“Nos hemos declarado en resistencia por el derecho a la vida”
Campesinxs de lo que hoy es Suape (Brasil) en re-existencias cotidianas, públicas y en alianzas

“We have declared our­selves in resis­tance for the right to life” — Suape’s Peas­ants (Brasil) in every day forms of re-exis­tences, pub­lic re-exis­tences and alliances re-exis­tences

Mer­cedes Solá Pérez*

Recibido: 22 de noviem­bre de 2017
Acep­ta­do: 23 de mayo de 2018

Resumen

Frente a sig­los de pre­tendi­da homo­geneización de los mun­dos exis­tentes en uno moderno/colonial cap­i­tal­ista, difer­entes comu­nidades en movimien­to han re-exis­ti­do, han repro­duci­do sus vidas man­tenién­dolas, creán­dolas y recreán­dolas día a día [Zibechi 2015]. En Améri­ca Lati­na eso se iden­ti­fi­ca a par­tir de las re-exis­ten­cias y con­flic­tos entre la repro­duc­ción de la vida de las comu­nidades rurales que están sien­do despo­jadas de sus ter­ri­to­rios y el ren­o­va­do ciclo de expropiación y mer­can­tilización de la nat­u­raleza del mod­e­lo de pro­duc­ción cap­i­tal­ista [Seoane 2012]. Frente a este panora­ma el tra­ba­jo pre­sen­ta las re-exis­ten­cias de lxs campesinxs de lo que hoy es Suape (Brasil). Tam­bién iden­ti­fi­camos – con base en Ceceña [2012], Esco­bar [2014], Svam­pa [2012] y Zibechi [2015] – algu­nas car­ac­terís­ti­cas comunes de la lucha rur­al en Améri­ca Lati­na. A par­tir de esto se ver­i­fi­ca que las luchas y las re-exis­ten­cias no son ais­ladas sino que, así como lxs campesinxs de lo que hoy es Suape, hay numerosas comu­nidades en movimien­to con­for­man­do mun­dos exis­tentes y posi­bles [Esco­bar 2014].

Pal­abras clave: re-exis­ten­cias sociales – comu­nidades rurales – luchas comunes – Améri­ca Lati­na

Abstract

Faced with cen­turies of pre­tend­ed homog­e­niza­tion of the exist­ing worlds in a modern/colonial cap­i­tal­ist one, dif­fer­ent com­mu­ni­ties in move­ment have re-exist­ed, have repro­duced their lives main­tain­ing them, cre­at­ing them and recre­at­ing them day-by-day [Zibechi ​​2015]. In Latin Amer­i­ca, this is iden­ti­fied from the re-exis­tences and con­flicts between the repro­duc­tion of the life of the rur­al com­mu­ni­ties that are being stripped off of their ter­ri­to­ries and the renewed cycle of expro­pri­a­tion and com­mod­i­fi­ca­tion of the nature of the cap­i­tal­ist pro­duc­tion mod­el [Seoane 2012] In this con­text, the work presents the re-exis­tences of the peas­ants of what is now Suape (Brazil). We also iden­ti­fy — based on Ceceña [2012], Esco­bar [2014], Svam­pa [2012] and Zibechi [2015] — some com­mon char­ac­ter­is­tics of the rur­al strug­gle in Latin Amer­i­ca. From this, it is clear that the strug­gles and the re-exis­tences are not iso­lat­ed but just like the peas­ants of what today is Suape, there are numer­ous com­mu­ni­ties in move­ment shap­ing exist­ing and pos­si­ble worlds [Esco­bar 2014].

Key words: social re-exis­tences – rur­al com­mu­ni­ties – com­mon strug­gles – Latin Amer­i­ca

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Las re-existencias y los conflictos entre la vida y el capital. A modo de introducción

Con­for­mar otras lóg­i­cas de pro­duc­ción, abrir el hor­i­zonte de la val­o­ración de la vida, salien­do de la val­o­ración del cap­i­tal [Pra­da Alcoreza 2012: 181].

Frente a sig­los y sig­los de pre­tendi­da homo­geneización de los mun­dos exis­tentes en uno moderno/colonial cap­i­tal­ista, difer­entes comu­nidades en movimien­to han re-exis­ti­do, han repro­duci­do sus vidas man­tenién­dolas, creán­dolas y recreán­dolas día a día [Esco­bar 2014, Zibechi 2015]. En Améri­ca Lati­na eso se iden­ti­fi­ca a par­tir de las re-exis­ten­cias y con­flic­tos entre la repro­duc­ción de la vida de las comu­nidades rurales que están sien­do despo­jadas de sus ter­ri­to­rios y el ren­o­va­do ciclo de expropiación y mer­can­tilización de la nat­u­raleza del mod­e­lo de pro­duc­ción cap­i­tal­ista [Seoane 2012].

Estos pro­ce­sos de avasal­lamien­to de la vida para repro­duc­ción del cap­i­tal nos hacen sen­tir que es urgente acoger la prop­ues­ta post­de­sar­rol­lista de “enfo­carse en las adapta­ciones, sub­ver­siones y resisten­cias que local­mente la gente efec­túa en relación con las inter­ven­ciones del desar­rol­lo; y, segun­do, destacar las estrate­gias alter­nas pro­duci­das por movimien­tos sociales al encon­trarse con proyec­tos de desar­rol­lo” [Esco­bar 2005:20].

En este sen­ti­do, pro­ponemos pre­sen­tar las re-exis­ten­cias de lxs campesinxs de lo que hoy es Suape (Brasil) ya anal­izadas en el mar­co de la tesis de doc­tor­a­do en Geografía [2016]. E iden­ti­fi­camos – con base en Ceceña [2012], Esco­bar [2014], Svam­pa [2012] y Zibechi [2015] – algu­nas car­ac­terís­ti­cas comunes de la lucha rur­al en Améri­ca Lati­na. A par­tir de estos ver­i­fi­camos que las luchas y las re-exis­ten­cias no son ais­ladas sino que, así como lxs campesinxs de lo que hoy es Suape, hay numerosas comu­nidades en movimien­to con­for­man­do mun­dos exis­tentes y posi­bles.

Re-existencias cotidianas, públicas y en alianzas de lxs campesinxs

Lxs campesinxs de lo que hoy es Suape ocu­pan tradi­cional­mente 13.500 hec­táreas de tier­ras entre los munici­p­ios de Cabo de San­to Agostin­ho e Ipo­ju­ca en la cos­ta sur del esta­do de Per­nam­bu­co, Brasil (FIGURA 1). Son campesinxs que des­de fines de la déca­da de 1970 están sien­do expropi­a­dos y expropi­adas de sus ter­ri­to­rios – ante­ri­or­mente de colo­nias de caña de azú­car — por la insta­lación y ampliación de la empre­sa públi­ca de dere­cho pri­va­do Suape — Com­ple­jo Indus­tri­al Por­tu­ario Gov­er­nador Eral­do Gueiros (CIPS). Esta empre­sa apli­ca difer­entes pro­ced­imien­tos para realizar las expropia­ciones des­de hace más de trein­ta años y, sin embar­go, muchas y muchos con­tinúan vivien­do en esas tier­ras has­ta el pre­sente momen­to. Esto supone, además de la vio­len­cia per­pet­u­a­da por parte del Esta­do, la re-exis­ten­cia per­ma­nente de estas comu­nidades. En 2012 se estima­ban 25.000 per­sonas en las antiguas colo­nias. Des­de ese año has­ta el 2015, fueron expropi­adas 19.000 per­sonas debido a la insta­lación de más de cien empre­sas, pero tam­bién para que el CIPS ten­ga su área de preser­vación ambi­en­tal. Según la empre­sa un área de 59% de su ter­ri­to­rio es de preser­vación ambi­en­tal, auto­de­nom­inán­dose así como sus­tentable en detri­men­to de lxs campesinxs que allí vivían.

Figura 1. Localización de las 27 comunidades (engenhos) de campesinxs de lo que hoy es Suape, Cabo de Santo Agostinho e Ipojuca, Pernambuco, Brasil

Fuente: Solá Pérez 2016; adap­ta­do de Con­sór­cio Planave S.A. & Pro­jetec 2010

La real­ización de tra­ba­jos de cam­po – 7 – a los ter­ri­to­rios de lxs campesinxs de lo que hoy es Suape (Brasil), jun­to a la lec­tura sobre resisten­cias cotid­i­anas y públi­cas de James Scott [2000], gen­eró la prop­ues­ta de las re-exis­ten­cias cotid­i­anas, públi­cas y en alian­zas. Las re-exis­ten­cias son las diver­sas for­mas de recrear la vida, de exi­s­tir y rein­ven­tarse de las comu­nidades.

Las resisten­cias cotid­i­anas tienen relación con los dis­cur­sos ocul­tos e impli­can luchas en el día a día de lxs sub­or­di­nadxs [Scott 2000]. En este caso son lxs campesinxs que hacen/producen/son pro­tag­o­nistas de sus vidas día a día en relación con sus ter­ri­to­rios especí­fi­cos. Este tipo de re-exis­ten­cias puede ser indi­vid­ual o colec­ti­vo, aunque nue­stro foco será el colec­ti­vo. Scott [2000] lla­ma a dar una aten­ción espe­cial a las resisten­cias cotid­i­anas porque por ser difusas y frag­men­tadas sue­len pasar desapercibidas, pero en muchos casos son las que gen­er­an cam­bios en el día a día de lxs campesinxs.

Las resisten­cias públi­cas son colec­ti­vas y orga­ni­zadas como las huel­gas, las man­i­festa­ciones, las ocu­pa­ciones [Scott 2000]. Estas han sido históri­ca­mente las más evi­dentes porque cau­san enfrentamien­tos inmedi­atos frente al con­flic­to que las provocó.

Las resisten­cias por alian­zas con­sis­ten en denun­cias, activi­dades de for­ma­ción y/o acciones de medi­adores exter­nos a las comu­nidades, en estos casos, rurales. Insti­tu­ciones, orga­ni­za­ciones sociales, Orga­ni­za­ciones No Guber­na­men­tales (ONGs), uni­ver­si­dades que des­de la implantación de políti­cas neolib­erales y la ausen­cia del Esta­do de sus fun­ciones sociales vienen real­izan­do par­cial­mente esas fun­ciones. Como en todos los ámbitos, hay ONGs serias y com­pro­meti­das con las cues­tiones de lxs sub­or­di­nadxs y otras que uti­lizan a las comu­nidades para sus pro­pios fines no nece­sari­a­mente coin­ci­dentes con los de las mis­mas. Inclu­sive, algu­nas han pro­movi­do el camino del desar­rol­lo inten­si­f­i­can­do la sub­or­di­nación, infe­ri­or­ización, homo­geneización y el despo­jo. Por­to-Gonçalves [2004] hace críti­cas con­tun­dentes a las ONGs que, no sien­do Esta­do, actúan como si lo fuer­an y, gen­eral­mente, usan finan­ciamien­tos del Ban­co Mundi­al para maquil­lar con pequeños proyec­tos el avasal­lamien­to del desar­rol­lo. Sin embar­go, en los casos en que se priv­i­le­gian las comu­nidades, estas ONGs, insti­tu­ciones, alian­zas, uti­lizan su posi­ción en la sociedad para denun­ciar, dar vis­i­bil­i­dad y acom­pañar las luchas.

Estas for­mas de resisten­cia no siem­pre supo­nen finales felices, es decir cam­bios estruc­turales. Pero sí pueden sig­nificar cier­tas con­quis­tas como algu­nas con­ce­siones de los dueños de los medios de pro­duc­ción o de tier­ras, memo­ria de resisten­cia y acu­mu­lo de expe­ri­en­cias para orga­ni­za­ciones sociales con luchas sim­i­lares. Según Scott:

En verdad, aún las rebeliones que fracasaron pueden representar alguna ganancia: algunas pocas concesiones por parte del Estado o de los propietarios de tierras, una breve pausa en relación a nuevas y dolorosas relaciones de producción, y, por lo menos una memoria de resistencia y del coraje que puede servir para el futuro [2002: 11]

Un ejem­p­lo puede ser el movimien­to de las Lig­as Campesinas en Brasil – de las se hablará breve­mente a con­tin­uación – que tuvieron actuación en la déca­da de 1950, fueron masacradas por los mil­itares en la dic­tadu­ra mil­i­tar, pero has­ta hoy se pre­sen­ta como uno de los grandes movimien­tos sociales de Brasil.

Re-existencias de décadas de lxs campesinxs de lo que hoy es Suape

Pro­gre­so es poder agar­rar unas fru­tas y lle­var­las a vender a una feria, es poder com­er.[1]

Las dimen­siones de las re-exis­ten­cias son diver­sas y se remiten a la propia vida sea mate­r­i­al o sim­bóli­ca­mente. Para Por­to-Gonçalves [2006] re-exi­s­tir es recon­stru­ir per­ma­nen­te­mente y resig­nificar la propia exis­ten­cia social y cul­tural­mente, des­de los ter­ri­to­rios.

Así para lxs campesinxs de lo que hoy es Suape re-exi­s­tir es que a pesar de las ame­nazas físi­cas y psi­cológ­i­cas que ya duran 37 años ellxs con­tinúan vivien­do en sus tier­ras. Eso, según relatos de tra­ba­jo de cam­po, aun sien­do abor­da­dos por un equipo de espe­cial­is­tas de las áreas humanas, como ser­vi­cio social o psi­cología, envi­a­dos por el sec­tor de gestión de tier­ras y de propiedad y pat­ri­mo­nio del CIPS dicién­doles que es mejor que sal­gan de sus tier­ras porque, en el caso de quedarse, cor­ren ries­go de con­t­a­m­i­nación.

Re-exi­s­tir es per­manecer en la tier­ra, a pesar de des­per­tar y al mirar por la ven­tana ver una máquina excavado­ra colo­ca­da al lado de sus tier­ras y decidir hac­er guardia para evi­tar que sea der­rib­a­da la casa mien­tras la famil­ia no está. Re-exi­s­tir es afir­mar que las tier­ras campesinas son sus ter­ri­to­rios. Es pres­en­ciar tran­quil­a­mente la lle­ga­da de hom­bres uni­for­ma­dos y arma­dos que hacen ron­das y toman fotos para con­fir­mar que lxs campesinxs están dis­ci­plinadxs y no están cul­ti­van­do o mejo­ran­do sus casas. Es tam­bién saber que si “arran­can nue­stros cul­tivos, nosotros plan­ta­mos atrás.[2] Ten­er una poli­cul­tura es un acto de re-exis­ten­cia ante la históri­ca mono­cul­tura de caña de azú­car y ante la pro­hibi­ción de los hom­bres de seguri­dad pri­va­da del sec­tor de tier­ras y pat­ri­mo­nio del CIPS. Re-exi­s­tir es plan­tar man­dio­ca, ñame, bata­ta, fri­jol, maíz, banana, man­go, coco, ananá, maracuyá, marañón, acero­la, manga­ba, cajá, pitan­ga y man­ten­er las plan­tas fru­tales de la región como la macaí­ba, la aceitu­na dulce, el araçá, el dendê. Fru­tas estas que no son con­sid­er­adas por los expropi­adores como bienes que se deben pagar en los pro­ce­sos de ind­em­nización. Una campesina comen­ta “por aquí es así, hay muchas fru­tas tan­to para com­er como para dar”,[3] por eso con­sid­era que es un buen lugar para vivir.

Re-exi­s­tir es cri­ar ani­males como gal­li­nas, cabras, gana­do y si se está cer­ca de un rio es tam­bién pescar mariscos, can­gre­jos, ostras. Es tam­bién hac­er y man­ten­er los pozos de abastec­imien­to de agua en sus tier­ras.

La pro­hibi­ción es de con­stru­ir, mejo­rar las casas, cri­ar ani­males o cul­ti­var “porque será ind­em­niza­do y solo recibirá por aque­l­lo que pasó por el cat­a­stro”.[4] Por eso, en el cen­tro de la ciu­dad de Cabo de San­to Agostin­ho ya no se ven tan­tas fru­tas locales sien­do ven­di­das en las ferias. En el caso de cul­ti­var, sólo se pueden aque­l­los cul­tivos de ciclo cor­to. A pesar de las pro­hibi­ciones, del cat­a­stro y del avi­so de ind­em­nización para la sal­i­da de las famil­ias, no hay nego­ciación, ni fecha y mucho menos la posi­bil­i­dad de mudarse para otra tier­ra en condi­ciones sim­i­lares a las que viv­en. Quiere decir que plan­tar, cri­ar ani­males y man­ten­er las casas es un acto de re-exis­ten­cia frente a la imposi­ción de no hac­er­lo, porque así lxs campesinxs siguen vivien­do mien­tras no suce­da el despo­jo defin­i­ti­vo. Lo es tan­to que cuan­do el CIPS der­rum­ba las casas, tam­bién der­rum­ba los árboles de fru­tas para que lxs campesinxs no vuel­van a sus tier­ras.

Algunxs campesinxs uti­lizan un área de sus tier­ras para cul­ti­var caña de azú­car que les garan­ti­za el ingre­so económi­co para poder pagar sus cuen­tas. Esto no es la mono­cul­tura del cap­i­tal a par­tir de la cual los sue­los se agotan y se pro­duce exclu­si­va­mente para el mer­ca­do, sino la re-exis­ten­cia para la repro­duc­ción de la vida. Vender la caña de azú­car les per­mite ten­er pre­visión de dinero en los meses de cosecha y así poder con­tin­uar vivien­do a su man­era en sus ter­ri­to­rios porque al mis­mo tiem­po cul­ti­van ali­men­tos.

Re-exi­s­tir sig­nifi­ca vender la cosecha de la época al bor­de de la car­retera, con­seguir tra­ba­jos aunque sean tem­po­rales o acced­er a algún tipo de com­pen­sación social – que no es más que el Esta­do devolver­le a la sociedad un mín­i­mo de los impuestos que ella mis­ma paga. Los tra­ba­jos “en la calle” — fuera de sus tier­ras – son gen­eral­mente rela­ciona­dos a la con­struc­ción civ­il ya no tan­to como antes al corte de caña de azú­car en la época de la cosecha que se hacía en seis meses. Hoy lxs campesinxs con­viv­en con la ciu­dad hin­cha­da, las indus­trias y la espec­u­lación inmo­bil­iaria del tur­is­mo, pero con­tinúan vivien­do en sus tier­ras.

La sol­i­dari­dad entre las famil­ias es fun­da­men­tal, espe­cial­mente respec­to al cuida­do de sus casas. Para que no sean der­rum­badas por el CIPS hacen guardias per­ma­nentes cuidan­do que no lleguen la gente de seguri­dad o, aún en casos de der­rumbe, son lxs vecinxs aque­l­lxs que reciben a las famil­ias que quedaron sin casa ni tier­ra. Durante el tra­ba­jo de cam­po real­iza­do el 8 de agos­to de 2012 nos encon­tramos con algunos miem­bros de las seis famil­ias que habían vis­to sus casas sien­do der­rum­badas y nos con­taron que esta­ban vivien­do en la galería del veci­no en una con­struc­ción impro­visa­da. En la mis­ma dor­mían y guard­a­ban las pocas cosas que habían logra­do lle­varse antes de que sus casas fuer­an der­rum­badas. A pesar de la sol­i­dari­dad, algu­nas famil­ias descon­fían de las otras por dos razones: porque algu­nas per­sonas tra­ba­jan en el CIPS y porque algunos líderes de las aso­cia­ciones de moradores han nego­ci­a­do ind­em­niza­ciones con­jun­tas, pero ellos en algunos casos reci­bieron dinero extra. Esa es una estrate­gia de la empre­sa CIPS para desagre­gar las comu­nidades. Así como tam­bién sucede con la nego­ciación indi­vid­ual famil­ia a famil­ia, generan­do desen­ten­di­dos entre estas y las comu­nidades donde viv­en. O sea, hay cier­tas descon­fi­an­zas en dos casos: cuan­do la per­sona tra­ba­ja en el CIPS porque podría dar infor­ma­ciones priv­i­le­giadas a la admin­is­tración y, en algunos casos en que los líderes por estar en esa posi­ción se aprovechan para ben­e­fi­cia­rse indi­vid­ual­mente en lugar de ben­e­fi­ciar a la colec­tivi­dad.

Re-exi­s­tir es deman­dar aque­l­lo que lxs campesinxs con­sid­er­an jus­to frente al avasal­lamien­to, a la vio­len­cia del despo­jo del CIPS. Porque, en primer lugar, debería haber una con­sul­ta pre­via y la garan­tía del dere­cho a per­manecer en sus tier­ras. Respec­to a esto, una campesina comen­ta que “nosotros no sal­imos de nues­tras casas a pedir ind­em­niza­ciones al CIPS. Ellos lle­garon dicien­do que teníamos que salir porque el (astillero) Pro­mar esta­ba lle­gan­do y que se si no salíamos íbamos a ten­er que pre­sen­tarnos a la jus­ti­cia (…) si fuera por nosotros, con­tin­uaríamos vivien­do allá”[5] en la Isla de Tatuo­ca.

Además, el dinero de la ind­em­nización no resuelve el con­flic­to gen­er­a­do al campesina­do por ser expropi­a­do, porque cam­bia todo su modo de vida, su socia­bil­i­dad, su relación con ese ter­ri­to­rio, etc. Uno de ellos de la colo­nia Mas­san­gana dice “lo que esperábamos de Suape no era ape­nas una ind­em­nización, sino la trans­fer­en­cia de las famil­ias para otra área donde pudiéramos con­tin­uar nues­tra activi­dad como agricul­tores. ¿Qué vamos a hac­er en la ciu­dad sin tra­ba­jo?” (JC 2007). Un líder del Movimien­to de los Tra­ba­jadores Rurales Sin Tier­ra (MST) nos dice que lo jus­to es el inter­cam­bio de tier­ra por tier­ra, casa por casa y una ind­em­nización por todas las planta­ciones y los años que demor­an las nuevas planta­ciones en dar fru­tos para el con­sumo y la ven­ta. Además las rela­ciones sociales y los mod­os de vida son total­mente afec­ta­dos en los casos de despo­jo de tier­ras como este.

Y re-exi­s­tir tam­bién es enfrentarse direc­ta­mente sea yen­do a la admin­is­tración del CIPS, blo­que­an­do una car­retera, reunién­dose con otras aso­cia­ciones de moradores o bus­can­do alian­zas con insti­tu­ciones que abra­cen la lucha de lxs campesinxs de lo que hoy es Suape.

Así, parte de las re-exis­ten­cias públi­cas son jun­to a movimien­tos sociales como lo que fueron las Lig­as Campesinas de la déca­da de 1950, de la Fed­eración de los Tra­ba­jadores Agricul­tores de Per­nam­bu­co (FETAPE) y del MST, movimien­tos en los cuales han par­tic­i­pa­do y par­tic­i­pan muchas de lxs campesinxs de lo que hoy es Suape.

Fue debido a la pre­sión social que ejer­ció las Lig­as Campesinas que se creó la Coop­er­a­ti­va Tiriri. A par­tir de la creación de esta Coop­er­a­ti­va el entonces Insti­tu­to Brasileño de Refor­ma Agraria (IBRA) otorgó en torno de 3000 hec­táreas en lotes de 10 hec­táreas a lxs campesinxs que crearon la Coop­er­a­ti­va que pertenecían a cin­co colo­nias: Tiriri, Mas­san­gana, Jas­min, Algo­doais y Ser­raria. Estas tier­ras fueron ven­di­das ile­gal­mente al CIPS en el año 1980 ya que son tier­ras de refor­ma agraria y, por lo tan­to, uni­ca­mente uti­liz­ables para esa fun­ción. A pesar de eso, en el año de 2009 el Insti­tu­to Nacional de Col­o­nización y Refor­ma Agraria (INCRA) declaró no ten­er interés en esas tier­ras, deslindán­dose de respon­s­abil­i­dad frente al con­flic­to entre lxs campesinxs y el CIPS. Lxs campesinxs comen­tan que las Lig­as Campesinas logra­ban reunir a lxs campesinxs y luchar por sus dere­chos.

Y si la his­to­ria nos cuen­ta que las Lig­as Campesinas fueron exter­mi­nadas, sus semi­l­las con­tinúan flo­re­cien­do en otros movimien­tos. La FETAPE – crea­da el 6 de junio de 1962 – cumplía y cumple esa fun­ción de unir a lxs campesinxs. Aunque su énfa­sis es históri­ca­mente el respeto a los dere­chos lab­o­rales, cuan­do el MST comen­zó a actu­ar en el esta­do de Per­nam­bu­co, la FETAPE decidió uti­lizar la mis­ma estrate­gia de ocu­par tier­ras para lxs campesinxs y has­ta hoy muchos asen­tamien­tos rurales insti­tu­i­dos gra­cias a la lucha de esta fed­eración. El fin de las Lig­as Campesinas por la repre­sión mil­i­tar dio lugar al for­t­alec­imien­to de los sindi­catos rurales que sí eran per­mi­ti­dos por el rég­i­men mil­i­tar de entonces (1964–1985) [Rosa 2008]. Especí­fi­ca­mente para lxs campesinxs de lo que hoy es Suape actúa en la inter­me­diación de las ind­em­niza­ciones y lucha para que estas ten­gan los val­ores estable­ci­dos por la tabla de pre­cios orga­ni­za­da por la Fed­eración. En algunos casos han con­tribui­do con­tan­do los árboles de las tier­ras, como fue en la colo­nia Mas­san­gana [Guar­da 2011].

Por su parte, el MST hizo su primera ocu­pación en Per­nam­bu­co en las tier­ras de lo que hoy es Suape en el Cabo de San­to Agostin­ho. Eran 400 famil­ias que en el día 25 de julio de 1989 ocu­paron esas tier­ras por con­sid­er­ar que el entonces gob­er­nador Miguel Arraes (1987–1990) apo­yaría al movimien­to, pero, al con­trario, fue vio­len­ta­mente reprim­i­do. Aún con la repre­sión, algu­nas famil­ias lograron con­ce­sión de tier­ras durante diez años y la may­oría fue trans­feri­da para el inte­ri­or del esta­do de Per­nam­bu­co [Aquino et al. 2009]. Se esti­ma que las famil­ias que se quedaron en las tier­ras son las que orga­ni­zaron la Hacien­da de los Tra­ba­jadores que en el año de 2013 tuvieron que salir de estas y a cam­bio reci­bieron tier­ras con dere­cho de uso en el munici­pio de Bar­reiros. Esta es la úni­ca situación en la cual lxs campesinxs reci­bieron tier­ra por tier­ra como parte de las ind­em­niza­ciones. La prome­sa hecha por el CIPS es que al pasar cin­co años en esas tier­ras aque­l­lxs campesinxs que demuestren tra­ba­jar la tier­ra ten­drán sus títu­los de propiedad en las cin­co hec­táreas loteadas para cada una de las 85 famil­ias asen­tadas [Lourenço 2013]. En 2010 el MST retomó el apoyo a lxs campesinxs de lo que hoy es Suape y viene orga­ni­zan­do reuniones, blo­queos en la car­retera (real­iza­da en 2012), ocu­pa­ciones en el INCRA y el pala­cio de gob­ier­no (tam­bién en 2012) y reuniones con la admin­is­tración del CIPS con los obje­tivos de pro­te­ger los intere­ses de lxs campesinxs y denun­ciar la vio­len­cia de la seguri­dad pri­va­da. En 2011 doscien­tos campesinxs se pre­sen­taron ante el direc­tor Pereira Lima de gestión de tier­ras y pat­ri­mo­nio del CIPS para inten­tar estable­cer un diál­o­go colec­ti­vo sobre las ind­em­niza­ciones de lxs campesinxs. Sin embar­go el acuer­do no fue respeta­do por el CIPS y, según relatos de lxs campesinxs y orga­ni­za­ciones ali­adas a ellxs, las “nego­cia­ciones” con­tinúan sien­do indi­vid­uales, arbi­trarias y vio­len­tas.

Las re-exis­ten­cias por alian­zas ya se ini­cia­ron inclu­sive antes de la insta­lación del CIPS en 1975, cuan­do un grupo de int­elec­tuales fir­mó un man­i­fiesto con­tra la con­struc­ción del CIPS. Así tam­bién otros int­elec­tuales hicieron sus con­tribu­ciones a la cuestión sobre la con­fi­a­bil­i­dad de los estu­dios, los aspec­tos neg­a­tivos y sobred­i­men­sion­amien­to del emprendimien­to y los cam­bios neg­a­tivos para las comu­nidades que allí vivían y serían dester­ri­to­ri­al­izadas [Grand­jean y Mar­tins 1983]. Las pre­ocu­pa­ciones de los fir­mantes del man­i­fiesto eran de carác­ter social, económi­co y ambi­en­tal. Por un lado sostenían que además de que la población no había sido con­sul­ta­da por su insta­lación, si se hicier­an proyec­tos menores ten­drían mejor aceptación social. Además pro­ponían que las indus­trias tuvier­an que ver con los sec­tores de tra­ba­jo ya exis­tentes mejo­ran­do así la economía del esta­do, pero man­te­nien­do las car­ac­terís­ti­cas locales. Por otro lado, el hecho de ser pequeños emprendimien­tos man­ten­dría la belleza nat­ur­al y los sitios arque­ológi­cos [Forum Suape 1975].

Además, hay varias enti­dades que denun­cian y apoy­an de difer­entes man­eras a lxs impactadxs por el CIPS. El Cen­tro de las Mujeres del Cabo (CMC) tra­ba­ja con cues­tiones rela­cionadas a dere­chos, espe­cial­mente de las mujeres, y el aumen­to de la vio­len­cia en el munici­pio de Cabo de San­to Agostin­ho provo­ca­dos por la insta­lación y ampliación del CIPS. La Fed­eración de Organ­is­mos para la Asis­ten­cia Social y Educa­ti­va (FASE)[6] y la ONG Action Aid[7] tienen actuación direc­ta jun­to a las comu­nidades a través de proyec­tos de for­ma­ción políti­ca, elab­o­ración de doc­u­men­tos de denun­cia y pro­mo­ción de los dere­chos de lxs campesinxs. Des­de 2012 estas enti­dades, jun­to con otras como a Both Ends[8] y algunos int­elec­tuales, orga­ni­zaron el Forum Suape – Espa­cio socio ambi­en­tal.[9] En este se unif­i­can las acciones en pro de lxs campesinxs y en ese ámbito se ha logra­do la real­ización de doc­u­men­tales[10] y audi­en­cias públi­cas de denun­cia de la vio­len­cia, las arbi­trariedades y el despo­jo que sufren lxs campesinxs fru­to del desar­rol­lo del esta­do de Per­nam­bu­co por la insta­lación y ampliación del CIPS. Un momen­to cru­cial para lxs campesinxs de lo que hoy es Suape fue la reunión que sucedió en la Orga­ni­zación de los Abo­ga­dos de Brasil (OAB) en noviem­bre de 2014 cuan­do ellas y ellos se pre­sen­taron para dar declara­ciones sobre la vio­len­cia que vienen sufrien­do por el despo­jo y la pres­en­cia y actuación de hom­bres de seguri­dad pri­va­da. En esa y otras oca­siones de audi­en­cias públi­cas con organ­is­mos del esta­do de Per­nam­bu­co fue posi­ble hac­er las denun­cias, la vio­len­cia dis­min­uyó en relación al tra­to de los hom­bres de la seguri­dad pri­va­da, pero el despo­jo con­tin­ua, así como la vio­len­cia espe­cial­mente sim­bóli­ca.

Hay tam­bién proyec­tos de académi­cos de la Uni­ver­si­dad Fed­er­al de Per­nam­bu­co y de la Fun­dación Joaquim Nabu­co que vienen anal­izan­do y denun­cian­do los con­flic­tos entre lxs campesinxs y el CIPS, los impactos en la vida y la fal­ta de dere­chos humanos, salud y jus­ti­cia social. Algunos ejem­p­los son los proyec­tos de pro­fe­so­ras del Lab­o­ra­to­rio de Salud, Ambi­ente y Tra­ba­jo de la Fun­dación Osval­do Cruz, de la pro­fe­so­ra del Pro­gra­ma de Desar­rol­lo y Medio Ambi­ente y de la pro­fe­so­ra de Comu­ni­cación tit­u­la­dos: “De lo Rur­al a lo Urbano: la con­ver­sión del uso de la tier­ra en la Zona da Mata Sur de Per­nam­bu­co” e “Índice de desar­rol­lo de la gestión ambi­en­tal de las indus­trias de Suape, Per­nam­bu­co, Brasil: una prop­ues­ta de indi­cador de desem­peño”, respec­ti­va­mente. En estos casos no se tra­ta direc­ta­mente con la población afec­ta­da, pero se real­iza una denun­cia de aque­l­lo que es invis­i­bi­liza­do respec­to al mega proyec­to del esta­do de Per­nam­bu­co. Y así como estas, otras insti­tu­ciones se han ocu­pa­do de dar vis­i­bil­i­dad sea frente a la sociedad o al Esta­do el lado (no tan) ocul­to del desar­rol­lo que gen­era inher­ente­mente con­flic­tos sociales y ambi­en­tales.

Otra insti­tu­ción fun­da­men­tal es la Comisión Pas­toral de la Tier­ra (CPT) que además de la actuación jun­to a lxs campesinxs en sus ocu­pa­ciones de tier­ra, divul­ga des­de 1985 el Cuader­no de Con­flic­tos de Tier­ra en Brasil denun­cian­do la vio­len­cia en el cam­po brasileño y trayen­do un bal­ance de las ocu­pa­ciones, asen­tamien­tos logra­dos a cada año de la pub­li­cación. La CPT Nordeste 2 viene acom­pañan­do las nego­cia­ciones, man­i­festa­ciones y denun­cias de lxs campesinxs de lo que hoy es Suape, a par­tir de la actuación local y de la inser­ción en el Forum Suape – espa­cio socio ambi­en­tal.

Las for­mas de resisten­cias cotid­i­anas, públi­cas y por alian­zas de lxs campesinxs de lo que hoy es Suape nos mues­tran la diver­si­dad de estrate­gias uti­lizadas para lograr repro­ducir la vida a pesar del avasal­lamien­to del CIPS en sus ter­ri­to­rios.

Luchas y re-existencias en común por el reconocimiento, el cuidado de la naturaleza y los territorios por la vida

Para sobre­vivir, los de aba­jo nece­si­tan estrechar lazos con otros como ellos, estable­cer vín­cu­los fuertes que son los que expli­can las resisten­cias y las resilien­cias, mate­ri­ales y sim­bóli­cas. En este trayec­to sue­len crear diver­sas for­mas de comu­nidad, eji­dos o colo­nias, que en gen­er­al están con­for­ma­dos por gru­pos de famil­ias con cier­ta esta­bil­i­dad y per­ma­nen­cia. Se denom­i­nan, las lla­mamos, se recono­cen como “comu­nidades”, en un sen­ti­do amplio. Todas reposan en un espa­cio físi­co aco­ta­do, al que des­ig­namos como “ter­ri­to­rio” [Zibechi 2015: 189].

En Brasil sucedieron algu­nas man­i­festa­ciones como la Mar­cha de las Mar­gari­das, la man­i­festación de los pueb­los indí­ge­nas en la Plaza de los Tres Poderes en Brasília en 2014. Así tam­bién sucedieron en otros país como: la Mar­cha de los Pueb­los Orig­i­nar­ios en Argenti­na en el año 2010 por moti­vo del bicen­te­nario de la inde­pen­den­cia y porque “quer­e­mos demostrar que no somos pasa­do, que exis­ti­mos y hemos resis­ti­do más de 500 años y seguire­mos resistien­do por nue­stro dere­cho a ser”;[11]las mar­chas y debates de lxs campesinxs de Paraguay en 2015 por la refor­ma agraria y con­tra el mod­e­lo pri­mario expor­ta­dor neo­colo­nial;[12] la Mar­cha Indí­ge­na, Campesina y Pop­u­lar en Guatemala, real­iza­da en 2012, “por la defen­sa de la Madre Tier­ra, con­tra los desplaza­mien­tos y la crim­i­nal­ización y por el desar­rol­lo rur­al inte­gral”;[13]entre tan­tos otros. Todos estos even­tos no son ais­la­dos, sino que son luchas con­tra el sis­tema moderno/colonial cap­i­tal­ista que se van delin­e­an­do a par­tir de otras for­mas de ser/hacer no nece­sari­a­mente alin­eadas con esa lóg­i­ca.

Además de la expe­ri­en­cia jun­to a lxs campesinxs de lo que hoy es Suape en Brasil obser­va­mos que las luchas y re-exis­ten­cias se extien­den por lo que hoy lla­mamos Améri­ca Lati­na, espe­cial­mente en el sen­ti­do del reconocimien­to políti­co de sus iden­ti­dades y de sus dere­chos a los ter­ri­to­rios para repro­ducir sus vidas. En este sen­ti­do, pro­ponemos iden­ti­ficar algunos tra­zos comunes de esas re-exis­ten­cias, de los cuales cita Zibechi en la ref­er­en­cia del epí­grafe, con énfa­sis en los ter­ri­to­rios de Abya Yala con­sti­tu­i­dos por las diver­sas orga­ni­za­ciones del cam­po. Algunos autores y autoras como Ceceña [2012], Esco­bar [2014], Svam­pa [2012] y Zibechi [2015] vienen reflex­io­nan­do sobre estos aspec­tos comunes e iden­ti­f­i­can que la comu­nidad, el ter­ri­to­rio y la nat­u­raleza son pun­tos fun­da­men­tales de encuen­tro, lucha y re-exis­ten­cia entre las difer­entes orga­ni­za­ciones sociales. Podemos inferir que lo que se pre­sen­ta actual­mente como esen­cial es la vida en sí, ya que es esta, en todas las esferas, la que se colo­ca como cuestión frente a la con­tinuidad de la repro­duc­ción del cap­i­tal. Con esto pre­tendemos no sola­mente dar vis­i­bil­i­dad a las re-exis­ten­cias exis­tentes de los pueb­los rurales de Abya Yala, sino mostrar prop­ues­tas frente al panora­ma que colo­camos de lxs campesinxs de lo que hoy es Suape en el sen­ti­do de mostrar diver­sas estrate­gias vivi­das a lo largo del con­ti­nente para re-exi­s­tir al cap­i­tal.

Esco­bar [2014], en relación a lxs indí­ge­nas, afrode­scen­di­entes y campesinxs, pre­sen­ta dos pro­ce­sos en Améri­ca Lati­na que están inter-rela­ciona­dos: 1. el surgimien­to de las voces, conocimien­tos, prác­ti­cas y estrate­gias políti­cas de orga­ni­za­ciones y movimien­to sociales de corte étni­co-ter­ri­to­r­i­al; 2. la prob­lema­ti­zación de la vida rela­ciona­da a las dis­cu­siones sobre la cri­sis de la bio­di­ver­si­dad y la sos­tentabil­i­dad, pues “Hay un sen­timien­to com­par­tido de que lo está en juego es la super­viven­cia de la vida mis­ma en el plan­e­ta” [Esco­bar 2014: 68]. En este sen­ti­do, el autor cues­tiona:

¿cómo se explica la tenacidad con la que muchas poblaciones y organizaciones locales, no solo luchan por defender sus territorios; sino que lo hacen a nombre de otra concepción del desarrollo, una relación armónica con la naturaleza y una forma diferente de vida social? [Escobar 2014: 73].

Es exac­ta­mente la dimen­sión de la vida que se colo­ca como hor­i­zonte y, por eso, el reconocimien­to iden­ti­tario y la pre­ocu­pación con la nat­u­raleza son fun­da­men­tales para las diver­sas orga­ni­za­ciones. Así, Sumak Qamaña se colo­ca como prop­ues­ta de vida en “armonía y com­ple­men­tariedad inter­sub­je­ti­va” y “entra­ma­do com­ple­to de vidas” [Ceceña 2012]. Emergió en la región andi­no-amazóni­ca como saber ances­tral y tam­bién como prop­ues­ta políti­cas de la may­or parte de las comu­nidades de Abya Yala. Para los pueb­los del cam­po, la cuestión de la vida se mate­ri­al­iza en el acce­so, ocu­pación y con­struc­ción de sus ter­ri­to­rios y es en ellos donde se establece la relación entre los seres humanos entre sí y con la nat­u­raleza.

Svam­pa [2012] iden­ti­fi­ca como pun­tos en común de las luchas en Améri­ca Lati­na la ambi­en­tal­ización de las luchas – tam­bién obser­va­da por Acsel­rad [2010] — y la emer­gen­cia de nuevos movimien­tos socioam­bi­en­tales rurales y urbanos de carác­ter poli­cla­sista y car­ac­ter­i­za­dos por un for­ma­to de asam­bleas. Zibechi [2015] y Ceceña [2012] jus­ta­mente resaltan la impor­tan­cia de la cuestión de la comu­nal­i­dad[14] y de la orga­ni­zación social en for­ma de asam­bleas como mod­os de prac­ticar y vivir otras for­mas de relación, diver­gentes de la lóg­i­ca jerárquica y machista de la relación moderna/colonial del cap­i­tal­is­mo.

Zibechi [2015] con­sid­era que esta for­ma de orga­ni­zación impli­ca que “el poder no está sep­a­ra­do de la sociedad” [Zibechi 2015: 95] y todas las deci­siones son tomadas de man­era colec­ti­va y con prin­ci­p­ios de hor­i­zon­tal­i­dad. Son for­mas de orga­ni­zarse que van sien­do dis­em­i­nadas en estos movimien­tos del cam­po.

Son formas de asociación y lucha que escapan al sentido estricto de una entidad sindical, incorporando factores étnicos, elementos de consciencia ecológica y criterios de género y de autodefinición colectiva, que concurren para relativizar las divisiones político-administrativas y la manera convencional de pautar y de encaminar las demandas a los poderes públicos [Almeida 2008: 25].

Esas for­mas tam­bién lla­man a la reivin­di­cación de las comu­nidades de su reconocimien­to como suje­tos políti­cos ali­a­do al reconocimien­to colec­ti­vo por la propia comu­nidad, inclu­sive, en muchos casos el reconocimien­to de la nat­u­raleza como suje­to políti­co entendién­dola como parte fun­dante de la vida y no a par­tir de la noción de dom­i­nación que tam­bién se pro­mueve entre los mis­mos seres humanos en relación a clases, género, étni­co-raciales, colo­niales, reli­giosa, inter­gen­era­cional [Gros­foguel 2008].

La lucha políti­ca por reconocimien­to se rela­ciona con los debates sobre iden­ti­dad y difer­en­cia en el ámbito de la jus­ti­cia, es decir, de lo que el Esta­do hace en torno a esas comu­nidades que quieren ser recono­ci­das. Esta lucha — que tiene una dis­cusión de fon­do[15] — impli­ca en la necesi­dad de los pueb­los rurales de que el Esta­do los reconoz­ca en sus especi­fi­ci­dades de man­era que puedan repro­ducir sus vidas de acuer­do con sus pro­pios parámet­ros, ten­gan dere­chos y sean respeta­dos.

En la Con­sti­tu­ción Fed­er­al de Brasil de 1988 se dio reconocimien­to a los pueb­los indí­ge­nas y quilom­bo­las (comu­nidades negras) y en 2003, a par­tir de la rat­i­fi­cación en el país de la Con­ven­ción 169 de la OIT, se ini­ció la Políti­ca Nacional de Desar­rol­lo Sostenible de los Pueb­los y Comu­nidades Tradi­cionales, que reconoce dere­chos de auto-reconocimien­to y de ter­ri­to­rios a comu­nidades que muestren rela­ciones especí­fi­cas de pro­duc­ción de la nat­u­raleza y sus ter­ri­to­rios.

La cuestión del reconocimien­to de los suje­tos políti­cos y de sus comu­nidades es simultánea a la lucha por ter­ri­to­rios porque es a través del acce­so y con­trol de los ter­ri­to­rios que se hace posi­ble la repro­duc­ción de la vida a par­tir de lóg­i­cas especí­fi­cas rel­a­ti­vas a las comu­nidades rurales su orga­ni­zación social, políti­ca, económi­ca y su relación entre ellas y ellos y con la nat­u­raleza.

Cruz sostiene que “en el caso de los movimien­to lati­noamer­i­canos, espe­cial­mente los movimien­tos sociales del mun­do rur­al bus­can afir­mar sus difer­en­cias por medio del dere­cho al ter­ri­to­rio. Son luchas por dere­chos ter­ri­to­ri­ales en que el ter­ri­to­rio fun­ciona como una especie de con­den­sador de dere­chos” [Cruz 2013: 120]. En la mis­ma per­spec­ti­va, Zibechi dice:

Hasta ahora, ¿qué observamos Poderes territoriales autónomos en resistencia, ligados a relaciones sociales no capitalistas, que resuelven la re-producción de la vida de las personas que viven en esos espacios. Esos poderes han sido creados, sistemáticamente, por los SIN, me refiero a los sectores sociales que han sido privados de sus derechos. Los que son diferentes porque viven y se relacionan de manera diferente (y porque a menudo el color de su piel y el sonido de su lengua son diferentes), están haciendo política de manera también distinta. O, al menos, lo intentan [Zibechi 2008: 175].

Resalta así, como emer­gen suje­tos colec­tivos que resisten de man­era autóno­ma en sus ter­ri­to­rios para pro­ducir sus propias vidas de man­era difer­ente a la cap­i­tal­ista, o sea, moderna/colonial. Tam­bién resul­ta impor­tante destacar que la autonomía no es solo fru­to de un ser/hacer difer­ente, sino que mues­tra tam­bién la históri­ca ausen­cia del Esta­do en estos espa­cios en el sen­ti­do de la fal­ta de ser­vi­cios sociales como edu­cación, salud y demás. Eso no quiere decir que, para algunos pueb­los, no haya deman­das hacia el Esta­do, sino que ellos tiene que ten­er el dere­cho de acced­er si y como ellos con­sid­eren per­ti­nente, eso es una for­ma de autonomía. Espe­cial­mente cuan­do un ter­ri­to­rio puede ser per­di­do o si ni siquiera se tiene un ter­ri­to­rio donde repro­ducir la vida. Zibechi ejem­pli­fi­ca la cuestión de la autonomía con los zap­atis­tas que han rec­haz­a­do sis­temáti­ca­mente las acciones del Esta­do en sus ter­ri­to­rios y esa puede ser una de las posi­bil­i­dades de ejercer la autonomía. Pero no son todas las comu­nidades que actúan de esa man­era. Algu­nas recla­man del Esta­do condi­ciones que este debe proveer, aunque sea a par­tir de lóg­i­cas otras y por ellas escogi­das y deci­di­das. En eso tam­bién reside la autonomía, en poder decidir cuán­do y de qué man­era el Esta­do o cualquier otro actor exter­no ten­drá inter­ven­ción en los ter­ri­to­rios de las difer­entes comu­nidades.

Como ya se vio, lxs campesinxs de lo que hoy es Suape tienen sus ter­ri­to­rios de hecho con­sti­tu­i­dos históri­ca­mente aunque no ten­gan los títu­los de tier­ra. Tienen mod­os especí­fi­cos de vivir esas tier­ras rela­ciona­dos a los cul­tivos de ali­men­tos, a la cría de ani­males de pequeño porte, a la pesca en las aguas – man­gles, rios, mar – y a una socia­bil­i­dad. Y sin con­sid­er­ar eso, son expropi­adxs por el CIPS sin que se les garan­tice la posi­bil­i­dad de ele­gir dónde y cómo vivir. El CIPS cuya admin­is­tración es del esta­do nie­ga las for­mas de vida y los ter­ri­to­rios de lxs campesinxs sin proveer condi­ciones sim­i­lares en los nuevos lugares donde son oblig­adxs a vivir.

Por eso vale la pena enfa­ti­zar que

...la lucha por derechos territoriales es, así, la plataforma primordial en las nuevas experiencias emancipadoras, porque es a partir del territorio que esos diferentes pueblos y comunidades buscan afirmar sus identidades, su autonomía, su modo de vida, su forma de producir, en definitiva, sus diferentes modos de existir [Cruz 2013: 137].

La lucha por la tier­ra y el ter­ri­to­rio reúne entonces la lucha por mod­os de vida especí­fi­cos y autónomos. Has­ta aho­ra se viene mostran­do que lxs campesinxs de lo que hoy es Suape tienen for­mas especí­fi­cas de ser/hacer, es decir, vivir en relación con sus ter­ri­to­rios. Esos ter­ri­to­rios y no otros. Eso sig­nifi­ca repro­ducir la vida con la cer­canía a los ríos, a la veg­etación atlán­ti­ca e, inclu­sive con la caña de azú­car. Son ter­ri­to­rios de vida en los cuales es posi­ble plan­tar, pescar, cri­ar ani­males; vivir, aunque los con­flic­tos estén latentes y cer­canos. No nece­sari­a­mente tienen una cos­mología difer­ente – como podría tratarse en el caso de los pueb­los indí­ge­nas – pero sí tienen mod­os de vivir en tier­ras que al con­stru­ir su tradi­cional­i­dad en ellas con­sti­tuyen sus ter­ri­to­rios. Esto se iden­ti­fi­ca jun­to a lxs campesinxs de lo que hoy es Suape, pero tam­bién en difer­entes comu­nidades campesinas en Améri­ca Lati­na que inte­gran las luchas ter­ri­to­ri­ales.

Otra car­ac­terís­ti­ca común entre los movimien­tos sociales de Améri­ca Lati­na es el carác­ter mul­ti-escalar de las luchas que son con­sti­tu­idas en redes den­sas de orga­ni­za­ciones como es el caso de la Vía Campesina[16] o en foros como el Foro Social Mundi­al y la Cum­bre de los Pueb­los, val­o­ran­do los saberes locales más allá de los dis­cur­sos dom­i­nantes. Fab­ri­ni tam­bién com­parte esta visión con­sideran­do que “no se for­ma ape­nas una red glob­al de mer­caderías, sino tam­bién la for­ma­ción de una red de movimien­tos sociales for­t­ale­ci­dos y de resisten­cia. Cada movimien­to sale de su acción de escala local se inte­gra a muchas otras for­t­ale­cien­do las luchas” [Fab­ri­ni 2007:16].

Eso sig­nifi­ca que, así como los con­flic­tos por el mod­e­lo pri­mario expor­ta­dor neo­colo­nial[17] están dis­em­i­na­dos por toda Améri­ca Lati­na, en las últi­mas décadas fueron crea­d­os diver­sos movimien­tos de impacta­dos que re-exis­ten y se unen en difer­entes escalas Artic­u­lación Inter­na­cional de los Impacta­dos por la Vale, Movimien­to de los Impacta­dos por Repre­sas, Movimien­to Nacional por la Sober­anía Pop­u­lar Frente a la Min­ería, Artic­u­lación Anti­nu­clear Brasileña, Foro de los Impacta­dos por la indus­tria del Petróleo y la Petro­quími­ca en las cer­canías de la Bahía de Gua­n­abara.[18] Inclu­sive, estas redes que se tejen pueden ser jus­ta­mente las re-exis­ten­cias por alian­zas.

Como fru­tos de estas redes artic­u­ladas en el año de 2007 fue pub­li­ca­da la Declaración de las Naciones Unidas sobre los dere­chos de los pueb­los indí­ge­nas y en el año de 2012 se ini­cia­ron diál­o­gos a través de la Vía Campesina jun­to a la Orga­ni­zación de Naciones Unidas para la real­ización de una declaración inter­na­cional de los dere­chos de los campesinos y campesinas y otros tra­ba­jadores de las zonas rurales que con­tenga dere­chos bási­cos con­tra la expropiación campesina, la mer­can­tilización de los ali­men­tos, las enfer­medades gen­er­adas por el uso y con­sumo de agrotóx­i­cos, la espec­u­lación, la migración, entre otras cues­tiones (Vía Campesina 2015). Tam­bién en 2012 la Vía Campesina con­sigu­ió la pub­li­cación de un doc­u­men­to sobre “Direc­tri­ces vol­un­tarias sobre la gob­er­nan­za respon­s­able de la tenen­cia de la tier­ra, la pesca y los bosques en el con­tex­to de la seguri­dad ali­men­ta­ria nacional” por la FAO. A pesar de haber muchas críti­cas sobre este doc­u­men­to, espe­cial­mente en el sen­ti­do de ser de cuño vol­un­tario y no vin­cu­lante para los Esta­dos, para los movimien­tos ha sido fun­da­men­tal la garan­tía de los dere­chos para la repro­duc­ción de sus vidas. Si esas declara­ciones y direc­tri­ces fuer­an insti­tu­idas en los país­es, al menos en el ámbito de la jus­ti­cia y del Esta­do, lxs campesinxs ten­drían reglamen­tos que les per­mi­tiría luchar por el reconocimien­to de sus dere­chos sociales, cul­tur­ales, políti­cos y ter­ri­to­ri­ales.

Yen­do más allá de la per­spec­ti­va insti­tu­cional­iza­da, con­sid­er­amos que es nece­saria la lucha autóno­ma para ir más allá del sis­tema mun­do moderno/colonial cap­i­tal­ista. Uti­lizar al Esta­do para aten­der deman­das inmedi­atas, pero luchan­do por la eman­ci­pación del desar­rol­lo del cap­i­tal avasal­lador, jerárquico y mer­can­tilista en el que se destruye la vida. El Esta­do tiene sus límites porque su propia fun­ción es medi­ar la relación cap­i­tal-tra­ba­jo. En este sen­ti­do, Luis Macas con­sid­era que “No es posi­ble la con­viven­cia del Sumak Kawsay y el sis­tema actu­al, no puede ser un sis­tema de este Esta­do, ten­emos que pen­sar fun­da­men­tal­mente en un cam­bio de estruc­turas de este Esta­do, uno nue­vo, pero hecho con nues­tras manos [Macas 2010:16 apud Zibechi 2015: 286]. Es nece­sario rein­ven­tar las insti­tu­ciones, destru­ir unas, crear otras, otros mun­dos posi­bles que nieguen la explotación del ser humano por el ser humano y de la nat­u­raleza, la propiedad pri­va­da y la mer­can­tilización de la vida.

Lo dicho has­ta aho­ra sobre lxs campesinxs de lo que hoy es Suape nos mues­tra que estos ele­men­tos a los cuales se hicieron ref­er­en­cia tratan sobre aspec­tos comunes de las luchas tienen total cor­re­spon­den­cia con la real­i­dad percibi­da. Estxs campesinxs bus­can unirse en comu­nidad, ser recono­cidxs políti­ca­mente, ten­er autonomía para poder crear, con­tro­lar y repro­ducir sus vidas en sus ter­ri­to­rios sigu­ien­do sus pro­pios parámet­ros.

Valorando la vida y las re-existencias

Trasladar el eje de la pro­duc­ción mate­r­i­al al de con­struc­ción de la vida [Ceceña 2012: 319].

Por lo pre­sen­ta­do, enten­demos que lxs campesinxs – y comu­nidades rurales en gen­er­al — no sólo resisten, sino que re-exis­ten en el sen­ti­do de recrear su propia exis­ten­cia per­ma­nen­te­mente. Se van recon­struyen­do, re-sig­nif­i­can­do su propia exis­ten­cia social y cul­tural­mente en el ter­ri­to­rio sigu­ien­do sus pro­pios parámet­ros, sus for­mas de vivir. Esto se da espe­cial­mente frente a los con­flic­tos, pero tam­bién frente a la vida en sí mis­ma. Se plantean las re-exis­ten­cias como estrate­gias de repro­ducir la vida en el día a día.

A par­tir de los tra­ba­jos de cam­po y la revisión bib­li­ográ­fi­ca defin­i­mos tres tipos de resisten­cias: cotid­i­anas, públi­cas y por alian­zas. Y a par­tir del análi­sis de estas iden­ti­fi­camos que lxs campesinxs de lo que hoy es Suape actúan en diver­sos frentes con el obje­ti­vo de con­tin­uar repro­ducien­do sus vidas, inclu­sive en sus ter­ri­to­rios. En algunos casos las pre­siones son tan­tas así como los años de lucha que algu­nas y algunos pre­fieren recibir el dinero de las ind­em­niza­ciones y salir. Sin embar­go, si pudier­an escoger, se quedarían.

Las re-exis­ten­cias son, prin­ci­pal­mente por el dere­cho de con­tin­uar en sus tier­ras, en el ter­ri­to­rio donde repro­ducen sus vidas hace décadas. Esto impli­caría tam­bién en el reconocimien­to de lxs campesinxs como comu­nidades que tienen sus pro­pios mod­os de vivir y, jus­ta­mente eso es lo que se nie­ga cuan­do se insta­lan políti­cas públi­cas de desar­rol­lo en los ter­ri­to­rios de las comu­nidades rurales.

Además de situ­ar las re-exis­ten­cias a par­tir de lxs campesinxs de lo que hoy es Suape tam­bién cita­mos algunos tra­zos con­sid­er­a­dos comunes en las luchas rurales de Améri­ca Lati­na. Si por un lado, se estos tra­zos se ven – en may­or o menor gra­do – en el caso de estxs campesinxs a lxs que nos refe­r­i­mos, por otro lado, aque­l­los que aún no se uti­lizan podrían servir como estrate­gias de lucha.

Las luchas citadas son en torno a la iden­ti­dad, al reconocimien­to políti­co, la lucha por el ter­ri­to­rio, la ambi­en­tal­ización de las luchas, la vida en comu­nidad, el establec­imien­to de redes y alian­zas entre movimien­tos y orga­ni­za­ciones tenien­do como lucha fun­da­men­tal la vida.

Fue posi­ble iden­ti­ficar en lxs campesinxs de lo que hoy es Suape algu­nas comu­nidades que desta­can su antigüedad en esos ter­ri­to­rios, la pres­en­cia de más de cua­tro gen­era­ciones que gen­era una iden­ti­dad especí­fi­ca y, por eso, una lucha a par­tir de su iden­ti­dad. Tam­bién la sol­i­dari­dad que for­ma la comu­nidad y cier­tas alian­zas con orga­ni­za­ciones que con­tribuyen en la denun­cia y lucha por sus dere­chos y por la vida en sus ter­ri­to­rios.

Es la lucha por la vida porque la lóg­i­ca hegemóni­ca del desar­rol­lo del sis­tema mun­do moderno/colonial infe­ri­or­iza, estigma­ti­za y despo­ja a las comu­nidades rurales. Por eso es la vida la que se colo­ca como hor­i­zonte nece­sario y pri­mor­dial frente a la explotación de la nat­u­raleza y del ser humano por el ser humano. Por eso lxs campesinxs dicen “Nos hemos declar­a­do en resisten­cia por el dere­cho a la vida y a la dig­nidad”[19]. En ese camino las comu­nidades estip­u­lan de man­era colec­ti­va otros parámet­ros para repro­ducir las vidas que son múlti­ples, diver­sos, difer­entes y no por eso infe­ri­ores.

De esta man­era, las orga­ni­za­ciones sociales cono­cen, apren­den, rein­ven­tan estrate­gias unas con las otras. Abren caminos otros que no se colo­can solo como dis­cur­so sino como expe­ri­en­cias, mun­dos exis­tentes y posi­bles salien­do del lugar de la sub­or­di­nación y del despo­jo, re-existien­do por priv­i­le­giar la vida.

Citas

* Inves­ti­gado­ra en el post­doc­tor­a­do del Pro­gra­ma de Pos­gra­do en Geografía de la Uni­ver­si­dad Fed­er­al de Sergipe (PPGEO – UFS) y beca­da por la FAPESE (Fun­dação de Apoio à Pesquisa e Exten­são de Sergipe). Inte­grante de los gru­pos de tra­ba­jo de CLACSO Estu­dios Críti­cos del Desar­rol­lo Rur­al y Ter­ri­to­ri­al­i­dades en dis­pu­ta y r‑existencias y de los colec­tivos: ENCONTTRA, CEGeT, LEPEC y LABERUR. mercedessolap@gmail.com

[1] Cita de uno de los campesinos de lo que hoy es Suape durante la entre­vista como for­ma de negar el desar­rol­lo y el pro­gre­so pro­pa­gan­dea­do por el CIPS. Entre­vista real­iza­da en la comu­nidad Tiriri, en noviem­bre de 2013.

[2] Entre­vista real­iza­da en el Engen­ho Tiriri el 19 de agos­to de 2012.

[3] Entre­vista real­iza­da en el Engen­ho Tiriri el 19 de agos­to de 2012.

[4] Entre­vista real­iza­da en el Engen­ho Algo­doais el 26 de setem­bro de 2014.

[5] Esa era una de las pre­gun­tas claves que guia­ban las entre­vis­tas en el tra­ba­jo de cam­po con la clase de Geografía Agraria de las Zonas Trop­i­cales real­iza­do entre los dias 2 y 6 de noviem­bre de 2013 en los engen­hos Tiriri, Algo­doais y Boa Vista.

[6] La FASE es una orga­ni­zación brasileña que actúa des­de 1961 jun­to a gru­pos sociales en el sen­ti­do de pro­mover garan­tías de dere­chos, de democ­ra­cia y sosteni­bil­i­dad a par­tir de los temas: dere­cho a la ciu­dad, jus­ti­cia ambi­en­tal, mujeres y sober­anía ali­men­ta­ría. Actual­mente tiene sede y tra­ba­jos jun­to a comu­nidades em Per­nam­bu­co, Pará, Mato Grosso, Bahia, Espíri­to San­to y Rio de Janeiro (fase.org.br).

[7] Action Aid está en Brasil des­de 1999, fun­da­da en 1972, es una orga­ni­zación de per­sonas que bus­can pro­mover los dere­chos humanos y vencer la pobreza. Actúa jun­to a comu­nidades en su capac­itación bus­can­do solu­ciones locales a los prob­le­mas de pobreza en diecin­ueve país­es. (www.actionaid.org.br).

[8] La ONG Both Ends es de los País­es Bajos y una de sus acciones es fis­calizar empre­sas de su país que actúan em out­ros, con­trolan­do que respe­ten los stan­dares de respon­s­abil­i­dad social, del tra­ba­jo, ambi­en­tal, etc. Deter­mi­na­dos por las leyes nacionales y sigu­ien­do los pro­to­co­los de Respon­s­abil­i­dad Social Cor­po­ra­ti­va fir­ma­da por los país­es da la Orga­ni­zación para la Coop­eración y el Desar­rol­lo Económi­co (www.bothends.org).

[9] Más infor­ma­ciones, con­sul­tar: <forumsuape.ning.com>

[10] Tatuo­ca: uma ilha rouba­da (con­sul­tar: https://www.youtube.com/watch?v=nlKnu5VNPWU); Suape: um cam­in­ho sin­u­oso (con­sul­tar: https://www.youtube.com/watch?v=6PH7TesJfr4); y Suape: desen­volvi­men­to para quem (con­sul­tar: https://www.youtube.com/watch?v=xargRbGpSqI).

[11] Para cono­cer sobre la Mar­cha de los pueb­los orig­i­nar­ios en Argenti­na, con­sul­tar Leone (2013) y enlaces del sitio web del diario Pági­na 12, disponible en < http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20–145627-2010–05-13.html> y de las Madres de Plaza de Mayo, disponible en: < http://www.panuelosenrebeldia.com.ar/content/view/935/132/ >.

[12] Sobre las mar­chas y debates de los campesinos en Paraguay con­sul­tar la pági­na de la Fed­eración Nacional Campesina, disponible en: < http://www.fnc.org.py/?p=2632 >.

[13] Sobre los acuer­dos con­segui­dos con­sul­tar, el sitio web del Comité de la Unidad Campesina, disponible en: < http://www.cuc.org.gt/es/index.php?option=com_content&view=article&id=430:marcha-indigena-campesina-y-popular-logra-comprometer-al-gobierno-en-8-puntos-&catid=36:noticias&Itemid=57 >.

[14] La cuestión de la comu­nal­i­dad se pre­sen­ta como deman­da de los pueb­los andi­no-indí­ge­nas que se incor­po­ra al ámbito académi­co. En 2015, jus­ta­mente iden­ti­f­i­can­do esa ten­den­cia social, se real­izó en Puebla, Méx­i­co, el “I Con­gre­so Inter­na­cional de Comu­nal­i­dad. Luchas y estrate­gias comu­ni­tarias: hor­i­zontes políti­cos más allá del cap­i­tal” y en mar­zo de 2018 se realizará el segun­do. Para cono­cer sobre las temáti­cas tra­ba­jadas en el con­gre­so, con­sul­tar: < http://www.congresocomunalidad2015.org/>. La comu­nal­i­dad abre la dis­cusión sobre comu­nal­i­dad en el sen­ti­do de colec­ti­vo de per­sonas, pero tam­bién del uso común de la nat­u­raleza, el com­par­tir todos los ámbitos de la vida en comu­nidad no sep­a­ran­do la economía de la políti­ca, del tra­ba­jo, de la cul­tura, etc. Para Ceceña [2012: 321] “el con­cep­to de comu­nidad es muy amplio y com­ple­jo y con var­ios ele­men­tos de cohe­sión o iden­ti­dad: la his­to­ria com­par­ti­da, el idioma, los sen­ti­dos comunes, el tra­ba­jo colec­ti­vo y la com­ple­men­tariedad, geral­mente orga­ni­za­da por partes como agua y fuego, hom­bre y mujer, valle y mon­taña, noche y día, luna y sol y muchos otros”.

[15] No podremos abor­dar de man­era pro­fun­da esta dis­cusión, pero sug­e­r­i­mos la lec­tura de Fras­er y Hon­neth [2006] y tam­bién Cruz [2013].

[16] La Vía Campesina fue crea­da em 1993 y reune mil­lones de campesinos, pueb­los sin tier­ra, indí­ge­nas, migrantes, pequeños y medi­anos pro­duc­tores, tra­ba­jadores agrí­co­las em torno a temas como el dere­cho al ter­ri­to­rio, la defen­sa de la sober­anía ali­men­ta­ría y la glob­al­ización de la esper­an­za.

[17] Existe una amplia dis­cusión sobre el con­cep­to a ser adop­ta­do para la repro­duc­ción del cap­i­tal en Abya Yala. Neoex­trac­tivis­mo, mod­e­lo extrac­ti­vo, extrac­tivis­mo neo­colo­nial, ofen­si­va extrac­tivista, mod­e­lo agroex­por­ta­dor son alguns de los tér­mi­nos que se han uti­liza­do. La opción de uti­lizar el con­cep­to de mod­e­lo pri­mario expor­ta­dor neo­colo­nial se deve a la com­pren­sión de que la estrate­gia de repro­duc­ción del cap­i­tal es expropi­ar la nat­u­raleza y al ser humano (infe­ri­or­iza­do y sub­or­di­na­do) para gener­ar acu­mu­lación, mer­can­tilización y per­pet­uan­do la colo­nial­i­dad del poder, del saber, del ser y de la nat­u­raleza. Este se fun­da­mente implici­ta­mente en la acu­mu­lación por despo­jo de Har­vey y en la per­spec­ti­va de la colonialidad/descolonialidad.

[18] Sobre el Movi­men­to dos Atingi­dos pela Vale con­sul­tar, http://atingidospelavale.wordpress.com/; el Movi­men­to Nacional pela Sobera­nia Pop­u­lar Frente a Min­er­ação (MAM) no tiene sitio web, aunque es posi­ble con­sul­tar en: < www.fase.org.br> e <www.ibase.br>; el Movi­men­to dos Atingi­dos por Bar­ra­gens: <http://www.mabnacional.org.br/>; el Movi­men­to Anti­nu­clear Brasileiro, con­sul­tar: < http://antinuclearbr.blogspot.com.br>; y el Fórum dos Atingi­dos pela indús­tria do petróleo e petro­quími­ca nas cer­ca­nias da Baia da Gua­n­abara, con­sul­tar < http://fappbg.blogspot.com.br >.

[19] Entre­vista real­iza­da en tra­ba­jo de cam­po en la Zona de Reser­va Campesina del Valle del Rio Cim­i­tar­ra el 5 de sep­tiem­bre de 2015.

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2012 Extrac­tivis­mo neode­sar­rol­lista y movimien­tos sociales: ¿um giro eco-ter­ri­to­r­i­al hacia nuevas alter­na­ti­vas? CEB Con­ti­nen­tal.

Vía Campesina
2015 La vía campesina impul­sa declaración inter­na­cional de los dere­chos de los campesinos y campesinas en el Con­se­jo de Dere­chos Humanos de ONU. Via Campesina. Disponible en: <https://goo.gl/Y6xFNg > Acce­so en 20 nov 2015.

Zibechi, Raúl
2015 Descol­o­nizar el pen­samien­to críti­co y las prác­ti­cas eman­ci­pa­to­rias. Des­de Aba­jo, Bogotá.
2008 Dibu­jan­do fuera de los már­genes: los movimien­tos sociales en la trans­for­ma­ción sociopolíti­ca en Améri­ca Lati­na. La Cru­jía, Buenos Aires.

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Cómo citar ¬

Mercedes Solá Pérez, «“Nos hemos declarado en resistencia por el derecho a la vida”. Campesinxs de lo que hoy es Suape (Brasil) en re-existencias cotidianas, públicas y en alianzas», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el [insert_php] setlocale(LC_ALL,"es_ES"); echo strftime("%e de %B del %Y");[/insert_php]. URL: https://estudiosmaritimossociales.org/archivo/rems-13/dossier-lopez-flores/
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