Agua para regar la tierra y cultivar la vida:
Movimientos socioterritoriales y defensa del agua en Montes de María, Bolívar, Colombia

Water to irri­ga­te the land and cul­ti­va­te life: Socio­te­rri­to­rial move­ments and water defen­se in Mon­tes de Maria, Bolí­var, Colombia

Cata­li­na Qui­ro­ga Man­ri­que*

Reci­bi­do: 21 de diciem­bre de 2017
Acep­ta­do: 19 de mayo de 2018

Resumen

Los estu­dios de eco­lo­gía polí­ti­ca en Amé­ri­ca Lati­na han avan­za­do en la com­pren­sión de la inter­re­la­ción entre las esca­las de pro­duc­ción de la natu­ra­le­za y sus efec­tos loca­les. Este estu­dio de caso ana­li­za las res­pues­tas loca­les a esce­na­rios extrac­ti­vos, par­ti­cu­lar­men­te mono­cul­ti­vos que están rela­cio­na­das con el mane­jo del agua. Mon­tes de María es una subre­gión ubi­ca­da al nor­te de Colom­bia. His­tó­ri­ca­men­te esta zona ha sido pen­sa­da como un espa­cio de pro­duc­ción de ali­men­tos y agro­com­bus­ti­bles a gran esca­la. En 1960 con dine­ros pro­ve­nien­tes de pro­yec­tos de desa­rro­llo se ins­ta­ló un dis­tri­to de rie­go que per­mi­tió la con­so­li­da­ción del encla­ve extrac­ti­vo. La cons­truc­ción de infra­es­truc­tu­ra agrí­co­la gene­ró pro­ce­sos de des­po­jo de tie­rras y agua que afec­ta­ron a los cam­pe­si­nos habi­tan­tes de la zona. En este sen­ti­do, este artícu­lo pre­ten­de mos­trar cómo el agua y la infra­es­truc­tu­ra agrí­co­la, que otro­ra cau­sa­rá des­po­jo, es inte­gra­da a las luchas por el terri­to­rio des­de la déca­da de los 2000. Se des­ta­can en el escri­to tres meca­nis­mos de defen­sa de los terri­to­rios de agua: (i) inte­gra­ción de cono­ci­mien­tos ambien­ta­les, (ii) inte­gra­ción del ámbi­to coti­diano a las luchas comu­ni­ta­rias y (iii) defen­sa de lo público.

Pala­bras cla­ve: movi­mien­tos socio­te­rri­to­ria­les – mono­cul­ti­vos – agua – cotidianidad

Abstract

Poli­ti­cal eco­logy stu­dies in Latin Ame­ri­ca have advan­ced in the com­prehen­sion of the inter­re­la­tionship bet­ween the sca­les of pro­duc­tion in natu­re and their local effects. This case study is based on a par­ti­cu­lar con­flict in Mon­tes de María (a subre­gion loca­ted at the north of Colom­bia). The local res­pon­ses to extrac­ti­ve sce­na­rios, par­ti­cu­larly the mono­cul­tu­re far­ming rela­ted to water mana­ge­ment, are the key com­po­nents of this inves­ti­ga­tion. His­to­ri­cally, this region has been plan­ned as a lar­ge-sca­le lieu of food and agro fuel pro­duc­tion. In the 1970s, an irri­ga­tion sys­tem was ins­ta­lled using fun­ding from deve­lo­ping pro­jects. This allo­wed the extrac­ting encla­ve con­so­li­da­tion. Far­ming infras­truc­tu­re resul­ted in dif­fe­rent des­poi­led land and water pro­ces­ses affec­ting local pea­sants. In this sen­se, this paper pre­tends to show how water and far­ming infras­truc­tu­re, which pre­viously cau­sed des­poil­ment, are lin­ked to the terri­to­rial con­flicts which occu­rred during the 2000s. Three main defen­si­ve mecha­nisms of water terri­to­ries stand out: 1) inte­gra­tion of envi­ron­men­tal know­led­ge, 2) inte­gra­tion of the daily ambit to the com­mu­nity pro­tests, and 3) defen­se of what is con­si­de­red public.

Key words: socio-terri­to­rial move­ments – mono­cul­tu­res – water — daily life

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Introducción

Noso­tros tenía­mos unos ojos de agua que eran todo el año, los que vivían allá cogían agua allá, los que vivía­mos acá cogía­mos agua acá y no tenía­mos que hacer pozos. En esos momen­tos, usted iba a esa zan­ja y había agua corrien­do, todo el año agua corrien­do. Lle­gan­do Sema­na San­ta, usted lle­va­ba agua en jarras, era agua cris­tal… hoy no, en esos tiem­pos era cali­dad de agua, hoy el agua corre con gra­sa de la pal­ma. [1]

Gran­des y media­nos due­ños de tie­rras, cam­pe­si­nos y pes­ca­do­res han usa­do el agua del dis­tri­to de rie­go de María­la­ba­ja de for­mas muy dife­ren­tes. Para las pobla­cio­nes loca­les, el dis­tri­to de rie­go ha sig­ni­fi­ca­do una posi­bi­li­dad de acce­der al agua para sus acti­vi­da­des pro­duc­ti­vas y la vida coti­dia­na. Lavar la loza, lavar la ropa, hacer cube­tas de hie­lo, coci­nar, lim­piar los patios y poner­le agua al sue­lo para que no se sien­tan las altas tem­pe­ra­tu­ras, son sólo algu­nos de los usos coti­dia­nos del agua que con­tie­ne la infra­es­truc­tu­ra agrí­co­la. Para terra­te­nien­tes y due­ños de gran­des y media­nas exten­sio­nes de tie­rra, el agua del dis­tri­to sig­ni­fi­ca la opor­tu­ni­dad de pro­du­cir dine­ro por medio de la explo­ta­ción de la tie­rra, espe­cial­men­te a tra­vés del cul­ti­vo de pal­ma de acei­te. Para los habi­tan­tes del cas­co urbano del muni­ci­pio de María­la­ba­ja, el dis­tri­to de rie­go es la fuen­te fun­da­men­tal de su acue­duc­to. Así, para todos los acto­res el agua que con­tie­ne esta obra de infra­es­truc­tu­ra es un ele­men­to vital.

Este artícu­lo argu­men­ta que el agua es inte­gra­da a las luchas por el terri­to­rio de tal for­ma que se con­vier­te en par­te fun­da­men­tal de la per­cep­ción del espa­cio y de los ejer­ci­cios loca­les de terri­to­ria­li­za­ción y resis­ten­cia. En este sen­ti­do, el agua es inte­gra­da al dis­cur­so y las luchas socio­te­rri­to­ria­les loca­les por medio de tres meca­nis­mos gene­ra­les: (i) Inte­gra­ción de cono­ci­mien­tos ambien­ta­les, (ii) inte­gra­ción del ámbi­to coti­diano y pri­va­do a las luchas comu­ni­ta­rias, y (iii) defen­sa de lo públi­co y dis­cu­sio­nes acer­ca de la pro­pie­dad del agua. Estas dis­cu­sio­nes inte­gran pro­ce­sos de colec­ti­vi­za­ción de la pro­pie­dad y la pro­duc­ción.[2]

La inves­ti­ga­ción par­te de una lec­tu­ra des­de la pers­pec­ti­va de la eco­lo­gía polí­ti­ca. Ésta exa­mi­na las rela­cio­nes entre acto­res con su entorno y tie­ne como refe­ren­cia el aná­li­sis del anda­mia­je ins­ti­tu­cio­nal, cul­tu­ral y eco­nó­mi­co que envuel­ve la cons­truc­ción de pai­sa­jes y terri­to­rios loca­les y su pro­yec­ción y rela­ción con esca­las regio­na­les, nacio­na­les y mun­dia­les. La eco­lo­gía polí­ti­ca se basa en la pre­mi­sa que “la natu­ra­le­za es pro­du­ci­da social­men­te de mane­ra socio-eco­nó­mi­ca, cul­tu­ral, polí­ti­ca o ins­ti­tu­cio­nal” [Coro­na­do y Dietz 2013: 98]. En este sen­ti­do, teó­ri­ca­men­te, el artícu­lo par­te de la nece­si­dad de reco­no­cer las alter­na­ti­vas loca­les a la des­igual­dad en acce­so y uso de la natu­ra­le­za, en par­ti­cu­lar, el agua, en con­tex­tos de extrac­ti­vis­mo [Watts 2000, Mar­tí­nez 2002]. En este artícu­lo se resal­tan las for­mas loca­les de defen­sa y uso del agua con el fin de reco­no­cer la mul­ti­di­men­sio­na­li­dad de las des­igual­da­des y las inter­de­pen­den­cias entre lo local, lo nacio­nal, lo trans­na­cio­nal y lo glo­bal [Göbel Gón­go­ra-Mera y Ulloa 2014]; un aspec­to fun­da­men­tal para com­pren­der los flu­jos del poder rela­cio­na­dos con pro­ce­sos de des­po­jo[3] y defen­sa del agua en esce­na­rios extractivos.

En resu­men, teó­ri­ca­men­te, el articu­lo bus­ca poner en mani­fies­to las rela­cio­nes y pro­duc­cio­nes espa­cia­les que resul­tan de la imple­men­ta­ción de pro­yec­tos extrac­ti­vos sobre la natu­ra­le­za. La eco­lo­gía polí­ti­ca, en este sen­ti­do, nos per­mi­te reco­no­cer las rela­cio­nes mul­ti­tem­po­ra­les, mul­ti­es­ca­la­res, mul­ti­agen­te y mul­ti­si­tua­das que se dan en los con­flic­tos socio ambien­ta­les [Del Cai­ro et al. 2014] se des­ta­can de for­ma par­ti­cu­lar las cons­truc­cio­nes loca­les que se dan fren­te a la imple­men­ta­ción de los pro­yec­tos aso­cia­dos al pro­yec­to capi­ta­lis­ta del desa­rro­llo. Este es un tra­ba­jo que apues­ta por una des­crip­ción den­sa [Geertz 1983] de la reali­dad, con el fin de pre­sen­tar las posi­bi­li­da­des de acción y las fugas que se dan a nivel local de cara a la impo­si­ción de una for­ma de vida a tra­vés de la cons­truc­ción de infra­es­truc­tu­ra y los pla­nes de polí­ti­ca públi­ca rela­cio­na­dos. El artícu­lo, en tér­mi­nos teó­ri­co-meto­do­ló­gi­cos apues­ta, ade­más, por una pro­duc­ción etno­grá­fi­ca crí­ti­ca, que se reali­zó de la mano de las orga­ni­za­cio­nes socia­les pen­san­do en la pro­duc­ción de dis­cur­sos y pro­ce­sos en defen­sa del terri­to­rio y del agua.

Mon­tes de María es una subre­gión ubi­ca­da en la cos­ta nor­te colom­bia­na entre los depar­ta­men­tos de Bolí­var y Sucre. Esta zona cuen­ta con una cade­na mon­ta­ño­sa lla­ma­da la Serra­nía de San Jeró­ni­mo. Ade­más, cuen­ta con un sis­te­ma de cié­na­gas y cuer­pos de agua que inclu­yen el río Mag­da­le­na, el Canal del dique, la Cié­na­ga y el dis­tri­to de rie­go de María­la­ba­ja. Esta inves­ti­ga­ción se cen­tró en la zona nor­te que com­pren­de el dis­tri­to de rie­go y la cié­na­ga de María­la­ba­ja. La región está habi­ta­da por gru­pos cam­pe­si­nos que des­de los años de 1960 han esta­do invo­lu­cra­dos en la lucha por la tie­rra en Colom­bia. Ade­más, hacen par­te de esta región con­se­jos comu­ni­ta­rios afro­des­cen­dien­tes y cabil­dos indí­ge­nas Zenúes. Para el desa­rro­llo del artícu­lo se toma­ron como refe­ren­cia las accio­nes tan­to indi­vi­dua­les como colec­ti­vas de los miem­bros de las orga­ni­za­cio­nes socia­les de carác­ter vere­dal y regio­nal que se encuen­tran en las inme­dia­cio­nes del dis­tri­to de rie­go en el muni­ci­pio de María­la­ba­ja. Este muni­ci­pio es un refe­ren­te de las orga­ni­za­cio­nes socia­les, dado que de allí sur­gen varias de las ini­cia­ti­vas y pro­pues­tas de ges­tión comu­ni­ta­ria del agua y de orde­na­mien­to terri­to­rial que se expan­den por toda la región de Mon­tes de María. Es en este muni­ci­pio que se ubi­can los movi­mien­tos socio­te­rri­to­ria­les pro­ta­go­nis­tas de las for­mas de resis­ten­cia por el agua en la región. Se entien­de en el tex­to por movi­mien­tos socio­te­rri­to­ria­les como aque­llos gru­pos que cen­tran sus rei­vin­di­ca­cio­nes en la defen­sa del terri­to­rio como base del deba­te por la garan­tía de dere­chos [Fer­nan­des 2005].

Para com­pren­der estos ejer­ci­cios de resis­ten­cia es nece­sa­rio cono­cer que la his­to­ria de la región de Mon­tes de María ha esta­do atra­ve­sa­da por esce­na­rios de vio­len­cia. Sin embar­go, los movi­mien­tos socio­te­rri­to­ria­les de cam­pe­si­nos, indí­ge­nas y afro­des­cen­dien­tes han sido par­tí­ci­pes de pro­pues­tas de orde­na­mien­to terri­to­rial basa­dos en la cons­truc­ción de espa­cios de paz. Para com­pren­der el con­tex­to de naci­mien­to y lucha de los movi­mien­tos socio­te­rri­to­ria­les que hacen pre­sen­cia en la actua­li­dad es impor­tan­te reco­no­cer la his­to­ria de la cons­truc­ción del dis­tri­to de rie­go y el pro­ce­so de orga­ni­za­ción social que resul­ta lue­go de la arre­me­ti­da paramilitar.

La his­to­ria del dis­tri­to de rie­go de María­la­ba­ja comien­za en la déca­da de 1960 en el con­tex­to de refor­ma agra­ria.[4] Antes del dis­tri­to de rie­go hacían pre­sen­cia en la región gran­des inge­nios azu­ca­re­ros que que­bra­ron por pro­ble­mas aso­cia­dos al abas­te­ci­mien­to de agua [Ripoll 1997] es por esta razón que el dis­tri­to se cons­tru­ye con el fin de brin­dar agua duran­te todo el año al mono­cul­ti­vo, para esta épo­ca fue muy impor­tan­te el arroz [Inco­ra 1962]. La infra­es­truc­tu­ra del dis­tri­to de rie­go pro­du­jo con­tro­les sobre el agua y cam­bios en las prác­ti­cas coti­dia­nas aso­cia­das al uso y al acce­so. Ade­más, pro­du­jo des­po­jo de tie­rras al des­pla­zar cam­pe­si­nos para la inun­da­ción de las repre­sas y per­mi­tió que en las tie­rras meca­ni­za­bles –tie­rras bajas- se lle­va­ra a cabo la par­ce­la­ción y titu­la­ción de tie­rras a cam­pe­si­nos. Lue­go, a prin­ci­pios de la déca­da de 1990, la aper­tu­ra eco­nó­mi­ca y el recru­de­ci­mien­to de la vio­len­cia para­mi­li­tar des­pla­za­ron cam­pe­si­nos, que­bra­ron a los arro­ce­ros ‑prin­ci­pa­les bene­fi­cia­rios del dis­tri­to- y abrie­ron el camino para la lle­ga­da de inver­sio­nis­tas que esta­ble­cie­ron cul­ti­vos de pal­ma de acei­te, con­ti­nuan­do con el pro­ce­so de con­trol del líquido.

Pos­te­rior­men­te, la vio­len­cia para­mi­li­tar, que tuvo su apo­geo duran­te los pri­me­ros cin­co años de la déca­da de los 2000, des­pla­zó a cien­tos de per­so­nas de sus tie­rras y de sus hoga­res en los case­ríos [Cen­tro Nacio­nal de Memo­ria His­tó­ri­ca 2010]. Cin­co años des­pués, des­de el año 2005, estos hom­bres y muje­res retor­na­ron a sus patios y sus tie­rras [ILSA 2012]. En este pro­ce­so de retorno, las pobla­cio­nes cam­pe­si­nas comien­zan a cons­truir orga­ni­za­cio­nes loca­les que bus­can reto­mar algu­nas de las acti­vi­da­des pro­duc­ti­vas y polí­ti­cas que tenían antes de la inten­si­fi­ca­ción de la vio­len­cia para­mi­li­tar y la imple­men­ta­ción del cul­ti­vo de pal­ma de acei­te. Todo esto se hace con el apo­yo y el acom­pa­ña­mien­to de agen­cias de coope­ra­ción inter­na­cio­nal y los pla­nes nacio­na­les de con­so­li­da­ción. Este retorno se da en el mis­mo año de la des­mo­vi­li­za­ción del Blo­que Para­mi­li­tar Mon­tes de María [Cen­tro Nacio­nal de Memo­ria His­tó­ri­ca 2010] en un con­tex­to don­de la vio­len­cia seguía vigente.

El retorno a la tie­rra vie­ne acom­pa­ña­do de una serie de estra­te­gias de resis­ten­cia y de defen­sa del agua y de la tie­rra, en el mar­co de la cons­truc­ción de un terri­to­rio de paz. Las prin­ci­pa­les estra­te­gias, que son sobre las que ver­sa este escri­to, estu­vie­ron basa­das en: (i) la inte­gra­ción de cono­ci­mien­tos ambien­ta­les, (ii) la inte­gra­ción del ámbi­to coti­diano a las luchas comu­ni­ta­rias. Y, final­men­te, (iii) la defen­sa de lo públi­co que se basa en la con­for­ma­ción de orga­ni­za­cio­nes socia­les y la pro­pues­ta de un orde­na­mien­to terri­to­rial regio­nal, que tie­ne como eje la eco­no­mía cam­pe­si­na y las prác­ti­cas de uso de agua rela­ti­vas a esta actividad.

En resu­men, este artícu­lo se con­cen­tra en el pro­ce­so de cons­truc­ción de for­mas de resis­ten­cia coti­dia­na con­tex­tua­li­za­das en esce­na­rios de extrac­ción de pal­ma de acei­te. La apues­ta gene­ral de este artícu­lo es, en pala­bras de Swyn­ge­douw, “ima­gi­nar for­mas de orga­ni­za­ción hidro­so­cial dife­ren­tes, más inclu­si­vas, sos­te­ni­bles y equi­ta­ti­vas, que impli­can ima­gi­nar for­mas de orga­ni­za­ción social pre­su­mi­ble­men­te demo­crá­ti­cas y más efi­ca­ces” [Swyn­ge­douw 2009: 55].

Para expli­car las tres estra­te­gias de defen­sa del agua y la tie­rra en el con­tex­to de la imple­men­ta­ción de cul­ti­vo de pal­ma se uti­li­zan dos tipos de voces: una voz públi­ca y una voz pri­va­da. La voz públi­ca corres­pon­de a las opi­nio­nes y accio­nes con­cre­tas des­de las orga­ni­za­cio­nes socia­les. Esta voz se enun­cia como tal y resul­ta de lec­tu­ras de comu­ni­ca­dos y de otras for­mas de socia­li­za­ción local del pro­ble­ma. La voz pri­va­da corres­pon­de a las accio­nes con­cre­tas rea­li­za­das des­de los espa­cios pri­va­dos, como el hogar. ¿Quié­nes usan el agua? Y ¿para qué la usan? Son las pre­gun­tas fun­da­men­ta­les para reco­no­cer esta voz, una voz que resul­ta enun­cia­da, en su mayo­ría, por muje­res y niños.

Final­men­te, el artícu­lo está divi­do en cua­tro apar­ta­dos. El pri­mer apar­ta­do Agua y mono­cul­ti­vos en amé­ri­ca lati­na: un acer­ca­mien­to al pro­ce­so de expan­sión de los desier­tos ver­des bus­ca pre­sen­tar un con­tex­to gene­ral sobre la expan­sión de los mono­cul­ti­vos de pal­ma de acei­te en Colom­bia y Lati­noa­mé­ri­ca, y los pro­ce­sos de des­po­jo de tie­rra y agua que se dan en el mar­co de los mis­mos. Este apar­ta­do bus­ca con­tex­tua­li­zar la rela­ción que exis­te entre el des­po­jo de agua y la tie­rra en luga­res dedi­ca­dos al extrac­ti­vis­mo. El segun­do apar­ta­do Agua y Hogar: el agua para las lava­do­ras y las par­ce­las pre­sen­ta las luchas loca­les en Mon­tes de María liga­das a la defen­sa del agua para el hogar y el agua para la pro­duc­ción colec­ti­va, la mayo­ría de ellas lide­ra­das por muje­res. Ade­más, pre­sen­ta las estra­te­gias comu­ni­ta­rias de pro­duc­ción agrí­co­la y pes­que­ras. El ter­cer apar­ta­do Agua y orga­ni­za­cio­nes: las pro­pues­tas de un terri­to­rio cam­pe­sino, pre­sen­ta las apues­tas loca­les del estu­dio de caso en rela­ción al orde­na­mien­to terri­to­rial, que inclu­ye el deba­te por el acce­so del agua y la inclu­sión del dis­tri­to de rie­go den­tro de la deli­mi­ta­ción local del terri­to­rio cam­pe­sino, la defen­sa de lo públi­co y la cons­truc­ción de terri­to­ria­li­da­des. Este apar­ta­do repre­sen­ta un sal­to de esca­la de las luchas coti­dia­nas y pre­sen­ta la cons­truc­ción de pro­ce­sos comu­ni­ta­rios. El ter­cer apar­ta­do Con­clu­sio­nes: Agua y movi­mien­tos socio­te­rri­to­ria­les des­ta­ca las estra­te­gias de acción y defen­sa del agua, y pone en mani­fies­to que las resis­ten­cias no solo son con­se­cuen­cias de mode­los extrac­ti­vos, sino que tam­bién, se cons­ti­tu­yen en estra­te­gias de cons­truc­ción de terri­to­rios que se pro­po­nen a tra­vés de lec­tu­ras his­tó­ri­cas loca­les de las for­mas de repro­duc­ción de la vida. Este apar­ta­do, ade­más, pre­sen­ta resu­mi­dos algu­nos apor­tes para pen­sar el pro­ble­ma de la expan­sión de los mono­cul­ti­vos en rela­ción al agua en otras esqui­nas de continente.

Agua y monocultivos en América Latina: un acercamiento al proceso de expansión de los desiertos verdes

Des­de el año 2001, según un estu­dio publi­ca­do por la revis­ta Envi­ron­men­tal Research Let­ters, la pro­duc­ción de pal­ma de acei­te en Lati­noa­mé­ri­ca se dupli­có. Los auto­res del estu­dio seña­lan que, aun­que no ha cre­ci­do la fron­te­ra agrí­co­la, los espa­cios don­de se imple­men­tó esta for­ma de extrac­ti­vis­mo estu­vie­ron antes ocu­pa­dos por pobla­cio­nes cam­pe­si­nas que fue­ron des­po­ja­das de sus tie­rras. Estas tie­rras cam­pe­si­nas fue­ron reem­pla­za­das por gran­des potre­ros para pas­to­reo, antes de abrir paso a la plan­ta­ción de la pal­ma acei­te­ra [Foru­mo y Aide 2017]. Cabe men­cio­nar que esta amplia­ción de los espa­cios de cul­ti­vo de la pal­ma de acei­te se debe a un incre­men­to en la deman­da de los deri­va­dos de la pal­ma, par­ti­cu­lar­men­te, acei­tes para la indus­tria ali­men­ti­cia y el bio­die­sel. Esto quie­re decir, que los cul­ti­vos de pal­ma de acei­te se han imple­men­ta­do en zonas antes uti­li­za­das para otras acti­vi­da­des y que el incre­men­to de la deman­da ha impli­ca­do que esos cul­ti­vos, debi­do a su ren­ta­bi­li­dad, sean apo­ya­dos por polí­ti­cas gubernamentales.

En Colom­bia, por ejem­plo, los datos del Ter­cer Cen­so Nacio­nal Agro­pe­cua­rio indi­can que de los 43 millo­nes de hec­tá­reas en uso agro­pe­cua­rio el 75,7% del área total per­te­ne­ce al 0,4% de pro­pie­ta­rios tota­les [DANE 2015] lo que da como una pri­me­ra carac­te­rís­ti­ca de la estruc­tu­ra agra­ria colom­bia­na una fuer­te con­cen­tra­ción de la pro­pie­dad. Aho­ra, fren­te a datos con­cre­tos sobre la pal­ma de acei­te, según cifras de Fede­pal­ma, en Colom­bia el cre­ci­mien­to del cul­ti­vo ha sido de más de 300.000 hec­tá­reas des­de el año 2000. Al 2016 se con­ta­ba con un total de 483.733 hec­tá­reas sem­bra­das en todo el país. Lo intere­san­te de estas cifras es que el 35,5% de los cul­ti­vos se encuen­tran en pre­dios de más de 1.000 hec­tá­reas [Fede­pal­ma 2016]. Lo que nos per­mi­te reco­no­cer la rela­ción entre la con­cen­tra­ción de la tie­rra y la amplia­ción de mono­cul­ti­vos. Ade­más, es cla­ve men­cio­nar que la expan­sión del cul­ti­vo de pal­ma de acei­te se dio de la mano de la imple­men­ta­ción y for­ta­le­ci­mien­to del para­mi­li­ta­ris­mo en Colom­bia. Es impor­tan­te des­ta­car que la amplia­ción e imple­men­ta­ción de estos pro­yec­tos se dio en el perio­do don­de exis­tie­ron mayo­res esce­na­rios de vio­len­cia en el país: de 1996 al 2012 el Cen­tro Nacio­nal de Memo­ria His­to­ria cal­cu­la un total de 4,744,046 per­so­nas des­pla­za­das [Cen­tro Nacio­nal de Memo­ria His­tó­ri­ca 2013]. En suma, la expan­sión de los mono­cul­ti­vos en Colom­bia –par­ti­cu­lar­men­te pal­ma de acei­te- ha sido pro­du­ci­da por esce­na­rios de gue­rra y ha pro­fun­di­za­do la des­igual­dad en el acce­so a la tierra.

Así como en Colom­bia, este pro­ce­so de imple­men­ta­ción del cul­ti­vo de pal­ma de acei­te se repi­te a lo lar­go y ancho del con­ti­nen­te con otros pro­duc­tos cla­ves para el mer­ca­do inter­na­cio­nal, tales como: banano, caña de azú­car, soja y cacao. Este artícu­lo, en espe­cial, cen­tra la aten­ción en la expan­sión de la pal­ma de acei­te para la pro­duc­ción de agro­com­bus­ti­bles y pro­duc­tos aso­cia­dos a la indus­tria ali­men­ti­cia en Colom­bia. En este sen­ti­do, reco­no­cer las for­mas median­te las cua­les el cul­ti­vo y la pro­duc­ción de pal­ma de acei­te se han expan­di­do pue­de ser una refe­ren­cia para estu­dios rela­cio­na­dos con pro­ce­sos de des­po­jo de tie­rras y agua en el con­ti­nen­te, y otros paí­ses que atra­vie­san por la repri­ma­ri­za­ción de sus eco­no­mías. Es decir, que atra­vie­san por pro­ce­sos de imple­men­ta­ción del mode­lo extrac­ti­vo como base de sus eco­no­mías nacionales.

Como vimos has­ta aho­ra, es cla­ro que el cul­ti­vo de la pal­ma de acei­te hace par­te de la eco­no­mía aso­cia­da al mode­lo extrac­ti­vis­ta. Un mode­lo que se ha basa­do en la acu­mu­la­ción de tie­rras pro­duc­ti­vas, y antes ocu­pa­das por cam­pe­si­nos. Sin embar­go, en el artícu­lo la preo­cu­pa­ción es sobre las diná­mi­cas de des­po­jo y defen­sa del agua. Para ver la rela­ción entre la tie­rra y el agua, en pri­mer lugar, es impor­tan­te men­cio­nar que en el tex­to se entien­de el extrac­ti­vis­mo como un mode­lo eco­nó­mi­co y polí­ti­co basa­do en la mer­can­ti­li­za­ción y valo­ra­ción de la natu­ra­le­za en el mar­co del pro­yec­to del desa­rro­llo capi­ta­lis­ta [Car­va­jal 2016]. El mode­lo extrac­ti­vo, en este sen­ti­do, supo­ne la cons­truc­ción de espa­cios dota­dos de los ele­men­tos nece­sa­rios para la extrac­ción a gran esca­la de recur­sos natu­ra­les –espe­cial­men­te, mine­ros, petro­le­ros y agrí­co­las-. Uno de los prin­ci­pa­les ele­men­tos para la pro­duc­ción agro­in­dus­trial es el agua. De acuer­do con Nacio­nes Uni­das el rie­go agro­in­dus­trial uti­li­za el 70% del agua en el mun­do, con­vir­tién­do­se en la acti­vi­dad extrac­ti­va más con­su­mi­do­ra del líqui­do vital. Enton­ces, es cla­ra la rela­ción que exis­te en la imple­men­ta­ción de cul­ti­vos a gran esca­la de pal­ma de acei­te y los pro­ce­sos de extrac­ción y des­po­jo de agua. Mon­tes de María es un ejem­plo de este proceso.

Es en este mar­co que este tra­ba­jo bus­ca reco­no­cer las for­mas loca­les como se cons­tru­yen espa­cios de defen­sa del agua en el mar­co de estos pro­ce­sos de des­po­jo de tie­rras y agua aso­cia­dos a pro­yec­tos extrac­ti­vos. Con­si­de­ro que reco­no­cer los efec­tos loca­les de una indus­tria que afec­ta los terri­to­rios rura­les de Amé­ri­ca Lati­na, pue­de brin­dar algu­nas herra­mien­tas para el aná­li­sis y la pro­fun­di­za­ción de las lec­tu­ras de los con­flic­tos socio­am­bien­ta­les en el con­ti­nen­te. Ade­más, dar una mira­da al pro­ble­ma del agua, no solo como agre­ga­da al pro­yec­to extrac­ti­vis­ta, sino como cen­tro del deba­te per­mi­te reco­no­cer otras estra­te­gias y for­mas loca­les de defen­der sus terri­to­rios. Los siguien­tes apar­ta­dos ver­san sobre estas estra­te­gias de resis­ten­cia comu­ni­ta­ria que brin­dan una esca­la local de aná­li­sis sobre un pro­ble­ma de Latinoamérica.

Agua y hogar: el agua para las lavadoras y las parcelas

Una vez vino y fue por una tute­la, todo mara­vi­llo­so que vamos a tener agua pota­ble, pero no, depen­de del fun­cio­na­rio. El acue­duc­to fun­cio­na pero el agua no vie­ne tra­ta­da, ape­nas le echan un poqui­to de clo­ro para que la comu­ni­dad no diga.[5]

Tan­to lavar la ropa como regar los cul­ti­vos son acti­vi­da­des que se rea­li­zan todos los días. Estas dos acti­vi­da­des pre­sen­tan dos for­mas de uso del agua en la región: una tie­ne que ver con acti­vi­da­des pro­duc­ti­vas y otra con el uso del agua en el hogar. Para las dos acti­vi­da­des exis­ten pro­ce­di­mien­tos y for­mas par­ti­cu­la­res de movi­li­zar y cap­tar el agua. Este apar­ta­do pre­sen­ta las for­mas loca­les como las pobla­cio­nes cam­pe­si­nas de María­la­ba­ja uti­li­zan y defien­den el agua del dis­tri­to. En una pri­me­ra par­te, se des­cri­be todo el pro­ce­so de la defen­sa del agua pota­ble por medio de la ins­ta­la­ción y deman­da de acue­duc­tos comu­ni­ta­rios; y una segun­da par­te, tra­ta­rá sobre las estra­te­gias de uso colec­ti­vo del agua aso­cia­das a la eco­no­mía cam­pe­si­na de pro­duc­ción de la tie­rra y pes­ca. Así, este apar­ta­do dará razón de dos estra­te­gias gene­ra­les de la defen­sa del agua en la zona: (i) la inte­gra­ción de cono­ci­mien­tos ambien­ta­les, (ii) la inte­gra­ción del ámbi­to coti­diano a las luchas comunitarias.

El 28 de octu­bre de 2011 se radi­ca una acción popu­lar recla­man­do un sis­te­ma de acue­duc­to y sanea­mien­to bási­co para la Vere­da La Supre­ma. Esta acción popu­lar, según las auto­ri­da­des loca­les, debe ser apli­ca­da y exten­di­da a todas las pobla­cio­nes loca­les del muni­ci­pio de María­la­ba­ja. La cons­truc­ción de esta deman­da abre el deba­te rela­cio­na­do con el acce­so al agua para los hoga­res que se vie­ron afec­ta­dos por la amplia­ción del cul­ti­vo de pal­ma de aceite.

Las aguas para el hogar inte­gran acti­vi­da­des coti­dia­nas de dos tipos: las pri­me­ras, aso­cia­das al con­su­mo humano –agua para la ali­men­ta­ción–; y las segun­das, aso­cia­das al man­te­ni­mien­to del hogar –lim­pie­za en gene­ral–. Estas for­mas de uti­li­zar el agua deter­mi­nan dos for­mas de rela­ción con los cuer­pos del dis­tri­to de rie­go. Las pri­me­ras, se carac­te­ri­zan por un pro­ce­so de reco­lec­ción de agua en los ojos de agua o jagüe­yes, o bien por la reco­lec­ción de agua llu­via; y las segun­das, se basan en el agua del dis­tri­to de rie­go, sea obte­ni­da en la repre­sa o en los cana­les. En épo­cas don­de no hay llu­vias o don­de los ojos están secos o son cer­ca­dos por la pal­ma, es el agua del dis­tri­to la que sir­ve para todos los usos del hogar.

Es decir, las pobla­cio­nes loca­les no tie­nen agua pota­ble duran­te todo el año y es por esta razón que el deba­te por el agua se entien­de en pri­me­ra ins­tan­cia como par­te inte­gral de los dere­chos huma­nos. El dere­cho al agua com­pren­de la acce­si­bi­li­dad físi­ca y la acce­si­bi­li­dad eco­nó­mi­ca, el acce­so a la infor­ma­ción y la igual­dad, con espe­cial aten­ción a los niños, las muje­res y la pobla­ción vul­ne­ra­ble. A nivel inter­na­cio­nal la Reso­lu­ción 64/292 de 28 de julio de 2010 de la Asam­blea Gene­ral de la ONU reco­no­ce que “el dere­cho al agua y al sanea­mien­to es un dere­cho humano, igual a todos los demás dere­chos huma­nos, lo que impli­ca que es jus­ti­cia­ble y de apli­ca­ción obli­ga­to­ria”. Por su par­te, la Cons­ti­tu­ción Polí­ti­ca de Colom­bia, en su artícu­lo 366, seña­la que el bien­es­tar gene­ral y el mejo­ra­mien­to de la cali­dad de vida de la pobla­ción son fina­li­da­des socia­les del Esta­do y que el abas­te­ci­mien­to de agua será obje­ti­vo fun­da­men­tal de su actividad.

En todo caso esta defi­ni­ción, aun­que es útil para las luchas polí­ti­cas, igno­ra prác­ti­cas que, si bien se basan en el uso coti­diano del agua, trans­for­man y apro­pian el espa­cio de for­mas par­ti­cu­la­res. Es decir, el agua no es un tema úni­ca­men­te de con­su­mo, por el con­tra­rio, hace par­te de todas las esfe­ras coti­dia­nas, pri­va­das y públi­cas, de la vida, como el trans­por­te, el alma­ce­na­mien­to, los usos en pro­duc­ción cam­pe­si­na, etc. Las muje­res son las pro­ta­go­nis­tas de estas prác­ti­cas, que par­ten de nece­si­da­des coti­dia­nas y se con­vier­ten en accio­nes con­cre­tas de defen­sa del terri­to­rio y del agua.

Fren­te a la ade­cua­ción de infra­es­truc­tu­ra para sur­tir de agua pota­ble y los ser­vi­cios de alcan­ta­ri­lla­do en el muni­ci­pio de María­la­ba­ja, los datos ofi­cia­les con­fir­man que la cober­tu­ra urba­na del ser­vi­cio es del 65 % [Alcal­día de María­la­ba­ja 2012]. La fuen­te de cap­ta­ción es a cie­lo abier­to y es el embal­se de Pon­da­je el Vien­to o la Pis­ci­na, ubi­ca­da den­tro del dis­tri­to de rie­go. Cabe ano­tar que solo se men­cio­na la cober­tu­ra urba­na y que este acue­duc­to –par­ti­cu­lar­men­te, la plan­ta de pota­bi­li­za­ción- fue inau­gu­ra­do has­ta el año 2012. A pesar de con­tar una plan­ta de tra­ta­mien­to, la alcal­día de María­la­ba­ja men­cio­na como los prin­ci­pa­les pro­ble­mas de salud del muni­ci­pio las enfer­me­da­des rela­cio­na­das con ori­gen bac­te­riano, como la gas­tro­en­te­ri­tis, las infec­cio­nes res­pi­ra­to­rias y la neu­mo­nía. Tam­bién ano­tan como preo­cu­pan­tes, los nive­les de enfer­me­da­des como den­gue clá­si­co y palu­dis­mo [Alcal­día local de María­la­ba­ja 2012]. Todas estas enfer­me­da­des tie­nen rela­ción direc­ta con los sis­te­mas de sanea­mien­to básico.

El Índi­ce de Ries­go de Cali­dad de Agua –IRCA– es de 56,91 % para el muni­ci­pio de María­la­ba­ja; es decir, el muni­ci­pio se encuen­tra en ries­go alto.[6] Este índi­ce mide la cali­dad del agua para con­su­mo humano en tres aspec­tos: cali­dad físi­ca, quí­mi­ca y micro­bio­ló­gi­ca [Minis­te­rio de Salud y Pro­tec­ción Social 2014]. Aun­que el Índi­ce depen­de de muchos fac­to­res, para el caso con­cre­to de esta inves­ti­ga­ción es impor­tan­te des­ta­car que uno de los prin­ci­pa­les índi­ces de ries­go son las pre­ca­rias ins­ta­la­cio­nes o la ausen­cia total de redes de acue­duc­to para toda la zona rural que está nuclea­da en case­ríos de varias familias.

La imple­men­ta­ción de acue­duc­tos y sis­te­mas de alcan­ta­ri­lla­do son par­te de un pro­ce­so nacio­nal de ges­tión del recur­so hídri­co. En todo caso, en Colom­bia los mode­los de ges­tión del agua han cam­bia­do con el aumen­to de la deman­da y la degra­da­ción de los eco­sis­te­mas abas­te­ce­do­res y regu­la­do­res, lo que ha sig­ni­fi­ca­do una evo­lu­ción per­ma­nen­te en las for­mas de ges­tión y uso impul­sa­das des­de las loca­li­da­des. Los acue­duc­tos comu­ni­ta­rios son una de estas for­mas de ges­tión local ante la des­aten­ción esta­tal y se cons­ti­tu­yen en una estra­te­gia de defen­sa del terri­to­rio, impul­sa­da, en su mayo­ría, por mujeres.

En resu­men, y lue­go de reco­no­cer los pro­ble­mas téc­ni­cos de infra­es­truc­tu­ra que se viven en la zona por la mala cali­dad y la fal­ta de acce­so al agua, la orga­ni­za­ción que ha ade­lan­ta­do los res­pec­ti­vos recla­mos fren­te a la cons­truc­ción y abas­te­ci­mien­to de acue­duc­tos comu­ni­ta­rios es la Red de Acue­duc­tos Comu­ni­ta­rios del Nor­te de Bolí­var. Los acue­duc­tos comu­ni­ta­rios han sur­gi­do como for­mas de auto-orga­ni­za­ción de la comu­ni­dad que cum­plen diver­sas fun­cio­nes en su terri­to­rio, entre ellas la admi­nis­tra­ción de los recur­sos natu­ra­les. Este pro­ce­so, que es tam­bién apo­ya­do por Cor­po­ra­ción Desa­rro­llo Soli­da­rio –en ade­lan­te CDS‑, se basa en los siguien­tes principios:

Las organizaciones comunitarias que gestionamos el agua somos conocidas como los “acueductos comunitarios”, somos históricas construcciones sociales y populares legítimas, basadas en principios del agua como bien común y derecho humano fundamental. Exigimos el reconocimiento a la dimensión cultural e histórica de nuestra manera de ser y hacer la gestión comunitaria del agua, heredado de generación en generación de saberes y prácticas ancestrales, en la construcción de políticas públicas y marcos normativos, en todos los ámbitos territoriales (…) Exigimos participación en los espacios de toma de decisión que afectan la economía y la vida en nuestros territorios y la gestión pública y comunitaria del agua. Ninguna decisión sobre nosotros, sin nosotros. [Audiencia pública sobre la gestión del agua, abril 2015]

Uno de los mayo­res pro­ble­mas que enfren­tan las ini­cia­ti­vas de acue­duc­tos comu­ni­ta­rios tie­ne que ver con que el sumi­nis­tro de agua pota­ble está liga­do de mane­ra estre­cha al sanea­mien­to. En una región dón­de los sis­te­mas pro­duc­ti­vos se basan en lógi­cas extrac­ti­vis­tas, el pro­ble­ma de sanea­mien­to es cen­tral dado que todos los sis­te­mas hídri­cos están con­ta­mi­na­dos. Es decir, la ges­tión local del agua se ve enfren­ta­da a lo que Swyn­ge­douw men­cio­na como una com­pe­ten­cia entre sis­te­mas pode­ro­sos de mane­jo del agua con ini­cia­ti­vas loca­les que se basan en argu­men­tos aso­cia­dos a los dere­chos fun­da­men­ta­les y a las for­mas de vida. En pala­bras del inves­ti­ga­dor Swyngedouw:

Mientras que los movimientos sociales invocan a menudo los principios de los derechos universales del agua sobre la base de la necesidad biológica de acceso a volúmenes mínimos de calidad suficiente de agua con el fin de mantener el metabolismo del cuerpo y la reproducción social, tales llamados a los derechos de agua universales están sistemáticamente descalificados por llamados igualmente poderosos relacionados con derechos de propiedad y el uso exclusivo asociado con ellos. [Swyngedouw 2009: 59].

La apues­ta local es, enton­ces, por­que la ges­tión del agua no sólo debe ser públi­ca, sino que requie­re de un amplio mar­co demo­crá­ti­co. La defen­sa de lo públi­co impli­ca la recons­truc­ción de las for­mas de orga­ni­za­ción esta­tal par­ti­ci­pa­ti­vas y exi­ge más demo­cra­cia direc­ta. En este sen­ti­do, el acce­so al agua pota­ble se cons­ti­tu­ye en el pilar de la lucha por el agua con un fuer­te matiz des­de lo cotidiano.

Has­ta aho­ra se ha habla­do de las for­mas de defen­sa del agua pota­ble, el agua para el hogar. Como se men­cio­nó al ini­cio del apar­ta­do, otra de las estra­te­gias de defen­sa del dis­tri­to de rie­go tie­ne que ver con la imple­men­ta­ción de acti­vi­da­des pro­duc­ti­vas con un fuer­te carác­ter comu­ni­ta­rio. Estas acti­vi­da­des, rela­cio­na­das de for­ma direc­ta con la eco­no­mía cam­pe­si­na, son otra estra­te­gia uti­li­za­da a nivel local para recla­mar la pro­pie­dad sobre los cuer­pos de agua del dis­tri­to de rie­go, y así gene­rar esce­na­rios de defen­sa del terri­to­rio. Estas acti­vi­da­des plas­man las for­mas loca­les como se ve el agua en el pai­sa­je y logran gene­rar espa­cios de resis­ten­cia que par­ten de la pro­duc­ción comu­ni­ta­ria, por medio de dos modos de vida pun­tua­les: la pes­ca y la agricultura.

Con res­pec­to a la pes­ca, la for­ma de pro­duc­ción que cons­ti­tu­ye una estra­te­gia de defen­sa del terri­to­rio y del agua es por medio del cul­ti­vo de peces. Esta acti­vi­dad per­mi­te a las pobla­cio­nes loca­les posi­cio­nar for­mas de pro­duc­ción que mez­clan la ances­tra­li­dad de un ofi­cio como la pes­ca, con la nece­si­dad de con­ser­va­ción de los cuer­pos de agua que recla­man como pro­pios. Esta mez­cla se ve refle­ja­da en la imple­men­ta­ción de jau­las comu­ni­ta­rias de cría de peces bajo la figu­ra orga­ni­za­ti­va de la Red Pis­cí­co­la del Nor­te de Bolí­var; que actúa como orga­ni­za­ción som­bri­lla de cua­tro comi­tés loca­les de pes­ca­do­res arte­sa­na­les y de sub­sis­ten­cia. Esta red[7] es una de las for­mas loca­les de defen­sa del terri­to­rio del agua del dis­tri­to de riego.

Una de las prin­ci­pa­les preo­cu­pa­cio­nes de la Red es la dis­mi­nu­ción de peces en los cuer­pos de agua afec­ta­dos por varios fenó­me­nos: (i) dese­ca­mien­to de cié­na­gas, por medio de pas­to­reo o de cría de ani­ma­les como búfa­los; (ii) uso de tras­ma­llos y gran­des redes, que afec­tan los pes­ca­dos y el eco­sis­te­ma; y (iii) con­ta­mi­na­ción de las aguas, por apli­ca­ción de pes­ti­ci­das y fer­ti­li­zan­tes uti­li­za­dos en el mono­cul­ti­vo de la pal­ma de acei­te. En tér­mi­nos de ren­ta­bi­li­dad, otra de las deman­das loca­les es reco­no­cer la pro­duc­ción de peces arte­sa­na­les más allá de la sub­sis­ten­cia. A nivel local, se pro­po­ne que el mer­ca­do y la comer­cia­li­za­ción hacen par­te de las for­mas de reco­no­cer y vivir el terri­to­rio cam­pe­sino. En esta medi­da, se des­ta­ca la acti­vi­dad de pes­ca como base fun­da­men­tal de la sub­sis­ten­cia de las comunidades.

Todo esto, per­mi­te afir­mar que las jau­las comu­ni­ta­rias son una for­ma de recla­mo fren­te a la pro­pie­dad de los cuer­pos de agua del dis­tri­to de rie­go, los pla­yo­nes del com­ple­jo de Cié­ne­gas de María­la­ba­ja y los cana­les y arro­yos que hacen par­te del sis­te­ma hídri­co de la región. A con­ti­nua­ción, se refe­ren­cia un apar­ta­do de un comu­ni­ca­do públi­co de la Red en el cual se men­cio­na este pro­ce­so de apro­pia­ción de los espa­cios de agua:

Entre canoas y boliches, hombres y mujeres cultivan en el agua. Sí, así es; cultivan en el agua, porque en la ciénaga ya no hay peces y la tierra ya escasea. Para hacerle el quite a esta situación, más de 80 pescadores, entre hombres y mujeres, de los municipios de Mahates y Maríalabaja han complementado su tradicional papel de pescadores artesanales a la de cultivadores de peces. [CDS 2014]

Ade­más de la Red Pis­cí­co­la, exis­ten otras orga­ni­za­cio­nes loca­les de pro­duc­to­res o veci­nos que tam­bién pro­du­cen por este méto­do, que ha sido ata­ca­do des­de la alcal­día local y la empre­sa que admi­nis­tra el dis­tri­to de rie­go argu­men­tan­do que este tra­ba­jo gene­ra cam­bios en las carac­te­rís­ti­cas físi­cas, quí­mi­cas y bio­ló­gi­cas del agua. En todo el muni­ci­pio de María­la­ba­ja se esti­ma la pre­sen­cia de un total de 103 jau­las flo­tan­tes para un área de 19.850 metros cua­dra­dos. Las pobla­cio­nes de Puer­to San­tan­der, San Pablo, Correa, Ñan­gu­ma y Fla­men­co sobre­sa­len como pobla­cio­nes de pes­ca­do­res sin tie­rra cuya comer­cia­li­za­ción la hacen prin­ci­pal­men­te las muje­res de la cabe­ce­ra muni­ci­pal en los corregimientos.

La segun­da acti­vi­dad colec­ti­va que se tra­du­ce en una estra­te­gia de defen­sa del terri­to­rio en el mar­co del extrac­ti­vis­mo es la pro­duc­ción de par­ce­las comu­ni­ta­rias que es una ini­cia­ti­va que se dio de la mano de la Cor­po­ra­ción Desa­rro­llo Soli­da­rio. Pedro Nel Luna, fun­da­dor de la orga­ni­za­ción y un hom­bre de gran recor­da­ción local, fue quien ini­ció des­de el año 2002, con las pocas pobla­cio­nes que con­ti­nua­ban en la región en el con­tex­to de vio­len­cia, los pro­ce­sos de obten­ción de par­ce­las que serían entre­ga­das a pobla­cio­nes orga­ni­za­das de tra­ba­ja­do­res del cam­po que no con­ta­ran con tie­rra y que se logra­ran aco­mo­dar a una ini­cia­ti­va de pro­duc­ción comunitaria.

Basa­dos en el reto que impli­ca la pro­duc­ción en con­jun­to, las orga­ni­za­cio­nes socia­les bus­ca­ron diver­si­fi­car las for­mas de pro­duc­ción. En los últi­mos años se han imple­men­ta­do pro­yec­tos pro­duc­ti­vos de gana­de­ría inten­si­va, de siem­bra agro­eco­ló­gi­ca, de reco­lec­ción de aguas llu­vias para rie­go de par­ce­las y de api­cul­tu­ra; suma­do a las acti­vi­da­des de pes­ca en jau­las de cría. Esas acti­vi­da­des están acom­pa­ña­das de ase­so­rías téc­ni­cas que mane­ja CDS por medio de rela­cio­nes y pre­su­pues­tos obte­ni­dos de la coope­ra­ción internacional.

Uno de los prin­ci­pa­les de retos de esta for­ma de pro­duc­ción tie­ne que ver con las lógi­cas de ren­ta­bi­li­dad y de pro­duc­ción local. Tenien­do en cuen­ta que la tie­rra en la región se ha valo­ra­do bajo la ópti­ca de la pro­duc­ción por medio de mono­cul­ti­vos, las estra­te­gias loca­les de pro­duc­ción agro­eco­ló­gi­ca o diver­si­fi­ca­da no han sido teni­das en cuen­ta para prés­ta­mos de fomen­to agrí­co­la. El mer­ca­do al que se dedi­can estos empren­di­mien­tos comu­na­les se ha basa­do por lo gene­ral en mer­ca­dos orgá­ni­cos. En tér­mi­nos gene­ra­les se pro­du­ce una com­pe­ten­cia con el gran cul­ti­vo. Fren­te a las for­mas de com­pe­ten­cia con el mono­cul­ti­vo, un cam­pe­sino del muni­ci­pio menciona:

Antes podíamos tomar agua del arroyo, un vaso de agua y no tenía contaminación porque estos productos son nativos y si le agregamos un valor agregado a través del procesamiento podíamos adquirir ganancias y preservaríamos el medio ambiente, pero a nosotros el Estado no nos apoya para procesar estos productos porque dice que lo que hacemos no es rentable, que lo que es rentable es lo que viene de otros países, que nosotros tenemos que comprar las semillas a 20,000 y cuando nosotros la vamos a vender a 500 pesos, siempre tenemos que comprarle el kilo de semilla allá y comprarles los insumos que ellos dicen porque el abono nuestro no produce y esa contaminación nos ha hecho hoy que la economía campesina no parezca rentable ya que nos han metido productos transgénicos en nuestra economía.[8]

En con­clu­sión, des­de las acti­vi­da­des coti­dia­nas que tie­nen que ver con el uso del agua en el hogar y con el uso pro­duc­ti­vo y comu­ni­ta­rio se pue­den reco­no­cer for­mas pun­tua­les como las pobla­cio­nes cam­pe­si­nas defien­den el terri­to­rio y el agua del dis­tri­to de rie­go. Las for­mas de mover­se entre los espa­cios de pro­duc­ción comu­ni­ta­rios, el uso del agua, las estra­te­gias de defen­sa del agua pota­ble y los sis­te­mas de acue­duc­tos y sanea­mien­to bási­co ges­tio­na­dos de for­ma comu­nal, así como la cons­truc­ción de sis­te­mas de rie­go loca­les, son algu­nas de las for­mas como las muje­res y hom­bres del muni­ci­pio de María­la­ba­ja hacen fren­te al des­po­jo oca­sio­na­do por el extrac­ti­vis­mo. En estas prác­ti­cas men­cio­na­das se pue­de ver cla­ra­men­te como las pobla­cio­nes de cam­pe­si­nos y cam­pe­si­nas de María­la­ba­ja inte­gran cono­ci­mien­tos ambien­ta­les a la lucha por una ges­tión comu­ni­ta­ria de la natu­ra­le­za, y, ade­más, bus­can y pro­mue­ven la inte­gra­ción del ámbi­to coti­diano a las luchas comu­ni­ta­rias. En el siguien­te apar­ta­do se va a expli­car cómo estas prác­ti­cas coti­dia­nas esca­lan a pro­ce­sos comu­ni­ta­rios de más lar­go alcan­ce que impli­can una for­ma dife­ren­te de orga­ni­zar y vivir los terri­to­rios de agua.

Agua y organizaciones: la propuesta de un territorio campesino

Nos dimos cuen­ta que en los tiem­pos ante­rio­res había la flo­ra y la fau­na y el medio ambien­te que esta­ba en buen esta­do, ya que el cam­pe­sino no nece­si­ta­ba com­prar insu­mos, sino que los cogía del medio, por­que los agri­cul­to­res podían ven­der sus semi­llas y sem­brar sus semi­llas crio­llas. Des­pués los mono­cul­ti­vos (la pal­ma) fue­ron aca­ban­do con la eco­no­mía cam­pe­si­na, el agua esta­ba con­ta­mi­na­da, había ejér­ci­tos que pri­va­ti­za­ban la entra­da para estas par­tes, para no coger agua. En defi­ni­ti­va, no es vivir al lado de una fin­ca de plá­ta­nos.[9]

La his­to­ria de las orga­ni­za­cio­nes socia­les a nivel regio­nal vie­ne des­de la Aso­cia­ción de Usua­rios Cam­pe­sino[10]ANUC- y des­de las pri­me­ras accio­nes rela­cio­na­das con tomas de tie­rras, que se die­ron en los años seten­tas. La heren­cia de esta orga­ni­za­ción de carác­ter nacio­nal resul­tó a nivel local en una serie de comi­tés loca­les orga­ni­za­dos que se refe­ren­cian como las pri­me­ras for­mas de orga­ni­za­ción vere­dal. Los miem­bros de estos pri­me­ros bro­tes orga­ni­za­ti­vos se cen­tra­ron en pro­ble­má­ti­cas como la fal­ta de infra­es­truc­tu­ra para cole­gios, los pro­ble­mas rela­cio­na­dos con la pro­duc­ti­vi­dad, las carre­te­ras o el acce­so a mer­ca­dos, etc. Hacia 1996, lue­go de la quie­bra del arroz –que gene­ra­ba el 80 % del empleo local [CDS 2014] –, la vio­len­cia se inten­si­fi­ca en la zona; en un ini­cio, pro­ta­go­ni­za­da por las gue­rri­llas de las FARC-EP y, pos­te­rior­men­te, por gru­pos para­mi­li­ta­res. Esta épo­ca se expan­de has­ta el año 2005 cuan­do se da la des­mo­vi­li­za­ción del Blo­que Mon­tes de María y cuan­do los here­de­ros y here­de­ras de la ANUC retor­nan a la región con el obje­ti­vo de gene­rar tra­ba­jos con­jun­tos para recons­truir sus for­mas de rela­cio­nar­se y vivir en la región. Estas orga­ni­za­cio­nes, que comen­za­ron a tener fuer­za des­de ese año y que vie­nen acom­pa­ña­das de los pro­gra­mas de coope­ra­ción inter­na­cio­nal rela­cio­na­dos con la cons­truc­ción de paz, son las pro­ta­go­nis­tas de esta historia.

En Mon­tes de María exis­ten varios tipos de orga­ni­za­cio­nes que se dife­ren­cian en tér­mi­nos de esca­las de inci­den­cia y acción polí­ti­ca. Están las orga­ni­za­cio­nes que actúan des­de sus vere­das y se com­po­nen de veci­nos y ami­gos;[11] otras de mayor inci­den­cia, que reúnen estas orga­ni­za­cio­nes más peque­ñas y actúan en una lógi­ca de arti­cu­la­do­res de pro­pues­tas loca­les; y otras, con un papel más de acom­pa­ña­mien­to y ges­tión, tam­bién des­de la esca­la regio­nal. Ade­más, exis­ten orga­ni­za­cio­nes nacio­na­les que apo­yan pro­ce­sos pun­tua­les[12] y agen­cias de coope­ra­ción. Fren­te a estas últi­mas es cla­ve des­ta­car que la ayu­da ha sido enfo­ca­da en pro­ce­sos de cons­truc­ción de espa­cios de paz, esto por­que la zona ha sido víc­ti­ma del con­flic­to social y arma­do colom­biano [PODEC 2011].

Hablar de paz en la región es hablar de eco­no­mía cam­pe­si­na y de recla­mo por jus­ti­cia aso­cia­da al acce­so al agua. Fren­te al uso y acce­so al agua, los pri­me­ros deba­tes nacen de la preo­cu­pa­ción local por man­te­ner la pes­ca como par­te de la eco­no­mía cam­pe­si­na y como acti­vi­dad legal den­tro de los cuer­pos de agua del dis­tri­to de rie­go. A esto, se suma la denun­cia sobre la con­ta­mi­na­ción y los pro­ble­mas en el acce­so coti­diano al agua, casi todos impul­sa­dos por muje­res y rela­cio­na­dos con la imple­men­ta­ción del cul­ti­vo de pal­ma. El deba­te por el agua nace de una cri­sis rela­cio­na­da con la esca­sez del líqui­do y con los pro­ble­mas rela­cio­na­dos con su con­ta­mi­na­ción. Para las orga­ni­za­cio­nes loca­les las cri­sis gene­ran esce­na­rios de vul­ne­ra­bi­li­dad que son usa­dos como motor de defen­sa del terri­to­rio. Des­de el ini­cio del deba­te por la defen­sa del agua, que sur­gió aso­cia­do a pro­ble­mas de esca­sez y con­ta­mi­na­ción del agua, las orga­ni­za­cio­nes socia­les plan­tea­ron la nece­si­dad de reco­no­cer los cuer­pos de agua del dis­tri­to de rie­go de María­la­ba­ja como Patri­mo­nio Públi­co. Al res­pec­to, la Cor­po­ra­ción Desa­rro­llo Soli­da­rio –CDS- menciona:

Un paisaje que combina bosques, montañas y agua: es el distrito de riego de Maríalabaja. Es en realidad un patrimonio público de las comunidades de San Jacinto, Maríalabaja, Carmen de Bolívar y en general los Montes de María, así como de las ciudadanías cartageneras y bolivarenses.[13]

La defen­sa de la pro­pie­dad del agua se dio den­tro de las orga­ni­za­cio­nes loca­les en tér­mi­nos de defen­der los cuer­pos de agua como un bien común. Inde­pen­dien­te de su fun­cio­na­li­dad, el dis­tri­to de rie­go, que es admi­nis­tra­do des­de el sec­tor pri­va­do, está inser­to en las for­mas de pen­sar y vivir el terri­to­rio. En otras pala­bras, el deba­te sobre el acce­so al agua no solo se cons­tru­ye des­de su fun­cio­na­li­dad para las eco­no­mías cam­pe­si­nas sino que, sobre el agua se recla­man dere­chos de pro­pie­dad enten­di­dos más allá de la pro­pie­dad físi­ca y legal de la mis­ma. Esto es un aspec­to cla­ve para com­pren­der la estra­te­gia refe­ren­te a la pro­pues­ta de orde­na­mien­to espa­cial para la defen­sa del territorio.

En el deba­te por la defen­sa del agua, como vimos, se pue­den reco­no­cer las rela­cio­nes direc­tas de la pal­ma de acei­te con el des­po­jo de agua y tie­rra. Las pobla­cio­nes cam­pe­si­nas de la zona men­cio­nan que algu­nos de los dis­po­si­ti­vos de des­po­jo usa­dos por las empre­sas pal­mi­cul­to­ras son los ence­rra­mien­tos de los ojos de agua y jagüe­yes tra­di­cio­na­les, la con­ta­mi­na­ción y con­trol del acce­so. Este con­trol pue­de ser por la empre­sa pri­va­da que mane­ja la obra de infra­es­truc­tu­ra o por gru­pos para­mi­li­ta­res. Es así, que la gran apues­ta de las orga­ni­za­cio­nes loca­les par­te de un inte­rés por deli­mi­tar y orga­ni­zar el terri­to­rio alre­de­dor de cons­truir un espa­cio de paz, un espa­cio que garan­ti­ce la igual­dad en el acce­so al agua y un espa­cio don­de se pue­da ejer­cer la eco­no­mía cam­pe­si­na con las par­ti­cu­la­ri­da­des his­tó­ri­cas de la zona. En este sen­ti­do, se ha avan­za­do en diver­sas estra­te­gias de orde­na­mien­to terri­to­rial, que pasan por la cons­truc­ción de pro­pues­tas de zonas de pro­tec­ción de los modos de vida loca­les, has­ta pro­yec­tos pro­duc­ti­vos agro­eco­ló­gi­cos comu­na­les, que se adap­tan a las for­mas de tenen­cia de la tie­rra y la cría de peces.

Una de las prin­ci­pa­les accio­nes que se tejen des­de lo local tie­ne que ver con una serie de pro­pues­tas de orde­na­mien­to terri­to­rial a nivel regio­nal. En el año 2010, el Inco­der y el pre­si­den­te Juan Manuel San­tos pro­po­nen la cons­truc­ción de una Zona de Reser­va Cam­pe­si­na[14]ZRC- en la región. Al con­tra­rio de lo que suce­dió en otras par­tes del país, como el Mag­da­le­na Medio y el Cata­tum­bo, las ZRC para Mon­tes de María fue­ron pro­pues­tas por el gobierno y no fue­ron deli­mi­ta­das a nivel local; es más, la deli­mi­ta­ción pro­pues­ta no incluía el dis­tri­to de rie­go de María­la­ba­ja, cen­tro de las rei­vin­di­ca­cio­nes loca­les. El obje­ti­vo de las dos zonas pro­pues­tas era con­tro­lar la expan­sión de la gran pro­pie­dad y “con­so­li­dar la gober­na­bi­li­dad, for­ta­le­cer el teji­do social y moti­var el retorno de quie­nes fue­ron des­pla­za­dos”. Se pre­ten­día que los peque­ños pro­duc­to­res se con­vir­tie­ran en empre­sa­rios del cam­po, gra­cias a los pro­gra­mas de inver­sión públi­ca en tec­no­lo­gía, asis­ten­cia téc­ni­ca, infra­es­truc­tu­ra, edu­ca­ción, salud, vivien­da dig­na, fomen­to de pro­ce­sos aso­cia­ti­vos y acce­so a mer­ca­dos [Agui­le­ra 2013].

A los ojos loca­les, esta pro­pues­ta ter­mi­na sien­do fun­cio­nal a un mode­lo de desa­rro­llo rural que venía exclu­yen­do a cam­pe­si­nos y cam­pe­si­nas des­de la cons­truc­ción del dis­tri­to de rie­go: la pro­duc­ción de mono­cul­ti­vos. Según las pobla­cio­nes cam­pe­si­nas de la zona lo que pro­mo­vie­ron estas pro­pues­tas fue un ence­rra­mien­to de las zonas altas, dejan­do por fue­ra de los lími­tes de la ZRC la prin­ci­pal fuen­te de agua local: el dis­tri­to de rie­go de María­la­ba­ja. Es por ese moti­vo que esta pro­pues­ta fue rápi­da­men­te deba­ti­da y recha­za­da a nivel local.

Una de las prin­ci­pa­les accio­nes loca­les con­tra la pro­pues­ta del gobierno y el Inco­der fue evi­den­ciar el des­co­no­ci­mien­to esta­tal de la pre­sen­cia de cabil­dos indí­ge­nas y con­se­jos comu­ni­ta­rios afro­des­cen­dien­tes. Se ale­gó a nivel local que el Esta­do en cabe­za del Inco­der colo­ca­ba en ries­go la esta­bi­li­dad local al poner a com­pe­tir for­mas de orde­na­mien­to terri­to­rial. En esta medi­da, la pro­pues­ta de las orga­ni­za­cio­nes socia­les que sí incluían a cabil­dos y con­se­jos comu­ni­ta­rios fue renom­brar, rede­li­mi­tar y resig­ni­fi­car la pro­pues­ta de ZRC, con­vir­tién­do­la en una Zona Inter­cul­tu­ral de Pro­tec­ción Terri­to­rial ‑ZIPT-. Esta pro­pues­ta de deli­mi­tar los espa­cios de las eco­no­mías y las vidas coti­dia­nas de la zona se sus­ten­ta sobre la base de la pro­duc­ción comu­ni­ta­ria y la inte­gra­ción de todo tipo de uni­da­des del pai­sa­je, inclu­yen­do el agua.

El orga­nis­mo local pro­pues­to para pen­sar a pro­pues­ta de la ZIPT fue Mesa de Inter­lo­cu­ción y Con­cer­ta­ción – MIC‑, una pla­ta­for­ma de 150 orga­ni­za­cio­nes de toda la región de Mon­tes de María que se encar­gó del espa­cio de inter­lo­cu­ción direc­ta con el Esta­do. La MIC ‑que fun­cio­na en la actua­li­dad- tie­ne tres ejes temá­ti­cos: (i) terri­to­rios inter­cul­tu­ra­les, mode­los de desa­rro­llo rural y polí­ti­cas de acce­so a la tie­rra; (ii) medio ambien­te y recur­sos natu­ra­les; y (iii) edu­ca­ción, inves­ti­ga­ción e inno­va­ción tec­no­ló­gi­ca — comu­ni­ca­ción y cul­tu­ra [MIC 2014]. Bajo estos tres ejes temá­ti­cos se inte­gran todas las preo­cu­pa­cio­nes, que nacen des­de el auto­diag­nós­ti­co que rea­li­zan las orga­ni­za­cio­nes de base local. El tema del agua y la nece­si­dad de incluir el dis­tri­to de rie­go como par­te del terri­to­rio cam­pe­sino está inser­to en las preo­cu­pa­cio­nes rela­cio­na­das con medio ambien­te y recur­sos naturales.

Al res­pec­to del tema de ZRC, la Mesa de Inter­lo­cu­ción y Con­cer­ta­ción comen­ta en el docu­men­to públi­co que estruc­tu­ra las estra­te­gias y líneas de acción publi­ca­da en el 2014:

Proponemos la declaración de Montes de María como Zona Intercultural de Protección Territorial donde se impulsaran modelos de desarrollo rural sostenibles con criterios sociales, ambientales, culturales, éticos y de género. Proponemos como elemento principal el fortalecimiento y consolidación de la economía campesina, entendida como agricultura familiar, producción diversificada y agroecológica de alimentos [2014: 21].

Las figu­ras de orde­na­mien­to terri­to­rial, pen­sa­das des­de pro­ce­sos de auto­ges­tión del terri­to­rio tales como la Zona Inter­cul­tu­ral de Pro­tec­ción Terri­to­rial, son una estra­te­gia regio­nal de defen­sa del dis­tri­to de rie­go y el agua de la región, es decir, se con­fi­gu­ran en una estra­te­gia en con­tra del mode­lo extrac­ti­vis­ta pen­sa­do para la zona. La pro­pues­ta local está enca­mi­na­da en evi­tar que la deli­mi­ta­ción y cons­ti­tu­ción de las ZRC ter­mi­nen por gene­rar un fenó­meno de ence­rra­mien­to de los cam­pe­si­nos en medio de los cul­ti­vos de pal­ma y las zonas de pro­tec­ción del bos­que seco tro­pi­cal ‑Eco­sis­te­ma pro­te­gi­do por el gobierno nacional-.

Más allá de la deli­mi­ta­ción, y tenien­do en cuen­ta el con­tex­to de pro­tec­ción de zonas altas y garan­tías para el cul­ti­vo de pal­ma, la pro­pues­ta fun­da­men­tal de las orga­ni­za­cio­nes loca­les es lograr una defi­ni­ción de los con­cep­tos de desa­rro­llo rural y orde­na­mien­to terri­to­rial cons­trui­dos des­de la coti­dia­ni­dad [MIC 2014]. Ponien­do de mani­fies­to el papel estruc­tu­ran­te del agua con afir­ma­cio­nes como: “la pis­ci­na es la vida para muchos corre­gi­mien­tos que viene(n) a pes­car aquí”[15], las orga­ni­za­cio­nes socia­les apues­tan por una deli­mi­ta­ción con­sen­sua­da y ancla­da a las for­mas de vida loca­les. En este sen­ti­do, par­te de la cons­truc­ción local de un orde­na­mien­to terri­to­rial des­de la coti­dia­ni­dad tie­ne que ver con inte­grar los usos de la pro­duc­ción y el hogar, como se vio en el ante­rior apartado.

Otras for­mas de recla­mo que inte­gran el agua al deba­te de las orga­ni­za­cio­nes socia­les y que tie­nen que ser vis­tas den­tro de la gran pro­pues­ta de la cons­truc­ción de espa­cios de paz e igual­dad, tie­nen que ver con las siguien­tes deman­das: (i) la impo­si­bi­li­dad de con­ti­nuar con la pes­ca local y la afec­ta­ción a los sis­te­mas de abas­te­ci­mien­to de las pobla­cio­nes loca­les por medio de la dese­ca­ción de cié­na­gas; (ii) la apro­pia­ción y el uso inde­bi­do de pla­yo­nes y terre­nos comu­na­les –tie­rras que nacen del agua–. El mayor argu­men­to fren­te a esta deman­da es que el agua se ubi­ca en terre­nos de carác­ter públi­co y, por lo tan­to, cual­quier inter­ven­ción de algún agen­te pri­va­do está fue­ra de la ley y está vio­lan­do direc­ta­men­te las for­mas loca­les de acce­so al agua; (iii) la con­ta­mi­na­ción oca­sio­na­da por la pal­ma en las aguas del dis­tri­to de rie­go de María­la­ba­ja; y (iv) la pes­ca indus­trial y los efec­tos sobre los cuer­pos de agua de esta actividad.

Estas últi­mas deman­das demues­tran que más allá del pro­ble­ma de pri­va­ti­za­ción de agua, las preo­cu­pa­cio­nes loca­les tam­bién están aso­cia­das a un pro­ce­so de des­po­jo por con­ta­mi­na­ción del agua. Se des­ta­ca a nivel local como el pro­ce­so de con­ta­mi­na­ción afec­ta las for­mas de uso tra­di­cio­nal del agua y nie­ga de entra­da uno de los usos más impor­tan­tes para las pobla­cio­nes: el agua para con­su­mo, tal como se vio en el ante­rior apar­ta­do. Con la imple­men­ta­ción del cul­ti­vo de pal­ma y, tal como lo men­cio­na Isch [2010], los pro­ce­sos de des­po­jo de agua que se dan en la zona, en par­ti­cu­lar los rela­cio­na­dos con el cerra­mien­to de ojos de agua y la con­ta­mi­na­ción del recur­so en el dis­tri­to, se diri­gen a las aguas de mejor cali­dad, lo que inevi­ta­ble­men­te con­du­ce a que sean muchos más los que se que­dan sin can­ti­dad y cali­dad sufi­cien­te del líqui­do para las acti­vi­da­des coti­dia­nas [Isch 2010].

En todo caso a nivel local y de la mano con la pro­pues­ta de orde­na­mien­to terri­to­rial y ambien­tal las pobla­cio­nes cam­pe­si­nas de la región inte­gran for­mas de con­ser­va­ción de cuer­pos de agua. La más impor­tan­te de ellas tie­ne que ver con la refo­res­ta­ción de árbo­les que lla­man agua como el cara­co­lí y la apli­ca­ción de cono­ci­mien­tos loca­les para evi­tar el dese­ca­mien­to de los cuer­pos de agua y la pér­di­da de espe­cies nati­vas de peces, como el curru­lá, el mon­cho­lo, el maca­co, la dora­da y el boca­chi­co. Estas for­mas de con­trol y de recu­pe­ra­ción de espa­cios de agua tie­nen que ver con la apli­ca­ción de cono­ci­mien­tos ambien­ta­les locales:

Los conocimientos ambientales locales se constituyen en un cuerpo acumulativo de conocimientos, prácticas y creencias que evolucionan por procesos adaptativos y son transmitidos de generación a generación a través de la cultura. Estos conocimientos hablan sobre la relación de los seres vivos (incluyendo humanos) entre sí y con su entorno. Tales conocimientos abarcan el conocimiento local de los recursos naturales disponibles, como alimentos, medicinas, madera y leña y no sólo integran ideas sobre dónde están ubicados sino también la manera de cosechar, preparar y evitar la sobreexplotación [Horowitz 2015. Traducción propia].

En con­clu­sión, las orga­ni­za­cio­nes socia­les en la región tie­nen dife­ren­tes fren­tes de acción que resul­tan en una gran pro­pues­ta de deli­mi­ta­ción del terri­to­rio que es lla­ma­da la Zona Inter­cul­tu­ral de Pro­tec­ción Terri­to­rial. Esta zona inte­gra las deman­das rela­cio­na­das con el acce­so al agua del dis­tri­to de la región, que tie­ne dos pun­tos de vis­ta: (i) la nece­si­dad y la arti­cu­la­ción con las eco­no­mías cam­pe­si­nas y (ii) la pro­tec­ción fren­te a la con­ta­mi­na­ción oca­sio­na­da por la pal­ma. Una de las prin­ci­pa­les pro­pues­tas es incluir el dis­tri­to de rie­go y los cuer­pos de agua como colum­na ver­te­bral de la región en tan­to son las prin­ci­pa­les fuen­tes de agua de las pobla­cio­nes cam­pe­si­nas y en la medi­da que estos son luga­res don­de se pre­sen­ta dispu­ta con los empre­sa­rios de la palma.

Esta Zona de Pro­tec­ción Inter­cul­tu­ral par­te de una lec­tu­ra de las for­mas de des­po­jo del agua ejer­ci­da por el cul­ti­vo de pal­ma de acei­te y res­pon­de a este con­tex­to con pro­pues­tas con­cre­tas de cui­da­do y res­tau­ra­ción de las fuen­tes de agua. En tér­mi­nos gene­ra­les estas for­mas de rei­vin­di­ca­ción son par­te de una cons­truc­ción de terri­to­ria­li­da­des basa­dos en la defen­sa de lo públi­co. Estas estra­te­gias que serán com­ple­men­ta­das con las pro­pues­tas loca­les de uso del agua, por medio de acue­duc­tos loca­les y pro­ce­sos de pro­duc­ción agrí­co­la y pes­que­ra que nacen de ini­cia­ti­vas comu­ni­ta­rias, que se ana­li­za­ron ante­rior­men­te. Es intere­san­te notar como en el sal­to de la esca­la regio­nal la preo­cu­pa­ción por la inclu­sión de la vida coti­dia­na y los cono­ci­mien­tos ambien­ta­les n cla­ves en la defen­sa del terri­to­rio y la pro­yec­ción de un espa­cio orde­na­do des­de lo local.

***

Como un dato adi­cio­nal es cla­ve men­cio­nar que las estra­te­gias coti­dia­nas y las estra­te­gias aso­cia­das a las orga­ni­za­cio­nes socia­les y las pro­pues­tas de orde­na­mien­to terri­to­rial men­cio­na­das a lo lar­go del artícu­lo son cons­trui­das des­de la base de la lec­tu­ra crí­ti­ca del pasa­do. Esta rela­ción con el pasa­do se enun­cia con el fin de incen­ti­var otras inves­ti­ga­cio­nes al res­pec­to. Esto sobre la base, que has­ta el día de hoy este aspec­to no ha sido teni­do en cuen­ta cuan­do se rela­tan y ana­li­zan estra­te­gias de resis­ten­cia en el con­tex­to extrac­ti­vo en Lati­noa­mé­ri­ca de los últi­mos años.

Esto se sus­ten­ta dado que en Mon­tes de María, des­de la déca­da de los sesen­tas has­ta los ochen­tas, hom­bres y muje­res tra­ba­ja­ron para un cul­ti­vo de arroz que, a dife­ren­cia de la pal­ma, les per­mi­tía comer y tomar el agua del dis­tri­to de rie­go. La nos­tal­gia y la des­crip­ción del pasa­do del arroz es un argu­men­to de resis­ten­cia que par­te de un dis­cur­so aso­cia­do a la sobe­ra­nía ali­men­ta­ria y com­ple­ta el aba­ni­co de razo­nes por las cua­les las pobla­cio­nes cam­pe­si­nas del muni­ci­pio de María­la­ba­ja recla­man el dis­tri­to de rie­go y la cons­truc­ción de for­mas dife­ren­tes de dis­tri­buir y acce­der al agua, a la tie­rra y al tra­ba­jo. Un cam­pe­sino de la región men­cio­na como era la región antes de la lle­ga­da de la palma:

Nosotros vivíamos en el paraíso (…) teníamos el nuestro de cada día como dicen, teníamos como educar a nuestros hijos, teníamos como poder llevar a nuestros hijos al médico, porque teníamos una economía digamos estable (…) había campesinos que tenían unas vaquitas, que tenían cerdos, que tenían gallinas, que tenía cultivos, pescaban y además trabajaban en buenas horas y buenas tierras… el arroz salía del trabajo y el resto de la liga salía de las casas.[16]

Muchas cosas han cam­bia­do des­de enton­ces, los rela­tos de las estra­te­gias de resis­ten­cia loca­les están lle­nos de una nos­tal­gia por el pasa­do arro­ce­ro. Un pasa­do carac­te­ri­za­do por la abun­dan­cia de comi­da y agua. Por el con­tra­rio, en la épo­ca de la pal­ma y gra­cias al con­trol vio­len­to de la zona se modi­fi­ca­ron las rela­cio­nes socia­les y con la natu­ra­le­za, en la zona: el agua es pri­va­ti­za­da, las orga­ni­za­cio­nes socia­les son per­se­gui­das y la gen­te en defi­ni­ti­va no pue­de comer acei­te de pal­ma. Otro de los aspec­tos impor­tan­tes que dife­ren­cian la épo­ca del arroz con los cul­ti­vos de la pal­ma de acei­te tie­ne que ver con las rela­cio­nes labo­ra­les. En el caso de los tra­ba­ja­do­res de la pal­ma, estas rela­cio­nes se carac­te­ri­zan por: pocos empleos de mano de obra cali­fi­ca­da, emplea­dos esta­cio­na­les, bajos nive­les de empleo para muje­res y una rup­tu­ra en rela­ción con el con­trol y el uso del agua para regar la tie­rra. Pen­san­do en este tema de la nos­tal­gia como recur­so para los pro­ce­sos de resis­ten­cia, a nivel local se men­cio­na que mien­tras para los cul­ti­vos de arroz se reque­rían nue­ve jor­na­les por hec­tá­rea, con la pal­ma la nece­si­dad de jor­na­les se ve redu­ci­da a sólo uno por hectárea.

Este fenó­meno pro­du­ce lo que Tania Li Murray deno­mi­na sur­plus popu­la­tion, qué es defi­ni­do por la auto­ra como el momen­to don­de la pro­duc­ción comien­za a ser rea­li­za­da con nue­vas téc­ni­cas y, por lo tan­to, la mano de obra reque­ri­da es mucho menor. Es decir, cuan­do comien­za a sobrar mano de obra que otro­ra fue­ra uti­li­za­da por pro­yec­tos extrac­ti­vos que apli­ca­ban otras for­mas de pro­duc­ción y otros méto­dos de rela­cio­na­mien­to con los tra­ba­ja­do­res. Li men­cio­na que estas con­di­cio­nes se han gene­ra­li­za­do como con­se­cuen­cia de dos con­jun­tos de fuer­zas: una nue­va ron­da de pro­yec­tos extrac­ti­vos, que han des­po­seí­do a una gran can­ti­dad de pobla­ción rural; y la baja absor­ción de su mano de obra, que es “exce­den­te” a los reque­ri­mien­tos de la acu­mu­la­ción de capi­tal [Murray 2009].

Esto es una refe­ren­cia his­tó­ri­ca impor­tan­te para com­pren­der las rela­cio­nes don­de se pro­du­cen las estra­te­gias y prac­ti­cas men­cio­na­das a lo lar­go del artícu­lo. Esta men­ción del pasa­do, es una pro­pues­ta para pro­du­cir pre­gun­tas sobre la poten­cia­li­dad de reco­no­cer en la nos­tal­gia un terreno fér­til de la lucha con­tra el extractivismo.

Conclusiones: Agua y movimientos socioterritoriales

En con­clu­sión, este artícu­lo pre­sen­ta algu­nas estra­te­gias de resig­ni­fi­ca­ción de los terri­to­rios del agua del dis­tri­to de rie­go de María­la­ba­ja. Estas estra­te­gias de resig­ni­fi­ca­ción terri­to­rial tie­nen tres ejes fun­da­men­ta­les: (i) la defen­sa de lo colec­ti­vo y la rei­vin­di­ca­ción por el terri­to­rio, (ii) la pues­ta en prác­ti­ca de cono­ci­mien­to ambien­ta­les y (iii) los recla­mos coti­dia­nos en torno al acce­so al agua para la casa, el agua pota­ble. Final­men­te, se quie­re dejar sobre la mesa la dis­cu­sión sobre las poten­cia­li­da­des de reco­no­cer espa­cios de memo­ria y nos­tal­gia sobre el pasa­do para pro­fun­di­zar en las lec­tu­ras de las estra­te­gias de los movi­mien­tos socio­te­rri­to­ria­les en la defen­sa de sus aguas y territorios.

La pri­me­ra de las estra­te­gias atien­de a las ini­cia­ti­vas que des­de lo polí­ti­co se ade­lan­tan por orga­ni­za­cio­nes loca­les de dife­ren­tes nive­les de inci­den­cia y for­mas de rela­cio­na­mien­to con el Esta­do. Uno de los prin­ci­pa­les logros de esta for­ma de movi­li­za­ción fue la inte­gra­ción del deba­te del agua a los recla­mos por la tie­rra, en el mar­co de la cons­truc­ción de zonas de paz, de pro­tec­ción inter­cul­tu­ral y de deli­mi­ta­ción de terri­to­rios cam­pe­si­nos. La segun­da estra­te­gia está ata­da a las accio­nes que se dan des­de lo coti­diano y al recla­mo del agua pota­ble y las aguas para el hogar. La ter­ce­ra, y últi­ma estra­te­gia ana­li­za­da en el artícu­lo, tie­ne que ver con el uso del agua en pro­yec­tos pro­duc­ti­vos comu­ni­ta­rios que recla­man, des­de la acción y la gene­ra­ción de ali­men­tos para las pobla­cio­nes loca­les, los espa­cios del dis­tri­to de rie­go como suyos.

Las estra­te­gias de defen­sa del dis­tri­to de rie­go de María­la­ba­ja varían según el tipo de orga­ni­za­ción. En todo caso, cada una de las accio­nes, que se rea­li­zan des­de lo local has­ta lo regio­nal, vie­nen teji­das bajo pará­me­tros comu­nes que com­pren­den la impor­tan­cia de la defen­sa del terri­to­rio y el papel del agua para la vida coti­dia­na y orga­ni­za­ti­va. La apues­ta por reco­no­cer estas estra­te­gias loca­les par­te de la nece­si­dad de gene­rar una lec­tu­ra glo­bal del des­po­jo en esce­na­rios de extrac­ción. La idea de este artícu­lo fue pen­sar que los pro­ce­sos de resis­ten­cia local no solo son una con­se­cuen­cia deri­va­da del extrac­ti­vis­mo, sino que tam­bién se con­fi­gu­ran en esce­na­rios, que más allá de la denun­cia, per­mi­ten visua­li­zar, a futu­ro, terri­to­rios de igual­dad y paz.

Citas

Agra­dez­co los apor­tes de las per­so­nas que apo­ya­ron esta inves­ti­ga­ción, y la cons­truc­ción de pro­yec­tos con­jun­tos para visi­bi­li­zar las pro­ble­má­ti­cas y las solu­cio­nes que nacen de las pobla­cio­nes habi­tan­tes de los Mon­tes de María. Espe­cial­men­te, agra­dez­co a Dia­na Valle­jo y Dia­na Ojeda.

* Antro­pó­lo­ga, Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Colom­bia –UNAL-. Magís­ter en geo­gra­fía, Uni­ver­si­dad de los Andes –Colom­bia-. Docen­te e inves­ti­ga­do­ra, Cen­tro de Edu­ca­ción para el Desa­rro­llo, Cor­po­ra­ción Uni­ver­si­ta­ria Minu­to de Dios –UNIMINUTO S.P. catalina.qm@gmail.com

[1] Entre­vis­ta per­so­nal [2016] Juan Car­los, Vere­da la Supre­ma. Muni­ci­pio de Maríalabaja.

[2] Es impor­tan­te men­cio­nar que esta inves­ti­ga­ción par­te de un pro­ce­so de inves­ti­ga­ción en co-labor que sig­ni­fi­có en la prác­ti­ca un pro­ce­so de antro­po­lo­gía por deman­da [Sega­to 2010] dón­de fue­ron las orga­ni­za­cio­nes socia­les las que apos­ta­ron por el uso de con­cep­tos para ali­men­tar los esce­na­rios loca­les de for­ma­ción e inves­ti­ga­ción [Ley­va X; Spped, S., 2008]

[3] El artícu­lo men­cio­na el con­cep­to de des­po­jo rela­cio­na­do con los pos­tu­la­dos de David Har­vey en la des­crip­ción del pro­ce­so de acu­mu­la­ción por des­po­jo [Har­vey 2004] que se refie­re a pro­ce­sos vio­len­tos, en la mayo­ría de los casos, de pri­va­ción de bie­nes con el fin de garan­ti­zar la expan­sión del capi­ta­lis­mo. Sin embar­go, este artícu­lo, pre­ten­de poner en mani­fies­to los efec­tos coti­dia­nos de dichos pro­ce­sos. Para este fin, de la mano de los pos­tu­la­dos de Dia­na Oje­da “Si bien (el des­po­jo) en tér­mi­nos gene­ra­les se entien­de como la pér­di­da por medios vio­len­tos de la pose­sión de un bien, el des­po­jo per­mi­te pre­gun­tar­se no solo por la mane­ra como se pri­va de la pro­pie­dad de los recur­sos a alguien o a un gru­po de per­so­nas, sino cómo se dispu­tan las diver­sas for­mas de uso, acce­so, con­trol y repre­sen­ta­ción de los recur­sos en la vida coti­dia­na” [Oje­da 2016: 20].

[4] La ley de Refor­ma Agra­ria a la que se hace refe­ren­cia es la Ley 135 de 1961 (Diciem­bre 13, 1961) ―Sobre refor­ma social agra­ria”. El Con­gre­so de Colom­bia Dia­rio Ofi­cial. Año XCVIII. N. 30691. 20, Diciem­bre, 1961. Esta ley es la úni­ca en su esti­lo en Colom­bia en los últi­mos años. Fue rea­li­za­da por un pre­si­den­te del par­ti­do libe­ral ‑Car­los Lle­ras Res­tre­po- y se imple­men­tó de la mano de pro­gra­mas inter­na­cio­na­les para el Desa­rro­llo como la Alian­za para el Pro­gre­so y la Revo­lu­ción Verde.

[5] Entre­vis­ta Per­so­nal [2016] Ánge­la, Cam­pe­si­na Maríalabaja.

[6] Vale la pena acla­rar que, para el estu­dio de cali­dad de agua rea­li­za­do por el Minis­te­rio de salud a nivel nacio­nal, se toma­ron 30 mues­tras en el muni­ci­pio de María­la­ba­ja, todas ellas urba­nas. No exis­ten datos de con­trol de cali­dad de agua a nivel rural, que pue­dan supo­ner una cali­fi­ca­ción de riesgo.

[7] La Red está com­pues­ta por: la Aso­cia­ción de Pes­ca­do­res de Maha­tes –Aso­pe­ma–; el Comi­té de Coope­ra­ción Cul­tu­ral de Game­ro, en Maha­tes; Aso­pri­ni, en La Supre­ma, vere­da de María­la­ba­ja; y el Comi­té del barrio Puer­to San­tan­der, en el cas­co urbano de este últi­mo Municipio.

[8] Entre­vis­ta per­so­nal [2016] Juan Manuel, Cam­pe­sino de Maríalabaja.

[9] Entre­vis­ta Per­so­nal [2016] Ricar­do, Cam­pe­sino Maríalabaja.

[10] La Aso­cia­ción de Usua­rios Cam­pe­si­nos ‑ANUC- fue una orga­ni­za­ción a nivel nacio­nal impul­sa­da por la ley de Refor­ma Agra­ria de 1961. Esta aso­cia­ción fue un refe­ren­te nacio­nal de orga­ni­za­ción cam­pe­si­na pues­to que comen­zó un pro­ce­so de crí­ti­ca y defen­sa de la tie­rra bajo el lema “La tie­rra para quien la tra­ba­ja”. Para más infor­ma­ción [Ver Zamosc 1987]

[11] Las orga­ni­za­cio­nes loca­les que par­ti­ci­pa­ron de esta inves­ti­ga­ción son: Aso­cia­ción Pri­me­ro los Niños de la vere­da de La Supre­ma –Aso­pri­ni –, Aso­cia­ción de Cam­pe­si­nos de San José de Pla­yón –Aso­pla­yón – y Aso­cia­ción de Cam­pe­si­nos de Palo-Alti­co –Aso­pa­loal­ti­co.

[12] En tér­mi­nos regio­na­les, las orga­ni­za­cio­nes socia­les que se des­ta­can son: la Orga­ni­za­ción de Per­so­nas Cam­pe­si­nas y Étni­cas Des­pla­za­das –OPDS– y la Cor­po­ra­ción Desa­rro­llo Soli­da­rio –CDS–. Como orga­ni­za­cio­nes nacio­na­les se des­ta­can: la Aso­cia­ción Nacio­nal de Zonas de Reser­va Cam­pe­si­na –ANZORC– y el Con­gre­so de los Pueblos.

[13] Frag­men­to edi­to­rial: El dis­tri­to de rie­go de María­la­ba­ja ¿Patri­mo­nio públi­co? CDS. Par­ce­la Infor­ma­ti­va, núme­ro 5 ‑26 de mayo 2015.

[14] Las Zonas de Reser­va Cam­pe­si­na ‑ZRC son figu­ras jurí­di­cas de pro­tec­ción de terri­to­rios cam­pe­si­nos que están con­tem­pla­das en la ley 160 de 1996. El obje­ti­vo de estas zonas es regu­lar los pro­ce­sos de colo­ni­za­ción y pre­ve­nir la ven­ta masi­va de tie­rras de cam­pe­si­nos y peque­ños pro­pie­ta­rios [Ver Ose­jo 2012].

[15] Cam­pe­sino, Red Pis­cí­co­la del Nor­te de Bolí­var, docu­men­tal Siem­bras de agua dul­ce, 2015.

[16] Entre­vis­ta per­so­nal [2016] Juan Car­los, Cam­pe­sino Maríalabaja.

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2014 Infor­me nacio­nal de la cali­dad del agua para con­su­mo humano año 2013 con base en el IRCA. Recu­pe­ra­do de: https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/PP/SA/informe-nacional-de-la-calidad-del-agua-para-consumo-humano-ano-2013-con-base-en-el-irca.pdf
2011 Infor­me Nacio­nal Cali­dad de Agua para Con­su­mo Humano. Julio de 2007 – Diciem­bre de 2011. Recu­pe­ra­do de: https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/PP/SA/Informe-Nacional-Calidad-Agua-2007–2011.pdf

Mos­que­ra, San­dra; olga Nie­to y car­los Tapia
2015 Hume­da­les para la gen­te: visio­nes des­de lo local. Ins­ti­tu­to de Inves­ti­ga­ción de Recur­sos Bio­ló­gi­cos Ale­xan­der von Hum­boldt. Bogo­tá D.C., Colombia.

Murray, Tania
2010 To Make Live or Let Die? Rural Dis­pos­ses­sion and the Pro­tec­tion of Sur­plus popu­la­tions. Anti­po­de, 41: 66–93.

Oje­da, Diana
2016 Los pai­sa­jes del des­po­jo: pro­pues­tas para un aná­li­sis des­de las recon­fi­gu­ra­cio­nes socio­es­pa­cia­les. Revis­ta Colom­bia­na de Antro­po­lo­gía, 52 (2): 19–43.

Oje­da, Dia­na; Jen­ni­fer Petzl; Cata­li­na Qui­ro­ga; Ana cata­li­na Rodrí­guez y Juan Rojas
2015 Pai­sa­jes del des­po­jo coti­diano: aca­pa­ra­mien­to de tie­rra y agua en Mon­tes de María, Colom­bia. Revis­ta de Cien­cias Socia­les, 54: 107–119.

Pla­ta­for­ma de Orga­ni­za­cio­nes de Desa­rro­llo Euro­peas en Colom­bia – PODEC- 
2011 Aná­li­sis del plan de con­so­li­da­ción de Mon­tes de María: Una mira­da des­de el desa­rro­llo, la demo­cra­cia, los dere­chos huma­nos y la coope­ra­ción inter­na­cio­nal. Bole­tín No. 6.

Pro­gra­ma de las Nacio­nes Uni­das para el Desa­rro­llo ‑PNUD-
2010 Los Mon­tes de María: aná­li­sis de la con­flic­ti­vi­dad. Recu­pe­ra­do de: http://www.undp.org/content/dam/undp/documents/projects/COL/00058220/Analisis%20conflcitividad%20Montes%20de%20Maria%20PDF.pdf
2006 Infor­me sobre Desa­rro­llo Humano 2006 Publi­ca­do para el Pro­gra­ma de las Nacio­nes Uni­das para el Desa­rro­llo (PNUD) Más allá de la esca­sez: Poder, pobre­za y la cri­sis mun­dial del agua. Recu­pe­ra­do de: http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_2006_es_completo.pdf

Repis­bo­bol, CDSAIDA 
2015 Pro­ble­má­ti­cas y poten­cia­li­da­des de la pes­ca y pis­ci­cul­tu­ra en el nor­te de Bolí­var. Foro de Pes­ca y Pis­ci­cul­tu­ra del Nor­te del Bolívar.

Ripoll de Lemai­tre, María
1997 Cen­tral Colom­bia. Ini­cios de la indus­tria­li­za­ción del Cari­be Colom­biano. Bole­tín Cul­tu­ral y Biblio­grá­fi­co del Ban­co de la Repu­bli­ca, 34 (45).

Sega­to, Rita
2010 En bus­ca de cla­ves de lec­tu­ra y de un voca­bu­la­rio estra­té­gi­co des­co­lo­nial, en La Cues­tión Des­co­lo­nial, Aní­bal Qui­jano y Julio Mejía Nava­rre­te (eds.). Uni­ver­si­dad Ricar­do Pal­ma — Cáte­dra Amé­ri­ca Lati­na y la Colo­nia­li­dad del Poder, Lima.

Swyn­ge­douw, Erik
2009 La eco­no­mía polí­ti­ca y eco­lo­gía polí­ti­ca del ciclo hidro­so­cial. Con­se­jo de Uni­ver­si­da­des sobre recur­sos de agua. Revis­ta de inves­ti­ga­ción y edu­ca­ción de agua con­tem­po­rá­nea. Tema 142.
1999 Moder­nity and hybri­dity: Natu­re, rege­ne­ra­cio­nis­mo, and the pro­duc­tion of the Spa­nish waters­ca­pe, 1890–1930. Annals of the Asso­cia­tion of Ame­ri­can Geo­graphers, 89.

Watts, Michael
2000 Poli­ti­cal Eco­logy, en A Com­pa­nion to Eco­no­mic Geo­graphy, Eric Shep­pard y Tre­vor Bar­nes (ed.). Black­well Publishers: 257–274.

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Cómo citar ¬

Catalina Quiroga Manrique, «Agua para regar la tierra y cultivar la vida: Movimientos socioterritoriales y defensa del agua en Montes de María, Bolívar, Colombia», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-13/dossier-quiroga-manrique/
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