Territorialidades indígenas y la recreación extractivista del colonialismo interno en Bolivia

Indige­nous ter­ri­to­ri­al­i­ties and the extrac­tive recre­ation of inter­nal colo­nial­ism in Bolivia

Pabel Cami­lo López Flo­res*

Recibido: 04 de enero de 2018
Acep­ta­do: 13 de junio de 2018

Resumen

Los ‘pro­ce­sos de cam­bio’ políti­co-estatal que se abrieron la déca­da pasa­da en la región, fueron resul­ta­do de movimien­tos soci­etales, en par­tic­u­lar de movimien­tos ter­ri­to­ri­al­iza­dos de matriz comu­ni­taria-indí­ge­na, sien­do ref­er­entes y gen­er­adores de pro­ce­sos con­sti­tuyentes e insta­lan­do imag­i­nar­ios de des­col­o­nización, de con­struc­ción de ‘Esta­dos Pluri­na­cionales’ y de alter­na­ti­vas al “desar­rol­lo”. En Bolivia, esos imag­i­nar­ios hace algunos años se encuen­tran en una pro­fun­da cri­sis y frac­tura. Así, se evi­den­cian fuertes con­tradic­ciones, rup­turas y grandes retro­ce­sos en torno a los sen­ti­dos del ‘Esta­do Pluri­na­cional’ a par­tir de la ori­entación del antes auto­de­nom­i­na­do ‘gob­ier­no de los movimien­tos sociales’ que es des­men­ti­do e impug­na­do por el hor­i­zonte extrac­tivista de las políti­cas guber­na­men­tales y de una ten­den­cia monológ­i­ca y autori­taria del mane­jo estatal, que entra en fuerte ten­sión con pueb­los indí­ge­nas y movimien­tos soci­etales de base comu­ni­taria, con sus reivin­di­ca­ciones y con sus ter­ri­to­ri­al­i­dades, los mis­mos que vuel­ven nue­va­mente a impug­nar la direc­ción del Esta­do. Se pro­pone una lec­tura críti­ca del con­tex­to boli­viano alrede­dor de dis­putas soci­etales por el ter­ri­to­rio en las tier­ras bajas, frente a políti­cas extrac­tivis­tas del gob­ier­no del MAS con una ori­entación del Esta­do que está recre­an­do for­mas de ‘colo­nial­is­mo inter­no’ medi­ante una modal­i­dad de recol­o­nización ter­ri­to­r­i­al.

Pal­abras clave: des­col­o­nización — ter­ri­to­ri­al­i­dad indí­ge­na – extrac­tivis­mo — colo­nial­is­mo inter­no – recol­o­nización ter­ri­to­r­i­al

Abstract

The process­es of’ of polit­i­cal-pub­lic change that opened up in the last decade in the region were the result of soci­etal move­ments, in par­tic­u­lar of the indige­nous-ter­ri­to­r­i­al move­ments. Such move­ments are the ref­er­ents and the gen­er­a­tors of the con­stituent process­es which install imag­i­nar­ies of decol­o­niza­tion, con­struc­tion of ‘Pluri-nation­al States’ and alter­na­tives to ‘devel­op­ment’. In Bolivia, these imag­i­nar­ies have been in a deep cri­sis and frac­ture for some years. Cur­rent­ly, there are stronger con­tra­dic­tions, rup­tures and set­backs around the sens­es of the ‘Pluri-nation­al State’ of the ori­en­ta­tion of the self-called “gov­ern­ment of social move­ments” . This gov­ern­ment is denied by the  extrac­tivist hori­zon of gov­ern­ment poli­cies and by a mono­log­i­cal trend in the state man­age­ment, which is in strong ten­sion with the indige­nous peo­ples and social com­mu­ni­tar­i­an move­ments: with their rights and their ter­ri­to­ri­al­i­ties, the same ones who chal­lenge the direc­tion of the State. I pro­pose a crit­i­cal read­ing of the Boli­vian cur­rent con­text around the social dis­putes for the ter­ri­to­ry in the low­lands, in the con­text of inten­si­fi­ca­tion of extrac­tive poli­cies of MAS gov­ern­ment and an ori­en­ta­tion of the State that would be recre­at­ing the forms of ‘inter­nal colo­nial­ism’ and modal­i­ties of ter­ri­to­r­i­al re-col­o­niza­tion.

Key words: decol­o­niza­tion — indige­nous ter­ri­to­ri­al­i­ty – extrac­tivis­mo — inter­nal colo­nial­ism — ter­ri­to­r­i­al re-col­o­niza­tion

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Introducción

En los últi­mos años se hizo evi­dente asi­s­tir a una época de con­tinuidades, con­tradic­ciones, repliegues y/o retro­ce­sos de los pro­ce­sos de trans­for­ma­ción políti­ca que se man­i­fes­taron la déca­da pasa­da en diver­sos con­tex­tos de Améri­ca del Sur, en donde casi la may­oría de los país­es de la región pre­sen­tan pro­ce­sos car­ac­ter­i­za­dos por la gen­er­al­ización y con­sol­i­dación de mod­e­los económi­cos de base extrac­tivis­tas. Así, el actu­al con­tex­to de Améri­ca del Sur con­tin­uaría expre­san­do una expan­sión de las fron­teras hacia ter­ri­to­rios antes con­sid­er­a­dos como “impro­duc­tivos”: la fron­tera energéti­ca, petrol­era, min­era, fore­stal, agroin­dus­tri­al, bio­genéti­ca, entre las pre­dom­i­nantes. Dicha expan­sión, den­tro de las nuevas espa­cial­i­dades y recon­fig­u­ra­ciones del cap­i­tal­is­mo en la región, ha gen­er­a­do trans­for­ma­ciones sociales y ter­ri­to­ri­ales de gran mag­ni­tud, en la medi­da en que se reori­en­ta com­ple­ta­mente la economía de grandes espa­cios ter­ri­to­ri­ales en la región y de pueb­los enteros, así como de sus ter­ri­to­ri­al­i­dades, cul­tura y for­mas de vida, pre­cisa­mente a par­tir de políti­cas extrac­tivis­tas y activi­dades de explotación/exportación de mate­rias pri­mas y pro­ce­sos de despo­jo ter­ri­to­r­i­al y socio-cul­tur­al, con fuertes efec­tos sobre pobla­ciones locales de base rur­al y de matriz comu­ni­taria que se encuen­tran ances­tral­mente arraigadas al ter­ri­to­rio, ame­nazan­do en el cor­to y medi­ano pla­zo la sus­tentabil­i­dad ecológ­i­ca de esos espa­cios y de sus socio-eco­sis­temas y sus condi­ciones de repro­duc­ción.

Así, a par­tir de las nuevas modal­i­dades que ha adop­ta­do la lóg­i­ca de acu­mu­lación del cap­i­tal en el mun­do, bajo for­mas de “acu­mu­lación por despos­esión” [Har­vey 2004], asis­ti­mos, de man­era par­tic­u­lar y especí­fi­ca a una nue­va inflex­ión de una dimen­sión social auto-orga­ni­za­ti­va en Améri­ca lati­na [Svam­pa 2011], a través de la cual el ter­ri­to­rio aparece en el cen­tro de dis­putas, reivin­di­ca­ciones, deman­das y acciones colec­ti­vas de suje­tos comu­ni­tar­ios. De ese modo, se gen­er­an en esos ter­ri­to­rios y espa­cios locales una ola de resisten­cias sociales, iden­ti­fi­ca­dos como con­flic­tos socio-ambi­en­tales [Alier 2004] y re-acti­van­do a la vez movimien­tos socioter­ri­to­ri­ales y anti­colo­niales, y por tan­to, movimien­tos soci­etales [Tapia 2008], que sur­gen en las últi­mas décadas en la región a par­tir de los que algunos autores denom­i­naron el ‘giro eco-ter­ri­to­r­i­al’ de los movimien­tos sociales en Améri­ca Lati­na [Svam­pa 2011]. En ésta dimen­sión ter­ri­to­r­i­al re-emer­gen gran parte de los movimien­tos sociales en la región, a par­tir de la ten­sión que se pro­duce entre la con­cep­ción del ter­ri­to­rio como espa­cio de repro­duc­ción social en donde se desar­rol­lan una diver­si­dad de prác­ti­cas sociales, económi­cas y cul­tur­ales, de frente a dinámi­cas y políti­cas extrac­tivis­tas. Así, al ser ata­ca­dos sus espa­cios históri­cos, ances­trales y comu­ni­tar­ios, muchos pueb­los y comu­nidades indí­ge­nas, en tan­to movimien­tos ter­ri­to­ri­al­iza­dos, reac­cio­nan como for­ma de defen­sa y resisten­cia, generan­do un fenó­meno de recon­struc­ción socioter­ri­to­r­i­al y de acti­vación de antiguas y/o gen­eración de “nuevas ter­ri­to­ri­al­i­dades” [Por­to-Gonçalves 2010].

En este esce­nario, en los últi­mos años los denom­i­na­dos “pro­ce­sos de cam­bio” en la región se han con­sol­i­da­do den­tro de una ten­den­cia económi­ca sub­con­ti­nen­tal mar­ca­da por la expan­sión de mod­e­los de desar­rol­lo basa­dos en la extracción/exportación de “recur­sos nat­u­rales” como mate­rias pri­mas en base a las exi­gen­cias del mer­ca­do inter­na­cional, con un rol cen­tral de los Esta­dos en esas dinámi­cas. Así, exi­s­tirían hoy grandes dis­tan­cias, sep­a­ra­ciones y enfrentamien­tos entre los movimien­tos en resisten­cia, en par­tic­u­lar de pueb­los y orga­ni­za­ciones indí­ge­nas, frente a la ori­entación y actuación de los lla­ma­dos “gob­ier­nos pro­gre­sis­tas”. En los país­es de la región con pro­ce­sos que en su momen­to fueron con­sid­er­a­dos par­a­dig­máti­cos, como Bolivia y Ecuador, las nociones de “crec­imien­to”, “pro­gre­so”, “desar­rol­lo”, “exportación”, etc., con­tin­uarían hoy en la base del mod­e­lo de economía y las políti­cas estatales. Por lo tan­to, la gran expec­ta­ti­va de que dis­cur­sos anti-neolib­erales, anti-impe­ri­al­is­tas y/o anti-cap­i­tal­is­tas pro­du­je­sen reori­enta­ciones bási­cas en las lóg­i­cas extrac­tivis­tas, que históri­ca­mente car­ac­teri­zaron la inser­ción depen­di­ente de las economías del sub­con­ti­nente en el mer­ca­do glob­al, no solo no habría ocur­ri­do [Lan­der 2012] sino que, con­trari­a­mente, con estos gob­ier­nos se ha acen­tu­a­do y expandi­do la extrac­ción y “despo­jo” a los “bienes comunes” de la nat­u­raleza y de los pueb­los.

Especí­fi­ca­mente en Bolivia, el hor­i­zonte de trans­for­ma­ción estatal que fue abier­to a par­tir de cic­los de mov­i­lización social en la déca­da pasa­da y que tuvo la premisa de la des­col­o­nización del Esta­do como condi­ción para la con­struc­ción de un “Esta­do Pluri­na­cional” den­tro de una “coyun­tu­ra fun­dante” [Zavale­ta 2009] fue pro­duc­to de la poten­cia y resisten­cia de memo­rias de cul­turas y pueb­los indí­ge­nas y orig­i­nar­ios acu­mu­ladas durante sig­los y décadas de dom­i­nación colo­nial, repub­li­cana, nacional­ista y neolib­er­al, que emergieron de man­era con­tun­dente a finales del siglo XX y que, aún hoy, con­tinúan man­i­festán­dose como espa­cios comu­ni­tar­ios de resisten­cia y núcleos ter­ri­to­ri­ales de con­tra-hege­monía soci­etal [Tapia 2011] frente al Esta­do y a sus políti­cas de despo­jo en los ter­ri­to­rios.

En ese con­tex­to, en el mar­co del nue­vo mar­co jurídi­co-políti­co y ter­ri­to­r­i­al estable­ci­do por el actu­al tex­to con­sti­tu­cional boli­viano resul­ta­do del pro­ce­so con­sti­tuyente en el dece­nio ante­ri­or, el actu­al carác­ter de ‘pluri­na­cional­i­dad’ del Esta­do tiene como uno de sus ejes cen­trales el reconocimien­to de la pre-exis­ten­cia de pueb­los orig­i­nar­ios, de sus ter­ri­to­rios ances­trales y del prin­ci­pio de autode­ter­mi­nación, así como el manda­to de imple­mentación de ‘autonomías indí­ge­nas’, como una modal­i­dad conc­re­ta para la trasfor­ma­ción y des­col­o­nización de la estruc­tura estatal que asume, al menos declar­a­ti­va­mente, una matriz social comu­ni­taria, orig­i­nar­ia y de civ­i­lización agraria, es decir recono­cería, en cier­ta medi­da, la “condi­ción mul­ti­so­ci­etal” de Bolivia [Tapia 2002] y la necesi­dad de desmon­tar esque­mas históri­cos de colo­nial­is­mo inter­no [González Casano­va 1969]. Sin embar­go, a par­tir del peri­o­do que podríamos lla­mar post-con­sti­tuyente en el país, des­de estruc­turas guber­na­ti­vas del Esta­do se fueron imponien­do e imple­men­tan­do políti­cas económi­cas extrac­tivis­tas que estarían con­tradi­cien­do y desmintien­do el sen­ti­do de los men­ciona­dos prin­ci­p­ios con­sti­tu­cionales, así como el alcance de las autonomías indí­ge­nas.

En ese con­tex­to, en estos últi­mos años en Bolivia se vienen pro­ducien­do con­flic­tos y mov­i­liza­ciones sociales de mucha inten­si­dad, de par­tic­u­lar modo en las lla­madas ‘tier­ras bajas’ del país, en torno a la defen­sa de ter­ri­to­rios y que son pro­tag­on­i­za­dos por movimien­tos de base ter­ri­to­r­i­al comu­ni­taria y por pueb­los y orga­ni­za­ciones indí­ge­nas. Algunos de estos con­flic­tos y movimien­tos se encuen­tran actual­mente vigentes, en situación de resisten­cia y en dinámi­cas de lucha, los mis­mos que estarían expre­san­do acciones de defen­sa, mov­i­lización y dis­putas socio-ter­ri­to­r­i­al frente a políti­cas extrac­tivis­tas del gob­ier­no del MAS. Entre los más recientes y expre­sivos de dichos movimien­tos se desta­ca el con­flic­to en torno a la defen­sa indí­ge­na del TIPNIS (Ter­ri­to­rio Indí­ge­na y Par­que Nacional Isi­bóro Secure) en parte de la región amazóni­ca del país, que tuvo como su máx­i­mo momen­to de emer­gen­cia y vis­i­bi­lización en dos mar­chas indí­ge­nas (2011 y 2012) en defen­sa de este ter­ri­to­rio frente a planes guber­na­men­tales de imposi­ción incon­sul­ta de una car­retera como parte de proyec­tos geopolíti­cos de infraestruc­tura des­ti­na­da a la extrac­ción. Asimis­mo, otro de estos movimien­tos de resisten­cia ter­ri­to­r­i­al se man­i­fi­es­ta con la lucha por los dere­chos ter­ri­to­ri­ales y la autonomía indí­ge­na en la región del Cha­co boli­viano por parte de la Nación Guaraní y sus orga­ni­za­ciones, frente a políti­cas guber­na­men­tales, por un lado, dirigi­das a lim­i­tar y sub­or­di­nar a la autonomía indí­ge­na de este pueblo y, por otro lado, desple­gadas como inter­ven­ciones direc­tas para garan­ti­zar proyec­tos de extrac­ción, vul­neran­do dere­chos colec­tivos y ter­ri­to­ri­ales recono­ci­dos.

Estos movimien­tos de resisten­cia ter­ri­to­r­i­al indí­ge­na en las tier­ras bajas de Bolivia han gen­er­a­do acciones colec­ti­vas de defen­sa por parte de las pobla­ciones indí­ge­nas frente a las actuales las políti­cas extrac­tivis­tas del gob­ier­no boli­viano y a inter­ven­ciones repre­si­vas para impon­er­las, lo que mues­tra evi­dentes con­tradic­ciones, retro­ce­sos y dis­putas en torno al sen­ti­do y alcance de la “pluri­na­cional­i­dad” del Esta­do y al imag­i­nario del tan evo­ca­do “Vivir Bien”; por un lado con la imposi­ción de una visión estatal y guber­na­men­tal de desar­rol­lo y; por otro lado, con visiones de actores socioter­ri­to­ri­ales indí­ge­nas que reivin­di­can el dere­cho colec­ti­vo a la autode­ter­mi­nación, al auto­go­b­ier­no, al respeto de sus for­mas ances­trales y comu­ni­tarias, o sim­ple­mente a preser­var su ter­ri­to­ri­al­i­dad ances­tral como condi­ción fun­da­men­tal para la repro­duc­ción de su vida como pueb­los.

Esta ten­den­cia, es la que se pro­pone abor­dar y prob­lema­ti­zar en este tex­to, apun­tan­do a dar cuen­ta de las actuales modal­i­dades de recol­o­nización de ter­ri­to­rios y de recreación de for­mas de colo­nial­is­mo inter­no en Bolivia. Pre­cisa­mente, el propósi­to de este breve escrito es desar­rol­lar una breve lec­tura del actu­al y reciente con­tex­to boli­viano, pre­cisan­do especí­fi­ca­mente su ubi­cación en un esce­nario region­al de acen­tuación y expan­sión extrac­tivista y a niv­el inter­no en relación a la recon­fig­u­ración sociopolíti­ca y geopolíti­ca que se está desple­gan­do, lo que per­mite prob­lema­ti­zar el sen­ti­do de políti­cas estales-guber­na­men­tales con algunos de los pos­tu­la­dos de la actu­al Con­sti­tu­ción Políti­ca del Esta­do, las car­ac­terís­ti­cas y ori­enta­ciones que han toma­do dichas políti­cas, lo que per­mite plantear la hipóte­sis sobre un pro­ce­so recol­o­nización ter­ri­to­r­i­al en mar­cha. Para esta tarea, nos planteamos retomar las nociones de ‘movimien­to soci­etal’ [Tapia 2008], la de extrac­tivis­mo (o más especí­fi­ca­mente de neo-extrac­tivis­mo) y reac­tu­alizar la cat­e­goría de ‘colo­nial­is­mo inter­no’ prop­ues­ta en los 60s por Gon­za­les Casano­va.

Territorialidades en disputa: resistencia comunitaria frente a la expansión extractivista

El sub­con­ti­nente lati­noamer­i­cano en la déca­da pasa­da habría con­sol­i­da­do su condi­ción sec­u­lar, colo­nial y depen­di­ente de abaste­cedor de mate­rias pri­mas al mer­ca­do glob­al, en el mar­co de lo que se ha denom­i­na­do como el nue­vo “con­sen­so de los com­modi­ties” [Svam­pa 2013], que mar­co el ingre­so de la región en un orden económi­co y políti­co-ide­ológi­co que pro­du­jo y pro­duce nuevas asimetrías y con­flic­tos socio-cul­tur­ales, ter­ri­to­ri­ales y ambi­en­tales. El avance del mod­e­lo extrac­ti­vo impli­ca una com­ple­ja recon­fig­u­ración ter­ri­to­r­i­al, a través de la cual los emprendimien­tos trans­for­man las activi­dades tradi­cionales y la vida mis­ma de las comu­nidades que habi­tan los ter­ri­to­rios ady­a­centes al espa­cio pro­duc­ti­vo. En ese sen­ti­do la prome­sa de pro­gre­so y desar­rol­lo se entre­laza con el extrac­tivis­mo como la úni­ca sal­i­da posi­ble para el despegue de los país­es lati­noamer­i­canos. En ese sen­ti­do, los últi­mos años se vino deba­tien­do en torno a lo que algunos autores denom­i­naron como el “neoex­trac­tivis­mo en Améri­ca del Sur”, [1] el cual se car­ac­ter­i­za bási­ca­mente por: a) la pro­duc­ción de com­modi­ties con el fin de ser expor­ta­dos al mer­ca­do inter­na­cional; b) la gen­eración de impor­tantes impactos socio-ambi­en­tales; c) el impul­so de proyec­tos de gran escala; d) el involu­cramien­to de grandes empre­sas trasna­cionales; e) El papel cen­tral que jue­gan los Esta­dos y gob­ier­nos (a difer­en­cia del peri­o­do neolib­er­al) en el con­trol de exe­cen­detes prove­nientes de los pro­ce­sos extrac­tivos y; f) la gen­eración de economías exter­nas y grandes rentabil­i­dades para las cor­po­ra­ciones [Gudy­nas 2009, Svam­pa 2011, Acos­ta 2011, Lan­der 2012], donde regiones como los Andes y la Ama­zonía que habían queda­do rel­a­ti­va­mente al mar­gen de los de los pro­ce­sos económi­cos impul­sa­dos des­de el mer­ca­do cap­i­tal­ista transna­cional durante el peri­o­do neolib­er­al, serán en la actu­al­i­dad pri­or­i­tari­a­mente ocu­pa­dos y someti­dos al “val­or” del mer­ca­do y de la inver­sión de cap­i­tales transna­cionales [Daza, Hoet­mer y Var­gas 2012] y como espa­cios ter­ri­to­ri­ales obje­to de dinámi­cas de despo­jo, negan­do de ese modo que en esos espa­cios locales ya exis­ten (existían) activi­dades sociales, ecológ­i­cas, económi­cas, pro­duc­ti­vas y ter­ri­to­ri­al­i­dades con­stru­idas históri­ca­mente y que con­tienen un con­jun­to de iden­ti­dades colec­ti­vas, rela­ciones sociales, prác­ti­cas cul­tur­ales. Una mues­tra de ello sería la situación de los pueb­los indí­ge­nas que luchan especí­fi­ca­mente por la defen­sa de sus dere­chos cul­tur­ales, económi­cos y ter­ri­to­ri­ales ante el avance de políti­cas económi­cas basadas en el despo­jo y la imposi­ción de ‘ter­ri­to­ri­al­i­dades extrac­ti­vas’ [Gia­r­rac­ca en Wharen 2011], en tan­to pro­ce­so que habría pro­duci­do nuevos desplaza­mien­tos, colo­can­do en el cen­tro de dis­pu­ta el ter­ri­to­rio, el medio-ambi­ente y las condi­ciones de vida de pueb­los indí­ge­nas y comu­nidades rurales.

Asimis­mo, des­de prin­ci­p­ios del pre­sente siglo fuertes olas de mov­i­lización social y pro­ce­sos de cam­bios políti­cos en Améri­ca Lati­na han recon­fig­u­ra­do el con­tex­to gen­er­al de la región, impli­can­do en algunos casos pro­ce­sos de cam­bios políti­co-estatales que se han car­ac­ter­i­za­do, entre otros aspec­tos, por el pro­tag­o­nis­mo de movimien­tos con matri­ces comu­ni­tarias y de base ter­ri­to­r­i­al rur­al, así como su capaci­dad de colo­car en el imag­i­nario y debate públi­co la vigen­cia y con­tin­uación de rela­ciones políti­cas y socio­cul­tur­ales de fuerte exclusión, dis­crim­i­nación, sub­or­di­nación y dom­i­nación históri­c­as y sis­temáti­cas de amplios sec­tores de las sociedades, par­tic­u­lar­mente gran parte de comu­nidades, pueb­los y suje­tos indí­ge­nas. Estos movimien­tos sociales de per­fil cul­tur­al y de ancla­je ter­ri­to­r­i­al per­mi­tieron vis­i­bi­lizar la per­sis­ten­cia en sus sociedades de nuevas for­mas de “colo­nial­i­dad del poder” [Qui­jano 2000] y en par­tic­u­lar de lo que González Casano­va [1969] denom­i­naría como “colo­nial­is­mo inter­no”.[2] Además, estos movimien­tos lograron insta­lar en las agen­das políti­cas de los país­es, reivin­di­ca­ciones, deman­das y prop­ues­tas que trasto­ca­ban y cues­tion­a­ban el carác­ter mis­mo de los Esta­do-Nación, como un pro­duc­to de matriz mod­er­no-eurocén­tri­ca-colo­nial muy ajeno a real­i­dades “mul­ti­so­ci­etales” [Tapia 2002], como en el caso de Bolivia. Estos cues­tion­amien­tos por parte de movimien­tos sociales habrían gen­er­a­do rebe­liones sociales y tam­bién pro­ce­sos de cam­bio y trans­for­ma­ción, tan­to a niv­el estruc­tur­al (políti­co-jurídi­co-ter­ri­to­r­i­al) como a niv­el de los imag­i­nar­ios colec­tivos en algunos país­es, aunque estas trans­for­ma­ciones sean has­ta aho­ra de carác­ter más declar­a­ti­vo (enun­ci­a­dos con­sti­tu­cionales) que cam­bios mate­ri­ales reales (en las estruc­turas insti­tu­cionales y ter­ri­to­ri­ales del esta­do). En ese sen­ti­do, en los últi­mos 20 años se fueron ges­tando y en algunos casos mate­ri­al­izan­do reivin­di­ca­ciones y prop­ues­tas de carác­ter y den­si­dad soci­etal a través de la irrup­ción de “movimien­tos soci­etales” [Tapia 2008], en algunos casos man­i­fes­tadas a través de for­mas de defen­sa socioter­ri­to­r­i­al y de reivin­di­cación del dere­cho de autode­ter­mi­nación y, en otros casos, a través del ejer­ci­cio de auto­go­b­ier­no y/o de recon­sti­tu­ción de ter­ri­to­ri­al­i­dades y for­mas políti­cas ances­trales.

En esa per­spec­ti­va, resul­ta útil una lec­tura ter­ri­to­ri­al­iza­da de algunos movimien­tos sociales, en par­tic­u­lar de movimien­tos con reivin­di­ca­ciones soci­etales y étni­co-ter­ri­to­ri­ales como los movimien­tos indí­ge­nas, que re-emer­gen en la región, como en el caso especí­fi­co de Bolivia, en tan­to suje­tos sociales y políti­cos ter­ri­to­ri­al­iza­dos, a par­tir de la defen­sa de su ter­ri­to­ri­al­i­dad, enten­di­da tan­to como dere­cho colec­ti­vo y como condi­ción de repro­duc­ción de sus for­mas de vida, esto es como “mun­dos de vida” [Leff 2010], sig­nif­i­can­do en algunos casos la con­for­ma­ción de esce­nar­ios de “dis­pu­ta ter­ri­to­r­i­al” entre estos movimien­tos indí­ge­nas y otros actores con pres­en­cia en el ter­ri­to­rio, en par­tic­u­lar frente a las dinámi­cas de despo­jo y frente a deter­mi­nadas políti­cas del pro­pio Esta­dos y gob­ier­no.

En ese sen­ti­do, el “ancla­je ter­ri­to­r­i­al” sería una de las car­ac­terís­ti­cas sin­gu­lares de los actuales movimien­tos sociales en la región, esta re-ter­ri­to­ri­al­ización social, en parte, sería pro­duc­to del avance del cap­i­tal y a la refor­mu­lación por parte del cap­i­tal de los viejos mod­os de dom­i­nación [Zibechi 2003], pero sería tam­bién una apues­ta de los pro­pios movimien­tos que recu­per­an y resig­nif­i­can políti­ca­mente sus ter­ri­to­rios al tiem­po que resig­nif­i­can políti­ca­mente sus iden­ti­dades en par­tic­u­lar modo como indí­ge­nas. Así, para estos movimien­tos sociales y suje­tos políti­cos el ter­ri­to­rio aparece como un espa­cio de resisten­cia y tam­bién, pro­gre­si­va­mente, como un lugar de resig­nifi­cación y creación de nuevas rela­ciones sociales [Svam­pa 2011]. Así, los movimien­tos sociales ter­ri­to­ri­al­iza­dos o socioter­ri­to­ri­ales van for­mán­dose en ten­siones y con­tradic­ciones que los enfrentan a los poderosos (sea los agentes del cap­i­tal o el pro­pio Esta­do), pero tam­bién “con/contra” otros actores; las insti­tu­ciones, colonos, los sindi­catos, los par­tidos políti­cos, etc. [Por­to-Gonçalves 2001: 215]. De ese modo, los movimien­tos socio-ter­ri­to­ri­ales van con­struyen­do nuevas iden­ti­dades políti­cas y cul­tur­ales en el ter­ri­to­rio, re-sig­nif­i­can­do ter­ri­to­rios y ter­ri­to­ri­al­i­dades. En ese sen­ti­do, en la dimen­sión de la ter­ri­to­ri­al­i­dad, que aquí nos intere­sa es la pres­en­cia del ter­ri­to­rio y la cul­tura de los actores ‘sub­al­ter­nos’ en los inter­sti­cios de las rela­ciones de dom­i­nación [Zibechi 2003], son las que habil­i­tarían, por ejem­p­lo, pro­ce­sos de defen­sa de dere­chos colec­tivos y ter­ri­to­ri­ales (como el dere­cho de con­sul­ta pre­via), así como los pro­ce­sos autonómi­cos indí­ge­nas.

Es posi­ble señalar entonces que muchos de los movimien­tos socioter­ri­to­ri­ales se con­sti­tuyen como actores políti­cos en resisten­cia y despl­ie­gan su reper­to­rio de mov­i­lización y acción colec­ti­va ter­ri­to­ri­al­iza­da, frente a la pres­en­cia de pro­ce­sos de dester­ri­to­ri­al­ización desple­ga­dos por activi­dades de extrac­ción de “recur­sos nat­u­rales” en sus ter­ri­to­rios. A esas dinámi­cas de despo­jo se las podría denom­i­nar como “ter­ri­to­ri­al­i­dad extrac­ti­va” [Gia­r­rac­ca en Wahren 2011], en tan­to for­mas de despliegue ter­ri­to­r­i­al hegemóni­cas lig­adas a las dinámi­cas cap­i­tal­is­tas del que impli­can recon­fig­u­ra­ciones ter­ri­to­ri­ales y cuya lóg­i­ca de acu­mu­lación se encuen­tra mar­ca­da por el aprovechamien­to ilim­i­ta­do de los recur­sos nat­u­rales y la con­sigu­iente dev­astación del entorno nat­ur­al y el despo­jo y la exclusión de los otros actores sociales que habi­tan ances­tral­mente esos ter­ri­to­rios.

Plurinacionalidad y ‘Vivir Bien’ o Estado-Nación extractivista en Bolivia

Lo que hoy se denom­i­na Esta­do Pluri­na­cional de Bolivia, fue en parte el resul­ta­do de un pro­ce­so de acu­mu­lación históri­ca de cic­los de cri­sis, resisten­cia, luchas y trans­for­ma­ciones sociales, políti­cas, cul­tur­ales y ter­ri­to­ri­ales, que han venido suce­di­en­do des­de la época de la dom­i­nación colo­nial has­ta nue­stros días, donde los diver­sos momen­tos de la his­to­ria de este país pre­sen­tan una inmen­sa can­ti­dad de  hechos y pro­ce­sos sociopolíti­cos que fueron trans­for­man­do los imag­i­nar­ios colec­tivos de un país con una “con­for­ma­ción social abi­gar­ra­da” [Zavale­ta 2009] de sus entra­ma­dos sociopolíti­cos y de rela­ciones entre esas diver­sas sociedades y el Esta­do. En esa línea, Luis Tapia [2002] pro­pone pen­sar algu­nas de nues­tras sociedades dan­do cuen­ta de la diver­si­dad de real­i­dades soci­etales al inte­ri­or de un espa­cio social gen­er­al, como un país, a través de la noción de  “mul­ti­so­ci­etal”, que este autor con­cibe como un tér­mi­no que deri­va de la noción de “for­ma­ción social abi­gar­ra­da” de Zavale­ta, que en el caso de Bolivia, es útil para describir aque­l­los ter­ri­to­rios donde se han mar­ca­do fron­teras en la creación de un Esta­do “mod­er­no”, den­tro de las cuales exis­ten, de hecho, var­ios tipos de sociedad, no solo de lenguas y cul­turas, pro­duc­to de la col­o­nización.

Así, a par­tir del hecho de haberse con­sti­tu­cional­iza­do la condi­ción pluri­na­cional de la real­i­dad social, cul­tur­al, políti­ca y ter­ri­to­r­i­al de Bolivia, se habría tam­bién recon­fig­u­ra­do, al menos for­mal y declar­a­ti­va­mente, la modal­i­dad de su “for­ma pri­mor­dial” [Zavale­ta 2009] que car­ac­ter­i­z­a­ba la con­for­ma­ción sociopolíti­ca de este país, esto es, su condi­ción estruc­tur­al mono­cul­tur­al y monona­cional. De esa man­era, con la redefini­ción del carác­ter del Esta­do como “pluri­na­cional” en la actu­al Con­sti­tu­ción Políti­ca del Esta­do aproba­da el 2009, tam­bién se opera, en cier­ta medi­da, una recom­posi­ción en la nomen­clatu­ra de las rela­ciones entre las for­mas políti­co-sociales mod­er­nas (lib­erales) y el con­jun­to de las for­mas sociales y políti­cas de auto­go­b­ier­no de pueb­los, cul­turas y ter­ri­to­ri­al­i­dades de matriz y estruc­tura comu­ni­taria con otras for­mas soci­etales. Estas dinámi­cas de recon­fig­u­ración se expre­sarían, pues, des­de el primer artícu­lo de la nue­va Con­sti­tu­ción, en la fór­mu­la de “Esta­do Uni­tario, Pluri­na­cional, Comu­ni­tario y con Autonomías” que com­ple­jiza, aunque de modo hib­ri­do y sin salir del eje repub­li­cano-lib­er­al. Así, tal vez dos ejes trans­ver­sales claves para enten­der el sen­ti­do y carác­ter trans­for­mador de la actu­al Con­sti­tu­ción boli­viana jun­to a la idea de pluri­na­cional­i­dad están rela­ciona­dos, por un lado, con la noción de des­col­o­nización que es pre­sen­ta­da como el núcleo estratégi­co que mar­ca el sen­ti­do anti-colo­nial ten­dría el tex­to con­sti­tu­cional y que recogería la históri­ca reivin­di­cación de los pueb­los indí­ge­nas del país; por otro lado, la noción del “Vivir Bien” como un prin­ci­pio y filosofía con­sti­tu­cional, que aparece recur­rente­mente a los largo del tex­to con­sti­tu­cional y que está inspi­ra­do en con­cep­ciones y cos­mo­vi­sones de matriz comu­ni­taria como el suma qamaña (en aimara), el sumak kausay (en quechua) o el teko kavi (en guaraní), etc., que fuera declar­a­do, además, como un hor­i­zonte de una alter­na­ti­va a la idea de “desar­rol­lo” con­ven­cional y en armonía con la nat­u­raleza.

Asimis­mo, uno de las prin­ci­pales inno­va­ciones del actu­al tex­to con­sti­tu­cional boli­viano tiene que ver con el redis­eño políti­co-ter­ri­to­r­i­al que se insti­tuye a par­tir del rég­i­men de autonomías en la nue­va estruc­tura y orga­ni­zación ter­ri­to­r­i­al del nue­vo Esta­do Pluri­na­cional, lo que se pens­a­ba impli­caría un pro­ce­so de descon­cen­tración, democ­ra­ti­zación y redis­tribu­ción del poder políti­co en el ter­ri­to­rio, ya que se suponía que el Esta­do cam­biaría sus­tan­cial­mente su carác­ter, ya que su dis­eño involu­cra­ba diver­sos nive­les de admin­is­tración con base ter­ri­to­r­i­al. En ese esce­nario, la Con­sti­tu­ción boli­viana insti­tuyo la figu­ra de autonomía indí­ge­na orig­i­nar­ia campesina (AIOC) como un niv­el autonómi­co y enti­dad ter­ri­to­r­i­al especí­fi­ca, estable­cien­do que la mis­ma con­siste en el auto­go­b­ier­no como ejer­ci­cio de la libre deter­mi­nación de las naciones y los pueb­los indí­ge­nas, recono­cien­do orga­ni­za­ciones e insti­tu­ciones jurídi­cas, políti­cas, sociales y económi­cas propias. De esta man­era el actu­al tex­to con­sti­tu­cional boli­viano incor­poro, a par­tir de las deman­das del movimien­to indí­ge­na, como uno de sus núcleos de trans­for­ma­ción políti­co-ter­ri­to­r­i­al que inno­van y trasto­can la estruc­tura mis­ma del Esta­do a la temáti­ca de las autonomías indí­ge­nas que, en rig­or, se con­vierten en uno de los prin­ci­pales ejes de re-orga­ni­zación ter­ri­to­r­i­al del Esta­do y que más le impri­men a éste su condi­ción “pluri­na­cional”.

En ese sen­ti­do, el reconocimien­to con­sti­tu­cional de las autonomías indí­ge­nas se pre­senta­ba y proyecta­ba, al menos luego de aproba­da la car­ta magna el 2009, como uno de los pun­tales para la con­cre­ción del Esta­do pluri­na­cional; ya que implic­a­ba no solo el reconocimien­to de tipo cul­tur­al de autonomía ter­ri­to­r­i­al sino el desafío de des­col­o­nizar los históri­cos esque­mas ter­ri­to­ri­ales colo­niales y neo­colo­niales de poder. Así, especí­fi­ca­mente el carác­ter de “pluri­na­cional­i­dad” del Esta­do ten­dría como uno de sus ejes cen­trales el reconocimien­to y el manda­to de imple­mentación de autonomías indí­ge­nas como una prop­ues­ta y modal­i­dad conc­re­ta para la con­struc­ción plur­al de una estruc­tura estatal, asum­ien­do su matriz social fuerte­mente comu­ni­taria, su condi­ción ‘mul­ti­so­ci­etal’ [Tapia 2002] y de la necesi­dad de desmon­tar esque­mas históri­cos de colo­nial­is­mo inter­no [González Casano­va 1969]. Sin embar­go, des­de estruc­turas guber­na­ti­vas del actu­al “Esta­do Pluri­na­cional” en la actu­al­i­dad pre­dom­i­nan visiones y con­sol­i­dan políti­cas económi­cas basadas en mod­e­los extrac­tivis­tas, las que con­tradi­cen frontal­mente los supuestos con­sti­tu­cionales de transformación/descolonización estatal y alcance de las autonomías políti­co-ter­ri­to­ri­ales de los pueb­los indí­ge­nas, estable­ci­das en el actu­al tex­to con­sti­tu­cional de este país, afectan­do de esa man­era direc­ta­mente ter­ri­to­rios y comu­nidades indí­ge­nas y aca­ban­do con las condi­ciones de posi­bil­i­dad de un esta­do pluri­na­cional.

En ese sen­ti­do, la ola de expan­sión del hor­i­zonte con­tra-hegemóni­co que se abrió en la ‘coyun­tu­ra fun­dante’ boli­viana a ini­cios del siglo XXI y pro­du­jo una asam­blea con­sti­tuyente y refor­mas estruc­turales del Esta­do en Bolivia, en la actu­al­i­dad estaría volvien­do a reple­garse a ‘núcleos de resisten­cia indí­ge­na’ [Tapia 2011], lo que se habría puesto en evi­den­cia con el con­flic­to del TIPNIS y más recien­te­mente en la región del Cha­co, con la clara pos­tu­ra del gob­ier­no actu­al, serían lóg­i­cas y for­mas de negación y blo­queo del sen­ti­do pro­fun­do y del carác­ter mis­mo de la autonomía indí­ge­na estable­ci­da en la actu­al Con­sti­tu­ción boli­viana que recoge el con­ve­nio 169 de la OIT y la Declaración de las Naciones Unidas sobre Pueb­los Indí­ge­nas, que recono­cen el dere­cho fun­da­men­tal de los pueb­los y naciones orig­i­nar­ias a su autode­ter­mi­nación. Este prin­ci­pio, en los casos de resisten­cia y mov­i­lización de parte del pueblo Guaraní en el Cha­co boli­viano, como en los casos de Tako­vo Mora en 2015 y de la defen­sa indí­ge­na de las comu­nidades del TIPNIS en 2011–2012, es el que se habría vul­ner­a­do. Por un lado, al no haberse real­iza­do un trans­par­ente pro­ce­so de con­sul­ta –pre­via, libre,  infor­ma­da y de bue­na fe– como estable­cen las nor­mas nacionales e inter­na­cionales; por otro lado, descono­cien­do las orga­ni­za­ciones históri­c­as y rep­re­sen­ta­ti­vas de los pueb­los indí­ge­nas y sus pro­ce­sos y for­mas de autori­dad propia y, final­mente, descono­cien­do y vul­neran­do dere­chos colec­tivos fun­da­men­tales y desple­gan­do acciones repre­si­vas y autori­tarias para la imposi­ción de políti­cas guber­na­men­tales extrac­tivis­tas.

En el caso de la región del Cha­co boli­viano, donde el pueblo Guaraní auto-iden­ti­fi­ca­do como nación y orga­ni­za­do políti­ca y ter­ri­to­rial­mente en base sus comu­nidades y a sus autori­dades tradi­cionales, reivin­di­ca des­de décadas la recon­sti­tu­ción de su ter­ri­to­rio ances­tral, logran­do incor­po­rar en parte su deman­da autonómi­ca en la actu­al Con­sti­tu­ción, durante el dece­nio. Sin embar­go, actual­mente la condi­ción autonómi­ca del pueblo Guaraní no lograrían con­sol­i­darse, debido tan­to a obstácu­los en la aprobación de sus Estatu­tos Autonómi­cos por parte del Esta­do, como a la vul­neración a sus de dere­chos recono­ci­dos, prin­ci­pal­mente al Dere­cho a la Con­sul­ta en sus ter­ri­to­rios.

En el caso del con­flic­to sociopolíti­co y ter­ri­to­r­i­al en torno al TIPNIS, donde el Gob­ier­no de Bolivia dis­pu­so la con­struc­ción de una car­retera, habría hecho vis­i­ble las con­tradic­ciones y dis­putas en torno al Esta­do Pluri­na­cional y al paradigma/proyecto de matriz comu­ni­taria denom­i­na­do “Vivir Bien”; con un Gob­ier­no que retóri­ca­mente plantea la apli­cación prin­ci­p­ios económi­co-políti­cos plu­rales que quedarían des­men­ti­dos por el hor­i­zonte de un mod­e­lo de desar­rol­lo extrac­tivista pre­dom­i­nante en las políti­cas estatales. Esto entraría en fuerte ten­sión con reivin­di­ca­ciones de los actores sociales indí­ge­nas de este ter­ri­to­rio. Este con­flic­to políti­co-ter­ri­to­r­i­al habría puesto en fuerte evi­den­cia las ten­siones entre el Gob­ier­no y el movimien­to indí­ge­na en este país.

Así, sep­a­ra­ciones, parado­jas y retro­ce­sos mar­carán con par­tic­u­lar ten­sión la coyun­tu­ra post-con­sti­tuyente del lla­ma­do “pro­ce­so de cam­bio” en Bolivia, evi­den­ci­a­do los con­tra­dic­to­rios ter­renos en los que se dis­pu­ta la trans­for­ma­ción del Esta­do y su con­struc­ción pluri­na­cional. De ese modo, algu­nas de las dual­i­dades que Boaven­tu­ra de Sousa San­tos [2010] ya advertía sobre los pro­ce­sos que se per­fi­l­a­ban como refun­da­cionales en la región (que con­traponía con­cep­ciones como: ¿recur­sos nat­u­rales o Pachama­ma?, ¿desar­rol­lo o Vivir Bien?, ¿tier­ra para refor­ma agraria o ter­ri­to­rio como req­ui­si­to de dig­nidad e iden­ti­dad?, ¿Esta­do-nación o Esta­do pluri­na­cional?, ¿descentralización/desconcentración o auto­go­b­ier­no indí­ge­na?), encon­traran en los últi­mos años una apues­ta clara des­de las ori­enta­ciones, políti­cas y acciones guber­na­men­tales en el caso boli­viano, donde se impone de for­ma autori­taria una incli­nación por las opciones más con­ser­vado­ras de dichas dual­i­dades y se va rel­e­gan­do, desechan­do e instru­men­tal­izan­do retóri­ca­mente los prin­ci­p­ios y con­tenidos más trans­for­madores del Esta­do. Además de dichas dual­i­dades, en el peri­o­do post-con­sti­tuyente boli­viano, se habría pasa­do a una fase de “sep­a­ra­ciones” [Tapia 2011] que ocur­rieron en un peri­o­do de despliegue de unas políti­cas cada vez más repre­si­vas por parte de la nue­va buro­c­ra­cia estatal que llego al poder pro­duc­to de las olas de mov­i­lización indí­ge­na.

El actu­al esce­nario que pre­sen­ta parte del con­tex­to sociopolíti­co en Bolivia, además de ilus­trar el desen­lace estatal de las men­cionadas dual­i­dades y de mar­ca­da acen­tuación de sep­a­ra­ciones entre el orga­ni­za­ciones indí­ge­nas con el esta­do y den­tro de la mis­ma sociedad [Tapia 2014], tam­bién será car­ac­ter­i­za­do en torno a grandes parado­jas que tienen que ver con las for­mas en que se desar­rol­lan las dis­putas por los sen­ti­dos y la condi­ciones de posi­bil­i­dad de la pluri­na­cional­i­dad del Esta­do. Una de esas parado­jas, tal vez la más con­trastante es la que tiene que ver con la expan­sión y con­sol­i­dación del mod­e­lo extrac­tivista de despo­jo en el país, impul­sa­do por el pro­pio gob­ier­no; desechan­do e imposi­bil­i­tan­do prin­ci­p­ios como el Vivir Bien, la autonomía y aca­ban­do con las condi­ciones para la con­struc­ción de un Esta­do Pluri­na­cional.

En ese sen­ti­do, estaríamos asistien­do a un con­tex­to de retro­ce­so y a la vez de dis­pu­ta por el ejer­ci­cio de la autonomía indí­ge­na, y de la pluri­na­cional­i­dad estatal en Bolivia, donde la exi­gen­cia de respeto a los supuestos y prin­ci­p­ios bási­cos de la pluri­na­cional­i­dad estable­ci­dos en el tex­to con­sti­tu­cional proviene de suje­tos indí­ge­nas que son los que la pro­movieron y defendieron en el pro­ce­so con­sti­tuyente de la déca­da pasa­da y son los que aun hoy, des­de espa­cios de resisten­cia, defen­sa y/o con­struc­ción socioter­ri­to­r­i­al la invo­can, ante la imposi­ción uni­lat­er­al y autori­taria de una modal­i­dad estatal monológ­i­ca, extrac­tivista y anti-indí­ge­na.

Asimis­mo, esas parado­jas actual­mente se estarían con­fig­u­ran­do y desple­gan­do en un con­tex­to que, por un lado, pre­sen­ta un esce­nario que se podría cal­i­ficar como de “des-pluri­na­cional­ización uni­lat­er­al del Esta­do”, por parte del pro­pio Esta­do y el gob­ier­no; que pre­sen­ta una visión y accionar monológi­co bajo lóg­i­cas y esque­mas que car­ac­teri­zaron históri­ca­mente al Esta­do-nación y des­de donde se realizaría tan solo un uso retori­co e instru­men­tal de la pluri­na­cional­i­dad, mien­tras que en la prác­ti­ca se despl­ie­ga una dinámi­ca de re-cen­tral­ización mono-estatal­ista de la políti­ca, de la economía y de con­trol del ter­ri­to­rio. Por otro lado, empero, se estarían tam­bién con­fig­u­ran­do esce­nar­ios que podríamos denom­i­nar como de “re-pluri­na­cional­ización (social) del Esta­do”, que se man­i­fi­es­ta a par­tir de las mov­i­liza­ciones, reivin­di­ca­ciones, resisten­cias y dis­putas de parte de movimien­tos sociales ter­ri­to­ri­al­iza­dos, prin­ci­pal­mente indí­ge­nas, hacia el Esta­do; de la deman­da de cumplim­ien­to de la Con­sti­tu­ción; de la exi­gen­cia del respeto de las autonomías indí­ge­nas y de dere­chos colec­tivos inter­na­cional y con­sti­tu­cional­mente estable­ci­dos. En fin, la exi­gen­cia de una real y efec­ti­va pluri­na­cional­i­dad en y del Esta­do.

Diez años han pasa­do des­de que Evo Morales llegó a la pres­i­den­cia de Bolivia, y hoy tran­si­ta en su ter­cer manda­to, aval­a­do por el 64% de los votos en diciem­bre 2009 y por el 61% en octubre de 2014 y, como bien señal­a­ba Svam­pa [2010] son pocos los gob­ier­nos lati­noamer­i­canos que han esta­do car­ac­ter­i­za­dos por fuertes rup­turas políti­co-sim­bóli­cas y por con­flic­tos sociales como este gob­ier­no. Así, los desafíos de mate­ri­alizar la con­struc­ción de un “Esta­do Pluri­na­cional” entra en con­tradic­ción en los últi­mos años, entre otras cosas, con la necesi­dad por parte del gob­ier­no del MAS de ejercer un monop­o­lio de la políti­ca medi­ante un “Esta­do nacional­ista”, a par­tir del despliegue de una clara políti­ca de re-con­cen­tración y monop­o­lio del poder políti­co [Tapia 2011] en el gob­ier­no y en torno a la figu­ra del Pres­i­dente, lo que mar­cará un con­flic­ti­vo entra­ma­do sociopolíti­co en este país los últi­mos años y de re-emer­gen­cia ter­ri­to­ri­al­iza­da de movimien­tos soci­etales.

In-conclusiones… ¿Descolonización o neocolonización territorial? La recreación del colonialismo interno en Bolivia

El hor­i­zonte de posi­bil­i­dad de un pro­ce­so de des­col­o­nización del Esta­do, que habría sido re-abier­to de for­ma rad­i­cal des­de la “cri­sis del Esta­do-nación” [Tapia 2011] que se man­i­fi­es­ta des­de el año 2000 en Bolivia, ha venido removien­do las estruc­turas sim­bóli­cas y mate­ri­ales del cam­po políti­co boli­viano, des­or­ga­ni­zan­do y des-estruc­turan­do los supuestos e imag­i­nar­ios sobre los que se estruc­tura­ba un Esta­do-nación de matriz colo­nial, repub­li­cana y nacional­ista, y encon­trará como clí­max políti­co el pro­ce­so con­sti­tuyente boli­viano, la real­ización de una asam­blea con­sti­tuyente (2006–2007) y la con­se­cuente aprobación de una nue­va Con­sti­tu­ción (2009). Este momen­to con­sti­tuyente, en tan­to coyun­tu­ra fun­dante fue el resul­ta­do de la mov­i­lización y acción políti­ca de movimien­tos sociales y suje­tos políti­cos que tam­bién fueron movimien­to de sociedades, en pro­ce­so de con­flic­to más o menos colo­nial, en ese sen­ti­do movimien­tos soci­etales [Tapia 2008] y, por eso mis­mo, anti­colo­niales. Se hablaría así de movimien­tos anti­colo­niales, en tan­to se asume una matriz neo­colo­nial reac­ti­va­da den­tro del país, en ese sen­ti­do fueron movimien­tos soci­etales y anti­colo­niales frente a for­mas de colo­nial­is­mo inter­no en Bolivia.

Ser­ian este tipo de movimien­tos soci­etales anti­colo­niales los que vuel­ven a emerg­er y reac­ti­varse en los últi­mos años en el país, como for­mas de movimien­tos ter­ri­to­ri­al­iza­dos en defen­sa pre­cisa­mente de sus ter­ri­to­rios y ter­ri­to­ri­al­i­dades y de sus dere­chos colec­tivos ante el despliegue de políti­cas extrac­tivis­tas de despo­jo ter­ri­to­r­i­al impul­sadas des­de el gob­ier­no del MAS con vir­u­len­cia des­de el peri­o­do post-con­sti­tuyente boli­viano y, des­de el con­flic­to del TIPNIS, con carác­ter abier­ta­mente anti-indí­ge­na y ras­gos neo­colo­niales. En ese sen­ti­do, sería per­ti­nente iden­ti­ficar los actuales movimien­tos socio-ter­ri­to­ri­ales, que pro­tag­on­i­zan los diver­sos con­flic­tos socio-ambi­en­tales y varias expre­siones de dis­putas de ter­ri­to­ri­al­i­dades con­tra­pues­tas y en ten­sión, como movimien­tos soci­etales en el sen­ti­do prop­uesto por Tapia [2008], en tan­to dichos movimien­tos se man­i­fi­es­tan a través de con­fig­u­ra­ciones de la protes­ta, rebe­lión y mov­i­lización social y políti­ca con un carác­ter más den­so que el de un movimien­to social, mov­i­lizán­dose un con­jun­to sig­ni­fica­ti­vo de las estruc­turas políti­cas y sociales de otras sociedades para cues­tionar las políti­cas y estruc­turas del Esta­do, a sus gob­er­nantes y los mod­os de repro­ducir, en nuevas condi­ciones, la desigual­dad entre pueb­los y cul­turas [Tapia 2008: 81]. Asimis­mo, los actuales suje­tos que se encuen­tran desple­gan­do pro­ce­sos de defen­sa ter­ri­to­r­i­al en Bolivia, que son fun­da­men­tal­mente suje­tos indí­ge­nas de matriz comu­ni­taria y base ter­ri­to­r­i­al, con­sti­tuyen ‘movimien­tos soci­etales’ en la medi­da que vuelve a inter­pelar a las estruc­turas estatales y a impug­nar políti­cas guber­na­men­tales conc­re­tas que aten­tas no solo con­tra sus ter­ri­to­rios y sus for­mas de vida sino como proyec­tos civ­i­liza­to­rios que nie­gan sus condi­ciones mis­mas de exis­ten­cia en tan­to suje­tos comu­ni­tar­ios, ances­trales y ter­ri­to­ri­al­iza­dos. En esa idea, si por un lado, podría argu­men­tarse que no son todos ni la may­oría de movimien­tos sociales los que con­tes­tan y cues­tio­nan las políti­cas extrac­tivis­tas del gob­ier­no de Evo Morales; por otro lado, sí es posi­ble señalar que des­de el 2011 si se opera una rup­tura del gob­ier­no del MAS con las prin­ci­pales orga­ni­za­ciones matri­ces indí­ge­nas (al menos las dos prin­ci­pales como la CIDOB y la CONAMAQ), que serán quienes de man­era orgáni­ca expre­saran las impu­gna­ciones a las políti­cas extrac­tivis­tas y la defen­sa de los dere­chos colec­tivos de los pueb­los indí­ge­nas en Bolivia por parte del Esta­do y gob­ier­no.

En los casos de las expe­ri­en­cias de movimien­tos socioter­ri­to­ri­ales indí­ge­nas en las tier­ras bajas de Bolivia, cada uno con sus par­tic­u­lar­i­dades, den­si­dades y sig­nifi­ca­ciones propias, es posi­ble iden­ti­ficar un ele­men­to común referi­do al sen­ti­do y la dimen­sión de des­col­o­nización como movimien­tos ancla­dos en el ter­ri­to­rio. Es decir, cómo esos movimien­tos sociales con nar­ra­ti­vas ter­ri­to­ri­ales en torno a la autonomía, sea expre­sa­da como resisten­cia ter­ri­to­r­i­al y/o pro­ce­so de con­struc­ción de auto­go­b­ier­no, ten­sio­n­an y resig­nif­i­can los sen­ti­dos de la ter­ri­to­ri­al­i­dad, es decir, reter­ri­to­ri­al­izan, al impug­nar deter­mi­nadas for­mas de des-ter­ri­to­ri­al­ización de parte del gob­ier­no, de su impul­so a a la acu­mu­lación extrac­tivista y a sus dinámi­cas de despos­esión y despo­jo. De ese modo, se ver­i­f­i­can los sen­ti­dos y den­si­dades de movimien­tos de carác­ter soci­etal y de una fac­eta de movimien­tos de carác­ter anti-neo­colo­nial.

En este sen­ti­do, movimien­tos ter­ri­to­ri­ales indí­ge­nas sur­gen, por un lado, como una modal­i­dad de reivin­di­cación históri­ca de un ter­ri­to­rio ances­tral, como en el caso de la visión de recon­sti­tu­ción ter­ri­to­r­i­al de la Nación Guaraní en el Cha­co boli­viano, por tan­to de un imag­i­nario socioter­ri­to­r­i­al ante­ri­or al Esta­do-nación y la colo­nia. En ese sen­ti­do esta reivin­di­cación tiene una car­ga históri­ca que cues­tiona el dis­eño políti­co-ter­ri­to­r­i­al colo­nial sobre el que fue orga­ni­za­do el ter­ri­to­rio estatal boli­viano y de des-ter­ri­to­ri­al­ización para este pueblo. Pese a ese cues­tion­amien­to, el pueblo Guaraní ter­mi­nará recono­cien­do los imag­i­nar­ios ter­ri­to­ri­ales del actu­al mar­co estatal en Bolivia. Sin embar­go, a ini­cios de este nue­vo siglo, lo hará sobre la premisa de un nue­vo “Esta­do pluri­na­cional” donde se reconoce la autonomía indí­ge­na, el auto­go­b­ier­no y la posi­bil­i­dad de ejercer for­mas de orga­ni­zación ter­ri­to­r­i­al y de prác­ti­cas socio­cul­tur­ales propias, lo que no suced­erá, por los avatares, límites y can­da­dos oper­a­dos des­de el Esta­do y por la dinámi­ca de sub­or­di­nación a la que será someti­do el proyec­to autonómi­co guaraní orig­i­nal­mente con­stru­i­do des­de aba­jo, en el ter­ri­to­rio.

En el caso de la defen­sa indí­ge­na del TIPNIS, si bien la reivin­di­cación de la ter­ri­to­ri­al­i­dad de los pueb­los indí­ge­nas no se tra­duce en un imag­i­nario de “recon­sti­tu­ción ter­ri­to­r­i­al” y de auto­go­b­ier­no, si que­da clara­mente evi­den­ci­a­da la deman­da de autode­ter­mi­nación como dere­cho colec­ti­vo para decidir y definir la propia gestión de su ter­ri­to­rio, a par­tir de la defen­sa de su ter­ri­to­ri­al­i­dad y sus propias for­mas de desar­rol­lar su vida colec­ti­va y pro­duc­ti­va, como por ejem­p­lo la economía étni­ca amazóni­ca, desar­rol­la­da en los tra­ba­jos antropológi­cos de Sarela Paz [2012] y de las for­mas comu­ni­tarias de relación con su entorno, frente a una “ter­ri­to­ri­al­i­dad extrac­ti­va” que afectan direc­ta­mente sus ter­ri­to­rios. En ese sen­ti­do, la resisten­cia socioter­ri­to­r­i­al indí­ge­na en el TIPNIS estaría más bien ancla­da en la defen­sa de la ter­ri­to­ri­al­i­dad y el dere­cho de autode­ter­mi­nación de los pueb­los indí­ge­nas que habi­tan este ter­ri­to­rio, frente a pro­ce­sos des-ter­ri­to­ri­al­ización pro­movi­dos prin­ci­pal­mente des­de el Esta­do. Así, en la defen­sa del TIPNIS no se tratará sólo del cues­tion­amien­to a un esque­ma ter­ri­to­r­i­al colo­nial sino de impug­nar un pro­ce­so actu­al de des-ter­ri­to­ri­al­ización extrac­ti­va y neo­colo­nial. Esto suced­erá casi del mis­mo modo en el caso de la dis­pu­ta indí­ge­na del pueblo guaraní en el caso del ter­ri­to­rio de Tako­vo Mora en 2015, tam­bién en la región del Cha­co, donde la defen­sa comu­ni­taria de su ter­ri­to­rio recono­ci­do ten­drá como base el amparo del dere­cho a la con­sul­ta pre­via y el respeto a la condi­ción de ter­ri­to­rio indí­ge­na.

De ese modo, los dos casos son diver­sos en var­ios aspec­tos; por una parte, se recu­pera una memo­ria anti­colo­nial de resisten­cia socio­cul­tur­al y de reivin­di­cación de la recon­sti­tu­ción ter­ri­to­r­i­al de un pueblo como base para su efec­ti­va autonomía y con­struc­ción de auto­go­b­ier­no y; por otra parte, se defiende una ter­ri­to­ri­al­i­dad (tam­bién ances­tral) en base a la exi­gen­cia del respeto al dere­cho de con­sul­ta y de autode­ter­mi­nación y a sus for­mas de ejercer su ter­ri­to­ri­al­i­dad. Así, es posi­ble evi­den­ciar que en estas resisten­cias ter­ri­to­ri­ales está impli­ca­da una lóg­i­ca de des-ter­ri­to­ri­al­ización donde emerge el ele­men­to de cier­ta “neo­colo­nial­i­dad” estatal [Rivera 2014] en la for­ma de enten­der el ter­ri­to­rio; ya sea como esque­ma históri­co sobre el que se impone el Esta­do-nación ter­ri­to­r­i­al sobre otros imag­i­nar­ios y con­struc­ciones socioter­ri­to­ri­ales ante­ri­ores a éste, o como una actu­al políti­ca extrac­tivista sobre el ter­ri­to­rio. En ese sen­ti­do, estos movimien­tos soci­etales y expe­ri­en­cias de resisten­cia indí­ge­na en las tier­ras bajas de Bolivia mues­tran, en cier­ta medi­da, for­mas de resisten­cia socioter­ri­to­r­i­al que impug­nan una lóg­i­ca de des-ter­ri­to­ri­al­ización históri­ca de carác­ter colo­nial sobre ter­ri­to­rios ances­trales, que en la actu­al­i­dad se pre­sen­tan bajo modal­i­dades neo-colo­niales de “ter­ri­to­ri­al­i­dad extrac­ti­va”.

Asimis­mo, no obstante el hor­i­zonte de trans­for­ma­ción estatal y cam­bios históri­cos que se per­fi­laron en Bolivia en el primer dece­nio del pre­sente siglo, un aspec­to que parece per­si­s­tir a los largo del tiem­po es la recreación una y otra vez de for­mas de ‘colo­nial­is­mo inter­no’ como una for­mas de artic­u­lación políti­ca y acu­mu­lación cap­i­tal­ista que re-crea de for­ma inter­na los momen­tos ante­ri­ores de colo­nial­is­mo clási­co (exter­no). Así, la noción de colo­nial­is­mo inter­no, es útil para cues­tionar las for­mas de con­tinuidad de las condi­ciones colo­niales en la orga­ni­zación de la vida social y en la relación entre sociedades al inte­ri­or de la may­or parte de país­es lati­noamer­i­canos con pres­en­cia de otras for­mas socio­cul­tur­ales, en par­tic­u­lar de sociedades y pueb­los indí­ge­nas. En ese sen­ti­do, Rivera [2010], retoman­do dicha noción, pre­cisa que el colo­nial­is­mo inter­no ha sido y es el modo de dom­i­nación, el cual for­ma parte tam­bién de las rela­ciones estable­ci­das por el Esta­do. En este sen­ti­do, habría una recreación de for­mas de colo­nial­is­mo inter­no, sim­i­lares a como se orga­ni­zaron y pro­du­jeron des­de la fun­dación de Bolivia como país, curiosa­mente en un Esta­do que se asume como pluri­na­cional y des­col­o­nizador. Lo que estaría ocur­rien­do en Bolivia no es un pro­ce­so de cues­tion­amien­to, negación y/o superación del colo­nial­is­mo sino un pro­ce­so de su recreación, en torno prin­ci­pal­mente la recreación del momen­to con­sti­tu­ti­vo colo­nial, que es la con­ver­sión, a través de la con­quista, de pueb­los agrar­ios a pueb­los extrac­tivis­tas, que es una reduc­ción de la com­ple­ji­dad de la sociedad, ya que ha pueb­los que habían desar­rol­la­do una com­ple­ji­dad de su cul­tura agraria, se los con­vierte en pueb­los extrac­tores, fun­da­men­tal­mente de mate­rias pri­mas, es decir, son sociedades muti­ladas por el colo­nial­is­mo [Tapia 2014]. Esto en Bolivia se ha repro­duci­do de man­era históri­ca durante la repúbli­ca, el Esta­do-Nación y hoy está sien­do repro­duci­do por el actu­al gob­ier­no del MAS, en ese sen­ti­do sería la recreación del momen­to con­sti­tu­ti­vo colo­nial, a su repro­duc­ción tal cual.

El modo de dom­i­nación colo­nial atrav­es­aría, entonces, toda la his­to­ria de Bolivia en sus tres cic­los: el colo­nial, el lib­er­al (inau­gu­ra­do en el siglo XIX) y el nacional­ista-pop­ulista (des­de 1952), que seguiría vigente en la actu­al­i­dad pese a los cam­bios sim­bóli­cos oper­a­dos en el dis­eño estatal pluri­na­cional. Así, el colo­nial­is­mo inter­no, en el caso boli­viano, sería expre­sión de “con­tradic­ciones de diver­sa pro­fun­di­dad” que per­manecen en los cic­los históri­cos en la sociedad boli­viana [Rivera 2010]. De este modo, el hor­i­zonte colo­nial pro­por­ciona una matriz de estruc­turas de dom­i­nación con capaci­dad para reelab­o­rarse con­tin­u­a­mente en la coex­is­ten­cia per­durable con los otros hor­i­zontes. Este movimien­to históri­co da mues­tra de que las memo­rias colec­ti­vas se “reac­ti­van, reelab­o­ran y re-sig­nif­i­can” [Rivera 2010: 39]. En esa línea, sería esa ‘memo­ria larga’ la que actu­alizaría las luchas anti­colo­niales con­tra la invasión euro­pea, pero además, esta memo­ria larga es aque­l­la que mantiene, en la actu­al­i­dad, la con­cien­cia de opre­sión colo­nial per­ma­nente sobre las sociedades indí­ge­nas y que despier­ta la poten­cia de pon­er en mar­cha pro­ce­sos que desar­tic­ulen esta condi­ción históri­ca de sub­al­ternidad.

En la actu­al­i­dad del con­tex­to boli­viano, a par­tir de las expe­ri­en­cias de resisten­cia indí­ge­na men­ciona­dos, sería posi­ble dis­tin­guir dos tipos de fuerzas y pro­ce­sos en la recon­sti­tu­ción de la for­ma de dom­i­nación o del con­jun­to de rela­ciones que con­fig­u­ran la base de la for­ma de dom­i­nación que se ha denom­i­na­do como colo­nial­is­mo inter­no. Por una parte, un con­jun­to de prác­ti­cas políti­cas y de despliegue de fuerzas de orga­ni­zación de estruc­turas de dom­i­nación que son recientes –post-con­sti­tuyentes–, aunque reci­clarían rela­ciones y for­mas pre­vias de dom­i­nación; habría, además un pro­ce­so de largo medi­ano pla­zo, que es posi­ble asumir­lo como un pro­ce­so de acu­mu­lación históri­ca. Asimis­mo, sería posi­ble iden­ti­ficar, según esta per­spec­ti­va, un ter­cer com­po­nente que estaría referi­do a la recreación del ‘momen­to con­sti­tu­ti­vo del colo­nial­is­mo’, que, en caso del TIPNIS y la reac­ción del Esta­do, con un proyec­to extrac­tivista, rev­e­larían la artic­u­lación de estos tres momen­tos [Tapia 2014].

En ese sen­ti­do, las con­tradic­ciones que se expre­san entre el tex­to con­sti­tu­cional boli­viano, el dis­cur­so ofi­cial del gob­ier­no y las políti­cas real­mente desple­gadas por este, de man­era cada vez más inten­sa e innegable los últi­mos años,  ponen en evi­den­cia el pre­do­minio de una visión guber­na­men­tal y estatal que recrea for­mas de neo-colo­nial­is­mo políti­co-ter­ri­to­r­i­al en este país. Así, si de un lado, la nue­va Con­sti­tu­ción reconoce una diver­si­dad de pueb­los y cul­turas en sus primeros artícu­los y prin­ci­p­ios; y de otro lado, en las nor­mas de desar­rol­lo pos­te­ri­ores y en las “políti­cas de Esta­do”, se desconoce y nie­ga la posi­bil­i­dad de que estos pueb­los puedan decidir sobre sus ter­ri­to­rios. De ese modo, por una parte la CPE reconoce la ‘ter­ri­to­ri­al­i­dad’ indí­ge­na; y de otra parte, la políti­ca guber­na­men­tal la nie­ga y despl­ie­ga, por el con­trario, prác­ti­cas que afectan o destruyen esa ter­ri­to­ri­al­i­dad, negan­do además a los pueb­los y cul­turas a ser afec­tadas el dere­cho a ser con­sul­ta­dos. Así la negación del dere­cho a la code­cisión o a la con­sul­ta pre­via, rev­e­larían un com­po­nente del colo­nial­is­mo inter­no. En este sen­ti­do, habría una recreación de for­mas de colo­nial­is­mo inter­no sim­i­lares a como se orga­ni­zaron y pro­du­jeron des­de la fun­dación de Bolivia como país, curiosa­mente en un Esta­do que se asume como pluri­na­cional y des­col­o­nizador. Lo que estaría ocur­rien­do en Bolivia no es un pro­ce­so de cues­tion­amien­to, negación y/o superación del colo­nial­is­mo sino un pro­ce­so de su recreación, en torno prin­ci­pal­mente la recreación del momen­to con­sti­tu­ti­vo colo­nial [Tapia 2014], que es la con­ver­sión, a través de la con­quista, de pueb­los agrar­ios a pueb­los extrac­tivis­tas, que es una reduc­ción de la com­ple­ji­dad de la sociedad, ya que ha pueb­los que habían desar­rol­la­do una com­ple­ji­dad de su cul­tura agraria, se los con­vierte en pueb­los extrac­tores, fun­da­men­tal­mente de mate­rias pri­mas, es decir, son sociedades muti­ladas por el colo­nial­is­mo. Esto en Bolivia se ha repro­duci­do de man­era históri­ca durante la repúbli­ca, el Esta­do-Nación y hoy estaría sien­do repro­duci­do por los últi­mos gob­ier­nos del MAS en Bolivia.

 Citas

* Inves­ti­gador aso­ci­a­do al Post­gra­do en Cien­cias del Desar­rol­lo CIDES-UMSA (Bolivia). Doc­tor en Soci­ología por la Scuo­la Nor­male Supe­ri­ore y la Uni­ver­si­dad de Milán ‘Bic­oc­ca’ (Italia). Actual­mente es co-coor­di­nador del Grupo de Tra­ba­jo “Ter­ri­to­ri­al­i­dades en dis­pu­ta y re-exis­ten­cia” del Con­se­jo Lati­noamer­i­cano de Cien­cias Sociales (CLACSO).  velpalopezflo@gmail.com

[1] Por ‘Neoex­trac­tivis­mo’ se entiende al mod­e­lo de desar­rol­lo económi­co adop­ta­do por algunos gob­ier­nos de Améri­ca del Sur des­de prin­ci­p­ios del siglo XXI. Al igual que en el extrac­tivis­mo con­ven­cional, el neoex­trac­tivis­mo ori­en­ta la economía hacia las activi­dades de explotación de la nat­u­raleza para la obten­ción de recur­sos no proce­sa­dos, o escasa­mente proce­sa­dos, dirigi­dos de for­ma pri­or­i­taria a la exportación, pero con un papel más pro­tagóni­co del Esta­do en el pro­ce­so pro­duc­ti­vo, per­mi­tien­do la obten­ción de un por­centa­je may­or de ingre­sos para las arcas estatales. Parte de esos recur­sos son des­ti­na­dos a pro­gra­mas sociales que dotan a los gob­ier­nos de cier­to gra­do de legit­im­i­dad.

[2] A par­tir de la cat­e­goría de colo­nial­is­mo inter­no, con la cual plantea fun­da­men­tal­mente pre­cis­ar el carác­ter rel­a­ti­va­mente inter­cam­bi­able de la noción de colo­nial­is­mo y de estruc­tura colo­nial, “hacien­do énfa­sis en el colo­nial­is­mo como fenó­meno inter­no” [González Casano­va 1969: 186]. Den­tro de los pro­ce­sos de trans­for­ma­ción y cam­bios históri­cos, un aspec­to que parece per­si­s­tir a los largo del tiem­po es el referi­do al fenó­meno de ‘colo­nial­is­mo inter­no’ como una for­mas de artic­u­lación políti­ca y acu­mu­lación cap­i­tal­ista que re-crea de for­ma inter­na los momen­tos ante­ri­ores de colo­nial­is­mo clási­co (exter­no). Así, la noción de colo­nial­is­mo inter­no, es uti­liza­da para cues­tionar las for­mas de con­tinuidad de las condi­ciones colo­niales en la orga­ni­zación de la vida social y en la relación entre sociedades al inte­ri­or de la may­or parte de país­es lati­noamer­i­canos con pres­en­cia de otras for­mas socio­cul­tur­ales, en par­tic­u­lar de pueb­los indí­ge­nas.

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Cómo citar ¬

Pabel Camilo López Flores, «Territorialidades indígenas y la recreación extractivista del colonialismo interno en Bolivia», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-13/dossier-lopez-flores/
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