Crítica del libro Monarquía hispánica y fundaciones en Entre Ríos

Anto­nio Facun­do Galarza*

Recibido: 9 de mayo de 2017
Acep­ta­do: 26 de mayo de 2017

En pal­abras del pro­pio autor, “Monar­quía his­páni­ca y fun­da­ciones…” es, ante todo, un estu­dio sobre las políti­cas de pobla­ciones de la Coro­na españo­la que dieron ori­gen a las lla­madas tres Vil­las de los entre ríos (Gualeguay, Gualeguay­chú y Con­cep­ción del Uruguay) a fines del siglo XVIII. Sin embar­go, y lejos de ago­tarse en ser una mera his­to­ria políti­ca o social, el tra­ba­jo de Román es, tam­bién y par­tic­u­lar­mente, una his­to­ria region­al. Como tal, y dada la rica tradi­ción de inves­ti­ga­ciones que ha nutri­do a la his­to­ri­ografía rio­platense, la obra tiene ante sí un doble desafío: no sólo el abor­dar una his­to­ria regional/local (de los pueb­los de los Entre Ríos) des­de una per­spec­ti­va que escape a la tóni­ca tradi­cional de las his­to­rias de la “patria chi­ca”, sino tam­bién apor­tar al conocimien­to de las car­ac­terís­ti­cas de una enti­dad políti­ca de mag­ni­tud como lo fue la monar­quía his­páni­ca durante el siglo XVIII, a par­tir del estu­dio de una región per­iféri­ca pero no por ello mar­gin­al del impe­rio amer­i­cano.

Sin lugar a dudas, a los ojos y pare­cer de quien escribe, la obra de Román da la tal­la a este desafío, enca­de­nan­do un con­jun­to de esfuer­zos y vir­tudes que jus­ti­f­i­can tal afir­ma­ción. El primero que debe destacarse es la capaci­dad de gener­ar un impacto sig­ni­fica­ti­vo fuera del ámbito académi­co, man­te­nien­do su rig­urosi­dad tan­to a niv­el heurís­ti­co como analíti­co y dis­cur­si­vo,[1] logran­do ocu­par, no obstante, un espa­cio tradi­cional­mente pro­pio de las his­to­rias de divul­gación con carác­ter pane­girista de las local­i­dades y per­son­ajes vernácu­los [cuyos análi­sis sue­len apelar a sen­si­bil­i­dades e iden­ti­dades locales, reforzán­dolas a par­tir de la enu­meración de datos y ale­gorías de per­son­al­i­dades históri­c­as lugareñas]

Un segun­do aspec­to que debe val­o­rarse refiere a la actu­al­ización de per­spec­ti­vas his­to­ri­ográ­fi­cas que la obra de Román, fru­to de su tesis de maestría, nos pre­sen­ta. Durante las últi­mas décadas, los estu­dios ded­i­ca­dos a analizar las prác­ti­cas políti­cas y el fun­cionamien­to de la monar­quía his­páni­ca pro­tag­oni­zaron un cam­bio de par­a­dig­ma his­to­ri­ográ­fi­co de enver­gadu­ra. El trasla­do del eje de análi­sis des­de una visión cen­tra­da en el con­cep­to de Esta­do colonial/moderno a una con­cep­ción juris­dic­cional del ejer­ci­cio del poder al inte­ri­or de la monar­quía dio paso a una mar­ca­da influ­en­cia de her­ramien­tas propias de la his­to­ri­ografía social del dere­cho y de los estu­dios sobre la cul­tura jurídi­ca que, poco a poco, comen­zaron a trans­for­mar las miradas car­ac­terís­ti­cas de la lla­ma­da his­to­ria social. Sin dudas, el tra­ba­jo de César Román se inscribe en esta rica y ren­o­va­da ópti­ca. Podríamos pre­gun­tarnos, no obstante, qué tienen para ofre­cer estas nuevas miradas his­to­ri­ográ­fi­cas sobre la his­to­ria region­al rio­platense en gen­er­al y de los entre ríos en par­tic­u­lar. Un breve repa­so por los capí­tu­los que estruc­turan la obra nos per­mi­tirá respon­der a este inter­ro­gante.

En la Intro­duc­ción se abor­da críti­ca­mente el cúmu­lo de tra­ba­jos que han ded­i­ca­do sus líneas a la región obje­to de análi­sis, destacán­dose tres momen­tos y per­spec­ti­vas difer­entes. Los dos primeros cor­re­spon­den a tra­ba­jos pio­neros de las his­to­rias locales y a las “his­to­rias provin­ciales”, en donde desta­can las obras de Vic­tor­i­ca y Pérez Col­man, relatos en gen­er­al car­entes de con­flic­to y de cariz apologéti­ca. En cam­bio en la lla­ma­da “per­spec­ti­va inte­gral”, el enfoque analíti­co tra­sciende los mar­cos provin­ciales y se hunde de lleno en la prob­lemáti­ca de las políti­cas fron­ter­i­zas lle­vadas ade­lante por los bor­bones en su enfrentamien­to con la Coro­na lusi­tana. En esta clave, autores como Halperín Donghi, Chiara­monte, Schmit y Djen­dered­jian aso­cian el desar­rol­lo pobla­cional de Entre Ríos y sus car­ac­terís­ti­cas, al dinamis­mo que el con­flic­to inter-impe­r­i­al otorgó a las políti­cas de pobla­ciones de ambas monar­quías, con may­or o menor énfa­sis en el pro­tag­o­nis­mo de los poderes locales en dicho pro­ce­so.

El capí­tu­lo Nº I es el espa­cio en donde el autor deja plas­ma­da en detalle su per­spec­ti­va de análi­sis, la cual pre­tende difer­en­cia­rse de las visiones ante­ri­or­mente señal­adas. La influ­en­cia de autores de la tal­la de Gar­ri­ga se deja sen­tir des­de las primeras líneas del acápite y no sólo resul­tará en una decla­mación de prin­ci­p­ios para luego ser deja­da de lado al momen­to del análi­sis: una vir­tud a señalar reside en la artic­u­lación de cada uno de los aspec­tos estu­di­a­dos bajo el paraguas que rep­re­sen­ta la lla­ma­da per­spec­ti­va juris­dic­cional­ista del poder en el Antiguo Rég­i­men. Tan­to las políti­cas de poblamien­to como los con­flic­tos de intere­ses entre las insti­tu­ciones y agentes de gob­ier­no, así como las prác­ti­cas mis­mas de los actores dejarán de ampara­rse en el mar­co explica­ti­vo del Esta­do para ser inda­ga­dos al calor de las her­ramien­tas con­cep­tuales que la obra de Gar­ri­ga facili­ta [la con­cep­ción de antiguo rég­i­men, el carác­ter indis­ol­u­ble de las fun­ciones de gob­ier­no y judi­ciales, el peso de las cor­po­ra­ciones y potes­tades juris­dic­cionales al inte­ri­or de la monar­quía, entre otras]. Por otra parte, la lla­ma­da “amer­i­can­ización de las guer­ras euro­peas” ofi­cia­rá de con­tex­to explica­ti­vo, y no mera­mente paisajís­ti­co, del pro­ce­so pobla­cional entr­erri­ano. De esta for­ma, se expli­ca cómo la exten­sión de la guer­ra his­pano-lusi­tana a sus fron­teras amer­i­canas merid­ionales dio tono, en bue­na medi­da, a la ren­o­va­da aten­ción que ambas Coro­nas prestaron a fines del siglo XVIII a la región com­pren­di­da por Río Grande do Sul, la Ban­da Ori­en­tal, los Entre Ríos, las tier­ras de Misiones jesuíti­cas y el Paraguay. Pero tam­bién a movimien­tos de población que expli­can el dinamis­mo demográ­fi­co de la región estu­di­a­da.

En el capí­tu­lo Nº II ha lle­ga­do la hora de plas­mar todo el baga­je his­to­ri­ográ­fi­co plantea­do al exa­m­en min­u­cioso del pro­ce­so. Román abor­da entonces los pro­legó­menos de las fun­da­ciones de las vil­las entr­erri­anas desta­can­do el pro­tag­o­nis­mo de la Igle­sia amer­i­cana en la dinámi­ca pobla­cional. A un primer momen­to mar­ca­do por la pres­en­cia jesuíti­ca, le con­tin­uó el accionar de la Igle­sia y en par­tic­u­lar del Obis­po Mal­var y Pin­to durante la déca­da de 1770, cuya políti­ca expan­si­va a través de la creación de curatos y par­ro­quias con­vergió opor­tu­na­mente con los intere­ses de una Coro­na españo­la ávi­da de pro­mover asen­tamien­tos esta­bles en una fron­tera poco con­sol­i­da­da. La final­mente dilu­ción y fra­ca­so de esta empre­sa ecle­siás­ti­ca, pre­cip­i­tadas por el con­flic­to abier­to entre el pár­ro­co y el alcalde local mar­caron, según Román, el momen­to prop­i­cio para la irrup­ción defin­i­ti­va del poder vicer­re­gio como prin­ci­pal impul­sor del poblamien­to. La lle­ga­da en 1782 del comi­sion­a­do Tomás de Rocamo­ra inau­guró la toma de ini­cia­ti­va vicer­re­gia con el fin de for­mar de mili­cias en la fron­tera con Por­tu­gal: se requería cen­sar la población, cono­cer el ter­ri­to­rio y pro­mover asen­tamien­tos esta­bles. Aquí la per­spec­ti­va juris­dic­cional­ista aparece de lleno para explicar el devenir de con­flic­tos abier­tos por el emprendimien­to de Vér­tiz: la con­sol­i­dación de una juris­dic­ción propia del Vir­rey y su comi­sion­a­do debió abrirse paso en oposi­ción a los intere­ses y potes­tades del Cabil­do de San­ta Fe. El poder vir­reinal legit­imó su accionar hacien­do pro­pio un aspec­to caro de la agen­da de la Coro­na españo­la en sus pos­e­siones amer­i­canas, como lo era la con­sol­i­dación de sus fron­teras con el impe­rio lusi­tano.

En el capí­tu­lo Nº III el autor abor­da las car­ac­terís­ti­cas demográ­fi­cas y socio-económi­cas de los asen­tamien­tos que con­sti­tuirían las tres vil­las entr­erri­anas. Con una fuerte impronta migra­to­ria, en par­tic­u­lar des­de el ter­ri­to­rio de las misiones y Cor­ri­entes, pero tam­bién de españoles y algunos lusi­tanos, la pres­en­cia de medi­anos y pequeños pro­duc­tores con­vivió con ter­rate­nientes impor­tantes, estos últi­mos par­tic­u­lar­mente rel­e­vantes en Gualeguay­chú. Estas car­ac­terís­ti­cas impusieron una agen­da de prob­le­mas que la empre­sa de fun­dar vil­las y for­mar mili­cias debió enfrentar para hac­erse camino. Por un lado, la posi­bil­i­dad de repar­tir tier­ras a los colonos, enfrentan­do la oposi­ción ter­rate­niente. Por el otro [y en donde se refle­ja la matriz fou­caultiana de la per­spec­ti­va del autor] la necesi­dad de impon­er prác­ti­cas cul­tur­ales a una población tradi­cional­mente dis­per­sa y renu­ente a asumir como propias con­cep­ciones de urban­idad típi­cas de la cul­tura castel­lana. La acción de Rocamo­ra, car­ac­ter­i­za­da como propia de un mag­istra­do ilustra­do de antiguo rég­i­men, reunió potes­tades jurídi­cas, guber­na­men­tales y mil­itares. Así, a la con­cen­tración en manos del comi­sion­a­do del poder mil­i­tar le sigu­ió la fac­ul­tad de incidir en el nom­bramien­to de las primeras autori­dades políti­cas de las Vil­las (los regi­dores de los Cabil­dos y alcaldes locales). El recorte que estas potes­tades de Rocamo­ra rep­re­sen­taron sobre los intere­ses de los ayun­tamien­tos santafe­ci­no y bonaerense, demues­tra como la con­sti­tu­ción de una juris­dic­ción vicer­re­gia se desar­rol­ló en oposi­ción a los intere­ses y dere­chos juris­dic­cionales invet­er­a­dos de otros cuer­pos que inte­gra­ban el esque­ma políti­co de la monar­quía his­pana.

En el capí­tu­lo IV el autor reseña dos momen­tos en la fun­dación de las Vil­las de Gualeguay, Gualeguay­chú y Con­cep­ción: el de la pro­duc­ción del espa­cio y el momen­to del rito fun­da­cional. En el primero, la selec­ción y delim­itación de los ter­renos sobre los que se eri­girían las nuevas vil­las fue resul­ta­do de un pro­ce­so racional­izador del espa­cio por parte del poder vicer­re­gio, que buscó ocu­par los lugares más altos y fér­tiles a fin de evi­tar las cre­ci­das y opti­mizar la uti­lización de las tier­ras. La “pro­duc­ción de las vil­las” (el desmonte, la demar­cación de ter­renos, etc.) recayó en una com­bi­nación de tra­ba­jo vol­un­tario ‑a par­tir de la prome­sa de acce­so a la tier­ra- y tra­ba­jo forza­do de reclu­sos bajo la direc­ción del poder mil­i­tar que ejer­cía el comi­sion­a­do. Esta empre­sa implicó tam­bién enfrentar el prob­le­ma de la dis­tribu­ción de la tier­ra: antes que la cristal­ización de un plan acaba­do, la con­for­ma­ción de la estruc­tura de la propiedad fue en may­or medi­da un resul­ta­do aleato­rio fru­to de la cor­relación de fuerzas entre los diver­sos intere­ses de los pobladores. Un aspec­to cen­tral en la con­for­ma­ción políti­ca del ter­ri­to­rio fue la creación de Cabil­dos: se dota­ba a las vil­las de una juris­dic­ción propia, y se sem­bró el ter­reno para que las instan­cias de autori­dad local ‑car­gos mil­itares y regi­dores–  fuer­an coop­ta­dos por los ref­er­entes locales que aspira­ban a con­ver­tirse en diri­gentes lugareños. De este modo, el accionar vicer­re­gio ase­guró la vin­cu­lación de los intere­ses locales con el afán políti­co de la monar­quía de pro­mover asen­tamien­tos esta­bles en las fron­teras con el impe­rio lusi­tano.

Final­mente en el capí­tu­lo V se abor­da el epíl­o­go del itin­er­ario políti­co y mil­i­tar de Tomás de Rocamo­ra, quien deten­tó un rol pro­tagóni­co en la políti­ca de pobla­ciones en los entre ríos durante la déca­da de 1780. Román desta­ca cómo el accionar del comi­sion­a­do se mod­i­ficó en bue­na medi­da debido al cam­bio de con­tex­to: tras la asun­ción del Vir­rey Lore­to su labor ya no fue tan ejec­u­ti­va sino que se trans­for­mó para pre­sen­tarse como una especie de asesor de las autori­dades locales a fin de dilu­ci­dar los prob­le­mas que enfrenta­ban las vil­las para su per­viven­cia. Este cam­bio de con­duc­ta resultó en sin­tonía con el ren­o­va­do cli­ma de época que mar­ca­ba la figu­ra del nue­vo Vir­rey: el interés de la monar­quía se había desplaza­do des­de la políti­ca de pobla­ciones hacia la de demar­cación de límites con Por­tu­gal. Local­mente, ello se tradu­jo en un may­or apoyo a los ref­er­entes locales para la res­olu­ción de con­flic­tos, lo que devi­no en la final­ización del “fomen­to de las vil­las” y el fin de la actuación del comi­sion­a­do. El colofón de la car­rera políti­ca de Rocamo­ra es inter­pre­ta­do por el autor como evi­den­cia de su con­sti­tu­ción como un agente políti­co típi­co del esque­ma de poder del antiguo rég­i­men: su cap­i­tal mil­i­tar, cul­tur­al y admin­is­tra­ti­vo acu­mu­la­do en sus diver­sos ser­vi­cios al rey, le per­mi­tieron el acce­so a la “gra­cia” que rep­re­senta­ban las mag­i­s­trat­uras y car­gos de autori­dad, como el de gob­er­nador de las Misiones, al cual accedió hacia 1809.

Huel­ga señalar entonces que, si el hecho de que la his­to­ria de los Entre Ríos haya deja­do de ser una his­to­ria local para asumir ribetes regionales, con­sti­tuye un aspec­to com­par­tido con los tra­ba­jos pertenecientes a lo que el pro­pio autor denom­i­na como “per­spec­ti­va inte­gral”, el condi­men­to real­mente nove­doso de la inves­ti­gación es el resul­ta­do obtenido a par­tir del diál­o­go con la his­to­ri­ografía de las cul­turas jurídi­cas. Gra­cias a ello, el poblamien­to de los Entre Ríos ya no con­sti­tuye una empre­sa pio­nera de grandilocuentes per­son­ajes locales. Tam­poco (y respon­di­en­do al inter­ro­gante plantea­do al ini­cio de estas líneas) esta his­to­ria rep­re­sen­ta ya un eslabón más en la cade­na de medi­das a través de las cuales el Esta­do colo­nial inten­tó con­sol­i­dar un pro­ce­so de cen­tral­ización del poder en sus pos­e­siones amer­i­canas en el mar­co de las lla­madas refor­mas bor­bóni­cas. Sin res­ig­nar una per­spec­ti­va macro ‑es decir, al niv­el de la Monarquía‑, la expli­cación de los pro­ce­sos ya no tiene ori­gen unívo­co en medi­das políti­co-admin­is­tra­ti­vas prove­nientes de Madrid.

La mira­da asum­i­da por Román per­mite dilu­ci­dar que la “pro­duc­ción de las vil­las” entr­erri­anas y la con­for­ma­ción de sus respec­tivos Cabil­dos y juris­dic­ciones con­sti­tuyeron, en real­i­dad, un inten­to por con­sol­i­dar una juris­dic­ción vicer­re­gia que evi­den­ció ini­cia­ti­va propia y autonomía rel­a­ti­va respec­to a las dis­posi­ciones de la Coro­na. En su accionar, tan­to el Vir­rey como sus fun­cionar­ios bus­caron mold­ear y delim­i­tar poderes y juris­dic­ciones locales que forma­ban el cuer­po políti­co de la Monar­quía españo­la y a las cuales intenta­ban, a su vez, sub­or­di­nar. La políti­ca fron­ter­i­za que trans­for­mó el paisaje entr­erri­ano fue entonces resul­ta­do del obje­ti­vo de for­t­ale­cer la recien­te­mente crea­da juris­dic­ción vicer­re­gia, la cual bus­ca­ba con­sol­i­dar sus potes­tades en detri­men­to de poderes locales más antigu­os (como los Cabil­dos de Buenos Aires y San­ta Fe). Su legit­im­i­dad buscó edi­fi­carse a par­tir de una agen­da que tomara como pro­pio un interés caro a la Monar­quía en sus pos­e­siones aus­trales, tal como lo era el con­sol­i­dar el poblamien­to de ter­ri­to­rios lin­dantes con el impe­rio por­tugués.  Este resul­ta­do con­sti­tuye el aspec­to más desta­ca­do y sóli­do de la obra de Román: elab­o­rar una his­to­ria de la región entr­erri­ana a tono con los avances his­to­ri­ográ­fi­cos más recientes, logran­do evi­den­ciar lóg­i­cas y pro­ce­sos que una per­spec­ti­va local­ista o esta­do-cén­tri­ca habrían per­di­do de vista. Sea para con­fir­mar­la, dis­cu­tir­la o refu­tar­la, inves­ti­ga­ciones como las plas­madas en Monar­quía his­páni­ca y fun­da­ciones en entre ríos están lla­madas a ser, por la com­bi­nación de solidez heurís­ti­ca y argu­men­tal, un diál­o­go de ref­er­en­cia para las his­to­rias regionales en gen­er­al y rio­platens­es en par­tic­u­lar.

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 Román, César Manuel 2016 Monar­quía his­páni­ca y fun­da­ciones en Entre Ríos. Sobre los agentes políti­cos del antiguo rég­i­men en las políti­cas pobla­cionales: fun­dación de las vil­las San Anto­nio de Gualeguay, Con­cep­ción del Uruguay y San José de Gualeguay­cgú, segun­da mitad del siglo XVIII. Lago, Cór­do­ba. 290 p. ISBN 978–987-42–2591‑7.

* Doc­tor en His­to­ria. Inves­ti­gador del CONICET (Con­se­jo Nacional de Inves­ti­ga­ciones Cien­tí­fi­cas y Téc­ni­cas), Argenti­na. Docente de la Uni­ver­si­dad Nacional de Mar del Pla­ta (UNMdP).

[1] Luego de la pre­sentación del libro en noviem­bre de 2016, la munic­i­pal­i­dad de Con­cep­ción del Uruguay ha plantea­do la reed­i­ción del mis­mo y su difusión en las escue­las del munici­pio. http://www.elmiercolesdigital.com.ar/cesar-roman-presento-su-libro-monarquia-hispanica-y-fundaciones-en-entre-rios/

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  Cómo citar ¬

Antonio Facundo Galarza, «Crítica del libro Monarquía hispánica y fundaciones en Entre Ríos», Revista de Estudios Marítimos y Sociales [En línea], publicado el [insert_php] echo get_the_time('j \d\e\ F \d\e\ Y');[/insert_php], consultado el . URL: https://wp.me/P7xjsR-Hr
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