Nos ocupamos del mar, y tenemos dividida la tarea…
En esta ocasión nos ocupamos de los puertos. Y con mucho orgullo y alegría vemos que nuestra convocatoria -lanzada en el ya lejano número anterior- no solo fue respondida sino que también correctamente interpretada por quienes enviaron sus colaboraciones. En esta publicación hemos logrado reunir a un relevante conjunto de trabajos realizados por profesionales que se ocupan del fenómeno portuario desde distintas perspectivas espaciales, temporales y formales.
Como podrá apreciarse al recorrer el índice, el dossier incluye perspectivas de vertientes disciplinares diversas, que incluyen a la Antropología, la Geografía, la Historia y la Sociología (puestas las disciplinas en riguroso orden alfabético).
El antropólogo Fernando Monge reflexiona acerca de las ocasiones que los viejos puertos tiene para renovarse y reinventarse a los centros urbanos adyacentes. Por su parte, la geógrafa María Marcela Eraso transitando el derrotero de ciudades portuarias nos señala como “global” y “local” son dos miradas complementarias del espacio donde el puerto es tanto vínculo con el territorio que lo contiene como un emplazamiento que justifica su existencia como puerta de comunicaciones globales. Desde la sociología, Rafael Böcker Zavaro analiza las características del desarrollo pesquero en el Mediterráneo catalán, como un complejo sistema que integra componentes tanto económico y sociales como también territoriales y de la aplicación de políticas públicas. Otros sociólogos, en este caso desde Chile, reclaman a su vez estas políticas a favor de las pequeñas y medianas empresas que las relacionen con focos de desarrollo del país. Demanda que estiman se acrecentará con desarrollo de corredores bioceánicos e interiores.
El resto de los trabajos corresponden a historiadores. Generosamente Susan Migden Socolow nos ha autorizado la publicación en castellano de su análisis del puerto de Buenos Aires y sus vínculos económicos durante el período virreinal, texto que formó parte de una ya legendaria compilación a la que el historiador que estudia el fenómeno portuario nunca dejará de recurrir. En esta tradición podemos ubicar, sin lugar a dudas, la obra de Elizet Payne Iglesias, que en este trabajo nos muestra a Trujillo y su entorno en el momento del contacto español, el cual se encontraba habitado por una variedad cultural que integraba antiguas tradiciones con otras que habían arribado recientemente fruto del intercambio de productos exóticos.
Desde Colombia nos llegaron dos trabajos. Ricardo Rivadeneira sobre las características culturales y económicas del comercio y el consumo en un puerto sobre el Río Magdalena en el cual se podían consumir toda suerte de mercaderías europeas en el siglo XIX. Sergio Paolo Solano por su parte, nos hace respirar el mundo portuario de la región Caribe colombiana, donde la naturaleza portuaria conjuga el acopio y la movilización de mercaderías con la generación de un espacio de ocio, trabajo, mercado, diversión y expresión pública alterna y en disputa con la plaza central. Y desde Brasil, Alcides Goularti Filho discute las formas de administración y el régimen jurídico portuario vigente durante el siglo XIX, mientras se conformaba un sistema portuario nacional fragmentado en ese país.
Los tres trabajos que completan el dossier tienen como espacio de análisis a la Argentina. Con un riguroso trabajo de fuentes legislativas, Juan Ladeuix analiza el proceso germinal en el cual desde el Estado Argentino se avanzó en el control del sistema portuario con la preocupación puesta en las actividades portuarias propiamente dicha, mercantil y pesquera como parte de una política marítima nacional.
Laura Caruso por su parte, nos muestra cómo la generación de agencias estatales para intervenir y encauzar al conflicto obrero, precisamente el Departamento Nacional de Trabajo, tuvo presentes a los conflictos del Puerto de Buenos Aires, indagando las condiciones de trabajo y entablando diálogo con la Federación Obrera Marítima. Finalmente, Oscar Videla se ocupa de rescatar la relación de la Bolsa de Comercio de Rosario con el puerto de esa ciudad, en la cual esta institución logra imbricar la construcción del puerto con los intereses de clase de la burguesía local.
Hasta aquí las colaboraciones seleccionadas para este número, las cuales se más que duplican con la serie de muy buenos trabajos que por alguna razón no llegaron a formar parte del mismo.
Queremos destacar la generosa actitud de los colaboradores, quienes, en un pie de igualdad, se sometieron a los rigurosos procesos de arbitraje (externo a los editores de la revista y en muchos casos anónima) de sus trabajos. También que hayan considerado de buen grado las recomendaciones recibidas que en muchos casos contribuyeron a una mejor adaptación de los textos a las características del lector de la REMS. También agradecer a la casi treintena de colegas que aceptaron solidariamente realizar una lectura crítica de los textos y elaborar un dictamen en los tiempos y condiciones que les fueron solicitadas.
El número 2 de la revista ya comienza a añejarse. Invitamos a los colegas a colaborar en el número tres; y al fantasma del año 1 número 1, la REMS le dice ¡adiós!