La conflictividad de las organizaciones de desocupadxs durante
el período 1995–2003 en Bahía Blanca: un análisis cuantitativo
Conflict events in organizations of the unemployed between 1995–2003 in Bahía Blanca: A quantitative analysis
Pablo Ariel Becher*
Recibido: 29 de marzo de 2017
Aceptado: 15 de junio de 2017
ResumenEn el presente artículo se describen y analizan los hechos de conflictividad relacionados con las organizaciones de desocupadxs en la ciudad de Bahía Blanca en el período 1995- 2003, en el marco de la acumulación capitalista neoliberal en Argentina. A partir del registro de noticias sobre conflictos, extraídas de un periódico local ‑La Nueva Provincia‑, se construyó una base de datos utilizando dimensiones cuantitativas y ponderativas con la finalidad de describir las características principales de las modalidades de acción colectiva y compararlas con el conflicto obrero general. Palabras claves: Acción colectiva – Conflictividad de las organizaciones de desocupadxs – Cuerpos obreros – Fuerzas sociales AbstractThis article presents a description and analysis of the conflict of organized unemployment in the city of Bahía Blanca during the neoliberal capitalist accumulation period between 1995 and 2003. For this purpose, a database will be constructed from the record of news about conflicts extracted from a local newspaper -La Nueva Provincia- that will be classified using quantitative and pondering dimensions. The ultimate goal is to describe the main characteristics of the different collective action methods and compare them to those of the more general labor conflict. Key words: Collective action – Conflict events in social forces organizations – Working bodies – Social forces |
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Introducción
El presente artículo describe y analiza los hechos de conflictividad realizados por un sector del conjunto obrero, específicamente las organizaciones de desocupadxs, en la ciudad de Bahía Blanca en el período 1995- 2003. Se busca comprender las causas; observar sus alineamientos reales en torno a las clases sociales que enfrentan; y verificar las acciones colectivas constituyentes que emergen de los mismos hechos. La descripción de este tipo de acciones conflictivas se realizó a través de una base de datos sobre la observación del periódico local La Nueva Provincia[1].
En relación a este tipo de procedimientos, los trabajos que utilizan bases de datos de conflictos laborales, recorren un período breve en la historia reciente y un espacio acotado, generalmente circunscripto a Capital Federal. A mediados de la década de 1980, se multiplicaron las investigaciones de carácter cuantitativo adquiriendo mayor visibilidad tanto a nivel latinoamericano como nacional [Sorribas 2010]. Si bien estos estudios perseguían distintos objetivos, la necesidad común de relevar acciones de conflicto implicó la compilación y difusión de series estadísticas y, consecuentemente, la discusión sobre sus limitaciones y problemas metodológicos [Iñigo Carrera 2006; Ghigliani 2009].
Entre los conceptos teóricos fundamentales se identifica la noción de lucha de clases como un instrumento dialéctico para observar, analizar la sociedad y comprender su movimiento [Viguera, 2009]. Las clases sociales no se conciben como entidades objetivas determinadas con existencia previa a las relaciones sociales, sino como partes constituyentes de un entrelazamiento o confrontación entre sí [Izaguirre y Aristizabal 2002].
Las clases no luchan individualmente, sino que se expresan en la conformación de fuerzas en movimiento, impulsadas por las tensiones políticas: se oponen de esta forma a una situación o a otra fuerza, constituyéndose como fuerzas sociales políticas [Bensaid 2013]. En este proceso de enfrentamientos entre clases sociales, se generan un conjunto de alianzas en pugna, cada una de las cuales expresan, en determinados momentos históricos, como articulaciones de oposición, antagonismo y dominación, dando lugar a fuerzas sociales [Gramsci 1997]. En esta dinámica histórica, la lucha de clases puede acelerarse (en sentido ascendente) o ralentizarse (descendente) generando una composición o descomposición de las propias fuerzas [Klachko 2008].
A partir de la indagación de los principales hechos de conflictividad del movimiento de trabajadores desocupados resulta posible verificar su incidencia en el conjunto obrero y en la totalidad de la conflictividad social, expresando las relaciones entre distintas fracciones y capas dentro del denominado “campo del pueblo” [Marín 1984]. El período seleccionado se corresponde con un afianzamiento del modelo neoliberal en la Argentina y una profunda ofensiva del capital, con consecuencias sociales y económicas funestas para las clases populares y obreras, como producto de reformas estructurales, desregulación y apertura de mercado, privatización de empresas públicas y ajuste fiscal,
Metodología de trabajo sobre la conflictividad
Los hechos de conflictividad obrera y de las organizaciones de desocupadxs fueron sistematizados a partir de la elaboración de una base de datos, utilizando las categorías de análisis del “Manual de Carga de Datos sobre Conflictividad Social”, elaborado por integrantes del Seminario de Investigación Sobre el Movimiento de la Sociedad (SISMOS) de la Universidad Nacional de Mar del Plata[2].
En primer lugar, se analiza la unidad de registro, es decir, se refiere a cada noticia impresa y se selecciona la o las acción/es conflictiva/s para el relevamiento. Estas acciones pasan a denominarse “hechos de conflictividad”[3] y conforman la “unidad de análisis” principal.
Cada unidad de análisis se aborda a partir de diversas “dimensiones” (por ejemplo, la dimensión identificación de la acción, la dimensión sujeto, la dimensión espacial, etc.). A su vez, las dimensiones cuentan con variables analíticas, binarias o descriptivas, donde cada una de ellas puede o no contener atributos y sub-atributos[4].
Los hechos pueden dividirse en dos: si la acción conflictiva se encuentra individualizada, sin relación con otras acciones, se lo denomina Hecho Simple (HS). Aquellos eventos conflictivos que están relacionados entre sí (espacio- tiempo) por los actores que los impulsan y los objetivos que se proponen lograr, así como por las reacciones que generan en otros sujetos y los objetivos que se puedan desplegar con relación al objetivo inicial, son agregados como Hechos Compuestos (HC).
Los hechos conflictivos normalizados son aquellos que corresponden a una tipología específica, es decir, hechos con características similares, cuyo tratamiento por separado se juzga como relevante en el marco de este estudio. Entre ellos relevantes para nuestro estudio podemos describir: Acciones judiciales; Acciones institucionales; Asambleas; Apropiación violenta de mercadería; Celebraciones y homenajes; Cortes; Elecciones; Escraches; Huelgas; Manifestaciones (acciones contenciosas en la vía pública); Manifestaciones carcelarias; Manifestaciones de baja intensidad (conflictos que no se dan en la vía pública); Ocupaciones; Piquetes; Reuniones entre parte litigantes (funcionario/as políticos o empresario/as que se reúnen con los cuerpos obreros).
En cuanto al sujeto de análisis, esta dimensión tiene como objetivo registrar quiénes llevaron adelante la acción conflictiva, definidos según el ámbito de relaciones sociales desde el que movilizan (en tanto trabajadorxs, estudiantes, vecino/as, usuario/as, ambientalistas, familiares, etc.). En cada acción registrada, el sujeto que la emprende lo hace en tanto personificación de determinadas relaciones sociales.
Para un análisis más profundo de la conflictividad se tienen en cuenta distintas dimensiones: a) la ubicación económica del sujeto (tipo de relación salarial- ámbito de la relación salarial y rama de actividad); b) la dimensión organizacional (donde interesa aquí analizar las organizaciones que convocaron y las que participaron o adhirieron al conflicto); c) la situación contextual (situación que lleva adelante el conflicto, la meta y el destinatario); d) la dimensión bajas (bajas sociales, detenidxs, heridxs o muertxs); y e) la dimensión localización de la acción
Si bien estas dimensiones permiten identificar los rasgos objetivos estructurales de las acciones y cuantificar algunas de sus características, el análisis unilateral de variables puede traducirse en una visión que cuantifica los hechos reconstruidos de una forma parcial y meramente descriptiva [Laitano, Rabino y Nieto 2015]. Por ello, resulta necesario analizar otros factores como la dimensión ponderativa de las propias variables, donde se relacionan las dimensiones anteriores y se genera un análisis cualitativo producto de la convergencia y las interrelaciones entre distintos campos (temporal, organizacional, sujeto, etc.) [Maañon y Nievas 2003].
Algunas de las dimensiones a la hora de ponderar las variables podemos indicarlas brevemente:
1) La territorialidad de la acción: que refiere al “territorio o ámbito donde se produce la confrontación, que refiere al carácter social de ese espacio” [Izaguirre y Aristazabal 2002]. El territorio es un espacio dinámico compuesto por variables complejas entre ellas la temporalidad y la acumulación de experiencias colectivas;
2) El nivel de implicancia corporal de la acción: esta variable analítica busca establecer grados de implicancia corporal de los sujetos (individuales o colectivos) en los procesos de lucha, estableciendo valores ordinales en escalas de baja, media y alta intensidad según el hecho normalizado;
3) Nivel de organización: se refiere a un conjunto de variables que nos permite medir los grados de centralización de la lucha y la unidad alcanzados por las organizaciones representativas de los sujetos analizados. Pueden verificarse las alianzas que se establecen entre fracciones y clases sociales cuando se enfrentan y como se organizan combinándose o no;
4) La energía de los cuerpos en lucha: los cuerpos deben pensarse como personificaciones de sujetos sociales cargados de relaciones sociales, económicas, culturales y políticas que pueden manifestar diversos tipos de sinergia cuando se enfrentan entre sí. Para interpretar esa energía se realiza una ponderación que refiere a la intensidad de los hechos [Millán 2007]. La ponderación que se genera en función de la energía que implica cada hecho se establece a partir de multiplicaciones en función de las variables “nivel de implicancia corporal en la acción”. Cada hecho representa una potencia multiplicadora diferente, a saber: hecho discursivo: potencia multiplicadora por 2; hecho institucional: potencia multiplicadora por 4; hecho directo legal: potencia multiplicadora por 8; hecho directo ilegal: potencia multiplicadora por 16 (los números si bien son arbitrarios nos permiten cuantificar el nivel de energía y compararlo con la intensidad de la acción).
La utilización de fuentes periodísticas, en este sentido, puede generar problemas y limitaciones. Una de ellas tiene que ver con la imposibilidad de registrar la totalidad de las acciones conflictivas. A su vez, los criterios periodísticos y editoriales responden en múltiples casos a pautas comerciales, diseños institucionales o influencias políticas. El tratamiento de los periódicos tiene algunas ventajas como la estandarización y la información cotidiana de los hechos. En general presentan las noticias con algún tipo de veracidad y permiten la conservación y observación temporal de los hechos debido a su periodización en el tiempo, ya que recaban y sintetizan gran cantidad de noticias que pueden ser leídas en reservorios o archivos institucionales. Es posible considerar que la prensa escrita se ha convertido en un medio estandarizado de una gran masa de información de todo tipo, lo que la transforma en una fuente de saberes indispensables para el estudio de lo social [Izguirre y Aristizabal 2002]. Atendiendo a la problemática mediática del uso del discurso, se debe llevar a cabo una constante “vigilancia epistemológica y metodológica” de las fuentes de prensa consultadas para evitar el sesgo en los datos [Benente 2011].
Breve descripción de la conflictividad obrera en Bahia Blanca (1995- 2003)
Bahía Blanca puede ser caracterizada principalmente como una ciudad de servicios y actividades comerciales, con una gran industria relacionada con la petroquímica y un peso importante en la exportación de productos agropecuarios. En la década de 1990 su nivel de desocupación y precarización laboral superaba ampliamente diversas ciudades del país [Becher 2017].
En los nueve años analizados en el diario La Nueva Provincia (1995–2003), se identificaron 1.774 hechos de conflictividad: 233 hechos simples y 304 hechos compuestos (que contienen 1541 acciones). De este primer recorte, 1.362 se dieron en el plano local bahiense, 199 fueron de alcance provincial (provincia de Buenos Aires), 193 de carácter nacional y 20 sub-provinciales.
Si dividimos los conflictos por año es posible verificar la conformación de una tendencia general de la conflictividad obrera, que muestra oscilaciones marcadas, con decrecimientos significativos desde 1995 hasta 1999 (año de menor conflictividad social en general) y crecimientos y picos importantes de conflictividad, principalmente a partir de 2000–2001 y 2002, para luego declinar en el 2003 a los niveles del año 1995. En el año 2001, el nivel de conflictividad es tan alto que sobrepasa en un 300% a 1999 (con 405 conflictos, más de uno por día en promedio).
Entre los tipos de hechos conflictivos normalizados, se destaca las “Manifestaciones de baja intensidad” (34%) (615 hechos en total); le siguen las “Manifestaciones” (17%) (306 hechos en total) y las “Huelgas (tanto generales como particulares)” (14%) (257 hechos en total). En una cuarta posición, siguen los hechos agrupados bajo la modalidad “Asamblea” (11%) (198 hechos en total). Las reuniones entre partes y con funcionarios suman un 10% de las acciones totales (178 hechos), mientras que las ocupaciones (46), piquetes (18), cortes (25), ataques (11) y escraches (7) y la apropiación ilegal de mercadería (1) llegan en conjunto a un 6%. Las restantes acciones de conflicto, de carácter institucional y judicial, alcanzan a un 5% del total.
Entre los tipos de hechos compuestos (recordemos que sumaban 1541 acciones) figuran las manifestaciones de baja intensidad (498), seguido de las manifestaciones (279), las huelgas (230), asambleas (179), reunión entre partes y con funcionarios (169), las acciones institucionales (26), las acciones judiciales (49), las ocupaciones (44), cortes (23), piquetes (18), ataques (12), elecciones (7), escraches (7) y una apropiación violenta de la mercadería.
Lxs sujetos asalariadxs que aparecen en los hechos de conflictividad fueron divididos de acuerdo
a los sectores laborales que personifican. De esta forma, se dividen en sub-categorías de participación integrados por: lxs trabajadorxs de la cultura y artistas; lxs empleadxs de comercio; lxs empleadxs de servicios; lxs “trabajadorxs informales urbanos”; lxs trabajadorxs de la administración estatal (que trabajan específicamente en relación de dependencia con algún nivel estatal), lxs trabajadorxs de la carne y los obreros de la construcción (que los separamos por su importancia específica), lxs obrerxs industriales, lxs docentes, lxs trabajadorxs del transporte; profesionales, desocupadxs, trabajadorxs de la salud, pescadores, trabajadores rurales y presxs en su condición de trabajadorxs.
En este marco, y contabilizando la participación de estas personificaciones obreras en la conflictividad obrera general, encontramos a ciertos sectores obreros que fueron dinámicos en la creación, participación y desarrollo de los hechos de conflictividad: lxs docentes (25%), lxs trabajadores estatales (16%), obreros de la construcción (12%), los trabajadores del transporte (10%), lxs desocupados (10%) y los sigue con menos cantidad lxs obrerxs industriales (8%), trabajadorxs de la salud (7%) y empleadxs de servicios (fuertemente representado por lxs bancarixs) (5%).[5]
El hecho de que lxs obrerxs industriales junto con lxs trabajadorxs de la carne y de la construcción sumen en conjunto un 23% del total de la conflictividad obrera, demuestra significativamente la permanente relevancia de la clase obrera industrial, frente al crecimiento de las demandas de otros sujetos obreros como lxs estatales y empleadxs de servicios.
La conflictividad de las organizaciones de desocupadxs en Bahía Blanca
Las organizaciones de trabajadorxs desocupadxs tuvieron una actuación importante dentro de la conflictividad obrera en Bahía Blanca durante los años 1995- 2003. Su vinculación con el movimiento obrero ocupado fue permanente a punto tal de que sus expresiones de lucha siempre estuvieron acompañadas por otros sectores sociales, como la pequeña burguesía, lxs estudiantes, jubiladxs y pensionadxs, burguesía agraria, pequeños y medianos industriales, sectores de trabajadorxs, así como también por diversas expresiones sindicales.
En este apartado se describen específicamente los hechos de conflictividad de las organizaciones de desocupadxs organizados durante el período 1995- 2003[6]. Se soslayan en el análisis la expresiones individuales de desocupadxs, los procesos de conflictividad desarrollados por numerosos sectores obreros sindicalizados expulsados de sus empleos, sujetos que accionan desde sus sindicatos o por fuera de él (acciones específicas de desocupadxs estatales, de la rama comercial/servicios o de la industria, ex trabajadores de frigoríficos, ex trabajadores molineros o de empresas fideeras), los llamados trabajadores informales urbanos no organizados (como es el caso de lxs cartonerxs y cirujas) y los conflictos dentro de la cárcel en relación al empleo de los presidiarios[7].
Entre las agrupaciones analizadas se encuentran la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD), la Asociación Desocupados del Sur (ADS), el Movimiento Territorial de Liberación (MTL), la Corriente Clasista Combativa (CCC), el Polo Obrero (PO), la Asociación de desocupados de la industria de la construcción Bahia Blanca (ADICBBA), la lucha de desocupadxs con el apoyo de la Central de Trabajadores Argentino (CTA) y del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA)[8] y las hechos de conflictividad de lxs trabajadorxs nucleados dentro de los planes de trabajo, que en algunos casos si bien no estuvieron asociados a algún MTD, su conflictividad fue significativa.
Tipos de hechos de conflictividad normalizados
En total se contabilizan 194 hechos de conflictividad en todo el periodo de análisis, siendo 45 los hechos compuestos (véase gráfico I). La participación en esos hechos compuestos por parte de los desocupados/as se dio en 184 acciones, mientras que solo diez acciones se dieron como hechos simples.
Gráfico 1. Conflictividad de las organizaciones de desocupados/as en el tiempo (1995- 2003)
Fuente: Elaboración propia en base a datos SISMOS para Bahía Blanca (1995- 2003)
Si realizamos una contabilidad año por año de los conflictos de desocupadxs comparándolo con el registro de la conflictividad obrera total podemos distinguir una tendencia entre ambas conflictividades que mantiene una equivalencia. En este sentido, observamos algunos rasgos comunes: una tendencia general descendiente desde 1995 hasta 1999 y el pico máximo en 2001. El año 1998 muestran una casi nula expresión de manifestaciones de organizaciones de desocupadxs. La diferencia entre estas dos etapas bien marcadas, puede explicarse por la puesta en marcha por parte del Estado hacia 1996- 1999 de una batería de paliativos que permitieron detener la conflictividad entre lxs desocupadxs, especialmente a partir dar impulso a planes con contraprestación, capacitaciones, micro-emprendimientos y cooperativas que tendrían muy corta duración, con un mercado inestable y problemas financieros.
Tabla I. Frecuencia absoluta de conflictos obreros y de organizaciones de desocupadxs
Año | Conflictos obreros | Conflictos de desocupadxs |
1995 | 183 | 28 |
1996 | 159 | 20 |
1997 | 119 | 8 |
1998 | 136 | 0 |
1999 | 108 | 1 |
2000 | 242 | 26 |
2001 | 405 | 72 |
2002 | 230 | 31 |
2003 | 192 | 8 |
Total gral. | 1774 | 194 |
Fuente: Elaboración propia en base a datos de desocupados en SISMOS (1995- 2003)- Ba. Bca.
Gráfico II. Comparación entre el total de la conflictividad obrera y la de desocupados/as
Fuente: Elaboración propia en base a datos SISMOS para Bahía Blanca (1995- 2003)
Entre los hechos normalizados (véase gráfico III) podemos observar que las “manifestaciones” (42%) fueron la expresión mayor que tuvieron las organizaciones de desocupados para visibilizar sus demandas. En segundo lugar, lo ocupa las “manifestaciones de baja intensidad” (22%) más de tipo discursivo y en tercer lugar el “acompañamiento a las huelgas generales o particulares” de lxs trabajadorxs ocupadxs (7%).
Los “cortes” (4%) y “piquetes” (3%) señalan una forma de lucha propia de la época donde se generalizó la obstrucción de la producción y del tránsito como medios para obtener reconocimiento institucional.
Las “ocupaciones” (4%), “acciones judiciales” (1%), las “acciones institucionales y elecciones” (1%) corresponden más bien a las formas de lucha que tuvieron los desocupados de la construcción que además recurrieron al piquete como formas de acción colectiva. Los hechos de conflictividad de intensidad media corresponden a momentos de “negociación con los funcionarios” (5%) o “empresarios” (7%) con el fin de obtener beneficios o paliativos en sus condiciones económicas.
Grafico III. Hechos de conflictividad normalizados de las organizaciones de desocupadxs
Fuente: Elaboración propia en base a datos SISMOS para Bahía Blanca (1995- 2003)
Los “escraches” se dieron en muy pocas oportunidades unidas a otros sectores sociales contra funcionarios públicos (1%) reflejando el malestar de la época contra los políticos en general.
Con respecto a las “asambleas” (1,5%) y su bajo porcentaje podemos inferir que más bien resulta un dato que los periódicos no registran o no contabilizan en sus observaciones. Este dato es el único que contrasta con la realidad contada por los propios protagonistas, que periódicamente realizaban asambleas para decidir las acciones colectivas.
Dimensión sujeto
Si bien en todos los hechos aparece el/la desocupadx como actor central, es posible diferenciar en el desarrollo de la conflictividad, un conjunto de tipos de acciones donde participaron dirigentes sindicales o de organizaciones políticas (95 hechos), funcionarios políticos y/o empresariales (18) y personificaciones de desocupados y/o trabajadores de base (109). Las acciones donde los desocupados acompañan a otros sujetos fueron 70, mientras que las acciones propias con objetivos específicos fueron 124.
Dimensión organizacional
Las organizaciones de desocupadxs revelan una enorme cantidad de hechos acompañando al movimiento de obrerxs ocupadxs o en pos de demandas generales (126 acciones). Su participación junto a organizaciones y confederaciones sindicales fue permanente, especialmente con la CTA y el MTA, en los primeros años posteriores a 1995- 1999 (70 acciones aproximadamente). La organización local Unión de Trabajadores Desocupados fue la organización que más intervino en diferentes conflictos seguido por la Corriente Clasista Combativa (CCC) y el Movimiento Territorial de Liberación (MTL) que además mantuvo en sus filas una gran cantidad de participantes. Lxs beneficiarixs de planes sociales se organizaron en algunas oportunidades para exigir mejoras en sus condiciones de trabajo, pagos y continuidad de los subsidios[9] (tabla II).
Tabla II. Organizaciones de desocupados/as que accionan en la conflictividad (1995- 2003)
Organizaciones de desocupados que aparecen en el conflicto | F. absoluta | F. relativa |
Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) | 45 | 23% |
Corriente Clasista Combativa (CCC) | 35 | 18% |
Movimiento Territorial de Liberación (MTL) | 29 | 15% |
Trabajadores de Planes | 14 | 7,2% |
Asociación de Desocupados del Sur | 12 | 6,1% |
Asociación de desocupados de la industria de la Construcción Bahía Blanca (ADICBBA) | 7 | 4% |
Bahía Blanca en Lucha | 7 | 4% |
Polo Obrero | 3 | 1,5% |
Agrupación Maestras Desempleadas | 3 | 1,5% |
Desocupados en Acción | 1 | 0,5% |
Fuente: Elaboración propia en base a datos SISMOS para Bahía Blanca (1995- 2003)
Entre los “tipos de organización” que participan predomina la variable desocupados/as (89 acciones- 46%) como organización independiente política, seguido por la combinación entre diversas organizaciones (ya sean corporativas, sindicales, vecinales, de desocupadxs) (56- 29%) y por último la organización sindical relacionada con algún MTD (49 acciones- 25%).
Situación contextual: motivaciones y demandas en los hechos de conflictividad
Las organizaciones de desocupadxs tuvieron una diversificación de situaciones y objetivos que en muchos casos no se contrapusieron con el sector ocupado sino que lo acompañaron y expandieron en sus demandas. En este sentido, hubo un conjunto de reclamos relacionados con el ajuste, recorte presupuestario, contra el modelo económico y en torno al logro de un plan de lucha que figuraron entre las causas más importantes que permitieron la confluencia de las organizaciones de desocupados/as con el movimiento obrero general (80 hechos). Estas motivaciones formaron parte de un conjunto de reivindicaciones que superaron lo meramente económico para plantearse en términos de lucha política en el enfrentamiento entre clases sociales.
El despido, desempleo, la desocupación, el cese de la actividad o el atraso salarial con 60 hechos específicos, las condiciones de trabajo y los problemas de infraestructura con 9 acciones y el adeuda miento, la falta de pago y el atraso salarial con 25 sucesos, forman parte de las luchas económicas específicas que nos permiten observar como el eje estructurante en torno al trabajo y salario se mantuvieron como expresiones importantes entre las causas que llevaban a lxs organizaciones de desocupadxs a manifestarse públicamente.
La conflictividad interna gremial también incluyó al movimiento de desocupados. Esto se expresó con intensidad principalmente en el gremio de la construcción, donde las fracciones internas protagonizaron una lucha encarnizada por ocupar un lugar en la dirección de la UOCRA, y que los llevó a una permanente disputa expresada en ocupaciones, tomas, elecciones fraudulentas, manifestaciones y enfrentamientos callejeros.
En el mismo sentido, las expresiones de lucha docente en el interior del sindicato de SUTEBA, hegemonizado entre 1989- 2003 por la autodenominada Lista Celeste, mantuvieron una lucha política de varios años, ante la claudicación del propio sindicato en momentos de auge en la conflictividad. La conformación de organizaciones docentes opositoras y líneas internas no oficialistas (Docentes indignados, Lista Marrón, Lista Azul- violeta, Agrupación Bahía Blanca en Lucha) se caracterizaron por acompañar las demandas del movimiento obrero en su conjunto y principalmente a las organizaciones de trabajadorxs desocupadxs. En el año 2001, lxs docentes bahienses realizaron una serie de manifestaciones callejeras importantes con la participación de un número importante de vecinos, padres, madres, estudiantes y trabajadores estatales que tuvo su punto culmine con el acompañamiento al Argentinazo en Bahía Blanca en diciembre de 2001. Frente a esta situación los vaivenes y desinteligencias de la conducción del sindicato hicieron que la lista opositora (Lista Granate) gane las elecciones locales en el 2003.
Tabla III. Dimensión contextual: situaciones/contexto
Dimensión Contextual — Situaciones que motivan la acción | F. absolutas y relativas | Tipo |
Conflicto con el Estado, Ajuste estatal, Recorte presupuestario, contra el modelo económico y sus medidas, contra el sistema, Organización de un plan de lucha y escraches a políticos/empresas, Privatización | 84 (43,2%) | Política |
Atraso salarial, falta de pagos, problemas de pago | 25 (12,8%) | Económica |
Despido, Desempleo, Desocupación, cese de actividad, clausura, cesantías específicas, cierres, Cese de planes, problemas con los planes sociales | 60 (30,9%) | Económica |
Conflicto gremial, Conflicto interno sindical, Intervención de un gremio, Denuncias internas por irregularidades | 18 (9,2%) | Política gremial |
Accidente laboral, causa de heridos, muertes, represión, procesamientos, asesinatos | 13 (6,6%) | Legalista |
Por la firma de acuerdos o la aplicación de leyes, la resolución de anteproyectos, proyectos y leyes | 11 (5,6%) | Legalista |
Condiciones de trabajo, fallas técnicas de la empresa, problemas de infraestructura, tercerización | 9 (4,6%) | Económica |
Homenaje, conmemoración, festejo, recordatorio | 3 (1,6%) | Política |
Fuente: Elaboración propia en base a datos SISMOS para Bahía Blanca (1995- 2003)
Tabla IV. Dimensión contextual: Metas/Motivos
Dimensión Contextual — Metas inmediatas de la acción | F. absolutas y relativas | Tipo |
Trabajo, empleo o subsidios (pedidos, aumento, búsqueda de mejoras), contra los despidos | 55 (27,7%) | Económica |
Política (contra el Estado o la Empresa en su sentido más amplio, contra el ajuste, modelo, programa) | 52 (26,2%) | Política |
Salariales (Pedido de aumento, recomposición, contra el recorte salarial, pago de los adeudado, cobro) | 24 (12,1%) | Económica |
Conflicto interno, amedrentar a otra lista, atacar al otro con el objetivo de generar miedo o repudio | 18 (9%) | Política |
Encuentro o reuniones entre partes, dialogo o soluciones, búsqueda de debate, consensos, acuerdos | 13 (6,5%) | Política |
Realización de un plan de lucha, Asambleas para definir marcos de acción, pasos a seguir, plenarios, Actos electorales | 11 (5,5%) | Organizacional |
Solidaridad por distintos hechos, pedidos de justicia, reincorporación de obreros, expulsados | 7 (3,5%) | Política/ Económica |
Fuente: Elaboración propia en base a datos SISMOS para Bahía Blanca (1995- 2003)
Si bien puede observarse un predominio de motivos de tipo económico en la conflictividad de desocupadxs, se expresa con fuerza un contenido político que subyace a las intenciones que impulsan a la acción colectiva, y que se revela cuando se identifica al causante del derrumbe económico y social en el conjunto de fuerzas sociales que conforman al régimen, incluyendo al Estado.
Entre los destinatarios principales en los hechos de conflictividad de los desocupados podemos observar la siguiente tabla, donde se expresa que el principal organismo receptor de demandas fue el Estado (principalmente el local, aunque no coincidiera en términos políticos con el gobierno provincial o nacional en determinados momentos) y los propios trabajadores (en términos de acciones que llamaban a participar, colaborar, accionar u organizar). Las empresas en cambio no fueron destinatarias principales de las acciones, aunque cuando lo fueron se dieron en acciones directas de alta intensidad (piquete, manifestación, apropiación violenta de la mercadería).
Tabla V. Destinatarios principales de las acciones de desocupados/as
Destinatario | F. absoluta | F. relativa |
Gobierno L (Ejecutivo, Concejo Deliberante, Consejo Escolar) | 78 | 39% |
Gobierno N (Ejecutivo y legislativo, PAMI, ANSES) | 61 | 30% |
Gobierno P (Ejecutivo y legislativo, Ministerios) | 51 | 25% |
Trabajadores/as | 48 | 24% |
Empresas/ Empresarios directivos privados | 20 | 10% |
Gremio/ sindicatos/ entidades sindicales | 16 | 8% |
Entidades judiciales | 6 | 3% |
Fuente: Elab. propia en base a dimensión organización /destinatario de SISMOS (1995- 2003) — Ba. Bca.
Dimensión bajas
Hubo 49 hechos donde se generaron bajas de distinta índole. En la contabilidad de destrozos y daños materiales se observan 11 acciones relacionadas principalmente con ocupaciones de espacios privados, públicos y sindicatos, mientras que los piquetes y cortes donde se produjeron bajas sociales se generaron en 22 situaciones.
En algunos hechos se pudieron observar la utilización de la fuerza represiva de la policía y las FFAA para detener individuos, siendo procesados 52 piqueteros en 2001 (en su mayoría ligados al trabajo de la construcción) 53 piqueteros en febrero del 2002 (ligados a MTD). Específicamente hubo 7 acciones donde pudieron contabilizarse más de 20 heridxs en total y no se registra ningún muertx.
Por último, entre las bajas sociales, hubo múltiples formas de manifestación de desplazamientos de personal, amenazas, desalojos acciones relacionadas con despidos, suspensiones y cesantías. Las formas de control social de los sectores capitalistas implicaron el uso de la amenaza de despidos, sanciones o expulsiones. En este sentido, entendemos que la contabilización es mucho más extensa pero no se manifestó en el diario con contundencia.
Dimensión espacial
Las acciones con localización específica se dieron en 115 ocasiones. Como observaremos en las siguientes tablas, la gran mayoría de los hechos de conflictividad de las organizaciones de desocupados buscaron visibilizar el conflicto en el macrocentro y la plaza (133) donde se encuentran las instituciones estatales, comunicacionales y financieras principales. También aparecen conflictos ubicados en los barrios como formas de acción relacionada con lo territorial, que pueden dividirse según se trate de una acción específica o específica múltiple. La zona barrial de mayor conflictividad fue la del Noroeste (Loma Paraguaya, Maldonado, Villa Caracol, Colón y San Martín en 10 oportunidades, sectores empobrecidos del radio urbano periférico), seguido de Ingeniero White (2) y en localizaciones alejadas como Aldea Romana, Tiro Federal y Barrio Universitario (1 cada una). En 3 oportunidades las disputas se trasladaron a ciudades núcleos de la provincia (Capital Federal y La Plata) (Grafico IV).
Tabla VI. Barrios con localización especifica de conflictividad de desocupados/as
Barrios | F. Absoluta | F. Relativa |
Centro | 95 | 82,6% |
Noroeste | 10 | 8,6% |
Núcleos urbanos alejados | 3 | 2,6% |
Ingeniero White | 2 | 1,7% |
Tiro Federal | 1 | 0,8% |
Universitario | 1 | 0,8% |
Ruta | 1 | 0,8% |
Aldea Romana | 1 | 0,8% |
Palihue | 1 | 0,8% |
Total | 115 | 100% |
Fuente: Elaboración propia en base a la variable barrios de acciones con localización específica entre 1995- 2003 para Bahía Blanca
Dimensión Ponderativa
- Territorialidad
En el plano de disputa espacial hemos podido identificar los siguientes puntos:
- Por un lado, el alcance de las acciones se dio mayoritariamente en el plano local (162), seguido por los hechos que tuvieron relevancia nacional (21) y hechos de carácter provincial (10) y sub- provincial (1);
- El territorio de mayor disputa fueron las agencias estatales (88), seguido los medios de difusión (33), la plaza (28), la calle y la ruta (17 hechos), los sindicatos (14), las agencias empresariales (9) y otros donde se agrupan territorios de reunión diversos (club, parroquia, salón comunitario, teatro, etc). La calle, la ruta y los lugares específicos de trabajo – tanto públicos como privados- formaron parte mayoritaria de los espacios controlados por las clases dominantes que fueron ocupados por los sectores de población sobrante organizada.
Estos rasgos nos indican que las organizaciones de desocupados apostaron a la visibilización de sus conflictos contra el Estado, ocupando sus instalaciones, los espacios públicos y acompañando al movimiento obrero sindicalizado. La Plaza se convirtió en un punto asambleario y de confluencia que tuvieron los MTD para reclamar y organizar a sus miembros y de generar reconocimiento social.
Grafico IV. Geografía de la protesta en base a la variable Territorio (frecuencia relativa)
Fuente: Elaboración propia en base a datos SISMOS para Bahía Blanca (1995- 2003)
- Nivel de implicancia corporal
El nivel de implicancia de la conflictividad nos indica que las organizaciones de desocupados/as han reafirmado la predisposición a poner el cuerpo frente a los embates del capital y/o del Estado con una alta intensidad. Contrariamente a lo que se observa en el nivel de implicancia general, el conflicto particular de los desocupados muestra la preponderancia de conflictos de alta intensidad durante todo el período, y no sólo en cercanías de la crisis de 2001. Las manifestaciones de baja intensidad se expresaron principalmente como formas ordenadas de acción colectiva en forma discursiva, mientras que las acciones de nivel medio fueron mayoritariamente reuniones entre funcionarios/as o empresarios con el fin de negociar las demandas presentadas.
Gráfico V. Nivel de implicancia corporal de los conflictos de cuerpos desocupados/as
Fuente: Elaboración propia en base a datos SISMOS para Bahía Blanca (1995- 2003)
- Nivel de organización que lleva adelante el conflicto
Los niveles de organización fueron divididas de la siguiente forma, siguiendo la clasificación realizada por lxs investigadores/as de SISMOS:
1) Organizaciones políticos corporativas con diferentes grados:
OPC 3º (Grado 3): Organizaciones políticos corporativas de alcance nacional transversales a todo el grupo social (confederaciones centrales sindicales)
OPC 2º (Grado 2): Organizaciones político-corporativas de variado alcance, parcialmente transversal a todo el grupo social. Ej. Federaciones sindicales.
OPC 1º (Grado 1): Organizaciones político-corporativas de alcance local, reducidas al grupo corporativo de una actividad específica. Son locales y por actividad o rama.
OPC FS (Frente sindical) Organizaciones político-corporativas de variado alcance, parcialmente transversal a todo el grupo social. Ej. Frentes sindicales, Intersindicales
OPC FC (Frente corporativo): Organizaciones corporativas de variado alcance, no estrictamente sindicales.
OPC TB (Territorial de base por unidad productiva): Organizaciones político-corporativas de alcance territorial, reducidas al grupo corporativo inmediato. Comisiones internas, delegado/a del lugar de trabajo, (actividad).
2) Organizaciones político partidarias con diferentes grados:
OPP CP: Coaliciones políticas de alcance nacional o frentes partidarios
OPP RP (Ramas partidarias de alcance nacional o provincial o local): organizaciones partidarias que cruzan distintos territorios.
OPP TB: Territorial de base, como unidades básicas, comités partidarios o agrupaciones vecinales o de carácter estudiantil.
3) Combinación de OP partidarias y corporativas:
OPP+ OPC: Coaliciones políticas multisectoriales
4) Sin especificar
Respecto del nivel de organización que impulsa la acción, se observa una relevancia en las acciones corporativas de alcance territorial, reducidas al grupo corporativo inmediato ya sea en su forma de partido político (OPP TB) en 44 hechos o en su tipo más corporativo “independiente” (OPC TB). Los hechos de alcance local donde las organizaciones de desocupadxs realizaron a su vez alianzas con otras organizaciones del mismo carácter fue una constante en la dinámica de lucha. Esto también se expresó en la combinación de organizaciones políticas de izquierda que se aunaron con las luchas de lxs desocupadxs ocupando un espacio relevante en la organización de este sector social (OPC+ OPP; OPP RP).
Por otra parte, las múltiples manifestaciones donde se expresan la coalición entre organizaciones de desocupadxs y organizaciones sindicales y corporativas (OPC FS o FC) permiten verificar la permanente colaboración entre ambas partes en torno a demandas ampliadas. Con las organizaciones sindicales se contabilizan 23 colaciones y 12 acompañamientos en conflictividades del sector activo. Mientras que la solidaridad con las organizaciones no sindicales corporativas asciende a 18.
Gráfico VI. Niveles de organización con frecuencia relativa de la conflictividad de las organizaciones de desocupados/as
Fuente: Elaboración propia en base a niveles de organización entre los desocupados/as (1995- 2003) — Ba. Bca
- Energía de los cuerpos desplegada
En esta sección se realizó una primera clasificación de los hechos conflictivos normalizados y los tipos de acción, aplicando un multiplicador arbitrario que pretende jerarquizar la energía de los cuerpos desplegada por las organizaciones de desocupadxs. En este sentido, el nomenclador está pensado de acuerdo a la predisposición de los cuerpos al enfrentamiento directo con otros cuerpos, en sus diversos grados hasta llegar al plano discursivo sin un cuerpo visible. Esta energía se relaciona con el nivel de implicancia corporal pero nos permite visibilizar en forma general cuales son las formas de acción colectiva predominante y que significan en términos de lucha de clases.
Tabla VII. Energía de los cuerpos desocupadxs desplegadas en las acciones
Forma de conflictividad — Normalizada SISMOS | Cantidad | Tipo de acción | Multiplicador | Energía desplegada |
Manifestación | 82 | Acción legal directa | 8 | 656 |
Manifestación de baja intensidad | 43 | Legal discursiva | 2 | 86 |
Acompañamiento a huelgas | 14 | Acción legal directa | 8 | 112 |
Reunión con funcionarix/s | 13 | Acción Institucional | 4 | 52 |
Reunión entre partes | 9 | Acción Institucional | 4 | 36 |
Corte | 8 | Acción ilegal directa | 16 | 128 |
Ocupaciones | 7 | Acción ilegal directa | 16 | 112 |
Piquete | 6 | Acción ilegal directa | 16 | 96 |
Ataque | 3 | Acción ilegal directa | 16 | 48 |
Asamblea | 3 | Acción Institucional | 4 | 12 |
Acción judicial | 2 | Acción Institucional | 4 | 8 |
Escrache | 2 | Acción legal directa | 8 | 16 |
Acción Institucional | 1 | Acción Institucional | 4 | 4 |
Elecciones | 1 | Acción Institucional | 4 | 4 |
Total | 194 |
Fuente: Elaboración propia en base a datos SISMOS para Bahía Blanca (1995- 2003)
Tabla VIII. Energía de los cuerpos totales desagregados
Tipo de acción | Energía desplegada |
Acción legal discursiva | 86 |
Acción institucional | 116 |
Acción directa legal | 136 |
Acción directa ilegal | 384 |
Fuente: Elaboración propia en base a datos SISMOS para Bahía Blanca (1995- 2003)
Claramente se observa que las acciones directas ilegales multiplicadas por el numero 16 adquieren una enorme intensidad que nos permite identificar de qué forma se manifestaron lxs desocupadxs organizadxs utilizando de manera contundente las acciones colectivas directas ilegales (ya sea en las ocupaciones, piquetes y cortes). Esta intensidad que se manifestó en una lucha cuerpo a cuerpo con las fuerzas represivas, cobró entre las organizaciones de desocupadxs más de 100 procesados.
Entre las manifestaciones de las organizaciones de desocupadxs contabilizamos una gran cantidad de sujetos activos y pasivos en términos laborales (vecinos/as, estudiantes, jubilados, padres y madres, familiares, funcionarios/as políticos/as, etc.) que participaron, ya sea acompañando las acciones de los MTD, llevando a cabo sus propias demandas o como parte de un conjunto social unificado en una lucha más amplia (alianza social). En ese recuento, identificamos a los sectores estatales y de la educación como los sujetos que estuvieron en mayor parte acompañando a lxs desocupadxs. Otros sectores como vecinxs, estudiantes, jubilados y familiares de alumnxs fueron parte de coaliciones más amplias en pos de demandas agregadas.
Gráfico VII. Sujetos sociales que acompañan la conflictividad con las organizaciones de desocupados/as
Fuente: Elaboración propia en base a datos SISMOS para Bahía Blanca (1995- 2003)
Este predominio de alianzas entre las organizaciones de desocupadxs con otras fracciones sociales nos permite afirmar el carácter constituyente de un sujeto colectivo que realiza una defensa acérrima de sus intereses inmediatos en torno a la falta de trabajo, la desocupación y las condiciones de vida, conformando un “sujeto corporativo” en un momento determinado (sobre todo en los años 1995- 1997), pero que a través de la conflictividad se vuelve un “sujeto social ampliado”, que se mueve por múltiples intereses de la clase obrera, donde se incluye a lxs docentes, trabajadores estatales, trabajadores de la carne y obreros de la construcción (1998- 2001). Este sujeto se transforma en un “sujeto político”[10] hacia el año 2001- 2002, que asume la confluencia con otros sectores diversos, mediada por la intervención de organizaciones y partidos políticos (PO, CCC, MTL, FOS). Este sujeto político que incluye además a diversas capas y fracciones de los sectores populares se organiza como una forma agregada y solidaria en la lucha de la clase obrera, en un contexto de crisis política, que tendrá su epicentro más importante de acción en las jornadas de lucha llamadas Escuelazo[11] y en los piquetes a la empresa EG3 (posteriormente Petrobras) en el año 2002. A partir de esta etapa comienza un declive de este sujeto político y corporativo que se desagrega en múltiples expresiones de lucha en diversos ámbitos, desarmando esa unidad social.
Conclusiones parciales
Del análisis de los hechos de conflictividad en general se desprende la formación de un campo de relaciones antagónicas entre dos fuerzas sociales ampliadas que reúnen distintas fracciones y capas en pos de un conjunto de demandas similares. Estas alianzas entre distintas clases sociales permite que se construyan dos polos opuestos de reivindicaciones, intereses y subjetividades que se contraponen en la disputa del poder como fuerzas sociales antagónicas: por un lado, el campo del régimen, donde se ubican los sectores del gran capital agrario e industrial, empresarios y sectores financieros, además del Estado y por el otro el campo del pueblo conformado por los sectores populares, obreros, jubilados, estudiantes, un sector de la pequeña burguesía y la población sobrante.
Al contabilizar la cantidad de hechos podemos periodizar el ciclo de conflictividad y dividirlo en tres partes: un proceso de movilización incipiente que surge en 1995 y luego se torna descendente entre 1996–1998, desembocando en un periodo de notable baja de la conflictividad entre 1998–2000 hasta casi volverse nula; posteriormente, un crecimiento exponencial de la intensidad y de la cantidad de conflictos de organizaciones de desocupadxs entre mediados del 2000 y fines del 2002; por último, a partir de mediados de 2002 se verifica un ciclo de descenso y caída de los niveles de conflictividad hasta el 2003 y que seguirá hasta el 2008, donde se expresa la caducidad de muchas de organizaciones de desocupadxs en Bahía Blanca.
En el caso de estas organizaciones, el nivel de intensidad conflictivo tendió a aumentar y a mantenerse constante a diferencia del movimiento obrero en general, con la proliferación de manifestaciones callejeras, acompañamiento de huelgas de ocupados, escraches y acciones de tinte directo y compulsivo, lo que nos permite reflexionar sobre la masividad y las formas de repertorio colectivo que comienzan a aparecer. Es importante aclarar que los tiempos de “pasividad” en los MTD, no siempre implicaron momentos de ausencia o de “quietud” en la lucha: por el contrario se produjeron espacios de nuevas relaciones, re-armados en las fuerzas populares, o nuevas posibilidades en las formas de acción colectiva (introducción en el barrio con trabajos diversos, la proliferación de actividades formativas y solidarias en los sindicatos, la consolidación de formas asamblearias en los lugares de base), que lejos de ser “pasivas” posibilitan la creación de una conciencia colectiva, reflexión y armado de estrategias de acción (Becher, 2017).
Las luchas obreras y de desocupadxs de esa época se opusieron en general a la implementación de políticas neoliberales. Si relacionamos las situaciones y los motivos que impulsaron a los cuerpos de desocupadxs al “combate”, podemos comprender que las luchas políticas, económicas e ideológicas tendieron a amalgamarse sobre un sujeto que fue adquiriendo arduamente una conciencia política y de resistencia neoliberal, que se desarrolló con intensidad durante todo el período de análisis.
Tempranamente, el conjunto de desocupadxs y obrerxs, en sindicatos o por fuera del mismo tendieron a enfrentarse políticamente al Estado en sus diversos niveles y a diversos sectores de la burguesía, entendiendo que los paliativos no alcanzaban. Las luchas contra las privatizaciones fueron un ejemplo concreto de ello. Pero a su vez, en numerosos conflictos de vección horizontal se observan múltiples discrepancias entre dirigencias, referentes barriales/sindicales y militantes de base, que expresan intereses diversos y luchas inter- obreras, en pos de alcanzar situaciones de poder, rechazarlas o discrepar sobre las formas en que se llevan adelante las organizaciones.
En forma general, los tipos de hechos normalizados no se caracterizaron como procesos espontáneos de acción colectiva, sino que más bien formaron parte de un repertorio de acción que históricamente habrían adquirido las organizaciones de la clase obrera y popular, desde fines de 1980.
Los sindicatos más tradicionales alineados a la CGT no tuvieron respuestas oportunas ni de contención al ataque del campo del régimen y no generaron lazos con el sector de población sobrante. La excepción entre las centrales sindicales puede observarse en los intentos de la CTA y el MTA que buscaron formas de acompañar y solidarizarse con la lucha de lxs desocupadxs. En este sentido, un conjunto de la clase obrera asalariada intentó con esfuerzo amalgamar las luchas de ocupados y desocupados para generar un núcleo de resistencia: cobran protagonismo las figuras del docente y los estatales, y en menor medida los trabajadores de la industria de la construcción, que se plasmaron entre las más representativas. Estos sectores tendieron a articular a los sectores populares, desocupados y otros obreros, alrededor de actividades en común como la organización de manifestaciones masivas, huelgas, la colocación de ollas populares en centros públicos, las radios abiertas, las manifestaciones simbólicas, el canto del himno nacional en las marchas, las intervenciones artísticas de músicos, bailarines, coristas, y los escraches. El tipo de acciones realizadas pretendieron generar lazos de unidad, expresando un debate político y cultural y con el objetivo de forjar un mayor nivel de adhesión.
De la descripción general de los hechos de conflictividad de las organizaciones de desocupadxs, pueden observarse algunas características particulares de cada agrupación: la CCC en general apeló al corte de calle y al apoyo en las huelgas generales como expresiones especificas; la UTD y Bahía Blanca en Lucha tuvieron niveles de acción más directo con manifestaciones callejeras, piquetes, ocupación de espacios públicos; de manera similar actuó el MTL, colaborando en múltiples demandas de otros sectores sociales. Todas estas expresiones de MTD se dieron conjuntamente a trabajos barriales, sindicales y utilizando la asamblea como mecanismo de decisión insustituible. Por último, los desocupados de la construcción fueron los sectores con mayores niveles de intensidad en sus acciones, apelando a la toma del sindicato, el corte de ruta, piquetes y las luchas cuerpo a cuerpo con las fuerzas de seguridad.
Las bajas expresadas en las múltiples acciones nos permiten reconocer que la conflictividad en los sectores desocupados asumió un perfil más directo y con mayor energía de los cuerpos, que tuvieron enfrentamientos importantes con la policía- como brazo armado del Estado y del gran capital- en diferentes episodios (ya sea en la tomas sindicales de la UOCRA, los piquetes a las empresas, los cortes en el transito urbano o las manifestaciones en la calles) donde se llegó a consecuencias negativas para el sector obrero- desocupado con heridxs, detenidxs y procesadxs.
Los datos correspondientes tanto al territorio de la conflictividad, como la energía de los cuerpos desplegados por los desocupadxs, permiten determinar que en los lugares específicos o múltiples se generaron altos niveles de desobediencia a la legalidad burguesa, con una puesta en escena del propio cuerpo como elemento de lucha. El territorio social comprendido en los lugares públicos, en las plazas, en las rutas, en las calles y frente a las empresas expone una necesidad de reconocimiento, dignifica un lugar perdido, se contrapone al ocultamiento mediático y posibilita generar un espacio de posiciones defensivas y ofensivas en la lucha de clases.
Luchar, exponerse, vociferar, arremeter resultaron acciones fundamentales para el conjunto de lxs trabajadorxs desocupadxs en medio de una disputa por el disciplinamiento masivo de la clase obrera por parte de las clases dominantes durante el período abordado en el presente trabajo.
Citas
* Profesor y Licenciado en Historia. Becario del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), Argentina. Docente en la Universidad Nacional del Sur e investigador del Colectivo de Estudios e Investigaciones Sociales de Bahía Blanca, Argentina. Correo electrónico: pablobecher@hotmail.com
[1]Diario tradicional de Bahía Blanca, nacido en 1898, con una gran extensión y centralización monopólica en el servicio de multimedios. La Nueva Provincia se convirtió en el diario con mayor continuidad y extensión de noticias en la ciudad, tomándose como eje central para este análisis.
[2] Este grupo desarrolla un trabajo específico sobre la conflictividad social en Mar del Plata y otras ciudades portuarias, replicando algunas de las ideas originales de Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO) en la década de 1960. Entre sus integrantes figuran: Agustín Nieto, Guillermina Laitano, Nicolás Rabino, Luciana Nogueira, Guillermo Colombo, María Soledad Schulze, entre otros.
[3] El concepto de acción conflictiva o de “rebelión” es extremadamente amplio, comprende desde un robo “común” hasta una insurrección. Esta definición incluye hechos llevados a cabo por grupos sociales que forman parte de fuerzas sociales diferentes, como aquellas nucleadas en el campo popular (clases subalternas) o acciones de “protesta” impulsadas por grupos (o individuos) del campo anti-popular o del régimen (clases dominantes). En este trabajo no se incluyen: 1) las acciones que NO expresan un conflicto explícito (por ejemplo, prácticas cotidianas que refieren a formas de resiliencia o de construcción de nuevas relaciones sociales, como trueque o auto-gestión); 2) prácticas culturales “desafiantes”, como modos de vestir, contra-discurso, etc.; 3) el delito “común”.
[4] Remitimos al Manual de Carga para una descripción detallada de todas las dimensiones de análisis. Puede descargarse en forma gratuita de: http://sismos.xyz/wp-content/uploads/2014/07/manual-sismos‑1.pdf
[5] En los hechos de conflictividad participan, en general, más de un grupo de sujetos. Por este motivo, los porcentajes que se muestran por grupos representan la cantidad de conflictos (sobre el total 1774 que equivale al 100%) en los que participó dicho grupo, independientemente de la participación de otros. Por este motivo, los porcentajes no suman el total.
[6] La coyuntura específica dio lugar al primer entramado de organización del movimiento de trabajadores desocupados a nivel local que comenzó a visibilizarse en febrero de 1995. En septiembre de 1995 protagonizó las primeras manifestaciones en Bahía Blanca por empleo. Estas primeras organizaciones como la UTD y la ADS fueron en muchos casos absorbidas por el Estado con la realización de cooperativas de corta duración y planes de empleo durante 1996- 1997. Posteriormente, en el año 2000- 2001 se dio una segunda oleada de aparición de organización de desocupado, ligadas a partidos de izquierda como la CCC, el Polo Obrero y el MTL que tuvieron un momento de auge hasta el 2003, momento de cambios rotundos a nivel económico y político en el país (Becher, 2017).
[7] Entendemos que este recorte proporciona una mirada sesgada de la conflictividad ya que lxs trabajadorxs y desocupados de la carne tuvieron un rol fundamental en la conflictividad obrera en general (por ejemplo en Cerri, con los despidos del Frigorífico Translink), al igual que el sector de la construcción.
[8] Estas confederaciones sindicales que nacieron en la década de 1990, se opusieron a la línea oficial de la CGT (participacionista y afín a las políticas flexibilizadoras) e intentaron generan un conjunto de políticas alternativas para la constitución de un sindicalismo diferente, en donde también se tuvieran en cuenta al conjunto de desocupadxs.
[9]La cantidad no expresa el total de los hechos de conflictividad porque muchas veces las organizaciones actúan en conjunto.
[10] Tomamos esta idea de sucesión de sujetos que no es estática ni tampoco evolutiva sino acumulativa, y que se explica con mayor claridad en el libro Lucha de Clases de Flabián Nievas (2016). En cierto sentido, tiene que ver con la formación de una conciencia de clase, pero también con una forma de comprender la política, como agregados entre fuerzas sociales que se unen para enfrentar a un conjunto opuesto en determinados momentos de la historia. No se pretende pensar estas categorías en forma lineal o “evolutiva” en términos de adquisición de una conciencia, pero si nos permite ver la dinámica en la que se encuentra el sujeto en permanente movimiento de alianzas.
[11] El Escuelazo fue una de las manifestaciones populares más importantes propiciadas la ciudad de Bahía Blanca, donde tuvo una participación importante el conjunto docente, estatales, estudiantes, padres y madres de estudiantes, entre otras personificaciones sociales. Tuvo varios epicentros, en julio, agosto y septiembre del 2001 (Romero Wimer, 2013)
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Cómo citar ¬
Pablo Becher, «La conflictividad de las organizaciones de desocupadxs durante el período 1995-2003 en Bahía Blanca: un análisis cuantitativo», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el . URL: https://wp.me/P7xjsR-JP