Generizar y engendrar capital. Las transferencias monetarias reformulan el dinero en una comunidad indígena y rural

Gen­der­iz­ing and engen­der­ing cap­i­tal. Mon­e­tary trans­fers refor­mu­late mon­ey in an indige­nous and rur­al com­mu­ni­ty

Andrés Dapuez*

Recibido: 10 de sep­tiem­bre de 2017
Acep­ta­do: 22 de diciem­bre de 2017

Resumen

Sigu­ien­do premisas de la economía con­duc­tu­al, los pro­gra­mas de Trans­fer­en­cias Mon­e­tarias Condi­cionadas (TMC) se imple­men­taron para mod­i­ficar con­duc­tas típi­cas a través de las lla­madas “condi­cional­i­dades”. Dirigi­das a inducir cam­bios de com­por­tamien­to, sin embar­go, estas condi­cional­i­dades con­tribuyen a un redis­eño del dinero, esta vez como “refuer­zo” de algu­nas prác­ti­cas famil­iares. En base a tra­ba­jo de cam­po en el Ban­co Inter­amer­i­cano de Desar­rol­lo y en una comu­nidad rur­al maya-hablante de Méx­i­co, este doc­u­men­to com­para difer­entes roles de esos dineros en pro­ce­sos gen­er­a­tivos humanos y no humanos. De esta man­era, el análi­sis de imá­genes met­ro­pol­i­tanas y rurales de repro­duc­ción per­mite for­mu­lar la sigu­iente pre­gun­ta. ¿Se puede con­sid­er­ar al efec­ti­vo de las TMC como por­ta­dor de una fuerza vital para la pro­creación humana y la for­ma­ción de cap­i­tal? Exis­ten indi­cios, en este sen­ti­do, que per­miten afir­mar la sigu­iente hipóte­sis: el dinero gra­cias a dis­tin­tas inter­preta­ciones sociales de las trasfer­en­cias mon­e­tarias condi­cionadas habría cam­bi­a­do su nat­u­raleza al recibir atrib­u­tos gen­er­a­tivos de las madres-admin­istrado­ras de las mis­mas.

Pal­abras clave: dinero — género — fer­til­i­dad — mat­er­nización del cap­i­tal — desar­rol­lo

Abstract

Craft­ed under the log­ic of Behav­ioral Eco­nom­ics, Con­di­tion­al Cash Trans­fers (CCT) were imple­ment­ed to mod­i­fy con­duct through the pro­grams’ so-called “con­di­tion­al­i­ties”. Aimed to induce behav­ioral changes, these con­di­tion­al­i­ties may have also helped redesign mon­ey as a “rein­forcer” of some fam­i­ly behav­iors. Based on field­work at the Inter-Amer­i­can Bank and in a Mayan-speak­ing rur­al com­mu­ni­ty in Mex­i­co, this paper com­pares dif­fer­ent roles mon­ey takes in human and non-human gen­er­a­tive process­es. Through a com­par­i­son of met­ro­pol­i­tan and rur­al repro­duc­tive images, it asks if the cash of the con­di­tion­al trans­fers is today con­sid­ered to con­vey a vital gen­er­a­tive force in house­hold repro­duc­tion and cap­i­tal for­ma­tion. There are index­es that, in this sense, allow us to affirm the fol­low­ing hypoth­e­sis: due to to dif­fer­ent social inter­pre­ta­tions of con­di­tion­al mon­e­tary trans­fers, mon­ey would have changed in its nature by receiv­ing gen­er­a­tive attrib­ut­es from cash trans­fers’ moth­ers-admin­is­tra­tors.

Key­words: mon­ey — gen­der — fer­til­i­ty — moth­er­iza­tion of cap­i­tal — devel­op­ment

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Introducción

A pesar de una opinión muy pop­u­lar en la lit­er­atu­ra del desar­rol­lo, la empre­sa de trans­ferir dinero en efec­ti­vo (top-down o de arri­ba aba­jo) no es ni orig­i­nar­ia de Améri­ca Lati­na, ni es reciente. En ese sen­ti­do, tam­poco las trans­fer­en­cias mon­e­tarias condi­cionadas podrían ser con­sid­er­adas como una “rev­olu­ción desar­rol­lista del sur glob­al” [Fer­gu­son 2015: 13, sigu­ien­do en esto a Han­lon et al. 2010]. Tan­to los antecedentes de los pro­gra­mas de trans­fer­en­cias de efec­ti­vo Bol­sa Famil­ia (Brasil) y Pro­gre­sa (Méx­i­co), como los fun­da­men­tos de los pro­gra­mas de TMC [Fiszbein y Schady 2009] e inclu­so la denom­i­nación “condi­cional” de dichas trans­fer­en­cias, en lugar de rev­olu­cionar­ios pare­cen ser más bien mod­i­fi­ca­ciones bas­tante con­ser­vado­ras de una larga serie de exper­i­men­tos económi­cos. Las TMC, en real­i­dad, derivaran de un mat­ri­mo­nio fruc­tífero entre la sub-dis­ci­plina cono­ci­da como Behav­ioral Eco­nom­ics y el mon­e­taris­mo; ningu­na de éstas escue­las, tam­poco, orig­i­nar­ias de hem­is­fe­rio sur.

Inmedi­ata­mente después de la Segun­da Guer­ra Mundi­al, en 1945, asi­gna­ciones famil­iares uni­ver­sales se empiezan a pagar en Canadá. En un caso típi­co de apli­cación de tec­nología de la economía mil­i­tar a la vida civ­il, se pro­duce una tran­si­ción inno­vado­ra de un esta­do de guer­ra a un esta­do de bien­es­tar.[1] Estas trans­fer­en­cias varían según la edad de los niños ben­e­fi­cia­r­ios: los niños menores de cin­co años reciben $ 5 por mes; de seis a nueve años de edad $ 6; 10–12 años, $ 7; y 13–15, $ 8 (en dólares cana­di­ens­es de 1945) [Hum y Simp­son 1993]. En un primer tér­mi­no, el pago se limi­ta has­ta el quin­to niño, pero esta dis­posi­ción que ponía un tope a la can­ti­dad de trans­fer­en­cias por hog­ar se elim­i­na en 1949 [Guest 1985, Kitchen 1987, Mcquaig 1993 cita­do en Hum y Simp­son 1993]. Intro­duci­da en Israel en 1959, la Asi­gnación por hijo cubre ini­cial­mente a las famil­ias con 4 o más hijos. El pro­gra­ma se amplía en 1972 a famil­ias con 3 o más hijos y en 1975 a todas las famil­ias [Cohen et al. 2008]. En el con­tex­to de lo que se cono­ció como la “guer­ra con­tra la pobreza”, Fried­man [1962] y Moyni­han, D. [1973] redis­eñan­do el sis­tema de bien­es­tar Esta­dos Unidos, pro­po­nen un pro­gra­ma que en ese momen­to es denom­i­na­do Neg­a­tive Income Tax (Impuesto al Ingre­so Neg­a­ti­vo).[2] El mis­mo impli­ca trans­fer­en­cias de efec­ti­vo a los más des­fa­vore­ci­dos. Si bien no se imple­men­ta, var­ios pro­gra­mas de ingre­sos garan­ti­za­dos se ponen a prue­ba en Canadá y en los EE.UU. Hum y Simp­son [1993] dan un informe detal­la­do de cin­co exper­i­men­tos de pro­gra­mas de “man­ten­imien­to de ingre­sos” en ambos país­es. Digna de men­ción, tam­bién, es la pre­ocu­pación de esos años por la elas­ti­ci­dad de la ofer­ta de tra­ba­jo. Hum y Simp­son abor­dan prin­ci­pal­mente el prob­le­ma del dinero como incen­ti­vo o desin­cen­ti­vo en la ofer­ta de tra­ba­jo de sus recep­tores pero hacen lugar a algu­nas pre­gun­tas sobre los con­sigu­ientes cam­bios en la estruc­tura famil­iar: prin­ci­pal­mente sobre la variación del número de hijos y de las tasas de divor­cios una vez que los recep­tores con­sid­eren que las trans­fer­en­cias ya for­man una parte per­ma­nente de sus vidas [Hum y Simp­son 1993].

Tam­bién otro tipo de trans­fer­en­cias de dinero, orig­i­nadas en el esta­do, se pagan en los Esta­dos Unidos antes que en Brasil o Méx­i­co. En 1980 el gob­er­nador repub­li­cano de Alas­ka Jay Ham­mond pro­pone una enmien­da a la con­sti­tu­ción del esta­do para crear el Fon­do de Div­i­den­dos Per­ma­nentes (PFD). Gra­cias a este fon­do se real­iza un “primer pago (anu­al), de $ 1,000 a cada ciu­dadano” en 1982 (Mer­chant Según el New York Times, las trans­fer­en­cias alcan­zan “su pun­to máx­i­mo en el 2000, con $ 1.963,86 paga­dos a cada per­sona con un mín­i­mo de res­i­den­cia de un año en el esta­do; [mien­tras que] el pago del año pasa­do [por el 2004] es de $ 919,84”) [Mar­tin 2005].

Por su parte, los pro­gra­mas de trans­fer­en­cias condi­cionales de efec­ti­vo en Méx­i­co se desar­rol­lan en el mar­co de las refor­mas neolib­erales. En un con­tex­to de cri­sis social, pro­duci­da por el ajuste estruc­tur­al de los años 90, sus admin­istradores, exper­tos edu­ca­dos en economía con­duc­tu­al en Uni­ver­si­dades de los Esta­dos Unidos imple­men­tan las primeras trans­fer­en­cias para que dichas refor­mas sean posi­bles. Antes de que se creara el pro­gra­ma Pro­gre­sa [1997], una trans­fer­en­cia de dinero en efec­ti­vo sin condi­cional­i­dades se imple­men­ta para apo­yar el ajuste estruc­tur­al del cam­po [Pro­cam­po 1994]. La mis­ma facili­ta el pro­ce­so de reg­istro de la propiedad (imple­men­ta­do por el pro­gra­ma Pro­cede), el des­man­te­lamien­to del sis­tema de eji­dos (después de la refor­ma del artícu­lo 27 de la con­sti­tu­ción de Méx­i­co) y la sal­i­da del esque­ma de pre­cios garan­ti­za­dos para ocho cul­tivos [Pro­cam­po 1993].

Pero en lugar de una com­pen­sación por la explotación de la nat­u­raleza a manos de las com­pañías petrol­eras en Alas­ka, por ejem­p­lo, o de los cam­bios en el cam­po mex­i­cano arri­ba men­ciona­dos, la trans­fer­en­cia de dinero condi­cional para el desar­rol­lo ten­drá la inten­ción de acu­mu­lar una masa críti­ca de cap­i­tal humano en niños pobres: la nece­saria para lograr que esos niños sal­gan de la pobreza cuan­do entren al mer­ca­do de tra­ba­jo. Los refuer­zos con­duc­tuales apun­tan, entonces, a condi­cionar un cier­to cam­bio de com­por­tamien­to. Tan­to este condi­cionamien­to como el futuro pre­vis­to para los ben­e­fi­cia­r­ios de las trans­fer­en­cias deben ser con­sid­er­a­dos como partes impor­tantes de la defini­ción de las TMC.

Condicionando con dinero

En un doc­u­men­to pub­li­ca­do por el Ban­co Mundi­al se define a las TMC como “trans­fer­en­cias de efec­ti­vo que son (1) dirigi­das a los pobres y (2) hechas a condi­ción de cier­tos com­por­tamien­tos de los hog­a­res recep­tores [Fiszbein y Schady 2009: 45]”.[3] Una pági­na más ade­lante, el mis­mo doc­u­men­to expli­ca que “una condi­ción es una restric­ción al com­por­tamien­to” y, con­tinúa dicien­do que, “hay, de hecho, un número de bue­nas razones para impon­er condi­ciones a las trans­fer­en­cias mon­e­tarias focal­izadas” [Fiszbein y Schady 2009: 46]. Según mis infor­mantes en el Ban­co Inter­amer­i­cano de Desar­rol­lo dichas razones sólo pueden ser cer­ti­fi­cadas medi­ante “méto­dos exper­i­men­tales” [ver Dapuez 2016]. Asimis­mo, cuan­do hace ref­er­en­cia a los “exper­i­men­tos de com­por­tamien­to en políti­ca glob­al”, Deem­ing encuen­tra que “esta nue­va y emer­gente for­ma de políti­ca públi­ca a menudo impli­ca condi­cionar la recep­ción del ben­efi­cio — en for­ma de trans­fer­en­cias de dinero, bienes o ser­vi­cios — de acuer­do con un com­por­tamien­to indi­vid­ual especí­fi­co” [2013]. Los com­por­tamien­tos condi­ciona­dos, sin embar­go, no deben ser enten­di­dos como medi­das puni­ti­vas para dis­uadir deter­mi­na­do accionar.

Curiosa­mente, Deem­ing comien­za su artícu­lo con una cita del psicól­o­go Bur­rhus Fred­er­ic Skin­ner, quien pone de relieve el refuer­zo de la con­duc­ta como el nue­vo pro­ced­imien­to para gob­ernar a la gente,

se puede lograr un tipo de control en el que los controlados, a pesar de que estén siguiendo un código mucho más escrupuloso que el del antiguo sistema, sin embargo, se sientan libres. Ellos están haciendo lo que quieren hacer, no lo que se ven obligados a hacer. Esa es la fuente del enorme poder del refuerzo positivo - no hay ninguna restricción y revuelta. Por medio de un diseño cultural cuidadoso, nosotros no controlamos el comportamiento final, sino la inclinación a comportarse - los motivos, los deseos, e inclinaciones. [Skinner 1948: 246-7]

Si bien la cita es extraí­da de la nov­ela Walden II, la com­bi­nación de “el palo y la zana­ho­ria” no es en ningún momen­to aje­na a la Economía Con­duc­tu­al. Por ejem­p­lo, un infor­mante en el Ban­co Inter­amer­i­cano de Desar­rol­lo, un “econ­o­mista jefe” en este caso a car­go del con­trol de Pro­cam­po y Opor­tu­nidades, me lo record­a­ba dicien­do que en el ban­co esta­ban más propen­sos a tra­ba­jar con “zana­ho­rias e incen­tivos” que con “palos” y pro­hibi­ciones. En línea con las reflex­iones arri­ba citadas de Skin­ner, sobre el poder del refuer­zo pos­i­ti­vo, sugir­ió que en el largo pla­zo reforzar cier­tas con­duc­tas sería más útil que reprim­ir­las.

No debe­mos pre­supon­er, sin embar­go, que una trans­fer­en­cia de dinero es sim­ple­mente un dis­pos­i­ti­vo que per­sigue autom­a­ti­zar con­duc­tas por medio de refuer­zos, sean estos condi­cionamien­tos o incen­tivos del com­por­tamien­to. Ese análi­sis es demasi­a­do pobre, entre otras razones porque no tiene en cuen­ta las con­sid­era­ciones y prác­ti­cas sociales que hacen del dinero un hecho social suma­mente com­ple­jo. No obstante, el estu­dio de los incen­tivos mon­e­tar­ios como her­ramien­tas para el cam­bio de la con­duc­ta en los hog­a­res pobres, en el con­tex­to de la economía con­duc­tu­al y de sus apli­ca­ciones masi­vas, me lle­va a analizar los cam­bios que se están pro­ducien­do en la her­ramien­ta mis­ma, esto es, en el dinero como lo con­ce­bi­mos y lo uti­lizamos después de la gen­er­al­ización de pro­gra­mas de trans­fer­en­cias condi­cionadas en todo el mun­do.

Pero primero debe quedar en claro, entonces, que las trans­fer­en­cias mon­e­tarias a gran escala no son una novedad. Se tra­ta de una políti­ca públi­ca transna­cional, proba­da y adap­ta­da en varias partes del mun­do y que ya for­man una parte de un tipo de conocimien­to cien­tí­fi­co del que he men­ciona­do solo algunos tra­ba­jos. Pero aunque se hayan real­iza­do numerosos exper­i­men­tos des­ti­na­dos a estu­di­ar cier­tos efec­tos de las trans­fer­en­cias mon­e­tarias, has­ta aho­ra no se ha inves­ti­ga­do cómo afec­ta la nat­u­raleza del dinero su uti­lización como una nue­va her­ramien­ta con­duc­tu­al para la gen­eración de cap­i­tal.

Refuerzo monetario de conductas para la acumulación de capital

Durante mi inves­ti­gación en el Ban­co Inter­amer­i­cano de Desar­rol­lo, que en total se extendió por más de seis meses no con­sec­u­tivos entre 2006 y 2008, entre­visté a los econ­o­mis­tas a car­go del con­trol de los pro­gra­mas de trans­fer­en­cias Pro­cam­po y Opor­tu­nidades. Sin embar­go, no todos esos econ­o­mis­tas eran descono­ci­dos para mí. Allí me encon­tré con un ami­go de un ami­go que había cono­ci­do antes, en Col­lege Park, Mary­land, la zona sub­ur­bana al Dis­tri­to de Colum­bia en donde los dos residi­mos un tiem­po mien­tras cursábamos nue­stros doc­tor­a­dos. Cuan­do un día lo entre­vista­ba, me dijo que las cues­tiones de plan­i­fi­cación famil­iar eran difí­ciles de abor­dar de una man­era direc­ta “en el Ban­co” (es decir, en el Ban­co Inter­amer­i­cano de Desar­rol­lo). Con­fun­di­do le pre­gun­té si se refer­ía a su propia famil­ia; ambos éramos padres de dos niños pequeños por entonces. Él me aclaró que esta­ba hablan­do en tér­mi­nos gen­erales de la plan­i­fi­cación famil­iar como méto­do para com­bat­ir la pobreza. Me explicó, entonces, que la reduc­ción de la pobreza sería mucho más fácil si los pobres Lati­noamer­i­canos no tuvier­an tan­tos hijos. Luego, me ase­guró que las autori­dades del Ban­co no veían con buenos ojos recomen­dar direc­ta­mente a los gob­ier­nos lati­noamer­i­canos que redu­jer­an la tasa de fecun­di­dad de sus pobla­ciones pobres.

Ni los gob­ier­nos de Améri­ca Lati­na, ni los econ­o­mis­tas en el ban­co querían pre­ocu­par a la igle­sia católi­ca, con­tin­uó. Este aseso­ramien­to sobre políti­cas pro­gre­sis­tas debía ser mane­ja­do con del­i­cadeza. En par­tic­u­lar, sugir­ió que los pro­gra­mas de trans­fer­en­cias de dinero en efec­ti­vo, finan­cia­dos por el ban­co en toda Lati­noaméri­ca, deberían incor­po­rar condi­cional­i­dades de salud sex­u­al y repro­duc­ti­va. Su idea con­sistía en que el ban­co apo­yara indi­rec­ta­mente la legal­ización del abor­to, la pro­mo­ción de cam­pañas de edu­cación sex­u­al y el uso masi­vo de anti­con­cep­tivos en toda Améri­ca Lati­na, con el obje­ti­vo de reducir el número de pobres. Basa­ba sus sug­eren­cias de políti­cas sobre la sigu­iente racional­ización: romper el ciclo de repro­duc­ción de la pobreza sería más fácil si se reduce tam­bién el ciclo repro­duc­ti­vo de los pobres. Su modo de pen­sar el prob­le­ma de la pobreza rela­ciona­ba sim­ple­mente dos vari­ables: al reducir pobla­ciones de futur­os pobres se aumen­taría los ingre­sos netos per cápi­ta de cada nación.

Has­ta hace poco no tenía ningu­na opinión defin­i­ti­va sobre las prop­ues­tas de este econ­o­mista. Aun cuan­do estoy de acuer­do con la may­oría de los movimien­tos de con­trol de la natal­i­dad, esta pro­mo­ción transna­cional de políti­cas públi­cas me trae a la mente el tex­to satíri­co de Jonathan Swift, “A mod­est pro­pos­al” [1729]. Además, después de haber dis­minui­do el ingre­so per cápi­ta de mi pro­pio país, al haber tenido una ter­cera hija, no me sien­to con la autori­dad moral de pon­er un límite al número de los inte­grantes del hog­ar de los demás. Pero más tarde recordé mis con­ver­sa­ciones con este econ­o­mista. Esta­ba ter­mi­nan­do de escribir mi tesis de doc­tor­a­do en 2013. Sus opin­iones sobre la búsque­da de una agen­da más agre­si­va para reducir el ciclo de fer­til­i­dad de las pobla­ciones pobres volvieron a mi mente al revis­i­tar la leg­is­lación de las trans­fer­en­cias en efec­ti­vo mex­i­canas. Leyen­do la ver­sión del año 2012 me encon­tré con algunos cam­bios que me parecieron espe­cial­mente sug­er­entes.

En el pun­to 3.6 en el libro de Reglas de Operación de Opor­tu­nidades de 2012, se repro­ducen los mis­mos “dere­chos, co-respon­s­abil­i­dades, obliga­ciones y sus­pen­siones de las famil­ias ben­e­fi­ci­adas” que se encon­tra­ban en la leg­is­lación[4] ante­ri­or [Opor­tu­nidades 2011: 28]. Sin embar­go, en la nue­va ver­sión y por primera vez se da una lista de cin­co cir­cun­stan­cias excep­cionales por las que la rep­re­sen­tante de la famil­ia ben­e­fi­cia­ria podrá ser excu­sa­da de asi­s­tir a las reuniones oblig­a­to­rias.

De aho­ra en más, las famil­ias que posey­er­an un miem­bro den­tro de una de las sigu­ientes cat­e­gorías están exen­tas de la “co-respon­s­abil­i­dad” de asi­s­tir a las char­las oblig­a­to­rias:

  1. un niño anémi­co o desnu­tri­do,
  2. un dia­béti­co,
  3. una “mujer sex­ual­mente acti­va” que uti­liza un méto­do anti­con­cep­ti­vo a largo pla­zo,
  4. un “hom­bre sex­ual­mente acti­vo” a quien se le ha real­iza­do una vasec­tomía,
  5. una mujer embaraza­da sigu­ien­do los con­troles de salud y mujeres embarazadas desnu­tri­das.

En este sen­ti­do, no puedo evi­tar pre­gun­tarme si quienes dis­eñaron el pro­gra­ma incluyeron las excep­ciones de C y D para incen­ti­var una reduc­ción en el número de miem­bros de los hog­a­res pobres.

Como me dijeron en repeti­das oca­siones durante mi tra­ba­jo de cam­po en un pueblo de Yucatán [2003–2011, ver Dapuez 2017], la may­oría de las mujeres recep­toras con­sid­er­an que asi­s­tir a las reuniones de Opor­tu­nidades con tra­ba­jadores sociales, médi­cos y otros pro­mo­tores, es una “moles­tia” o una “car­ga”. Aunque dichas “co-respon­s­abil­i­dades” son “esen­ciales para el cumplim­ien­to de los obje­tivos del pro­gra­ma” [Opor­tu­nidades 2012: 10], las excep­ciones c y d, ofre­cen a famil­ias que prac­ti­can un con­trol de la fer­til­i­dad a largo pla­zo una excep­ción a dicha condi­cional­i­dad. Hacien­do uso de la ter­mi­nología de la economía con­duc­tu­al, uno puede inter­pre­tar que dicha excep­ción debe ser con­sid­er­a­da como un “refuer­zo neg­a­ti­vo”. Es decir, dado un estí­mu­lo que causa dis­plac­er [la obligación que sien­ten las mujeres a con­cur­rir a las reuniones per­iódi­cas Opor­tu­nidades] su elim­i­nación pro­duciría un incen­ti­vo a los méto­dos de reduc­ción de fer­til­i­dad en las pobla­ciones bajo la línea de la pobreza[5]. Toman­do en cuen­ta que esta medi­da para la reduc­ción de la fer­til­i­dad de estas pobla­ciones deberían con­sid­er­arse una condi­cional­i­dad indi­rec­ta, ¿qué cual­i­dades estaría adquirien­do el dinero cuan­do se lo uti­liza de esta man­era, durante décadas, como refuer­zo con­duc­tu­al por parte de los organ­is­mos estatales y de desar­rol­lo?

Oportunidades generativas en México

Al reti­rarse un refuer­zo desagrad­able (con­cur­ren­cia a las reuniones oblig­a­to­rias) se bus­caría incre­men­tar las posi­bil­i­dades de que una con­duc­ta ocur­ra (con­trol cuasi-per­ma­nente de la fer­til­i­dad). Como no he esta­do en con­tac­to con mi cono­ci­do des­de 2011 no tuve la opor­tu­nidad de pre­gun­tar­le si él, u otros en el BID, ani­maron a los fun­cionar­ios mex­i­canos a inducir estos com­por­tamien­tos en los ben­e­fi­cia­r­ios de Opor­tu­nidades. Sin embar­go, mucho más tarde, me encon­tré con una evi­den­cia estadís­ti­ca que podría ayu­dar respon­der esta pre­gun­ta.

Inclu­so cuan­do la demografía de Méx­i­co mues­tra una dis­min­u­ción con­stante en la fer­til­i­dad des­de 1960, los asesores de políti­ca pro­mueven la reduc­ción de las tasas de fecun­di­dad entre los menos priv­i­le­gia­dos. Según datos públi­cos, el prome­dio mex­i­cano de cin­co hijos por mujer en 1978 dis­min­uyó a cua­tro hijos en 1985, luego a tres niños en 1993 [Tuiran et al. 2002: 485]. En Méx­i­co, el prome­dio en el pre­sente es de alrede­dor de 2,2 hijos por mujer (y de 1,9 en el Esta­do de Yucatán de acuer­do con Conapo 2014, 10). Sin embar­go, tam­bién se ha sido man­i­fes­ta­do públi­ca­mente la necesi­dad de un refuer­zo adi­cional (top-down) para reducir las tasas de fer­til­i­dad entre los pobres, indí­ge­nas y habi­tantes rurales.

Por ejem­p­lo, los men­ciona­dos inves­ti­gadores del Con­se­jo Nacional de Población de Méx­i­co, autores de un boletín pub­li­ca­do en una pági­na web de la ONU, indi­can que es “nece­sario aumen­tar el acce­so a los ser­vi­cios de plan­i­fi­cación famil­iar, mien­tras se artic­u­la su operación con estrate­gias más amplias de desar­rol­lo social y humano y el aliv­io de la pobreza” de las mujeres indí­ge­nas, rurales y pobres de Méx­i­co [Tuirán et al. 2002: 485]. Exis­ten otras evi­den­cias de coor­di­nación entre las políti­cas des­ti­nadas a aliviar la pobreza y a pro­mover la reduc­ción de la tasa de fecun­di­dad de las mujeres indí­ge­nas, rurales y pobres por deba­jo de la tasa de reem­pla­zo (dos hijos por mujer). Dichas evi­den­cias no plantean sólo pre­gun­tas sobre el número desea­do de las pobla­ciones futuras. Como inten­taré mostrar más ade­lante, la pre­gun­ta sobre el rol del dinero como refuer­zo de con­duc­tas ten­di­entes a la acu­mu­lación de cap­i­tal entre un menor número de per­sonas debería ser for­mu­la­da en detalle.

Sin embar­go, la infor­ma­ción pre­lim­i­nar sobre las población rur­al no indí­ge­na rev­ela que hubo “rel­a­ti­va­mente grandes efec­tos del pro­gra­ma Opor­tu­nidades en el aumen­to de la fer­til­i­dad de las mujeres adul­tas después de var­ios años de par­tic­i­pación en el pro­gra­ma” [Are­nas et al. 2015: 16]. Un incre­men­to sig­ni­fica­ti­vo en la fer­til­i­dad de las famil­ias recep­toras de asi­gna­ciones mon­e­tarias tam­bién lo doc­u­men­tan Cohen et al. [2008] para Israel. Sin embar­go, en este últi­mo caso éste era un efec­to desea­do. En otros país­es la infor­ma­ción no es con­cluyente. Estu­dios sobre los efec­tos de Opor­tu­nidades y otros pro­gra­mas sim­i­lares señalan que entre los ben­efi­cios de las trans­fer­en­cias y otros fac­tores aso­ci­a­dos, como por ejem­p­lo el aumen­to de la esco­lar­ización de las niñas, se puede encon­trar resul­ta­dos sig­ni­fica­tivos en la reduc­ción de “las prob­a­bil­i­dades de embara­zo en la ado­les­cen­cia” [Are­nas et al. 2015: 16; Dar­ney et al. 2012]. De cualquier man­era, y en todos estos tra­ba­jos, el imper­a­ti­vo de gen­eración de cap­i­tal sigue inver­sa­mente rela­ciona­do con la necesi­dad de reducir las tasas de repro­duc­ción humana. En pocas pal­abras y como me lo explic­a­ba el econ­o­mista arri­ba men­ciona­do, a menor can­ti­dad de hijos se pre­supone que se acu­mu­la­rá más cap­i­tal (humano y económi­co) en el grupo domés­ti­co y a may­or can­ti­dad de hijos, menos cap­i­tal.

Para enten­der el imper­a­ti­vo de repro­duc­ción del cap­i­tal des­de aba­jo, al diag­nós­ti­co ecológi­co y económi­co sobre una supues­ta sobre­población mundi­al [Hardin 1968 es el ejem­p­lo más famoso], debe sumárse­le la figu­ra inau­gur­al de la “reina del bien­es­tar”, nom­bre con el que Rea­gan des­igna en 1976 a una per­son­aje imag­i­nario alta­mente racial­iza­do y gener­iza­do de pobre no-mere­ce­do­ra de ayu­da estatal [Katz 2013: 198]. Ella no sólo no tra­ba­ja sino que se con­sid­era que es una especie de big woman (los big men son líderes pro­totípi­cos en Melane­sia y África), cuya fer­til­i­dad incon­tro­lable cap­ta dinero del esta­do para impedir su trans­for­ma­ción, supues­ta­mente nat­ur­al, en cap­i­tal. En este sen­ti­do, el dinero trans­feri­do a las mujeres pobres, con el obje­ti­vo que logren acu­mu­lar cap­i­tal humano en sus hijos, evo­caría temores pop­u­lares y exper­tos, o “con­se­cuen­cias no deseadas” [Stecklov et al. 2007; Loewen­berg 2010; Skoufias 2005] de que el dinero, en lugar de cap­i­tal, genere más hijos.

Por mi parte y mien­tras hacía tra­ba­jo de cam­po sobre la recep­ción de las trans­fer­en­cias mon­e­tarias primero en Méx­i­co y luego en Argenti­na, recogí numerosos relatos que, sin fun­da­men­tos empíri­cos gen­er­al­iz­ables, afir­man que la repro­duc­ción incon­tro­lable de esta “reina del bien­es­tar” aten­ta con­tra la for­ma­ción de cap­i­tal (humano y económi­co) e impi­de la errad­i­cación de la pobreza. Según estos relatos, una mul­ti­tud de mujeres pobres “se quedan embarazadas para recibir” las trans­fer­en­cias de dinero. Declara­ciones como la que acabo de citar se han pro­nun­ci­a­do públi­ca­mente. Por el momen­to, no sólo es un tema cotid­i­ano de debates pop­u­lares en ambos país­es sino tam­bién que for­ma parte de las pre­ocu­pa­ciones de los exper­tos sobre las con­se­cuen­cias no deseadas de las trans­fer­en­cias sobre la fer­til­i­dad humana [Stecklov et al. 2007; Loewen­berg 2010; Skoufias 2005; una ver­sión críti­ca sobre estas con­se­cuen­cias no deseadas en Méx­i­co puede leerse en Smith-Oka 2009]. Si bien no soy capaz de respon­der a la pre­gun­ta de si la trans­fer­en­cia condi­cional de dinero incen­ti­va o no la repro­duc­ción humana, el pre­sente artícu­lo bus­ca describir algu­nas de estas rela­ciones gen­er­a­ti­vas que se han estable­ci­do a través de la mediación dinero. Tres actores prin­ci­pales han obje­ti­va­do dichas capaci­dades gen­er­a­ti­vas (de cap­i­tal y/o de niños) en las trans­fer­en­cias mon­e­tarias: los exper­tos y respon­s­ables políti­cos, por una parte, las famil­ias recep­toras, por el otro y, final­mente, las clases sociales no recep­toras de las trans­fer­en­cias.

Articulaciones monetarias indígenas con el capital

Al comien­zo de este tra­ba­jo anal­icé cómo el dinero de trans­fer­en­cia de efec­ti­vo ha sido con­ce­bido como refuer­zo de con­duc­tas repro­duc­ti­vas com­pat­i­bles con la acu­mu­lación de cap­i­tal — cap­i­tal humano y pos­te­ri­or­mente cap­i­tal económi­co. Si bien el dinero de las trans­fer­en­cias de Opor­tu­nidades bus­ca condi­cionar mater­nidades más respon­s­ables y menos fér­tiles para acu­mu­lar cap­i­tal, no es casu­al que las recep­toras indí­ge­nas ignoren que las trans­fer­en­cias ten­gan tales fines.

En los már­genes del cap­i­tal­is­mo, en la Ama­zonía peru­a­na, así como en el pueblo yucate­co en donde hice mi tra­ba­jo de cam­po, a 15 kilómet­ros de la ciu­dad de Val­ladol­id, el dinero de trans­fer­en­cias mon­e­tarias deses­ta­bi­liza for­mas de vida indí­ge­nas. Para muchos de sus des­ti­natar­ios, el dinero dis­tribui­do por el Esta­do fun­ciona como un obje­to que antic­i­pa una extrac­ción de vida de sus cuer­pos. Pic­coli [2014], San­tos-Granero y Bar­clay [2010]. En nar­ra­ti­vas sim­i­lares a las que yo he reg­istra­do, en los relatos sobre Jun­tos, la trans­fer­en­cia condi­ciona­da imple­men­ta­da por el Esta­do peru­ano e indi­rec­ta­mente finan­cia­da por las empre­sas extrac­tivis­tas, sus recep­toras hablan no de una pro­mo­ción del desar­rol­lo cap­i­tal­ista sino de un robo de vida. La extrac­ción vital se man­i­fi­es­ta en for­ma de sus­trac­ción de bebés, san­gre, grasa, órganos, y energía de sus pro­pios cuer­pos. Las trans­fer­en­cias mon­e­tarias se con­sid­er­an un inter­cam­bio engañoso: los recep­tores del dinero dan vida a cam­bio de efec­ti­vo.

Como ya he descrito [2013, 2017], en la comu­nidad de Yucatán donde tra­ba­jé des­de 2003 a 2011, Opor­tu­nidades trae a sus recep­tores moles­tias y car­gas suple­men­tarias a las tar­eas diarias. Pero además, para sus recep­tores ese efec­ti­vo revive un viejo antag­o­nis­mo. Dos de ellos, a los que aquí refiero como “Mag­dale­na” y “Jac­in­to”, sospechan que el dinero trans­feri­do por el Esta­do los ha debil­i­ta­do extrayén­doles vida. Ese dinero ha con­tribui­do a un esta­do con­fu­so y “revuel­to de cosas” que solo es de prove­cho para los amos y patrones; la clase de los “señores” que ellos lla­man Tsu’u­lo’ob. Ese tér­mi­no sirve para iden­ti­ficar a los ricos y a la clase alta mex­i­cana, quienes, según Mag­dale­na y Jac­in­to, uti­lizan el dinero, en primer lugar, para “engan­char­los” y, más tarde, “para extraer­les la san­gre, la fuerza, la ani­mación y la vida”. Mag­dale­na sospecha que el esta­do está involu­cra­do en un com­er­cio vital: la ven­ta de las mues­tras de san­gre que se les extraen a las mujeres en los hos­pi­tales como parte de los con­troles de Opor­tu­nidades. Sin embar­go y como respues­ta a esos temores, los rep­re­sen­tantes del esta­do y los pro­mo­tores de Opor­tu­nidades pro­pa­gan­dizan las trans­fer­en­cias rep­re­sen­tán­dolas como medios para la armo­nización cor­po­ral de las mujeres recep­toras [Dapuez 2017].

Uno podría pre­gun­tarse si en estos már­genes del cap­i­tal­is­mo esta gente detec­ta que la fer­til­i­dad humana está ame­naza­da por estos inter­cam­bios. Estas nar­ra­ti­vas no solo mul­ti­pli­can las sospe­chas sobre dineros infér­tiles [Taus­sig 1980] sino tam­bién que las incre­men­tan has­ta trans­for­mar­las en ideas de pagos ester­il­izantes. Más allá de la defini­ción clási­ca del cap­i­tal como tra­ba­jo muer­to ali­men­tán­dose como un vam­piro del tra­ba­jo vivo [Marx 1990: 179] las trans­fer­en­cias artic­u­larían vida trans­fundién­dose de las per­ife­rias al cen­tro del cap­i­tal­is­mo. En una ima­gen con­gru­ente con la economía políti­ca de la vida amazóni­ca [San­tos-Granero 2009], y con la de Mesoaméri­ca, tal vez, el cap­i­tal pasa a ser percibido como un parási­to que se ali­men­ta de la vida de las per­sonas. Pero ¿en lugar de artic­u­lar sus múlti­ples miem­bros con con­tratos [Hobbes 2007], este nue­vo tipo de Levi­atán lo hace a través del dinero? Parafrase­an­do la pro­hibi­ción de Aristóte­les de que el dinero engen­dre dinero [1988], uno podría pre­gun­tarse si el obje­ti­vo de las TMC de aumen­tar la repro­duc­ción del cap­i­tal a expen­sas de la dis­min­u­ción de la repro­duc­ción humana es detec­ta­do por estas pobla­ciones indí­ge­nas. Si así lo fuera la atribu­ción de una capaci­dad humana (gen­eración) a un obje­to no humano (dinero) estaría sub­vir­tien­do los mod­os de vida indí­ge­nas. Sin embar­go, estas nuevas rela­ciones entre la gen­eración humana y la gen­eración de cap­i­tal (humano y cap­i­tal económi­co), están hablan­do más de una nue­va gen­er­a­tivi­dad del dinero que de una difer­en­cia clara y dis­tin­ta entre lo humano (moral y vital­mente bueno) y lo no-humano (mon­stru­oso y alien­ante).

El capital en casa

Si bien a primera vista parece razon­able con­cluir que las trans­fer­en­cias apun­tan a sub­sa­nar un déficit en una población que está impe­di­da de gener­ar cap­i­tal para sí mis­ma, es nece­sario com­pren­der algu­nas de las intim­i­dades de la for­ma­ción de estos cap­i­tales. En par­tic­u­lar, las que rela­cio­nan:

  1. los temores de Mag­dale­na y Jac­in­to (con­gru­entes con muchos recep­tores CCT rurales e indí­ge­nas), con
  2. las per­spec­ti­vas de los exper­tos de una nue­va gen­er­a­tivi­dad de cap­i­tal en el hog­ar (primero, como cap­i­tal humano y luego como cap­i­tal económi­co de los ben­e­fi­cia­r­ios de Opor­tu­nidades); y con
  3. las sospe­chas de clase media de que las trans­fer­en­cias de efec­ti­vo incen­ti­van los embara­zos de las madres recep­toras.

Por lo tan­to, si se cree que las trans­fer­en­cias de efec­ti­vo inducen la pro­creación de más niños de los que se gener­arían sin las trans­fer­en­cias; o, si se con­sid­er­an incen­tivos fun­da­men­tales para la gen­eración y acu­mu­lación de cap­i­tal en niños ya naci­dos; o, si se con­sid­er­an como con­duc­tos para extraer flu­jos de vida de sus recep­tores [sobre la coer­ción que sien­ten las mujeres indí­ge­nas recep­toras de Opor­tu­nidades para su ester­il­ización, ver Smith-Oka 2009], en estos tres casos existe algún tipo de gen­er­a­tivi­dad domés­ti­ca del cap­i­tal.

Tenien­do en cuen­ta que el “hog­ar” puede ser una de las insti­tu­ciones cen­trales del cap­i­tal­is­mo, es nece­sario seguir la recomen­dación de Bear cuan­do tra­ta de iden­ti­ficar las rela­ciones cap­i­tal­is­tas en “su real­i­dad com­ple­ta como rela­ciones sociales gen­er­ado­ras que cruzan los domin­ios de la famil­ia, la comu­nidad, tra­ba­jo e insti­tu­ciones “[Bear et al. 2015, Bear 2017: 144]. En otras pal­abras, después de Bear [2017], Bear et al. [2015] y McFar­lane [1978a y 1978b], me gus­taría sug­erir que, como resul­ta­do del desar­rol­lo del cap­i­tal y de los hog­a­res cap­i­tal­is­tas, en los tres casos se sostiene que el nacimien­to o la for­ma­ción primera del cap­i­tal que depende de cier­tos mod­os de admin­is­tración del hog­ar. Como está pre­coniza­do, solo puede sur­gir si, y solo si, la vital­i­dad no fluye de una man­era poliforme y dis­pendiosa (hacia demasi­a­dos niños o hacia alco­hol u otros gas­tos en economías del der­roche). Las imag­i­na­ciones cap­i­tal­is­tas que dan cuen­ta del nacimien­to ex nihi­lo del cap­i­tal deben ser, cier­ta­mente, estu­di­adas en tan­to que pro­ced­er respon­s­able de cier­tas prác­ti­cas mon­e­tarias. En el caso en par­tic­u­lar de las TMC, las madres están condi­cionadas a recibir y admin­is­trar dinero de una cier­ta man­era para que genere cap­i­tal humano, primero, antes de trans­for­marse en cap­i­tal económi­co.

Para com­pren­der las for­mas ínti­mas en la que se propa­ga la desigual­dad, en un artícu­lo ya clási­co, Chan­dra Mohan­ty denun­cia a los “fem­i­nis­mos occi­den­tales” cuan­do col­o­nizan las difer­en­cias, com­ple­ji­dades y con­flic­tos que car­ac­ter­i­zan la vida de las mujeres de difer­entes clases, reli­giones, cul­turas, razas y cas­tas en los país­es en desar­rol­lo [1984: 335]. En los EE.UU. esta “col­o­nización” se ha dado prin­ci­pal­mente como apropiación de las expe­ri­en­cias y de las luchas de las mujeres negras por los movimien­tos fem­i­nistas hegemóni­cos de mujeres blan­cas. Al ofre­cer a las recep­toras de trans­fer­en­cias en efec­ti­vo prome­sas de lib­eración, en tér­mi­nos evolu­cionistas o sim­ple­mente pro­gre­sis­tas, los pro­gra­mas de TMC podrían estar obje­ti­van­do por­ciones de sus expe­ri­en­cias de vida como partes de un pasa­do que las mujeres recep­toras deben dejar atrás ineluctable­mente. Como lo sostiene Mohan­ty [1984], se estaría mar­can­do una “difer­en­cia del ter­cer mun­do”, que estas políti­cas de desar­rol­lo, dis­eñadas para ser apli­cadas de arri­ba hacia aba­jo des­de las orga­ni­za­ciones inter­na­cionales tales como el Ban­co Mundi­al y el Ban­co Inter­amer­i­cano y el esta­do nación, supues­ta­mente, ayu­darían a solu­cionar. Al fun­cionar en un con­tex­to de razon­amien­tos neo­ma­lthu­sianos esta difer­en­cia con­si­s­tiría en parir demasi­a­dos hijos. Los pro­gra­mas de TMC instau­ran como condi­ción de posi­bil­i­dad para la gen­eración de cap­i­tal una cier­ta con­for­ma­ción famil­iar que a pri­ori se podría decir no sea “rur­al”, “pro­le­taria” o “tradi­cional” (no más de tres hijos). Al reafir­mar dicha imag­in­ería de un hog­ar evo­lu­ti­va­mente retrasa­do, rur­al y con demasi­a­dos niños no sola­mente se col­o­niza la expe­ri­en­cia indí­ge­na, rur­al y pobre de la mater­nidad. Los refuer­zos mon­e­tar­ios para reducir el tamaño de los hog­a­res pobres, rurales e indí­ge­nas, evo­can viejos ide­ales fem­i­nistas sobre una nue­va gen­eración de mujeres que escapan del hog­ar para dedi­carse al tra­ba­jo y la expre­sión en la are­na públi­ca. Esta idea de lib­eración de la próx­i­ma gen­eración de mujeres de la pro­creación de “demasi­a­dos niños”, como dice mi infor­mante, para lograr, a largo pla­zo, empleos esta­bles, no obstante, sue­na sospe­chosa para las mujeres indí­ge­nas cuyas opin­iones he resum­i­do aquí o para las fem­i­nistas anti-cap­i­tal­is­tas [Dones I Tre­balls 2002].

Alan Mac­Far­lane hace tiem­po emi­tió un pronós­ti­co sobre la desigual­dad cre­ciente [1978a] que en este momen­to podría ya haberse cumpli­do. Después de haber detec­ta­do, medi­ante la his­to­ri­ografía, una par­tic­u­lar­i­dad mol­e­c­u­lar en la estruc­tura social ingle­sa, Mac­Far­lane cor­rige, cert­era­mente, a mi enten­der, varias teorías sobre los orí­genes del cap­i­tal­is­mo. En par­tic­u­lar mod­i­fi­ca las de Marx, Weber, pero sobre todo, la gran nar­ra­ti­va que Polanyi ofrece sobre for­ma­ción ini­cial del cap­i­tal­is­mo como “gran trans­for­ma­ción” [1944]. De acuer­do con Mac­Far­lane, la larga tran­si­ción de Inglater­ra hacia el cap­i­tal­is­mo se debe a la con­sti­tu­ción de pequeñas famil­ias nuclear­es que engen­dran, en primer lugar, indi­vid­u­al­is­mo. Al rec­haz­ar la noción eco­nomicista de una tran­si­ción uni­ver­sal hacia el cap­i­tal­is­mo, des­de una sociedad basa­da en el par­entesco hacia una basa­da en rela­ciones imper­son­ales de mer­ca­do, Mac­Far­lane pone el énfa­sis en el hog­ar como núcleo ger­mi­nal de eso que lla­mamos cap­i­tal. Según él, y al menos en los casos de Inglater­ra y de Améri­ca del Norte, el cap­i­tal­is­mo debe ser con­sid­er­a­do un efec­to de una cier­ta con­for­ma­ción y admin­is­tración famil­iar. Por lo tan­to la admin­is­tración casi obsesi­va de los asun­tos hog­a­reños y la con­sigu­iente impor­tan­cia que toma el indi­vid­uo en dicho con­tex­to no se dan como reac­ción a la “dis­lo­cación cau­sa­da por el crec­imien­to del cap­i­tal­is­mo, la indus­tri­al­ización y la urban­ización” [1978b: 270] sino más bien como una de sus causas. Para Mac­Far­lane, el Inglés aho­ra tiene “más o menos el mis­mo sis­tema famil­iar que tenía en 1250” [1978b 270] y dada tal con­tinuidad, la indus­tri­al­ización debe haber sido cau­sa­da por el sis­tema de par­entesco indi­vid­u­al­ista del Inglés y no al revés [1978b: 271]. En un artícu­lo [1978b] McFar­lane reseña el argu­men­to prin­ci­pal de su libro [1978a]

si la transición de Inglaterra no fue típica, incluso dentro de Europa occidental, es obvio que establecer paralelismos entre Inglaterra y el desarrollo de los campesinos del Tercer Mundo en la actualidad, sin tomar en cuenta las enormes diferencias que se siguen no sólo en la disparidad de la riqueza sino también en el ámbito social, político y psicológico, es una receta para el desastre. Si la mayoría de los países contemporáneos están tratando de pasar del “campesinado” a ser “urbano-industriales” en una generación, mientras que Inglaterra cambió de ser no industrial pero en gran medida “capitalista” a ser “urbano-industrial” durante un período de seiscientos de años, evidentemente el trauma y dificultades no serán solamente muy distintos sino que también van a ser mucho más intensos. Además, si tales países absorben cualquier forma de tecnología industrial occidental, no están incorporando meramente un producto físico o económico, sino un vasto conjunto de actitudes individualistas y derechos, la estructura familiar, los patrones de movilidad geográfica y social que son muy viejos, muy durables y altamente idiosincrásicos [Macfarlane 1978b].

Por lo tan­to, cuan­do las orga­ni­za­ciones inter­na­cionales para el desar­rol­lo y el esta­do mex­i­cano condi­cio­nan a los hog­a­res rurales con dinero en efec­ti­vo para reducir su tamaño y acu­mu­lar cap­i­tal humano en los indi­vid­u­os para la próx­i­ma gen­eración, ¿no estarían tratan­do de inducir la for­ma­ción de cap­i­tal des­de aba­jo hacia arri­ba medi­ante la imple­mentación de una tec­nología mon­e­taria Euroamer­i­cana que nece­sari­a­mente debe pre­sen­tar a la famil­ia mol­e­c­u­lar reduci­da como ori­gen míti­co del cap­i­tal?

Al antic­i­parse a que las trans­fer­en­cias en efec­ti­vo gen­er­an una extrac­ción de la vida de sus cuer­pos, las mujeres indí­ge­nas pare­cen alin­earse con un fem­i­nis­mo que no bus­ca un pro­tag­o­nis­mo típi­ca­mente mas­culi­no y del siglo pasa­do. Basa­do prin­ci­pal­mente en la con­se­cu­ción de empleo estable, con gran retorno económi­co y el reconocimien­to de su per­sona en el ámbito públi­co el mod­e­lo de pater famil­i­ae fordista no se refle­ja con sig­no inver­so. Los movimien­tos fem­i­nistas más rad­i­cales encuen­tran otras lóg­i­cas “más femeni­nas del cuida­do y del poder” en el mis­mo hog­ar, como lo ha sub­raya­do Lau­ra Bear et al. [2015], al cues­tionar el poder gen­er­ador que el mis­mo cap­i­tal­is­mo impli­ca. Medi­ante su capaci­dad de refor­mar mod­e­los vivos, en el cap­i­tal­is­mo no puede con­sid­er­arse al hog­ar como algo exter­no al mer­ca­do. Sien­do el hog­ar una de las insti­tu­ciones cen­trales del cap­i­tal­is­mo, es nece­sario seguir la recomen­dación de Bear cuan­do inten­ta iden­ti­ficar las rela­ciones cap­i­tal­is­tas en su “ple­na real­i­dad como rela­ciones sociales gen­er­ado­ras que cruzan los domin­ios de la famil­ia, la comu­nidad, el tra­ba­jo y las insti­tu­ciones [Bear 2017: 144 y Bear et al. 2015]. La gen­er­a­tivi­dad con­nat­ur­al al cap­i­tal y a los hog­a­res cap­i­tal­is­tas mold­ería una for­ma de repro­duc­ción humana. Puesto de otra man­era, después de Bear 2017, Bear et al. 2015 y Mcfar­lane 1978a y 1978b, me gus­taría sug­erir que la for­ma­ción de cap­i­tal depende de cier­tos mod­os de admin­is­tración del hog­ar ya que éste sólo puede sur­gir si, y sólo si, la vital­i­dad no fluye de for­ma múlti­ple y polimór­fi­ca. La con­se­cu­ción del cap­i­tal debe pro­ced­er de una man­era respon­s­able y encauzarse a través de cier­tas prác­ti­cas mon­e­tarias. En este caso en par­tic­u­lar, las madres condi­cionadas a recibir y admin­is­trar el dinero de una cier­ta man­era para que el mis­mo se trans­forme en cap­i­tal humano.

Conclusiones

Lo que con­sidero el hal­laz­go ini­cial de este tra­ba­jo se rela­ciona con una obje­ti­vación, des­de per­spec­ti­vas difer­entes pero con­cur­rentes, de cier­ta gen­er­a­tivi­dad del dinero. Pronós­ti­cos exper­tos y temores pop­u­lares supo­nen que el dinero está imbui­do con capaci­dades gen­er­a­ti­vas. Los primeros esper­an que se con­vier­ta en cap­i­tal humano y, pos­te­ri­or­mente, económi­co, mien­tras que los estratos supe­ri­ores e infe­ri­ores de las clases medias se mues­tran pre­ocu­pa­dos por la mul­ti­pli­cación no cap­i­tal­ista de los pobres, pop­u­lar­mente iden­ti­fi­ca­dos como recep­tores de trans­fer­en­cias mon­e­tarias. Las esper­an­zas de desar­rol­lo y los temores pop­u­lares com­parten el mis­mo obje­to fér­til: el dinero trans­feri­do. En este sen­ti­do, el límite de trans­fer­en­cias a tres niños del pro­gra­ma Opor­tu­nidades, las sospe­chas pop­u­lares de que las mujeres quedan embarazadas por recibir trans­fer­en­cias en efec­ti­vo, entre otras evi­den­cias, indi­can que la repro­duc­ción del cap­i­tal podría haber toma­do algu­nas de sus nuevas capaci­dades gen­er­a­ti­vas de las mujeres. Esta apropiación no sólo estaría indi­can­do una fem­i­nización de la pobreza [Chant 2007], sino tam­bién una respon­s­abi­lización per­ver­sa de las madres pobres por su inca­paci­dad de gener­ar cap­i­tal.

Con­comi­tan­te­mente a que se fem­i­niza la pobreza se las hace respon­s­able de la repro­duc­ción del cap­i­tal. Como lo demues­tran las estadís­ti­cas y doc­u­men­tos de políti­ca públi­ca, la reduc­ción actu­al del número total de miem­bros de los hog­a­res fun­cionaría como un obje­ti­vo en sí mis­mo para que la imag­i­nación de un cap­i­tal­is­mo que extrae una difer­en­cia gen­er­a­ti­va de las mujeres de comu­nidades pobres, rurales e indí­ge­nas para proyec­tar­la en la empre­sa del cap­i­tal repro­ducién­dose a niv­el glob­al.

Respon­der tajan­te­mente a la pre­gun­ta de si el dinero trans­feri­do engen­dra más dinero o más hijos puede ocul­tar el tér­mi­no medio [el dinero] y con­sid­erárse­lo como una enti­dad ya cono­ci­da. Así se pier­den de vista algunos pro­ce­sos sociales con­tem­porá­neos por los cuales se le atribuye gen­er­a­tivi­dad. Más allá, entonces, de las sospe­chas sobre las trans­fer­en­cias como refuer­zos de una dis­min­u­ción (o incre­men­to) en la tasa de fer­til­i­dad humana, mi pre­gun­ta apun­tó a cuáles serían estas nuevas pred­i­ca­ciones de gen­er­a­tivi­dad que se le adscriben al dinero, en con­tex­tos en los que las trans­fer­en­cias han sido pop­u­lar­izadas y nor­mal­izadas como parte de la vida social.

Mi infor­mante en el Ban­co Inter­amer­i­cano de Desar­rol­lo parece haber idea­do políti­cas públi­cas en con­formi­dad tan­to con el obje­ti­vo 5B para Desar­rol­lo del Mile­nio [de “lograr, para 2015, el acce­so uni­ver­sal a la salud repro­duc­ti­va” [ONU 2017], como con las políti­cas del esta­do mex­i­cano (dis­minuir la tasa repro­duc­ti­va de las mujeres pobres, rurales e indí­ge­nas como una for­ma de dis­minuir la pobreza). Sin embar­go, cuan­do se sim­pli­fi­ca la com­ple­ji­dad de las expe­ri­en­cias mater­nales de las mujeres rurales, indí­ge­nas y pobres no solo se proyec­ta un viejo ideario occi­den­tal. La premisa de con­trol de la repro­duc­ción de los pobres, al respon­s­abi­lizar­los de su gen­er­a­tivi­dad super-abun­dante (tam­bién del pro­le­tari­a­do y posi­ble­mente del futuro pre­cari­a­do) como límite a la for­ma­ción de cap­i­tal, supone que la gen­er­a­tivi­dad humana puede usarse para la creación de cap­i­tal.

La reivin­di­cación de la autonomía repro­duc­ti­va de las mujeres pobres, rurales e indí­ge­nas obje­ti­va al efec­ti­vo trans­feri­do (Opor­tu­nidades se paga sólo has­ta los tres primeros hijos), como condi­cionamien­to a las madres para que sean libres. Estos dineros trans­feri­dos impli­can un doble vín­cu­lo. Comu­ni­can­do que menos can­ti­dad de niños pro­ducirán más cap­i­tal, el men­saje a las madres es que sean mejores madres sien­do madres de menos niños y que como madres ayu­den a gener­ar cap­i­tal. Ya sea que el dinero trans­feri­do parez­ca pagar a las madres por sus ser­vi­cios mater­nos, espe­cial­mente para que lo admin­istren respon­s­able­mente, la acu­mu­lación de cap­i­tal humano en los hijos se vuelve una quimera cap­i­tal­ista. Este pro­ce­so expli­caría el devenir del cap­i­tal­is­mo. La for­ma­ción o no del cap­i­tal orig­i­nario. La sal­i­da o no de la pobreza de amplios sec­tores de la sociedad. Lo que no que­da man­i­fiesto en la for­mu­lación públi­ca de la políti­ca, y que fun­ciona como condi­ción de posi­bil­i­dad para que este dinero real­mente fun­cione como induc­tor de cap­i­tal humano, es que se les pide a las madres que entreguen gen­er­a­tivi­dad al cap­i­tal.

El dinero trans­feri­do se reafir­ma, así, como semi­l­la del cap­i­tal económi­co. A cam­bio de no engen­drar muchos hijos (y toda una serie de fenó­menos que se ponen entre parén­te­sis en la ecuación de las TMC: el dinero recibido es bien usa­do por estas madres, los ser­vi­cios de salud y edu­cación estatales fun­cio­nan a la per­fec­ción, los niños cre­cen fuertes, sanos y edu­ca­dos acu­mu­lan­do el cap­i­tal humano nece­sario para con­seguir los puestos de tra­ba­jo que el mer­ca­do lab­o­ral deman­da), sus gen­er­a­tivi­dades se con­den­sarían en dinero. Por lo tan­to si se hace cada vez más larga la serie de for­ma­ción del cap­i­tal [otra vez: recep­ción y buen uso de la trans­fer­en­cia, ser­vi­cios educa­tivos y de salud ópti­mos, con­se­cu­ción de la acu­mu­lación de cap­i­tal humano, deman­da lab­o­ral efec­ti­va] es solo para afir­mar la gen­er­a­tivi­dad del cap­i­tal. El manda­to de lim­i­tar su propia fer­til­i­dad para gener­ar cap­i­tal impli­ca, entonces, una lóg­i­ca gen­er­a­ti­va pre­vi­a­mente no involu­cra­da en la gen­eración de cap­i­tal.

En pocas pal­abras, las madres recep­toras, sin saber­lo, pueden sen­tirse respon­s­ables del manda­to nacional e inter­na­cional de gener­ar cap­i­tal. Con­comi­tan­te­mente al fenó­meno de fem­i­nización de la pobreza [Pearce 1978, Chant 2007] exi­s­tiría un fenó­meno sin prece­dentes: una fem­i­nización gen­er­a­ti­va del cap­i­tal y del dinero con el que éste debe lograrse.

Citas

* Inves­ti­gador adjun­to del CONICET (Con­se­jo Nacional de Inves­ti­ga­ciones Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas). CITER (Cen­tro de Inves­ti­ga­ciones y Trans­fer­en­cia de Entre Ríos). Correo elec­tróni­co: afdapuez@gmail.com

[1] En inglés, tal vez con más sen­ti­do se dice “from ware­fare to well­fare”; ver Light 2004.

[2] Para más detalles ver Mof­fitt 1992 y 2003.

[3] En inglés Cash trans­fers that are (1) tar­get­ed to the poor and (2) made con­di­tion­al on cer­tain behav­iors of recip­i­ent house­holds [Fiszbein y Schady 2009: 45], mi énfa­sis.

[4] En el ítem 3.6.2, tit­u­la­do “Co-respon­s­abil­i­dades”, la leg­is­lación deter­mi­na que el cumplim­ien­to de la co-respon­s­abil­i­dad por la famil­ia ben­e­fi­cia­ria es esen­cial para el cumplim­ien­to de los obje­tivos del pro­gra­ma y tam­bién es condi­ción sine qua non para la recep­ción del apoyo mon­e­tario [Opor­tu­nidades 2012: 10]. Las co-respon­s­abil­i­dades son las sigu­ientes: a) enro­lar a los niños en la escuela y apo­yar­los para que atien­dan sus clases de man­era reg­u­lar; b) reg­is­trarse en las unidades de salud asig­nadas; c) aten­der a las con­sul­tas de salud; and d) y aten­der a las char­las de salud men­su­al.

[5] El incen­ti­vo no apun­taría direc­ta­mente a ester­ilizar o deten­er per­ma­nen­te­mente la repro­duc­ción en esos hog­a­res. Las acciones, no men­cionadas en la políti­ca, por las cuales las mujeres ben­e­fi­cia­rias podrían con­tin­uar repro­ducién­dose se deducen lógi­ca­mente: dis­con­tin­uar la uti­lización de méto­dos anti­con­cep­tivos a largo pla­zo o ten­er rela­ciones sex­u­ales con hom­bres fér­tiles, en el caso de que su pare­ja per­ma­nente se haya real­iza­do una vasec­tomía.

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Agradecimientos

Ver­siones pre­vias de este doc­u­men­to fueron pre­sen­ta­dos en el taller “Artic­u­la­ciones pro­duc­ti­vas” del Depar­ta­men­to de Antropología de la Lon­don School of Eco­nom­ics and Polit­i­cal Sci­ences, el 12 de Junio de 2017; en Paraná, Argenti­na, en una de nues­tras reuniones men­su­ales sobre estu­dios de trans­fer­en­cias de efec­ti­vo en el Insti­tu­to de Estu­dios Sociales (CONICET-UNER). Agradez­co espe­cial­mente los comen­tar­ios y sug­eren­cias de Agustín Diz, María Elisa Balen, Martín Fot­ta, Lau­ra Bear, William Fish­er, Lau­ra Rival, María Lau­ra Raf­fo, Juan Sabo­gal, y María Kendz­i­ur.

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Cómo citar ¬

Andrés Dapuez, «Generizar y engendrar capital. Las transferencias monetarias reformulan el dinero en una comunidad indígena y rural», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-12/dossier-dapuez/
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