De Hotel para Inmigrantes a Museo de la Inmigración:
las tramas de la representación de las mayorías en Argentina

From Hotel for Immi­grants to Museum of Immi­gra­tion: the wea­ves of repre­sen­ta­tion of the majo­ri­ties in Argentina

María Sil­via Di Lis­cia*

Reci­bi­do: 13 de febre­ro de 2018
Acep­ta­do: 15 de mar­zo de 2018

Resumen

En este artícu­lo se estu­dian los ante­ce­den­tes his­tó­ri­cos del Hotel de Inmi­gran­tes de Bue­nos Aires (Argen­ti­na), en tan­to espa­cio para la recep­ción de pobla­ción extran­je­ra. Se con­si­de­ran sobre todo los aspec­tos socia­les y sani­ta­rios del com­ple­jo pro­ce­so de incor­po­ra­ción demo­grá­fi­ca así como la pro­pues­ta museal actual, que remi­te a una con­cep­ción crí­ti­ca de la pro­ble­má­ti­ca sobre el acce­so, la per­ma­nen­cia y la inte­gra­ción de dife­ren­tes con­jun­tos socia­les en torno a un ideal de cons­truc­ción nacio­nal. El estu­dio de esta ins­ti­tu­ción obe­de­ce a su inte­gra­ción como museo his­tó­ri­co a car­go de la Uni­ver­si­dad Nacio­nal Tres de Febre­ro, que incor­po­ra tam­bién mues­tras artís­ti­cas de rele­van­cia en el entorno internacional.

Pala­bras cla­ve: museo — Hotel de Inmi­gran­tes – his­to­ria – arte — Argentina

Abstract

In this arti­cle, we study the his­to­ri­cal back­ground of the Immi­grant Hotel of Bue­nos Aires (Argen­ti­na), as a spa­ce for the recep­tion of foreign popu­la­tion. The social and health aspects of the com­plex demo­graphic incor­po­ra­tion pro­cess are con­si­de­red, as well as the current museal pro­po­sal, which refers to a cri­ti­cal con­cep­tion of the pro­blem of access, per­ma­nen­ce and inte­gra­tion of dif­fe­rent social groups around an ideal of natio­nal cons­truc­tion. The study of this ins­ti­tu­tion is due to its inte­gra­tion as a his­to­ri­cal museum in char­ge of the Natio­nal Uni­ver­sity Tres de Febre­ro, which also incor­po­ra­tes artis­tic sam­ples which are rele­vant in the inter­na­tio­nal environment.

Key­words: museum — Hotel of Immi­grants – his­tory – art — Argentina

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Introducción

¿Cómo asu­men otra sig­ni­fi­ca­ción los edi­fi­cios, y de qué mane­ra los obje­tos allí res­guar­da­dos, en la ruti­ni­za­ción de su uso, se modi­fi­can por el tras­pa­so cul­tu­ral y la mira­da his­tó­ri­ca, para reves­tir­se de un pro­duc­to museís­ti­co? Y, ¿de qué mane­ra incor­po­ra ese rol una ins­ti­tu­ción públi­ca uni­ver­si­ta­ria, pro­por­cio­nan­do una inter­pre­ta­ción a la vez his­tó­ri­ca y artís­ti­ca de la apues­ta expo­si­ti­va, en un con­tex­to de refle­xión sobre la socie­dad nacio­nal argen­ti­na en el pre­sen­te, que invo­lu­cra tam­bién una par­ti­cu­lar apues­ta sobre las con­se­cuen­cias de la globalización?

El ingre­so masi­vo de pobla­ción des­de fina­les del siglo XIX impli­có la crea­ción de orga­nis­mos e ins­ti­tu­cio­nes para el sos­tén de quie­nes lle­ga­ban al país y se aco­gían a Ley de Inmi­gra­ción, san­cio­na­da en 1876. Los via­je­ros de 3era cla­se, que pro­ve­nían de buques ‑lle­ga­dos al puer­to de Bue­nos Aires en pri­mer lugar, o a los de Bahía Blan­ca, Rosa­rio y La Pla­ta en segun­do lugar‑, una vez acep­ta­do su ingre­so, se dis­per­sa­ban por el terri­to­rio argen­tino. En ese pro­ce­so, y dado que su inclu­sión no era auto­má­ti­ca, las en oca­sio­nes miles de per­so­nas arri­ba­das sema­nal­men­te al país podían per­ma­ne­cer un perío­do limi­ta­do de tiem­po en las ins­ta­la­cio­nes del Hotel de Inmi­gran­tes por­te­ño. Ese espa­cio, eri­gi­do en Bue­nos Aires a prin­ci­pios del siglo XX sobre la base de otros edi­fi­cios de simi­lar fun­ción pero más pre­ca­rios, tenía el sos­tén eco­nó­mi­co del Esta­do, a tra­vés de la Direc­ción Gene­ral de Inmigración.

Duran­te las pri­me­ras cua­tro déca­das del siglo XX, el edi­fi­cio, equi­pa­do con todos los bene­fi­cios de la moder­ni­dad (cua­tro pisos, con habi­ta­cio­nes y coci­na para tres mil per­so­nas, ofi­ci­nas y un hos­pi­tal, así como otros ser­vi­cios), tenía como fun­ción pro­por­cio­nar a los extran­je­ros de meno­res recur­sos un lugar para repo­ner­se del via­je y a su vez, orga­ni­zar las acti­vi­da­des labo­ra­les futu­ras (con­ta­ba, por ejem­plo, con una ofi­ci­na de tra­ba­jo), así como otor­gar al Esta­do un esce­na­rio para el con­trol inmi­gra­to­rio a tra­vés de la ofi­ci­na para las hue­llas dac­ti­la­res. Con el des­cen­so de la inmi­gra­ción masi­va de Ultra­mar, el Hotel fue pau­la­ti­na­men­te aban­do­na­do, dadas las difi­cul­ta­des eco­nó­mi­cas y admi­nis­tra­ti­vas para sos­te­ner con pre­su­pues­to públi­co un edi­fi­cio de estas características.

En la déca­da de 1990, se aprue­ba el fun­cio­na­mien­to de un Museo en el edi­fi­cio, final­men­te inau­gu­ra­do en el siglo XXI y con el aus­pi­cio de la Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Tres de Febre­ro (en ade­lan­te, UNTREF). El guión museal crea­do en esa opor­tu­ni­dad reto­ma la repre­sen­ta­ción de las gran­des mayo­rías que sen­ta­ron la base demo­grá­fi­ca y cul­tu­ral nacio­nal, incor­po­rán­do­le las pro­me­sas no cum­pli­das de quie­nes venían a hacer reali­dad el sue­ño ame­ri­cano, así como ponien­do un énfa­sis en la esce­ni­fi­ca­ción del tras­la­do y la integración/exclusión de pobla­ción del exterior.

Duran­te bue­na par­te del siglo XX, los come­ti­dos del museo —selec­ción, con­ser­va­ción, expo­si­ción y edu­ca­ción— se exten­die­ron a los dis­tin­tos con­fi­nes del pla­ne­ta. Pero la gran apues­ta de esta ins­ti­tu­ción moder­na, como de muchas otras, fue con­ver­tir la cul­tu­ra en natu­ra­le­za, la de trans­for­mar su inter­pre­ta­ción en ver­dad, la de borrar toda tra­za ideo­ló­gi­ca, polí­ti­ca o esté­ti­ca en la pecu­liar selec­ción de los obje­tos o rela­tos [Ben­net en Gon­zá­lez de Olea­ga y Mon­ge 2007: 275]. Las nue­vas pers­pec­ti­vas en los estu­dios de los museos (“the new museo­logy”) reco­no­cen la mul­ti­pli­ci­dad y com­ple­ji­dad de los museos, y ape­la a ricos y mul­ti­fa­cé­ti­cos ran­gos de apro­xi­ma­ción para la com­pren­sión de lo que pro­vo­can. Des­de 1980, los aca­dé­mi­cos de las dis­ci­pli­nas socia­les y huma­nas pusie­ron el acen­to en la “crí­ti­ca de las repre­sen­ta­cio­nes”, con­si­de­ran­do sus aspec­tos polí­ti­cos. Las dife­ren­cias, y espe­cial­men­te las des­igual­da­des étni­cas, de géne­ro, sexua­li­dad y cla­se podían repro­du­cir­se a tra­vés de exclu­sio­nes del “canon”, apo­yan­do regí­me­nes par­ti­cu­la­res del poder o bien for­ta­le­cien­do el sta­tu quo. En res­pues­ta a tales crí­ti­cas se ins­ta­ló una mayor refle­xi­vi­dad, con aten­ción a los pro­ce­sos por los cua­les se pro­du­ce y difun­de el cono­ci­mien­to, ya que se requi­rió la natu­ra­le­za par­cial y posi­cio­na­da del cono­ci­mien­to. Esto con­du­jo a un flo­re­ci­mien­to de la decons­truc­ción de los pro­duc­tos cul­tu­ra­les, tales como tex­tos o expo­si­cio­nes, para des­ta­car las estra­te­gias polí­ti­cas por las cua­les se posi­cio­na­ban como “obje­ti­vos” o “ver­da­de­ros”, y a la vez, a for­ta­le­cer la inves­ti­ga­ción his­tó­ri­ca sobre la asig­na­ción o mar­gi­na­ción de deter­mi­na­dos cono­ci­mien­tos. A prin­ci­pios del siglo XXI, tam­bién sería nece­sa­rio con­si­de­rar los dis­tin­tos tipos de museos: los de barrio (o agre­ga­ría­mos noso­tros, de peque­ñas ciu­da­des), cen­tra­dos en la cul­tu­ra de la vida coti­dia­na y el patri­mo­nio local, dife­ren­tes de los museos cor­po­ra­ti­vos o fran­qui­cias de gran por­te en las urbes, lo cual sig­ni­fi­ca con­si­de­rar tam­bién las cues­tio­nes del espec­tácu­lo, la cul­tu­ra pro­mo­cio­nal, el trá­fi­co glo­bal de sím­bo­los y los flu­jos de capi­tal [Mac­do­nald 2006: 2–5, mi tra­duc­ción].[1]

Aho­ra bien, de acuer­do a Pre­zio­si, al cami­nar a tra­vés de un museo se cami­na por la his­to­ria: nos move­mos den­tro y entre una suce­sión de obje­tos, pan­to­mi­man­do no sólo el paso del tiem­po, sino tam­bién dan­do mues­tras de cam­bios evo­lu­ti­vos o inclu­so los pro­gre­si­vos desa­rro­llos en for­ma, esti­lo, inven­ción, valor y men­ta­li­dad. El museo, una extra­or­di­na­ria maqui­na­ria inter­ac­ti­va está dise­ña­da para par­ti­ci­par y ser ope­ra­da por sus usua­rios, quie­nes lite­ral­men­te (re) pro­mul­gan una his­to­ria y una cro­no­lo­gía coreo­grá­fi­ca­men­te. El museo y el Esta­do-nación y la noción moder­na de cul­tu­ra sur­gie­ron jun­tos; la fun­ción del pri­me­ro fue pro­por­cio­nar un espa­cio den­tro de la nación o comu­ni­dad cuya uni­dad y auto­no­mía fue­ran para­dig­má­ti­cas de la uni­dad pro­yec­ta­da por la nación. Al mis­mo tiem­po, al yux­ta­po­ner suje­tos fren­te a los arte­fac­tos, el museo pro­por­cio­nó a sus ciu­da­da­nos-suje­tos obje­tos ejem­pla­res, “objetles­sons” de valor esté­ti­co, éti­co, polí­ti­co e his­tó­ri­co: nin­gún obje­to de museo es mudo, pero ya está impli­ca­do con una leyen­da y un dis­cur­so en el espa­cio-tiem­po cul­tu­ral e his­tó­ri­co. Y esto es así por­que los museos hacen legi­ble lo visi­ble; tie­nen rela­cio­nes muy com­ple­jas con obje­tos simi­la­res o idén­ti­cos fue­ra de museos y colec­cio­nes, así como con ellos mis­mos antes de la reco­lec­ción. El acto de colec­cio­nar y exhi­bir arte­fac­tos, a tra­vés de un umbral de expo­si­ción, es mucho más que un acto de eli­mi­na­ción de algún lugar, con­tex­to o con­di­ción ante­rior ya que el obje­to no es sim­ple­men­te trans­por­ta­do sino trans­for­ma­do [2006: 50, mi traducción].

En las nacio­nes actua­les las repre­sen­ta­cio­nes musea­les tien­den a plan­tear el tema de la diver­si­dad cul­tu­ral; por lo tan­to, se requie­re una modi­fi­ca­ción de las narra­ti­vas para demos­trar la plu­ra­li­dad de las socie­da­des, y tal cues­tión inci­de en todos los museos (de his­to­ria natu­ral, de tec­no­lo­gía, de his­to­ria, de etno­lo­gía y de heren­cia local, entre muchos más). La par­ti­cu­lar situa­ción de la migra­ción se abor­da tenien­do en cuen­ta a nivel mun­dial los tras­la­dos de pobla­ción duran­te un lar­go perío­do, así como las razo­nes vin­cu­la­das a escasez/abundancia de recur­sos natu­ra­les, tra­ba­jo y pros­pe­ri­dad, así como las cues­tio­nes imbri­ca­das con la fami­lia, la reli­gión y las nece­si­da­des cul­tu­ra­les. Pero tam­bién se con­si­de­ran (y ese es un pun­to cen­tral), la per­se­cu­ción, gue­rras, dic­ta­du­ras, revo­lu­cio­nes, dis­cri­mi­na­ción reli­gio­sa y/o étni­ca, desas­tres natu­ra­les y pobre­za como fac­to­res que fuer­zan al aban­dono de los luga­res de ori­gen, y tal situa­ción invo­lu­cra a la pobla­ción has­ta la actua­li­dad [Museums, migra­tion and cul­tu­ral diver­sity 2016: 5].

La Argen­ti­na no es una excep­ción: fue un país de inmi­gran­tes en la gran olea­da ini­cia­da en el siglo XIX que se modi­fi­có en com­po­si­ción y carac­te­rís­ti­cas des­de media­dos del XX y tam­bién sigue sien­do, aun­que a otros nive­les demo­grá­fi­cos, una nación ele­gi­da por muchos lati­no­ame­ri­ca­nos de paí­ses veci­nos.[2] En este artícu­lo se estu­dian los ante­ce­den­tes his­tó­ri­cos del Hotel, en tan­to espa­cio para la recep­ción de inmi­gran­tes y con­si­de­ran­do sobre todo los aspec­tos socia­les y sani­ta­rios del com­ple­jo pro­ce­so de incor­po­ra­ción de la pobla­ción extran­je­ra así como la pro­pues­ta museal actual, que remi­te a una con­cep­ción crí­ti­ca de la pro­ble­má­ti­ca sobre el acce­so, la per­ma­nen­cia y la inte­gra­ción de dife­ren­tes con­jun­tos socia­les a la nación. Para ello, se ana­li­zan los tes­ti­mo­nios de infor­man­tes cla­ves que orga­ni­za­ron el Museo a tra­vés de entre­vis­tas y se des­cri­be el mate­rial visual y edi­ta­do rela­cio­na­do con los obje­ti­vos y cir­cuns­tan­cias espe­cia­les de su con­for­ma­ción. El estu­dio de esta ins­ti­tu­ción, en el mar­co actual, obe­de­ce a su inte­gra­ción como museo his­tó­ri­co que incor­po­ra tam­bién mues­tras artís­ti­cas, un aspec­to poco ana­li­za­do en la esca­sa biblio­gra­fía al res­pec­to.[3]

Los museos y la inmigración

La inmi­gra­ción es evi­den­te­men­te un fenó­meno social que se debe inter­pre­tar en pers­pec­ti­va glo­bal e impli­ca no sólo el movi­mien­to de un lugar a otro, sino que se deri­va de su espe­ci­fi­ci­dad de la orga­ni­za­ción de un con­glo­me­ra­do de esta­dos sobe­ra­nos mutua­men­te exclu­yen­tes, común­men­te cono­ci­do como “Westha­lian sys­tem”. Se envuel­ve aquí la trans­fe­ren­cia de una per­so­na de una juris­dic­ción de un Esta­do a otro y, even­tual­men­te, el cam­bio de un miem­bro de una comu­ni­dad polí­ti­ca inclu­si­va a otra. Por lo tan­to, las migra­cio­nes inter­na­cio­na­les son en su cons­ti­tu­ción un pro­ce­so polí­ti­co, y las polí­ti­cas no solo acom­pa­ñan de mane­ra rele­van­te la regu­la­ción del movi­mien­to hacia el exte­rior y el inte­rior de las fron­te­ras esta­ta­les, sino que gobier­nan la adqui­si­ción, man­te­ni­mien­to o pér­di­da de la per­te­nen­cia [Zol­berg 2009: 11].

Como se ha suge­ri­do, el mun­do pue­de ser con­cep­tua­li­za­do como un “sis­te­ma de pobla­ción glo­bal”, en rela­ción con los migran­tes, carac­te­ri­za­dos como agen­tes que, al ingre­sar y salir, maxi­mi­zan sus uti­li­da­des, al igual que los Esta­dos que esti­mu­lan o impi­den ese tras­la­do. Sin embar­go, tam­bién exis­te en los deba­tes con­tem­po­rá­neos un peso cir­cuns­tan­cial de la “uti­li­dad” no sólo en rela­ción al valor eco­nó­mi­co sino tam­bién a los obje­ti­vos cul­tu­ra­les y polí­ti­cos; por lo tan­to, la maxi­mi­za­ción uti­li­ta­ria no pue­de ser mecá­ni­ca­men­te tras­pues­ta de los indi­vi­duos a los Esta­dos. Como eje­cu­to­res de esas polí­ti­cas, los Esta­dos no fun­cio­nan como acto­res autó­no­mos, sino como ins­tru­men­tos mani­pu­la­dos por acto­res inter­nos que triun­fan en deter­mi­na­da esfe­ra y en cier­tas épo­cas. Las ins­ti­tu­cio­nes lega­les y admi­nis­tra­ti­vas, vis­tas como “tra­di­cio­nes polí­ti­cas” que cons­ti­tu­yen el lega­do de ante­rio­res polí­ti­cas, toman un rol pre­pon­de­ran­te en las res­pues­tas esta­ta­les. Asi­mis­mo, y siguien­do a Han­nah Arendt, se afir­ma que nun­ca la sobe­ra­nía de los Esta­dos en tan abso­lu­ta que en mate­ria de emi­gra­ción, natu­ra­li­za­ción, nacio­na­li­dad y expul­sión de la pobla­ción [Zol­berg 2009: 12–13].

La demos­tra­ción de su peso demo­grá­fi­co y cul­tu­ral ata­ñe a la memo­ria nacio­nal; pero a la vez, la repre­sen­ta­ción de esas pobla­cio­nes impli­ca un desa­fío para el pasa­do (y el pre­sen­te) de las nacio­nes. Un rápi­do examen de los Museos más reco­no­ci­dos, dedi­ca­dos a esta temá­ti­ca a nivel mun­dial, veri­fi­ca el esfuer­zo rea­li­za­do en paí­ses cuya iden­ti­dad está for­ja­da aun­que des­de una mira­da plu­ri­cul­tu­ral, des­de fue­ra y con pode­ro­so ímpe­tu. Es posi­ble avi­so­rar­lo en el Ellis Island Museum, en Nue­va York y en otros cen­tros más redu­ci­dos de EEUU como el Tene­ment Museum; en el Museum Vic­to­ria (Mel­bour­ne, Vic­to­ria, en Aus­tra­lia) y en el Cana­dian Museum of Immi­gra­tion Pier 21, en Hali­fax, Alber­ta (Cana­dá), por tomar sólo algu­nas de las pro­pues­tas ame­ri­ca­nas y aus­tra­lia­nas que demar­can estos aspec­tos. Si bien hay museos de inmi­gra­ción en los paí­ses euro­peos, sue­len ser espa­cios peque­ños, ya que la repre­sen­ta­ción de este fenó­meno, carac­te­rís­ti­ca del pasa­do de toda la huma­ni­dad, se ha cen­tra­do en el siglo XIX. El pro­ce­so de inmi­gra­ción masi­va obe­de­ce a una demar­ca­ción iden­ti­ta­ria, pro­pia de paí­ses de “nue­vo pobla­mien­to” que pro­vo­ca­ron una rápi­da trans­for­ma­ción demo­grá­fi­ca y terri­to­rial al alte­rar el equi­li­brio ini­cial de la pobla­ción ori­gi­na­ria, gene­ral­men­te a tra­vés de un geno y/o etno­ci­dio con la lle­ga­da de euro­peos pri­me­ro y de otros pobla­do­res lue­go, en un cor­to lap­so temporal.

No fue así en las nacio­nes pobla­das des­de hace siglos, en con­ti­nuas olea­das (de inmi­gran­tes). En Gran Bre­ta­ña, por ejem­plo, no exis­te un museo de estas carac­te­rís­ti­cas, lo cual sin lugar a dudas es una deu­da para el plan­teo del sig­ni­fi­ca­do pro­fun­do del sig­ni­fi­ca­do de las migra­cio­nes como fenó­me­nos con­tem­po­rá­neos.[4] Tenien­do en cuen­ta los refu­gia­dos en Calais y la supues­ta olea­da en Gran Bre­ta­ña, la pre­gun­ta está situa­da en el pre­sen­te pero su impul­so hacia atrás se sig­ni­fi­ca para dar sus­ten­to a las mayo­rías que desean abrir­se un camino hacia Europa.

La mis­ma pren­sa plan­tea­ba que la Cité Natio­na­le de l’His­to­ire de l’Im­mi­gra­tion (CNHI), en Paris, final­men­te abier­ta en el 2007, tuvo mucha resis­ten­cia y años en con­cre­tar­se pero así y todo, los fran­ce­ses fue­ron capa­ces de demos­trar la impor­tan­cia y el impac­to de la pobla­ción extran­je­ra en el país, sor­tean­do los lími­tes de la xeno­fo­bia y los pre­jui­cios sobre la dife­ren­cia.[5] En cola­bo­ra­ción con el Museo de Ber­lín (Deust­ches His­to­ris­ches Museum, DHM), ambas ins­ti­tu­cio­nes gene­ra­ron recien­te­men­te una exhi­bi­ción con­jun­ta sobre los extran­je­ros en Fran­cia y Ale­ma­nia des­de 1871 al pre­sen­te, don­de se repre­sen­ta la pobla­ción de ambos paí­ses en un pro­ce­so que invo­lu­cra a ambos esta­dos y tam­bién a la Comi­sión Euro­pea de la cual son miem­bros. Tan­to las mues­tras pla­nea­das como los espa­cios mis­mos don­de se mon­ta­ron dejan sen­ta­da la poten­te car­ga polí­ti­ca que tie­nen estas temá­ti­cas en la actua­li­dad, e inci­den en las carac­te­ri­za­cio­nes de la for­ma­ción nacio­nal en el mun­do euro­peo.[6]

El Museo de la Inmigración de la UNTREF
Territorio de museo: el antiguo Hotel

El edi­fi­cio del Hotel se pro­yec­tó en la capi­tal argen­ti­na en una eta­pa don­de se pro­du­jo una reno­va­ción urba­na de dife­ren­tes edi­fi­cios públi­cos (escue­las, hos­pi­ta­les, minis­te­rios, entre otros). Por enton­ces ya exis­tían varios de los hote­les de inmi­gran­tes en el inte­rior, crea­dos para des­cen­tra­li­zar la afluen­cia de inmi­gran­tes, pero la cri­sis de 1890 les impi­dió seguir fun­cio­nan­do. Por lo tan­to, se reini­cia­ron las ges­tio­nes para la rea­li­za­ción de un gran esta­ble­ci­mien­to en Bue­nos Aires, con carac­te­rís­ti­cas edi­li­cias amplia­men­te supe­ra­do­ras de las pro­pues­tas for­mu­la­das ante­rior­men­te, y que fue­ra el “mode­lo” de Argen­ti­na. De acuer­do a Valle­jo, “Para su ubi­ca­ción, vol­vió a cir­cu­lar la idea de con­cen­trar a los recién lle­ga­dos sobre la ribe­ra, en un com­ple­jo pro­vis­to de un des­em­bar­ca­de­ro pro­pio que per­mi­tie­ra dis­cer­nir quie­nes por via­jar en pri­me­ra cla­se podían intro­du­cir­se direc­ta­men­te en el país y quie­nes debían ser con­tro­la­dos y de ser posi­ble rete­ni­dos duran­te algu­nos días en un ámbi­to que per­mi­tie­ra veri­fi­car su esta­do sani­ta­rio y pro­gra­mar su des­tino en fun­ción de las nece­si­da­des de empre­sa­rios y orga­nis­mos públi­cos” [Valle­jo 2004].

En 1898 sur­gió la pro­pues­ta de levan­tar el nue­vo Hotel de Inmi­gran­tes en una zona com­pren­di­da entre Puer­to Made­ro y Reti­ro que ya en 1886 había reco­men­da­do para ese fin la Comi­sión de Inmi­gra­ción, y que por enton­ces ocu­pa­ban gal­po­nes del Minis­te­rio de Mari­na. Los fun­cio­na­rios que lle­va­ban años en las agen­cias encar­ga­das de reci­bir de a miles hicie­ron pro­pues­tas sobre los dise­ños acor­des de los espa­cios en el puer­to. Al res­pec­to, Alsi­na, por enton­ces Direc­tor de inmi­gra­ción, des­ta­ca­ba que la edi­fi­ca­ción debía cons­tar de tres gran­des par­tes: “1. Una ane­xa e inme­dia­ta­men­te enla­za­da a la masa de la cons­truc­ción, el des­em­bar­ca­de­ro gene­ral de pasa­je­ros e inmi­gran­tes. 2. Las ofi­ci­nas y sus gran­des depen­den­cias y 3. Obras acce­so­rias” [en Di Lis­cia 2017]. Se insis­tía la nece­si­dad de un vere­dón para des­em­bar­co de pasa­je­ros y equi­pa­jes, un andén techa­do, gal­po­nes para los equi­pa­jes, calle de acce­so e ingre­so a las depen­den­cias del Hotel. En las deta­lla­das ins­truc­cio­nes, la situa­ción admi­nis­tra­ti­va iba para­le­la a la orga­ni­za­ción del pro­ce­so, ya que el com­ple­jo debía incluir, en la Plan­ta baja, las ofi­ci­nas para el direc­tor, para la admi­nis­tra­ción del hotel y la ofi­ci­na nacio­nal de tra­ba­jo, un depó­si­to para equi­pa­jes revi­sa­dos, una plan­ta con el dor­mi­to­rio y las 2000 cuche­tas, así como baños; come­do­res y coci­nas para emplea­dos e inmi­gran­tes así como alo­ja­mien­to para emplea­dos y enfer­me­ría. En la Plan­ta alta, se ubi­ca­rían habi­ta­cio­nes para emplea­dos de la pre­fec­tu­ra marí­ti­ma, ofi­ci­nas de la direc­ción, habi­ta­cio­nes para el Direc­tor, el mayor­do­mo y el Jefe de ofi­ci­na de tra­ba­jo, dor­mi­to­rios para inmi­gran­tes y para la enfer­me­ría. Las edi­fi­ca­cio­nes debían dis­po­ner de elec­tri­ci­dad y otras mejo­ras moder­nas, dado que no era posi­ble, como a veces suce­día, que el des­em­bar­co se desa­rro­lla­se en la oscu­ri­dad.[ Di Lis­cia 2017].

En 1905, bajo la pro­pues­ta del mis­mo Direc­tor, se reali­zó el pro­yec­to en la ubi­ca­ción de Antár­ti­da Argen­ti­na Nº 1355, Puer­to Nue­vo; ese mis­mo año se nacio­na­li­zó el Puer­to de La Pla­ta. Allí el Hotel de inmi­gran­tes “mode­lo”, con­ta­ría con seis hec­tá­reas, don­de más de 2.000 inmi­gran­tes podrían des­pla­zar­se entre los ocho cuer­pos que lo com­pon­drían: Des­em­bar­ca­de­ro, Pabe­llón de dor­mi­to­rios, Come­dor, Enfer­me­ría, Lava­de­ros, baños, Admi­nis­tra­ción, Direc­ción y Depó­si­to. De acuer­do a Huer­nos [2016:48], el pre­dio ele­gi­do para la cons­truc­ción de todo el com­ple­jo esta­ba ais­la­do ‑lo cual era bene­fi­cio­so en tiem­pos de epi­de­mias- pero a la vez, pró­xi­mo a vías del ferro­ca­rril sin acti­vi­dad. La super­fi­cie adqui­ri­da era de 20.000 m². Se ini­ció la cons­truc­ción por el des­em­bar­ca­de­ro, inau­gu­ra­do en 1907. El pro­yec­to incluía que los pabe­llo­nes se dis­pu­sie­ran alre­de­dor de una pla­za cen­tral, ade­más de la cons­truc­ción de la direc­ción, ofi­ci­nas de tra­ba­jo y el hos­pi­tal. El Hotel, final­men­te inau­gu­ra­do en 1911, comen­zó a fun­cio­nar ese año, cuan­do ya se habían cons­trui­do el hos­pi­tal, el des­em­bar­ca­de­ro y los edi­fi­cios admi­nis­tra­ti­vos. Este área en 1919 se amplió a otros edi­fi­cios cir­cun­dan­tes. En 1940, un área recu­bier­ta de escri­to­rios demues­tra que la fun­ción admi­nis­tra­ti­va seguía sien­do impor­tan­te, toda vez que en ese lugar se rea­li­za­ban los trá­mi­tes de pre­sen­ta­ción de pasa­je­ros y buques para la admi­sión (Fotos 1 y 2, Anexo).

El pri­mer pro­yec­to del com­ple­jo, rea­li­za­do den­tro de la Direc­ción Gene­ral de Arqui­tec­tu­ra del Minis­te­rio de Obras Públi­cas de la Nación por Car­los Mas­si­ni, des­per­tó crí­ti­cas de otro arqui­tec­to, Enri­que Char­nou­die (v.), quien lo com­pa­ró con el Hotel de Inmi­gran­tes de Ham­bur­go, cons­trui­do en 1900. Entre ambos, encon­tró simi­li­tu­des en las dimen­sio­nes y for­mas de los res­pec­ti­vos terre­nos y pro­fun­das dife­ren­cias en la capa­ci­dad para 1.000 per­so­nas del esta­ble­ci­mien­to ale­mán, dupli­ca­da en el pro­yec­to de Mas­si­ni, y en las carac­te­rís­ti­cas de los dor­mi­to­rios gene­ra­les, divi­di­dos en cin­co pabe­llo­nes ais­la­dos en el pri­mer caso y con­cen­tra­dos en un úni­co edi­fi­cio de plan­ta claus­tral en el segun­do. Imbui­do de un inci­pien­te deba­te don­de se plan­tea­ban las con­ve­nien­cias higié­ni­cas de la habi­ta­ción obre­ra indi­vi­dual por sobre la colec­ti­va, Char­nou­die dedu­cía que el pro­yec­to del Hotel de Inmi­gran­tes de Argen­ti­na, con su úni­co Pabe­llón de Dor­mi­to­rios sería obje­to de una exce­si­va con­cen­tra­ción de indi­vi­duos des­asea­dos, y podía con­ver­tir­se en un peli­gro­so foco pro­pa­ga­dor de epi­de­mias para la ciu­dad. Pos­te­rior­men­te, la plan­ta gene­ral ori­gi­nal fue obje­to de algu­nas trans­for­ma­cio­nes, con el reem­pla­zo de dos nive­les del Pabe­llón de Dor­mi­to­rios por un úni­co blo­que de 100 metros de exten­sión, con Come­dor, Coci­na y depen­den­cias en plan­ta baja y tres pisos de Dor­mi­to­rios ‑con gran­des salo­nes con lar­gas filas de camas mari­ne­ras, divi­di­dos en un sec­tor para muje­res y niños y otro para hom­bres- que aumen­ta­ban sus­tan­cial­men­te la capa­ci­dad de alo­ja­mien­to ini­cial­men­te pre­vis­ta, con­cen­tran­do más indi­vi­duos ‑cer­ca de 8.000- y fun­cio­nes en un úni­co edi­fi­cio [Valle­jo 2004].

Así:

En términos compositivos los cambios resultaron ampliamente superadores de la inicial propuesta, otorgándole al Pabellón de Dormitorios una notable preeminencia que reforzó el carácter institucional requerido para identificar el complejo, y los espacios liberados de uso permitieron organizar dos amplios parterres que enmarcaron una imagen que terminó siendo la más difundida del Hotel de Inmigrantes modelo. En 1906 se inauguró la Administración, Dirección y Depósito, Enfermería, en 1908, el Desembarcadero y recién en 1911, con la habilitación del Pabellón de Dormitorios, pudo ser desarmada la 'Rotonda del Retiro', es decir, el antiguo hotel de inmigrantes [Vallejo 2004].

El edi­fi­cio que sobre­sa­le del com­ple­jo es el Hotel de inmi­gran­tes, que cubre 90 metros de lar­go por 26 metros de ancho y fue uno de los pri­me­ros de la ciu­dad de Bue­nos Aires en cons­truir­se en hor­mi­gón; en la plan­ta baja esta­ba la coci­na, come­dor y depen­den­cias y en las tres plan­tas supe­rio­res, dor­mi­to­rios (4 en cada piso, con capa­ci­dad para 250 per­so­nas cada uno), arti­cu­la­dos con un corre­dor y cru­ce­ro con ven­ta­nas y pare­des azu­le­ja­das que per­mi­tían fácil lim­pie­za y per­ma­nen­te ven­ti­la­ción [Huer­nos 2016]. El Hotel reci­bió entre 1912–1920 a 479.126 per­so­nas en sus edi­fi­cios (es decir, un 39,76% del total de inmi­gran­tes ingre­sa­dos al país), lo cual nos per­mi­te entre­ver su mag­ni­tud y cali­brar la expe­rien­cia de la inmi­gra­ción como polí­ti­ca nacional.

Hacia 1953, el Hotel cerró sus puer­tas a sus fun­cio­nes ori­gi­na­rias al dis­mi­nuir la can­ti­dad de inmi­gran­tes, pero que­dó como sede de la Direc­ción Gene­ral de Inmi­gra­ción, quien lo man­tu­vo como depó­si­to de expe­dien­tes, aun­que des­apa­re­cie­ron casi en su tota­li­dad el mobi­lia­rio y uten­si­lios pre­exis­ten­tes (camas, coci­nas, mesas, sillas y ban­cos). Lue­go pasó a manos de la Pre­fec­tu­ra Naval has­ta que en 1974, el gobierno de Juan Domin­go Perón le per­mi­tió al Esta­do nacio­nal retor­nar ese espa­cio. A fina­les del siglo XX fue decla­ra­do Monu­men­to Nacio­nal, aun­que poco se hizo para efec­ti­vi­zar su recu­pe­ra­ción, ini­cia­da en la pri­me­ra déca­da del siglo XXI[7].

Cómo hablar de los inmigrantes

En Argen­ti­na el deba­te sobre la nue­va museo­lo­gía es recien­te, y aun­que exis­ten otros Museos sobre la inmi­gra­ción, no todos se encuen­tran imbui­dos de las nue­vas ten­den­cias, sino que se sitúan más bien en la acu­mu­la­ción acrí­ti­ca de obje­tos vin­cu­la­dos con aso­cia­cio­nes y/o gru­pos étni­cos espe­cí­fi­cos.[8] Otros paí­ses de recep­ción masi­va, como Bra­sil y Uru­guay, dis­po­nen en la actua­li­dad de Museos sobre la inmi­gra­ción; ambas nacio­nes tie­nen una demo­gra­fía que en deter­mi­na­das regio­nes (Esta­do de Sao Pau­lo, Río de Janei­ro y Para­ná, como ejem­plo) o ciu­da­des (Mon­te­vi­deo y Sao Pau­lo), son com­pa­ra­bles a Bue­nos Aires. Mien­tras que Mon­te­vi­deo ubi­có el Museo de las Migra­cio­nes en el Com­ple­jo Cul­tu­ral de la Mura­lla Abier­ta, espa­cio cuyo pasa­do no remi­te direc­ta­men­te a la pobla­ción de Ultra­mar sino a su eta­pa colo­nial,[9] la Hos­pe­da­ría do Imi­gran­tes do São Pau­lo, al igual que el Museo de la Inmi­gra­ción argen­tino, se orga­ni­zó como museo en los edi­fi­cios que ante­rior­men­te habían reci­bi­do a la pobla­ción extranjera.

En el caso de la Hos­pe­da­ria, que dejó de reci­bir inmi­gran­tes en 1978, en pri­mer lugar se orga­ni­zó un Cen­tro His­tó­ri­co do Imi­gran­te, con la reu­nión de mobi­lia­rio y arte­fac­tos rema­nen­tes y una línea museal inde­fi­ni­da, que ten­día a visua­li­zar­lo como una espe­cie de repar­ti­ción públi­ca. En 1998, bajo la Secre­ta­ria de Esta­do da Cul­tu­ra, se orga­ni­zó el Memo­rial do Imi­gran­te, con un espa­cio de his­to­ria oral, sis­te­ma­ti­za­ción de docu­men­ta­ción y orga­ni­za­ción de exhi­bi­cio­nes a tra­vés de la recu­pe­ra­ción del edi­fi­cio. El pro­yec­to de musea­li­za­ción reor­ga­ni­zó la docu­men­ta­ción de la Secre­ta­ría de Agri­cul­tu­ra, que se vol­có a un archi­vo públi­co, y entre 2010–2014 se da ini­cio a una nue­va fase del Museo, bajo un alto nivel de expec­ta­ti­vas. Tan­to las comu­ni­da­des de inmi­gran­tes tra­di­cio­na­les como las recien­tes, así como gru­pos liga­dos al movi­mien­to negro, ten­die­ron a pre­sio­nar con sus recla­mos para la repre­sen­ta­ción en el espa­cio museal, uni­das a las for­mas mis­mas de abor­da­je de la inmi­gra­ción y a los recur­sos mediá­ti­cos, así como a la actua­li­za­ción esce­no­grá­fi­ca de los espa­cios de expo­si­ción, el uso de nue­vas tec­no­lo­gías y muchos otros aspec­tos que tie­nen rela­ción con el “deber de la memo­ria” y su uso actual [Da Cruz Pai­va 2016: 68–71].

Par­tes de estos deba­tes sobre qué y a quié­nes debe repre­sen­tar un Museo de estas carac­te­rís­ti­cas se encuen­tran den­tro de los obje­ti­vos del Museo de la Inmi­gra­ción argen­ti­na, que fun­cio­na en el lugar de recep­ción de los inmi­gran­tes. Sin embar­go, exis­ten dife­ren­cias con­si­de­ra­bles entre ambos, ya que este últi­mo sur­gió a la luz de su doble mira­da, his­tó­ri­ca y artís­ti­ca a la vez y se incor­po­ra den­tro de la ofer­ta aca­dé­mi­ca de una de las 57 Uni­ver­si­da­des Nacio­na­les[10] que tie­nen un con­si­de­ra­ble peso en el con­cier­to gene­ral de la edu­ca­ción supe­rior públi­ca. En par­ti­cu­lar, la UNTREF, crea­da en 1995, for­ma par­te de las ins­ti­tu­cio­nes fun­da­das duran­te esa déca­da en el Cono urbano bonae­ren­se, orga­ni­za­das con un cri­te­rio des­cen­tra­li­za­dor res­pec­to a la Uni­ver­si­dad de Bue­nos Aires y que se mul­ti­pli­ca­ron sin estu­dios de fac­ti­bi­li­dad pre­vios y gra­cias a cri­te­rios polí­ti­cos de los pode­ro­sos muni­ci­pios bonae­ren­ses [Buch­bin­der 2005: 229].

Al mar­gen de los obje­ti­vos ini­cia­les, esas uni­ver­si­da­des tie­nen un papel social y edu­ca­ti­vo inne­ga­ble tan­to en la ofer­ta aca­dé­mi­ca como en las acti­vi­da­des cien­tí­fi­cas y de trans­fe­ren­cia tec­no­ló­gi­ca [una sín­te­sis y deba­te al res­pec­to en Tedes­co 2015]. La ofer­ta artís­ti­ca no es común a todas, inclu­so a las que poseen como la UNTREF carre­ras des­ta­ca­das vin­cu­la­das con el desa­rro­llo artís­ti­co (como la Uni­ver­si­dad Nacio­nal de San Mar­tín) o dis­po­si­ti­vos de difu­sión cien­tí­fi­ca para un públi­co amplio (como la Uni­ver­si­dad Nacio­nal de Gene­ral Sar­mien­to). Por ello, resul­ta intere­san­te obser­var de qué mane­ra se ges­tó un pro­yec­to de tal enver­ga­du­ra, que expre­sa deter­mi­na­das ten­den­cias museís­ti­cas gal­va­ni­za­das en los estu­dios crí­ti­cos sobre exhi­bi­cio­nes así como una expe­rien­cia que uni­fi­ca colec­cio­nes his­tó­ri­cas y artís­ti­cas en una ins­ti­tu­ción uni­ver­si­ta­ria argentina.

El ges­tor del Museo en el for­ma­to ori­gi­nal es hoy su actual direc­tor, Aní­bal Joza­mi, tam­bién rec­tor de la UNTREF, quien loca­li­za los ante­ce­den­tes en el MUNTREF de Case­ros, loca­li­dad bonae­ren­se don­de se encuen­tra una de las sedes de la Uni­ver­si­dad. Es pre­ci­so des­ta­car que la cura­ción de las mues­tras rea­li­za­das des­de enton­ces se debe a Dia­na Wechs­ler, espe­cia­lis­ta reco­no­ci­da en his­to­ria del arte a nivel inter­na­cio­nal.[11] De acuer­do a la entre­vis­ta rea­li­za­da, hubo con­fluen­cia entre la Uni­ver­si­dad como ins­ti­tu­ción con res­pon­sa­bi­li­dad social, que orga­ni­zó even­tos cul­tu­ra­les, entre los cua­les se cita la Mues­tra de Pablo Picas­so (2009) y de otros gran­des maes­tros (Goya) en el Cono urbano bonae­ren­se, con más de 90 mil visi­tan­tes. La orga­ni­za­ción del Museo de Inmi­gra­ción reco­no­ce como deto­na­dor la mues­tra de Chris­tian Bols­tan­ki en el 2012. Dicho artis­ta, cineas­ta y escul­tor, visi­tó el espa­cio del anti­guo hotel y obser­vó el esta­do las­ti­mo­so del lugar, que a la vez le sir­vió de ins­pi­ra­ción para plan­tear un pro­yec­to que se inau­gu­ró en el Museo y se deno­mi­na “Migran­tes”. La pro­pues­ta con­sis­tía en la inter­ven­ción de la ter­ce­ra plan­ta, don­de esta­ban ya los archi­vos his­tó­ri­cos, con una ins­ta­la­ción car­ga­da de efec­tos tea­tra­les: 500 voces de mane­ra simul­tá­nea y suce­si­va decían en su idio­ma de ori­gen nom­bre y ape­lli­do, ocu­pa­ción, edad y fecha de lle­ga­da.[12]

En la inau­gu­ra­ción de la mues­tra, el enton­ces Direc­tor Nacio­nal de Migra­cio­nes, Mar­tín Arias Duval se mos­tró tan impre­sio­na­do por las posi­bi­li­da­des de exhi­bi­ción de un espa­cio de esa mag­ni­tud, que se ini­cia­ron los con­tac­tos para que la UNTREF acor­da­ra con el Esta­do Nacio­nal por 20 años la sesión del lugar para la orga­ni­za­ción del Museo de Inmi­gra­ción y el Cen­tro de Arte Con­tem­po­rá­neos. En con­se­cuen­cia, el área se orga­ni­zó en dos ver­tien­tes com­ple­men­ta­rias entre sí: en un sec­tor del ter­cer piso, se mon­ta­ron las mues­tras “his­tó­ri­cas” y en otra, las artís­ti­cas, aun­que la pri­me­ra está atra­ve­sa­da por la segun­da de mane­ra sin­gu­lar. Esa par­ti­cu­lar “narra­ti­va” de doble alcan­ce fue inten­cio­nal, y se radi­ca en un entra­ma­do mayor que inclu­ye al res­to de los Museos de la UNTREF.[13]

El Museo se ubi­ca en un edi­fi­cio de sobria cons­truc­ción de hor­mi­gón arma­do, de cua­tro pisos, y con gran­des ven­ta­na­les (Foto 3). En la visi­ta rea­li­za­da en el año 2016 se obser­vó una reno­va­ción del edi­fi­cio, con la ane­xión de un impor­tan­te y sig­ni­fi­ca­ti­vo ascen­sor de hie­rro en la facha­da de la dere­cha, don­de se encuen­tra la entra­da actual al Museo (Foto 4). Ese ascen­sor, que no exis­tía en la estruc­tu­ra ori­gi­nal, cum­ple con la deman­da actual ya que es nece­sa­rio un acce­so para la habi­li­ta­ción para dis­ca­pa­ci­dad y otras medi­das de segu­ri­dad e higie­ne, y a la vez, per­mi­te avis­tar tan­to el mue­lle como el Río de La Pla­ta, que se obser­van sólo par­cial­men­te en las ven­ta­nas. El Hotel dis­po­nía de anchas esca­li­na­tas de már­mol a los late­ra­les al ingre­sar al edi­fi­cio, que se man­tu­vie­ron en esta dis­po­si­ción, para acce­der al piso 1ero don­de se encuen­tran las mues­tras. En la plan­ta baja, se orga­ni­zó en par­te del espa­cio una tien­da y café del museo, así como otras ofi­ci­nas admi­nis­tra­ti­vas, y una cues­tión a des­ta­car: allí los visi­tan­tes con­sul­tan la pági­na web del Cen­tro de Estu­dios Migra­to­rios (CEMLA), don­de se han regis­tra­do las entra­das y sali­das de per­so­nas des­de 1800 has­ta 1960.[14] La Direc­ción Gene­ral de Migra­cio­nes man­tie­ne la plan­ta baja cen­tral del pre­dio (don­de antes esta­ba el come­dor y las salas de recreo) para la orga­ni­za­ción de otras acti­vi­da­des. El edi­fi­cio del Hotel, si bien se reha­bi­li­tó, no tie­ne un exte­rior com­ple­ta­men­te pin­ta­do y con­ser­va un aspec­to deslucido.

A los pisos supe­rio­res se acce­de por un hall abier­to, sin puer­ta, que comu­ni­ca con uno de los anti­guos dor­mi­to­rios, pin­ta­do en colo­res cla­ros y con­ver­ti­do en una sala de expo­si­ción per­ma­nen­te del Museo en su sec­ción his­tó­ri­ca. El espa­cio se divi­dió en cua­dran­tes, uti­li­zan­do como sepa­ra­dor y/o cru­ce­ro el área común de higie­ne, don­de se man­tie­nen los azu­le­jos, las aber­tu­ras, pisos y las pile­tas ori­gi­na­les en su casi tota­li­dad. El visi­tan­te acce­de por el área del Museo de la inmi­gra­ción a la izquier­da, aun­que pue­de obviar ese camino y diri­gir­se direc­ta­men­te a las colec­cio­nes artís­ti­cas que se encuen­tran siguien­do un pasi­llo muy amplio en las salas del fon­do (Foto 7).

Las mues­tras artís­ti­cas son en gene­ral ins­ta­la­cio­nes de gran mag­ni­tud, con artis­tas extran­je­ros o argen­ti­nos. En el 2015, se orga­ni­zó con la cura­du­ría de Wechs­ler “Migra­cio­nes en el arte con­tem­po­rá­neo”, que inter­pe­la la reali­dad no como míme­sis sino como apor­te a la dis­cu­sión, des­de foto­gra­fías inter­ve­ni­das, videos e ins­ta­la­cio­nes los ima­gi­na­rios con­tem­po­rá­neos sobre los esfuer­zos de los refu­gia­dos e inmi­gran­tes con meno­res recur­sos en el difí­cil trán­si­to de una a otras nacio­nes.[15] Fue sede tam­bién de la mues­tra del Pre­mio Bra­que, edi­ción 2017, jun­to a la emba­ja­da de Fran­cia en Argen­ti­na y el Palais de Tok­yo. La exhi­bi­ción más recien­te, “Suble­va­cio­nes”, tie­ne como cura­dor al reco­no­ci­do filó­so­fo del arte Geor­ges Didi-Huber­man, con par­te del patri­mo­nio del Jeu de Pau­me de París, y mues­tra las diver­sas for­mas de la resis­ten­cia que bro­tan de obre­ros, estu­dian­tes y cam­pe­si­nos de todo el mun­do. En una sec­ción de la mues­tra, se agre­ga tam­bién la cura­du­ría de Wechs­ler con el Cor­do­ba­zo, las madres y el arte clan­des­tino en Argen­ti­na [Kier­nan 2017].

En rela­ción a la par­te his­tó­ri­ca del Museo, la mues­tra per­ma­nen­te situa­da en uno de los cua­tro dor­mi­to­rios de la plan­ta ter­ce­ra, plan­tea una visión amplia del pro­ce­so inmi­gra­to­rio, deta­llan­do en una línea de tiem­po ins­crip­ta en una pla­ca trans­pa­ren­te que abar­ca tres ins­tan­cias cro­no­ló­gi­cas com­pa­ra­ti­vas des­de la geo­gra­fía mun­dial a la nación argen­ti­na (Foto 5). Des­de allí, el visi­tan­te obser­va en el cen­tro una répli­ca de apro­xi­ma­da­men­te 3 metros de lon­gi­tud y 1 metro de altu­ra de un buque que rea­li­za­ba el via­je entre Bue­nos Aires y los puer­tos euro­peos, entre 1014–1916, con capa­ci­dad para trans­por­tar a más de 1.200 pasa­je­ros de ter­ce­ra cla­se (es decir, inmi­gran­tes). Esta loca­li­za­ción his­tó­ri­ca situa­da en rela­ción al “via­je” se acom­pa­ña de pane­les hacia atrás y a los lados, don­de se pue­den escu­char voces y obser­var videos de pobla­do­res lle­ga­dos en dife­ren­tes momen­tos al país y de dis­tin­tos paí­ses. Siguien­do la visi­ta, sobre un muro que sepa­ra aun­que per­mi­te el acce­so visual, se han colo­ca­do tele­vi­so­res para obser­var videos (el de Char­les Cha­plin), anun­cios de com­pa­ñías, pasa­jes, docu­men­tos y bole­tos, así como vali­jas con ves­ti­men­ta, cal­za­do y obje­tos de higie­ne per­so­nal, todos obje­tos que se vin­cu­lan a tras­la­dos. En los arma­rios ubi­ca­dos a lo lar­go de las pare­des y en el cen­tro, se per­mi­te que el visi­tan­te abra y cie­rre cajo­nes, rea­li­zan­do así una bús­que­da pro­pia de la infor­ma­ción (Fotos 8 y 9). Tal cues­tión se veri­fi­ca tan­to en el área del via­je como en la vin­cu­la­da a los lega­dos cul­tu­ra­les don­de se expo­nen tex­tos édi­tos e iné­di­tos ‑dic­cio­na­rios, manua­les, libros de lec­tu­ra, diarios‑, escri­tos en hebreo, ita­liano, fran­cés, ale­mán y otras lenguas.

Si se con­ti­núa con la visi­ta, la mues­tra per­ma­nen­te incor­po­ra los esca­sos res­tos mate­ria­les ori­gi­na­les, ya que del mobi­lia­rio del Hotel sólo que­da­ron 2 camas de hie­rro (esti­lo cuche­tas, o camas-came­ra) y una mesa con un jarrón y un per­che­ro. En un espa­cio rela­ti­va­men­te peque­ño, se han colo­ca­do dos espe­jos enfren­ta­dos que per­mi­ten exten­der has­ta el infi­ni­to el refle­jo, seme­jan­do así los inmen­sos dor­mi­to­rios con sus filas de camas.

En el cen­tro, se des­ta­ca una mesa-vitri­na con ins­tru­men­tos musi­ca­les que repi­te el leit­mo­tiv de la mues­tra, es decir, la varie­dad cul­tu­ral y tam­bién el exo­tis­mo, con man­do­li­nas y otros ins­tru­men­tos de Eslo­ve­nia y La India, así como par­ti­tu­ras musi­ca­les y fotografías.

Sobre la pared del fon­do de esta sala del Museo, se des­plie­ga una gigan­to­gra­fía don­de se rela­ta par­te de la expe­rien­cia de Enri­que Mos­co­ni, como “hijo de la inmi­gra­ción” en la Pata­go­nia argen­ti­na y del apor­te de los extran­je­ros a la rique­za petro­le­ra nacio­nal. A un cos­ta­do, y sin que pue­da obser­var­se des­de el fren­te sino al salir, ocul­to a las mira­das sal­vo que el visi­tan­te se acer­que, se cie­rra esta sec­ción con un mue­ble don­de están archi­va­das las tar­je­tas de ingre­so al país. A dife­ren­cia del res­to de la mues­tra, no se expli­ca con car­te­las de qué se tra­ta esta serie de docu­men­tos guar­da­dos, sino que se con­si­de­ra sufi­cien­te expre­sión de la buro­cra­cia nacio­nal el con­te­ni­do del mue­ble, que resu­me el sen­ti­do final de los inmi­gran­tes y su lími­te documental.

En la mues­tra “Ita­lia­nos y espa­ño­les en Argen­ti­na”, los folle­tos indi­can una per­sis­ten­cia con los moti­vos ante­rio­res, pero con­cen­tra­dos en los dos gru­pos étni­cos más nume­ro­sos en el país. Como seña­la­ron tan­to Joza­mi como Huer­nos en las entre­vis­tas, es impo­si­ble que el Museo incor­po­re todas las nacio­na­li­da­des, admi­tién­do­se aquí cier­ta pre­sión de las dis­tin­tas orga­ni­za­cio­nes que nuclean a inmi­gran­tes.[16] La lógi­ca de la mues­tra se incor­po­ra a las tra­di­cio­nes museís­ti­cas tra­di­cio­na­les para dia­gra­mar des­de la lle­ga­da, el esta­ble­ci­mien­to en la dupla el cam­po-ciu­dad como eje de la mira­da del visi­tan­te los cami­nos de los inmi­gran­tes. En ese sen­ti­do, exis­te tam­bién una visión aca­dé­mi­ca que per­mi­te acom­pa­ñar de mane­ra didác­ti­ca a con­cep­tos de gran desa­rro­llo nacio­nal como las cade­nas migra­to­rias, el exi­lio y el desa­rro­llo eco­nó­mi­co, toman­do a los recién lle­ga­dos no sólo como obre­ros o jor­na­le­ros sino tam­bién como pro­pie­ta­rios y empre­sa­rios. En esta par­te de la mues­tra, a tra­vés de la made­ra, se cons­tru­ye una pared que simu­la un bar­co, se abren ven­ta­nas don­de se mues­tran obje­tos de la ruti­na dia­ria y el tra­ba­jo –cafe­te­ras, mar­ti­llos y mazas, plan­chas-. Los obje­tos –baú­les y male­tas de épo­ca- que se toman en cuen­ta en la par­te espe­cial de la mues­tra del Museo siguen la línea ante­rior, con una inno­va­ción res­pec­to a la inte­gra­ción del cine y la foto­gra­fía; una serie de pelí­cu­las, sumi­nis­tra­das por el Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hic­ken, pre­sen­tan los pro­ta­go­nis­tas y el ima­gi­na­rio de los inmi­gran­tes (como el per­so­na­je “Cati­ta”, de Niní Marshall). En el cen­tro de la mues­tra, se des­plie­ga una ins­ta­la­ción ori­gi­nal con sába­nas, que recuer­dan la vida de los con­ven­ti­llos y las esfor­za­das fami­lias, don­de se pro­yec­tan cor­tos y docu­men­ta­les de prin­ci­pios del siglo XX en Argentina.

La exhi­bi­ción incor­po­ra ins­ta­la­cio­nes artís­ti­cas para impli­car al visi­tan­te en la diver­si­dad del pro­ce­so inmi­gra­to­rio, bajo la insis­ten­cia de la igual­dad.[17] La fra­se “Para todos los hom­bres del mun­do” fue ele­gi­da para enmar­car la folle­te­ría en inglés de la mues­tra ini­cial y es indi­ca­ti­va de la cen­tra­li­dad del ori­gen del pro­yec­to inmi­gra­to­rio argen­tino. La refe­ren­cia al Preám­bu­lo cons­ti­tu­cio­nal alien­ta al mito de la crea­ción nacio­nal de una ciu­da­da­nía abier­ta, enfa­ti­zan­do su carác­ter libe­ral (en Folle­to, Museo de la Inmi­gra­ción, MUNTREF, s/d For all the word’s men…”). Esta insis­ten­cia es cla­ve en la narra­ti­va museal: el mito del cri­sol de razas se reto­ma a la luz de los con­flic­tos pos­te­rio­res (y actua­les), y per­mi­te enton­ces refor­zar a la Argen­ti­na como una nación de “puer­tas abier­tas”. La pro­pues­ta, sin embar­go, no obvia las penu­rias y difi­cul­ta­des de los recién lle­ga­dos y enfa­ti­za tam­bién el lega­do –posi­ti­va­men­te entrevisto‑, de las ideo­lo­gías anar­quis­tas o socia­lis­tas, con una mira­da opti­mis­ta sobre la lle­ga­da de miles y miles.

De acuer­do a las entre­vis­tas, el públi­co del museo se com­po­ne de esco­la­res, jubi­la­dos y más recien­te­men­te, turis­tas; estos últi­mos lle­gan sobre todo por bar­co a las dár­se­nas de Puer­to Made­ro en los cru­ce­ros que cir­cu­lan por el Río de la Pla­ta, dado que las agen­cias de via­je lo han incor­po­ra­do en sus rutas.

Para el orga­ni­za­dor de la mues­tra his­tó­ri­ca, Mar­ce­lo Huer­nos, el Museo inte­gra aspec­tos de la inmi­gra­ción en rela­ción a la comu­ni­ca­ción y se tra­tó ade­más de tra­ba­jos con­jun­tos a tra­vés de semi­na­rios y otras acti­vi­da­des con argen­ti­nos y otros. Se incor­po­ró la inmi­gra­ción más anti­gua con la nue­va inmi­gra­ción, y hay un plan de mues­tras a futu­ro en este sen­ti­do para con­ti­nuar esa tarea.

Conclusión

En esta apro­xi­ma­ción refle­xi­va sobre el Museo de Inmi­gra­ción de Argen­ti­na, eri­gi­do en el anti­guo Hotel para inmi­gran­tes, se deno­ta una inten­cio­na­li­dad en la pro­pues­ta para poner en la mira­da de los obser­va­do­res un con­ti­nuum sobre el pro­ce­so de tras­la­do y de per­ma­nen­cia en tie­rras extra­ñas. Si bien exis­te un “cor­te” his­tó­ri­co entre el arri­bo de pobla­ción de ultra­mar y sus dife­ren­tes nacio­na­li­da­des (des­de euro­peas a asiá­ti­cas, prin­ci­pal­men­te), tam­bién se pro­du­ce la incor­po­ra­ción de las nue­vas migra­cio­nes, sobre todo –pero no se exclu­ye- a las latinoamericanas.

Las mues­tras his­tó­ri­cas, tan­to la gene­ral como las tem­po­ra­rias, adquie­ren atrac­ti­vo a tra­vés de nue­vas tec­no­lo­gías y pro­mue­ven una lec­tu­ra e inter­pre­ta­ción de la Argen­ti­na en un con­tex­to de aper­tu­ra y diver­si­dad, aun­que no exen­to de con­flic­to. El esfuer­zo por exhi­bir al país como abier­to a otros pobla­do­res, en momen­tos en que está lejos el eco de la migra­ción masi­va, repre­sen­ta un ges­to demo­crá­ti­co y a la vez, un ejer­ci­cio en con­tras­te con la par­ti­cu­lar situa­ción actual de quie­nes, en otras par­tes del mun­do, deben aban­do­nar hoy su lugar de ori­gen en vir­tud de per­se­cu­cio­nes polí­ti­cas, vio­len­cia reli­gio­sa y/o gra­ves pro­ble­mas eco­nó­mi­cos y eco­ló­gi­cos. Los des­pla­za­dos actua­les están en sin­to­nía, cru­zan­do cul­tu­ras y tiem­pos, con los de ayer, y en la medi­da que gran par­te del públi­co del Museo podría ser des­cen­dien­te de inmi­gran­tes, se pro­mue­ve en esta visión una empa­tía con los “nue­vos” recién llegados.

Las mues­tras artís­ti­cas se plan­tean en con­jun­ción con la visión his­tó­ri­ca del pro­ce­so inmi­gra­to­rio como for­ma de sal­dar deu­das y de res­ta­ñar heri­das de las mino­rías a tra­vés de la refle­xión. Se tra­ta en gene­ral de ins­ta­la­cio­nes de arte con­tem­po­rá­neo que intro­du­cen a nues­tro enten­der una doble apues­ta, no con­tra­dic­to­ria: por un lado visua­li­zar los dere­chos huma­nos fun­da­men­ta­les y por otro, for­ta­le­cer la ima­gen de Argen­ti­na en el con­tex­to aca­dé­mi­co artís­ti­co internacional.

Anexo: fotos
Foto 1: Hotel de Inmigrantes, Buenos Aires

Fuen­te: Museo de la Inmi­gra­ción. http://untref.edu.ar/muntref/museo-de-la-inmigracion/

Foto 2: Hotel de Inmigrantes, Buenos Aires

Fuen­te: Museo de la Inmi­gra­ción. http://untref.edu.ar/muntref/museo-de-la-inmigracion/

Foto 3: Hotel de Inmigrantes, Buenos Aires. Marzo 2016

Foto: autor

Foto 4: Museo de la Inmigración, ingreso. Mayo 2017

Foto: autor

Foto 5 Museo de la Inmigración, cronologia. Mayo 2017

Foto: autor

Foto 6: Museo de la Inmigración

Fuen­te: http://untref.edu.ar/muntref/museo-de-la-inmigracion

Foto 7: Museo de la Inmigración/Centro de Arte Contemporáneo. Mayo 2017

Foto: autor

Foto 8: Museo de la Inmigración

Fuen­te: http://untref.edu.ar/muntref/museo-de-la-inmigracion

Foto 9: Museo de la Inmigración, documentos de viajeros. Marzo 2016

Foto: autor

Citas

Agra­dez­co la cola­bo­ra­ción de los entre­vis­ta­dos para este tra­ba­jo, Aní­bal Joza­mi y Mar­ce­lo Huer­nos, así como la infor­ma­ción brin­da­da por Gus­ta­vo Vallejo.

* Doc­to­ra en His­to­ria, Pro­fe­so­ra Aso­cia­da, UNL­Pam (Uni­ver­si­dad Nacio­nal de La Pam­pa), Argen­ti­na. silviadiliscia@gmail.com

[1] La crí­ti­ca de la repre­sen­ta­ción a nivel de pro­duc­tos y dis­ci­pli­nas cul­tu­ra­les fue par­te de una más amplia de la mane­ra en que las “voces” de cier­tos gru­pos fue­ron exclui­dos o mar­gi­na­dos den­tro de la esfe­ra públi­ca. El reto pro­vino espe­cial­men­te de acti­vis­tas y aca­dé­mi­cos post­co­lo­nia­les y femi­nis­tas que argu­men­ta­ron que los mode­los polí­ti­cos demo­crá­ti­cos amplia­men­te libe­ra­les eran inade­cua­dos para abor­dar las inequi­da­des repre­sen­ta­cio­na­les fun­da­men­ta­les invo­lu­cra­das. Lo que se nece­si­ta­ba era una polí­ti­ca de reco­no­ci­mien­to, espe­cí­fi­ca­men­te diri­gi­da no sólo a si las per­so­nas tenían dere­cho a votar ya par­ti­ci­par de otra mane­ra como ciu­da­da­nos, sino cues­tio­nes poten­cial­men­te más fun­da­men­ta­les, como si las preo­cu­pa­cio­nes de los gru­pos mar­gi­na­dos lo incluían en la agen­da. En las ciu­da­des cada vez más mul­ti­cul­tu­ra­les de Amé­ri­ca del Nor­te y de Euro­pa en par­ti­cu­lar, las posi­cio­nes polí­ti­cas y las rei­vin­di­ca­cio­nes lle­ga­ron cada vez con mayor fre­cuen­cia a arti­cu­lar­se en tér­mi­nos de las nece­si­da­des y dere­chos de las iden­ti­da­des “sub‑o” mal reco­no­ci­das [Mac­do­nald 2006:3].

[2] De acuer­do a los regis­tros ofi­cia­les, en el año 2007 soli­ci­ta­ron regis­tro per­ma­nen­te y/o tem­po­ra­rio 129.071 inmi­gran­tes, que pasa­ron a 215.139 per­so­nas en el 2016. De ellos, 74.290 eran para­gua­yos, 49.485 boli­via­nos y 23.585 perua­nos. Otras nacio­na­li­da­des tuvie­ron menos repre­sen­tan­tes, como colom­bia­nos, vene­zo­la­nos, bra­si­le­ños, nor­te­ame­ri­ca­nos, uru­gua­yos, ecua­to­ria­nos, chi­nos, mexi­ca­nos, espa­ño­les, fran­ce­ses, domi­ni­ca­nos y otros [Migra­cio­nes 2016].

[3] Ver al res­pec­to Ochoa de Egui­leor y Val­des, Valle­jo, 2003 y 2004 y Di Lis­cia, 2017. Más recien­te­men­te, el tra­ba­jo de Huer­nos [2016] es útil como sín­te­sis gene­ral sobre la his­to­ria del Hotel de inmi­gran­tes en un lar­go perío­do (1812–1953).

[4] https://www.theguardian.com/uk-news/2015/aug/04/is-it-time-britain-had-a-museum-of-immigration), con­sul­ta­da en 01–03-17.

[5] https://www.theguardian.com/world/2007/oct/10/france.artnews, con­sul­ta­da en 01–03-17.

[6] Se tra­ta de “A cha­cun ses étran­gers? Fran­ce-Alle­mag­ne 1871 à nos jours/ Frem­de Bil­der von den Ande­ren in Deust­chland und Fran­kreich seit 1871. A tra­vés de las guías, videos y audios que invo­lu­cran al per­so­nal y a sus visi­tan­tes se ana­li­zan las repre­sen­ta­cio­nes sobre los extranjeros/inmigrantes (sobre todo, de otras reli­gio­nes y cul­tu­ras) que invo­lu­cran hoy en día a la pobla­ción de ambos paí­ses. Es intere­san­te obser­var que tan­to la fran­ce­sa CNHI como el ale­mán DHM fue­ron espa­cios de expo­si­ción resis­ti­dos y con­tro­ver­ti­dos; la pri­me­ra se for­mó sobre una expo­si­ción del pode­río fran­cés en 1931 y se abrió al públi­co en el 2007; mien­tras que el segun­do se abrió en el 2006 en un edi­fi­cio que había sido un anti­guo arse­nal sobre la base de un Museo de gue­rra, que con­te­nía ejem­plos de pro­pa­gan­da nazi y de la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca Ale­ma­na [Pors­ché 2012: 53–55].

[7] En el CEDIAP (Cen­tro de Docu­men­ta­ción e Infor­ma­ción, Minis­te­rio de Eco­no­mía, en http://cdi.mecon.gov.ar/cediap/) se incor­po­ran los datos de deno­mi­na­cion de la Obra: Direc­cion Nacio­nal de Migra­cio­nes, Ex Hotel De Inmi­gran­tes — Des­em­bar­ca­de­ro en Cdad. de Bs. As. Fon­do: Mop — Direc­cion Gene­ral de Vias y Comu­ni­ca­cio­nes — Arquitectura-Descripción:Obra Domi­ci­lio: Puer­to Nue­vo, Dár­se­na Nor­te, Av. Antár­ti­da Argen­ti­na 1335/1355. Localidad:Ciudad De Bue­nos Aires, Partido/Barrio: Puer­to Nue­vo, Pro­vin­cia: Capi­tal Fede­ral, Distrito:Capital Fede­ral Bue­nos Aires, Autor del Pro­yec­to: Krauss Juan S. J., Arq.Massini Car­los, Arq. Fecha: 1902-Datos Cons­truc­ción: Casa Ansel­mi Maga­ña, Empre­sa Sie­mens y Schuc­kert; Empre­sa Wayss y Frei­ta­gu­di­na y Mos­ca, 1911. Valo­ra­ción: Monu­men­to His­tó­ri­co Nacio­nal. Tema: Resi­den­cia-Admi­nis­tra­ción: Total de Pla­nos dis­po­ni­bles: 469. Total de Fotos dis­po­ni­bles: 56. Plano más Anti­guo: 1905. Plano más actual: 1988. Foto más Anti­gua: 1906; Foto más Actual: 1949.

[8] Ver como ejem­plo el Museo de la inmi­gra­ción cala­bre­sa en Argen­ti­na, en el cen­tro de la capi­tal por­te­ña, cuyo obje­ti­vo es “la con­ser­va­ción de la memo­ria de la inmi­gra­ción ita­lia­na y el apor­te de la mis­ma en el desa­rro­llo del país y que ten­drá como todo museo una fun­ción edu­ca­ti­va”. Se tra­ta de un Museo étni­co, cuya selec­ción de obje­tos obe­de­ce­ría al impul­so de sus aso­cia­dos, anti­guos inmi­gran­tes, más que a un afán pro­fe­sio­nal, y que mues­tra la par­ti­cu­la­ri­dad de la inmi­gra­ción a tra­vés de tra­jes típi­cos y mapas regio­na­les (https://www.facebook.com/pg/museo.inmigracionitaliana/about/?ref=page_internal, con­sul­ta­da el 17–07-17).

[9] http://mumi.montevideo.gub.uy/, con­sul­ta­da el 17–07-17.

[10] Sín­te­sis de Infor­ma­ción Esta­dís­ti­ca Uni­ver­si­ta­ria, 2016. http://www.educacion.gob.ar/secretaria-de-politicas-universitarias/documentos/35/presupuesto-e-informacion, con­sul­ta­da el 17–07-17.

[11] Ver sín­te­sis de su bio­gra­fía en: https://www.fundacionkonex.org/b4418-diana-beatriz-wechsler.

[12] Entre­vis­ta a Aní­bal Joza­mi, 19–05-17 y “Arte en el Hotel de Inmi­gran­tes”, publi­ca­do en: DNM, http// www.migraciones.gov.ar/accesible/, 12-10-2012. Con­sul­ta­da 15–05-17.

[13] El MUNTREF tie­ne cua­tro sedes: dos en el anti­guo hotel de inmi­gran­tes, de arte y de inmi­gra­ción, uno de arte y otro sobre arte y cien­cia; estos dos últi­mos en sedes de Case­ros del Gran Bue­nos Aires. Los museos inten­tan un acer­ca­mien­to cul­tu­ral a la comu­ni­dad y son de acce­so abier­to y gra­tui­tos. De acuer­do a su direc­tor, tie­nen un alto nivel aca­dé­mi­co, y son refe­ren­cias inter­na­cio­na­les (con­tac­tos y mues­tras en común con el Museo Rei­na Sofía en Madrid, el Cen­tre Pom­pi­dou en Paris, la Casa de Ame­ri­ca en Madrid y otros en Roma, Washing­ton y Bra­sil). El Museo de inmi­gra­ción tie­ne tam­bién con­tac­tos con otros simi­la­res en Nue­va York (Ellis Island) y en Paris (Le Havre). En el Hotel de inmi­gran­tes, el finan­cia­mien­to corres­pon­de total­men­te a la UNTREF. Hay per­so­nal fijo, unas 20 per­so­nas (entre emplea­dos y beca­rios y/o estu­dian­tes guías). En: Entre­vis­ta a Aní­bal Joza­mi, 19–05-17.

[14] En la pági­na web http://cemla.com/ es posi­ble con­sul­tar la base de datos don­de se vol­ca­ron los lis­ta­dos de pasa­je­ros y que infor­ma sobre el nom­bre, ape­lli­do, fecha de ingre­so y egre­so del país, así como el buque de llegada.

[15] “Migra­cio­nes”, 01-10-2015, en http//www.clarin.cultura/migraciones_en_el_arte_contemporaneo-muestra-arte-muntref_0_HJu34MFvXx.html, con­sul­ta­da el 20-04-2017 y “Las migra­cio­nes son otra vez tema pri­vi­le­gia­do de artis­tas y escri­to­res”, en: http//www.lanacion.com.ar/1833553-las-migraciones-son-otra-vez-tema-privilegiado-de-artistas-y-escritores, con­sul­ta­da el 20-04-2017.

[16] En el futu­ro se pla­nea incor­po­rar otros gru­pos étni­cos, no mayo­ri­ta­rios pero sig­ni­fi­ca­ti­vos en el país por su exo­tis­mo, como los japo­ne­ses; y se dará lugar a mues­tras vin­cu­la­das a las reli­gio­nes que tam­po­co cons­ti­tu­yen la mayo­ría, como el isla­mis­mo y el judaís­mo, para demos­trar de esa mane­ra una ampli­tud de cri­te­rio en los apor­tes cul­tu­ra­les de la pobla­ción inmi­gran­te a Argentina.

[17] Como ejem­plo, el video obje­to (loo­ped video pro­jec­tion), deno­mi­na­do “Todos somos igua­les bajo la piel”, de Car­los Tril­nick, don­de se pro­yec­ta den­tro una male­ta anti­gua dife­ren­tes fra­ses vin­cu­la­das a la inmi­gra­ción (Foto 6).

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Entrevistas

Aní­bal Joza­mi: entre­vis­ta rea­li­za­da el 19/05/17 por María Sil­via Di Liscia.
Mar­ce­lo Huer­nos: entre­vis­ta rea­li­za­da el 20/05/17 por María Sil­via Di Liscia.

Folletos

Folle­to, Museo de la Inmi­gra­ción, MUNTREF, s/d. “For all the Word’s men…”
Folle­to, Museo de la Inmi­gra­ción, MUNTREF, s/d. “Ita­lia­nos y espa­ño­les en Argentina”.

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Cómo citar ¬

María Silvia Di Liscia, «De Hotel para Inmigrantes a Museo de la Inmigración: las tramas de la representación de las mayorías en Argentina», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-13/articulos-diliscia/
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