce­so de pro­le­ta­rización, pero aún en sus fas­es embri­onar­ias. La exis­ten­cia de estos ele­men­tos de pro­le­ta­rización y su gra­do de desar­rol­lo se pier­den si sólo anal­izamos la cuestión de la posi­ción de deter­mi­na­dos gru­pos en la estruc­tura social como una cuestión clasi­fi­ca­to­ria en tal o cual cat­e­goría. En todo caso, el análi­sis de dis­tin­tas dimen­siones per­mi­tió obser­var cómo se artic­u­lan las rela­ciones que deter­mi­nan históri­ca­mente a los docentes como parte de la pequeña bur­guesía y las rela­ciones que los van con­sti­tuyen­do como parte de la clase tra­ba­jado­ra, qué aspec­tos tien­den a alen­tar este pro­ce­so y cuáles a lim­i­tar­lo y qué con­se­cuen­cias tiene esto en la con­for­ma­ción de una deter­mi­na­da fuerza de tra­ba­jo.

En otros casos, el inten­to de opera­cional­ización se real­izó a par­tir de fuentes secun­darias, prin­ci­pal­mente estadís­ti­cas y cen­sos ofi­ciales.  En este tipo de situa­ciones, se tra­ta de con­stru­ir un instru­men­to teóri­co metodológi­co que per­mi­ta detec­tar qué vari­ables o com­bi­nación de vari­ables pre­sentes en estas fuentes podrían fun­cionar como indi­cadores de dimen­siones rel­e­vantes para la per­spec­ti­va teóri­ca propia. Por ejem­p­lo, en el caso de la medición de la super­población rel­a­ti­va. En tér­mi­nos teóri­cos, ésta asume diver­sas modal­i­dades con­stantes: una for­ma flotante, que es suce­si­va­mente atraí­da y repel­i­da por la pro­duc­ción cap­i­tal­ista y fluye según las dis­tin­tas alter­na­ti­vas del ciclo económi­co; una for­ma latente, propia del cam­po, donde el avance de la pro­duc­ción cap­i­tal­ista repele a la población rur­al y per­iódica­mente la desago­ta hacia las ciu­dades; final­mente, la modal­i­dad inter­mi­tente, que que­da estanca­da y logra sobre­vivir en base a changas y tra­ba­jos irreg­u­lares. Gen­eral­mente estas for­mas sue­len ser enten­di­das en tér­mi­nos descrip­tivos antes que como cat­e­gorías teóri­c­as. El desafío fue estable­cer una delim­itación pre­cisa en fun­ción de su opera­cional­ización, de man­era tal de medir el vol­u­men que alcan­zan estas modal­i­dades y de inten­tar con­cep­tu­alizar qué expre­sa su peso y com­posi­ción en tér­mi­nos de desar­rol­lo cap­i­tal­ista.

En gen­er­al, en el ámbito académi­co se suele reivin­dicar la noción de “caja de her­ramien­tas”, suponien­do que la plu­ral­i­dad de instru­men­tos toma­dos de dis­tin­tas teorías impli­ca una ven­ta­ja. Esta for­ma instru­men­tal­ista de abor­dar la inves­ti­gación muchas veces encubre el pro­pio pun­to de par­ti­da teóri­co des­de el cual se admin­is­tra la selec­ción de her­ramien­tas. Obvi­a­mente, no se tra­ta de negar la necesi­dad de incor­po­rar en la inves­ti­gación desar­rol­los efec­tivos pro­duci­dos des­de otras per­spec­ti­vas, sino de lla­mar la aten­ción respec­to de que esa inte­gración nun­ca se desar­rol­la des­de un lugar neu­tral sino des­de una teoría deter­mi­na­da, que, si no se explici­ta, corre el ries­go de derivar en una mera yux­ta­posi­ción de con­cep­tos, no nece­sari­a­mente coher­ente, con la con­se­cuente impre­cisión en los resul­ta­dos a los que even­tual­mente se arribe. Por eso, más allá de la téc­ni­ca especí­fi­ca, lo que me intere­sa destacar es que, en ambos casos descrip­tos, de lo que se tra­ta es de desar­rol­lar deter­mi­na­dos instru­men­tos teóri­co-metodológi­cos que per­mi­tan con­stru­ir observ­ables para respon­der a las pre­gun­tas planteadas pre­cisa­mente des­de la propia per­spec­ti­va teóri­ca.

¿Cómo articulas tu práctica de militancia política y/o gremial con tu práctica de investigación? ¿Cuáles son las tensiones y las continuidades que encontras entre ambas?

Muchas veces en el ámbito académi­co los posi­cionamien­tos teóri­cos se pre­sen­tan como si no tuvier­an una inci­den­cia efec­ti­va en la real­i­dad. Así, por ejem­p­lo, la idea de la “desapari­ción de la clase obr­era” que men­ciona­ba antes, que alcanzó pre­do­minio en la déca­da del noven­ta, y que hoy per­siste, aunque más debil­i­ta­da, tuvo una inci­den­cia políti­ca fun­da­men­tal. Si pen­samos que su auge se dio en momen­tos de una ofen­si­va gen­er­al­iza­da sobre los tra­ba­jadores, su efec­to, delib­er­ada­mente o no, fue el ais­lamien­to de esta clase en sus luchas: ¿qué sen­ti­do tenía sol­i­darizarse o aliarse con un suje­to inex­is­tente? En el plano ide­ológi­co este ais­lamien­to fue osten­si­ble. Y por eso se ha lle­ga­do a hablar de él en tér­mi­nos de una autén­ti­ca “acción psi­cológ­i­ca”.  Hoy, el hecho de que las ideas imper­antes hagan que siga sien­do más sen­cil­lo pen­sar en fin del mun­do antes que en el fin del cap­i­tal­is­mo, puede con­sid­er­arse una exten­sión de esa situación.

En este sen­ti­do, no existe desar­rol­lo teóri­co y cien­tí­fi­co que, como todo fenó­meno social, no esté inser­to en una deter­mi­na­da relación de fuerzas sociales. Y esto sucede más allá de la inten­ción del suje­to que enun­cia estos desar­rol­los. Pen­san­do en esto, y par­tien­do de la dis­tin­ción clási­ca entre lucha económi­ca, políti­ca y teóri­ca, y de que en la real­i­dad existe una división fun­cional entre dis­tin­tos gru­pos que asumen el que­hac­er especí­fi­co referi­do a cada una de ellas, es claro que, en el plano int­elec­tu­al, la prin­ci­pal prác­ti­ca refiere a esta últi­ma.  En el plano cien­tí­fi­co supone inten­tar dar respues­ta a los nuevos prob­le­mas con los que la real­i­dad, siem­pre en movimien­to, nos va enfrentan­do. Y esto sólo es posi­ble a través de la inves­ti­gación empíri­ca. En este con­tex­to, la par­tic­i­pación en un colec­ti­vo autónomo de inves­ti­gadores agru­pa­dos en torno a una per­spec­ti­va y un pro­gra­ma teóri­co brin­da un mar­co coher­ente para el desar­rol­lo de la inves­ti­gación. Y a la vez flex­i­bil­i­dad, para destacar los prob­le­mas que hacen a los intere­ses orgáni­cos más gen­erales de los tra­ba­jadores como clase por enci­ma de aspec­tos par­ciales, cor­po­ra­tivos o coyun­tu­rales. Final­mente, aunque supone el cos­to de cier­to ais­lamien­to por no sub­or­di­narse a los temas en boga que son obje­to de más fácil reconocimien­to, per­mite una inde­pen­den­cia difí­cil de equiparar en tér­mi­nos de la decisión sobre los prob­le­mas de inves­ti­gación a desar­rol­lar.

 Citas

* Insti­tu­to de Inves­ti­ga­ciones Gino Ger­mani, Uni­ver­si­dad de Buenos Aires. CONICET (Con­se­jo Nacional de Inves­ti­ga­ciones Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas). elbert.rodolfo@gmail.com

** Insti­tu­to de Inves­ti­ga­ciones Gino Ger­mani, Uni­ver­si­dad de Buenos Aires. CONICET (Con­se­jo Nacional de Inves­ti­ga­ciones Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas). agustinsantella@gmail.com

[1] Licen­ci­a­da en Soci­ología por la Uni­ver­si­dad Nacional de La Pla­ta, Magíster en Teoría y Metodología de las Cien­cias. Sociales por CLACSO/FLACSO. Pro­fe­so­ra Adjun­ta Reg­u­lar del Dpto. de Cs. Políti­cas y Sociales, Fac­ul­tad de Dere­cho y Cien­cias Sociales, Uni­ver­si­dad Nacional del Com­ahue. Direc­to­ra del Proyec­to de Inves­ti­gación: “Luchas ter­ri­to­ri­ales y for­ma estatal en la poscon­vert­ibil­i­dad (2002–2015)” Fac­ul­tad de Dere­cho y Cien­cias Sociales, UNCo. Miem­bro del Grupo de Tra­ba­jo de CLACSO “Esta­dos lati­noamer­i­canos: rup­tura y restau­ración”. Ha com­pi­la­do recien­te­mente el libro Luchas ter­ri­to­ri­ales y Esta­do. Crim­i­nal­ización y resisten­cias en el sur (2018 Pub­li­fadecs, Fiske Menu­co).

[2] Lic. y Prof. en Soci­ología, Uni­ver­si­dad Nacional de Buenos Aires (UBA); Mg. en Soci­ología de la Cul­tura, Insti­tu­to de Altos Estu­dios Sociales –UNSaM- y Dr. en Cien­cias Sociales, UBA. Actual­mente es becario post­doc­tor­al del CONICET (Con­se­jo Nacional de Inves­ti­ga­ciones Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas) con sede de tra­ba­jo en el Insti­tu­to de Inves­ti­ga­ciones Gino Ger­mani y se desem­peña como docente en la Uni­ver­si­dad de Buenos Aires y la Uni­ver­si­dad de Bel­gra­no. Además de var­ios artícu­los y capí­tu­los de libro, ha pub­li­ca­do ¿Alguien dijo cri­sis del marx­is­mo? Axel Hon­neth, Slavoj Žižek y las nuevas teorías críti­cas de la sociedad (2018 Prom­e­teo, Buenos Aires) y edi­ta­do jun­to a Ariel Pen­nisi, Dis­paren con­tra Marx (2018 90 Inter­ven­ciones, Buenos Aires).

[3] Dr. en His­to­ria por la Uni­ver­si­dad Nacional de Cór­do­ba. Pro­fe­sor Adjun­to en la Cát­e­dra de His­to­ria Social Argenti­na, Depar­ta­men­to de Antropología, Uni­ver­si­dad Nacional de Cór­do­ba. Inves­ti­gador del CONICET (Con­se­jo Nacional de Inves­ti­ga­ciones Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas), sede IDH (Insti­tu­to de Humanidades). Su últi­mo libro es Cul­tura políti­ca, mil­i­tantes y mov­i­lización. Neuquén en la déca­da de los ’90 (2017 Prom­e­teo, Buenos Aires).

[4] Lic. en Soci­ología y Doc­tor en Cien­cias Sociales. Coor­di­nador del área de estruc­tura social del PIMSA (Pro­gra­ma de Inves­ti­gación sobre el Movimien­to de la Sociedad Argenti­na) e inves­ti­gador adjun­to del CONICET (Con­se­jo Nacional de Inves­ti­ga­ciones Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas). Uno de sus últi­mos artícu­los es Don­aire, Ricar­do, Rosati, Ger­mán, Cav­al­leri, Stel­la y Mat­tera, Pablo (2016) “Super­población rel­a­ti­va en Argenti­na. Con­struc­ción de un instru­men­to para su rel­e­vamien­to sis­temáti­co y estandariza­do”, PIMSA Doc­u­men­tos y Comu­ni­ca­ciones Nro. 17, Bs.As, http://www.pimsa.secyt.gov.ar/publicaciones/DT_2016_94.pdf

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  Cómo citar ¬

Rodolfo Elbert y Agustín Santella, «Práctica de la investigación en el marxismo argentino contemporáneo. Entrevistas», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-14/debates-elbert/
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