Agua para regar la tierra y cultivar la vida:
Movimientos socioterritoriales y defensa del agua en Montes de María, Bolívar, Colombia

Water to irri­gate the land and cul­ti­vate life: Socioter­ri­to­r­i­al move­ments and water defense in Montes de Maria, Bolí­var, Colom­bia

Catali­na Quiroga Man­rique*

Recibido: 21 de diciem­bre de 2017
Acep­ta­do: 19 de mayo de 2018

Resumen

Los estu­dios de ecología políti­ca en Améri­ca Lati­na han avan­za­do en la com­pren­sión de la inter­relación entre las escalas de pro­duc­ción de la nat­u­raleza y sus efec­tos locales. Este estu­dio de caso anal­iza las respues­tas locales a esce­nar­ios extrac­tivos, par­tic­u­lar­mente monocul­tivos que están rela­cionadas con el mane­jo del agua. Montes de María es una sub­región ubi­ca­da al norte de Colom­bia. Históri­ca­mente esta zona ha sido pen­sa­da como un espa­cio de pro­duc­ción de ali­men­tos y agro­com­bustibles a gran escala. En 1960 con dineros prove­nientes de proyec­tos de desar­rol­lo se instaló un dis­tri­to de riego que per­mi­tió la con­sol­i­dación del enclave extrac­ti­vo. La con­struc­ción de infraestruc­tura agrí­co­la gen­eró pro­ce­sos de despo­jo de tier­ras y agua que afec­taron a los campesinos habi­tantes de la zona. En este sen­ti­do, este artícu­lo pre­tende mostrar cómo el agua y la infraestruc­tura agrí­co­la, que otro­ra causará despo­jo, es integra­da a las luchas por el ter­ri­to­rio des­de la déca­da de los 2000. Se desta­can en el escrito tres mecan­is­mos de defen­sa de los ter­ri­to­rios de agua: (i) inte­gración de conocimien­tos ambi­en­tales, (ii) inte­gración del ámbito cotid­i­ano a las luchas comu­ni­tarias y (iii) defen­sa de lo públi­co.

Pal­abras clave: movimien­tos socioter­ri­to­ri­ales – monocul­tivos – agua – cotid­i­an­idad

Abstract

Polit­i­cal ecol­o­gy stud­ies in Latin Amer­i­ca have advanced in the com­pre­hen­sion of the inter­re­la­tion­ship between the scales of pro­duc­tion in nature and their local effects. This case study is based on a par­tic­u­lar con­flict in Montes de María (a sub­re­gion locat­ed at the north of Colom­bia). The local respons­es to extrac­tive sce­nar­ios, par­tic­u­lar­ly the mono­cul­ture farm­ing relat­ed to water man­age­ment, are the key com­po­nents of this inves­ti­ga­tion. His­tor­i­cal­ly, this region has been planned as a large-scale lieu of food and agro fuel pro­duc­tion. In the 1970s, an irri­ga­tion sys­tem was installed using fund­ing from devel­op­ing projects. This allowed the extract­ing enclave con­sol­i­da­tion. Farm­ing infra­struc­ture result­ed in dif­fer­ent despoiled land and water process­es affect­ing local peas­ants. In this sense, this paper pre­tends to show how water and farm­ing infra­struc­ture, which pre­vi­ous­ly caused despoil­ment, are linked to the ter­ri­to­r­i­al con­flicts which occurred dur­ing the 2000s. Three main defen­sive mech­a­nisms of water ter­ri­to­ries stand out: 1) inte­gra­tion of envi­ron­men­tal knowl­edge, 2) inte­gra­tion of the dai­ly ambit to the com­mu­ni­ty protests, and 3) defense of what is con­sid­ered pub­lic.

Key words: socio-ter­ri­to­r­i­al move­ments – mono­cul­tures – water — dai­ly life

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Introducción

Nosotros teníamos unos ojos de agua que eran todo el año, los que vivían allá cogían agua allá, los que vivíamos acá cogíamos agua acá y no teníamos que hac­er pozos. En esos momen­tos, ust­ed iba a esa zan­ja y había agua cor­rien­do, todo el año agua cor­rien­do. Lle­gan­do Sem­ana San­ta, ust­ed llev­a­ba agua en jar­ras, era agua cristal… hoy no, en esos tiem­pos era cal­i­dad de agua, hoy el agua corre con grasa de la pal­ma. [1]

Grandes y medi­anos dueños de tier­ras, campesinos y pescadores han usa­do el agua del dis­tri­to de riego de Maríal­aba­ja de for­mas muy difer­entes. Para las pobla­ciones locales, el dis­tri­to de riego ha sig­nifi­ca­do una posi­bil­i­dad de acced­er al agua para sus activi­dades pro­duc­ti­vas y la vida cotid­i­ana. Lavar la loza, lavar la ropa, hac­er cube­tas de hielo, coci­nar, limpiar los patios y pon­er­le agua al sue­lo para que no se sien­tan las altas tem­per­at­uras, son sólo algunos de los usos cotid­i­anos del agua que con­tiene la infraestruc­tura agrí­co­la. Para ter­rate­nientes y dueños de grandes y medi­anas exten­siones de tier­ra, el agua del dis­tri­to sig­nifi­ca la opor­tu­nidad de pro­ducir dinero por medio de la explotación de la tier­ra, espe­cial­mente a través del cul­ti­vo de pal­ma de aceite. Para los habi­tantes del cas­co urbano del munici­pio de Maríal­aba­ja, el dis­tri­to de riego es la fuente fun­da­men­tal de su acue­duc­to. Así, para todos los actores el agua que con­tiene esta obra de infraestruc­tura es un ele­men­to vital.

Este artícu­lo argu­men­ta que el agua es integra­da a las luchas por el ter­ri­to­rio de tal for­ma que se con­vierte en parte fun­da­men­tal de la per­cep­ción del espa­cio y de los ejer­ci­cios locales de ter­ri­to­ri­al­ización y resisten­cia. En este sen­ti­do, el agua es integra­da al dis­cur­so y las luchas socioter­ri­to­ri­ales locales por medio de tres mecan­is­mos gen­erales: (i) Inte­gración de conocimien­tos ambi­en­tales, (ii) inte­gración del ámbito cotid­i­ano y pri­va­do a las luchas comu­ni­tarias, y (iii) defen­sa de lo públi­co y dis­cu­siones acer­ca de la propiedad del agua. Estas dis­cu­siones inte­gran pro­ce­sos de colec­tivización de la propiedad y la pro­duc­ción.[2]

La inves­ti­gación parte de una lec­tura des­de la per­spec­ti­va de la ecología políti­ca. Ésta exam­i­na las rela­ciones entre actores con su entorno y tiene como ref­er­en­cia el análi­sis del andami­a­je insti­tu­cional, cul­tur­al y económi­co que envuelve la con­struc­ción de paisajes y ter­ri­to­rios locales y su proyec­ción y relación con escalas regionales, nacionales y mundi­ales. La ecología políti­ca se basa en la premisa que “la nat­u­raleza es pro­duci­da social­mente de man­era socio-económi­ca, cul­tur­al, políti­ca o insti­tu­cional” [Coro­n­a­do y Dietz 2013: 98]. En este sen­ti­do, teóri­ca­mente, el artícu­lo parte de la necesi­dad de recono­cer las alter­na­ti­vas locales a la desigual­dad en acce­so y uso de la nat­u­raleza, en par­tic­u­lar, el agua, en con­tex­tos de extrac­tivis­mo [Watts 2000, Martínez 2002]. En este artícu­lo se resaltan las for­mas locales de defen­sa y uso del agua con el fin de recono­cer la mul­ti­di­men­sion­al­i­dad de las desigual­dades y las inter­de­pen­den­cias entre lo local, lo nacional, lo transna­cional y lo glob­al [Göbel Gón­go­ra-Mera y Ulloa 2014]; un aspec­to fun­da­men­tal para com­pren­der los flu­jos del poder rela­ciona­dos con pro­ce­sos de despo­jo[3] y defen­sa del agua en esce­nar­ios extrac­tivos.

En resumen, teóri­ca­mente, el artic­u­lo bus­ca pon­er en man­i­fiesto las rela­ciones y pro­duc­ciones espa­ciales que resul­tan de la imple­mentación de proyec­tos extrac­tivos sobre la nat­u­raleza. La ecología políti­ca, en este sen­ti­do, nos per­mite recono­cer las rela­ciones mul­ti­tem­po­rales, mul­ti­escalares, mul­ti­a­gente y mul­ti­si­tu­adas que se dan en los con­flic­tos socio ambi­en­tales [Del Cairo et al. 2014] se desta­can de for­ma par­tic­u­lar las con­struc­ciones locales que se dan frente a la imple­mentación de los proyec­tos aso­ci­a­dos al proyec­to cap­i­tal­ista del desar­rol­lo. Este es un tra­ba­jo que apues­ta por una descrip­ción den­sa [Geertz 1983] de la real­i­dad, con el fin de pre­sen­tar las posi­bil­i­dades de acción y las fugas que se dan a niv­el local de cara a la imposi­ción de una for­ma de vida a través de la con­struc­ción de infraestruc­tura y los planes de políti­ca públi­ca rela­ciona­dos. El artícu­lo, en tér­mi­nos teóri­co-metodológi­cos apues­ta, además, por una pro­duc­ción etno­grá­fi­ca críti­ca, que se real­izó de la mano de las orga­ni­za­ciones sociales pen­san­do en la pro­duc­ción de dis­cur­sos y pro­ce­sos en defen­sa del ter­ri­to­rio y del agua.

Montes de María es una sub­región ubi­ca­da en la cos­ta norte colom­biana entre los depar­ta­men­tos de Bolí­var y Sucre. Esta zona cuen­ta con una cade­na mon­tañosa lla­ma­da la Ser­ranía de San Jerón­i­mo. Además, cuen­ta con un sis­tema de cié­na­gas y cuer­pos de agua que incluyen el río Mag­dale­na, el Canal del dique, la Cié­na­ga y el dis­tri­to de riego de Maríal­aba­ja. Esta inves­ti­gación se cen­tró en la zona norte que com­prende el dis­tri­to de riego y la cié­na­ga de Maríal­aba­ja. La región está habita­da por gru­pos campesinos que des­de los años de 1960 han esta­do involu­cra­dos en la lucha por la tier­ra en Colom­bia. Además, hacen parte de esta región con­se­jos comu­ni­tar­ios afrode­scen­di­entes y cabil­dos indí­ge­nas Zenúes. Para el desar­rol­lo del artícu­lo se tomaron como ref­er­en­cia las acciones tan­to indi­vid­uales como colec­ti­vas de los miem­bros de las orga­ni­za­ciones sociales de carác­ter veredal y region­al que se encuen­tran en las inmedia­ciones del dis­tri­to de riego en el munici­pio de Maríal­aba­ja. Este munici­pio es un ref­er­ente de las orga­ni­za­ciones sociales, dado que de allí sur­gen varias de las ini­cia­ti­vas y prop­ues­tas de gestión comu­ni­taria del agua y de orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al que se expanden por toda la región de Montes de María. Es en este munici­pio que se ubi­can los movimien­tos socioter­ri­to­ri­ales pro­tag­o­nistas de las for­mas de resisten­cia por el agua en la región. Se entiende en el tex­to por movimien­tos socioter­ri­to­ri­ales como aque­l­los gru­pos que cen­tran sus reivin­di­ca­ciones en la defen­sa del ter­ri­to­rio como base del debate por la garan­tía de dere­chos [Fer­nan­des 2005].

Para com­pren­der estos ejer­ci­cios de resisten­cia es nece­sario cono­cer que la his­to­ria de la región de Montes de María ha esta­do atrav­es­a­da por esce­nar­ios de vio­len­cia. Sin embar­go, los movimien­tos socioter­ri­to­ri­ales de campesinos, indí­ge­nas y afrode­scen­di­entes han sido partícipes de prop­ues­tas de orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al basa­dos en la con­struc­ción de espa­cios de paz. Para com­pren­der el con­tex­to de nacimien­to y lucha de los movimien­tos socioter­ri­to­ri­ales que hacen pres­en­cia en la actu­al­i­dad es impor­tante recono­cer la his­to­ria de la con­struc­ción del dis­tri­to de riego y el pro­ce­so de orga­ni­zación social que resul­ta luego de la arremeti­da para­mil­i­tar.

La his­to­ria del dis­tri­to de riego de Maríal­aba­ja comien­za en la déca­da de 1960 en el con­tex­to de refor­ma agraria.[4] Antes del dis­tri­to de riego hacían pres­en­cia en la región grandes inge­nios azu­careros que que­braron por prob­le­mas aso­ci­a­dos al abastec­imien­to de agua [Ripoll 1997] es por esta razón que el dis­tri­to se con­struye con el fin de brindar agua durante todo el año al monocul­ti­vo, para esta época fue muy impor­tante el arroz [Inco­ra 1962]. La infraestruc­tura del dis­tri­to de riego pro­du­jo con­troles sobre el agua y cam­bios en las prác­ti­cas cotid­i­anas aso­ci­adas al uso y al acce­so. Además, pro­du­jo despo­jo de tier­ras al desplazar campesinos para la inun­dación de las repre­sas y per­mi­tió que en las tier­ras mecan­iz­ables –tier­ras bajas- se lle­vara a cabo la parcelación y tit­u­lación de tier­ras a campesinos. Luego, a prin­ci­p­ios de la déca­da de 1990, la aper­tu­ra económi­ca y el recrudec­imien­to de la vio­len­cia para­mil­i­tar desplazaron campesinos, que­braron a los arro­ceros ‑prin­ci­pales ben­e­fi­cia­r­ios del dis­tri­to- y abrieron el camino para la lle­ga­da de inver­sion­istas que establecieron cul­tivos de pal­ma de aceite, con­tin­uan­do con el pro­ce­so de con­trol del líqui­do.

Pos­te­ri­or­mente, la vio­len­cia para­mil­i­tar, que tuvo su apo­geo durante los primeros cin­co años de la déca­da de los 2000, desplazó a cien­tos de per­sonas de sus tier­ras y de sus hog­a­res en los caseríos [Cen­tro Nacional de Memo­ria Históri­ca 2010]. Cin­co años después, des­de el año 2005, estos hom­bres y mujeres retornaron a sus patios y sus tier­ras [ILSA 2012]. En este pro­ce­so de retorno, las pobla­ciones campesinas comien­zan a con­stru­ir orga­ni­za­ciones locales que bus­can retomar algu­nas de las activi­dades pro­duc­ti­vas y políti­cas que tenían antes de la inten­si­fi­cación de la vio­len­cia para­mil­i­tar y la imple­mentación del cul­ti­vo de pal­ma de aceite. Todo esto se hace con el apoyo y el acom­pañamien­to de agen­cias de coop­eración inter­na­cional y los planes nacionales de con­sol­i­dación. Este retorno se da en el mis­mo año de la desmov­i­lización del Bloque Para­mil­i­tar Montes de María [Cen­tro Nacional de Memo­ria Históri­ca 2010] en un con­tex­to donde la vio­len­cia seguía vigente.

El retorno a la tier­ra viene acom­paña­do de una serie de estrate­gias de resisten­cia y de defen­sa del agua y de la tier­ra, en el mar­co de la con­struc­ción de un ter­ri­to­rio de paz. Las prin­ci­pales estrate­gias, que son sobre las que ver­sa este escrito, estu­vieron basadas en: (i) la inte­gración de conocimien­tos ambi­en­tales, (ii) la inte­gración del ámbito cotid­i­ano a las luchas comu­ni­tarias. Y, final­mente, (iii) la defen­sa de lo públi­co que se basa en la con­for­ma­ción de orga­ni­za­ciones sociales y la prop­ues­ta de un orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al region­al, que tiene como eje la economía campesina y las prác­ti­cas de uso de agua rel­a­ti­vas a esta activi­dad.

En resumen, este artícu­lo se con­cen­tra en el pro­ce­so de con­struc­ción de for­mas de resisten­cia cotid­i­ana con­tex­tu­al­izadas en esce­nar­ios de extrac­ción de pal­ma de aceite. La apues­ta gen­er­al de este artícu­lo es, en pal­abras de Swyn­ge­douw, “imag­i­nar for­mas de orga­ni­zación hidroso­cial difer­entes, más inclu­si­vas, sostenibles y equi­tati­vas, que impli­can imag­i­nar for­mas de orga­ni­zación social pre­sum­i­ble­mente democráti­cas y más efi­caces” [Swyn­ge­douw 2009: 55].

Para explicar las tres estrate­gias de defen­sa del agua y la tier­ra en el con­tex­to de la imple­mentación de cul­ti­vo de pal­ma se uti­lizan dos tipos de voces: una voz públi­ca y una voz pri­va­da. La voz públi­ca cor­re­sponde a las opin­iones y acciones conc­re­tas des­de las orga­ni­za­ciones sociales. Esta voz se enun­cia como tal y resul­ta de lec­turas de comu­ni­ca­dos y de otras for­mas de social­ización local del prob­le­ma. La voz pri­va­da cor­re­sponde a las acciones conc­re­tas real­izadas des­de los espa­cios pri­va­dos, como el hog­ar. ¿Quiénes usan el agua? Y ¿para qué la usan? Son las pre­gun­tas fun­da­men­tales para recono­cer esta voz, una voz que resul­ta enun­ci­a­da, en su may­oría, por mujeres y niños.

Final­mente, el artícu­lo está divi­do en cua­tro aparta­dos. El primer aparta­do Agua y monocul­tivos en améri­ca lati­na: un acer­camien­to al pro­ce­so de expan­sión de los desier­tos verdes bus­ca pre­sen­tar un con­tex­to gen­er­al sobre la expan­sión de los monocul­tivos de pal­ma de aceite en Colom­bia y Lati­noaméri­ca, y los pro­ce­sos de despo­jo de tier­ra y agua que se dan en el mar­co de los mis­mos. Este aparta­do bus­ca con­tex­tu­alizar la relación que existe entre el despo­jo de agua y la tier­ra en lugares ded­i­ca­dos al extrac­tivis­mo. El segun­do aparta­do Agua y Hog­ar: el agua para las lavado­ras y las parce­las pre­sen­ta las luchas locales en Montes de María lig­adas a la defen­sa del agua para el hog­ar y el agua para la pro­duc­ción colec­ti­va, la may­oría de ellas lid­er­adas por mujeres. Además, pre­sen­ta las estrate­gias comu­ni­tarias de pro­duc­ción agrí­co­la y pes­queras. El ter­cer aparta­do Agua y orga­ni­za­ciones: las prop­ues­tas de un ter­ri­to­rio campesino, pre­sen­ta las apues­tas locales del estu­dio de caso en relación al orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al, que incluye el debate por el acce­so del agua y la inclusión del dis­tri­to de riego den­tro de la delim­itación local del ter­ri­to­rio campesino, la defen­sa de lo públi­co y la con­struc­ción de ter­ri­to­ri­al­i­dades. Este aparta­do rep­re­sen­ta un salto de escala de las luchas cotid­i­anas y pre­sen­ta la con­struc­ción de pro­ce­sos comu­ni­tar­ios. El ter­cer aparta­do Con­clu­siones: Agua y movimien­tos socioter­ri­to­ri­ales desta­ca las estrate­gias de acción y defen­sa del agua, y pone en man­i­fiesto que las resisten­cias no solo son con­se­cuen­cias de mod­e­los extrac­tivos, sino que tam­bién, se con­sti­tuyen en estrate­gias de con­struc­ción de ter­ri­to­rios que se pro­po­nen a través de lec­turas históri­c­as locales de las for­mas de repro­duc­ción de la vida. Este aparta­do, además, pre­sen­ta resum­i­dos algunos aportes para pen­sar el prob­le­ma de la expan­sión de los monocul­tivos en relación al agua en otras esquinas de con­ti­nente.

Agua y monocultivos en América Latina: un acercamiento al proceso de expansión de los desiertos verdes

Des­de el año 2001, según un estu­dio pub­li­ca­do por la revista Envi­ron­men­tal Research Let­ters, la pro­duc­ción de pal­ma de aceite en Lati­noaméri­ca se duplicó. Los autores del estu­dio señalan que, aunque no ha cre­ci­do la fron­tera agrí­co­la, los espa­cios donde se imple­men­tó esta for­ma de extrac­tivis­mo estu­vieron antes ocu­pa­dos por pobla­ciones campesinas que fueron despo­jadas de sus tier­ras. Estas tier­ras campesinas fueron reem­plazadas por grandes potreros para pas­toreo, antes de abrir paso a la plantación de la pal­ma aceit­era [Foru­mo y Aide 2017]. Cabe men­cionar que esta ampliación de los espa­cios de cul­ti­vo de la pal­ma de aceite se debe a un incre­men­to en la deman­da de los deriva­dos de la pal­ma, par­tic­u­lar­mente, aceites para la indus­tria ali­men­ti­cia y el biodiesel. Esto quiere decir, que los cul­tivos de pal­ma de aceite se han imple­men­ta­do en zonas antes uti­lizadas para otras activi­dades y que el incre­men­to de la deman­da ha impli­ca­do que esos cul­tivos, debido a su rentabil­i­dad, sean apoy­a­dos por políti­cas guber­na­men­tales.

En Colom­bia, por ejem­p­lo, los datos del Ter­cer Cen­so Nacional Agropecuario indi­can que de los 43 mil­lones de hec­táreas en uso agropecuario el 75,7% del área total pertenece al 0,4% de propi­etar­ios totales [DANE 2015] lo que da como una primera car­ac­terís­ti­ca de la estruc­tura agraria colom­biana una fuerte con­cen­tración de la propiedad. Aho­ra, frente a datos con­cre­tos sobre la pal­ma de aceite, según cifras de Fede­pal­ma, en Colom­bia el crec­imien­to del cul­ti­vo ha sido de más de 300.000 hec­táreas des­de el año 2000. Al 2016 se con­ta­ba con un total de 483.733 hec­táreas sem­bradas en todo el país. Lo intere­sante de estas cifras es que el 35,5% de los cul­tivos se encuen­tran en pre­dios de más de 1.000 hec­táreas [Fede­pal­ma 2016]. Lo que nos per­mite recono­cer la relación entre la con­cen­tración de la tier­ra y la ampliación de monocul­tivos. Además, es clave men­cionar que la expan­sión del cul­ti­vo de pal­ma de aceite se dio de la mano de la imple­mentación y for­t­alec­imien­to del para­mil­i­taris­mo en Colom­bia. Es impor­tante destacar que la ampliación e imple­mentación de estos proyec­tos se dio en el peri­o­do donde existieron may­ores esce­nar­ios de vio­len­cia en el país: de 1996 al 2012 el Cen­tro Nacional de Memo­ria His­to­ria cal­cu­la un total de 4,744,046 per­sonas desplazadas [Cen­tro Nacional de Memo­ria Históri­ca 2013]. En suma, la expan­sión de los monocul­tivos en Colom­bia –par­tic­u­lar­mente pal­ma de aceite- ha sido pro­duci­da por esce­nar­ios de guer­ra y ha pro­fun­diza­do la desigual­dad en el acce­so a la tier­ra.

Así como en Colom­bia, este pro­ce­so de imple­mentación del cul­ti­vo de pal­ma de aceite se repite a lo largo y ancho del con­ti­nente con otros pro­duc­tos claves para el mer­ca­do inter­na­cional, tales como: banano, caña de azú­car, soja y cacao. Este artícu­lo, en espe­cial, cen­tra la aten­ción en la expan­sión de la pal­ma de aceite para la pro­duc­ción de agro­com­bustibles y pro­duc­tos aso­ci­a­dos a la indus­tria ali­men­ti­cia en Colom­bia. En este sen­ti­do, recono­cer las for­mas medi­ante las cuales el cul­ti­vo y la pro­duc­ción de pal­ma de aceite se han expandi­do puede ser una ref­er­en­cia para estu­dios rela­ciona­dos con pro­ce­sos de despo­jo de tier­ras y agua en el con­ti­nente, y otros país­es que atraviesan por la repri­ma­rización de sus economías. Es decir, que atraviesan por pro­ce­sos de imple­mentación del mod­e­lo extrac­ti­vo como base de sus economías nacionales.

Como vimos has­ta aho­ra, es claro que el cul­ti­vo de la pal­ma de aceite hace parte de la economía aso­ci­a­da al mod­e­lo extrac­tivista. Un mod­e­lo que se ha basa­do en la acu­mu­lación de tier­ras pro­duc­ti­vas, y antes ocu­padas por campesinos. Sin embar­go, en el artícu­lo la pre­ocu­pación es sobre las dinámi­cas de despo­jo y defen­sa del agua. Para ver la relación entre la tier­ra y el agua, en primer lugar, es impor­tante men­cionar que en el tex­to se entiende el extrac­tivis­mo como un mod­e­lo económi­co y políti­co basa­do en la mer­can­tilización y val­o­ración de la nat­u­raleza en el mar­co del proyec­to del desar­rol­lo cap­i­tal­ista [Car­va­jal 2016]. El mod­e­lo extrac­ti­vo, en este sen­ti­do, supone la con­struc­ción de espa­cios dota­dos de los ele­men­tos nece­sar­ios para la extrac­ción a gran escala de recur­sos nat­u­rales –espe­cial­mente, mineros, petroleros y agrí­co­las-. Uno de los prin­ci­pales ele­men­tos para la pro­duc­ción agroin­dus­tri­al es el agua. De acuer­do con Naciones Unidas el riego agroin­dus­tri­al uti­liza el 70% del agua en el mun­do, con­vir­tién­dose en la activi­dad extrac­ti­va más con­sum­i­do­ra del líqui­do vital. Entonces, es clara la relación que existe en la imple­mentación de cul­tivos a gran escala de pal­ma de aceite y los pro­ce­sos de extrac­ción y despo­jo de agua. Montes de María es un ejem­p­lo de este pro­ce­so.

Es en este mar­co que este tra­ba­jo bus­ca recono­cer las for­mas locales como se con­struyen espa­cios de defen­sa del agua en el mar­co de estos pro­ce­sos de despo­jo de tier­ras y agua aso­ci­a­dos a proyec­tos extrac­tivos. Con­sidero que recono­cer los efec­tos locales de una indus­tria que afec­ta los ter­ri­to­rios rurales de Améri­ca Lati­na, puede brindar algu­nas her­ramien­tas para el análi­sis y la pro­fun­dización de las lec­turas de los con­flic­tos socioam­bi­en­tales en el con­ti­nente. Además, dar una mira­da al prob­le­ma del agua, no solo como agre­ga­da al proyec­to extrac­tivista, sino como cen­tro del debate per­mite recono­cer otras estrate­gias y for­mas locales de defend­er sus ter­ri­to­rios. Los sigu­ientes aparta­dos ver­san sobre estas estrate­gias de resisten­cia comu­ni­taria que brin­dan una escala local de análi­sis sobre un prob­le­ma de Lati­noaméri­ca.

Agua y hogar: el agua para las lavadoras y las parcelas

Una vez vino y fue por una tutela, todo mar­avil­loso que vamos a ten­er agua potable, pero no, depende del fun­cionario. El acue­duc­to fun­ciona pero el agua no viene trata­da, ape­nas le echan un poquito de cloro para que la comu­nidad no diga.[5]

Tan­to lavar la ropa como regar los cul­tivos son activi­dades que se real­izan todos los días. Estas dos activi­dades pre­sen­tan dos for­mas de uso del agua en la región: una tiene que ver con activi­dades pro­duc­ti­vas y otra con el uso del agua en el hog­ar. Para las dos activi­dades exis­ten pro­ced­imien­tos y for­mas par­tic­u­lares de mov­i­lizar y cap­tar el agua. Este aparta­do pre­sen­ta las for­mas locales como las pobla­ciones campesinas de Maríal­aba­ja uti­lizan y defien­den el agua del dis­tri­to. En una primera parte, se describe todo el pro­ce­so de la defen­sa del agua potable por medio de la insta­lación y deman­da de acue­duc­tos comu­ni­tar­ios; y una segun­da parte, tratará sobre las estrate­gias de uso colec­ti­vo del agua aso­ci­adas a la economía campesina de pro­duc­ción de la tier­ra y pesca. Así, este aparta­do dará razón de dos estrate­gias gen­erales de la defen­sa del agua en la zona: (i) la inte­gración de conocimien­tos ambi­en­tales, (ii) la inte­gración del ámbito cotid­i­ano a las luchas comu­ni­tarias.

El 28 de octubre de 2011 se rad­i­ca una acción pop­u­lar recla­man­do un sis­tema de acue­duc­to y saneamien­to bási­co para la Vere­da La Supre­ma. Esta acción pop­u­lar, según las autori­dades locales, debe ser apli­ca­da y exten­di­da a todas las pobla­ciones locales del munici­pio de Maríal­aba­ja. La con­struc­ción de esta deman­da abre el debate rela­ciona­do con el acce­so al agua para los hog­a­res que se vieron afec­ta­dos por la ampliación del cul­ti­vo de pal­ma de aceite.

Las aguas para el hog­ar inte­gran activi­dades cotid­i­anas de dos tipos: las primeras, aso­ci­adas al con­sumo humano –agua para la ali­mentación–; y las segun­das, aso­ci­adas al man­ten­imien­to del hog­ar –limpieza en gen­er­al–. Estas for­mas de uti­lizar el agua deter­mi­nan dos for­mas de relación con los cuer­pos del dis­tri­to de riego. Las primeras, se car­ac­ter­i­zan por un pro­ce­so de recolec­ción de agua en los ojos de agua o jagüeyes, o bien por la recolec­ción de agua llu­via; y las segun­das, se basan en el agua del dis­tri­to de riego, sea obteni­da en la repre­sa o en los canales. En épocas donde no hay llu­vias o donde los ojos están sec­os o son cer­ca­dos por la pal­ma, es el agua del dis­tri­to la que sirve para todos los usos del hog­ar.

Es decir, las pobla­ciones locales no tienen agua potable durante todo el año y es por esta razón que el debate por el agua se entiende en primera instan­cia como parte inte­gral de los dere­chos humanos. El dere­cho al agua com­prende la acce­si­bil­i­dad físi­ca y la acce­si­bil­i­dad económi­ca, el acce­so a la infor­ma­ción y la igual­dad, con espe­cial aten­ción a los niños, las mujeres y la población vul­ner­a­ble. A niv­el inter­na­cional la Res­olu­ción 64/292 de 28 de julio de 2010 de la Asam­blea Gen­er­al de la ONU reconoce que “el dere­cho al agua y al saneamien­to es un dere­cho humano, igual a todos los demás dere­chos humanos, lo que impli­ca que es jus­ti­cia­ble y de apli­cación oblig­a­to­ria”. Por su parte, la Con­sti­tu­ción Políti­ca de Colom­bia, en su artícu­lo 366, señala que el bien­es­tar gen­er­al y el mejo­ramien­to de la cal­i­dad de vida de la población son final­i­dades sociales del Esta­do y que el abastec­imien­to de agua será obje­ti­vo fun­da­men­tal de su activi­dad.

En todo caso esta defini­ción, aunque es útil para las luchas políti­cas, igno­ra prác­ti­cas que, si bien se basan en el uso cotid­i­ano del agua, trans­for­man y apropi­an el espa­cio de for­mas par­tic­u­lares. Es decir, el agua no es un tema úni­ca­mente de con­sumo, por el con­trario, hace parte de todas las esferas cotid­i­anas, pri­vadas y públi­cas, de la vida, como el trans­porte, el alma­ce­namien­to, los usos en pro­duc­ción campesina, etc. Las mujeres son las pro­tag­o­nistas de estas prác­ti­cas, que parten de necesi­dades cotid­i­anas y se con­vierten en acciones conc­re­tas de defen­sa del ter­ri­to­rio y del agua.

Frente a la ade­cuación de infraestruc­tura para sur­tir de agua potable y los ser­vi­cios de alcan­tar­il­la­do en el munici­pio de Maríal­aba­ja, los datos ofi­ciales con­fir­man que la cober­tu­ra urbana del ser­vi­cio es del 65 % [Alcaldía de Maríal­aba­ja 2012]. La fuente de captación es a cielo abier­to y es el embalse de Pon­da­je el Vien­to o la Pisci­na, ubi­ca­da den­tro del dis­tri­to de riego. Cabe ano­tar que solo se men­ciona la cober­tu­ra urbana y que este acue­duc­to –par­tic­u­lar­mente, la plan­ta de pota­bi­lización- fue inau­gu­ra­do has­ta el año 2012. A pesar de con­tar una plan­ta de tratamien­to, la alcaldía de Maríal­aba­ja men­ciona como los prin­ci­pales prob­le­mas de salud del munici­pio las enfer­medades rela­cionadas con ori­gen bac­te­ri­ano, como la gas­troen­teri­tis, las infec­ciones res­pi­ra­to­rias y la neu­monía. Tam­bién ano­tan como pre­ocu­pantes, los nive­les de enfer­medades como dengue clási­co y palud­is­mo [Alcaldía local de Maríal­aba­ja 2012]. Todas estas enfer­medades tienen relación direc­ta con los sis­temas de saneamien­to bási­co.

El Índice de Ries­go de Cal­i­dad de Agua –IRCA– es de 56,91 % para el munici­pio de Maríal­aba­ja; es decir, el munici­pio se encuen­tra en ries­go alto.[6] Este índice mide la cal­i­dad del agua para con­sumo humano en tres aspec­tos: cal­i­dad físi­ca, quími­ca y micro­bi­ológ­i­ca [Min­is­te­rio de Salud y Pro­tec­ción Social 2014]. Aunque el Índice depende de muchos fac­tores, para el caso con­cre­to de esta inves­ti­gación es impor­tante destacar que uno de los prin­ci­pales índices de ries­go son las pre­carias insta­la­ciones o la ausen­cia total de redes de acue­duc­to para toda la zona rur­al que está nucle­a­da en caseríos de varias famil­ias.

La imple­mentación de acue­duc­tos y sis­temas de alcan­tar­il­la­do son parte de un pro­ce­so nacional de gestión del recur­so hídri­co. En todo caso, en Colom­bia los mod­e­los de gestión del agua han cam­bi­a­do con el aumen­to de la deman­da y la degradación de los eco­sis­temas abaste­cedores y reg­u­ladores, lo que ha sig­nifi­ca­do una evolu­ción per­ma­nente en las for­mas de gestión y uso impul­sadas des­de las local­i­dades. Los acue­duc­tos comu­ni­tar­ios son una de estas for­mas de gestión local ante la desa­ten­ción estatal y se con­sti­tuyen en una estrate­gia de defen­sa del ter­ri­to­rio, impul­sa­da, en su may­oría, por mujeres.

En resumen, y luego de recono­cer los prob­le­mas téc­ni­cos de infraestruc­tura que se viv­en en la zona por la mala cal­i­dad y la fal­ta de acce­so al agua, la orga­ni­zación que ha ade­lan­ta­do los respec­tivos reclam­os frente a la con­struc­ción y abastec­imien­to de acue­duc­tos comu­ni­tar­ios es la Red de Acue­duc­tos Comu­ni­tar­ios del Norte de Bolí­var. Los acue­duc­tos comu­ni­tar­ios han surgi­do como for­mas de auto-orga­ni­zación de la comu­nidad que cumplen diver­sas fun­ciones en su ter­ri­to­rio, entre ellas la admin­is­tración de los recur­sos nat­u­rales. Este pro­ce­so, que es tam­bién apoy­a­do por Cor­po­ración Desar­rol­lo Sol­i­dario –en ade­lante CDS‑, se basa en los sigu­ientes prin­ci­p­ios:

Las organizaciones comunitarias que gestionamos el agua somos conocidas como los “acueductos comunitarios”, somos históricas construcciones sociales y populares legítimas, basadas en principios del agua como bien común y derecho humano fundamental. Exigimos el reconocimiento a la dimensión cultural e histórica de nuestra manera de ser y hacer la gestión comunitaria del agua, heredado de generación en generación de saberes y prácticas ancestrales, en la construcción de políticas públicas y marcos normativos, en todos los ámbitos territoriales (…) Exigimos participación en los espacios de toma de decisión que afectan la economía y la vida en nuestros territorios y la gestión pública y comunitaria del agua. Ninguna decisión sobre nosotros, sin nosotros. [Audiencia pública sobre la gestión del agua, abril 2015]

Uno de los may­ores prob­le­mas que enfrentan las ini­cia­ti­vas de acue­duc­tos comu­ni­tar­ios tiene que ver con que el sum­in­istro de agua potable está lig­a­do de man­era estrecha al saneamien­to. En una región dónde los sis­temas pro­duc­tivos se basan en lóg­i­cas extrac­tivis­tas, el prob­le­ma de saneamien­to es cen­tral dado que todos los sis­temas hídri­cos están con­t­a­m­i­na­dos. Es decir, la gestión local del agua se ve enfrenta­da a lo que Swyn­ge­douw men­ciona como una com­pe­ten­cia entre sis­temas poderosos de mane­jo del agua con ini­cia­ti­vas locales que se basan en argu­men­tos aso­ci­a­dos a los dere­chos fun­da­men­tales y a las for­mas de vida. En pal­abras del inves­ti­gador Swyn­ge­douw:

Mientras que los movimientos sociales invocan a menudo los principios de los derechos universales del agua sobre la base de la necesidad biológica de acceso a volúmenes mínimos de calidad suficiente de agua con el fin de mantener el metabolismo del cuerpo y la reproducción social, tales llamados a los derechos de agua universales están sistemáticamente descalificados por llamados igualmente poderosos relacionados con derechos de propiedad y el uso exclusivo asociado con ellos. [Swyngedouw 2009: 59].

La apues­ta local es, entonces, porque la gestión del agua no sólo debe ser públi­ca, sino que requiere de un amplio mar­co democráti­co. La defen­sa de lo públi­co impli­ca la recon­struc­ción de las for­mas de orga­ni­zación estatal par­tic­i­pa­ti­vas y exige más democ­ra­cia direc­ta. En este sen­ti­do, el acce­so al agua potable se con­sti­tuye en el pilar de la lucha por el agua con un fuerte matiz des­de lo cotid­i­ano.

Has­ta aho­ra se ha habla­do de las for­mas de defen­sa del agua potable, el agua para el hog­ar. Como se men­cionó al ini­cio del aparta­do, otra de las estrate­gias de defen­sa del dis­tri­to de riego tiene que ver con la imple­mentación de activi­dades pro­duc­ti­vas con un fuerte carác­ter comu­ni­tario. Estas activi­dades, rela­cionadas de for­ma direc­ta con la economía campesina, son otra estrate­gia uti­liza­da a niv­el local para recla­mar la propiedad sobre los cuer­pos de agua del dis­tri­to de riego, y así gener­ar esce­nar­ios de defen­sa del ter­ri­to­rio. Estas activi­dades plas­man las for­mas locales como se ve el agua en el paisaje y logran gener­ar espa­cios de resisten­cia que parten de la pro­duc­ción comu­ni­taria, por medio de dos mod­os de vida pun­tuales: la pesca y la agri­cul­tura.

Con respec­to a la pesca, la for­ma de pro­duc­ción que con­sti­tuye una estrate­gia de defen­sa del ter­ri­to­rio y del agua es por medio del cul­ti­vo de peces. Esta activi­dad per­mite a las pobla­ciones locales posi­cionar for­mas de pro­duc­ción que mez­clan la ances­tral­i­dad de un ofi­cio como la pesca, con la necesi­dad de con­ser­vación de los cuer­pos de agua que recla­man como pro­pios. Esta mez­cla se ve refle­ja­da en la imple­mentación de jaulas comu­ni­tarias de cría de peces bajo la figu­ra orga­ni­za­ti­va de la Red Pis­cí­co­la del Norte de Bolí­var; que actúa como orga­ni­zación som­bril­la de cua­tro comités locales de pescadores arte­sanales y de sub­sis­ten­cia. Esta red[7] es una de las for­mas locales de defen­sa del ter­ri­to­rio del agua del dis­tri­to de riego.

Una de las prin­ci­pales pre­ocu­pa­ciones de la Red es la dis­min­u­ción de peces en los cuer­pos de agua afec­ta­dos por var­ios fenó­menos: (i) dese­camien­to de cié­na­gas, por medio de pas­toreo o de cría de ani­males como búfa­los; (ii) uso de trasmal­los y grandes redes, que afectan los pesca­dos y el eco­sis­tema; y (iii) con­t­a­m­i­nación de las aguas, por apli­cación de pes­ti­ci­das y fer­til­izantes uti­liza­dos en el monocul­ti­vo de la pal­ma de aceite. En tér­mi­nos de rentabil­i­dad, otra de las deman­das locales es recono­cer la pro­duc­ción de peces arte­sanales más allá de la sub­sis­ten­cia. A niv­el local, se pro­pone que el mer­ca­do y la com­er­cial­ización hacen parte de las for­mas de recono­cer y vivir el ter­ri­to­rio campesino. En esta medi­da, se desta­ca la activi­dad de pesca como base fun­da­men­tal de la sub­sis­ten­cia de las comu­nidades.

Todo esto, per­mite afir­mar que las jaulas comu­ni­tarias son una for­ma de reclamo frente a la propiedad de los cuer­pos de agua del dis­tri­to de riego, los play­ones del com­ple­jo de Ciéne­gas de Maríal­aba­ja y los canales y arroyos que hacen parte del sis­tema hídri­co de la región. A con­tin­uación, se ref­er­en­cia un aparta­do de un comu­ni­ca­do públi­co de la Red en el cual se men­ciona este pro­ce­so de apropiación de los espa­cios de agua:

Entre canoas y boliches, hombres y mujeres cultivan en el agua. Sí, así es; cultivan en el agua, porque en la ciénaga ya no hay peces y la tierra ya escasea. Para hacerle el quite a esta situación, más de 80 pescadores, entre hombres y mujeres, de los municipios de Mahates y Maríalabaja han complementado su tradicional papel de pescadores artesanales a la de cultivadores de peces. [CDS 2014]

Además de la Red Pis­cí­co­la, exis­ten otras orga­ni­za­ciones locales de pro­duc­tores o veci­nos que tam­bién pro­ducen por este méto­do, que ha sido ata­ca­do des­de la alcaldía local y la empre­sa que admin­is­tra el dis­tri­to de riego argu­men­tan­do que este tra­ba­jo gen­era cam­bios en las car­ac­terís­ti­cas físi­cas, quími­cas y biológ­i­cas del agua. En todo el munici­pio de Maríal­aba­ja se esti­ma la pres­en­cia de un total de 103 jaulas flotantes para un área de 19.850 met­ros cuadra­dos. Las pobla­ciones de Puer­to San­tander, San Pablo, Cor­rea, Ñangu­ma y Fla­men­co sobre­salen como pobla­ciones de pescadores sin tier­ra cuya com­er­cial­ización la hacen prin­ci­pal­mente las mujeres de la cabecera munic­i­pal en los cor­regimien­tos.

La segun­da activi­dad colec­ti­va que se tra­duce en una estrate­gia de defen­sa del ter­ri­to­rio en el mar­co del extrac­tivis­mo es la pro­duc­ción de parce­las comu­ni­tarias que es una ini­cia­ti­va que se dio de la mano de la Cor­po­ración Desar­rol­lo Sol­i­dario. Pedro Nel Luna, fun­dador de la orga­ni­zación y un hom­bre de gran recor­dación local, fue quien ini­ció des­de el año 2002, con las pocas pobla­ciones que con­tinu­a­ban en la región en el con­tex­to de vio­len­cia, los pro­ce­sos de obten­ción de parce­las que serían entre­gadas a pobla­ciones orga­ni­zadas de tra­ba­jadores del cam­po que no con­taran con tier­ra y que se lograran aco­modar a una ini­cia­ti­va de pro­duc­ción comu­ni­taria.

Basa­dos en el reto que impli­ca la pro­duc­ción en con­jun­to, las orga­ni­za­ciones sociales bus­caron diver­si­ficar las for­mas de pro­duc­ción. En los últi­mos años se han imple­men­ta­do proyec­tos pro­duc­tivos de ganadería inten­si­va, de siem­bra agroecológ­i­ca, de recolec­ción de aguas llu­vias para riego de parce­las y de api­cul­tura; suma­do a las activi­dades de pesca en jaulas de cría. Esas activi­dades están acom­pañadas de asesorías téc­ni­cas que mane­ja CDS por medio de rela­ciones y pre­supuestos obtenidos de la coop­eración inter­na­cional.

Uno de los prin­ci­pales de retos de esta for­ma de pro­duc­ción tiene que ver con las lóg­i­cas de rentabil­i­dad y de pro­duc­ción local. Tenien­do en cuen­ta que la tier­ra en la región se ha val­o­rado bajo la ópti­ca de la pro­duc­ción por medio de monocul­tivos, las estrate­gias locales de pro­duc­ción agroecológ­i­ca o diver­si­fi­ca­da no han sido tenidas en cuen­ta para prés­ta­mos de fomen­to agrí­co­la. El mer­ca­do al que se ded­i­can estos emprendimien­tos comu­nales se ha basa­do por lo gen­er­al en mer­ca­dos orgáni­cos. En tér­mi­nos gen­erales se pro­duce una com­pe­ten­cia con el gran cul­ti­vo. Frente a las for­mas de com­pe­ten­cia con el monocul­ti­vo, un campesino del munici­pio men­ciona:

Antes podíamos tomar agua del arroyo, un vaso de agua y no tenía contaminación porque estos productos son nativos y si le agregamos un valor agregado a través del procesamiento podíamos adquirir ganancias y preservaríamos el medio ambiente, pero a nosotros el Estado no nos apoya para procesar estos productos porque dice que lo que hacemos no es rentable, que lo que es rentable es lo que viene de otros países, que nosotros tenemos que comprar las semillas a 20,000 y cuando nosotros la vamos a vender a 500 pesos, siempre tenemos que comprarle el kilo de semilla allá y comprarles los insumos que ellos dicen porque el abono nuestro no produce y esa contaminación nos ha hecho hoy que la economía campesina no parezca rentable ya que nos han metido productos transgénicos en nuestra economía.[8]

En con­clusión, des­de las activi­dades cotid­i­anas que tienen que ver con el uso del agua en el hog­ar y con el uso pro­duc­ti­vo y comu­ni­tario se pueden recono­cer for­mas pun­tuales como las pobla­ciones campesinas defien­den el ter­ri­to­rio y el agua del dis­tri­to de riego. Las for­mas de moverse entre los espa­cios de pro­duc­ción comu­ni­tar­ios, el uso del agua, las estrate­gias de defen­sa del agua potable y los sis­temas de acue­duc­tos y saneamien­to bási­co ges­tion­a­dos de for­ma comu­nal, así como la con­struc­ción de sis­temas de riego locales, son algu­nas de las for­mas como las mujeres y hom­bres del munici­pio de Maríal­aba­ja hacen frente al despo­jo oca­sion­a­do por el extrac­tivis­mo. En estas prác­ti­cas men­cionadas se puede ver clara­mente como las pobla­ciones de campesinos y campesinas de Maríal­aba­ja inte­gran conocimien­tos ambi­en­tales a la lucha por una gestión comu­ni­taria de la nat­u­raleza, y, además, bus­can y pro­mueven la inte­gración del ámbito cotid­i­ano a las luchas comu­ni­tarias. En el sigu­iente aparta­do se va a explicar cómo estas prác­ti­cas cotid­i­anas escalan a pro­ce­sos comu­ni­tar­ios de más largo alcance que impli­can una for­ma difer­ente de orga­ni­zar y vivir los ter­ri­to­rios de agua.

Agua y organizaciones: la propuesta de un territorio campesino

Nos dimos cuen­ta que en los tiem­pos ante­ri­ores había la flo­ra y la fau­na y el medio ambi­ente que esta­ba en buen esta­do, ya que el campesino no nece­sita­ba com­prar insumos, sino que los cogía del medio, porque los agricul­tores podían vender sus semi­l­las y sem­brar sus semi­l­las criol­las. Después los monocul­tivos (la pal­ma) fueron aca­ban­do con la economía campesina, el agua esta­ba con­t­a­m­i­na­da, había ejérci­tos que pri­va­ti­z­a­ban la entra­da para estas partes, para no coger agua. En defin­i­ti­va, no es vivir al lado de una fin­ca de plá­tanos.[9]

La his­to­ria de las orga­ni­za­ciones sociales a niv­el region­al viene des­de la Aso­ciación de Usuar­ios Campesino[10] ‑ANUC- y des­de las primeras acciones rela­cionadas con tomas de tier­ras, que se dieron en los años seten­tas. La heren­cia de esta orga­ni­zación de carác­ter nacional resultó a niv­el local en una serie de comités locales orga­ni­za­dos que se ref­er­en­cian como las primeras for­mas de orga­ni­zación veredal. Los miem­bros de estos primeros brotes orga­ni­za­tivos se cen­traron en prob­lemáti­cas como la fal­ta de infraestruc­tura para cole­gios, los prob­le­mas rela­ciona­dos con la pro­duc­tivi­dad, las car­reteras o el acce­so a mer­ca­dos, etc. Hacia 1996, luego de la quiebra del arroz –que gen­er­a­ba el 80 % del empleo local [CDS 2014] –, la vio­len­cia se inten­si­fi­ca en la zona; en un ini­cio, pro­tag­on­i­za­da por las guer­ril­las de las FARC-EP y, pos­te­ri­or­mente, por gru­pos para­mil­itares. Esta época se expande has­ta el año 2005 cuan­do se da la desmov­i­lización del Bloque Montes de María y cuan­do los herederos y hered­eras de la ANUC retor­nan a la región con el obje­ti­vo de gener­ar tra­ba­jos con­jun­tos para recon­stru­ir sus for­mas de rela­cionarse y vivir en la región. Estas orga­ni­za­ciones, que comen­zaron a ten­er fuerza des­de ese año y que vienen acom­pañadas de los pro­gra­mas de coop­eración inter­na­cional rela­ciona­dos con la con­struc­ción de paz, son las pro­tag­o­nistas de esta his­to­ria.

En Montes de María exis­ten var­ios tipos de orga­ni­za­ciones que se difer­en­cian en tér­mi­nos de escalas de inci­den­cia y acción políti­ca. Están las orga­ni­za­ciones que actúan des­de sus veredas y se com­po­nen de veci­nos y ami­gos;[11] otras de may­or inci­den­cia, que reú­nen estas orga­ni­za­ciones más pequeñas y actúan en una lóg­i­ca de artic­u­ladores de prop­ues­tas locales; y otras, con un papel más de acom­pañamien­to y gestión, tam­bién des­de la escala region­al. Además, exis­ten orga­ni­za­ciones nacionales que apoy­an pro­ce­sos pun­tuales[12] y agen­cias de coop­eración. Frente a estas últi­mas es clave destacar que la ayu­da ha sido enfo­ca­da en pro­ce­sos de con­struc­ción de espa­cios de paz, esto porque la zona ha sido víc­ti­ma del con­flic­to social y arma­do colom­biano [PODEC 2011].

Hablar de paz en la región es hablar de economía campesina y de reclamo por jus­ti­cia aso­ci­a­da al acce­so al agua. Frente al uso y acce­so al agua, los primeros debates nacen de la pre­ocu­pación local por man­ten­er la pesca como parte de la economía campesina y como activi­dad legal den­tro de los cuer­pos de agua del dis­tri­to de riego. A esto, se suma la denun­cia sobre la con­t­a­m­i­nación y los prob­le­mas en el acce­so cotid­i­ano al agua, casi todos impul­sa­dos por mujeres y rela­ciona­dos con la imple­mentación del cul­ti­vo de pal­ma. El debate por el agua nace de una cri­sis rela­ciona­da con la escasez del líqui­do y con los prob­le­mas rela­ciona­dos con su con­t­a­m­i­nación. Para las orga­ni­za­ciones locales las cri­sis gen­er­an esce­nar­ios de vul­ner­a­bil­i­dad que son usa­dos como motor de defen­sa del ter­ri­to­rio. Des­de el ini­cio del debate por la defen­sa del agua, que surgió aso­ci­a­do a prob­le­mas de escasez y con­t­a­m­i­nación del agua, las orga­ni­za­ciones sociales plantearon la necesi­dad de recono­cer los cuer­pos de agua del dis­tri­to de riego de Maríal­aba­ja como Pat­ri­mo­nio Públi­co. Al respec­to, la Cor­po­ración Desar­rol­lo Sol­i­dario –CDS- men­ciona:

Un paisaje que combina bosques, montañas y agua: es el distrito de riego de Maríalabaja. Es en realidad un patrimonio público de las comunidades de San Jacinto, Maríalabaja, Carmen de Bolívar y en general los Montes de María, así como de las ciudadanías cartageneras y bolivarenses.[13]

La defen­sa de la propiedad del agua se dio den­tro de las orga­ni­za­ciones locales en tér­mi­nos de defend­er los cuer­pos de agua como un bien común. Inde­pen­di­ente de su fun­cional­i­dad, el dis­tri­to de riego, que es admin­istra­do des­de el sec­tor pri­va­do, está inser­to en las for­mas de pen­sar y vivir el ter­ri­to­rio. En otras pal­abras, el debate sobre el acce­so al agua no solo se con­struye des­de su fun­cional­i­dad para las economías campesinas sino que, sobre el agua se recla­man dere­chos de propiedad enten­di­dos más allá de la propiedad físi­ca y legal de la mis­ma. Esto es un aspec­to clave para com­pren­der la estrate­gia ref­er­ente a la prop­ues­ta de orde­namien­to espa­cial para la defen­sa del ter­ri­to­rio.

En el debate por la defen­sa del agua, como vimos, se pueden recono­cer las rela­ciones direc­tas de la pal­ma de aceite con el despo­jo de agua y tier­ra. Las pobla­ciones campesinas de la zona men­cio­nan que algunos de los dis­pos­i­tivos de despo­jo usa­dos por las empre­sas palmicul­toras son los encer­ramien­tos de los ojos de agua y jagüeyes tradi­cionales, la con­t­a­m­i­nación y con­trol del acce­so. Este con­trol puede ser por la empre­sa pri­va­da que mane­ja la obra de infraestruc­tura o por gru­pos para­mil­itares. Es así, que la gran apues­ta de las orga­ni­za­ciones locales parte de un interés por delim­i­tar y orga­ni­zar el ter­ri­to­rio alrede­dor de con­stru­ir un espa­cio de paz, un espa­cio que garan­tice la igual­dad en el acce­so al agua y un espa­cio donde se pue­da ejercer la economía campesina con las par­tic­u­lar­i­dades históri­c­as de la zona. En este sen­ti­do, se ha avan­za­do en diver­sas estrate­gias de orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al, que pasan por la con­struc­ción de prop­ues­tas de zonas de pro­tec­ción de los mod­os de vida locales, has­ta proyec­tos pro­duc­tivos agroecológi­cos comu­nales, que se adap­tan a las for­mas de tenen­cia de la tier­ra y la cría de peces.

Una de las prin­ci­pales acciones que se tejen des­de lo local tiene que ver con una serie de prop­ues­tas de orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al a niv­el region­al. En el año 2010, el Incoder y el pres­i­dente Juan Manuel San­tos pro­po­nen la con­struc­ción de una Zona de Reser­va Campesina[14] ‑ZRC- en la región. Al con­trario de lo que sucedió en otras partes del país, como el Mag­dale­na Medio y el Cata­tum­bo, las ZRC para Montes de María fueron prop­ues­tas por el gob­ier­no y no fueron delim­i­tadas a niv­el local; es más, la delim­itación prop­ues­ta no incluía el dis­tri­to de riego de Maríal­aba­ja, cen­tro de las reivin­di­ca­ciones locales. El obje­ti­vo de las dos zonas prop­ues­tas era con­tro­lar la expan­sión de la gran propiedad y “con­sol­i­dar la gob­ern­abil­i­dad, for­t­ale­cer el teji­do social y moti­var el retorno de quienes fueron desplaza­dos”. Se pre­tendía que los pequeños pro­duc­tores se con­virtier­an en empre­sar­ios del cam­po, gra­cias a los pro­gra­mas de inver­sión públi­ca en tec­nología, asis­ten­cia téc­ni­ca, infraestruc­tura, edu­cación, salud, vivien­da digna, fomen­to de pro­ce­sos aso­cia­tivos y acce­so a mer­ca­dos [Aguil­era 2013].

A los ojos locales, esta prop­ues­ta ter­mi­na sien­do fun­cional a un mod­e­lo de desar­rol­lo rur­al que venía excluyen­do a campesinos y campesinas des­de la con­struc­ción del dis­tri­to de riego: la pro­duc­ción de monocul­tivos. Según las pobla­ciones campesinas de la zona lo que pro­movieron estas prop­ues­tas fue un encer­ramien­to de las zonas altas, dejan­do por fuera de los límites de la ZRC la prin­ci­pal fuente de agua local: el dis­tri­to de riego de Maríal­aba­ja. Es por ese moti­vo que esta prop­ues­ta fue ráp­i­da­mente debati­da y rec­haz­a­da a niv­el local.

Una de las prin­ci­pales acciones locales con­tra la prop­ues­ta del gob­ier­no y el Incoder fue evi­den­ciar el desconocimien­to estatal de la pres­en­cia de cabil­dos indí­ge­nas y con­se­jos comu­ni­tar­ios afrode­scen­di­entes. Se alegó a niv­el local que el Esta­do en cabeza del Incoder colo­ca­ba en ries­go la esta­bil­i­dad local al pon­er a com­pe­tir for­mas de orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al. En esta medi­da, la prop­ues­ta de las orga­ni­za­ciones sociales que sí incluían a cabil­dos y con­se­jos comu­ni­tar­ios fue renom­brar, rede­lim­i­tar y resig­nificar la prop­ues­ta de ZRC, con­vir­tién­dola en una Zona Inter­cul­tur­al de Pro­tec­ción Ter­ri­to­r­i­al ‑ZIPT-. Esta prop­ues­ta de delim­i­tar los espa­cios de las economías y las vidas cotid­i­anas de la zona se sus­ten­ta sobre la base de la pro­duc­ción comu­ni­taria y la inte­gración de todo tipo de unidades del paisaje, incluyen­do el agua.

El organ­is­mo local prop­uesto para pen­sar a prop­ues­ta de la ZIPT fue Mesa de Inter­locu­ción y Con­certación – MIC‑, una platafor­ma de 150 orga­ni­za­ciones de toda la región de Montes de María que se encar­gó del espa­cio de inter­locu­ción direc­ta con el Esta­do. La MIC ‑que fun­ciona en la actu­al­i­dad- tiene tres ejes temáti­cos: (i) ter­ri­to­rios inter­cul­tur­ales, mod­e­los de desar­rol­lo rur­al y políti­cas de acce­so a la tier­ra; (ii) medio ambi­ente y recur­sos nat­u­rales; y (iii) edu­cación, inves­ti­gación e inno­vación tec­nológ­i­ca — comu­ni­cación y cul­tura [MIC 2014]. Bajo estos tres ejes temáti­cos se inte­gran todas las pre­ocu­pa­ciones, que nacen des­de el auto­di­ag­nós­ti­co que real­izan las orga­ni­za­ciones de base local. El tema del agua y la necesi­dad de incluir el dis­tri­to de riego como parte del ter­ri­to­rio campesino está inser­to en las pre­ocu­pa­ciones rela­cionadas con medio ambi­ente y recur­sos nat­u­rales.

Al respec­to del tema de ZRC, la Mesa de Inter­locu­ción y Con­certación comen­ta en el doc­u­men­to públi­co que estruc­tura las estrate­gias y líneas de acción pub­li­ca­da en el 2014:

Proponemos la declaración de Montes de María como Zona Intercultural de Protección Territorial donde se impulsaran modelos de desarrollo rural sostenibles con criterios sociales, ambientales, culturales, éticos y de género. Proponemos como elemento principal el fortalecimiento y consolidación de la economía campesina, entendida como agricultura familiar, producción diversificada y agroecológica de alimentos [2014: 21].

Las fig­uras de orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al, pen­sadas des­de pro­ce­sos de auto­gestión del ter­ri­to­rio tales como la Zona Inter­cul­tur­al de Pro­tec­ción Ter­ri­to­r­i­al, son una estrate­gia region­al de defen­sa del dis­tri­to de riego y el agua de la región, es decir, se con­fig­u­ran en una estrate­gia en con­tra del mod­e­lo extrac­tivista pen­sa­do para la zona. La prop­ues­ta local está encam­i­na­da en evi­tar que la delim­itación y con­sti­tu­ción de las ZRC ter­mi­nen por gener­ar un fenó­meno de encer­ramien­to de los campesinos en medio de los cul­tivos de pal­ma y las zonas de pro­tec­ción del bosque seco trop­i­cal ‑Eco­sis­tema pro­te­gi­do por el gob­ier­no nacional-.

Más allá de la delim­itación, y tenien­do en cuen­ta el con­tex­to de pro­tec­ción de zonas altas y garan­tías para el cul­ti­vo de pal­ma, la prop­ues­ta fun­da­men­tal de las orga­ni­za­ciones locales es lograr una defini­ción de los con­cep­tos de desar­rol­lo rur­al y orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al con­stru­i­dos des­de la cotid­i­an­idad [MIC 2014]. Ponien­do de man­i­fiesto el papel estruc­turante del agua con afir­ma­ciones como: “la pisci­na es la vida para muchos cor­regimien­tos que viene(n) a pescar aquí”[15], las orga­ni­za­ciones sociales apues­tan por una delim­itación con­sen­sua­da y ancla­da a las for­mas de vida locales. En este sen­ti­do, parte de la con­struc­ción local de un orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al des­de la cotid­i­an­idad tiene que ver con inte­grar los usos de la pro­duc­ción y el hog­ar, como se vio en el ante­ri­or aparta­do.

Otras for­mas de reclamo que inte­gran el agua al debate de las orga­ni­za­ciones sociales y que tienen que ser vis­tas den­tro de la gran prop­ues­ta de la con­struc­ción de espa­cios de paz e igual­dad, tienen que ver con las sigu­ientes deman­das: (i) la imposi­bil­i­dad de con­tin­uar con la pesca local y la afectación a los sis­temas de abastec­imien­to de las pobla­ciones locales por medio de la dese­cación de cié­na­gas; (ii) la apropiación y el uso inde­bido de play­ones y ter­renos comu­nales –tier­ras que nacen del agua–. El may­or argu­men­to frente a esta deman­da es que el agua se ubi­ca en ter­renos de carác­ter públi­co y, por lo tan­to, cualquier inter­ven­ción de algún agente pri­va­do está fuera de la ley y está violan­do direc­ta­mente las for­mas locales de acce­so al agua; (iii) la con­t­a­m­i­nación oca­sion­a­da por la pal­ma en las aguas del dis­tri­to de riego de Maríal­aba­ja; y (iv) la pesca indus­tri­al y los efec­tos sobre los cuer­pos de agua de esta activi­dad.

Estas últi­mas deman­das demues­tran que más allá del prob­le­ma de pri­va­ti­zación de agua, las pre­ocu­pa­ciones locales tam­bién están aso­ci­adas a un pro­ce­so de despo­jo por con­t­a­m­i­nación del agua. Se desta­ca a niv­el local como el pro­ce­so de con­t­a­m­i­nación afec­ta las for­mas de uso tradi­cional del agua y nie­ga de entra­da uno de los usos más impor­tantes para las pobla­ciones: el agua para con­sumo, tal como se vio en el ante­ri­or aparta­do. Con la imple­mentación del cul­ti­vo de pal­ma y, tal como lo men­ciona Isch [2010], los pro­ce­sos de despo­jo de agua que se dan en la zona, en par­tic­u­lar los rela­ciona­dos con el cer­ramien­to de ojos de agua y la con­t­a­m­i­nación del recur­so en el dis­tri­to, se diri­gen a las aguas de mejor cal­i­dad, lo que inevitable­mente con­duce a que sean muchos más los que se quedan sin can­ti­dad y cal­i­dad sufi­ciente del líqui­do para las activi­dades cotid­i­anas [Isch 2010].

En todo caso a niv­el local y de la mano con la prop­ues­ta de orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al y ambi­en­tal las pobla­ciones campesinas de la región inte­gran for­mas de con­ser­vación de cuer­pos de agua. La más impor­tante de ellas tiene que ver con la refor­estación de árboles que lla­man agua como el cara­colí y la apli­cación de conocimien­tos locales para evi­tar el dese­camien­to de los cuer­pos de agua y la pér­di­da de especies nati­vas de peces, como el cur­rulá, el mon­cho­lo, el maca­co, la dora­da y el bocachico. Estas for­mas de con­trol y de recu­peración de espa­cios de agua tienen que ver con la apli­cación de conocimien­tos ambi­en­tales locales:

Los conocimientos ambientales locales se constituyen en un cuerpo acumulativo de conocimientos, prácticas y creencias que evolucionan por procesos adaptativos y son transmitidos de generación a generación a través de la cultura. Estos conocimientos hablan sobre la relación de los seres vivos (incluyendo humanos) entre sí y con su entorno. Tales conocimientos abarcan el conocimiento local de los recursos naturales disponibles, como alimentos, medicinas, madera y leña y no sólo integran ideas sobre dónde están ubicados sino también la manera de cosechar, preparar y evitar la sobreexplotación [Horowitz 2015. Traducción propia].

En con­clusión, las orga­ni­za­ciones sociales en la región tienen difer­entes frentes de acción que resul­tan en una gran prop­ues­ta de delim­itación del ter­ri­to­rio que es lla­ma­da la Zona Inter­cul­tur­al de Pro­tec­ción Ter­ri­to­r­i­al. Esta zona inte­gra las deman­das rela­cionadas con el acce­so al agua del dis­tri­to de la región, que tiene dos pun­tos de vista: (i) la necesi­dad y la artic­u­lación con las economías campesinas y (ii) la pro­tec­ción frente a la con­t­a­m­i­nación oca­sion­a­da por la pal­ma. Una de las prin­ci­pales prop­ues­tas es incluir el dis­tri­to de riego y los cuer­pos de agua como colum­na ver­te­bral de la región en tan­to son las prin­ci­pales fuentes de agua de las pobla­ciones campesinas y en la medi­da que estos son lugares donde se pre­sen­ta dis­pu­ta con los empre­sar­ios de la pal­ma.

Esta Zona de Pro­tec­ción Inter­cul­tur­al parte de una lec­tura de las for­mas de despo­jo del agua ejer­ci­da por el cul­ti­vo de pal­ma de aceite y responde a este con­tex­to con prop­ues­tas conc­re­tas de cuida­do y restau­ración de las fuentes de agua. En tér­mi­nos gen­erales estas for­mas de reivin­di­cación son parte de una con­struc­ción de ter­ri­to­ri­al­i­dades basa­dos en la defen­sa de lo públi­co. Estas estrate­gias que serán com­ple­men­tadas con las prop­ues­tas locales de uso del agua, por medio de acue­duc­tos locales y pro­ce­sos de pro­duc­ción agrí­co­la y pes­quera que nacen de ini­cia­ti­vas comu­ni­tarias, que se analizaron ante­ri­or­mente. Es intere­sante notar como en el salto de la escala region­al la pre­ocu­pación por la inclusión de la vida cotid­i­ana y los conocimien­tos ambi­en­tales n claves en la defen­sa del ter­ri­to­rio y la proyec­ción de un espa­cio orde­na­do des­de lo local.

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Como un dato adi­cional es clave men­cionar que las estrate­gias cotid­i­anas y las estrate­gias aso­ci­adas a las orga­ni­za­ciones sociales y las prop­ues­tas de orde­namien­to ter­ri­to­r­i­al men­cionadas a lo largo del artícu­lo son con­stru­idas des­de la base de la lec­tura críti­ca del pasa­do. Esta relación con el pasa­do se enun­cia con el fin de incen­ti­var otras inves­ti­ga­ciones al respec­to. Esto sobre la base, que has­ta el día de hoy este aspec­to no ha sido tenido en cuen­ta cuan­do se rela­tan y anal­izan estrate­gias de resisten­cia en el con­tex­to extrac­ti­vo en Lati­noaméri­ca de los últi­mos años.

Esto se sus­ten­ta dado que en Montes de María, des­de la déca­da de los sesen­tas has­ta los ochen­tas, hom­bres y mujeres tra­ba­jaron para un cul­ti­vo de arroz que, a difer­en­cia de la pal­ma, les per­mitía com­er y tomar el agua del dis­tri­to de riego. La nos­tal­gia y la descrip­ción del pasa­do del arroz es un argu­men­to de resisten­cia que parte de un dis­cur­so aso­ci­a­do a la sober­anía ali­men­ta­ria y com­ple­ta el aban­i­co de razones por las cuales las pobla­ciones campesinas del munici­pio de Maríal­aba­ja recla­man el dis­tri­to de riego y la con­struc­ción de for­mas difer­entes de dis­tribuir y acced­er al agua, a la tier­ra y al tra­ba­jo. Un campesino de la región men­ciona como era la región antes de la lle­ga­da de la pal­ma:

Nosotros vivíamos en el paraíso (…) teníamos el nuestro de cada día como dicen, teníamos como educar a nuestros hijos, teníamos como poder llevar a nuestros hijos al médico, porque teníamos una economía digamos estable (…) había campesinos que tenían unas vaquitas, que tenían cerdos, que tenían gallinas, que tenía cultivos, pescaban y además trabajaban en buenas horas y buenas tierras… el arroz salía del trabajo y el resto de la liga salía de las casas.[16]

Muchas cosas han cam­bi­a­do des­de entonces, los relatos de las estrate­gias de resisten­cia locales están llenos de una nos­tal­gia por el pasa­do arro­cero. Un pasa­do car­ac­ter­i­za­do por la abun­dan­cia de comi­da y agua. Por el con­trario, en la época de la pal­ma y gra­cias al con­trol vio­len­to de la zona se mod­i­fi­caron las rela­ciones sociales y con la nat­u­raleza, en la zona: el agua es pri­va­ti­za­da, las orga­ni­za­ciones sociales son perseguidas y la gente en defin­i­ti­va no puede com­er aceite de pal­ma. Otro de los aspec­tos impor­tantes que difer­en­cian la época del arroz con los cul­tivos de la pal­ma de aceite tiene que ver con las rela­ciones lab­o­rales. En el caso de los tra­ba­jadores de la pal­ma, estas rela­ciones se car­ac­ter­i­zan por: pocos empleos de mano de obra cal­i­fi­ca­da, emplea­d­os esta­cionales, bajos nive­les de empleo para mujeres y una rup­tura en relación con el con­trol y el uso del agua para regar la tier­ra. Pen­san­do en este tema de la nos­tal­gia como recur­so para los pro­ce­sos de resisten­cia, a niv­el local se men­ciona que mien­tras para los cul­tivos de arroz se requerían nueve jor­nales por hec­tárea, con la pal­ma la necesi­dad de jor­nales se ve reduci­da a sólo uno por hec­tárea.

Este fenó­meno pro­duce lo que Tania Li Mur­ray denom­i­na sur­plus pop­u­la­tion, qué es definido por la auto­ra como el momen­to donde la pro­duc­ción comien­za a ser real­iza­da con nuevas téc­ni­cas y, por lo tan­to, la mano de obra requeri­da es mucho menor. Es decir, cuan­do comien­za a sobrar mano de obra que otro­ra fuera uti­liza­da por proyec­tos extrac­tivos que aplic­a­ban otras for­mas de pro­duc­ción y otros méto­dos de rela­cionamien­to con los tra­ba­jadores. Li men­ciona que estas condi­ciones se han gen­er­al­iza­do como con­se­cuen­cia de dos con­jun­tos de fuerzas: una nue­va ron­da de proyec­tos extrac­tivos, que han desposeí­do a una gran can­ti­dad de población rur­al; y la baja absor­ción de su mano de obra, que es “exce­dente” a los requer­im­ien­tos de la acu­mu­lación de cap­i­tal [Mur­ray 2009].

Esto es una ref­er­en­cia históri­ca impor­tante para com­pren­der las rela­ciones donde se pro­ducen las estrate­gias y prac­ti­cas men­cionadas a lo largo del artícu­lo. Esta men­ción del pasa­do, es una prop­ues­ta para pro­ducir pre­gun­tas sobre la poten­cial­i­dad de recono­cer en la nos­tal­gia un ter­reno fér­til de la lucha con­tra el extrac­tivis­mo.

Conclusiones: Agua y movimientos socioterritoriales

En con­clusión, este artícu­lo pre­sen­ta algu­nas estrate­gias de resig­nifi­cación de los ter­ri­to­rios del agua del dis­tri­to de riego de Maríal­aba­ja. Estas estrate­gias de resig­nifi­cación ter­ri­to­r­i­al tienen tres ejes fun­da­men­tales: (i) la defen­sa de lo colec­ti­vo y la reivin­di­cación por el ter­ri­to­rio, (ii) la pues­ta en prác­ti­ca de conocimien­to ambi­en­tales y (iii) los reclam­os cotid­i­anos en torno al acce­so al agua para la casa, el agua potable. Final­mente, se quiere dejar sobre la mesa la dis­cusión sobre las poten­cial­i­dades de recono­cer espa­cios de memo­ria y nos­tal­gia sobre el pasa­do para pro­fun­dizar en las lec­turas de las estrate­gias de los movimien­tos socioter­ri­to­ri­ales en la defen­sa de sus aguas y ter­ri­to­rios.

La primera de las estrate­gias atiende a las ini­cia­ti­vas que des­de lo políti­co se ade­lan­tan por orga­ni­za­ciones locales de difer­entes nive­les de inci­den­cia y for­mas de rela­cionamien­to con el Esta­do. Uno de los prin­ci­pales logros de esta for­ma de mov­i­lización fue la inte­gración del debate del agua a los reclam­os por la tier­ra, en el mar­co de la con­struc­ción de zonas de paz, de pro­tec­ción inter­cul­tur­al y de delim­itación de ter­ri­to­rios campesinos. La segun­da estrate­gia está ata­da a las acciones que se dan des­de lo cotid­i­ano y al reclamo del agua potable y las aguas para el hog­ar. La ter­cera, y últi­ma estrate­gia anal­iza­da en el artícu­lo, tiene que ver con el uso del agua en proyec­tos pro­duc­tivos comu­ni­tar­ios que recla­man, des­de la acción y la gen­eración de ali­men­tos para las pobla­ciones locales, los espa­cios del dis­tri­to de riego como suyos.

Las estrate­gias de defen­sa del dis­tri­to de riego de Maríal­aba­ja varían según el tipo de orga­ni­zación. En todo caso, cada una de las acciones, que se real­izan des­de lo local has­ta lo region­al, vienen teji­das bajo parámet­ros comunes que com­pren­den la impor­tan­cia de la defen­sa del ter­ri­to­rio y el papel del agua para la vida cotid­i­ana y orga­ni­za­ti­va. La apues­ta por recono­cer estas estrate­gias locales parte de la necesi­dad de gener­ar una lec­tura glob­al del despo­jo en esce­nar­ios de extrac­ción. La idea de este artícu­lo fue pen­sar que los pro­ce­sos de resisten­cia local no solo son una con­se­cuen­cia deriva­da del extrac­tivis­mo, sino que tam­bién se con­fig­u­ran en esce­nar­ios, que más allá de la denun­cia, per­miten visu­alizar, a futuro, ter­ri­to­rios de igual­dad y paz.

Citas

Agradez­co los aportes de las per­sonas que apo­yaron esta inves­ti­gación, y la con­struc­ción de proyec­tos con­jun­tos para vis­i­bi­lizar las prob­lemáti­cas y las solu­ciones que nacen de las pobla­ciones habi­tantes de los Montes de María. Espe­cial­mente, agradez­co a Diana Valle­jo y Diana Oje­da.

* Antropólo­ga, Uni­ver­si­dad Nacional de Colom­bia –UNAL-. Magíster en geografía, Uni­ver­si­dad de los Andes –Colom­bia-. Docente e inves­ti­gado­ra, Cen­tro de Edu­cación para el Desar­rol­lo, Cor­po­ración Uni­ver­si­taria Min­u­to de Dios –UNIMINUTO S.P. catalina.qm@gmail.com

[1] Entre­vista per­son­al [2016] Juan Car­los, Vere­da la Supre­ma. Munici­pio de Maríal­aba­ja.

[2] Es impor­tante men­cionar que esta inves­ti­gación parte de un pro­ce­so de inves­ti­gación en co-labor que sig­nificó en la prác­ti­ca un pro­ce­so de antropología por deman­da [Sega­to 2010] dónde fueron las orga­ni­za­ciones sociales las que apos­taron por el uso de con­cep­tos para ali­men­tar los esce­nar­ios locales de for­ma­ción e inves­ti­gación [Ley­va X; Spped, S., 2008]

[3] El artícu­lo men­ciona el con­cep­to de despo­jo rela­ciona­do con los pos­tu­la­dos de David Har­vey en la descrip­ción del pro­ce­so de acu­mu­lación por despo­jo [Har­vey 2004] que se refiere a pro­ce­sos vio­len­tos, en la may­oría de los casos, de pri­vación de bienes con el fin de garan­ti­zar la expan­sión del cap­i­tal­is­mo. Sin embar­go, este artícu­lo, pre­tende pon­er en man­i­fiesto los efec­tos cotid­i­anos de dichos pro­ce­sos. Para este fin, de la mano de los pos­tu­la­dos de Diana Oje­da “Si bien (el despo­jo) en tér­mi­nos gen­erales se entiende como la pér­di­da por medios vio­len­tos de la pos­esión de un bien, el despo­jo per­mite pre­gun­tarse no solo por la man­era como se pri­va de la propiedad de los recur­sos a alguien o a un grupo de per­sonas, sino cómo se dis­putan las diver­sas for­mas de uso, acce­so, con­trol y rep­re­sentación de los recur­sos en la vida cotid­i­ana” [Oje­da 2016: 20].

[4] La ley de Refor­ma Agraria a la que se hace ref­er­en­cia es la Ley 135 de 1961 (Diciem­bre 13, 1961) ―Sobre refor­ma social agraria”. El Con­gre­so de Colom­bia Diario Ofi­cial. Año XCVIII. N. 30691. 20, Diciem­bre, 1961. Esta ley es la úni­ca en su esti­lo en Colom­bia en los últi­mos años. Fue real­iza­da por un pres­i­dente del par­tido lib­er­al ‑Car­los Lleras Restre­po- y se imple­men­tó de la mano de pro­gra­mas inter­na­cionales para el Desar­rol­lo como la Alian­za para el Pro­gre­so y la Rev­olu­ción Verde.

[5] Entre­vista Per­son­al [2016] Ángela, Campesina Maríal­aba­ja.

[6] Vale la pena aclarar que, para el estu­dio de cal­i­dad de agua real­iza­do por el Min­is­te­rio de salud a niv­el nacional, se tomaron 30 mues­tras en el munici­pio de Maríal­aba­ja, todas ellas urbanas. No exis­ten datos de con­trol de cal­i­dad de agua a niv­el rur­al, que puedan supon­er una cal­i­fi­cación de ries­go.

[7] La Red está com­pues­ta por: la Aso­ciación de Pescadores de Mahates –Asope­ma–; el Comité de Coop­eración Cul­tur­al de Gamero, en Mahates; Aso­pri­ni, en La Supre­ma, vere­da de Maríal­aba­ja; y el Comité del bar­rio Puer­to San­tander, en el cas­co urbano de este últi­mo Munici­pio.

[8] Entre­vista per­son­al [2016] Juan Manuel, Campesino de Maríal­aba­ja.

[9] Entre­vista Per­son­al [2016] Ricar­do, Campesino Maríal­aba­ja.

[10] La Aso­ciación de Usuar­ios Campesinos ‑ANUC- fue una orga­ni­zación a niv­el nacional impul­sa­da por la ley de Refor­ma Agraria de 1961. Esta aso­ciación fue un ref­er­ente nacional de orga­ni­zación campesina puesto que comen­zó un pro­ce­so de críti­ca y defen­sa de la tier­ra bajo el lema “La tier­ra para quien la tra­ba­ja”. Para más infor­ma­ción [Ver Zamosc 1987]

[11] Las orga­ni­za­ciones locales que par­tic­i­paron de esta inves­ti­gación son: Aso­ciación Primero los Niños de la vere­da de La Supre­ma –Aso­pri­ni –, Aso­ciación de Campesinos de San José de Playón –Aso­playón – y Aso­ciación de Campesinos de Palo-Alti­co –Asopaloalti­co.

[12] En tér­mi­nos regionales, las orga­ni­za­ciones sociales que se desta­can son: la Orga­ni­zación de Per­sonas Campesinas y Étni­cas Desplazadas –OPDS– y la Cor­po­ración Desar­rol­lo Sol­i­dario –CDS–. Como orga­ni­za­ciones nacionales se desta­can: la Aso­ciación Nacional de Zonas de Reser­va Campesina –ANZORC– y el Con­gre­so de los Pueb­los.

[13] Frag­men­to edi­to­r­i­al: El dis­tri­to de riego de Maríal­aba­ja ¿Pat­ri­mo­nio públi­co? CDS. Parcela Infor­ma­ti­va, número 5 ‑26 de mayo 2015.

[14] Las Zonas de Reser­va Campesina ‑ZRC son fig­uras jurídi­cas de pro­tec­ción de ter­ri­to­rios campesinos que están con­tem­pladas en la ley 160 de 1996. El obje­ti­vo de estas zonas es reg­u­lar los pro­ce­sos de col­o­nización y pre­venir la ven­ta masi­va de tier­ras de campesinos y pequeños propi­etar­ios [Ver Ose­jo 2012].

[15] Campesino, Red Pis­cí­co­la del Norte de Bolí­var, doc­u­men­tal Siem­bras de agua dulce, 2015.

[16] Entre­vista per­son­al [2016] Juan Car­los, Campesino Maríal­aba­ja.

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Cómo citar ¬

Catalina Quiroga Manrique, «Agua para regar la tierra y cultivar la vida: Movimientos socioterritoriales y defensa del agua en Montes de María, Bolívar, Colombia», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-13/dossier-quiroga-manrique/
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